Uploaded by David Roinashvili

О грузинском посольстве 1627-1628 годов в Испанию

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ESTUDIOS CLÁSICOS
ORGANO DE LA SOCIEDAD ESPANOLA
DE ESTUDIOS CLÁSICOS
TOMO XXVII
MADRID
1985
DIRECTOR:
Lurs GIL
SECRETARIA:
ROSAM . a AGUILAR
Redacción: VITRUBIO, 8 - MADRID (6)
ISSN 0014 - 1453
Depósito legal: M. 567 - 1958
EUROPA ARTESGRAFICAS,
S. A. Sánchez Llevot, 1 . Teléfono 22 22 50. 37005 Salamanca, 1985
Págs.
SUÁREZDE LA TORRE,E., El viaje nocturno del Sol y la Nanno de
Mimnermo ......................................................................
ESTEBANSANTOS,A., Estructura y estilo en los fragmentos de Mimnermo sobre la vejez ..........................................................
BENAVENTE,
M., Similia III ....................................................
MORENILLA
TALENS,C., Procedimientos fónicos de estilo en Aristófanes.
RODR~GUEZ
ALFAGEME,
I., Aristófanes, Acharn. 652-654. El Poeta y
Egina ..........:..................................................................
SANCHIS
L L ~ P I SJ.,
, Eros Alado en la comedia media ...................
CANDAUMORON,J. M.a, Categorías históricas y categorías políticas en
Polibio ............................................................................
FLORISTÁN
IM~ZCOZ,
J. M., El tema de futuro en Epicteto .............
MONTOYASÁEZ, J., La doctrina del Nous en los comentaxistas griegos
de Aristóteles ....................................................................
BRAVO G A R C ~ AA.,
,
Varia lexicographica graeca manuscripta V :
Iohannis Philoponi collectio vocum ........ .................... ......... ..
ECHARTECOSS~O,
M.a J., Meditaciones sobre dos métodos para el
análisis de la lengua latina: Generativismo y funcionalismo ........
G A R C ~HERNÁNDEZ,
A
B., Lexemática junto a Gramática Latina ¿Por
qué no? ..........................................................................
MOYADEL BANO,F., ¿Un anacohto en Propercio 1 8 , 19-20? .......
B E R M ~ D ERAMIRO,
Z
J., Lógica, retórica y estética del sintagma nominal «Adjetivo-sustantivo» en las Odas de Horacio ....................
PINERO,A., Nota crítica al texto latino de las Acta Petri Apostoli
Apocrypha ......................................................................
MART~NEZ
PASTOR,M., Sobre el simbolismo en los autores latinos
cristianos .........................................................................
ROBLESG ~ M E ZJ., M.a, Un testimonio excepcional de relajación de -Den una inscripción hispánica del S. III d. C. ............................
ALONSOÁVILA,A., Valladolid durante los tiempos visigodos ........
PÉREZ GONZÁLEZ,M., LOS indefinidos en el latín medieval cancilleresco leonés y castellano ............ .........................................
BRAVOGARC~A,
A., Marcos Musuro y el aristotelismo: a propósito
del Escorialensis @ 11 6 (203) ..............................................
FLORISTÁN,J. M., Un documento diplomático griego en cifra del
Archivo de Simancas ....................................... .. . . .
299
4
INDICE
GIL.L . .FLORISTÁN.
J . M . , Cartas de los reyes georgianos Simeón I de
Kartli a Felipe II y Teimuraz I de Kakheti a Felipe IV ............
GIL. L., Sobre el trasfondo de la embajada del Shah Abbas I a los
príncipes cristianos ............................................................
C R I S T ~ B AV.,
L . Una reminiscencia del Moretum en el Isidro de Lope
de Vega ..........................................................................
ALBERTE
GONZÁLEZ.A . , La retórica moderna al trasluz de la retórica
latina ............................................................................
MARCOSPÉREZ. J . M.=, La terminología médica española y el griego .
IRIGOYEN.
R . . Sikelianós: dos poemas ......................................
DISCUSIONES Y RESENAS D E LIBROS
MIRALLES.
C. .PORTULAS.J., Archilochus and the Iambic Poetry .
ZAMBUJOFIALHO.M.a do C., Sofocles. As Traquínias. Zntro-
ducáo. versáo do grego e notas de ............................
BERS.V.. Greek Poetic Syntax in the Classical Age ....................
ALSINA.J.. Tucídides: Historia. ética y política ..........................
MOULTON.C.. Aristophanic Poetry ..........................................
OLIVEIRA
PULQUERIO.
M . de. Platho . Apologia de Sócrates . Críton .
Introdupio. versüo d o grego e notas de ................................
The Cambridge History of Classical Literature ............................
MART~N
SANCHEZ.M.= A . F.. El ideal del sabio en Séneca ..........
GIL FERNANDEZ.
L., Estudios de Humanismo y Tradición clásica .
GIL. L.. Censura en el mundo antiguo ......................................
PASCUCCI.G . . Scritti scelti ......................................................
307
347
379
391
401
419
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL
Y LA NANNO DE MIMNERMO*
1. En el libro XI de Los eruditos en el banquete Ateneo nos ha
dejado un cúmulo de citas fundamentales sobre el tema del viaje del sol,
de su trasiego diurno y de su retorno nocturno al punto de partida, así
como del viaje de Heracles en la copa de Helio por el Océano. Se reúnen
allí', a propósito de la fútil cuestión de los diferentes tipos de vasos o copas conocidos, casi todos los testimonios (los poéticos al menos sí) sobre
las tradiciones conservadas por los griegos acerca del motivo de la «copa
de Helio», su vehículo nocturno. Ateneo menciona (en este orden): los
Heraclea de Pisandro2, la obra del mismo título de Paniasis3, unos
* Citamos por la edición de B. GENTILI
- C. PRATO,Poetae Elegiaci. Testimonia
et Fragmenta. Pars I , Leipzig, Teubner, 1979, fragmento 5. Presentamos a continuación el texto y nuestra traducción:
5
10
5
10
'
'
'HÉhio~pkv yae EAaxni nóvov fipara návra,
o6 OÉ nor' O ~ a v o i yivmai
s
otOepia
'innoiaiv TE xai ah(U, Enfiv ~oOo¿iáxrvAo~'Hws
'Qxeavbv xeohinoüa' o6eavbv ~iaavafin.
rbv pZv yae Oia xüpa rpÉeei nohvtjearo~e6vq
xocihq 'Hrpaimov x ~ e o i vEAqAapÉvq
(IXQOVErp' ÜOwe
x~uokovT L ~ ~ E VUXÓXTEQO~,
TO~,
EÜBOVWáenahÉws ~Weouárp' 'EoxeeiOwv
yaiav ES Ai8iónwv, [va Ofi 9obv aepa xai 'innoi
Éotüo', b q ~ 'HAS
'
fieiyheia póAg.
EvW h&fitja&WBOv OxÉwv 'Yn~eiovosuiós.
Al sol tocóle en suerte penosa labor cotidiana,
y nunca le llega descanso alguno,
ni a él ni a sus caballos,
una vez que Aurora, la de rosados dedos,
a Océano abandona para subir al cielo.
Pues a él un amable lecho cóncavo,
por las manos de Hefesto en oro precioso labrado,
por el mar lo transporta con sus alas
sobre la superficie de las aguas, mientras duerme, plácidamente
desde la región de las Hespérides
hasta la tierra de los Etíopes,
donde su carro veloz y sus caballos están detenidos,
esperando la llegada de Aurora, hija del amanecer.
Allí monta en su carro el hijo de Hiperión.
469d-470d.
F G H ! , 16.
EGF 7A y 7B.
6
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE
versos de Estesícoro4, otros dos de Antímaco5, otros de las Helíades de
Esquilo6; a continuación, el fragmento de Mimnermo que será aquí objeto de comentario y que, se dice, pertenece a la elegía denominada Nanno; y, por último, el testimonio de las Historias de Ferecides7. El pasaje
de Mimnermo destaca a simple vista de todas las demás menciones, no
sólo por su extensión, sino también por algunas peculiaridades. Por ejemplo, es el único en que no se habla claramente de una copa (6Énag,
cp~áhy),sino de un «lecho cóncavo» (~Vvfi/xoiEAy), aunque deba entenderse como descripción metafórica de aquélla (así lo hace Ateneo cuando
aclara a i v ~ o o ó p ~ v ozbs noihov zoU nozygiow). Asimismo, Mimnermo
precisa que el recipiente es obra de Hefesto ('Hcpaiozou x~goivEhyhapÉvy), en lo que parece seguirle Esquilo ('Hcpa~otot~wxÉg).
Tampoco
resulta fácil poner estos versos en relación con la mitología de Heracles
e incluso, como veremos más adelante8, es probable que no estén en relación con ella, al contrario de lo que ocurre en las otras citas (con la excepción de Esquilo), especialmente en los conocidos versos de Estesícoro. Sin embargo, Mimnermo presenta una original descripción de la
actividad de Helio, armonizando diversas concepciones en un conjunto
mucho más coherente de lo que a simple vista parece.
2. Entramos, pues, en el tratamiento de una serie de puntos delicados, pero fundamentales, en el análisis del pasaje: el porqué de la elección del tema; su posible articulación en un contexto más amplio y el porqué de la forma que se ha dado a ese contenido. Como es apropiado al
analizar cualquier ejemplo de literatura arcaica y clásica griega, tales
cuestiones han de integrarse, de forma más amplia, en las coordenadas de
tradición, contexto social y técnica de composición poética.
El componente tradición, evidentemente, se entiende en un sentido
lato y complejo. Afecta al contenido mítico y sus versiones (que puede
cruzarse a su vez con concepciones coetáneas, con ideas filosóficas o
creencias religiosas), afecta a la tradición poética en general y a la lengua
(especialmente a la «lengua poética*) en particular.
Tradición y concepciones míticas: su integración
Intentando aclarar este pasaje (aunque el problema que plantea en
realidad no existe) A. Lesky sentenciaba hace ya muchos años: «...la
a)
S
'
Fr. 8 Page = 185 PMG; cf. Eust. Od. 1632, 23.
Fr. 66 West (= Wyss).
TGF23.
FGH 1, 18.
Cf.infra, p. 17.
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
7
representación usual del viaje del carro (se. del sol) por el cielo es la auténtica griega, mientras que el viaje circular de la copa del sol en unión
del Océano pertenece al estrato prehelénico~~.
Sin decidir sobre esta neta
división, sí hay que reconocer un cúmulo de tradicioneslO,aunque no
creemos que ello.se desprenda de «contradicción» alguna en el texto de
Mimnermo: el poeta insiste en que ese ponos incesante (que lleva como
contrapartida el reposo cotidiano en la dvlj) afecta 'imo~oivTE xui
u h @ . Hay que entender, pues1', que el viaje nocturno también está proagyu
tagonizado por los caballos (es decir, carro y caballos, cf. v. 9 , 6 0 0 ~
xai LXJCOL),
aunque la precisión de este detalle haya sido considerada por
el poeta fuera de lugar y la descripción a partir del verso 5 se haya centrado en el «hijo de Hiperión* y en otras características del retorno al
oriente. No es tan importante la tradición en sí como el uso que de ella
se hace. Independientemente del engarce con el resto de la elegía en que
se incluye el fragmento, puede verse que el poeta no está tan interesado
en la precisión mitográfica como en destacar la incesante actividad solar.
Sin que sea todo lo que se puede decir de esta elegía, creemos bastante
acertada la opinión de B. Lavagnini cuando afirmaba que «quella che Sta
al primo piano dell'interesse per il Poeta 6 I'idea del viaggio, e su questa
egli si dilunga e insiste^'^. Tal idea, además, se refleja en el plano de la
expresión en su nivel más formal, según veremos.
Pero ¿por qué esa idea? Entramos en la ardua cuestión de si el pasaje
ha de incluirse en un contexto mitológico o subjetivo13. En el primer caso
se piensa en la saga de Jasón14 y, naturalmente, en la de Heracles. El que
el fragmento pertenezca a la Nanno, es decir, a una elegía que verosímilmente tenía contenido amoroso, puede apoyar una inclinación por el
tema de Jasón, mientras que, aparte de la conocida relación Helio-Heracles-Océano, según se ve en los fragmentos transmitidos por Ateneo, la
alusión a un ponos incesante al que está sometido un ser divino nos
Thalatta, Der Weg der Griechen zum Meer, Wien, 1896 (reimpr. New York,
p. 74; cf. «Aia», WSt 63, 1948 (1949), pp. 22-68, especialmente epígrafe 2.
Cf. infra, epígrafe 2.
Cf. GENTILI
- PRATO(ed.) ad loc.
e11 viaggio del sole», 1932, recogido en Da Mimnermo a Callimaco, Torino,
1959, p. 8.
l3
Véase el planteamiento en S. SZADECZKY-KARDOSS,
art. Mimnermus, R E
Suppl. XI, 1968, 944, 40 y SS.
l4
La objeción de LAVAGNINI,
I.c., de que «la dimora notturna del sole 6 posta
nella citti di Eeta, mentre nel nostro frammento 6 collocata nel paese degli Etiopi»
está superada por la argumentación de LESKY,art. cit. pp. 25-31 y , para Estesícoro,
pp. 31-35.
8
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE
llevaría a pensar en Heracles ... La segunda posibilidad, la del contexto
«subjetivo», abre a su vez una perspectiva interesante, pues no se trata
tanto de la integración de una tradición mítica como de la interacción entre una concepción o representación del mundo y la intención poética y
sus medios de expresión. Pues bien, esta última consideración nos abre la
vía de la armonización con la alternativa de tema mítico, a través de una
cadena de relaciones: concepción del mundo-experiencia personal del
amor-ilustración mítica modélica, lo que a su vez nos devuelve la preferencia por el tema de Jasón y Medea.
Se suele reconocer, en efecto, la importancia en todo este pasaje de
un evidente sentimiento de simpatía (al pie de la letra) con la naturaleza.
La idea, tibiamente apuntada por Q. Cataudella15, se encuentra magistralmente desarrollada por M. Treu16, quien la precisa como una plenitud
de esa «simpatía» frente al «acontecer» en general. Sentimiento nuevo,
sin duda, frente a la épica, y sentimiento expresado también de forma
nueva1'. Mas ¿por qué esta manifestación concreta? En unas acertadas
páginas de W. Schadewaldt18 puede encontrarse una vía de solución:
Mimnermo ha sabido expresar de manera magistral los sentimientos del
hombre frente a los rigores de la vejez, ante la cual es preferible la muerte. Si efectivamente estos versos se incluían dn una elegía dedicada a una
mujer, con una exhortación al amor y a los placeres de la vida ¿no podría
servir como contrapunto a la fugacidad del ser humano, cuya vida dura
no más que el brillo del sol en un día19, la eterna actividad de ese sol?
También C. M. Bowra20había expresado una idea similar: la elección del
tema del sol dejaría ver la «filosofía» de Mimnermo, porque «ni siquiera
un gran dios como éste está libre de trabajos y preocupaciones». Asimismo explicaba Bowra la frecuente aparición del sol en la obra de Mimnermo porque «en la luz y la fuerza del sol encontraba algo que le conmovía
profundamente y se asemejaba a la gloria que él había encontrado en los
l5
«Mimnerrnus 10 (12) Diehl» en «Marginaha ai lirici Greci», Athenaeum 1928,
pp. 249-255, recogido en Intorno ai lirici Greci, Roma, 1972, p. 52. Es interesante su
aducción del fr. 192 Nauck2 del Prometeo Liberado de Esquilo; igual que el de las Helíades, citado por Ateneo, refleja una clara influencia del texto de Mirnnermo.
I6
Von Homer zur Lyrik, Miinchen, 196g2, p. 279 (vid. pp. 279-83 para Mirnnermo en general).
" Cf infra, apartado b).
Is
«Uber Mirnnerrnos», en G. PFOHL
(ed.), Die griechische Elegie, Darmstadt,
1972, pp. 174-176 (= pp. 295-297 de ~Lebenszeitund Greisenalter irn frühen Griechenturn», Die Antike 9, 1933).
l9
Cf fr. 8.
" Early Greek Elegists, London, 1938, p. 27.
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
9
fugaces gozos de juventud». Por último, en esta serie de opiniones que
tratan de explicar la utilización del tema del sol a través del «pensamiento» o los sentimientos del poeta, debe mencionarse la de H. Frankel, de
la que seleccionamos la frase siguiente: «Quizá el sentimiento del poeta.
hacia el incesante trabajo de Helio se vio provocado por sus pensamientos
sobre el continuo fluir sin descanso de los días, en el que se nos va deslizando la juventud y la vida»21.
La idea del viaje, la identificación simpatética con la naturaleza, la
fugacidad de la vida humana ... Poco a poco van surgiendo razones y justificaciones de la representación mítica aquí utilizada que, sin excluir la
integración en un contexto mitológico más amplio, conceden simultáneamente valor de autosuficiencia al texto en sí. Con ello, sin embargo, aún
estamos lejos de haber agotado las posibilidades explicativas e interpretativas. En un agudo análisis de la poesía de Mimnermo, B. Gentili destacaba la importancia del contexto de la Nanno para los pasajes que,
como el que ahora nos ocupa, se incluían en dicha c o m p ~ s i c r ó n Entre
~~.
otros aspectos, Gentili insistía en la novedad del tema: la leyenda mítica
se articula aquí en torno al amor; al mismo tiempo, el hecho mítico se humaniza a través del amor23.
A todo ello debemos añadir algo más: se trata de que todo esto ha de
transmitirse a un auditorio, de comunicarlo y de hacer compartir sensaciones. La poesía no sólo confiere el mero placer estético al que contribuyen sus recursos formales, sino que, a la vez, está configurando y10
confirmando la imagen y concepción del mundo del ciudadano. Este xóopoq 8 ~ é o es
v ~
también
~
reflejo del orden universal que, en cierto modo,
la palabra no sólo imita, sino que también crea (y, por ende, el poeta).
En este caso concreto podría añadirse que la identificación del auditorio
con el ponos cotidiano de elementos del universo, al que sigue un reposo,
podría comunicarle sensaciones tranquilizadoras (y no sólo servir de
2'
Dichtung und Philosoplzie des frühen Griechentums, München, 19622, p. 245.
Intervención en el Incontro sobre Mimnermo que se recoge en Maia, N.S. 4,
1965, pp. 366-387 (vid. pp. 379 y SS.).
23
Gentili, refiriéndose a la idea de Frankel citada arriba señala «la maniera amorosa, intimistica, con la quale k osservata, quasi come cotidiano umano, la fatica senza
tregua del viaggio del dio nel perenne fluire dei giorni. Una fatica monotona, sempre
eguale a se stessa, ma che conosce anche, ogni volta, al tramonto, I'amorosa unione
nel giaciglio molto desiderato e un sonno tranquillo e f e l i c e ~(o.c., p. 381).
24 Sol., 2, 2; cf. H. DILLER,
«Der vorphilosophische Gebrauch von Kosmos und
Kosmein*, Festschrift B. Snell, München, 1956, pp. 47-60 (vid. p. 57). Véase asimis«The Principies of Greek Literary Criticism~,Mnemosyne 36,
mo W. J. VERDENIUS,
1983, pp. 14-59.
22
10
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE
contrapunto a temores e inferioridades) a partir de ese com-padecimiento.
Interviene ahora, pues, de manera esencial, el cómo de la transmisión de
dichos sentimientos, por lo que procede hablar ahora de lo formal. del
vehículo poético externo.
La tradición poética en el plano de la expresión.
Creación y refección poéticas
b)
Entre las observaciones de B. Gentili antes citadas2%on fundamentales aquellas que se refieren a la posición «antioficial» de Mimnermo: sus
novedades pueden explicarse también «in rapporto all'uditorio, diverso
y éstas afectan tanto al tema como a la
da que110 del poeta rap~odico»~',
forma. Significativamente, Gentili toma como ejemplo el fragmento que
ahora analizamos para ilustrar el problema de la «epicidad» de la elegía
de Mimnermo. En efecto, a la hora de estudiar el bagaje épico de la lírica
griega es tan importante su determinación cuantitativa como su análisis
cualitativo, la constatación de su presencia como la de la revalorización
que sufre en su nueva articulación. En una primera descripción se haría
observar la presencia de numerosos «epicismos». Los más patentes y de
imitación más literal se encuentran también en las mismas posiciones de
la épica2': r j y a ~ ax ó r ~ t a ~ 0~6,0 6 á x z v h o ~
ambas a final de heo ,h v q ~ a t o&6vfi3',
~
xámetro y sin modificación: o6eavbv ~ i o a v a ( 3 f i n~ ~
~ p o É o v~ i p j e v z oyaiav
~ ~ ~ ,ES A i U ~ Ó x w v90Ov
~ ~ , &@va
n a i L X X O LPero
~~.
alguna de las más alteradas formalmente lo están también en su expresividad: así se ve en la traslación de í n x o ~TE nai a6-coi (11. XI 525) a
supra, n. 22.
379.
2'
Para la elegía véase P. GIANNINI,
«Espressioni formulari nell'elegia greca arc a i c a ~ ,QUCC 16, 1973, pp. 7-78.
2R
V. 1 = II. XIV 235, etc.
29 V. 3 = Homero, passim.
30 V. 4 = II. VI1 423 oveavov ~ / o a v ~ Óen
v ; fin de verso, pues, pero con sustitución léxica.
Cf.xohvfieatov -verbo~ G v f pen 11. XXIII 354, Hes. Theog. 404; es decir,
a fin de verso aquí, pero con unión de elementos separados.
32 V. 7 - 11. XVIII 475 y cf. fórmula similar en fr. 11, 2 West, a comienzo de hexámetro.
33
V. 9 - A/@iÓxov ES yaiav, en Il. XXIII 206; es decir, en comienzo, pero con
inversión.
34
V. 9, que supone sustitución Iéxica y modificación sintáctica respecto a Il. VI11
438, ~ C t ~ o x oüeya
v x a i Lscxov~,también a final de verso, o condensación respecto
a Ps. Hes. Sc. 97, 60ov Üepa xai 6xvxó6ov ai3Évo~Lxxov.
.2"f
."2
"
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
11
comienzo de verso (Lnxoioiv t e nai crin@), convirtiéndose en precisión
fundamental para la descripción de este continuo p o n o ~ ~ ~ .
Ahora bien, un análisis más profundo hace observar la revalorización
de todo ese material en un nuevo conjunto, con una organización poética
que cuida hasta el menor detalle. Hay un continuo esfuerzo por sobrepasar los límites rígidos no sólo de la dicción épica y tradicional, sino de la
misma estructura, en función, en general, del mimetismo ya señalado.
Aun formando parte de un conjunto mayor, la composición tiene una unidad perfecta. Podría considerarse una auténtica «estrofa» dentro de ese
conjunto.
Los cuatro primeros versos establecen la idea fundamental, expresada
ya contundentemente en el primero de ellos, del que el resto viene a ser
una expansión. Se trata de un esfuerzo cotidiano36 sin ninguna ayxav0 1 s ~ precisamente
~:
ahí sí hay pausa métrica; pero la demostración de que
tal reposo no se produce la transmite en seguida el encabalgamiento del
pentámetro con el h e ~ á m e t r o para
~ ~ , pasar inmediatamente a la descripción del signo que anuncia la inmediata salida del sol: la aparición de Aurora, cuya descripción se reparte entre los dos hemistiquios del pentámetro. Es una'acción veloz, descrita con idéntica celeridad (a la que contribuyen los dáctilos):
'Qneavov x ~ o h ~ n o ü o6@avov
a'~
eioavafijj.
La descripción de la actividad circular del sol tiene una perfecta
réplica en la expresión formal en la tradición poética griega: la composición en anillo. La acción queda interrumpida hasta el verso 10, en que se
vuelve a mencionar la aparición de la Aurora (Bcpe' 'Hhs + e i y h m a
yóhg). En medio, la detallada descripción del viaje nocturno del sol, tan
rica en matices39.
Cf.GENTILI,o.c., p. 384.
Obsérvese la aliteración nóvov rjpata n a v t a ... xot' & p j c a v o ~=~o-a / X-T,
X-T, T-X.
37
«Da rilevare che la parola piu importante, &pnavocg, non e e p i c a ~ GENTILI,
,
o.c., n. 384.
Cf. GENTILI,
o.c., p. 379.
'9
Merecen destacarse la estructura y la prosodia del verso 2, en el que se acumulan dos correptiones epicae (. ..xai &vt@ EX?^.. .) así como un segundo hemistiquio
que comienza con un elemento subordinante, en los versos 3, 9 y 10, lo que dota al
conjunto de una mayor articulación sintáctica; véase el paralelismo en 7, 5: &vSeáo~v
46E yvva~Eív.Emi 6' b6vvqeov ExÉh81.l. Las oraciones con Escei o Exíp no escasean
en Mimnermo.
35
36
El comentario de esta parte central de la composición, que, sin ayn a v a s nos lleva hasta el final de la misma, debe iniciarse, a mi juicio,
con una toma de postura respecto a la lectura a admitir en el verso 7 (6nóx~eeogo 6nónzeeov), pues considero que su esclarecimiento está en
estrecha relación con la explicación que se dé del período sintáctico que
se inicia en el verso 5.
O 3. La lectura hónzeeov, en el verso 7 de este fragmento, según
aparece en los códices de Ateneo, suele sustituirse en las ediciones por 6jr;ójr;tegos, conjetura de Heyne40. Tal modificación supone concertar dicho adjetivo con la copa o lecho del sol cuya mención se inicia en el verso
10, es decir, con el sujeto de la frase y no con el compiemento directo,
el sol, referido con el pronombre tbv ( ~ É Yen
) el verso 5. Frente a esta
modificación, S. Szádeczky-Kardoss4' ha defendido la lectura 6xóntegov
de los códices. Para ello aduce otros pasajes de la literatura griega de los
que se desprende una concepción del sol como un ser alado: «Die in der
Himmelshohe wandelnde Sonne konnte aus Dichtermund ohne weiteres
das Epitheton 'beschwingt' e r h a l t e r ~ » ~Dichos
~.
pasajes son: Aesch.
Suppl. 212-213; Eur. Ion, 122-123; Orphic. fr. 62 Kern (ap. Ioann. Mal.
p. 73 ed. Bonn), así como Lucret. V 433. Asimismo se mencionan las
concepciones egipcias sobre el viaje del sol en una barca y las representaciones de la copa alada del sol en los templos del Valle del Nilo43.Pues
bien, en nuestra opinión, ni los textos aducidos (a los que añadiremos
ahora algún otro) ni las creencias egipcias mencionadas (a las que también puede adjuntarse alguna más) constituyen un apoyo suficiente para
decidir tajantemente la cuestión en favor de la lectura de los códices. En
primer lugar, la posible mención del sol como ~ Q V L Ven Esquilo (Suppl.
212) no es unánimemente aceptada: en la reciente edición de D. L. Page
se opta por la conjetura ~ V L Vde Ramberger (entendida como una mención
de Apolo). Los pasajes euripideos dan la impresión de que estamos ante
usos metafóricos muy alejados de una concepción real: en Ion, 122-123
leemos ap' &híou nzÉeuy~,60a hatgeúov zb .>caz'qpag, en un contexto
"'
Ad Apollodori Atheniensis Bibliothecam notae 1, 1783, p. 395.
Testimonia de Mimnermi vira et carminibus, Szegedini, 1959; «Nova testimonia
de carminibus Mimnermin, AAntHung 10, 1962, pp. 247 y SS.;«Mimnermos», RE,
(cit. en n. 13); «Konjektur und handschriftliche Uberlieferung in der Textrekonstruktion der Mimnermos-Fragmente», Studi in Onore di V . de Falco, Napoli, 1971, pp. 7185 (vid. pp. 80-1).
42
~Konjektur...», pp. 80-1.
43 Las referencias son: A. ERMANN,
Die Religion der Agypter, Berlín, 1934, pp.
17-19 y 28-9; M. KEES,Der Gotterglaube im alten Agypten, Lepzig, 1941, pp. 42-3,
n s , 1936, pp. 48-50.
235-6 y 418; y J . H. BREASTED,Geschichte ~ ~ y ~ t eZürich,
41
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
13
de elevado tono poético y en una combinación clara de procedimientos figurativos. A mayor abundamiento, el propio Eurípides llega a utilizar el
adjetivo hcónteeos con un valor que no deja lugar a dudas: h c ó x t e ~ o s
6 x h o ~ k o s Debe
~ ~ . indicarse que el pasaje del Ion, así como la cita órfica
S
&É@a
('HÉALE,x p o é a ~ o i v&e~eóywe
xteeúyaoo~v/ 'HÉALE,n y i a ~ Es ~ tOv
G ~ O Ú ~ E YJ EC ~ É Q Wexplican,
& . ) ~ ~ en todo caso, la posición del sol en su zenit, su ascenso a las alturas y su situación superior, lo que no serviría para
justificar suficientemente la aplicación del término 2 r ~ ~ ó n t e g
alosol
~ cuando duerme (cf. v. 8, ~ü60v8')en SU viaje nocturno, y que sólo sería admisible en fórmulas homéricas muy petrificadas, del tipo Qoai Y ~ ~ E(aunS
que estén varadas), e t ~ . ~ Tampoco
'.
sacan de dudas los paralelos a Ion.
122 que aduce su editor Bieh147, así Troyanas, 847-850 (TO tás haunoxt É ~ o uCryÉ~as
... cpiyyog), Electra, 464 s. (xúxho5 &ahío~oL J C ~ O L S &v m e eoÉooa~s)y mucho menos el fragmento 745 Page de Jon de Quíos (Goiov
&@ocpoítav / GotÉ@ap ~ í v a p ~áv~ h í o u/ hauna J C T É Q U ~ LX Q Ó ~ Q O ~ O V ) ~
que no describen al sol directamente como dotado de alas y para los que
vale además la objeción precedente respecto a la situación del sol.
§ 4. Por otra parte, también es dudosa la influencia «egipcia», tradición en la que, sin embargo, como el mismo Szádeczky-Kardoss observa49,no falta la aparición de una «copa del sol alada*. También sería posible pensar en la religión de Zoroastro, como sugería dudoso M. L. West
al explicar la definición heraclitea de los cuerpos celestes como oxácpa~y
su atribución al sol de un tamaño de un pie (fr. 57 = 22 B 3)50. Es muy
dudoso, sin embargo, que tales creencias justifiquen la utilización de un
epithetus ornans bastante inadecuado en cuanto al contexto; y no es acertado el procedimiento de aducir paralelos que apuntan precisamente a la
actuación del sol durante el día y no a su reposo nocturno5'. Por el con-
Fr. 424, 4 de Ino.
ibidem cod. Mon. 70 Hermeticum (p. 146 Kern).
46
Cf. en este mismo fragmento, v. 9, 6obv &@ya.
47
Ed. Teubner, p. 86.
4"~vvooxté~uya Bentley, probante Page!
49
~Konjektur...», p. 81.
50 Early Greek Philosophy and the Orient, Oxford, 1971, pp. 175-6: en el altar del
fuego de la religión de Zoroastro, aquél arde en un recipiente circular de uno o dos
pies, sobre el que no deben caer los rayos del sol, pues éste desaparecería. Es el fuego
Vahrhán, derivado del fuego Barazisavah. Heráclito podría haber visto estos altares
e identificarlos y sacar conclusíones con respecto al sol.
Lo que, evidentemente, no quiere decir que no exista una tradición, de origen
no griego, en todo este mito del viaje nocturno del sol; pero no es esto lo que se
discute ahora, sino la pertinencia de aducirla para explicar este uso concreto de
Vnóntego~.
.
f
"
?
14
EMILIO SUAREZ DE LA TORRE
trario, la lectura . i i n ó n t e ~ o entendiendo
~,
como tal la xohvfieazos e6v4
del verso precedente, salva esas dificultades y se muestra más acorde con
el uso del epíteto y sus sinónimos en la poesía griega y con un análisis del
contexto lingüístico en que su aplicación se efectúa.
En primer lugar, la explicación de su uso podría radicar, como señala,
por ejemplo, D. Gerber5', en que la e6lrjl... xo~iAqse compara a una nave,
en cuyo caso .iinÓnte~o~
se referiría a los remos53.Ahora bien, el fragmento
euripideo de la Ino citado arriba apunta a una utilización metafórica vacía
de su sentido literal. El epíteto equivaldría a «ligero y veloz». Este sentido
(que cronológicamente sería difícil de situar en su origen) es precisamente
el que le atribuyen los lexicógrafos. H e ~ i q u i oseñala:
~ ~ Unón.ce~og.xoürpog.
y su ida^^^ lo explica como t a p i a . El valor de
xai . i i n ó n t e ~ o gÓ~aax65;
~
«rapidez» es la connotación de todo epíteto equivalente al aquí indicado en
la apreciación de los lexicógrafos: así, por ejemplo, el mismo Suidas explicaba Enea n t e ~ ó e v t acomo taxq, xoÜrpa5'. Sólo en esta red de interrelaciones podría admitirse un proceso en el que de usos como Il. XVII 372, nÉx.cato a G fiehiou
~
~ E E ~junto
c L , con el tipo Od. V 479, fiÉA~ogrpaÉ8ov &xtimv E@ahAevse hubiera pasado a hablar de las «alas del sol», con el intermediario del rayo de sol como «flecha alada»58.
§ 5 . Se observa, pues, que la aportación de tradiciones míticas o de
determinadas concepciones no es el camino más adecuado para una defensa de la lectura h.ón.ce~ov;más fácil sería justificarlo como un proceso interno del lenguaje poético, en un uso concreto que podría tener valor
adverbial: «tan veloz como si lo llevaran alas». Ahora bien, también en
este caso sigue siendo mucho más fácil de entender su aplicación al vehículo que transporta al sol (cf. 8oai vrjes, sepa 60íw), según la aclaración
de Gerber antes señalada; o bien, en última instancia, pensar en una
mera enálage. Pero existen aún más razones a favor de la conjetura admitida, que surgen de la propia secuencia verbal que Mimnermo establece en este poema y, concretamente, de los versos en que se describe el
viaje nocturno del sol. En ellos el poeta presenta una ordenación de los
diferentes elementos lingüísticos especialmente mimética, una disposición
perfectamente plástica. No se trata sólo de adecuaciones de forma y conEuterpe, Amsterdam, 1970, p. 110, con mención de Od. XI 125 y Eur. IT
debe añadirse Píndaro, O. IX 24.
C ' LSJ, S . V .
Vol. l[V Schmid. s. v.
Corrección de Musuro sobre el i h o n t e o ~de los códices.
1, 4, 566 Adler.
1, 2, 522 Adler.
Cf. T G T E Q ~ E V ~ E6Latoi
S
11. V 171.
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
15
tenido de tipo métrico-lingüístico, que aquí también son evidentes, sino
de una estructura plenamente imitativa, como puede apreciarse a continuación, y en la que las mismas correspondencias fónicas subrayan los niveles de paralelismo sintáctico.
La disposición supone también una cierta xo~hótqs(sit venia verbo)
estructural. La única morosidad se da en la descripción de la E I ~ V
(... 'HCpaiaou x ~ e o i vEhyhayÉvy 1 xevoÉov T L ~ ~ E V T O=S- - - -1
- - - - - -), para situarnos de nuevo en la rapidez del viaje (Uxónzeeos,
- u - -). El recipiente que transporta al sol (y
6xeov E c ~ ' 5 6 0 ~=
a sus caballos) lo lleva «rozando la superficie de las aguas» (tixeov ~ c p '
Ü~oQ),lo que es posible gracias a que «es tan veloz que parece estar dotado de alas» (Unón-c~eos;no hace falta, por tanto, pensar en remos).
Naturalmente, esta representación visual del texto es un simple medio
de análisis formal, artificial frente a la naturaleza de la composición del
-U
s9
-
- - --
El orden de palabras de estos versos fue analizado ya por E. ROMISCH,
Studien
zur alteren griechische Elegie, Frankfurt a. M . , 1933, p. 71 y s.
~
16
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE
fragmento, probablemente más cercana a la oralidad. Se trata con ello de
salvar la barrera de la disposición estíquica, para comprender mejor las
relaciones armónicas entre los diferentes componentes del texto. Pero su
misma plasticidad nos acerca simultáneamente al plano de la ejecución
pública («performance», «Vortrag»): su recitado o, quizá, su canto60 se
adivina lleno de posibilidades expresivas para quien lo efectúa. La estructura del presente texto revela una armonía que facilita la mimesis. La disposición ordenada de los elementos lingüísticos es paralela al orden en la
disposición de los elementos del universo que se describe, lo que contribuye a transmitir esa sensación de equilibrio al auditorio de la composición. La unión de 6 x ó x z ~ ~ ocon
v tóv y ~Ü6ov6'contravendría toda una
serie de argumentos referentes al contenido, según se ha comentado, y
además introduciría un desequilibrio en la serie de relaciones lingüísticas
que he intentado «visualizar» más arriba.
§ 6 . Volvamos a tomar ahora la idea de la «composición en anillo»:
la disposición «mimética» continúa. Si el último verso no fuera un hexámetro, sino un pentámetro, nos permitiría afirmar (de hecho, aun así
puede hacerse) que estamos ante un pasaje que presenta una unidad «rotunda» absoluta. El círculo se cierra, el ciclo se cumple: el sol vuelve a
salir; del último verso también puede retornarse al primero6'.
Sin .&mbargo, simultáneamente, el ponos así descrito es al mismo
tiempo 'reflejo de experiencias humanas, de la vida misma. El fenómeno
celeste resume también la existencia del hombre, le da una perspectiva
cósmica. Ampliando la vía abierta por B. Gentili puede lograrse una mayor comprensión del engarce de este pasaje en la Nanno. No se trata sólo
de la renovación del mito con el tema del amor, sino, además, de la evocación, mediante su empleo, de sensaciones y sentimientos que transmite
el mito así formalizado. La misma mención del sol y de la Aurora parece
representar algo más que la pura descripción de fenómenos celestes. Los
griegos conocían el viaje nocturno del sol, pero también sabían que,
mientras tanto, la Aurora dormía en su lecho con Titono, eternamente
Demasiado drástico en sentido negativo TH. G. ROSENMEYER,
~Elegiacand
Elegosp, CSCA 1, 1968, pp. 217-231. Por canto «ocasional» se inclinaba D. A . CAMPBELL, «Flutes and elegiac Couplets», JHS 84, 1964, pp. 63-8. Véanse, sin embargo,
las reflexiones de B. GENTILI,
«Modi e forme della comunicazione», en Poesia e pubblico nella Grecia antica, Roma, 1983, pp. 41-66 (especialmente pp. 46-7). De hecho,
los testimonios parecen bastante claros: Chamael. fr. 28 Wehrli (apud Athen. XIV
620 c) = Mimnermo, Test. 22 Gentili-Prato; Ps. Plut. De mus. 8,1134a = Mimnermo,
Test. 5 Gentili-Prato.
La cita de Ateneo deja inconcluso el último dístico, pero es innegable la unidad de sentido del pasaje seleccionado.
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
17
viejo y dolorosamente inmortal ... hasta que la Aurora lo convirtió en cigarra. Ambigua o, incluso, negativa era, pues, la evocación de estos nombres, como bien sabían los poetas griegos, como bien sabía el propio
Mimnermo, quien nos dice claramente de ese desdichado personaje:
A Titono concedióle Zeus la posesión de una desgracia eterna,
la vejez, que es más escalofriante incluso que la muerte dolorosa62.
Por otra parte, en cuanto a la integración del pasaje, ya hemos mencionado la probabilidad de su relación con la saga de Jasón y Medea
(como otros de la N a n n o que no dejan lugar a dudas), prodigiosa y amarga a un tiempo. De no ser por la princesa colquidea (mediando siempre,
claro está, la intervención divina63)
ni el propio Jasón habría traído jamás el gran vellocino
desde Ea, recorriendo dolorosa ruta,
cuando para el desmesurado Pelias llevó a cabo difícil prueba,
ni habrían llegado hasta la hermosa corriente del Océano
a la ciudad de Eetes; allí los rayos del raudo sol
yacen en áureo tálamo,
junto a la boca del Océano; allí, adonde fue el divino Jasód4.
Es igualmente significativo el hecho de que algunas de las noticias de
temas tratados por Mimnermo reúnan las características de relatos de
amores trágicos, con la presencia de una divinidad femenina trenzando
los hilos de la fatal trama. Así, en el escolio al verso 610 de la Alejandra
de L i ~ o f r ó nse~ dice
~ que Mimnermo trató el tema de la ira de Afrodita,
quien, herida por Diomedes durante el asedio de T r ~ y acomo
~ ~ , castigo,
hizo que la mujer de aquél, Egialea, se dedicara a mantener toda clase de
relaciones adúlteras y que se enamorase de Cometes, hijo de Esténelo,
cuyas insidias contra Diomedes forzarán el exilio de éste y su muerte a
manos del rey Dauno6'. B. Gentili, uniendo asimismo esta mención con
la del tema de Jasón y Medea, consideraba que en ambas se mostraba,
respectivamente, el doble carácter de Afrodita como «amiga o enemiga
del hombre»68. Pero, en nuestra opinión, ambos temas encierran a la vez
Fr. 1, 1-2.
R. PFEIFFER,en acertada observación, sugería la intervención de Afrodita
(«Gottheit und Individuum in der frühgriechischen Lyrik*, Philol. 84, 1929, pp. 137152, n. 7, recogido en Ausgewahlte Schriften, München, 1960, pp. 42-54).
64
Fr. 10. Precisamente Antímaco trató el tema de Jasón y Medea en la Lide; cf.
frs. 56 y SS. West (= Wyss).
65
206, 28 Scheer; cf. fr. 17 Gentili-Prato.
Cf.11. V 330 y SS.
67
Con ligeras variantes el tema se menciona también en schol. 11. V 412b (= 11,
64 y s. Erbse) y Eustath. in Dion. Perieg. 483 (GGM 11 308, 10 Müller).
68 O.C. en n. 22, p. 380.
"
62
18
EMILIO SUAREZ DE LA TORRE
aspectos igualmente trágicos, aunque el momento de la saga de Jasón que
se nos ha transmitido parezca ser el de la brillantez y de lo positivo. Debe
tenerse en cuenta además la mención de Mimnermo que hace Salustio en
~ ~ , contrasta las versiones
su Argumento 11a la Antígona de S ó f ~ c l e squien
que Jon de Quíos y Mimnermo dan sobre la muerte de Ismena: el primero, nos dice, afirma que, junto con su hermana Antígona, fue abrasada
en el templo de Hera por Laodamante, su sobrino, hijo de Etéocles,
«mientras que Mimnermo asegura que Ismena murió, cuando estaba en
compañía de Teoclímeno, a manos de Tideo por orden de Atenea». Atenea, pues, mueve la mano criminal de Tideo sobre Ismena cuando aquélla se encuentra en brazos de su amadolo.
Amor y muerte, felicidad y fatalidad presiden, pues, al unísono algunos de los temas desarrollados por Mimnermo. Esta idea es perfectamente armónica con el contenido de otras reflexiones elegiacas del mismo
poeta sobre el placer, la vejez o la muerte y, sobre todo, se compadece
perfectamente con el atisbo de carpe diem a que la poesía de Mimnermo
nos tiene acostumbrados. Los dioses pueden cambiar en cualquier momento la aparente felicidad. Sin duda esta idea subyace también en la
mención del mito de Níobe que en la misma Nanno hizo Mimnermo7':
aquélla, es conocido, por haberse jactado de su numerosa descendencia
frente a la escasa de Leto vio cómo todos sus hijos perecían bajo las flechas de los dos hijos de ésta y de Zeus, Apolo y Ártemis. En un instante,
de la dicha y la exaltación a la más tremenda desgracia.
La selección de los ejemplos míticos, independientemente de que denoten cierta influencia de los célebres Catálogos de Mujeres (pseudo)-hesiodeos, como ya apuntó F. della C ~ r t e ' ~son
, muy significativos: historias
de desesperación, de fatalidad, de amor, de muerte. Lo agridulce de la
vida humana encuentra, en lo que a nuestro fragmento se refiere, un incansable eco en la actividad del sol: esfuerzo diurno, reposo nocturno73,
pero todo ello eternamente, sin pausa. El ponos individual fugaz se mueve al compás de un ponos cósmico imperecedero. A su vez, el fragmento
se engarza perfectamente en un poema que nos hablaba del amor y de la
Fr. 19 Gentili-Prato.
Cf.R. HAMPE,
AK 18, 1975, pp. 10-46.
71
Ael. V.H. 12, 36 = fr. 18 Gentili-Prato.
72
F. Della CORTE,«La Nanno di Mimnermo», AALSL 3, 1943, pp. 1 y SS.
73
Cf.Philod. de pietate (P. Hercul. 1088, fr. 2, 11-433 fr. 2, 1 = fr. 23 West, ed.
Boserup, ZPE 8, 1971, p. 110), donde se dice que Mimnermo, frente a otras versiones, no hace de Helio una divinidad sometida a excesivo trabajo (a diferencia de otros
dioses), ya que afirma que duerme cada noche.
69
O'
EL VIAJE NOCTURNO DEL SOL Y LA NANNO DE MIMNERMO
19
muerte, con el mito de Jasón y Medea, decíamos, como probable contexto. Pero nos parece más importante centrarnos en la justificación de la
presencia de estos versos dentro de la Nanno partiendo del fragmento por
sí mismo. Su análisis revela su perfecta adecuación como vehículo de expresión y de transmisión de sensaciones a un auditorio ante el que, en
nuestra opinión, se está utilizando el mito como ilustración de una serie de principios y de reflexiones acerca de la vida humana, del amor
y de la impotencia del hombre ante la voluntad de los dioses. No olvidemos que a Nanno se asignan fragmentos de contenido muy variado
en los que, junto a los temas míticos mencionados, no faltan las lamentaciones sobre la fugacidad de la juventud, la vejez o lo breve de la vida74
y que, según Estrabón (dato que produce cierta sorpresa), deben asignarse a esta elegía otros referidos a acontecimientos históricos tales como la
migración a Asia y conquista de Esmirna por los c o l ~ f o n i o s Quizá
~ ~ . con
ello se ilustraban también los avatares de la vida (los colofonios son portadores de ü P ~ t . 5 y) ~la~debilidad ante unos dioses a los que, para Mimnermo, es más fácil irritar que agradar77. La y~yahqyuvq, que para
nosotros es la Lide de Antímaco7*, resultó tal porque probablemente
se quedó en niveles narrativos superficiales además de extensos79. El
xagay66~ov
h 6 q del
~ precursor de la poesía helenísticagOcarecía,
Frs. 1, 7, 8, 9, 11.
3-4.
76
Fr. 3, 4.
Salvo la mención de los dones de Afrodita (por lo demás, fugacesj cantados
en el fr. 7, sólo se habla en sentido positivo de la voluntad divina en el fr. 3, 6 ( 6 ~ 6 ~
povhá), mientras que las restantes menciones de los dioses en Mimnermo los presentan como justicieros y vengativos (cf. frs. 1, 1; 7, 11; 8, 15-16; 17, 18 y 19).
78 NO compartimos la idea de que los ataques de Calímaco se dirijan contra la Esmirneide (cf. G. SERRAO,«La genesi del poeta doctus e aspirazioni nella poetica del
primo Ellenismo», Studi Ardizzoni, Roma, 1978, p. 945, n. 18, a la que se adhiere
M. BRIOSO,«Tradición e innovación en la literatura helenística~,Unidad y Pluralidad
en el Mundo Antiguo, Actas de VI Congreso español de Estudios Clásicos, Madrid,
1983, 1 p. 35). Tampoco vemos argumentos suficientes para defender un sentido de
hsntórqs como opuesta a la oepvóqs: así Th. M. KLEIN,«Calimachus Apollonius
Rhodius and the Concept of the 'Big Book'n, Eranos 73, 1975, pp. 16-25.
79
Sobre éste y otros extremos remitimos al espléndido estudio de R. PFEIFFER,
«Ein neues Altersgedicht des Kallimachos», Hermes 65, 1928, pp. 502-541 (recogido
en Ausgewaldte Schriften, München, 1960, pp. 98-132).
áp~vo~
T 7 West (= Ps. Plut. cons. a d Apoll. 9, p. lO6b) ... 6 ~ a ~ ~ 6 p ~ p T&S
tigw~xaso u p c p o ~ á tois
~ , t t h h o t ~ i oxaxois
~ ~ Bhártw t t v Eavtoii n o ~ ó vAVnqv.
74
20
EMILIO SUÁREZ DE LA TORRE
quizá por la propia naturaleza de su técnica de composición, de la capacidad de comunicación que poseían estas natd hextbv éljoe~gde su modelo arcaico8'.
Emilio SUÁREZde la TORRE
Universidad de Valladolid
En ningún caso creemos adecuada la solución que apunta a un libro de elegías
«a lo Teogniw, ya que nos coloca en la tesitura de tener que explicar entonces cómo
sería un libro semejante con los temas citados como contenido.
ESTRUCTURA Y ESTILO EN LOS FRAGMENTOS DE
MIMNERMO SOBRE LA VEJEZ
En este estudio de Mimnermo nos limitamos a los fragmentos que tratan el tema de la vejez y la juventud (fr. 1-6 Diehl)'. Y se centra nuestra
atención en el aspecto estilística y estructural; en los recursos que emplea
el poeta para la expresión de su pensamiento, que es uniforme a lo largo
de los versos analizados.
En efecto, se palpa en todo momento un espíritu atormentado por la
angustia ante el destino humano irrevocable: la fugacidad de la juventud,
que conduce sin remisión a la horrenda vejez. Es la idea obsesiva, la vejez, cúmulo de males sin cuento, tan aborrecible que, en su lugar, la
muerte es deseada y pedida con insistencia2. En contraste, la esplendorosa juventud, efímera, es el símbolo de todo lo hermoso: de las dulzuras
del amor, de la primavera florida, de la luz, de la belleza, de la estimación ajena. Mas todo halla su final en la vejez. Y el responsable es el dios,
que ha hecho al hombre sujeto a tan miserable sino.
Estas ideas se repiten constantemente y, desde el punto de vista formal, son puestas en evidencia con gran riqueza de medios:
Analizando fragmento por fragmento, observamos en primer lugar
que cada uno en sí - d e los más extensos- está compuesto muy elaboradamente, siempre tendiendo a acentuar la citada contraposición juventud/vejez3.
Conforme a esto, el fr. 1 se divide en dos partes: la primera (v. 1-5a)
expone el lado positivo de la existencia, el tiempo de la juventud (fifiq, en
'
Véase en p. 32 el texto y un esquema de la estructura.
Random thoughts on occasional poems*,
C. M. DAWSON(«Lnov~a~oyéhoiov:
YCIS 19, 1966, p. 37-76) advierte aquí una similitud con la elección de Aquiles (11.
IX 410 SS.), que prefirió una vida corta, pero llena de honores. Mimnermo, a su vez,
escoge una vida corta pero feliz, mientras dure la juventud (p. 44).
Contraposición que ya ha sido señalada por diversos investigadores, en espeLa Compocial respecto a los frs. 1 y 2 D. Así por ejemplo B. A. van GRONINGEN,
sition Littéraire Archaique Grecque, Amsterdam, 1960, p. 124; B. GENTILI,~Mimnermo», Maia 17, 1965, pp. 3ó6-87: p. 380; D. BABUT,~Semónideet Mimnermen, REG
84, 1971, pp. 17-43: p. 37; R. SCHMIEL,
«Youth and age: Mimnermus 1 and 2», RFIC
102, 1974, pp. 283-9; P. GIANNINI,
«La giovinezza ignara del bene e del male», QUCC
1977, 25, pp. 23-7: p. 24 y p. 26, notas 15 y 17.
22
ALICIA ESTEBAN SANTOS
v. 4, que es una de las palabras-clave). Y la segunda parte (v. 5b-10, es
decir, incrernentada en un verso respecto a la anterior) trata del lado negativo, de la vejez4. Aquí es yijgas la palabra temática, que abre y cierra
el pasaje, acompañada en ambos casos de un epíteto de sentido afín5: 66vvq~óv(V. 5) y &gyahÉov (V. 10, el epíteto clave, reiterado hasta cinco
veces6, el más usual para calificar a yqgas).
Además de la antítesis juventudlvejez, aparecen otras dos ideas básicas, una al principio y otra al término del fragmento: el deseo de muerte
como preferible a la vejez (en v. 2) y el dios causante del mal (en v. 10).
Esta última se encuentra rematando el final del poema, en un verso a
modo de sentencia: «tan dolorosa hizo la vejez el dios».
Para dar mayor realce a los valores contradictorios (el positivo de la
juventud y el negativo de la vejez) se asocia cada uno de estos conceptos
a otros: con la juventud, ante todo, el amor ('ArpqoGizqs, v. 1, rp~hótqs
...
~fivq,V. 3). Y con éste, a su vez, la dulzura ( p ~ i h ~ xV.a , 3), el placer
(tagxvóv, v. 1) e incluso la vida misma ($íos, v. 1). También se pone en
relación con el brillo del oro (xguo?js, v. 1) y del sol (afiyas. .. +Aiou, v.
8) y con las flores (q$qs &v6aa, v. 4, un tema muy reiterado, que resume
aquí todos los aspectos dichosos de la juventud).
A la vejez se hermanan el dolor (6buvr\góv, v. 3 y &gyahÉov,v. lo),
la fealdad (aioxgóv, v. 6), el odio (Ex~QÓs,v. 9) y la deshonra (dtipaotog, v. 9).
Y --en la parte positiva- para adornar tan hermosos temas, en conformidad con su contenido de belleza, se recurre a armoniosos juegos fónicos:
Así, en los primeros versos, se repiten exageradamente ciertos sonien v. 1, 2 y 3a; 14 -1en v. 1, 2 y 3. También la -edos: 12 -t(4 en v. l , en palabras consecutivas). Son motivos componentes de un
motivo central, el amor, que encabeza el poema y que es expresado en
'ArpgocSítq~
- (v. 3a), vocablos a su vez en fuerte asonancia.
- -- (v. l), rp~hótqs
Por otra parte, también en homeoteleuto se encuentran los comienzos
de v. 2 y 3: t a f h a í p / xgunza6ig, que, precisamente, han sido colocados
contiguos cada uno a una de 12s dos palabras-tema citadas:
La nuestra es la misma división que hizo Van GRONINGEN,
o.c., p. 124.
SCHMIEL,
o.c., p. 284 observa ya la repetición verbal entre v. 5-6 y v. 10, que
forma un marco o anillo.
Como dice GIANNINI,
o.c., p. 24, la anegatividad de la vejez es subrayada con
una significativa adjetivación, en la que &eyahÉov se repite con una fijeza tal que ha
parecido fastidiosa a algunos, como a Diehlw.
23
ESTRUCTURA Y ESTILO EN MIMNERMO
La rima entre los cuatro términos, más acusada aún por parejas, en
quiasmo, contribuye a mostrar la relevancia del amor. Asimismo, con el
final del v. 3 (dvfi, igualmente como símbolo de amor) y con el inicio del
v. 4 (qpqs), enredando más y más las asociaciones y engarzando fundamentalmente con la palabra-clave, qpq.
Sin embargo, en la segunda parte no se aprecian ya tantos efectos auditivos; no parecen quizás apropiados los adornos para el lado siniestro y
feo de la existencia. Y la fuerza expresiva se logra mediante el insistir en
epítetos negativos (seis, diferentes y aplicados todos -a excepción de
uno- a la vejez misma o al hombre viejo: Ó6uvqgóv7a i a x ~ ó vnanaí,
,
EX6eós, &tipaatog, &gyahÉov). Observemos el predominio casi absoluto de
adjetivos entre las palabras de valor negativo: esos seis frente a sólo dos
substantivos (ygeag, v. 6 y 10 y p É ~ i p v aV.
~ ,7). Mientras que en el pasaje
de la juventud abundan mucho más los substantivos temáticos: píos ...
taexvbv ... 'Arpeo6izqs (v. l ) , cp~hótqs
... 6 8 e a ... ~ 6 v f(V.
i 3), $qs aveea
(v. 4), a los que hay que añadir a6yas ... fiahíou en v. 8: diez en total frente a tres únicos adjetivos (xeuogs, v. 1, peíhixa, V. 3 y OrexaMa, v. 4).
La proporción
- d e tres a u n o - es exactamente la contraria.
Y, en especial, se consigue la expresividad por los contrastes con la
parte positiva; ya que al final del tema de la «vejez» recuerda estrechamente el cierre de la «juventud»: el término clave en cada uno (qpqg, v.
4, y ygeas, v. lo), su epíteto respectivo (&exahÉa, v. 4, que acompaña
a $qs &v6&a7
frente a &eyahÉov, v. 10; parónimos, lo que subraya más
su fuerte contraposición), y la referencia al sentimiento que inspira una
y otra etapa de la vida en las mujeres y en otros seres en oposición: &vv 66 y v v a i ~ í v(v. 9).
Geáa~vr6i: yvvai?gív (v. 5 ) / n a ~ a í ...
El evidente paralelismo está además acentuado por la disposición
quiástica del conjunto e incluso entre las palabras-clave y sus epítetos:
v. 4
.. ágnahéa
f l p q (cv6aa).
~
En la juventud
v. 5a
En la vejez
v. 9
v. 10
Epít.
Subst.
Pasando al fr. 2, observamos bastante simetría respecto al fr. 1'. Sin
embargo, se introduce una variación estructural; pues comienza igualSCHMIEL,
o . ~, p.
. 285, confronta la composición de los fr. 1 y 2, haciendo patente su gran paralelismo.
24
ALICIA ESTEBAN SANTOS
mente hablando del aspecto feliz, de la juventud (v. 1-5a), pero se intercala después el tema negativo, «la vejez dolorosa y la muerte» (v. 5b-7a),
para volver a la «juventud» (v. 7b-9) y, tras el v. 10, de cierre o más bien
de transición, acabar con una nueva disertación sobre el lado malo (v. 1116: en total, ocho versos, uno más que el conjunto de los positivos, lo
mismo que en el fr. 1). Es decir, se van alternando los temas: juventud
/ vejez y muerte / juventud / muerte y vejez8.
Ahora bien, cierta mezcla de temas también se puede apreciar en el fr.
1, donde, en la parte positiva, aparece el deseo de muerte (~eihaiqv,v. 2)
y en la negativa se habla del «complacerse con los rayos del sol» (v. 8).
Pero no se suceden ordenadamente como en el fr. 2; no es una cuestión estructural. Sirve para acentuar el pesimismo del pensamiento, pues, en realidad, el pasaje del tiempo feliz está todo en forma negativa: «sin la dorada
Afrodita», «ojalá muera cuando ya no me importe el amor ni...».
Respecto a los conceptos más significativos en el fr. 2, en la parte positiva se equipara la juventud a la primavera florida. Es la idea fundamental: «juventud = primavera»; mientras que en el fr. 1 era la de «juventud
= amor». Así rpúhha rpúe~,rcohváv6~po~
ó ~ Eaeos
q
(«la muy florida estación de la primavera», v. 1-2), & V ~ E ( S L YqPqs (<<lasflores de la juventud», en v. 3, lo mismo que en el v. 4 del fr. l), fipqs xaexós (v. 7-8)9.
También se insiste en el nexo de la juventud con la luz del sol (a&
yCrs.. . fiehíou). Y, como en fr. 1, asimismo aparece el tema del placer:
ze~nÓ@a, v. 4.
En cuanto a la parte negativa, la oscuridad ( ~ É h a ~ vv.a ~5), se asocia
a la vejez y a la muerte, como el brillo se relaciona con la juventudlo. Y,
otra vez, se vincula la vejez principalmente con el dolor: yipaog &@yaá 12, el mismo adjetivo emhÉou (v. 6 , igual que en fr. 1, lo), 6 6 u q ~ (v.
pleado en fr. 1, 5).
Según la estructuración de Van GRONINGEN,
las secciones serían VV. 1-7a y w.
7b-16, con contrastes en ambas entre juventudlvejez y con pasajes transicionales: w.
4b-5a en la primera y w. 9-10 en la segunda. Para SCHMIEL
(PP. 284-5) es preferible
en w. 9-10 el
dividirlo en VV. 1-8 (juventud) y w. 9-16 (vejez), hallándose -añadepunto central del poema.
M. GRIFFITH,«Man and the leaves: a study o£ Mimnermos fr. 2», CSCA 1975,
7, pp. 73-88, examina el abundante uso que hace Mimnermo del material homérico
-lo que es especialmente notorio en este pasaje de las hojas y las flores de la primavera-. Y muestra que, cuando emplea nuestro poeta expresiones épicas muy familiares, al introducir variaciones, incrementa precisamente el impacto de su propio
pensamiento transformado del homérico. Y así da otra dimensión a su poesía. En este
pasaje en concreto señala Griffith que las hojas son sólo productos de la naturaleza,
como los hombres son meros recipientes de lo que los dioses les dan. Por el contrario,
Homero les presenta como objeto y sujeto alternativamente del proceso natural (Griffith, p. 77).
'O
GRIFFITH,
p. 79, ya observa el contraste entre KT~QES
yika~vaby adyño' q~kiov.
ESTRUCTURA Y ESTILO EN MIMNERMO
25
La idea de la muerte también es dominante; está en Kqeeg, 6 a v á t o ~ 0 ,
z ~ h á v a 'AíGqv,
~,
6upocp66eov. Si -como vimos en fr. 1- la juventud
es la vida, la vejez es la muerte.. . Pero no: ni siquiera eso, es mucho peor
que la muerte (según expresa el poeta en el v. 10: «estar muerto es mejor
que vivir» cuando ha pasado la juventud). En consecuencia, la muerte importa más al poeta por su oposición a la vejez -como concepto positivo,
bueno, frente al negativo, malo, de la vejez- que por su afinidad.
De nuevo la repetición de sonidos ayuda a reforzar los pensamientos
en la parte positiva (lo mismo observamos ya en fr. 1). Así en v. 1 el empleo abusivo de la aspiración: seis aspiradas, una en cada palabra y casi
siempre inicial:
Produce un bello efecto armonioso y, a la par, da mayor énfasis al
tema clave: n o A u a v 6 ~ p 0beq,
~ &v@ea~v
flpqs.
Apreciamos en v. 2 la aliteración a;$ 'avyfia' a 3 & t a ~ ,en tres palabras consecutivas que, además de poseer en común la a- inicial en diptongo y una -a-, van aumentando progresivamente su volumen fónico. Y,
en especial, es notable la semejanza de las dos últimas: un medio más
para llamar la atención sobre la importancia de la «luz del sol».
Pero lo más interesante en este fragmento es su estructuración, ya que
tanto la parte positiva como la negativa presentan una composición anular".
En lo que se refiere a la primera (v. 1-9), los tres temas vinculados entre sí, primavera-sol-juventud, se hallan en posición destacada (a fin de
verso), dos veces cada uno, en simetría axial12:
l 1 Como muestra SCHMIEL
(p. 285) y, respecto a la parte negativa, GRIFFITH
(p. 80 y n. 50).
l 2 SCHMIEL,
p. 285, hace notar que las repeticiones de ~ ~ É ~ L(v.
o s 2 y S), rj$q< (V.
3 y 7) y xfixv~ov1 pivvvtla (v. 3 y 7) enmarcan la idea central. También GRIFFITH,
p. 79, aprecia el «eco rítmico» entre v. 1 y 9.
26
ALICIA ESTEBAN SANTOS
Observemos que en la primera mención cada palabra temática va
adornada, reforzada por otro de los términos significativos, mientras que
en la segunda aparece sola. Porque aquí se trata ya de la brevedad, del
ocaso de la juventud, y el poema ha caído en un tono más sombrío.
Tales repeticiones no sólo hacen resaltar la conexión entre los tres temas, sino que también subrayan con gran viveza lo que queda envuelto
en el centro del triple anillo: por un lado, tres versos cuyas tres palabras
finales contrastan totalmente con las tres repetidas13 (xaxóv, v. 4, @alval, V. 5, tt~yahéov,v. 6), lo malo y oscuro frente a lo bello y luminoso.
Por otro, dos ideas fundamentales: primera, los dioses son responsables;
aquí concretamente de nuestro saber o no saber: «no conociendo de los
dioses ni el bien ni el mal» (v. 4b-5a)14. Y segunda, el destino malhadado
del hombre: «la vejez dolorosa» y la muerte (v. 5b-7a).
Intercalada, pues, entre juventud y juventud, sol y sol, primavera y
primavera, la gran obsesión de Mimnermo, la yqeas &eyahéov, es realzada al máximo.
Y, una vez cerrado este círculo y concluido por tanto el motivo de la
juventud, como colofón, expresa el poeta otro de sus pensamientos capitales: «estar muerto es mejor que la vida» (v. 10). Esta sentencia tampoco
podía aparecer más en relieve: transición entre la parte positiva y la negativa y situada entre un anillo y otro anillo.
Porque también la parte negativa se enrosca sobre sí misma con la repetición, al comienzo y al final, de xaxti xohhá (marcada aún más por el
quiasm~)'~:
l 3 La construcción tnpartita es muy marcada: tres grupos de tres versos.
SCHMIELtambién señala en la segunda parte (VV.11-6) una triplicidad en el tema de
los males, y no sólo en este fragmento, sino asimismo en el fr. 1 (cf. pp. 285-6).
l4
Frase ésta ambigua, que ha sido objeto de numerosos comentarios. Una interpretación bastante extendida es que «los jóvenes no conocen aún el mal y no pueden
disfrutar entonces de su felicidad,,. Así J. DEFRADAS,Les Élégiaques grecs, París,
1962, p. 67. Cf.F. WEHRLI,Studien zur altesten Ethik bei den Griechen, Leipzig y Berlín, 1931, p. 22; H. FRANKEL,Dichtung und Philosophie des frühen Griechentums, 2.a
ed. Munich, 1962, pp. 228-38; B. LAURENTI,«Pessimismo e non pessimismo nella
poesia di Semonide i'Amorgino», Sophia 32, 1964, p. 87.
Pero, más recientemente, BABUT,o.c., p. 38, considera que el poeta se refiere a
que «la ignorancia del futuro, la ligereza de espíritu propias de la juventud, eran en
realidad la condición misma de la felicidad que vendrá a destruir inevitablemente la
vejez*. También para D. E. GERBER,~Mimnermus,Fragment 2. 4 - 5 , GRBS 16,
1975, pp. 263-8, significa que juventud es una época de felicidad, porque los jóvenes
no tienen aún conocimiento del bien o del mal. Más o menos ésta es la opinión de
GIANNINI,o.c., que reseña algunas de las interpretaciones hasta el momento.
l5
SCHMIEL
(p. 285) y GRIFFITH(p. 80 y n. 50) señalan aquí la «Ringkomposition».
ESTRUCTURA Y ESTILO EN MIMNERMO
Constituye, sin duda, la frase primordial del pasaje: «muchos males»
que acarrea la vejez. Y, tras la enumeración de los males, se llega a que
es el dios el que los da al hombre (v. 16). Es decir, nos encontramos de
nuevo con la noción del dios responsable y, además, con la misma conclusión en sustancia que en el fr. 1: «Tan dolorosa hizo la vejez el dios»
(fr. 1, 10) 1 «Zeus da muchos males» (fr. 2, 16). Porque la vejez dolorosa
equivale en realidad a todos los males existentes.
Vemos, por tanto, que Mimnermo da vueltas constantemente a las
tres ideas esenciales: «la vejez dolorosa» (fea, odiada, deshonrosa, etc.)
ante la cual es muy preferible la muerte y de la que es causante el dios
(como de los demás males, siempre asociados a la vejez). Y sobre tales
ideas recae todo el acento precisamente en el fr. 2.
Los fragmentos que siguen son tan breves que ya resulta difícil un
análisis de los pasajes en sí, aunque intentamos conexionarlos con los
otros más extensos.
El fr. 3 -en dos versos- menciona la juventud (beq), pero en términos negativos: «cuando pasa la juventud el padre no es honrado ni querido por sus hijos».
~ (fin de fr. 3, 1, igual
Repite temas del fr. 2: E X ~ Vn a e a p ~ i q m abeq
al final de fr. 2, 9), y, en especial, del fr. 1: la idea de que la vejez hace
al hombre repulsivo y deshonroso. Observemos la repetición formal:
Fr. 1, 9: ... r c a ~ a í v ,& t í p a r n o s...
Fr. 3, 2: 0662 ... n a ~ o i vt í p ~ o...
s
El fr. 4, a su vez, habla sólo de la vejez: «A Titono Zeus le concedió
tener un mal eterno, la vejez, que es peor que la muerte dolorosa». En
sus dos versos concentra de nuevo, pues, los tres pensamientos medulares: el dios da el mal, y este mal es la vejez (dicho aquí expresamente),
que es peor que la muerte. Pero ahora es a un hombre en particular, a
Titono, a quien Zeus da el mal más terrible, la vejez eterna16.
l6
La historia completa se narra en el Himno Homérico a Afrodita, w. 218-38:
enamorada de Titono, la diosa Eos pidió a Zeus para él la vida eterna, pero olvidó
pedir también la juventud eterna. La descripción es sobrecogedora y llena de un pesimismo sólo comparable al que encontramos en los poemas de Mimnermo: el mismo
odio obsesivo a la vejez, el mismo culpar a los dioses del infortunio humano. Cf.A.
ESTEBAN
SANTOS,
Himnos Homéricos «Maiores» 1: análisis estilístico y estructural,
Madrid, 1983, pp. 190-2. H. PODBIELSKI,
La structure de I'Hymne homérique a
Aphrodite a la lumi2re de la tradition littéraire, Wroclaw, 1971, p. 72, comenta que en
toda la poesía griega, excepto en la elegtaca del s. VI1 y VI, no se encuentra una condensación tal de epítetos reflejando la desgracia, crueldad, terror y repugnancia con
que la vejez agobia a los hombres (respecto a H. Afr. 244-6).
28
ALICIA ESTEBAN SANTOS
Emplea términos negativos usuales: nanov, y i j e a ~6avátou
,
y el epíteto clave, tceyahéov, que acompaña, sin embargo, a «muerte» y no a
«vejez» como es habitual. Pero sirve tal variación para acentuar lo espantoso de la vejez, «que es peor todavía que la muerte dolorosa».
El fr. 5, ya más extenso, presenta una estructura pareja a la del.fr. 2
y, fundamentalmente, a la del fr. 1:
Se inicia -al igual que éstos- con el tema de la juventud (v. 1-2a, o
bien Teognis 1017-9 más v. 1-2a D)" y prosigue oponiendo la descripción
de la vejez (v. 2b-5). Y en ambas secciones encontramos la palabra-clave
respectiva: ijPq en v. 2 y ttgyahéov ... y f i e a ~en v. 2-3.
La parte positiva recuerda en su motivo, la brevedad de la juventud,
al fr. 2 (v. 3 y 7-8). Pero ahora se la compara, en su fugacidad, con un
sueño; mientras que antes, con la vida efímera de las flores primaverales
y con la de la luz del día.
Y en lo que respecta a la parte negativa, muestra estrecha correspondencia con el fr. 1: en primer lugar, por la acumulación - c o m o allí- de
adjetivos de valor negativo (cinco frente a un único substantivo, yfieas,
v. 3)Is. Pero aquí es aún más llamativo el efecto, porque se concentran
en menor número de versos y se aplican casi todos a yijeag19 (a excepción
de &yvootov, v. 4, que alude al hombre viejo): tc~yahkovnai &po~cpov
(v. 2), E X ~ Q O ...
V nai & T L ~ O Y(V. 4; de nuevo el asunto tan reiterado de la
honra, que también aparece en la parte positiva, en el epíteto de ijPq,
~ i p j a s o a V.
, 2, y antes en el fr. 1, 9 y en el fr. 3,'2).
Y, principalmente, repite ideas y grupos de palabras del fr. 1, en orden inverso, para mayor relieve:
E n fr. 1:
E n fr. 5:
I7
...ó t' aiqebv.. . Q v 8 ~Ta L ~ E ~
v. 6 ... E ~ f l ~,pEv.
b s .. tczípamo~6E.. .
... aeyaheov y f p a ~..
.................................................................
.... tceyahkov... y j ~...a ~
6 x 8 ~ 0.~. xai
. Qt~pov,
6 t' &yvomov T L @ E ~Qv6ea
v. 2-3
v. 4a
v. 4b -
Puesto que Thgn. 1020-22 son exactos a Mimn. 5, 1-3 D , se ha supuesto que
también Thgn. 1017-9 pertenecen a Mimnermo. Sin embargo, M. U. WILAMOWITZMOELLENDORFT,
Sappho und Sirnonides, Berlín/Zürich/Dublín, 19662,pp. 285-6, considera la transición (en Thgn. 1019) muy artificial, y cree que Mimn. 5, 1-3 D. ha sido
unido a un contexto diferente. Contra esta opinión, J. CARRIERE,
«Nouvelles remarques sur l'époque et sur le texte de Théognis», REG 67, 1954, pp. 64-5, ve excesivos
los escrúpulos de Wilamowitz. Y alega que Mimn. 1-3 D . es denunciado por su primera palabra, hhha, como sacado de un contexto en contraposicion; condición cumplida por el hemistiquio de Teognis (1019): h a i nhéov fiqehav aival.
l8
C', p. 3.
l9
De manera semejante en el H. Hom. Aphr. 244-6. 'C n. 16.
ESTRUCTURA Y ESTILO EN MIMNERMO
29
Además, el v. 4a de este fragmento 5 recuerda, por otra parte, al mismo v. 6 del fr. 1:
Observemos la repetición de 6p.G~xaí, la misma colocación de los adjetivos y la enorme semejanza formal e incluso fónica. Toda esta red de
conexiones entretejidas contribuye a acrecentar más y más la carga negativa de los epítetos de la vejez.
Sin embargo, la construcción de ambas frases no es tan exacta como
aparenta, ya que xahóv (fr. 1, 6) y a t ~ y o v(fr. 5 , 4) no se encuentran en
realidad en el mismo plano sintáctico: a t ~ y o vva unido a E X ~ Q Ó V(fr. 5 ,
4): «odiosa y deshonrosa al mismo tiempo (la vejez)»; mientras que xahóv es atributo de ( r v 6 ~ a(fr. 1, 6), frente a a i o x ~ ó v el
, predicativo: «la
vejez, que hace feo incluso al hombre hermoso». Tal consideración podría apoyar la conjetura de Hermann, que substituye el xahóv de los mss.
por xaxóvZ0.Esto se hallaría en consonancia además con el tono general
del pasaje -saturado de epítetos negativos, como señalamos (cf. p. 23). Aunque xahóv, a su vez, podría ser defendido en base a xáhh~otogde
fr. 3, 1 (dado que dicho fr. 3 repite las ideas de la parte negativa del fr.
1 (cf. p. 27).
Por otro lado, si admitimos como pertenecientes a Mimnermo también los versos de Teognis 1017-9 (que precederían entonces a los del fr.
5 DZ0),nos encontramos con que Thgn. 1019 comienza con una expresión
totalmente simétrica en la forma -y a un tiempo en absoluto contraste
en el contenido- a la que inicia el fr. 5 , 4 (expresión que es, precisamente, la que acabamos de comentar como paralela a su vez al fr. 1, 6):
Thgn. 1019:
t e ~ x v b v6 p 6 ~
xai xahóv
a principio de verso
V. 4 Diehl:
Ex8ebv 6 p h ~
xai a t ~ y o v
1
En tal paralelismo -si efectivamente es original de Mimnermoapreciamos otro recurso que aiiadir a los muchos que, constantemente,
"'
Esta corrección la aceptan, entre otros, D. A . CAMPBELL,
Greek Lyric Poetry,
New York, 1967, p. 225; D . E. GERBER,
Euterpe? Amsterdam, 1970, p. 107. También
S. SZÁDECZKY-KARDOSS
(«Die handschriftliche Uberlieferung»: Studi Filologici e storici in onore di Vittorio di Falco, Napoli, 1971, pp. 69-85: pp. 78-9), que se funda en
el fr. 5 y en que en la Literatura griega posterior es más corriente el uso adversativo
de 6yws xaí que el coordinante de by&< xai, lo que llevaría a los copistas a reemplazar el originario xaxbv por xahbv.
Sin embargo, lo rechaza SCHMIEL,
o.c., p. 286, n. 1, como poco acorde con el
sentido.
30
ALICIA ESTEBAN SANTOS
proclaman la contraposición juventud/vejez2'. Pero también podría interpretarse como una frase creada por otro (inspirándose en fr. 1, 6 y en
fr. 5, 422)para introducir con más verosimilitud los versos de Mimnermo.
Nos parece quizás una forma de antítesis demasiado marcada y no tan sutil como acostumbra nuestro poeta.
Respecto a su afinidad, por otra parte, con la frase del fr. 1, 6, nos resulta algo extraña también la misma construcción tres veces. Aunque, si
Thgn. 1019 fuera original de Mimnermo, parecería confirmar el nahóv de
fr. 1, 6. Sin embargo, nos sirve de igual manera el argumento inverso:
que es el xahóv de Thgn. 1019 -especialmente si pertenece a Mimnermo, pero incluso en el caso c o n t r a r i w el que ha llevado a los copistas
a cambiar nan.óv por nahóv.
El fr. 6, asimismo muy breve (dos versos), parece una adecuada cláusula de cierre: «Ojalá sin enfermedades ni dolorosas preocupaciones (de
nuevo el epíteto clave cleyahÉov, v. 1) me llegue la muerte a los sesenta
años». Eleva una vez más su deseo de morir antes que envejecer.
CONCLUSIONES
Así, pues, nos topamos al final de nuestros fragmentos con la misma
idea exactamente que los encabezaba: «Ojalá muera antes de que llegue
la vejez»: t ~ Y a i q v(fr. 1, 2) / a t yag.. . p o i p X ~ X O Lt3avá~ov(fr. 6).
Idea en la que tanto se insiste a lo largo de los versos de Mimnermo,
y siempre en posición destacada.
Si pudiéramos confiar en que -a pesar de las evidentes lagunas- ésta
fuera más o menos la configuración y distribución originaria, nos encontraríamos con un poema o conjunto de poemas compuestos en gran unidad, donde los conceptos fundamentales van repitiéndose en correspondencia, envolviendo los unos a los otros a modo de anillos concéntricos
(véase el esquema de la estructura global, p. 32):
''
Señala CARRIERE,
o.c., p. 65: «En la correspondencia de las fórmulas no veo
más que la repetición legítima y natural de la oposición».
** Cf. WILAMOWITZ,
o.c., p. 286: «La primera parte de Thgn. 1019 ha sido ajustada a la horma de Mimn. 5 , 4».
ESTRUCTURA Y ESTILO EN MIMNERMO
31
1. El deseo de muerte antes que la vejez, que, desde el inicio al
término, recubre todo el pensamiento de Mimnermo (fr. 1,2;
fr. 6).
2. Lo irreconocible y repulsivo que hace al hombre (fr. 1, 6;
fr. 5 , 4a).
3. Lo aborrecible y deshonroso (fr. 1, 9; fr. 5 , 4a) que le hace
Y es
4. la dolorosa vejez (fr. 1, loa; fr. 5 , 2-3).
5. De todo lo cual el dios es responsable (f;. 1, 10; fr. 4, 1).
Y, entremedias, las mismas ideas, que se repiten y repiten y entremezclan y entremezclan, siempre abocando en los horrores de la vejez, en la
suma de males que ésta acarrea y simboliza (fr. 1, 5b-10; fr. 2, 6 y 11-16;
fr. 4; fr. 5, 2b-5). Entre dichos horrores, principalmente, la fealdad, la
deshonra y la pérdida del amor de los demás (fr. 1, 6 y 9;,fr. 3, 2; fr. 5,
4). Y de todo ello es causante la divinidad (fr. 1, 10; fr. 2, 4b-5a y 16; fr.
4, 1). En consecuencia, tan terrible es la vejez que la muerte resulta muy
preferible a ella (fr. 1, 2; fr. 2, 10; fr. 4, 2; fr. 6).
Y, como contrapartida, la efímera juventud, sinónimo de cuanto existe de bello y honroso. Pero su mención está únicamente por antítesis: no
es más que un tránsito, tan fugaz como un sueño, o como la luz de un solo
día, o como la flor de una sola primavera. Un tránsito hacia la vejez, de
la cual la muerte es la única redención para el hombre.Ésta es, quizás,
la idea culminante, que se sitúa -según ya indicamos- al principio y al
fin y, probablemente, en el mismo centro o, al menos, en el centro del
fr. 2 (v. lo), entre uno y otro anillo, el del bien y el del mal.
Por eso no puede Mimnermo dejar de citar a Titono (en el fr. 4), el
ser más desgraciado posible; el semimortal-inmortal que posee la vida
eterna, mas no la juventud eterna; viejo por los siglos de los siglos sin siquiera el consuelo de la muerte.
Alicia ESTEBANSANTOS
Universidad Complutense
ALICIA ESTEBAN SANTOS
ESTRUCTURA GLOBAL
1 (1 D.)
Tis 6E píos, t i 6É t e ~ n v b v&te@
'Acp~o6itqs;
1. Deseo de muerte
.. .-
& v S ~ á o 46E
~ v yvva&ív. Enei O' ó6vvq~bvEnÉA&
yijeas, 6 t' a i q p o v 6pW5 nai xahbv & v a g a ti&L,
aieí p ~ vrp~Évasápcpi xaxai t e i ~ o v o r~ É Q L ~ v ~ L ,
o6 6' a6ya5 n ~ o o o ~ Wtéenezar
v
4eAíov,
&hh' Zp9pdq pEV naraív, b z í p a a o q 6E yvvargiv.
o i h o s oipyaAÉov yvjpaq E'B~xE&Óq.
2 (2 D.)
2. Irreconocible
y repulsivo hace
al hombre
3. Odioso y deshonroso
4. La dolorosa vejez.
5. Dios responsable 1
'
a Ü & t a ~ Ijdíov,
Eaeoq, ót' a i ~a6yña'
sol =
juventud
6 (6 D.)
a i y&@&te@vo-íiaoy TE xai &eyahÉwv p ~ A ~ 6 ó v o v
E~qxovtaétqpoiea xixor 6avátov.
1
SIMILIA 111'
I
Terpandro, fr. 4 Dieh12:
"Ev6' aixya te véwv 6áhhe~xai yóoa híyela
xai aína efievayvia, xahóv E ~ C L T ~ Q Q OE~ywv.
~O~
Allí retoña la lanza de los jóvenes y la musa melodiosa
y la justicia de anchas calles, defensora de hermosos hechos.
Píndaro, fr. 199 Maehler3:
"Ev6a PovAai yeeóvtov xai véov
LV
hv8~OvO I Q L ~ E V O L ~ aixpaí,
xai xoeoi xai Moioa xai 'Ayhaía.
Allí sobresalen los consejos de los ancianos
y de los jóvenes varones las lanzas
y los coros y la Musa y Aglaya.
Píndaro, 01. 13, 22-23:
...y allá florece la Musa de dulce soplo
y allá Ares con las mortqeras lanzas de los jóvenes varones.
Píndaro, Pít. 1, 66:
... &v XAÉOS &v@qoev aixpaig.
... cuya gloria floreció con sus lanzas.
Eur., Héc. 1210
" E x t o ~ ot'~rjv6e~~ Ó Q v .
... y de Héctor estaba en flor la pica.
'
El título de este trabajillo arranca del de otros dos, también muy breves, de
parecido tema e idéntica denominación, publicados en EClás hace años (EClás 7,
1963, 321-323 y EClás 9, 1965, 235-239.
Cf. E. DIEHL,Anthologia Lyrica Graeca, vol. 11, p. 4, n.O 4.
Cf. B. SNELL-H.MAEHLER,Pindarus, Pars 11, Fragmenta. Indices, Leipzig,
1975. Es el fr. 199 Maehler = 189 Bowra = 78 Puech.
34
MARIANO BENAVENTE
Es fácil ver la notable semejanza existente entre los textos pindáricos
y el de Terpandro, pese a la diferencia de metros. Sin embargo, nada al
respecto recogen los traductores, editores y comentaristas de Píndaro que
he manejado4. Tan sólo Bowra5, refiriéndose al fragmento del lírico de
Antisa, nos dice: «seems to be an adaptation of Pind. 01. 13, 22-3». Mas
no hace mención alguna de los otros pasajes de Píndaro. Y me extraña
que no haya advertido la mayor similitud que existe entre los dos fragmentos, porque, si paramos mientes en que tanto en el uno como en el
otro se habla de Esparta, el parecido (que de suyo es ya mayor) entre estos dos textos se intensifica.
Por lo que hace a posibles influencias, estimo que el verso de Eurípides puede ser un eco de los de Píndaro6. Más difícil me resulta pronunciarme a propósito de lo afirmado por Bowra. De un lado, topamos con
la incógnita que representa el casi desconocido Terpandro. Esto parece
justificar la hipótesis de un poeta anónimo y posterior a Píndaro, imitador
de éste. Por otra parte, no podemos desechar alegremente la tradición
antigua7 que asigna al de Antisa el fragmento referido, como t.ampoco es
del todo desdeñable el hecho de que el propio Píndaro cite a Terpandro8
y afirme que la modificación que éste introdujo en la lira se inspiró en la
pectis de los lidios9. Es sugerente que Píndaro emplee el mismo motivo
hasta tres veces.
Reparemos, por último, en los distintos verbos empleados por Terpandro y Píndaro. Observemos también que el de Tebas usa las dos veces
el verbo &v6Éw construido con instrumental y que el sustantivo para «lanza» es aixpá en los cuatro primeros textos citados, en tanto que el trágico
de Salamina se sirve del más corriente término 66gv.
GILDERSLEEVE,
Olympian and Pythian Odes, Nueva York, 1890, reimpr. Amsterdam, 1965; SANDYS,
The Odes of Pindar, Londres, 2.a ed. rev., 1919; PUECH,
Pindare, tome I, Olympiques, París, 1930; FERNANDEZ-GALIANO,
Píndaro, Olímpicas, 2.a
Píndaro, Olímpicas, Madrid, 1973.
ed. rev., Madrid, 1956; SAMARANCH,
V. artículo «Terpander» en The Oxford Classical Dictionary , Oxford, 19702.
Téngase en cuenta que Eurípides parece ser poeta proclive a este tipo de influencias. Cf., por ej., Soph. Ai. 245-246 y Eur. Hec. 432; Soph. Ai. 648 y Eur. fr.
761 Nauck; Soph. Ant. 586-587 y Eur. IA 704; Soph. Ant. 1301 y Eur. Suppl. 93;
Soph. Phil. 105 y Tra. 265 y Eur. Cyc. 707; Aesch. Ag. 905 y 1340 y Eur. Alc. 768;
Sim. fr. 5, 3 Diehl y Eur. IA 1444; Hom. II. XXIII 179 y Eur. Alc. 435; Hippon. fr.
119 West y Eur. Hec. 836; Soph. Ant. 803 y Eur. Heracl. 449-450; Soph. OR 438 y
Eur. Phoen. 1689.
V. DIEHL,
o.c., ¿.C.
Cf. Pind., fr. 125 Maehler. Sobre la pectis, v. Sapph.-fr. 156 LP; Alc., 36 LP;
Hdt. 1 17; Soph. frr. 241 y 412 Pearson; Plat. Rep. 399c; Athen. XIV 37.
cf. I.c.
'
SIMILIA
11
Simónides, fr. 40 Bergk (= 27Diehl):
zoü xai &xe~@Éa~ol
xwhvz' 6 ~ v t . Cribe
8 ~ ~xecpaha~,
&va 6' ~ X ~ Ú O@oi
ES
xuavÉou '5 i h % a ~aho~
Aovto xahál d v 601661.
e innumerables aves revoloteaban
por encima de su cabezal0,
y arriba los peces saltaban
derechos, fuera de las azules
aguas, por su hermosa canción.
Romance del infante Arnaldos, vs. 13-20'':
Marinero que la guía,
diciendo viene u n cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.
Si recordamos que también Orfeo aplaca con su canto vientos y aguas12,
la semejanza entre el fragmento del lírico de Ceos y nuestro anónimo romance resulta todavía mayor. Asimismo el dulce cantar del Conde Niño
(por seguir en el Romancero) hace que todas las aves del cielo se paren a
e~cucharlo'~.
También la literatura folclórica y culta del mundo entero14
abunda en ejemplos de la mágica atracción que música y canto ejercen sobre los pájaros, fieras y peces. Pero aquí, a nuestro entender, hay más cercano parecido. En ambos casos, en efecto, el cantor va a borde de una
naveI5 y en ambos casos peces y pájaros acuden al encanto de su cantar.
Añádase que es probable que en los versos perdidos de Simónides se mencionase el mar en calma por obra asimismo de la voz de Orfeo.
'O
De la cabeza de Orfeo, puesto que sabemos que este fr. del lírico de Ceos se
refiere a tal semidiós.
l1
Cf. R. M. PIDAL,
Flor Nueva de Romances Viejos, Madrid, 1976, pp. 202-203.
l2
C ' Horat. Carm. 1, XII, 8-10. Véanse también los textos citados por GRIMAL,
Diccionario de la mitología griega y romana, Barcelona, 1965, S.V. «Orfeo».
l3 Cf. R. M. PIDAL,o.c., p. 128.
l4 C ' , v.g., L. y G. GRIMM,
Kinder und Hausmarchen, n.OS 8 y 114; E. B.
COWELL
y otros, The Jataka or Stories of the Buddha's Former Births, 6 vols., Cambridge, 1895-1913; v. vol. 11, 157; C. EINsTEIN,Afrikanische Legenden, Berlín, 1925,
Godwi, 1800-02; etc.
p. 266; Apollod. Biblioth. 111 5, 5 S; C. BRENTANO,
l5
En el fr. de Simónides no hallamos mencionada la emba&ación, pero el contexto aconseja suponerla.
36
MARIANO BENAVENTE
Pese a todo lo dicho, no nos parece prudente defender una dependencia, ni tan siquiera por vía indirecta. El motivo de la voz que hechiza y
embelesa es demasiado amplio, demasiado folclórico y demasiado universal como para atreverse a tal cosa. Desde las sirenas de la Odisea (no procede citar a Istar y a Ulikummi16porque aquí la voz fracasa), pasando por
Anfión, Arión y Megaclo, también en las letras griegas, y siguiendo, por
ejemplo, con las runas finesas", las sagas de Irlanda18, Áfricalg y China20
y la germánica Loreley2', hasta, verbigracia (y el ejemplo es doblemente
bello para quien sea creyente), el canto de la Virgen María, en el verso
feliz de nuestro Gerardo D i e g ~ hay
~ ~ toda
;
una larga trayectoria y senda
de maravillosos cantares en la literatura popular y culta de todo el orbe.
Baste, por consiguiente, con que hagamos constar el parecido.
Nikos Kazantzakis (habla Yannakos a su borriquillo « Y ~ s u f a k i » ) ~ ~ :
«Y cuando yo muera, si Dios quiere hacerme entrar a mí, pobre pecador, en el Paraíso, me detendré en la puerta, besaré la mano del
portero y le diré: "Tengo que pedirte un favor, apóstol Pedro, y es
que éste entre en el Paraíso, que entremos los dos juntos, jsi no yo
no entro?" Y el apóstol se echará a reir, te acariciará la grupa y dirá:
"Bien, quiero complacerte, Yannakos, monta sobre 'Yusufaki' y entra; Dios ama a los borriquillos".
l6
Ancient
Cf. «The Song of Ullikummis~,en p. 123 de J. B. PRITCHARD,
NearEastern Texts relating to the Old Testament, Princeton 19693. Puede verse también el «Canto de Ulikummi» en pp. 79-81 del vol. 1 de P. GRIMAL
y otros, Mitologías, trad. esp. VALVERDE,
Barcelona, 1970.
I7
Cf. Kalevala, The land of heroes, trad. ingl. KIRBY,Londres, 1907; v. runas 8,
10, 12, 14, 15, 24 y 40.
l8
Cf. CH. PLUMMER,
Vitae Sanctorum Hiberniae, 2 vols., Oxford, 1910, clxxix.
I9
Cf. G. M. THEAL,Kaffir Folk-lore, Londres, 1886, pp. 85 y 125.
20 Cf. D. C. GRAHAM,
Songs and Stories of the Ch'uan Miao (Smithsonian Miscellaneous Publications CXIII nol ) , Washington, D.C., 1954.
21
Vid. la balada de HEINEsobre esta heroína y la ya cit. novela Godwi de C.
BRENTANO.
22 Cf. Gerardo DIEGO,
Via Crucis, Santander, 1931. El verso referido puede haliarse en numerosas antologías, entre ellas ia del propio poeta Primera antología de
sus versos, Madrid, 1941.
23 Vid. Cristo nuevamente crucificado, trad. esp. de J. L. IZQUIERDO,
en vol. 1
de Obras Selectas, Barcelena, 1960, p. 248. Sentimos no disponer del texto original
de KAZANTZAKIS.
SIMILIA
37
Entonces, ¡qué alegría, "Yusufaki" mío!. .. Una alegría eterna.
Tú te pasearás sin estas pesadas cestas, sin carga, sin albardas, por
praderas donde hay trébol inmortal, tan alto que llegará hasta tu
boca para que no tengas que molestarte en agacharte. En el cielo rebuznará~todas las mañanas, para despertar a los ángeles. Ellos se
ieirán; ligeros como plumas se montarán sobre tu lomo y tú harás cabriolas en las praderas cargado de angelotes azules, rojos y violetas ...»
Juan Ramón J i m é n e ~ ~ ~ :
«¡Platero amigo! -le dije yo a la tierra-: "si, como pienso, e l á s
ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los Angeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado? Platero, dime: ¿te
acuerdas aún de mí?"
"Va tu alma, que ya pace en el Paraíso, por el alma de nuestros
paisajes moguereños.. .".
"Tú, Platero, feliz en tu prado de rosas eternas..
No es éste el lugar adecuado para extendernos en consideraciones sobre la raigamble folclórica del motivo del diálogo del amo con su caballo
o con su asno (que hallamos también, por cierto, por citar un solo caso
dentro de las letras cultas, en un cuento de Chejov), baste decir que está
bien documentado en las literaturas populares, entre otras, de Alemania,
Suecia y Finlandia26. Lo que aquí importa resaltar es lo siguiente:
a) Que encontramos un motivo común en Juan Ramón Jiménez y
Nikos Kazantzakis.
b) Que este motivo aparece desarrollado mediante la presencia de
cuatro rasgos fundamentales que son:
1. la plática cariñosa dirigida al asnillo.
2. la suposición de que éste entrará en el Paraíso.
3. el prado celestial en que se supone al borriquete.
4. los ángeles a lomos del jumento.
La semejanza, como puede apreciarse, es bastante notable. Puede
pensarse, claro está, en mera coincidencia, en desarrollo paralelo. Pero
ES del capítulo 135 de Platero y yo («Melancolía»).
Pertenece al capítulo 136 («A Platero en el cielo de Moguer~).
26 Cf.,
por ej., BOLTE-POLIVKA,
Anmerkungen zu den Kinder und Hausmarchen
der Brüder Grimm, Leipzig, 5 vols., 1913-1931; vid. vol. 3, pp. 444 SS.;W. LIUNGMAN,
En traditionsstudie over sagan ona Prinsessan i 'Iordkulan', Goteborg, 1925,passim; AARNE-THOMPSON,
The Types of the Folk-Tale (FFC 74), Helsinki, 1928, p. 870;
respectivamente.
24
25
38
MARIANO BENAVENTE
mucho más probable me resulta una influencia de nuestro poeta sobre el
cretense. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que Platero y yo, que
se publica a principios de siglo, es muy anterior a la novela de Kazantzakis Cristo nuevamente crucificado, que no aparece hasta 1954. Añádase a
ello que Nikos Kazantzakis estuvo bastante tiempo en nuestra patria, que
conocía bien nuestro idioma y que siempre mostró un gran interés por
nuestra literatura. Súmese que el motivo de «si no entra él, no entro yo»
lo encontramos, además, en el capítulo 77 de Platero y yo («El Vergel»),
aunque en este caso en un plano terrenal y no celestial. Y júntese, por ú1timo, que la serie de adjetivos con que el novelista griego califica a los ángeles es casi idéntica a la que hallamos en el capítulo 76 de la misma obra
de Juan Ramón («Los fuegos). No es difícil, en consecuencia, pensar que
Kazantzakis se ha inspirado en nuestro poeta de Palos de Moguer.
Mariano BENAVENTE
PROCEDIMIENTOS F ~ N I C O SDE ESTILO
EN ARIST~FANES
1. El estudio de los procedimientos estilísticos fónicos en Aristófanes no ha recibido hasta la fecha la atención que, a nuestro entender,
merece. Buena prueba de ello es la escasa bibliografía dedicada al estudio
de tales recursos en la lengua griega, y su casi total inexistencia en lo que
a Aristófanes respecta. El análisis de estos procedimientos de estilo por
lo que hace al griego en su conjunto1, se limita a breves artículos o algún
que otro capítulo de libros dedicados a temas más generales, en los que
se demuestra su existencia y se examina su rendimiento; a breves indicaciones o notas de pasada en manuales de Retórica y Estilística2; o, por
último, a notas dispersas en comentarios de textos griegos concretos3.
9 2. Alguna bibliografía especializada sobre este tema se ha producido, sin embargo, de la que, a continuación, damos breve noticia.
Ya E. Norden, en su monumental obra sobre la prosa griega4, considera, y como tal estudia, el elemento fónico como un recurso retórico
más.
'
Con respecto a la consideración del elemento fónico como recurso estik'stico,
cf. entre otros, los siguientes artículos y manuales generales: D. 1. MASSON,«Sound
in Poetry», Encyclopedia of Poetry and Poetics, Princeton, 1965, pp. 784 SS.; V.
CHKLOVSKIJ,
«Sur la poésie et la langue transrationelle~,Théorie de la littérature: textes des formalistes russes réunis, présentés et traduits par T. TODOROV,
París, 1950; V.
CHKLOVSKIJ,
«L>art comme procédé* y E. EIKHEMBAUM,
«La théorie de la méthode
Manual de Retórica liformelle*, Théorie de la littérature, París, 1965; H. LAUSBERG,
teraria, Madrid, 1967.
Cf. entre otros, K . BORINSKI,
Die Antike in Poetik und Kunsttheorie, DarmGriechische Grammatjk, 11, «Syntax und syntaktische Stistadt, 1965; E. SCHWYZER,
Einführung in die anlistik», Munich, 19663 (en especial, pp. 699 SS.); W. EISENHUT,
tike Rethorik und ihre Geschichte, Darmstadt, 1974; algunas notas en R. PFEIFFER,
Historia de la Filología Clásica, Madrid, 1981 (traducción de History of Classical
Scholarship, 1968).
Cf., por ejemplo, el comentario de E. FRAENKEL,
Aeschylus; Agamemnon,
Oxford, 1962; J . VARADONADO,«Contribución al conocimiento del Escudo de Heracles: Hesíodo, autor del poema», CFC 4, 1972, pp. 315-365, en especial su capítulo
«Estilo», pp. 329-337, en el que estudia los recursos fónicos como un elemento estiIístico más en apoyo de su teoría.
Die Antike Kunstprosa, Darmstadt, 1974'.
'
40
CARMEN MORENILLA TALENS
Posteriormente B. A. van Groningen en un libro dedicado a este
tema5 estudia lo que él denomina «poesía verbal», concepto aplicable casi
exclusivamente a la poesía helenística. Se trata de composiciones poéticas
en las que las palabras están dotadas de una cierta cualidad musical. La
idea básica de la que parte van Groningen es la de que la poesía griega
fue escrita para ser leída en voz alta, por lo que el sonido era lo primero
que se percibía. De ahí su importancia en la elaboración artística. El epigrama 19 de Calímaco es un buen ejemplo de esta poesía.
8w6eilÉtq TOY nai6a n a t t e &nÉ@qileQ > i h ~ n n o ~
Ev8ábe t t v noMtv EhnBa N L X O T ~ L ~ ~
No entendemos, sin embargo, su restricción de «poesía verbal» a época helenística, ya que la lectura en voz alta se realizó a lo largo de toda
la literatura griega. Tampoco compartimos su idea de que la aliteración,
aunque presente en todos los poetas preclásicos y clásicos, no es nunca
elemento fundamental hasta época helenística. Cierto cs que en muchos
pasajes los procedimientos fónicos actúan como refuerzo de otros, o
como subrayado de un concepto. Pero en otros, la expresividad se basa
únicamente en ellos.
En el año 1958 aparecen dos trabajos, de orientación diferente, dedicados al estudio de la aliteración en griego. En un artículo publicado en
Glotta7, 1. Opelt, tras presentar los puntos de vista de otros estudiosos,
expone el suyo en el sentido de que la aliteración no es un fenómeno clásico, sino arcaico y popular, que reaparece en la poesía épica tardía. En
Nonno se convierte en un elemento esencial del hexámetro.
Muy importante, por su valor general, es el artículo que a estos procedimientos dedica J. Defradass. Tras examinar un número considerable
de ejemplos, ve en la aliteración un recurso estilística de la poesía griega,
cuya presencia en la misma se explicaría a partir de primitivas fórmulas
mágicas.
Más escéptico y precavido se muestra J. D. Denniston9. Reconoce la
existencia de estos procedimientos estilísticos en los presocráticos, que se
sirvieron de ellos como recursos destinados a dotar a la prosa de ciertos
La poésie verbole grecque, Amsterdam, 1953.
B. A . VAN GRONINGEN,
O . C . , pp. 72-73.
~Alliterationirn Gnechischen?~,Glotta, 1958, pp. 205 SS.
«Le r6le de l'allitération dans la poésie grecque», REA 40, 1-2, 1958, pp. 36 SS.
Greek Prose Style, Oxford University Press, 19702, cap. VII, «Assonance»,
pp. 124-139.
'
PROCEDIMIENTOS F ~ N I C O SEN A R I S T ~ F A N E S
41
elementos rítmicos, sin necesidad de dar lugar a formas métricaslO. En
cambio manifiesta serias dudas sobre su utilización en la prosa posterior
y en tragedia. A pesar de presentar ejemplos, entre otros, de Tucídides
y Platón, no cree en su efectividad como tales recursos fónicos, viendo en
ellos el reflejo de una relación semántica o estructural de las palabras; o
bien opina que son muy pocos los casos en los que se puede observar una
aliteración, por ejemplo, a propósito del famoso verso de Sófocles, Edipo
Rey 37111; o por último, considera la aliteración como un procedimiento
de efectos desagradables12, manierista o pueril13.
La postura de Denniston ha sido recientemente contestada por M. S.
Silk en un libro muy sugerente sobre las imágenes poéticas14, en el que
dedica unas páginas a la utilización de los recursos fónicos en la poesía
griega, con especial hincapié en la tragedia.
Por último, nos referimos a un estudio que W. B. Stanford dedica al
tema15. En él parte Stanford de la afirmación previa de la relevancia de
la cualidad acústica de las palabras. Sus opiniones, basadas en las de autores antiguos, especialmente gramáticos y rétores, no son, a rkestro parecer, siempre acertadas.
8 3. Por lo que respecta a Aristófanes, salvo escasas alusiones en los
comentarios a sus comedias16,o en estudios dedicados a otros recursos estilísticos17, son raros los trabajos que se ocupan de un modo sistemático
'O
Cf. Aristotelis ars Rhetorica, ed. W . D. Ross, Oxford University Press, 1959,
111, 8 (1408 b) Tb 6E m p a
)iÉ&w< 6ei pfite Eplieteov d v a t p f i t ~& Q Q U ~ ~ O...V t O
6E & ~ ~ u 8 p o&v~ ~ É ~ a v t6&i
o v ,6E nensgáv8at yÉv, pj yÉteq 6É. &qSkq y&@xai
&yvwatov t b ixneteov.
l1
tucphb~tá t' A t a tóv t e VOVV tá t' 6ppat' EL
IZ
Cf. p. 125 a propósito de Tucídides 11 43, 6.
l3
A propósito, entre otros pasajes, de Platón Leg. 837 b y 956 e.
l4 Interaction in Poetic Imagery, Cambridge University Press, 1974, cap. «Aura1
interactiom, pp. 173-192 y apéndice IV, «Some notes on alliteration in Greekn,
pp. 224-228.
l5
«Sound, Sense and Music in Greek Poetryn, GBR 2812, 1981, pp. 127-140.
l6 Cf. los comentarios de J. VAN LEEUWEN,
Comoediae, Lugduni Batavomm,
1893 SS., Leiden Sijthoff, 196g2; L. RADERMACHER,
Frosche, Viena, 1954; W . J. M.
STARKIE,The Acharnians, Amsterdam, 1968; K . J. DOVER,Clouds, Oxford University Press, 1970, etc.
l7 H. DILLER,
«Zum Umgang des Aristophanes mit der Sprache erlautert an den
L'accumulation
Acharnern*, Hermes 106, 4, 1978, pp. 509-518; E. S. SPYROPOULOS,
verbale chez Aristophane, Tesalónica, 1974, en especial pp. 138-144; C. MOULTON,
«The Lyric of Insult and Abuse in Aristophanesn, MH 36, 1, 1979, pp. 23-47; M.
SILK,«Aristophanes as a lyric poet» en Aristophanes. Essays in interpretation, YCLS
26, Cambridge, 1980.
42
CARMEN MORENILLA TALENS
de este tipo de procedimientos. Entre ellos debemos citar los de G . Franqois18, que comenta los versos 1-8, 40-60 y 247-252 de Los Caballeros, y
A. Melero19 al estudiar los versos 463-507 de Las Avispasz0.
El hecho de que los trabajos que hemos citado consideren el elemento
fónico como un procedimiento estilístico más, utilizado por Aristófanes,
nos permite afirmar su existencia y la necesidad de un estudio sistemático
que se ocupe de él. Es precisamente esta necesidad la que nos movió a
iniciar nuestro trabajo. No nos pasa inadvertida la causa de esta escasez
bibliográfica: el alto riesgo de subjetivismo que puede implicar la apreciación de los procedimientos fónicos de estilo.
O 4. La subjetividad, efectivamente, es el gran riesgo que corre el estudioso de Estilística, en cuanto que se ocupa de elementos que la lengua
en sí misma posee y que, en determinadas circunstancias, en virtud de un
uso específico, adquieren una especial expresividad y convierten el texto
en obra de arte.
Pero del mismo modo que este riesgo no impide el estudio de otros recursos estilísticos, gracias a la utilización de determinados métodos tendentes a disminuirlo en la medida de lo posible, no debe ser tampoco un
obstáculo para el estudio de los recursos fónicos, siempre que dicho estudio se realice con'las debidas garantías metódicas. Entre los usados,
destacamos por su rendimiento el basado en el criterio de la convergencia, siguiendo la terminología de Riffaterre2'.
Is
eL'encodage stylistique dans les Cavaliers d'Aristophanes», LEC 1977.
«Niveles de Lengua y Estilo en la Comedia Aristofánicam, Homenaje al Dr.
Sanchis Guarner, en prensa.
20 Cf, la siguiente bibliografía básica relativa a Aristófanes, en la que o no se tieGeschichte
ne en cuenta tales recursos, o apenas si se les nombra: SCHMID-STAHLIN,
Historia de la Literatura grieder griechischen Literatur, I,4, Munich, 1959; A . LESKY,
ga, Madrid, 1976; H . J. NEWIGER,
«Die griechische Komodie», Neues Handbuch der
Literaturwissenschaft, 11, E. VOGT,Wiesbaden, 1981; A . W. PICKARD-CAMBRIDGE,
Dithyramb, Tragedy and Comedy, Oxford University Press, 1962; G . NORWOOD,
Greek Comedy, Londres, 1931; RE, S . V . «Aristophanes», KAIBEL,11, 1, col. 12281256, S . V . «Komodie», A . KORTE
XI, 1, col. 971-994; TH.GELZER,
«Aristophanes der
Das griechisKomiker», RE Suppl., Bd. 12, 1971, col. 1391-1570, y ~Aristophanes~,
che Drama, G. A . SEECK, Darmstadt, 1979; K. J . DOVER,
Aristophanic Comedy,
Londres, 1972, y «Der Stil des Aristophanesn en Aristophanes und die alte Komodie,
H . J . NEWIGER,
Darmstadt, 1975; R . G . USSHER,
«Aristophanes», GSR, New Surveys
in the Classics, n.O 13, 1979; F. H. SANDBACH,
11 teatro comico in Grecia e a Roma,
Roma, 1979; P. RAU,Paratragoedia, Munich, 1967; H . KLEINKNECHT,
Die Gebetsparodie in der Antike, Stuttgart, 1937; W . HORN,Gebet und Gebetsparodie in den Komodien des Aristophanes, Nürnberg, 1970.
21 M. RIFFATERRE,
Ensayos de estilística estructural, Barcelona, 1976. Entre
otros manuales de estilística, además de los ya citados, destacamos: Posibilidades y
l9
PROCEDIMIENTOS FÓNICOSEN ARISTOFANES
43
§ 5. Entendemos por convergencia la reunión en un pasaje determinado de recursos estilísticos de diversa índole, que dirigen su expresividad hacia un punto dado, aumentándola con ello, o bien que orientan
esta expresividad en direcciones opuestas, de modo que resultan realzados por el contraste.
Es lógico pensar que en aquellos pasajes altamente elaborados, en los
que observemos convergencia de metáforas, personificaciones, acumulaciones, parodias, hipérboles, etc., el uso reiterado de un fonema, bajo la
forma de aliteración, homeoteleuto, rima interna o externa, etc., no sea
casual, sino que su uso se deba a una elaboración del material fónico
orientada en un determinado sentido, reforzando la expresividad de los
restantes recursos, o contrastando con ella. En este criterio, pues, nos basamos al estudiar el texto de Aristófanes.
§ 6. En modo alguno pretendemos que en todo verso o en todo pasaje elaborado tenga que existir necesariamente un recurso fónico. Ni
tampoco compartimos las posiciones teóricas y estéticas de quienes pretendieron, o pretenden, reconocer en los sonidos de una lengua, en cuanto constitutivos de un texto literario, un valor metafórico, capaz por sí
sólo de simbolizar una situación, sentimiento, estado de ánimo, etc.
Éstos son los postulados del movimiento simbolista, surgido en Francia bajo el magisterio de Baudelaire. Entre sus principales representantes
se encuentran S. Mallarmé, P. Verlaine, J. A. Rimbaud, R. Ghil ... Buen
ejemplo de estas posiciones es la poesía «Voyelles» de Rimbaud:
A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu; voyelles,
je dirai quelque jour vos naissances latentes:
A, noir corset velu des mouches éclatantes
qui bombinent autour des puanteurs cruelles,
golfes d'ombre; E, candeurs des vapeurs et des tentes,
lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d'ombelles;
1, porpres, sang craché, rire des 16vres belles
dans la colere ou les ivresses pénitentes;
U, cycles, vibrements divins der mers virides,
paix des pdtis semés d'animaux, paix des rides
que l'alchimie imprime aux grands fronds studieux;
0, supreme clairon plein des strideurs étranges,
silences traversés des Mondes et des Anges:
O I'Oméga, rayon violet de Ses Yeux!
límites del análisis estructural, compilación, presentación, revisión y notas de J. VrDAL-BENEYTO,
Madrid, 1981; A. MELERO,
A. LOPEZGARC~A,
C. SIMO,Lecciones de
ADRADOS,
Lingüística estructural,
retórica y métrica, Valencia, 1981; Fco. RGUEZ.
Madrid, 1969; F. GUIRAUD,
Le stylistique, París, 1972'; Dámaso ALONSO,Poesía española: ensayo de métodos estructurales, Madrid, 1950.
44
CARMEN MORENILLA TALENS
Estos postulados no eran aceptados unánimemente, como puede verse
en el Traité verbal de R. Ghil, en el que expone unas ideas distintas, en
algunos aspectos, de las de R i m b a ~ d ~ ~ .
A pesar de la innegable existencia de tal teoría literaria, y de sus logros, dudamos mucho que los griegos escribiesen teniendo en cuenta una
simbología de los sonidos semejantez3.
7. El rechazo de esta teoría no implica que los recursos fónicos no
sean utilizados en griego y, en lo que a nosotros respecta, en Aristófanes.
Su uso en otras lenguas, como en el latínz4o en el español25, ya ha sido
ampliamente estudiado. Al igual que en estas lenguas, en griego su existencia es un hecho objetivo, como intentamos probar con unos pocos
ejemplos tomados de Aristófanes.
O 8. La finalidad de nuestro trabajo es la elaboración de una gramática
de los procedimientos fónicos: distinguir los diferentes tipos y su utilización por Aristófanes. Al establecimiento de una tipología tal tiende nuestra Tesis doctoral.
En este artículo pretendemos, por medio de ejemplos, exponer nuestras ideas al respecto. Para ello hemos escogido los siguientes pasajes de
Las Nubes de A r i ~ t ó f a n e s ~ ~ .
22
Cf. la siguiente bibliografía básica: H. PEYRE,La littérature symboliste, París,
La poésie depuis Baudelaire, París, 1965; La poésie symboliste.
1976; H. LEMAITRE,
Choix et présentation de B. DELVAILLE,
París, 1971.
23 Cf., sin embargo, las especulaciones filosóficas en torno a la relación nombrecosa, de las cuales es un excelente ejemplo el Crátilo de Platón. En él, con respecto
a los fonemas, Sócrates pone en contacto los puntos articulatorios, movimientos de la
lengua, abertura bucal, etc., con diversos conceptos, como movimiento, frío, etc.,
Geschichte der Sprachaplicando estos criterios en sus etimologías. Cf. H. STEINTHAL,
wissenschaji bei den Griechen und Romern, Hildesheim, 19712, 1, pp. 102 SS.
24 Entre la abundante bibliografía, citamos, a modo de ejemplo: J. MAROUZEAU,
Traité de stylistique latine, París, 19462; E . NORDEN,o.c.; J. GONZALEZ
VAZQUEZ,
«En torno a una imagen virgiliana: estudio estilística y literario de Aen. IX, 47-76»,
EClás 25, 1981-1983, pp. 95-110.
25
Destacamos, entre la extensa bibliografía: Baltasar GRACIAN,
Agudeza y arte
de ingenio, Madrid, 1969 (Discurso XXXI, «De la agudeza nominal»; XXXII, «De la
agudeza por paronomasia, retmécano y jugar del vocablo»; XXXIII, «De los ingenioEl humorismo en el español hablado, Madrid, 1973,
sos equívocos»); W. BEINHAUER,
cap. 111 «Juegos fónicos y semánticos».
26 Las ediciones de Las Nubes que hemos usado son las siguientes: Aristophanis
Comoediae, F. W . HALLy W. M. GELDART,
Oxford Classical Texts, 198014;Comoediae. Nubes, J . VAN LLEUWEN,
Leiden Sijthoff, 196g2; Aristophane, 1, Les Acharnians, Les Cavaliers, Les Nuées, V. COULON,
traducido por H. VAN DAELE,«Les Belles Lettresn, París, 1967; Aristophanes, Clouds, K. J . DOVER,Oxford University
Fundació
Press, 19802;Aristophanes, 11, Els Cavallers, Les Bromes, M . BALASCH,
Scholia
Rernat Metge, Barcelona, 1970. La ed. de los escolios es de FR. DUBNER,
Graeca in Aristophanem, Hildesheim, 19692.
PROCEDIMIENTOS FÓNICOS E N
ARIST6FANES
45
Q 9.1. Empezamos nuestro estudio con los versos 41-55, pertenecientes al prólogo, en el cual Estrepsíades pone en conocimiento del público
la triste situación en que se encuentra. Este prólogo, relacionado estructuralmente con el de Ach., ya que ambos están constituidos por un monólogo del protagonistaz7, difiere de él en que Estrepsíades tiene que dar
mayor información a los espectadores: mientras que en Ach. el protagonista está harto de la guerra, cuyas consecuencias eran bien conocidas por
todos los atenienses, en Nubes los problemas de Estrepsíades son de índole privada, relacionados con su situación económica y familiar. Esta
circunstancia lleva a S. Hess a considerar Nubes como la primera comedia
en la que se tratan problemas domésticosz8.
Los problemas económicos de Estrepsíades, endeudado por culpa de
su hijo, tienen como origen la educación que éste ha recibido de su madre; en última instancia, la elección equivocada de esposa. En el pasaje
que estudiamos, Estrepsíades describe, oponiéndolos, el carácter de su
mujer y el suyo propio.
45
50
55
Pgljov pe?dtra~gnai ngopáto~gnai mepcpljhoig.
Exsm' Eyqpa MeyaxLÉovg toC MeyaxhÉovg
&Sehrp~Grjv
(rygo~xogOv Eg iíimeog,
oepvfp, tgvcpóoav, E y n ~ ~ o ~ o v g o p É v ~ .
t a h p ót' Eyápovv ovyxatexh~vópqvEyW
05ov tgvyóq, zgao~tiq,Egíov, nag~ovoíaq,
4 6' a5 pí~gov,x~óxow,xatayhottiopátov,
Ganávqq, hacpvyp.06, Koh~áGog,Tevezv?Ai6og.
o6 pfiv EgO y' OS &gybqqv, &AA' Eoná6a,
EyW 6' &v a6t@60ípanov 6eixvUg to8i
ngórpaav Erpaoxov & yijva~,híav ana6@g.
§ 9.2. En este pasaje todos los recursos estilísticos están orientados
a resaltar con mayor claridad los rasgos característicos de ambos personajes, que en última instancia se basan en la oposición campo/ciudadZ9.
En los w. 50-52 se realiza esta oposición del modo más directo y meta-
*'
Vid. S. HESS,Studien zum Prolog in der attischen Komodie, 1953, p. 62.
Cf. S. HESS,o.c., p. 61.
29 Cf. a este respecto el cap. dedicado a Nub. en el libro de WHITMAN,
Aristophane and the Comic Hero, Cambridge, 19712, «The war between the generations~,
o.c., p. 81; Sch. V. 57.
en especial p. 126; SPYROPOULOS,
2R
46
CARMEN MORENILLA TALENS
fórico a la vez. En la doble acumulación de olores30, con la que culmina
la descripción de los personajes, se realiza esta oposición mediante la moralización del olfato: los olores simbolizan para Estrepsíades cualidades y
defectos morales, que constituyen los rasgos esenciales de la vida campesina y ciudadana.
La doble acumulación está especialmente realzada por el paralelismo
sintáctico: tanto la descripción de los olores que desprende Estrepsíades,
como la de los que desprende su mujer, dependen del verbo ~ S E L VEste
~'.
paralelismo se subraya con la elisión del verbo32en el segundo miembro
y el uso de 6' aS33.
La caracterización de los personajes está favorecida por la sensación de
amalgama y minuciosidad en la descripción, lograda mediante la utilización
de diversos recursos estilísticos, como el a ~ í n d e t o n la
~ ~utilización
,
de términos pertenecientes a diferentes campos s e m á n t i c o ~la
~ ~gradación
,
en el
número de sílabas entre los términos de un mismo verso36,los recursos fónicos y métricos, la unión de términos usados en sentido real y en sentido
metafórico, y la pertenencia de algunos al vocabulario erótico.
El verbo 6 í ; ~ ~esv especialmente adecuado para el uso metafórico de
sus complemento^^^. Éste es el sentido de x ~ p o v a í a ~
x a, t a y h o t t ~ o pázov, Ganávqs, AapyyoG, Koh~á605,l ? ~ v ~ z ~ l h h ie6 0incluso
~,
es posible que de x ~ ó x o u .
El sentido primario de xgóxos es «azafrán»; que se podía usar como
perfume38;pero también es posible que esté usado de un modo metafórico,
30 Con respecto a la consideración de la acumulación como recurso estilística, cf.
SPYROPOULOS,
o.c., en especial «Conclusiones», pp. 151-156.
31
Cf.W .HORN,
o.c., p. 91, n. 159.
32
Sobre la elisión cf. SCHWYZER,
o.c., pp. 707-708.
33
Cf.J. D. DENNISTON,
The Greek Particles, Londres, 1966, p. 165, sobre eluso
de 62 sin &v.
34
J. CARRIERE,
Stylistique grecque, París, 1967, $5 83; SPYROPOULOS,
o.c., pp.
122-123.
35 Cf.SPYROPOULOS,
o.c., p. 131.
36
Cf. SPYKOPOULOS,
o.c., pp. 136-137; J . VARA,art. cit., p. 331, denomina
«miembro de sílabas crecientes» a la construcción usada por Hesíodo, consistente en
tres adjetivos referidos a un sustantivo del verso precedente, de los cuales el segundo
tiene más sílabas que el primero, y el tercero está formado por una expresión adjetiva
compuesta de varios términos.
37 Cf.TAILLARDAT,
Les images d'Aristophane, París, 1965, $5 748n.; en espafiol,
por ejemplo, «oler a limpio».
38
Cf. CHANTRAINE,
Dictionnaire étymologique de la langue grecque, París, 1968
SS., S.V. x ~ ó x o K.
~ ; J. DOVER,
comentario Nub. v. 51.
PROCEDIMIENTOS F6NICOS EN ARISTÓFANES
47
refiriéndose a x g o n w t ó ~ ,haciendo así una alusión erótica39, en cuyo
caso, como n a t a y h o t t ~ o p a t o v K
, o h ~ a t i oy~r e v ~ t v h h í t i opertenecería
~
al vocabulario erótico.
Katayhwtt~opatov,término expresivo por su considerable longitud y
su pertenencia al vocabulario erótico, ya que designa un tipo de beso apas i o n a d ~ ~ está
' , subrayado por su posición en final de verso4' y el contraste
con los bisílabos p 6 ~ 0 vy ngóxov, que le preceden.
Entre los términos eróticos destacan en especial los dos últimos,
KWAL~GOS
y ~~v~tuhhíG
poro ~ser
, ambos nombres propios usados metafóricamente. Con el primero se hace referencia a Afrodita Colíade, que
tenía un santuario en el promontorio del mismo nombre. Es posible ver
en él una alusión a ~ o h f icon
~ ~el, que Chantraine43apunta la posibilidad
de que esté emparentado etimológicamente. revetvhhí~era una diosa de
las mujeres, relacionada con la fecundación y el parto, etimológicamente
emparentada con y É v o ~ " ~ .
Este vocabulario erótico prepara el terreno para el juego de palabras
de los versos finales.
Como ya hemos dicho, los recursos métricos y fónicos realzan esta
acumulación. Basta una simple lectura de los versos para convencerse de
que su uso no es casual. Así, en el primer miembro de la acumulación,
v. 50,
observamos el doble juego de aliteraciones t g v y ó ~r g a a ~ ¿ i ~Egiov
,
neg~ovoíag,que son especialmente expresivas por afectar a los fonemas iniciales de los términos45, su posición contigua y la métrica: diéresis tras
39 El xgoxotós era un vestido teñido con azafrán que usaban las mujeres en ciercom. Nub. v. 51; CHANTRAItas ceremonias y como ropa incitante, cf. K. J. DOVER,
NE,Dic. ét., y H . FRISK,Griechische etymologisches Worterbuch, Heidelberg, 1973,
S . V . xgóxos.
40
A. M. KOMORNICKA,
«Sur le langague érotique de I'ancienne comédie attique», QUCC 9, 1981, (pp. 55-84), p. 66.
4'
A. DACOSTA
RAMALHO,
«Notas metricas a Aristofanes. Compostos en trimetros iambicos», Humanitas 4, 1952, pp. 19-31, en especial p. 19.
42
Cf.VAN DAELE,nota a su traducción de Nub. en la ed. de «Les Belles Lettres*, p. 166.
43
Dic. ét., S . V . XOAOY.
CHANTRAINE,
Dic.ét. y FRISK,
Griech. et. Wort., s.v. yiyvopa~;K. J . DOVER,
com. Nub. v. 52; VAN DAELE,
nota a su traducción de Nub., p. 166; Sch. v. 52.
45
Con respecto a la especial importancia de la aliteración del fonema o morfema
inicial, cf. M. S. SILK,Znteraction ..., p. 174.
"
48
CARMEN MORENILLA TALENS
los dos primeros términos de las aliteraciones, tguyós y Egíov, y la doble
resolución en Egí- y ~ E Q L - .Las diéresis, aunque normalmente son evitadas, en especial dos en un mismo verso, en ocasiones son usadas con fines
e~tilísticos~~.
La relación entre Egíov y xeg~ouoíases aún más estrecha que la existente entre tguyós y agao~tiq;xseeouoia~provoca un aprosdokgton, ya
que precede a tres sustantivos usados en sentido real, mientras que él sólo
metafóricamente puede depender de BLELV.A nuestro entender, el uso de
x a ~ ~ o u o í aestá
s motivado por el de Egíov: la secuencia Egí- sugiere a
Aristófanes el uso de nsg~ouoías.
Los dos grupos en los que se realiza la aliteración están unidos mediante el homeoteleuto entre los segundos términos: tgao~órs- xsg~ouoíag.
También en el segundo miembro de la acumulación utiliza Aristófanes
recursos fónicos. Así en yijgou, xgóxou observamos el homeoteleuto en
-ou, reforzado por la diéresis tras p6eou y la relación existente entre ambos términos: bisílabos, con la misma escansión y posición acentual, y
pertenecientes a campos semánticos cercanos47.
Vemos, pues, que los recursos fónicos añaden su expresividad a los
restantes procedimientos estilísticos, con la finalidad de resaltar la caracterización de los personajes. La especial relevancia de los VV.50-52, que
terminamos de estudiar, está preparada por los versos precedentes, en los
que se realiza por separado una caracterización primera de los personajes.
46
Con las diéresis se marca con claridad el ritmo de un pasaje. Por ello en ocasiones se las busca en comienzo de canto, como en Alceo, fr. 10 B (1.P.) o Safo, fr.
82 a (L.P.), en los anapestos de marcha, como en Aesch. Pers. 34. En otras ocasiones,
como Ag. 1485-7, es posible ver la influencia de cantos populares. La consideración
de la diéresis como recurso estilística en estos versos está reforzada por el hecho de
i
ser éste un pasaje muy elaborado, en el que convergen aliteraciones (ih ifi, G ~ aALÓs,
n a v a ~ ~ i o naveeykra),
w
el posible juego etimológico G ~ a iAL& recogido posteriormente en P1. Cr. 396 ab, los epítetos nava~zównavseyÉ~a,etc. (cf. E. FRAENKEL,
Aeschylus; Agamemnon, Oxford University Press, 197g2,VV. 1485 s.). Sobre la utiliGriechische Metrik, Darmstadt, 1968, p.
zación de las diéresis, cf. D. KORZENIEWSKI,
16; A. M. DALE,The Lyric Metres of Greek Drama, Cambridge University Press,
196g2, p. 71.
47
Recuérdese que el azafrán se usaba como perfume. Cf.n. 38.
PROCEDIMIENTOS F6NICOS EN ARISTÓFANES
49
§ 9.3. A la descripción del carácter y modo de vivir de Estrepsíades
se dedican los VV. 41-45. En ellos obse&amos la afirmación previa del
propio Estrepsíades de que es un campesino, v. 43, afirmación que contrasta con el tono trágico de los dos versos precedente^^^. De tal contraste
resulta subrayado el término Cry~oixospor una parte, y por otra se acentúa el malhumor de Estrepsíades provocado por las diferencias existentes
entre él y su mujer. Este tono trágico en
(PEfi
4 ~ Q O ~ V ~ ~ &noh.É&a~
T Q L '
naxóq
yrjp' EXIJQE T ~ Voqv pqcrltka
se logra mediante la utilización de la interjección cpeü, frecuente en los
trágicos49y la expresión 816' OcpeA(e) con infinitivo de aoristo. Esta exvresión, basada en el uso homéiico del infinitivo de aoristo con Zjcpehov
para expresar disgusto, se mantiene en ático, especialmente en estilo
poético, precedida a menudo por aL6a a causa del debilitamiento de
&cp&AovS0.
La métrica también participa en esta parodia del tono trágico. Así vemos que estos dos versos no presentan ninguna de las libertades del trímetro yámbico normales en comedia: cesura tras la segunda breve en el
v. 41, y tras la primera y segunda breve en el v. 42, realizándose en ambos
el zeugma de Porson, y con una sola resolución, en una largas1.
El creciento malhumor de Estrepsíades, causante del tono trágico,
está acentuado en el v. 42 mediante la utilización de monosílabos v bisílabos en proporción superior al resto del pasajeS2y la aliteración de vocales de tiembre -e-:
(ZLS pE yqp' E n r j ~
T ~
~ V
OGV p q t k a
E.. ...e'. .E.. e'.é.f?..E.. .E.. .é.e'.. .
Este tono trágico está reforzado por el hecho de que con estos versos
Estrepsíades reemprende su monólogo, aunque formalmente se dirige a
su hijo53.
EYLW
~ T L VE
S
48
49
50
Cf.P. RAU,o.c., p. 189.
Cf.LSJ, S.V. (PEÚ.
Cf.SCHWZER,o.c., 345-346; J. HUMBERT,
Syntaxe grecque, París, 1972, O 176
R y 193.
5'
En Tragedia sólo se permite la resolución de las largas, salvo la última, y de
o.c., p. 188. Sobre las diferencias del uso del
la primera anceps; cf. KORZENIEWSKI,
trímetro yámbico en tragedia y comedia, cf. D. MAAS,Greek Metre, Londres, 1962,
$8 101-114; D. S. RAVEN,
Greek Metre, Londres, 1968, $0 23-29; A. M. DALE,
o.c.,
pp. 75-86; M . L. WEST, Greek Metre, Oxford, 1982, pp. 89-90.
52
Cf.MAROUZEAU,
o.c., pp. 103-108 y A. L ~ P EEIRE,
Z
Orígenes de la Poética,
Salamanca, 1980, pp. 149-150, sobre el pasaje.de Od. XI 593 SS. (descripción del castigo de Sísifo).
53
Cf..tfiv 4
7
1
~p q ~ k a .
50
CARMEN MORENILLA TALENS
A continuación encontramos la autodescripción, propiamente dicha,
de Estrepsíades, VV. 43-45, en la que observamos el mismo procedimiento
estilístico que en los VV. 50-52: una a c ~ m u l a c i ó n En
~ ~ .este caso se trata
de adjetivos y participios, usados con el mismo valor que éstos55,que forman el predicado nominal de una oración cuyo sujeto es Píos.
Al igual que en la acumulación de los VV. 50-52, resalta la expresividad
de ésta el asíndeton, la gradación en la longitud de los términos, el uso
metafórico de E~QOTLOV
y PQÚWV~~,
colocados en cabeza de verso, y los
recursos fónicos y métricos. Observamos, además de ello, una acumulación secundaria, formada por los complementos de Peúov, el último término de la acumulación principal:
45 peúwv pehí.c.ca~sxai n g o ~ á z o ~
xai
s o~eprpúho~s.
Esta acumulación principal, VV. 43-45, está enmarcada en unidades
métricas: empieza en &yeo~xos,tras una diéresis, y termina en
aeprpúho~q,final del v. 45. La posición de cesuras y diéresis subrayan la
acumulación; destacamos en especial el v. 44, E ~ Q ~ T L &xóeqzos,
WV,
dxfi
xeípevo~,con diéresis tras E ~ Q W T LyOcesura
V
tras &xó@qzo5.
Como refuerzo de la acumulación intervienen los recursos fónicos.
Así observamos en los w. 43-44 un homeoteleuto en -os:
Epoi ya@Sv & Y @ O L X Orj810~05
~
Pío5
X@
E ~ Q U X L&~~VÓ, @ v TEo~ ~
,X E ~ ~ & V O < ,
que es rima externa entre Píos y xeíp~vos,y rima interna entre &ygo~xogPíos, C ~ ~ Ó Q ~ Z O S - ~ E ~ ~yE V&OyS~ o ~ ~ o ~ - & x Ó ~Subrayan
q . c o ~ . este homeoteleuto: la posición contigua de &yeo~xos
fi6~otosPíos, en especial
& Y Q O L ~ O SLO LO TOS, ambos trisílabos con la misma posición acentual; la semejanza fónica entre & ~ Q O L ~ Oy <&xó~qto5~',
ambos colocados entre la
diéresis del primer yambo y la cesura tras la segunda anceps.
§ 9.4. A esta descripción de Estrepsíades sigue la de su mujer, VV. 4648. Se anticipa en ella, de modo expreso, la oposición que hemos visto en
los VV.50-52, campolciudad: v. 47 & y g o ~ x6ov~ $6 &OTEWS,
reforzada por
las dos diéresis del verso, la que precede a & y ~ o ~ xyolas que sigue a cW8.
Cf.SPYROPOULOS,
o.c., pp. 97 y 117.
Cf. SCHWYZER,
o.c., pp. 407-408.
56
Cf. Sch. W . 44 y 45; KOMORNICKA,
Métaphores, Personifcations et comparaisons, Wroclaw, Warszawa, Krakow, 1964, p. 68. Sobre el sufijo de formación del deGriechische Wortbildungsnominativo E ~ Q W T L ~y Vsu significado, cf. A. DEBRUNNER,
lehre, Heidelberg, 1917, pp. 179-186.
57 Ea semejanza fónica se basa en la aliteración de vocales: 6yeo~xog
d.. .ói...d...1
& x ó ~ q t oü...
< ó... P... ci y en la utilización de consonantes, Cry~o~xo5
... gr ... k . . . s 1
&xó~qto5
...k.. .r.. .t...s.
Sobre e1 uso de la diéresis con fines estilísticos, cf. nota 46.
54
PROCEDIMIENTOS F ~ N I C O SEN ARIST~FANES
51
El primer dato que Estrepsíades ofrece sobre su mujer es su ascendencia:
VV.46-47 ...MeyaxhÉoug zoü M~yaxhÉoug66~hqx6rjv
... Aunque hay constancia de la existencia de un Megacles, hijo de Megacles, tesorero en Atenas
en 42817, no creemos que Aristófanes se refiera en estos versos a su nieta59,
sino más bien que con esta ascendencia define la clase social y económica de
la esposa de Estrepsíades.
Este nombre propio es de por sí mismo expresivo, si lo consideramos un
nombre parlante, como tantos otros en Aristófanes60. El hecho de que un
padre dé a su hijo su propio nombre es relativamente raro en griego, por lo
que creemos que la finalidad de la repetición MeyanhÉoug toü M~yaxhÉoug
no es otra que reduplicar el efecto que la pronunciación de MeyaxhÉoug provoca, resaltando su valor de nombre parlante. Asimismo, aunque los nombres en M ~ y a no
- son corrientes en griego, éste en particular fue usado por
Alcmeónidas, ricos y distinguidos6'.
En consecuencia, con estas palabras Estrepsíades da a entender que
su mujer procede de una familia de muy buena posición, en claro contraste con la descripción de sí mismo que ha hecho en los versos precedentes.
Los rasgos con los que Estrepsíades define a su mujer en los versos siguientes, 47-48, están justificados por esta ascendencia. Con ellos se forma
la aliteración del v. 48, anticipada por Eg CLotemg, que equivale a un adjetivo6=.En esta acumulación observamos, una vez más, el asíndeton que provoca la sensación de amalgama, mezcla de participios y adjetivos, gradación
en la longitud de los términos, y el especial realce de o~pvfivy ~ ~ ~ E ~ O L ~ U
pÉvqv; oepvfiv, en relación con o É P ~ o 8 ay ~normalmente aplicado a los dioses, adopta, a menudo, un tono irónico, como en este caso63;Eyxexo~oueopÉvyv es un término expresivo, tanto por su considerable longitud, en posición enfática (entre la cesura tras la segunda anceps y el final de verso@),
como por ser una formación cómica, sobre Ko~oúea,utilizada en sentido
metafórico. El homeoteleuto en -vqv, y la aliteración del grupo que le precede, -tm-/-me-, oepvfiv-Eyxaxo~ougopÉvqv,refuerzan la expresividad de
estos términos, colocados en cabeza y final de verso.
Tras la caracterización de Estrepsíades y de su mujer65 por separado,
en los VV. 50-52, como hemos dicho, se realiza la de ambos en conjunto.
En este punto estamos de acuerdo con K. J. DOVER,com. Nub. v. 46.
Cf. Estrepsíades mismo.
61
Cf. VAN LEEUWEN,
com. Nub. v. 46.
62 Del mismo modo que un demótico equivale a la construcción de Ex + sustantivo, cf. Dover, com. Nub. v. 47.
h3
C ' CHANTRAINE,
Dic. ét., S.V. ( S É P O ~ C I L .
M
Cf. DA COSTA,art. cit., p. 19.
NO ha podido establecerse con claridad hasta el momento la personalidad de
esta mujer. Mientras que TAILLARDAT
(o.c., 333) y VAN LEEUWEN
(com. Nub. V .
48) creen que se trata de Cesira de Eretria, mujer de Pisístrato, basándose en el escolio al v. 48, DOVERafirma (com. Nub. v. 48) que se trata de una mujer de origen
no conocido, considerada en el folclore como una gran dama.
59
Q W
52
CARMEN MORENILLA TALENS
Como epílogo de ella, resumiendo la actitud de los dos personajes, hace Estrepsíades un juego de palabras en los w. 53-55 con el verbo oxa6áv. El
significado primario de este verbo es «tejer», pero en los oradores es usual
el metafórico de «dilapidar»66.Es posible, incluso, ver un segundo sentido
metafórico referido al ardor sexual de la mujer de Estrepsíades6', que vendría preparado por los términos pertenecientes al vocabulario erótico de los
versos precedentes. La posición de este verbo en los w. 53 y 55, en final de
verso, y en el v. 55 en estilo directo, dan mayor fuerza a este chiste.
§ 10. Del estudio de este pasaje puede concluirse que los recursos fónicos son usados por Aristófanes, de un modo consciente, como recurso estilístico, en convergencia con otros procedimientos y para subrayar la expresividad que con ellos se logra. No ocurre lo mismo en los versos que estudiaremos a continuación, en los cuales, como veremos, el elemento fónico
es fundamental. Nos referimos a los w. 1406-1407 de Nub. Forman parte
del discurso de Fidípides, VV. 1353-1451. En él intenta convencer al coro y
a su padre de que no es nada vergonzoso que un hijo pegue a su padre. Para
ello se sirve de los conocimientos que ha adquirido en el c p ~ o v t ~ c ~ t f i ~ ~ o v ,
como puede verse por los términos e ideas usados, y por la estructura de
este discurso68.Estos versos, con los que Estrepsíades interrumpe a su hijo,
están motivados por las palabras de éste: Fidípides termina de decir que
cuando sSlo le interesaban los caballos, apenas si sabía articular una frase;
en cambio ahora, gracias a la enseñanza recibida, puede burlar las leyes establecidas. Con ellos Aristófanes marca el paso del xgooip~ov(VV.13991405) a la exposición de las JG~OTELS
(VV.1409-1432).
La aliteración en oclusivas, sobre todo en /p/, /t/, es evidente. Destacan en especial la geminada /pp/ en Lmave, Lxnos y tÉ6gixnov, y el grupo /pt/ en m ~ ~ t ó p ~ vLa
o saliteración
.
está causada en su mayor parte por
términos relacionados con los caballos y con los golpes, realzados por medio de otros recursos estilísticos.
Los términos relacionados con los caballos forman un poliptoton: Lxmve, Lxxov, tÉ6g~xnov.Dover, al tratar este pasaje'jY,remite a su nota
Cf. TAILLARDAT,
o.c., § 440 y Sch. v. 53.
Cf. K. J. DOVER,
com. Nub. v. 53, y VAN DAELE,nota a su traducción de
Nub., p. 166.
Con respecto a la utilización por Aristófanes de las técnicas retóricas, cf. CH.
T. MURPHY,~Aristophanesand the Art of Rhetoric», HSCPh 49,1938, pp. 69-113.
69 Com. Nub. v. 1406.
67
PROCEDIMIENTOS F6NICOS EN ARIST~FANES
53
al v. 1069, en la que, a propósito de tfiv vúma n a v v v ~ í < ~ iafirma,
v,
gratuitamente a nuestro entender, que los griegos no reparaban en tal repetición de la raíz. Un poliptoton como 'innsvs, 'innov, tÉ6~~7cnov
difícilmente puede ser casual y resulta más razonable pensar que ha sido
conscientemente buscado.
El término tnneve plantea problemas en cuanto a su significado.
«Montar a caballo» está en contradicción con el v. 1407, en el que Estrepsíades habla de una cuadriga. Para este significado, él mismo usó en el v.
15 inná<stai. Si, de acuerdo con el v. 1407, proponemos «conducir un
carro», éste sería el único contexto con tal significado70. Descartado de
antemano, por el contexto, el de «ser caballero», nos queda el uso figurado de i ~ n ~ ú s i«galopar».
v,
Sea como fuese, el uso de este verbo parece
forzado, y quizá se deba al deseo de formar un poliptoton y la aliteración
en oclusiva.
A este mismo deseo se debe, sin duda, el uso de tnnov tÉ6~inxov.
El término 'innov es redundante, pcesto que con tÉ6einnov queda suficientemente claro que Estrepsíades se refiere a una cuadriga de caballos,
redundancia que se acentúa al colocarlo en comienzo de verso, en anáfora con tnnsvs.
En cuanto a los términos relacionados con los golpes, tvntóp~vog
Enit~~Pijvai,
que también aparecen juntos en el v. 972 ( & n i t & 3 ~ ttvno
CUYO significado
tópsvos), resaltamos el uso figurado de &nit~íPsufkai,
primario es «ser triturado» (en un mortero, como en Pax 246), de modo
que esta expresión, con el participio de zúntopai, significa «ser molido a
golpesn7'.
La relación existente entre los dos grupos de términos está subrayada
por la diéresis media1 que precede a ~ w n t ó p ~ v&on~~ t ~ ~ P i j v a i ~ ~ .
La secuencia fónica lograda mediante el uso de tales términos, es
decir, la aliteración en oclusivas, da lugar a una armonía imitativa, onomatopeya que evoca el sonido del galope del caballo y de los golpes de
Fidípides, en perfecta consonancia con el contenido de los versos. Ejemplos semejantes podemos leer en otras lenguas, como en latín, y en otros
autores griegos.
70
Cf.LSJ, S . V . ~ A X E ~ Ocon
;
respecto al significado de este sufijo de formación,
cf. DEBRUNNER,
o.c., 8 212 y CARRIERE,
O . C . , p. 46.
Cf. Sch. V . 1407; TAILLARDAT,
o.c., 5 64.
72
Con respecto al tetrámetro yámbico en Aristófanes, cf. F. PERUSINO,
II tetrametro giambico catalettico, Roma, 1968, pp. 33-93.
''
54
CARMEN MORENILLA TALENS
Así, en latín, Virgilio Aen. VI11 3:
Utque acris concussit equos utque impulit arma73;
en Homero, ZI. XXIII 116, en la descripción del trote de las mulas:
nohha 6' &vav~a
xátavta náeavzá TE 6Óxy~at' ~ A ~ O V ~ ~ ,
o del golpe de la pierna de Ulises en la bañera, cuando Euriclea, asombrada, la deja caer, Od. XIX 469.
o en Hesíodo la preparación de un combate a base de gritos y midos, por
ejemplo Esc. v. 341
5 11. Hemos visto en los ejemplos anteriores dos usos bien diferenciados de los recursos fónicos. En el primero actuaban como subrayado
de la expresividad lograda mediante otros procedimientos; en el segundo,
en cambio, la comicidad del pasaje se basaba en ellos fundamentalmente.
Estudiaremos a continuación unos versos en los que la función es distinta.
En este caso una determinada secuencia fónica sugiere el uso de otra, a
continuación de la primera, dando lugar con ello a un juego de palabras.
Se trata de los w. 23-24.
Como en los w. 41-55, que ya hemos estudiado, pertenecen al prólogo. Preceden directamente a la interrupción del monólogo, ocasionada
por las palabras que pronuncia Fidípides en sueños. Estrepsíades, desvelado a causa de las deudas que ha contraído por culpa de su hijo, se dispone a hacer el balance de las mismas. En su libro de cuentas consta que
debe doce minas a Pasias, que pidió prestadas para comprar un caballo.
24.-EEpÓxqv codd.1 E@xónq van Leeuwen.
tOv xoxscatíav es un sustantivo formado sobre ~ ó s c x ael
~ nombre
~,
de
la letra que, en algunos alfabetos arcaicos, servía para notar la oclusiva
73
~ i r ~ i l e - É n e i d11,
e , ed. R. DURAND,
«Les Belles Lettrew, París, 19607;cf. MA-
ROUZEAU,
o.c., p. 29.
74
Homeri opera, 11, IIiadis XZZI-XXIV, ed. Th. W . ALLEN,Oxford Classical
art. cit., p. 129.
Texts, 19203;cf. W. B. STANFORD,
75 Homeri opera, IV, Odysseae, XIII-XXW, ed. Th. W . ALLEN,
Oxford Classical
art. cit., p. 39.
Texts, 19192; cf. J. DEFRADAS,
76 Hésiode. Théogonie. Les travaux et les jours. Le Bouclier, ed. P. MAZON,
«Les
Belles Lettresn, París, 19779; cf. J. VARA,
art. cit., pp. 329-330.
Cf CHANTRAINE,
La formation des norns en grec ancien, París, 1979', 80 73-74.
PROCEDIMIENTOS F6NICOS EN ARIST~FANES
55
velar sorda ante vocal posterior; xoxnatías designa al caballo marcado
con tal letra7g.La secuencia fónica que este sustantivo forma, en especial
el grupo xonx-, sugiere a Estrepsíades el uso de E & ~ h c qen
v el verso siguiente, dando lugar a un juego de palabras entre ambos términos, entre
los que no existe otra relación que la aliteración xoxx-,
Este procedimiento estilístico, sobre el que descansa, en gran parte,
la comicidad del pasaje, está subrayado por otros recursos que realzan su
expresividad. Uno de ellos es el uso de la expresión o'iyo~záhag, de tono
trágicos0. El otro, de gran relevancia en estos versos, es la métrica. Las
diéresis en el v. 23 tras óz' Éxpápqv y zbv xoxnatiav, y en el v. 24 tras
E%' E ~ ~ x ó x qsubrayan
v,
la locución oLpo~táhas y el juego de palabrass'.
La función de los recursos que hemos estudiado es provocar un
aprosdokt?tong2y realzarlo. Este aprosdokt?ton se basa en el absurdo deseo que Estrepsíades expresa en el v. 24. Absurdo, efectivamente, resulta
que prefiera perder un ojo a comprar un caballo.
Así, pues, observamos en los w. 23-24 un uso de los recursos fónicos
diferente a los estudiados anteriormente.
5 12.1. Tras el análisis de estos tres pasajes de Las Nubes, creemos
que puede afirmarse que el elemento fónico es utilizado en Aristófanes
como procedimiento estilístico. Pero sería erróneo pensar que este hecho
se restringe a Aristófanes, en lo que a Comedia respecta, pues en esta utilización no fue él un innovador. Por ello consideramos conveniente estudiar a continuación unos versos de Cratino, autor anterior a Aristófanes
en una generacióng3. En él puede observarse un uso semejante al que ya
hemos visto en Aristófanes, a pesar del carácter tan fragmentario que
presenta su obra.
78 Cf. CHANTRAINE,
Dic. ét., S.V.~ Ó n n a ;DOVER,com. v. 23; VAN LEEUWEN,
com. v. 23.
79 EXX~XTELV, compuesto de xónza~v,pertenece a la misma raíz de xónos, ~ 0 x 4 ,
xóppa, etc. Cf. CHANTRAINE,
Dic. ét., S . V . XÓXTW.
Cf. P . RAU, o.c., p. 186 con respecto a Ach. 168, o i p o ~táhas h ó h h u p a ~ cf.
;
su utilización en escenas paródicas como Ach. 1069, 1227, Pax 58, 176, etc.
Con respecto a la especial expresividad de las diéresis normalmente evitadas,
cf. KORZENIEWSKI,
o.c., p. 16; A. M. DALE,o.c., p. 71.
82 Entendemos por aprosdokFton el contraste cómico producido por la unión,
normalmente a nivel verbal, de dos elementos opuestos entre sí. Cf. A. LOPEZEIRE,
Aristófanes. Las Asambleístas, Barcelona, 1977, pp. 30 SS.
83 Con respecto a Cratino, cf., entre otros, SCHMID,
o.c., 1, 4 pp. 67-89; A.
LESKY,pp. 448-450; M. LANDFESTER,
«Geschichte der griechischen Komodie*, pp.
Darmstadt, 1979, en concreto pp.
354-399, en Das Griechische Drama, G. A. SEECK,
369-371.
56
CARMEN MORENILLA TALENS
Nos ocuparemos del fr. 143 Edmondsn4,perteneciente a 'Obvooijs.
En esta obra se parodia el encuentro de Ulises y sus compañeros con el
Cíclope, relatado en el libro IX de la Odisea, y que seguramente influyó
en el drama satírico de Eurípides, Kúxhoq, que trata este mismo temas5.
El fr. 143 pertenece al diálogo del Cíclope con los infortunados navegantes. En él les explica el plan culinario que se ha trazado con respecto
a elloss6. El texto es el siguiente:
ávW &v n á v t a ~&hWv6p¿i5 Eeiqeag Étaíeovs,
&gas xáqljoa~xánav6eailiaas xOnníaa~
E ~ Sahpqv TE xai 6Eáhyqv x&' E5 axoeo6áhpqv
~ h ~ a e oEypántwv,
v
85 ttv bxtótazó5 VOL Qnávtwv
6phv cpaivqta~,xatateóEopa~,f o t e a t ~ h t a ~ .
§ 12.2. Dos son los hechos que llaman la atención inmediatamente
al leer este fragmento. En primer lugar, la parodia de la épica. El metro
mismo, además de resaltar la expresividad, como veremos, es muestra de
ello: se trata de hexámetros dactílicos, perfectamente acordes con la práctica homérica, como puede verse en la sustitución de algunos dáctilos por
espondeos, sin dar lugar ni a holodáctilos ni a holoespondeos, las cesuras
y el hecho de que sólo el segundo verso sea espondaicon7.
La parodia es evidente en la expresión del primer verso keiqeas Etaieovs, fórmula homérica final de verso. Frecuente en la Odisea, menos en
la Ilíada, se usa especialmente en nominativo o acusativo
Con el mismo significado paródico es posible ver en O ot~atiótaiel
uso homérico de para dirigirse a iguales o inferiores, comportando una
expresividad que con el tiempo pierde89. De este modo adquiere mayor
s4
La edición usada es la de J. M. EDMODS,The Fragments of Attlc Comedy, Leiden, 1957.
Cf. SCHMID,o.c., 1, 3, p. 539 y 1, 4, p. 79; G. KAIBEL,~Kratinos''06vofi~
und Euripides' K i j x h w q ~ ~Hermes
,
30, 1895, pp. 74 SS.; R. H. TANNER,«The
'06vofi5 of Cratinus and the Cyclops of Euripides~,TAPhA 46, 1915, pp. 179 SS.
Con respecto al Cíclope de Eurípides, cf. el excelente estudio de R. G . USSHER,EUripides: Cyclops, Roma, 1978.
H. DOHM,Mageiros, Munich, 1964, pp. 28-29. Dohm pone en relación
este fragmento con el 83 Kaibel de Epicarmo y los w. 241-246 del Cíclope de Eurípides.
Sobre el uso estíquico del dáctilo en comedia y en tragedia, cf. A. M. DALE,
o.c., pp. 28-30; sobre el hexámetro dactílico en Homero, cf., entre otros, A. DAIN,
Traité de métrique grecque, París, 1965, pp. 52-56; KORZENIEWSKI,
o.c., pp. 28-35; D .
S. RAVEN,o.c., $9 56-59; WEST,o.c., pp. 35-39, etc.
Dic. ét., S. V . @iq@&~
y Grammaire homéCf. LSJ, S . V . Eeíqeog; CHANTRAINE,
rique, 1, París, 1958, p. 232.
Cf. J. HUMBERT,
o.c., $ 499.
'"'
1
PROCEDIMIENTOS FÓNICOS EN ARISTÓFANES
57
realce la expresión 6 o q a z ~ 6 z a que
~ , se encuentra en una posición enfáticagO:al final de una oración que ocupa cinco versos.
Debía producir un notable efecto cómico el contraste existente entre
la parodia y el significado de estos versos, en los que el Cíclope anuncia
a Ulises y a sus compañeros su intención de devorarlos. El contrastre se
acentúa por el hecho de ser el Cíclope el que habla, personaje brutal y
salvaje por excelencia, alejado de todo lo que la civilización significaba
para los griegos9'.
9 12.3. El segundo hecho relevante de este fragmento está en relación estrecha con la parodia. Nos referimos a la elocuencia de este Cíclope que tan bien detalla la preparación culinaria que piensa llevar a cabo
con la carne de Ulises y sus compañeros.
En primer lugar, destacamos la posición del verbo principal, xatateóEopa~:situado en el último verso, tras seis participios y una oración
de relativo92,está seguido únicamente por & o t g a t ~ ó t ya ~
subrayado por
la cesura tras rpaivqta~y la diéresis bucólica entre él y & m e a z ~ 6 t a ~ .
Estos tres términos, cpaívqta~,nataz@óEopa~
y otgat~&xa~,están reforzados por el homeoteleuto en -ai que se da en ellos, el cual entre
cpaívqta~y m e a z ~ 6 t aes~en -tal. Coincide el hemoteleuto con la cesura,
la diéresis bucólica y el final de verso. Es especialménte significativo por
producirse entre las dos formas personales de estos cinco versos, y el vocativo que cierra la oración.
Llama la atención, asimismo, la acumulación de participios que describen los preparativos: Ehwv, cpeútas xaqípag x&navf+eaníoasxOntfioag y Eppanzwv. En especial destacamos los cuatro participios del verso
segundo, rp~ÚEas...x&nzlíoas, que designan diversos modos de cocinar la
carne. La acumulación, en concreto, de estos cuatro participios, pertenecientes todos al mismo campo semántico, está especialmente subrayada
por la secuencia fónica que se logra con ella93. En principio, la relación
entre los participios está reforzada por el homeoteleuto en -S%:
C ' J . CARRBRE,
o.c., 88 73 y 74.
En esta misma circunstancia se basa la parodia del o v ~ ó o ~ del
o v Cíclope de
Eurípides, w. 411-589, en la que el Cíclope intenta comportarse como un verdadero
ovpcótq~,llegando incluso a pretender los favores de Sileno, w. 582-589. Sobre la
caracterización del Cíclope cf. F. TURATO,
La crisi della citta e I'ideologia del selvaggio nelI'Atene del V secolo a. C . , Roma, 1979.
92 Con respecto a la posición final como enfática, cf. CARRIERE,
o.c., 88 73 y 74.
93 Sobre la especial expresividad que conlleva la repetición de un mismo sufijo,
cf. MAROUZEAU,
o.c., p. 111 y SPYROPOULOS,
o.c., p. 143.
90
9'
58
CARMEN MORENILLA TALENS
cpe.óEa~x & ~ r ( a ax&.navt3gaxíaa~
s
n&nnjoa~.En segundo lugar, la aliteración en oclusivas y en aspiradas o silbantes que resulta de esta acumulación:
Las oclusivas evocan el crepitar de la carne grasienta al ser asada; las
silbantes y aspiradas, apoyadas por las vocales la1 en contacto con ellas,
evocan el silbido sordo y continuo de la grasa de la carne94.
Esta detallada descripción de los diferentes modos en los que piensa
preparar la carne del Cíclope, está reforzada por la escansión métrica. El
verso está formado por cinco espondeos y un solo dáctilo. Con el uso de
los espondeos se acentúa la demora al cocinar95.
Por último, se completa la descripción con una acumulación, en el
verso tercero, de los condimentos que usará el Cíclope. Esta acumulación
secundaria está reforzada por el poliptoton óIApqv-6~áh~v-ono~oGáhpqv, y por la gradación en el número de sílabas96. El resultado es
provocar en el oyente la impresión de que el Cíclope es docto en el arte
culinario, ya que conoce tantos tipos de salmorejo.
Estas acumulaciones, referidas a la preparación de la comida, son
especialmente expresivas por el hecho de que la carne que se va a cocinar
es la de Ulises y sus compañeros. Por lo tanto, aunque formalmente
pertenezca a la esfera culinaria97, en realidad constituyen amenazas de
muerte9*.
Cada uno de los pasos de esta preparación y, por lo tanto, cada una
de las amenazas, está subrayada por el polisíndeton de los versos segundo
y tercero99, y constituye un desarrollo de Od. IX 287s. en donde no se
indica si se cocina o no la carne de los compañeros de Ulises que devora
el Cíclope.
Cf. MAROUZEAU,
o.c., pp. 28-31.
En la Od. IX 593-600 (descripción del castigo de Sísifo), observamos un uso
semejante de la métrica, subrayando el esfuerzo de Sísifo al subir la piedra primero,
y la rapidez en la caída de ésta después, en convergencia con el uso de monosílabos
y bisílabos, determinadas secuencias fónicas, etc., cf. el comentario sobre este pasaje
de A. LOPEZ EIRE,Orígenes..., pp. 149-150, al que ya hemos hecho referencia en la
nota 52.
96
Con respecto a Aristófanes, cf. SPYROPOULOS,
o.c., pp. 136 s.
97 Con respecto a Aristófanes, cf. SPYROPOULOS,
o.c., p. 94.
98 Con respecto a Aristófanes, cf. SPYROPOULOS,
o.c., pp. 92 s.
99
Cf. CARRI~RE,
o.c., $5 83 y 85; SPYROPOULOS,
o.c., pp. 124 s.
94
95
PROCEDIMIENTOS F ~ N I C O S
EN ARISTÓFANES
59
§ 12.4. Así, pues, del análisis de este fragmento, puede concluirse
que Cratino, al igual que Aristófanes, usó el elemento fónico para subrayar la expresividad de otros recursos estilísticos, o para evocar un sonido
al que se hace referencia en el texto. El estudio sistemático de estos procedimientos en Cratino está aún por hacer. Presenta una dificultad adicional: el estado fragmentario de los textos, a pesar del cual creemos haber
probado su uso en los versos analizados.
O 13. Volviendo ya al Corpus al que nos dedicamos en nuestro trabajo, las comedias de Aristófanes, hemos presentado tres modos distintos
de utilizar los recursos fónicos: como subrayado de otros procedimientos
estilísticos, en este caso acumulación y parodia (w. 41-55); como elemento fundamental de la comicidad del pasaje, en virtud de la evocación de
un sonido (w. 1406-1407); y, por último, el empleo de un término sugerido por una secuencia fónica precedente, dando lugar, de este modo, a
un juego de palabras (w. 23-24).
,Claro está que estos tipos no son los únicos. Pero nos parece que cumplen bien su papel al demostrar la utilización del elemento fónico como
procedimiento de estilo en Aristófanes, presentando algunos ejemplos de
esta utilización.
Carmen MORENILLA TALENS
Universidad de Valencia
ARIST~FANES,A CHARN. 652-654.
EL POETA Y EGINA
Por eso los Lacedemonios os piden la paz
y reclaman Egina; la isla aquella
n o les preocupa, sino que lo hacen para extirparse el poeta.
Estos versos han causado la perplejidad de los filólogos desde la Antigüedad a nuestros días'. La reclamación de Egina, que se menciona en
los primeros versos, se convirtió en tópico de todas las negociaciones de
paz que se produjeron durante la Guerra del Peloponeso, desde que los
Atenienses expulsaron a sus habitantes e instalaron colonos en el verano
de 431
En realidad Egina fue un problema para Atenas desde el
momento en que comenzó su expansión comercial gracias al puerto del
Pireo3. En ese contexto la mención de Egina parece clara, pero lo que no
se ve es cuál pudiera ser la relación que guardaba Aristófanes (tbv
J C O L ~ ~con
~~V
esa
) isla. Los escolios dan dos explicaciones:
1. Aristófanes era cleruco en Egina desde 431
o bien,
2. Se refiere a Calístrato, el didáscalo de Los Acarnienses5.
'
Un resumen de las discusiones puede verse en TH. GELZER,
«Aristophanes 12»,
en R E Suppl., Bd. X I I , col. 1397.
Cf. Thuc. 11 27, 2; A. W. GOMME,
A historical Commentary on Thucydides,
Oxford, Clarendon, 19663, 11, p. 87; N. G. L. HAMMOND,
A History of Greece to 322
B.C., Oxford, Clarendon, 1973~,p. 350; B. B. ROGERS,The Acharnanians of Aristophanes, London, Bell, 19302, ad loc.
Desde 446 a.c. los eginetas son tributarios de Atenas. La noticia procede en
Prolegomena ad Arisúltima instancia del gramático Teógenes (cf. J. van LEEUWEN,
tophanem, Lugduni Batavorum, Sijthoff, 1908, pp. 40 SS. y p. 178 s.; Schol. ad Plat.
Apol. 19 c, cf. F. DUBNER,
Scholia graeca in Aristophanern, Hildesheim, Olms, 1969,
p. 19).
Ad Ar. Ach. 653 y 654; están recogidos por W. J. M. STARKIE,
Aristophanes,
The Acharnanians, Amsterdam, Hakkert, 196S2, p. 138 s.; discute estas hipótesis J.
van LEEUWEN,
1.c. En cambio, J . SCHWARZE,
o.c., en nota 11, p. 100, acepta la idea
The Comedies of Aristopsin más discusión, y lo mismo hace A . H. SOMMERSTEIN,
hanes 1, Acharnians, Warminster, Aris and Phillips, 1980, p. 189.
Cf. W. J . M . STARKIE,
o.c., p. 247 s.
62
IGNACIO R. ALFAGEME
Pero parece poco verosímil que Aristófanes mencione a Calístrato
como el autor ( J G O L ~ Z
de~la
~V
obra.
)
Por otra parte, como la fecha de la
expulsión de los eginetas nos coloca ante un Aristófanes muy joven, se ha
dicho6 que fue el padre de Aristófanes, Filipo, quien fue cleruco en Egina
y que Aristófanes había heredado sus propiedades. El proceso que entabló Cleón contra el poeta acusándole de no ser ciudadano ateniense, encontraría en esta circunstancia su justificación7.
Frente a estas confusas «explicaciones»anecdóticas hay que notar, por
una parte, que no tenemos motivo alguno para dudar de la ciudadanía ateniense de Aristófaness y, por otra, que, aunque Aristófanes fuese cleruco
en Egina, la pérdida de la isla sólo significaría un perjuicio para las posesiones de Aristófanes, y no la pérdida del poetag. En resumidas cuentas el
texto griego sigue sin entenderse, porque las explicaciones tradicionales no
añaden nada, más bien producen confusión. Por lo tanto, más vale prescindir de ellas, sea o no cierta cualquier vinculación de Aristófanes con Egina,
y partir del texto mismo para intentar otra vía de explicación.
De hecho los versos que nos ocupan equiparan a Aristófanes, «el poeta», con Egina: los lacedemonios reclaman Egina para privar a Atenas del
poeta que les da los mejores consejos (cf. VV.651 y 658). El problema,
pues, reside únicamente en averiguar cuál sea el rasgo común que permite la equiparación.
Los anapestos de la parábasis, donde aparecen estos versos, expresan
la defensa que Aristófanes alega ante las acusaciones de que ha sido objeto: hacer burla de la ciudad y ofender al pueblo en sus comedias (VV.
631 SS.).El procedimiento de defensa que sigue el poeta consiste en aceptar los cargos para señalar los beneficios que derivan para el común de su
modo de actuación:
1." Evitar que los Atenienses sean engañados por embajadores
aduladores (w. 635 SS.).
2." Los aliados traen gustosos el impuesto a Atenas por deseo de
oír al poeta (VV.641 SS.).
3." Su insolencia en decir lo justo es el mejor consejo para ganar la
guerra, según el rey de los Persas, de modo que los lacedemonios piden la paz gracias a él y sus comedias (645 SS.).
Cf. A. W. GOMME,
o.c., ad Thuc. 11 27, 2.
Todos estos argumentos los discute H. MULLER-STRUBING,
Aristophanes und
die historische Kritik, Aalen, 19802,pp. 604-609, quien sostiene que se refieren a Case refiera
Iístrato. En realidad con nuestra interpretación no importa que tbv no~q~tív
a Calístrato o a Aristófanes.
Cf.W. KRAUS,
S.V. «Aristophanes 3», en KIP. 1 575 SS.;GELZER,
/.c., col.
'
1396.
La crítica procede de STARKIE,
1.c.
ARISTOFANES, ACHARN. 652-654
63
Aristófanes se presenta así como un incordio beneficioso (cf. v. 649,
noAhá), porque hace ver la realidad en sus aspectos más dolorosos.
En esta sucesión de argumentos la equiparación de Egina y Aristófanes ocupa el clímax. Además la mención de Egina (v. 653) es un añadido
inesperado justo detrás de la petición de paz de los lacedemonios: pedir
la paz y reclamar Egina es una actitud contradictoria y un impedimento
para que se logre. La razón de esta evidente contradicción es, según Aristófanes, que quieren quedarse con el poeta (Egina) para ganar la guerra.
El sentido del texto es, sin duda, éste. Pero ello no aclara aún la relación
- de Egina y el poeta; hay que intentar, pues, otro camino.
Egina constituía el problema inveterado, que había sido bautizada por
Pericles como «orzuelo del Pireos (quizá con ocasión de la expulsión de
sus habitantes en 431 a.c.), para indicar la necesidad imperiosa de quitarla de delante del puerto ateniense. La frase hizo pronto fortunalo y dio
pie a las chanzas de la Comedia contra Pericles. Así Teléclides parece
aludir al político ateniense" con ocasión de su retirada de Prasias (verano
de 430 a.c.) con las siguientes palabras:
66' irx' Aiyivqg vqoou xoe~ei600~ijvogExov tO x~óowxov(fT. 43)12.
«Él regresa de la isla de Egina con cara de forúnculo*.
Más tarde Aristóteles (Rhet. 1411 a) recoge la frase como ejemplo de
metáfora en estos término (casi los mismos que usa Plutarco): nai ~ E Q L ~ h i . Cj ~~VAEyivav &p&h&iV
EXÉAEVOE T ~ V
A f i p p TOÜ I"I&ieaiÉwS.
E ~ O nana
L
En consecuencia, Aristófanes no hace sino emplear Egina como sinónimo de hfipq «legaña, orzuelo», pero la metáfora no se manifiesta hasta
el final del verso, cuando la cita de la frase de Pericles se hace patente (cf.
&cpÉhov.ca~).Aristófanes es la legaña (Egina) que obliga a reconocer la
realidad impidiendo que los atenienses se duerman en los laureles13. Ésta
es, pues, la causa que mueve a los lacedemonios para querer quitarles el
poeta.
Es una de las pocas que Plutarco atribuye a Pericies (cf. Per. 8, 7).
La idea la sugirió ya BERGK(cf. GOMME,
ad Thuc. 11 56, 6), la acepta U. von
WILAMOWITZ,
Observationes criticae in comoediam graecam selectae, Diss. Berlin,
1870, p. 26. Vid. el comentario de J. SCHWARZE,
Die Beurteilung des Pericles durch
die attische Komodie und ihre historische und historiographische Bedeutung, Beck,
München, 1971, p. 99 s.
l2
Cf. A. MEINECKE,
Fragmenta Commicorum Graecorum, Berlín, 19702, 11 1, p.
373; A. GOMME,
o.c., 11, p. 164, ad Thuc. 11 56 b.
l 3 El oxímoron se basa en el lugar común que compara la falta de inteligencia
con esta enfermedad; así Lo indica el escolio (ad Plut. 581) al comentar la frase
'O
"
64
IGNACIO R. ALFAGEME
Pero aún no se ve el esperado chiste, que Aristófanes viene preparando, al menos, desde la aliteración tlx del verso 649:
& h a66 toíhov tbv J C O L ~ TXOTÉQOWS
+~
E ~ O xaxa
L
nohhá.
Sobre este punto es muy significativa la comparación de la frase atribuida a Pericles y el verso de Aristófanes, que transcribimos a continuación poniendo entre paréntesis los términos que no coinciden:
t4v A'iytvav &hp~h&iv
(ExÉh&vo&)
tfiv h?ípqv
Arist. Rhet. 1411 a.
dp A'iytvav... h a tbv notqtfp &rqÉAovtat.
Ar. Ach. 653-4
Aristófanes ha modificado la frase de Pericles en dos puntos14:
1." H a sustituido en la aposición a Egina hfpqv por xotqtip.
2.O H a cambiado la voz activa del verbo (&rpeheiv)por la voz media
(árqÉhovtat).
La primera modificación se explica aceptando una pronunciación [y]
para el diptongo [oi] en posición antev~cálica'~;
es decir xoirpjv representa [py:~:te:n]lo que hace de él un derivado de la misma serie que núqBLS,m q p a t i n ó ~sinónimo de xúov, Ep~cÚqpal~
«abceso» y, por lo tanto,
de hfipq. Aristófanes juega con el doble sentido orzuelo/poeta de
X O L ~ Tal~ que
V , da pie la fonética y la cita de la frase de Periclesí8.
Aqptiv t a s cpeÉva5. Sobre esta imagen vid. J. TAILLARDAT,
Les images d'Aristophane,
Belles Lettres, París, 1965, p. 270; 1. RODR~GUEZ
ALFAGEME,
La medicina en la Comedia Ática, U . Complutense, Madrid, 1981, p. 144.
l4
No tenemos en cuenta el cambio del orden de palabras, porque para conseguir
mayor efecto en la voz media del verbo, Aristófanes estaba obligado a dejarlo en última posición de la frase.
lS
De esta forma Aristófanes sería el testigo una vez más de un cambio fonético
que S. T. TEODORSSON,
The Phonemic System of the Attic Dialect 400-340 B.C., Berlingska, Lund, 1974, p. 253 y 296, considera cumplido ca. 430. La fecha de Los Acarnienses, 425 a.c., constituiría el terminas ante quem para el paso de la vocal [@:],procedente de [oi], a [y:]. Contra esta teoría tradicionalmente se acepta la pérdida del
segundo elemento del diptongo [oi] en posición antevocálica, cf. L. THREATTE,The
Grammar of Attic Inscriptions, De Gruyter, Berlín, 1980, 1 p. 324 SS.
l6
No es obstáculo que estas formas estén atestiguadas tardíamente, ya que la
formación del derivado sigue un procedimiento regulas y vivo desde época anterior a
Aristófanes.
l7
Para Qplrqpa cf. Hp. Epid. VI 18, 18; & p u o v cf. Hp. Epid. IV 44; y en
general H. DONT,Die Terminologie von Geschwür, Geschwulst und Anschwellung im
Corpus Hippocraticum, Wien, 1968, esp. p. 20.
l8 No resulta extraiia esta cita en una comedia que habla de la paz ansiada tras
años de una guerra que inició Pericles. Además una alusión indirecta a este político
no está fuera de contexto, ya que unos versos antes (530) le ha mencionado expresa-
ARISTÓFANES. ACHARN. 652-654
65
La segunda modificación, el cambio de voz, implica un chiste de sorpresa. Los lacedemonios quieren extirpar el «pocta/orzuelo>>
para que les
moleste a ellos. En la voz media del verbo, que revela de repente la intención del poeta al mencionar Egina, estalla la absurda paradoja de la
actitud laconia al intentar negociar una paz mediante exigencias. Y quizá
también haya aquí una pulla contra la política de Pericles que propone
«extirpar» el orzuelo y en realidad se queda con él.
IGNACIORODR~GUEZ
ALFAGEME
Universidad Complutense
mente al hablar del decreto contra Mégara, precisamente una de las dos causas de la
o.c., pp. 135 SS. y 37. Nóguerra. La otra fue el problema de Egina, cf. J. SCHWARZE,
tese de paso que ¡a metáfora empleada por Pericles procede de la lengua de la medicina (la relación de este pasaje con la medicina se nos escapó tanto a G. SOUTHARD,
The Medical Language of Aristophanes, U.M., 1970, p. 37, como a mí mismo, o.c.,
en nota 13), según demuestran los usos de algunos tratados del s. V-IV a.c., que ilustran el tipo de operación que designa &cpa~@eiv
Arípqy. Así el tratado hipocrático De
visu (8) aconseja hacer una incisión en la frente para curar la pérdida de visión sin
causa local &cpeAóvrarbv fi6ewna y en el siguiente capítulo habla de una sangría que
denomina a'ipatoc ixrpaieea~~,
«extracción de sangre». También el autor de De locis
in homine (40, 2), fechado por JOLY(Hippocrate XIII, Belles Lettres, París 1978, p.
32) entre 420 y 390 a.c., recomienda la «extracción de sangre» para curar el dolor de
cabeza.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
<
Love looks not with the eyes, but with the mind,
And therefore is winged Cupid painted blind.
Nor hath Love's mind of any judgement tuste:
Wings and no eyes figure unheedy haste.
And therefore is Love said to be a child,
Because in choice he is so oft beguiled.
As waggish boys in game themselves forswear:
So the boy Love is perjured everywhere.
( W . SHAKESPEARE,
A. Midsummer-Night's Dream, 1 1, 234-241).
Ya en otra ocasión', y después de hacer una sucinta introducción a la
compleja figura de Eros, nos deteníamos en los fragmentos de la comedia
media griega que hacen alusión a esta divinidad en sus aspectos más arcaicos, es decir, como dios cosmogónico y primigenio.
Nuestro propósito aquí.es considerar la presencia en los fragmentos
de los poetas cómicos del siglo IV a . c . de un topos no sólo ampliamente
atestiguado en los autores clásicos greco-latinos, sino también de gran
fortuna y desarrollo en la literatura universal hasta nuestros días. Nos
proponemos estudiar los fragmentos de los poetas postaristofánicos y premenandreos en los que aparece Eros alado, y tratar, finalmente, de sacar
algunas conclusiones generales sobre el tema.
§ 1.1. El pasaje más sugerente que nos va a servir de punto de partida es el fragmento 41 de Eubulo2, el poeta que según la tradición viene
a representar el paso de la llamada comedia antigua a la comedia media.
Ateneo3 nos ha transmitido el texto y lo ha adscrito a la comedia titulada Kapxvhíov, fechada por Webster4 entre el 340 y el 320. El texto
'
«Aspectos arcaicos de Eros en la Comedia Media», Miscel.lania Sanchis Guar-
ner 11, Universidad de Valencia, 1984, pp. 293-299.
LOSfragmentos estudiados se citan según las ediciones más modernas, es decir,
(Leiden, 1959) para
la de HUNTER(Cambridge, 1983) para Eubulo y la de EDMONDS
el resto de poetas cómicos de la Mese. Para otros autores de comedias griegas, se cita
en ocasiones la edición de KOCK(K).
XIII 562 C-d.
Studies in Later Greek Comedy, Manchester, 1953, p. 240.
68
JORGE SANCHIS LLOPIS
parece descubrir la presencia de un esclavo intrigante en el desarrollo de
una trama amorosa5:
Proponemos la siguiente traducción:
¿Quién a Eros por vez primera al pintar
o modelar con cera alas le puso?
Pues no sabía sino pintar golondrinas,
pero de las maneras del dios era desconocedor.
De verdad que no es ni ligero ni sencillo
para liberar al que soporta esta enfermedad,
sino pesado. ¿Cómo, pues, va a tener alas
una cosa tal? Estúpido quien lo afirme.
3 1.2. El fragmento procede, en opinión de Hunter7, del comienzo
del monólogo de un enamorado. La seriedad del que habla tiene fiel reflejo en el ritmo, con una única resolución en los ocho versos.
Para el Campylion, Webster8 sugiere la presencia de un enamorado
quejoso, una hetera modestag y una vieja borrachalo, quizá una alcahueta. Se trata de los elementos básicos para un argumento de intriga y reconocimiento, rastreable en los fragmentos y noticias que conservamos de
la comedia de este período".
Ath. XIII 562 y XI 471 e. Probablemente con el nombre de Kapnvhiwv representaron comedias Ararós y Eubulo. Este hecho -comedias con el mismo título representadas por autores diferentes-, corriente en la comedia media, puede estar en
la base de la confusión en la Antigüedad tardía al atribuir a uno u otro poeta cómico
simultáneamente pasajes de comedia con este título.
A ~i xkv ~ J ~ I S E L ESCHWEIGHEUSER
.
y EDMONDS
~i ( P ~ I S E L E . DINDORF
y GULICK
.si x&cp~lae.La lectura de A puede explicarse simplemente por un error de x&v por
x a i , pero el texto no parece sugerir una prótasis con matiz potencial. Tampoco, por
HUNTERrecoge
este motivo, parece conveniente la conjetura sugerida por EDMONDS.
por motivos de frecuencia, frente al aoristo sugerido por
la corrección de MEINEKE
GULICK,
raro en comedia, y por ello nos parece la lectura más convincente.
O.C.,p. 131.
WEBSTER,
o.c., p. 74 n. 1.
Fr. 42.
'O
Fr. 43.
" Ya en las Stephanopolides de Eubulo (frs. 98-105) encontramos a un tímido
enamorado de la hija de una alcahueta, que se encuentra con un rival extravagante.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
69
Al monólogo de un enamorado corresponde también el fragmento 245
del Fedro de Alexis, del que ya nos hemos ocupado en otra ocasión12 y
sobre el cual volveremos, y cuyos dos primeros versos expresan de manera más clara la actitud quejosa del personajeI3:
Éste es un tipo bien conocido de monólogo, en el que el enamorado
expone sus quejas de Amor. El testimonio de la comedia romana es importante a este respecto. precisamente en Plauto reconocemos aquello en
lo que viene a dar lo que sería una tradición bien elaborada en la comedia
media y nuevaI4.
§ 1.3. Los monólogos plautinos y los que nos conservan los fragmentos de Filemón15, Diodoro16 y Nicolao17, tienen también en común con el
pasaje de Eubulo el motivo del xeozog ~4ee.cfig~~.
Otros fragmentos de
la comedia antigua y media recogen también este mismo motivo19. En
O . C . ,3.2.2.
En la comedia nueva el fr. 89 de Filemón parece obedecer a una misma fórmula de inicio de monólogo, en el que la reflexión comienza esta vez con una alusión
a Prometeo. También el fr. 2 de Diodoro, con una alusión a los dioses, podemos considerarlo el inicio de un monólogo, y en el fr. 1 de Nicolao es involucrado el mismo
Zeus.
l4
Con estas palabras de Tóxilo se inicia el Persa de Plauto (w. 1-6): Qui amans
egens ingressus est princeps in Amoris vias 1 superauit aerumnis suis aerumnas Herculi... La comparación con una figura mítica ilustre o con un suceso extraordinario sirve
para ensalzar la situación real de la palabra o la persona que habla. La primera de las
Elementi
dos líneas ha de remitirse al original griego de la comedia latina (FRAENKEL,
plautini in Plauto, vers. ital. Firenze, 1960, pp. 9 s.). Cf. Cistellaria 203-228 y Trinummus 223-275.
l5
Philem. 89
l6
Diod. Com. 2.
l7
Nicol. Com. l.
l8
Cf. KLEINGUNTHER,
' n ~ ó t oE ~~ Q E ~Phil.
~ ' Suppl.
,
Bd. 26, 1933; Thaede,
RAC 5, 1192-1241; id. RhM 105, 1962, pp. 158-186. Es una idea prominente en época
de Heródoto y en la investigación sofística. Está presente en la tragedia de la segunda
mitad del siglo V, donde aparece explícita la maldición al E ~ Q E T ~ SS.: Aj. 1192-1205,
E. Hipp. 407-9, fr. 153 Austin. Es un motivo favorito de la poesía helenística y en la
poesía romana lo encontramos, por ejemplo, en Hor. C. 3.12 y Tib. 1 10.1-2. Para la
comedia romana, cf. n. 11.
l9
Eupolis, fr. 351: AAKIBIAAHL p ~ o óA a x ~ v í ~ e ~t avy,q v í < ~ ~6i:
v x&v
x ~ ~ a í p q v . / Bxohhas
.
6E <ooi y'> o i p a ~P~pcvFpiYac<yvvaixas a6tóv.l AAK. oVx
eixóq,> 05 YE xeWt05 EE~.úeovt ó ne@ ' X L X ~ V E L V .En la comedia del siglo IV encon,
de en nyestro fragmento, en Antífanes, fr. 123:
tramos el motivo del 6 ~ i t e ó vademás
Ó ~ L tÉxvqv
S
neWtos xat&@ tWv iY~óv,/ o h o s pÉy~atove 6 p v &viY~óxo~5
xaxóv.
También en Anaxándrides 30: 6 n e ó r o ~e6ehv nohvtehi:s rpqtbv pÉya / yha-lrxov
l2
l3
70
JORGE SANCHIS LLOPIS
otros pasajes cómicos20,entre ellos el fragmento 116 del mismo Eubulo,
volvemos a encontrar la fórmula OInóho~WÓ m ~ g ,acompañando al motivo
que nos ocupa.
9 2.1. Eros es a veces representado sin alas, como en los casos en
que forma grupo con Psique2'. Pero las alas son su atributo más constante, y se está de acuerdo en considerar que en los casos en que no aparecen
en nada se modifica el carácter mitológico del dios.
El atributo de las alas en Eros cabe considerarlo antes de la época helenística:
a) como un elemento simbólico, y
b) en su uso metafórico.
Cuando, por el contrario, el arte helenístico multiplique las figuras
aladas de la divinidad, acompañada con frecuencia de animales, no habrá
que ver en ellas más que el gusto de la época por la reproducción de figuras infantiles aladas22.
En cuanto al simbolismo, las alas expresan espiritualidad, imaginación, pensamiento, y las formas y condición de éstas significan la calidad
de las fuerzas espirituales simboli~adas~~.
'
neóaoxov ... En la comedia nueva, el fragmento 79 de Filemón corresponde al
honá6o~
monólogo de un cocinero: G v i$iov~'p 6 xeórog a k ó v xatapa60v / r i j ~
&vexí$eae xttcpevyev x~M.cp / t3v honáti' Exov, tthho~6' EGionov n a t a xó6as (VV.
14-16). Un 8eóv e.Úeqpa en la comedia nueva aparece en el fragmento 2,l de DioL x a i v~vopiapÉvovx a i t ó v 6eOv
doro: fioljhopai 6 e i t a ~o a c p ó ~/ WS a e p ó v E ~ toüto
&Ah> & v 6 e e aocpoí.
~
En Com.
eüeqpa, t&5 6' &?,has rÉxvas o 6 6 a i ~6eóv xatÉ8&i~&v
Adesp. 115 (= Sch. E. Or. 234) el que habla es un esclavo: 6 neWto5 eixWv 'vetaf i o h ~n á ~ t w vyhvxú' / oUx Cyia~ve,6Éonot1, Ex y& ya@xónov, / yhvxei' &vánava~5,
y &hovoías 6' ü6w@,x a l <tahha> ta t o ~ a ü r...
'
20 En Aristófanes, Lys, 946 se explicita la idea de una maldición: x á x ~ o t &xÓ'
10~6'
6 JGQWTOS ty>+oa~p 6 ~ o v La
. misma expresión de maldición encontramos en el
fragmento 154 K de Menandro, que precisamente trata el mismo tema de Eubylo,
' 6elheeo5, / ei6 6
116: ...EEóhqq &xÓho~6'6-m15 xotk / 6 ngótos f p yrípa5, E X E L ~ 6
teítos, 66' 6 t É t a e t o ~ ,ei6' 6 petayevfis.
2'
M. COLLIGNON,
en DAREMBERG-SAGLIO,
Dictionnaire des Antiquités Grecques
et Romaines, París, 1873-1919, S . V . «Cupido», v. 1, p. 1601; grupo del Capitolio; museo de Dresde; grupo de Londres, también en un camafeo de Florencia.
22 M. COLLIGNON,
o.c., 1602.
23 J. E. CIRLOT,
Diccionario de símbolos, Barcelona, 1969*, p. 68. Cf. DEL, El
simbolismo de la mitología griega, v. cast., Barcelona, 1976, pp. 37 y 45 SS. Para otras
explicaciones alegóricas sobre el carácter alado de Cupido que tiene su origen en la
Baja Antigüedad y que transmiten su material mitográfico a la Edad Media, cf. E. PANOFSKY, Estudios sobre iconología, ed. cast., Madrid, 1972, pp. 149 s. nn.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
71
Para S. F a ~ c e las
~ ~distintas
,
concepciones expresables por medio de
las alas pueden reducirse a una categoría religiosa común, aunque polisimbólica y polivalente. Motivo común de las figuras aladas es la idea de
una fuerza sobrenatural y extraordinaria aunque deberemos además adivinar en cada caso un significado particular, esencialmente metafórico.
§ 2.2. Difícil es concretar en qué momento pasa Eros a tomar figura
humana en las representaciones, abandonándose la primitiva piedra no
tallada. La figura más antigua de Eros de la que tenemos noticia en el
arte griego es la estatua de la A ~ a d e m i a No
~ ~ .más fácil nos resulta determinar quién fue «el primero que al pintar o modelar con cera a Eros
le puso alas» (VV.1 s.). Los escolios al verso 575 de las Aves de Aristó- fanes consideran que las alas no son un atributo originario de este dios26;
pero Furtwangler, sin embargo, ha explicado que las palabras xai tbv
" E g o ~ se
a deben a un error del escoliasta2'. Para M. C o l l i g n ~ nla~pre~
sencia de alas en Eros estaba ya en el origen de las representaciones artísticas de la divinidad. En el arte antiguo del s. VI es representado sin
alas, pero simultáneamente en la misma época es un ser alado que lleva
una liebre en la mano29.
Para Gerhard30, el origen de las alas en Eros hay que situarlo hacia la
60 Olimpiada, y parece proceder de la misma concepción de los genios de
combate, como Agón, o las figuras de temor como Dimo y Fobo. En este
contexto el arte arcaico quiere expresar así la rapidez de la acción.
§ 2.3. Cuanto llevamos dicho sobre el origen del atributo de las alas
de Eros no es, sin embargo, sino una mera aproximación al problema.
Conviene, sobre todo, atender al contexto religioso y a la tradición literaria, de los que son a la vez expresión y elemento inspirador las representaciones artísticas.
La mención de alas al hablar de Eros en la lírica arcaica no parece muy
clara. Interesante es el fragmento 58 P 1 P.M.G. de Alcmán: Eros juega
como un niño ( n a í o 6 ~ posándose
~)
sobre la punta de las flores; esto hace
suponer pues una figura no sólo alada, sino también pequeña o ligera.
24
Eros. La figura e il culto, Génova, 1977, pp. 136 SS.
Ath. X I I I 609 d; Paus. 1 30; Plut. Sol. 1, 7.
*"ch.
veotegixbv t b tfiv Níxqv xai tbv 'Egota.
27
S.V. «Eros» en ROSCHER,
Ausführl. Lexicon der griech. und rom. Mythologie,
Leipzig, 1884-1886, 1 1 cc., 1339 SS.
O . C . ,p. 1598.
29 E. SPEIER,
Encicl. Arte Ant. Cl. Or., S . V . «Eras», p. 427.
30
Uber die Flügelgestalten der alt. Kunst. Gesamm. Abhandl. v. 11, cit. por
COLLIGNON,
p. 1598.
25
72
JORGE SANCHIS LLOPIS
Platón en el Banquete (194 E - 197 E) pone en boca de Agatón el famoso discurso sobre la naturaleza de Eros. Agatón considera a Eros el
más joven de los dioses, frente a la visión cosmogónica defendida antes
por Fedro. Resalta su belleza, su flexibilidad (By~ós),su virtud -justicia,
templanza y valentía- y su sabiduría. A propósito de su belleza y delicadeza leemos: x ~ ó a g6E n a h h o ~fi naz' & v h Gía~zatoG 6eoÜ oqpaíve~
(196 A). Es, pues, el mismo motivo de Alcmán 58 P 1 P.M.G.: Eros posándose sobre las flores.
En la parodia de la cosmogonía órfica de Aristófanes, en Aves 695 SS.,
se explica la concepción del orflsmo sobre el origen de Eros:
Esta idea del dios nacido del huevo lleno de viento hay que ponerla
en relación con el estado primitivo prehumano y no diferenciado, en el
que seres alados y bisexuales, como el ave Fénix, expresan el hermafroditismo originario3'. Hay, pues, que remitir el atributo de las alas en Eros
a la tradición más primitiva, que representa a esta figura como divinidad
cosmogónica3*.
Para J. H a r r i ~ o n el
~ ~elemento
,
del huevo como origen de una cosmog ~ n í puede
a ~ ~ despejar todo misterio sobre el carácter alado del dios: del
huevo surgiría, como es natural, un ser alado, de manera que E r ~ sería
s ~ ~
una forma especializada de KBr y, como las KBres, tomaría forma alada,
igual que la Muerte y el Sueño. No obstante, parece bastante simple esta
interpretación. La clave de este pasaje parece estar más bien en la oposición entre la Noche p ~ h a v ó n t e ~ es
o ~decir,
,
«de negras alas», y Eros,
otihpwv ~ ~ E Q Ú Y O LxVp o a i v . En este sentido, la Noche que porta alas negras pone un huevo «no fecundado^^^, del que nace un ser, alado como
su madre, pero cuyas alas no son negras, sino brillantes3'.
3'
M. DELCOURT,
Hermafrodita, trad. cast., Barcelona, 1969, pp. 97-118.
J . SANCHIS,
o.c., 3.2.1. y passim.
33
Prolegomena to the Study of Greek Religion, Londres, 1962, pp. 631 s.
34
Cf.J. E. CIRLOT,o.c., p. 254 SS. M. ELIADE,
Tratado de historia de las religiones, Madrid, 1974, v. 11, p. 200 SS.
35 Desde Anacreonte (fr. 99 P. apud Plutarch. Mor. 751 a) se dice de Eros: xó6q1
otihpov nai y e y a v o y h o ~ .
36 'YnqvÉy~ovtiene aquí el segundo significado de «no fecundadon (cf. W. K. C .
CUTHRIE,
Orfeo y la religión griega, trad. cast., Buenos Aires, 1966, p. 97).
" Debo la idea al Dr. Antonio Melero, a quien agradezco la sugerencia.
"
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
73
Q 2.4. Pero en esta figura compleja, desde su arcaica representación
en una piedra no labrada donde recibía culto, hasta aquel niño juguetón
y travieso, se han aglutinado y encontrado elementos dispares, en parte,
evolucionados los unos de los otros y, en parte, totalmente ajenos, libremente expresados en una rica tradición literaria e iconográfica. ¿Qué hay,
pues, de divinidad cósmica detrás de las alas con las qUe la época alejandrina y romana seguía adornando la figura de Amor o Cupido, ahora ya
rejuvenecida hasta la niñez? Quizá nada, salvo el recuerdo de los eruditos
y mitógrafos.
Para la larga etapa intermedia entre los dos extremos opuestos, sin entrar por supuesto en límites cronológicos precisos, podríamos intentar
responder a la misma pregunta.
En el siglo IV a . c . Eros sufre una significativa reivindicación en lo
literario y artístico. Adelantemos de momento que su presencia es, al menos cuantitativamente, más importante, según los fragmentos de la comedia nos permiten afirmar. En esto, como en tantos otros aspectos de la
poesía dramática, el punto de referencia principal será Eurípides, quien,
especialmente en el Hipólito, subraya el aspecto de ~ca8qpade la divinidad.
Platón sacará buen partido de los elementos ideales de un Eros suficientemente atendido por los presocráticos y felizmente caro a la lírica arcaica. Así, en nada debe sorprendernos que en el discípulo de S ó c r a t e ~ ~ ~
las alas simbolicen la tensión del deseo y de la aspiración a lo bello39.
Sin duda, los poetas y los filósofos heredaron los elementos primigenios de la divinidad, y usaron de ellos para la elaboración libre de su obra
y su pensamiento.
Después de las creaciones severas en la primera mitad del s. V, el arte
más libre de la segunda mitad de ese siglo representó a Eros en las obras
más importantes. En el nuevo estilo del s. IV es un tema predilecto las
representaciones de la divinidad como un joven muchacho alado, cuyas
formas se llenan y afeminan progresivamente hasta !a época alejandrina.
Es en el tipo representado por Praxíteles en el que se inspirará el arte
hasta el período alejandrino40.
Quizá para este período podamos aplicar ya la sugerencia de S.
Fasce41, según la cual, cuando el primitivo significado cosmogónico se
38
39
40
41
Phrd. 249 D SS.
S. FASCE,
o.c., p. 138.
M. COLLIGNON,
o.c., p. 16013.
O.C.,p. 136.
74
JORGE SANCHIS LLOPIS
perdió, las alas indicaban la antigüedad del dios, su carácter no olímpico,
que comparte con las antiguas divinidades griegas de la naturaleza.
Sin embargo, cuando Simónides de Ceos4*hace a Eros hijo de Afrodita y de Ares, lo introduce ya en el círculo de las divinidades olímpicas,
y es así como, al introducirlo propiamente en la mitología, abre nuevos
cauces a la libre inventiva poética en nuestra figura.
§ 2.5.
Podemos creer que en la época en que Eubulo representó su
Campylion el carácter alado de Eros conservaba el significado simbólico
primitivo. Pero es verdad que la figura ya había sufrido algunos cambios
que subrayaban y sobreponían sugerencias particulares de entre la amplitud simbólica de las alas. Ya se vio en otro lugar43,cómo Platón elaboró
la figura de Eros para la expresión de su pensamiento filosófico en sus
diálogos «eróticos», el Banquete y el Fedro, y de qué manera está presente en la comedia media. Por otro lado, Eurípides había desarrollado en
sus tragedias, especialmente en el Hipólito,los aspectos pasionales e irracionales del amor personificado en Eros, como más adelante nos detendremos a considerar.
§ 3.1. Como ya se ha dicho, Eros toma un lugar importante en las
representaciones iconográficas del siglo V y sus imágenes se multiplican
en el IV. En el fragmento de Eubulo que nos ocupa, se queja el personaje
del monólogo de 6 y e a q a s rc~otos... xqgorcham~oa~..
. (1-2).
Sobre las pinturas que retrataban a este dios tenemos un testimonio en
la comedia antigua, donde además se representa coronado de flores, otro
de los atributos de los que hará uso abundante la poesía alejandrina44.En
los w. 291 SS. de los Acarnienses de Aristófanes leemos:
jOjalá nos cogiera a ti y a mi un Eros para unirnos,
como aquel que hay pintado con una corona de flores!
El e s c o l i a ~ t ainforma
~~
que el pintor Zeuxis pintó en el templo de
Afrodita en Atenas un Eros c b ~ a ~ ó z a zcoronado
o ~ ~ ~ , de rosas47.
Fr. 70 PI P.M.G. (43 B, 24 D).
J. SANCHIS,
o.c., 3.2.2.
Anacreont. VI, XXXV, LV 4-8; Anth. Gr. XVI 202.
45
Sch. R.
46
' Q a i o s , además de su acepción primera, se aplica a personas y cosas como
sinónimo de «joven» o «bello».
47
Por otra parte, en la comedia nueva, Menandro (fr. 718) vuelve a presentar
una desautorización a los pintores de divinidades, esta vez de Prometeo: EEZ' 06 OLxaiws neoonettahevpÉvovi y~árpovoizov iIeopq.rl.uÉa...
42
43
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
75
Junto al verbo y ~ á r p wencontramos en el fragmento x q ~ o ~ c h a o ~ é o ~ ~
Una simpática anacreóntica (XI) trata de figurillas de cera que representaban a Eros, que están en venta y sobre el precio de las cuales se negocia. Permítasenos su transcripción completa:
5
10
15
vsqviqs Enóhsi,
Eyw 6É o i n a e a m a s
«nóoou ~ É ~ E LEcpqv
s » woi
TO tvx0Ev Exneíwya~;»
b 6' s i n &6we~áI;wv.
«háp' a 6 t o v bnnóaou hijy
ó x w s Cirv Exya0ys VLV,
06% sivi xqeotÉxvqg,
áhh' 0 6 8Éhw ovvoixsiv
Geaxpjs, xahOv a6vsuvov.»
"EQWS,
06 6' s60Éws y s
n 6 ~ w o o v .s i 6E pq, a 6
x a t a cphoyb~zaíc+q.
Para Hunterso no se refieren a lo mismo Eubulo y el poeta helenístico.
En el fragmento cómico se haría referencia a la acción de fabricar un molde de cera, a partir del cual se haría una figura de terracota, y no a una
figura propiamente acabada, a lo que es evidente que se refiere el pasaje
de la lírica alejandrina. Pero Aristófanes, en Asambleístas 1035 s., parece
demostrar que los objetos de cera, y no sólo los moldes, eran ya familiares en la Atenas de principios del siglo IV
48
El segundo de los verbos que aparece en el fragmento de Eubulo, xqeorchaazéo, se aplica en griego a: 1. modelar de o con cera, o como en cera: Hp. Art. 62,
Aret. S D 2.13; 2. hacer celdas de cera: D.S. 17.75, 19.2 (LSJ, G. E. L. 1968, s. v.). Por
tanto, con el primer sentido está muy poco atestitguado y sólo en contextos de medicina, aparte de nuestro fragmento. La segunda aplicación de este verbo resulta semánticamente sumamente precisa y no aparece más que en Diodoro Sículo.
49
navzoeéxzqg equivale a navoibyog, según LSJ: cf. Porph. Abst. 142, Jul. Or.
6.197 b, y es un protolegomenon aquí. M. BRIOSO(Madrid, 1981, p. 11) traduce por
que lee «todopoderoso».
«insaciable», y prefiere esta interpretación a la de EDMONDS,
50
O . C . ,p. 133.
51
En el pasaje de las Asambleístas, correspondiente a la escena obscena y esperpéntica de las viejas y el joven, una de las desaforadas mujeres le pide una corona al
joven y éste le contesta que le parece bien, mientras sea una corona de cera, es decir,
como las que se colocaban en las tumbas (R. G. USSHER,Ar. Eccl., Oxford, 1973,
p. 219).
76
JORGE SANCHIS LLOPIS
En el diálogo Teeteto, Platón usa en dos ocasiones52la imagen del modelado de cera aplicado a las almas. Que la imagen debía de ser grata al
discípulo de Sócrates parece demostrarlo el texto del T i r n e ~donde
~ ~ se
habla de la creación del hombre en manos precisamente del n q ~ o ~chaotqg~~.
Por otra parte, la idea de representar a Eros involucrado en los asuntos domésticos de los humanos aparece ya en el siglo IV. Al principio personifica los sentimientos que afectan a los personajes representados,
como signo sensible de las pasiones humanas, y más tarde forma parte de
las escenas de la vida cotidiana. El uso que hace el arte helenístico de esta
última posibilidad de multiplicar motivos es enorme55.
Esta dimensión del dios del amor podríamos decir que haría populares las pequeñas figurillas aladas, que se comprarían en el mercado como
objeto de regalo entre enamorados. En la Antología Griega leemos: 'Avtí
p' geotog " E e o t a & o t o 8ebv Onaoe @g+vy I lQa&zéhqg, po8bv nai
8eOv e+~Ópevog(XVI 205, 1 s.). De estas escenas de venta de Amores
dan también buen testimonio artístico representaciones pictóricas, desde
una pintura en vaso de la Magna Grecia hasta otra en P ~ m p e y a ~ ~ .
§
3.2. En el verso 3 del fragmento de Eubulo que nos ocupa leemos:
El elemento caracterizante de la golondrina57que usa el poeta cómico
para contraponer esta ave a Eros alado es su ligereza. Frente a ella, en
las líneas 5-7, que más adelante nos detendremos a considerar, se califica
a Eros de molesto, pesado, difícil para librarse de él como de una enfermedad.
52
191 C y 197 D.
74 C.
54
Tiene interés para nosotros este uso, también raro (cf. Ptol. Tetr. 180), del sustantivo, aplicado aquí sin ningún tipo de precisión: no se trata del que modela con
cera, sino simplemente del modelador, ya que su obra se hace 5 8 a n pEv xai xvei xai
y j ovypeitas ..., es decir, más bien a la manera de un alfarero.
M. COLLIGNON,
o.c., p. 1606.
56 Id., p. 1608.
57
O.C., p. 133. Es verdad, sin embargo, que en Ar. Av. 1410 s. se clasifica a las
golondrinas entre las aves que nada tienen, es decir, por su insignificancia. Pero la golondrina aparece como prototipo de otras cosas, por ejemplo, de ave de excelente
vuelo, aunque imposibilitada de caminar, en la Historia Animalium de Aristóteles (1
487 b 25-27), y este mismo aspecto se da en Aristófanes (Av. 1680 s.). En la misma
comedia aristofánica aparece como ave de largas alas (1410 s.). Otro tópico sobre las
golondrinas es su gorjeo, utilizado como símil de una lengua extraíia (Anac. 108 P;
A. Ag. 1050; Ar. Ran. 681), o , por el contrario, es calificada como «de bello canto»
53
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
77
En la Anacreóntica IX B el poeta amenaza a una golondrina con cortarle las alas o la lengua:
Ti aoi 8Éhet.s no~fpw,
t i GOL;
háhei, X E ~ L ~ Ó Y .
ta taeoá aev ta xoücpa
í3Éhst.s haphv qahiEo;. ..
Nótese que se llama a las alas de la golondrina «ligeras», con el mismo
adjetivo griego, xoccpa, que Eubulo usa para decir justamente lo que no
es Eros: Eodv ya@o h e xocrpos o h e LOS (5).
Por tanto, el elemento común de que se sirve el poeta cómico para la
comparación entre Eros y las golondrinas es el carácter alado de ambos.
Y el elemento de oposición radica, por el contrario, en lo embarazoso del
primero y la ligereza de las alas de las avecillas, más que en la pequeñez
e insignificancia de éstas, como sostiene H ~ n t e r ~ ~ .
Es en la Anacreóntica XXV donde encontramos una comparación elaborada entre las golondrinas y Eros. Ambos nacen y anidan como aves,
pero las golondrinas son aves de temporada:
En cambio, Amor anida sin tregua en el corazón del enamorado:
YEgws6' &ei xhéxet. pev
7
Ev xae6í.g xah~ípr
Y a su vez los amorcillos, una vez crecidos, crían otros congéneres,
ante la impotencia del poeta por evitarlo:
( f i 6 v p d É ~ en
) Anacreonte (49 P). Por supuesto, su presencia anuncia, por otra parte,
como en todos los países mediterráneos, el buen tiempo (Cratino 33 [= Arist. E.N.
1098 a 181; Ar. Av. 714 s. y 1416 s.).
58
O.C., p. 133.
78
JORGE SANCHIS LLOPIS
Las representaciones de E r ~ t e como
s ~ ~ avecillas en su nido60 es común
e n época helenística tardía6', y no parece que hubiera de estar e n la base
de la comparación con E u b ~ l o ~ ~ .
Así, pues, podemos afirmar que una vez más la comedia media estaba
sirviendo de hilo conductor en la historia de la literatura griega al desarrollar aquí aspectos de Eros de los que harán uso abundante, con imaginación desbordada, los poetas y artistas helenísticos y romanos.
§ 3.3. Hasta ahora hemos visto cómo se ha expresado la queja del
enamorado e n dos secuencias:
a)
b)
Interrogativa retórica (1-2): el tema del ~ T ; Q ~ ~E ~OQSE ~ T ~ S .
Afirmativa (3-4): acusación de desconocimiento de las maneras
del dios.
El fragmento de Eubulo presenta una estructura concéntrica, en tanto
en cuanto los versos 5-7a constituyen el núcleo del pasaje, al recoger la
afirmación central del personaje respecto a Eros:
Eros aparece ya e n la lírica arcaica como ~ A V X V J C L ~ Q OSafo,
~ . Teognis,
Anacreonte, Alcmán y los fragmentos órficos señalan el carácter bipolar
de la primitiva divinidad, aunque se fijen más e n sus rasgos de poder y
crueldad63. E n Sófocles encontramos también concebido a Eros como
59
El plural de Eros aparece ya en Píndaro (Nem. 8,5). En Esquilo (Supp. 1403)
los editores no lo escriben con mayúscula.
La idea del nido de Amores es también recogida por la poesía helenística, en
6' &EL nhbei p u / Ev x a ~ 6 í nxahir)v (6 S.).
la Anacreóntica XXV se lee * E e w ~
61
LOSniños alados son asemejados a las aves, que nacen con pequeñas alas o sin
RLAC, Stuttgart, 1950, VI 326). La idea es recogida por los poetas
ellas (cf. RUMPF,
bucólicos (Bión, Adonis Epit. XII [II], Mosco 11 16, Theoc. XV 12 s.). Ovidio cuenta
en las Metamorfosis (VI 716 SS.)que los hijos de Bóreas engendraron como su padre
alas, pero éstas no les crecieron hasta que tuvieran barba.
62
Ciertamente que la comparación de Eubulo vaya más allá de lo ya comentado
y comparta la idea helenística del nido de golondrinas, parece difícil de ser sostenido.
Por una parte, no tenemos ejemplos en otros lugares de la literatura griega de este
prototipo. Por otra, es en los frescos pompeyanos donde vemos parejas de amantes
o.c., p.
con los nidos en los que se acurrucan pequeños amores (cf. M. COLLIGNON,
1608).
63
Eros aparece ya en la lírica arcaica como yhux6n;ixgo~,es decir, «agridulce»
(Sapph. 13 L-P. y Theogn. 11 1353 s. Adrad.) y en los fragmentos órficos (361 K), de
acuerdo con el carácter bipolar de la primitiva divinidad. Conserva el primitivo
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
79
una fuerza cosmogónica aplicado al terreno amorosobt. Mayor y especial
uso de la figura de Eros, como dios del amor, hace Eurípides en sus tragedias, donde aparece combativo, tiránico y posesivo65.En el Banquete,
Platón hace a Eros responsable de los mayores bienes para los hombreP,
y se le califica de grande, admirable y poderoso67;en el discurso de Agatón68se menciona varias veces la ternura (árcahótq~)del dios.
En la comedia nueva, Menandro repite la idea del poder de Eros. En
el H e r ~ se
s ~
expresa
~
un sentimiento similar al expresado por Eurípides70.
En Samia 632 se dice de Eros que es x f i q ~ oyv6p.q~
~
(<<señordel entendimiento~).Y en el fragmento 235 K se le tiene como ~ É Y L O T O STOY~ E O Y .
Ba&, el opuesto semántico de noikpo~,es el adjetivo que aplica a
Amor Teócrito71, y como soberano absoluto aparece en C a l í m a ~ o ~ ~ .
carácter de dios potente y poderoso, y en este sentido es llamado q É t h ~ («audaz,
o~
osado») en Teognis (11 1231-4 Adrad.) y Simónides (70 P.1P.M.G.); es el más temible
de los dioses en Alceo (327 L-P.); su crueldad y fuerza son comparadas al golpe del
hacha (Anacr. 68 P.P.M.G.), o al «viento que derriba el árbol desde la montaña»
(Sapph. 3 L-P); es un contendiente en el boxeo en Anacreonte (51 P.1P.M.G.); los
dados de Eros son «locuras y peleas» (Anacr. 53 P.1P.M.G.). En un fragmento de
Alcmán (58 P.P.M.G.) se llama a Eros «salvaje», pero es la misma divinidad la que,
por otro lado, juega posándose sobre los extremos de las flores. Y en Anacreonte (33
P.P.M.G.) se dice de un enamorado que vuela «con alas ligeras» por obra de Eros.
Además la concepción del amor como fuerza irresistible y temible que empuja a una
red fatal, se encuentra ya en Ibico (Bowra, G.L.P., Oxford, 1961, pp. 263 s.).
M En el bello stasimon de la Antígona de Sófocles (781 SS.)se retrata a Eros como
invencible en la batalla, causa de contiendas, que arrastra el corazón del justo a la injusticia, y enloquece al que lo posee. En las Traquinias (491 SS.) Deyanira habla del
amor como VÓOOS y reconoce su inferioridad respecto a los dioses, entre ellos Amor. Por
otra parte, la imagen del Amor como contendiente del enamorado en el pugilato es recogida en la misma tragedia sofoclea (441 s.). Y en el fragmento 149.1, del mismo trágico se califica al amor como una dolencia que es a la vez un mal deseado.
65 NO sólo es t 6 ~ a v v o s
de los hombres, sino también de los dioses (fr. 136 N2)
y confunde a unos y a otros (fr. 431 N2). SUSdardos son inevitables (Med. 530). En
Zfigenia en Aulide (543 SS.) aparece tendiendo sus dos arcos de gracias, destinados el
uno para la muerte, el otro para la desgracia (se trata del primer pasaje en la literatura
griega donde aparece el atributo del arco en Eros). La idea de posesión del dios aparece en las Troyanas (255) y en el Hipólito (767 SS.). Eurípides presenta a Fedra abatida por una terrible v ó a o ~enviada por Afrodita. Eros, como paredros de Afrodita,
vuelve a ser descrito en su dualismo, en cuanto que «encanta y enloquecen y ratificado
en su poder sobre dioses, hombres y animales (Hipp. 1269 SS.).
178 C.
67 168 B y 189 C.
195Ass.
69 Fr. 2 = 209K.
70 Fr. 431 N 2 .
71 111 15.
72 Ep.42.
80
JORGE SANCHIS LLOPIS
La doble naturaleza de Eros, que ya había sido un motivo fecundo en la
lírica arcaica, es recogida por los poetas de la Anthologia G r ~ e c ay~las
~,
mismas ideas pasarán a la poesía romana74.
De manera que los conceptos recogidos por los adjetivos claves de estos dos versos del fragmento de Eubulo, 06 xoücpog y ficre65, y el sustantivo YÓOOS,se desarrollan desde la lírica arcaica, son recogidos por la tragedia, y especialmente por Eurípides en su tratamiento dramático del
amor pasional, y continuarán hasta la época helenística y romana como
un motivo literario generosamente usado para definir a Eros o simplemente al sentimiento amoroso, del cual Amor o Cupido acaban convirtiéndose en personificación.
O 3.4. El tono coloquial de los dos últimos versos pone en relación
el final con el comienzo del fragmento, haciendo del mismo una unidad
acabada. En los versos 1-4 comienza el personaje con una pregunta y sigue con una afirmación, como ya hemos visto. Pues bien, en los dos ú1timos versos nos encontramos con el mismo esquema:
a) Pregunta retórica (7b-8a),
b) afirmación (8b).
El adjetivo Aij~og(<<necio,sin sentido») está ampliamente atestiguado
en A r i ~ t ó f a n e s ~y ~antes
,
que él en Crati1-10~~.
En la comedia aparece,
además de en el lugar que nos ocupa, en J e n a r ~ o en
~ ~A
, n t í f a n e ~ ' y~
73 Recibe el mismo calificativo de y h v x l j r c ~ x ~
que
o ~ le daba Safo o Teognis (Ath.
Pul. V 134, VI1 479); también se aplica este adjetivo a su dardo (V 163, XII 109);
otras veces se le llama y h v x V 6 a x ~ v(XII
~ 167); es dulce y a la vez tormento para los
amantes (XII 153); mezcla de miel y acíbar (XII 154). En ocasiones se le llama XLXQÓS
(XII SO), $ac& (V lo), «cruel» (XII 111, XII 87, XII 162), «violento» (XII 84), $@oV 190).
~ o h o ~ y (XII
ó s 37) o «temerario» (V 213), o se le atribuye una xGpa J C L ~ Q Ó (V
Otras veces, por el contrario, es llamado «dulce» (VI1 217), «hospitalario» (XII 85),
«excelente cocinero del alma» (XII 92), o se le presenta llorando tristemente (VI1
218). También se le aplica el adjetivo xoGcpos como opuesto a $aeVs, en Anth. Pul.
IX 443.2 y Anth. Pl. XI 228.3.
74 Sancte, puer, curis hominum qui gaudia misces, le invoca Catulo (64.95). A
Cupido le llama Horacio «cruel», que no cesa de disparar «flechas ardientes sobre una
piedra ensangrentada* (Carm. 11 8.14 SS.). La irracionalidad a la que conduce ferus
Amor a aquel que hace su esclavo y es su botín, en medio de una imagen militar, es
un motivo muy caro a Ovidio ( A m . 1 2, 8 SS.). Por el contrario, el mismo Ovidio llama
también a Cupido leuis y multo tuis uentosior alis (id. 11 9, 49). La idea de posesión,
in me tela manent, es también motivo común en la lírica romana (Prop. 11 12, 13).
75 Nub. 359; Ran. 809 y 1005; Lys. 860; Pl. 589.
76 Fr. 306.
77
Fr. 7.1.
78 Fr.232.1.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
81
A l e ~ i s También
~~.
se da en Platón, Jenofonte, Demóstenes y Aristótelesso. Su aparición posterior en Arquéstrato, Menandro y Lucianosl acaba
de atestiguar su uso alejado de la alta poesía y frecuente en contextos coloquiales.
El uso simple que encontramos de este término en nuestro fragmento
está igualmente atestiguado en Aristófanes:
hqeoy o6 yae na6oopa~,
neiv &v qqáogs óotis not' Eotiv o6tooí.
Es también la respuesta a una pregunta retórica inmediatamente anterior en MenandroS2.
O 3.5. Ya HunterS3ha puesto en relacion con el fragmento de Eubulo dos pasajes de la tragedia del siglo V especialmente relevantes para
nuestro texto: Aristarco, fr. 2 S y Eurípides, fr. 269 N2.
Aristarco de Tégea fue contemporáneo de Eurípides, y a él se le atribuye el siguiente fragmento (Stob. IV 20, 9)?
El fragmento 269 N2 de Eurípides puede haber sido el modelo directo
de Eiibulo. Este fragmento es adscrito a la tragedia Auge, en la que Heracles en una fiesta nocturna seduce a la sacerdotisa de Atenea. Este
tema permite obvias comparaciones con la comedia nueva. La influencia
de Eurípides en la comedia se hace especialmente intensa en el siglo IV:
las tragedias de argumento de Eurípides y la comedia de intriga, ya no
propiamente política, aproximan a ambos géneros. El estilo y el tema del
fragmento euripideo son muy significativos de cuanto decimos:
Fr.261.
P1. Phd. 72 C , Chrm. 176 A. Tht. 176 D, Prt. 347 D , Hp.Ma. 304 B ; D. 3.29;
X. An. 7.7.41; Arist. Pol. 1257b 10.
Archestr. fr. 24; 35.7; Men. Epit. 60; Luc. DMeretr. 10.3.
Mis. 171.
79
so
83
O.C.,1.c.
84
Stob. IV 20. 11.
82
JORGE SANCHIS LLOPIS
Encontramos ya aquí los cuatro motivos principales del fragmento de
Eubulo, aunque sin la alusión a los pintores: 1. descripción d e la naturaleza de Eros: en este caso se resalta su grandeza (+&OS~ÉyacJ; 2. necedad
del que lo niega (crica~ós);3. impericia del que lo niega (&n&~eo<);
4. ignorancia del que lo niega (06% o&).
5 3.6. El motivo inicial del fragmento d e Eubulo, es decir, la alusión
a los pintores y artistas que pintan o modelan figuras de Amor, es recogido por Propercio. Esta vez no para lanzarles una descalificación, sino
para elogiar sus aciertos artísticos:
Quicumque ille fuit, puerum qui ~ i n x i Amorem,
t
nonne putas miras hunc habuisse manus?
1s primums5 uidit sine sensu uiuere amantis,
et leuibus curis magna perire bona.. . (11 12).
Junto a la influenciá d e los epigramas helenísticos, que vienen a recoger, y a desarrollar ya sin límites, la tradición literaria de Eros, Propercio
estaba influenciado por las escuelas de retórica al escribir este poema.
Quintiliano nos habla de un progymnasma en el que se discutía de estos
temas:
Solebant praeceptores mei neque inutili et nobis etiam iucundo
genere exercitationis praeparare nos coniecturalibus causis, cum
quarere atque exequi iuberent, cur armata apud Lacedaemonios Venus et quid ita crederetur Cupido puer atque uolucer et sagittis ac
face armatus et similia.. in auibus scrutabamur uoluntaterri. cuius in
controuersis frequens quaestio est: quod genus chriae uideie potest
(11 4, 26)86.
Propercio nos da una explicación alegórica de los aspectos característicos de Cupido. En realidad, la poesía romana y la retórica elaboraron
una interpretación moralizante de su imagen, de gran fortuna en la posteridads7.
§ 3.7. Finalmente, la influencia de Eubulo en el pasaje que nos ocupa llega hasta el siglo XVIII. El príncipe de los poetas de la Pléyade,
.
De nuevo el motivo del neó~ogE ~ Q E TPor
~ Sotra
. parte, en los versos 11-20
el amor es concebido como una herida causada por el nino alado, como un sufrimiento provocado por un veneno.
86
Esta pintura de Eros es objeto de mofa en un discurso del Romance de Metíoco y Parténope de época imperial (Eustatio, coment. a Dionisio Periegeta 358). Al
parecer en la réplica de este discurso Parténope apelaba a xo~qtaixai '@q@ácpo~xai
nháata~(cf. M. MAHLER,
ZPE, 1976, 1-20, cit. HUNTER,
I.c.).
87 E. PANOFSKY,
o.c., p. 148: «La apariencia infantil simboliza la conducta falta
de sentido de los amantes, las alas indican la volátil inestabilidad de las emociones
/amorosas, y las flechas las heridas incurables que el amor inflige al alma humana*.
xno-o
.ajsg o1 ~!onoI! awwo3 s.ia8al psnv
sap anb luadojsa,~ma!a la saururoy,na
'a~sa.idqvur o1 j!ono l! aSomno'1 v puona
'xnoa~qojsas luou8~adua posuad la a . q o ~
mllapuom sap uoys 'do13 J! awur03
' j p j m o d juonvmd-no j!ona,u dnp3
' s a p sap j-aj a .hl la 'noaqo m o w v
qoj o !nb amqad a1 qos anbuo-na
ss
ep sola 'aiied e q o iod . 1 6 u ~ p u pU
d @ O ~ O ~e1
U ap
V sewei8yda sol ua ñ
,,e:,gs!ua~ay ejsaod el ua aouawegdwe eIIoinsap as A uoiqd ap aianbuug
la ua wiuanma as eñ Skmna? lap sojnqple sol sola e lep ap eap! e?
.apele sola :sal
-o~uyd:S-q£ -AA- g .sele uo:, sopeloweua (q 1 sele uys solg (e :«seosgos»
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anb 'sa.io1yd sol ua oup 'la ua uqmsa ou
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11 uosuuzi3 el eied oIapow owo3 olnqng ap oiuaw8e.q la owoi ' p i e s u o ~
84
JORGE SANCHIS LLOPIS
alas ligeras al enamorado en la lírica arcaica92.En las Aves de Aristófanes
703 s. el corifeo afirma que él y sus congéneres son descendientes de
Eros, porque vuelan y conviven con los amantes.
La acusación de impericia a los artistas constituye la idea de la segunda mitad del fragmento. En Ps.-Luciano volvesemos a encontrar el mismo
motivo, esta vez relacionado con el primitivo valor cosmogónico del dios:
i ~ ~ o c p á v tpuuozqgíov
a
"Egwg, o6 xaxbv Ónoiov Lwyeacpov nai~ouoi.
xeieq, &AA' 6v fi J C Q O T O ( S ~ Ó Q OEyÉvvrp~v
~
& Q X ~T É ~ E L O Y~ 6 8 $
tex6Évta
(Am. 32). El pasaje, que da idea de la fecundidad de este motivo en la
historia de la literatura griega, es importante en la medida que recoge el
desarrollo artístico de la figura de Eros en conexion con sus distintas concepciones en la evolución del tratamiento literario.
9 4.2. Interesa subrayar aquí del fragmento 20 de Alexis la vinculación explícita de los oocp~ozaícon Eros. Pues bien, de que Eros fue
objeto de indagación entre los filósofos de la Stoa da buen testimonio Plutarco cuando dice: TWv 65 mei "Eewzog cp~hooorpoupÉvwvEv ti Zto@
n a e a T&S xoivag Evvoias, tqs &'~onía<
nOIo~v a 6 ~ 0 i s~ÉTEIXLV (De
Comm. Not. 28, 1072 f = S.V.F. 111 181).
Al sofista Critias se le atribuye un tratado Sobre la naturaleza del amor
o de los amores93,lo que hace suponer ya la existencia de una «literatura
erótica» sobre la cual polemizar. En el Elogio de Helena de G o r g i a ~se~ ~
da una enumeración de los tóxoi del EQOZLXO~hóyog.
Con la denominación de Eeot~noihóyo~encontramos, por una parte,
discursos dirigidos a un k e ó p ~ v opor
~ un amante y, por otra, discur,QOSSObre la naturaleza del amor95.
Nuestra información sobre los ~ Q O Z L X OAÓYOL
~
es muy reducida. Sabemos, sin embargo, que escribieron obras de este género: Aristóteles y
Aristón, el peripatético de CeosY6,Teofrasto9', Clearco de Solos98, el
Anac. 33 P.
Fr. B. 42 D-K.
Fr. B. 11.18 s D-K.
y5
Cf. F. LASSERRE,
'EQOTLXO~
>.oyoi, MH 1, 1944, pp. 169-178. A este último
tipo de obras en prosa corresponden los cinco discursos iniciales del Banquete platónico. Una disertación sobre el enamorado es el tema central del discurso atribuido a
Lisias que Fedro lee a Sócrates en el otro diálogo «erótico» de Platón. El Erótico de
Demóstenes pertenece al primer tipo, mientras que en el Banquete de Jenofonte es
Sócrates quien habla del amor (cf. 1 10; VE11 1).
y6 Ath. XV 674 b.
97 Ath. XIII 562 e .
y8
Ath. VI 255 b.
y2
y3
94
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
85
filósofo A n t í ~ t e n e s ~
los~ ,discípulos de Sócrates Euclides de Mégara y
Sirnias de Tebasloo, un tal Simónxox.
Sorprendente resulta la afirmación de Fedro en el Banquete platónicolo2de que hasta entonces nadie se había ocupado de elogiar a Eros. Por
el contrario, Sócrates dirá más adelantexo3que ha escuchado alguna cosa
de este género entre los prosistas. Lo cierto es que podemos afirmar que
se trata de un subgénero literario que cultivado ya a su manera, y con los
esquemas propios del género, por la lírica arcaica, pasó a la prosa griega
debido a la influencia de la enseñanza de Tisias, Bródico y Gorgias, es decir, a la entrada de la prosa artística en la literatura griega'".
Se trata, pues, de un género menor surgido, como tantos otros géneros, a finales del siglo V, y que tuvo un amplio desarrollo darante el IV.
Es precisamente en este momento de la historia de la literatura en el que
hay que insertar las incursiones del E ~ o z ~ x b?&gos en la comedia.
§ 4.3. Especialmente importante para advertir las incursiones de los
Eeot~xoiAóyo~en la comedia del s. IV es el fragmento 245 de Alexis, del
que ya nos hemos ocupado en otro lugar'05. Interesa aquí tan sólo advertir sus elementos coniunes con el fragmento 41 de Eubulo y el 20 del mismo Alexis.
a) El fragmento 245 de Alexis pertenece, al parecer, a un monólogo
de enamorado, que cuenta el resultado de su «filosofar» sobre los males
de amor que sufre. Se utiliza justamente el verbo cpihooocp~iv(v. 2). El
verso 2 del fragmento 20 del mismo cómico habla de los oocp~otai,como
hemos visto.
b) La acusación de ignorancia a los artistas al hacer imágenes de
Eros (w. 3-5) viene a coincidir con los cuatro primeros versos del fragmento de Eubulo y la segunda mitad del fragmento 20 de Alexis.
c) Los versos centrales del fragmento (6-13) son el resultado de la indagación del enamorado, esto es, la descripción de Eros en sus t ~ ó n o ~ .
Coihcide pues con los versos 5-7a del fragmento de Eubulo.
99
D.L. VI 16; cf. 109 C.
D.L. 11 108 y 124.
'O'
D.L. 11. 122. Como género menor tendrá un cierto favor entre los filósofos
de la Academia y sobre todo más tarde en los discípulos de Anstóteles.
'O2
177 C.
'O3
235 C.
'O4
En este sentido distingue Lasserre el Eeot~xbghóyog del EYXO~LOY
E ~ S
YE~ota,que es lo que se propone Fedro en el Banquete (178 A - 180 B).
'OS J . SANCHIS,
O.C. 3.2.2.
86
JORGE SANCHIS LLOPIS
d) El fragmento 245 de Alexis acaba con una consideración subjetiva
del enamorado, su perplejidad ante la naturaleza ambigua de Eros (w.
14-16). El otro enamorado, el del texto de Eubulo, termina afirmando su
opinión por encima de la impericia de los artistas (w. 7b-8).
Estas similitudes y diferencias entre los distintos fragmentos comparados pueden resumirse en el siguiente cuadro.
FR. 245 ALEXIS
FR. 41 EUBULO
FR. 20 ALEXIS
Actitud de indagación Actitud de indagación
del enamorado
del enamorado
Impericia del primero
que pintó o modeló a
Eros
no puede volar,
sí los enamorados
'L '
Ignorancia de los pinto- Ignorancia del primero Ignorancia de los pintores al pintar a Eros
que pintó o modeló a res al pintarlo con alas
Eros
d
Definición de la natura- Descripción de Eros:
leza de Eros:
- ni-ligero, ni sencillo
- Eros cosmogónico
- enfermedad
- Eros hermafrodito
pesado
/
/I
/
1-
C
Necedad del que atribuye alas a
ros-
1
1
l
El enamorado se siente
poseído por el amor como por una enfermedad
Q 4.4. Las obras en prosa sobre el amor y los enamorados tienen mucho que ver con la filosofía, por una parte, y la retórica, por otra.
De los datos que tenemos, podemos afirmar con Lasserrelo6 que estos
Eeoz~xoiAóyo~suponían, dentro de un relativo margen de imaginación,
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
87
la combinación de dos elementos. El autor hablaba, en primer lugar,
de su amor o del amor en general, para pasar luego a persuadir a su interlocutor, supuesto o real, de compartirlo con él. Este subgénero sería
deudor de la lírica monódica en su carácter eminentemente subjetivo,
condicionado por la voluntad persuasiva del enamorado. A la enseñanza
sofística deben los Eeo~ixoihóyo~su carácter eminentemente práctico,
evidenciado por el propósito amoroso107.
Pues bien, es este carácter subjetivo el que señala el comienzo y el final del fragmento 245 de Alexislo8(«Al regreso del Pireo mis desgracias
y mi / perplejidad me indujeron a filosofar l.../ Eso yo, ¡por Atenea y los
dioses!, no sé / lo que es, pero la verdad es que me posee algo semejante
y estoy al borde de la locura»), dejando en el centro del mismo las definiciones teóricas sobre el dios, de fuerte inspiración órfica y en significativa consonancia con Platón. Los elementos de reflexión teórica en los
que deriva el E~wz~xbg
hóyog están, por otra parte, obviamente presentes
en boca del personaje, que usa el significativo verbo cpihooocpeiv. En contrapartida, el carácter práctico de los razonamientos expuestos se trasluce
en el mismo tono subjetivo con el que acaba, situando el pasaje en el posible contexto de una situación amorosa problemática que podría haber
proporcionado el punto de partida para un argumento de intriga o asunto
amoroso.
§ 5.1. El fragmento 11 de A r i s t o f ~ n t e ' ~
de, la comedia el Pitagoristu, trata también el tema de las alas de Eros:
Ek' 06 6~xaícosEat' áxe~qrp~opÉvos
h b TOY0eOv tÓv 6 6 6 ~ 1 E~XÓTWS
~'
<t'> Y E ~ ~ ~ ;
Etáeatte x&xsívovsy&@Eppáhhwv < J Z ~ O E L S ,
ot' .qv VEZ' a 6 ~ 6 OS
~ '6E hiav qv 6gcioú~
xai oopaeós, &noxó~avzss
a6toü t a nteeá,
'O7
Incluso detrás de las alabanzas del amor de Fedro, Pausanias, Erixímaco y
Aristófanes en e1 Banquete, hay un propósito amoroso, mostrar las ventajas del amor.
La reacción de Agatón y el corolario de Sócrates en el mismo diálogo son indicios precisos de una evolución en sentido contrario, es decir, hacia una finalidad filosófica y
O.C.p. 172).
teórica, que culminará en Aristóteles (LASSERRE,
'O8
WEBSTER(S.L.G.C., pp. 239 SS.) fecha el Fedro de Alexis, al que adscribe
el fragmento 245, entre el 370 y 360; y entre el 340 y el 320 tanto el Kampylion de
Eubulo como el Apokoptomenos de Alexis, siendo muy discutible esta fecha para la
primera de estas dos comedias.
Ath. XII 563 b.
JORGE SANCHIS LLOPIS
¿Acaso n o con justicia ha sido decretado
por los dioses y con razón el destierro de Eros?
Pues también a aquéllos les perturbaba armando líos,
cuando andaba entre ellos. Por demasiado arrogante
y atrevido, después que le amputaron las alas,
para que n o levantara de nuevo el vuelo al cielo,
hacia aquí abajo, entre nosotros, lo desterraron
y las alas que tenía a la Victoria portar
le concedieron, como despojo evidente de los
enemigos.
Q 5.2. El tema del fragmento se centra en las dos primeras líneas,
con un tono coloquial expreso por medio de una interrogativa retórica.
De la misma manera, el fragmento 41 de Eubulo se iniciaba con una
pregunta que servía de introducción a la reflexión posterior.
E i t a usado en oraciones interrogativas expresa la indignación, sorpresa o sarcasmo del que habla y se encuentra atestiguado sobre todo en contextos de diálogo en tragedia y en pasajes de comedia. La expresión dta
06 la encontramos también en otros fragmentos de la comedia mediallo
y nueva1".
El resto del fragmento de Aristofonte sigue un discurso absolutamente
lógica de causa-efecto y finalidad:
1. Eros causa muchos problemmas a los dioses (VV.3-5a);
2. los dioses le mutilan las alas (Sb);
3. para que no vuele de nuevo al cielo (6);
4. es desterrado a la tierra (7);
5. las alas se le conceden a Nike (8-9).
§ 5.3. Aristofonte se hace eco del poder de Eros no sólo entre los
hombres, sino también entre los dioses (3-4a). La idea había sido usada
ya especialmente por Eurípides en el Hipólito (1269 SS.).En el fragmento
136 N2 se exhorta a la divinidad con estas palabras: o i ~
6' 6 f k ó v t ú e a v v ~
icixv6~Wxov"EQWS.Y sobre su poder, por encima incluso de Zeus, es especialmente interesante el fragmento 431 N2:
""
"'
Antiph. 217, 15; Alex. 141, 1; etc.
Men. fr. 235 K.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
89
Su involucración en los asuntos de los dioses es expresada en las Aves
de Aristófanes, donde se le llama Zqvbs xáeoxos yáyov / zfjg t7eG6aipovog "Heag. (1740 s.).
Por el contrario, Platón opone Eros a la Necesidad y hace a aquél dispensador de bienes e instaurador de un orden entre los dioses y entre los
hombres: Exei6fi 6' 6 6eOg O ~ O Eqv,
S
En t06 Eeb t ó v nahóv návt' &ya6a yÉyovav nai & v 6 ~ h x o i g(Symp. 197 B). En el Fedro se citan dos
a
xotqversos de los homéridas: tbv 6' qtoi 8vqtoi pEv " E ~ o t naho6o~
vóv, / &6avatoi 6E x d g o t a , 61a xtegoq.írtoe' &váynqv (252 B).
La idea tuvo también un amplio desarrollo en la literatura griega postclásica. <<Queenciende el deseo de los dioses» dicen de él los poetas de
la Antologían2. La Anacreóntica XXVIII representa una escena doméstica entre dioses en la fragua de Hefesto, donde, junto a éste, participan
su esposa Afrodita, Ares y Eros; en ella el dios de la guerra queda sorprendido por el peso de los dardos de Eros. Ya en la poesía romana, Ovidio le dice a Amor que supera con sus armas a hombres y dioses1I3.
Muy interesante por varios motivos es el pasaje de la obra de Longo
donde se presenta a Amor joven y bello, como un Eeaotils; alado y donador de alas a los enamorados; como principio de vida y creación, dominador de todos los elementos, e incluso de los dioses:
La imagen de Eros causando graves problemas a los dioses es una evidente deuda del-poeta cómico a la tradición literaria. En el diálogo de Luciano entre Zeus y Eros el segundo pide perdón al soberano de los dioses
por alguna travesura cometida, por algún problema causado, con la excusa de que es un niño todavia sin uso de razón. Pero Zeus responde:
Ld na~6íovó "Ecos, 6s Sexa~óteeogd no?& no)& ' 1 a ~ ~ ~ t of .GLÓTL
ú;
yfi xóyova pq62 noh~asErpvoag, 61a taíha nai Peécpos SEt.oig vopí<&&ai yÉeov xai navoijeyog &v; (DDeor. 2.1).
Aquí Luciano combina la idea primitiva del dios primigenio y cosmogónico («mucho más viejo que Jápeto*) con el xaxbg vfinios ya tan del
:12
'13
Anth. Pal. XIV 196.
Am. 1 2, 37.
90
JORGE SANCHIS LLOPIS
gusto alejandrino que, según el mismo Luciano114,los pintores se complacían en reproducir.
§ 5.4. También en el fragmento 11 de Aristofonte, como' en el fragmento 41 de Eubulo, la descripción de Eros viene a coincidir justamente
con el centro del pasaje.
El fragmento que nos ocupa califica a Eros de 6 ~ a o . yú ~
oopaeós. El
adjetivo 6 g a o 6 ~aparece ya en Homero y está ampliamente atestiguado
en Píndaro, Esquilo y Sófocles; y también en Aristófanes, en un pasaje
lírico, en otro de anapestos y en un tercero de diálog~"~.
Por el contrario, aopaeós aplicado con el sentido de «impetuoso, violento», sólo aparece en contextos de comedia116,aunque en ningún caso
aplicado a Eros. De manera que mientras 6 g a o 6 ~pertenece más bien al
léxico cómico-poético, oopaeós lo hace al cómico-coloquial.
§ 5.5. Las líneas 5b-7 tratan de los castigos que los dioses infligen a
Eros. El primero de ellos consiste en cortarle las alas (5b) y el segundo
desterrarlo a la tierra (7).
El tema de Eros castigado, y en concreto atado o encadenado, era especialmente grato a la amplia imaginación de la poesía helenística y a las
representaciones artísticas de una época que gustaba especialmente de las
figurillas y pinturas de Erotes.
Entre las figurillas de bronce, conservamos la de Arolsen, en la que
aparece un niño con cara larga, las manos atadas a la espalda, en castigo
por una acción maliciosa. Sin embargo, en este período del arte ya es difícil distinguir a Eros de entre los innumerables genios alados, que se asemejan entre sí y el arte reproduce con profusión.
El poeta latino Ausonio (s. IV d.C.) dedica a su hijo Gregorio un poema sobre Cupido Cruciatur: las heroínas desean tomar venganza sobre
Cupido, al que consideran responsable de todas sus desventuras amorosas. Lo cuelgan, lo atan de pies y manos y le infligen tormentos, y es, finalmente, la intervención de Venus la que salva a su hijo.
Los castigos no son sólo propiciados por dioses y divinidades, sino
también por mortales. Es llevado atado con un cordel de púrpura de Cipris"'. A modo de venganza o desquite aparece atado para que no escape
Il4
Il6
'17
Amor. 32.
Ran. 330; Nub. 445; Ecc. 181.
Ar. Nub. 406, Pax 944; Men. Pk. 52.
Anth. Pul. XII 112.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
91
y llore así cuanto ha hecho ya llorar a los corazones de los humanos; para
él ya no habrá escapatoria y sus lágrimas de niño no moverán a misericordia a nadie118.
Así, pues, los dioses han cortado las alas a Eros y lo han desterrado
entre los mortales. Los humanos, por su parte, ante los problemas y líos
en que se ven metidos por obra de las travesuras de Amor, han tomado
también sus propias medidas, aunque se trate tan sólo de un inútil consue10"~.
§ 5.6. La última de las medidas de los doce dioses es conceder a
Nike las alas de las que se ha privado a Eros (VV.8-9).
La imagen de madera que de Nike existía precisamente en el templo
de Atenea Nike no tenía alaslZ0.Pero ya Aristófanes había comparado a
Eros con Nike justamente por el carácter alado de ambos: afi-cixa Ninq
nÉt~tan
i a e ~ ~ y o xi v~ u o a i vnai vr AL' Y E e oye
~ (Av. 574). El escolio a
este verso aristofánico nos informa de que fue Arquenno de Quíos, escultor del siglo VI, el primero que representó a Nike con alas.
Según Meineke, parece que esta idea que recoge el fragmento de
Aristofonte de que las alas de Eros fueron concedidas a Nike deriva de
algún poeta antiguo. Así parece deducirse del comentario del prelado del
siglo XII Eustacio a Homero p. 880.5: 6 6E pG6os hÉya zoC " E ~ o t o E?s
vaL ta tqs Ninqs X Z E Qo9
~ , (~qoivh O 6 ~ ó &
v n ~ ~ q ( ~ i o p ÉOInoxo~qvou
vaL ta X T E Q ~nai 60thjvai t3 Níxy c p o g ~ i v l ~ ~ .
Un camafeo de Florencia representa gráficamente la situación que el
fragmento de Aristofonte nos ofrece: Eros aparece en una roca con los
pies encadenados, tendiendo con ambas manos un ala a Nike, junto a la
cual hay una hoja de palma. Al mismo tiempo, una tercera figura, Hermes, fija la otra ala en el hombro de V i c t ~ r i a ' ~ ~ .
Anth. Pul. XVI 195 y 197-199.
Anth. Pul. XVI 95.6.
Izo
Paus. 111 15, 7.
Iz1
Otros atribuyen la originalidad de las alas para Nike al pintor Aglaofonte de
Tasos (c. 500-460). F. MUNZER(RE, S . V . «Nike», cols. 288-290) considera, a partir de
los testimonios arcaicos de Nike sin alas, que en un primer momento era indiferente
mencionar esta circunstancia. Pero es la idea de Nike como mediadora de la victoria,
la que, según el ejemplo de Hermes e Iris, mensajeros de los dioses, haría de las alas
el atributo más importante de la diosa. Las representaciones posteriores de Nike sin
alas, en vasos y monedas, las atribuye Münzer sólo a la libertad del artista, la pérdida
de lo simbólico en la mediación de la victoria a través de la diosa, o la técnica artística.
«Gemme antiche per la piú parte inediten (Rom. 1809 tav. 2), cit. por WELCKER, «Zoega über die geflügelten Gottheitem, RhM, 1839, p. 585, n. 12. WIESELER,
'19
92
JORGE SANCHIS LLOPIS
No conservamos ningún otro pasaje literario que recoja esta misma situación, en la que las alas de Eros son trasladadas al cuerpo de Nike. No
obstante, en el pasaje citado de AristófaneslZ3se hace referencia precisamente a los tres personajes de la escena del camafeo, Hermes, Nike y
Eros. El camafeo es de época helenística, y el fragmento de Aristofonte
testimonia la existencia de una leyenda mitológica, al menos desde el siglo IV a.c., de la que el arte se habría hecho eco.
CONCLUSIONES
1.O
Los fragmentos 41 de Eubulo, 20 de Alexis y 11 de Aristofonte
que hacen referencia a las alas de Eros, presentan a esta divinidad en un
contexto de amor, como divinidad del sentimiento amoroso. Y nada parece tener que ver con la divinidad cosmogónica del dios que nos presenta
el fragmento 245 de Alexis y el 105 A de Antífanes.
2.O Los fragmentos de Eubulo y Alexis parecen pertenecer a sendos
monólogos de enamorado metido en problemas amorosos. Estos monólogos nos recuerdan aquellos tan del gusto plautino. Un simple relato mitológico presenta primero a los dioses y luego a los hombres como víctimas de querellas, naturalmente amorosas, causadas por Eros.
3." LQSfragmentos de Eubulo y Alexis parten de un motivo pictórico, descalificando a los artistas que retratan a Eros con alas, como pretexto para subrayar las incomodidades y molestias que procura el amor.
El fragmento de Aristofonte usa, por el contrario, otro camino: por medio del mito presenta a Eros castigado por los dioses y destinado a introducir querellas entre los humanos. En los tres casos se trata de negarle las
alas, como signo de ligereza y liviandad, al dios del amor.
4." El fragmento 11 de Aristofonte sitúa a Eros entre los dioses
olímpicos, lo que, herencia ya de la lírica arcaica, es un elemento que
nada tiene que ver con su carácter primigenio.
Alte Denkm. 11, Iám. IV, n.O 699, cit. por M. COI~LIGNON,
o.c., p. 1.601. Welcker distingue tres funciones diferentes de las alas: como características de Iris, Eros, Nike,
Hermes y Morfeo y sus compañeros; típicas de los vientos, los genios de la lluvia y
de la noche, etc.; casuales son las alas de Júpiter (columna de Antonino), las de Minema, las de Tetis (Ptolomeo Hefesto), las de Plutón (Eurípides) y las de Pluto (Fiióstrato). Casuales son las alas de los dioses que generalmente no aparecen con ellas,
y en estos casos no debe considerarse propiamente alada a la divinidad.
'23 Av. 573 s.
EROS ALADO EN LA COMEDIA MEDIA
93
5.O
Podemos afirmar que los fragmentos de la comedia media que
acabamos de estudiar son deudores o tienen que ver con:
a) Una tradición iniciada por la lírica y desarrollada por los trágicos,
especialmente por Eurípides, que indaga en los aspectos psicologistas del
sentimiento amoroso, personificado por Eros, como carga pesada, enfermedad, violencia y dolor.
b) La especulación filosófica y literaria en torno a la naturaleza de
Eros, que constituyen especialmente en la prosa del siglo IV los Eeot~r,ol
hóyoi.
c) El amplio desarrollo artístico que experimentan las representaciones de este dios durante el s. IV, con cambios progresivos en su iconografía.
6." Que la comedia media en este aspecto es un eslabón importante,
resulta evidente cuando consideramos la fortuna posterior que en la literatura helenística y romana van a tener los elementos y motivos que hemos estudiado.
a) La lírica helenística, y por tanto también la romana, y a partir de
ahí hasta la poesía moderna europea, va a desarrailar como un tópico, fácilmente justificable, los aspectos dolorosos, amargos y hasta fatales del
Amor, junto con sus elementos dulces y placenteros, es decir, la idea. de
glykypikros que ya la lírica arcaica había aportado.
b) Las especulaciones sobre la naturaleza de Eros, con una provechosa e interesada utilización de los diversos elementos de esta figura,
pierden interés después del siglo de la prosa ática. Pero no cabe duda que
de aquellas especulaciones quedan elementos eficazmente usados en contextos poéticos (lírica romana), de contrastes cómicos (Luciano), o eruditos (Cicerón).
c) Las Anacreónticas y los epigramas de la Antología van a tener mucho que ver con las representaciones artisticas, modeladas o pictóricas, de
Erotes. El desarrollo artístico intensificado en el siglo IV acaba haciendo
de estas representaciones objetos de regalo y comercio.
7." El período de la comedia que con más frecuencia presenta a Eros
es Ia M e ~ e ' ~ ~ .
'24 NOSquedaría por estudiar el fragmento 61 de Anaxándrides, donde se presenta a Eros como maestro, de acuerdo también con la tradición literaria; y el fragmento
70 de Alexis, en el que se observa una corioepción elevada del amor.
94
JORGE SANCHIS LLOPIS
Entre los poetas de la comedia antigua, Mírtilo escribió un Oi "Eeodel que no han sobrevivido fragmentos. Y hay una probable alusión
a Eros cosmogónico en el fragmento 15 de Licis.
Aristófanes sólo se detiene en nuestra figura en el pasaje que recoge
el pensamiento órfico sobre la naturaleza cosmogónica del dioslZ5.Por lo
demás - c o m o hemos visto- aparece como paredros de AfroditalZ6;simple súplica127;compañero en las bodas de Zeus y HeralZ8;volador129.Lo
que no es mucho, si tenemos en cuenta lo que la fortuna nos permite hoy
leer del primero de los poetas cómicos.
TES,
En Menandro se resalta siempre el carácter poderoso y soberano de
Eros, para mostrar la impotencia y esclavitud del e n a r n ~ r a d o ' pero
~ ~ , sólo
en el fragmento 235 K se detiene el autor en nuestra figura. La comedia
nueva que tanto usará el argumento de intriga amorosa, no explotó ya las
múltiples posibilidades que ofrecía la personificación del amor.
La comedia media, liberada de los esquemas de lo esencialmente
político, pero que no compartía todavía el universo cultural helenístico;
iniciadora ya de los argumentos de intrigas amorosas, de los que tanto
gustará la comedia nueva y después la comedia romana; aficionada a los
temas mitológicos y no ajena a las especulaciones de los filósofos, oradores y charlatanes de su siglo; presentará a Eros como un dios demasiado
doméstico para habitar ,entre los dioses, demasiado incómodo y difícil de
soportar para adornarlo con las alas que un día muy lejano, por diversas
y complejas razones, el arte y la literatura le adjudicaron para siempre.
Jorge SANCHISLLOPIS
Universidad de Valencia
Iz5
AV. 693-700.
lz6
Lys. 551 SS.
Eccl. 858 y 966.
AV. 1737 SS.
Av. 574 y 703.
Hero fr. 2 = K; Sam. 630
Iz7
128
'29
SS.
CATEGORIAS HIST~RICAS
Y CATEGOR~ASPOL~TICASEN POLIBIO
Como es sabido, Polibio dedica el libro VI de sus Historias a tratar de
las constituciones políticas en general y de la constitución romana en particular. Los dos conceptos centrales que organizan todo el libro son la
teoría de la Olvanúnhooi~y la idea de la constitución mixta.
El término griego ¿ m a x Ú x A o o ~puede
~
traducirse como ciclo o movimiento circular. Polibio utiliza esta palabra para aludir a la teoría según
la cual las distintas formas constitucionales se suceden según un orden fijo
e invariable. Para Polibio existen seis tipos de constitución: monarquía,
tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia y finalmente lo que llama
oclocracia, esto es, gobierno de la masa o gobierno del populacho'. En
la teoría polibiana estas seis constituciones se suceden entre sí en este
mismo orden: a la monarquía sucede la tiranía, a ésta la aristocracia, a
la aristocracia sucede la oligarquía, a la oligarquía la democracia y finalmente tras la democracia aparece la oclocracia. Para completar el esquema conviene hacer dos observaciones. Interesa subrayar en primer lugar
que de las seis formas constitucionales que entran en la &vanÚxAoo~stres
son corrupciones o degeneraciones de las otras tres: la tiranía es la forma
en que degenera la monarquía, de la misma manera que la oligarquía y
oclocracia son las formas corruptas de la aristocracia y la democracia respectivamente. En segundo lugar hay que tener presente que en la teoría
de Polibio el orden de sucesión de los regímenes constitucionales es forzoso e invariable: se da de esta manera y no puede darse de otra2. Y dos
son también las interrogantes que se plantean a partir de estas observaciones: 1) cuál es la naturaleza del proceso por el que un régimen constitucional se transforma inevitablemente en su forma corrupta; 2) por qué
las distintas formas constitucionales se siguen según un orden invariable,
'
En esta relación no incluyo la monarquía primitiva (povaexia), régimen distinto de paoiheia, que supone la primera forma de organización social y que Polibio
utiliza exclusivamente como forma de transición de la barbarie primitiva a las formas
políticas civilizadas y basadas en la moralidad y la ley (Polibio VI 5, 4).
Polibio VI 4, 12; VI 9, 10.
96
JOSÉ M . CANDAU
~
MORON
esto es, por qué sucede a la tiranía la aristocracia y no la democracia, o
a la oligarquía la democracia en vez de la monarquía.
11. LA C O R R U P C I ~ NDE LAS CONSTITUCIONES:
EL ESQUEMA DE L,A teurplj
La transformación de cada constitución en su forma política corrupta
ocurre, en los tres casos, de la misma manera: monarquía, aristocracia y
democracia nacen como respuesta de la comunidad a determinados peligros que se ciernen sobre ella; y durante las primeras generaciones, esto
es, durante el período en que se mantiene vivo en la comunidad el recuerdo de los peligros que la acechaban, estas constituciones funcionan de
forma óptima. Pero llega un momento en que ese recuerdo se pierde; entonces ascienden al poder generaciones que heredan la constitución de
sus padres sin heredar la memoria de las conmociones que condujeron a
ellas. En esta situación los nuevos gobernantes se entregan a toda clase
de excesos y es así como se corrompen las constituciones. Por ejemplo,
la aristocracia nace como reacción a la tiranía: cuaqdo los excesos de la
tiranía resultan insoportables, los ciudadanos más capaces derrocan al tirano e implantan una aristocracia. En un principio, y ante el recuerdo de
las desgracias que acarreó el régimen tiránico, los gobernantes ponen
todo su cuidado en la administración del estado. Pero, cuando los hijos
de los primeros aristócratas heredan el poder, se ha desvanecido ya la memoria de los males pasados; en esta situación los nuevos gobernantes se
aplican más a satisfacer sus propios apetitos que a administrar el estado;
y es entonces cuando la aristocracia degenera en oligarquía.
Este proceso podría ser descrito en términos más abstractos de la
siguiente manera: una vida bajo circunstancias difíciles provoca un despliegue de las .fuerzas humanas, despliegue que es necesario para la supervivencia; y ese esfuerzo acaba plasmándose en mejores condiciones de
vida. Pero de la misma manera que las circunstancias difíciles producen
el desarrollo de las potencialidades del hombre, la vida que se desenvuelve en una situación de abundancia y de facilidad de medios determina una
relajación de las costumbres que se traduce en actitudes de molicie y en
hábitos sensuales y disipados. Y en medio de esta sensualidad y molicie
tanto el individuo como la comunidad pierde sus capacidades, degenera,
se corrompe y, en definitiva, acaba destruyéndose.
El esquema evolutivo que utiliza Polibio tiene hondas raíces en el pensamiento griego. Hace algunos años Demant subrayó cómo la idea de que
la abundancia conduce a la relajación y en último extremo a la decadencia
CATEGORfAS HISTÓRICAS EN POLIBIO
97
y a la muerte está presente en Heródoto, Platón, Jenofonte, Isócrates y,
en general, en los autores del siglo IV3. Pero es sobre todo en la historiografía helenística anterior a Polibio donde encontramos repetida de
una manera continua esta misma idea. Los historiadores helenísticos consagran además un término específico para designar esa situación de prosperidad y relajación que constituye el paso inmediatamente anterior a la
decadencia: el término t~uipfi.
En 1934 Passerini llamó la atención sobre la importancia que adquiere
en los historiadores helenísticos el concepto de t~ucpficomo tóxog historiográfico y como principio de explicación histórica4. Para Passerini dicho
concepto, que está presente ya en Heródoto, sólo con Platón adquiere
aquellos caracteres con los que habría de presentarse en los historiadores
helenísticos, apareciendo como aquella 4 6 0 ~ ~cuya
7 búsqueda subvierte
los valores de la comunidad, altera la G i a ~ t adel individuo y acaba por
arruinar al estado. En todo caso, y según hemos visto, el esquema evolutivo al que alude el término t~ucpfiera ya en el siglo IV Un lugar común
ampliamente utilizado. Su presencia en la historiografía helenística se ve
confirmada por una simple ojeada a los fragmentos conservados. La idea
de la t~ucpfiaparece en Éforo, Teopompo, Timeo, Duris y Filarco5; en
general funciona como principio de explicación histórica, apareciendo
como factor que origina la pérdida de las virtudes ciudadanas y, en consecuencia, acarrea la ruina de la comunidad; en algunos autores, por
ejemplo en Timeo o Filarco, el tema de la tgucpfi aparece mezclado con
motivos religiosos, al ser el castigo de la divinidad resultante de la incontinencia y el exceso; finalmente su abundantísima presencia en determinados autores, por ejemplo, en Teopompo, se explica en parte porque su
utilización brindaba una buena ocasión para extenderse en la exposición
del lujo imperante en determinadas cortes, en digresiones sobre la corrupción moral de algunos personajes históricos o en relatos acerca de la
depravación de ciertas comunidades, introduciéndose así este tipo de descripciones efectistas a las que son tan aficionados los historiadores helenísticos.
Puede concluirse en definitiva que el tema de la tpipfi, de la degeneración de las costumbres, constituía un tópico ampliamente desarrollado
DEMANT,
Geschichte als Argument, Konstanz, 1972, p. 20 y SS.
PASSERINI,
«La t ~ v r p fnella
i
storiografia Ellenistica», SIFC 11, 1934, pp. 35-56.
Para Éforo véase F. Gr. Hist. 70 F83; F149. Para Teopompo F. Gr. Hist. 115
F99; F117 (a título de ejemplo). Para Timeo F. Gr. Hist. 566 F44; F49; F51; F50. Para
Duris F. Gr. Hist. 70 F60; F10; F14; F15. Para Filarco F. Gr. Hist. 81 F20; F23; F40;
F41; F44.
en el siglo IV y del que hicieron uso abundante los historiadores helenísticos. El término puede aplicarse a las comunidades políticas o a los
individuos, y en líneas generales se plantea como principio según el
cual una situación de prosperidad y bienestar que permite un nivel de
vida refinado provoca una relajación de la conducta individu'al y colectiva que acaba liquidando las virtudes y provocando la ruina. El motivo
de la z~ucpfi,aparte de proveer un cliché cómodo para explicar la evolución de determinadas sociedades, parece haber proporcionado a los
historiadores ocasión para insertar excursos sensacionalistas en los que
se extendían sobre el libertinaje, la intemperancia y el refinamiento de
ciertos personajes célebres o de ciertas comunidades.
Es éste el esquema evolutivo que está presente en la teoría polibiana de la corrupción de las constituciones. Según expone Polibio, el
tránsito de la forma constitucional correcta a la degenerada supone un
período de relajación moral, una relajación que afecta a los gobernantes en el caso de la monarquía y la aristocracia, y al pueblo en el caso
de la democracia, pero que, en las tres ocasiones, se traduce en afición
al lujo, falta de contención ante los apetitos, gusto incontrolado por la
comida y la bebida y, en general, ausencia de moderación y moralidad
en las costumbres. Se trata, como se ve, del arsenal de tópicos que
componían el esquema de la qucpfi, dándose además la circunstancia
de que Polibio emplea términos y expresiones que recuerdan claramente las descripciones que pueden hallarse en los historiadores helenísticos. Resulta así evidente que en este punto concreto de su teoría, esto
es, en la explicación del proceso por el cual cada forma constitucional
degenera en una forma corrupta, Polibio recurre a un tópico fuertemente arraigado en el pensamiento griego y de amplia utilización en los
historiadores que le precedieron: el principio de la tgucpfi, el esquema
según el cual la facilidad en los medios de vida conduce a la relajación,
la disipación y la ruina. Con ello queda contestado, al menos en parte,
el primero de los interrogantes que planteábamos al principio: como
motor del proceso por el cual los regímenes políticos degeneran se encuentra un pensamiento clásico en el arsenal de las ideas griegas, un
pensamiento que hace referencia a cierta concepción de la naturaleza
y la actuación del hombre y de la sociedad humana.
Queda, sin embargo, un detalle por aclarar. Pues si esto es así, si
en Polibio está presente el mismo esquema de abundancia-corrupciónruina que aparece en los historiadores helenísticos, cabe preguntarse
por qué no utiliza el término, ya consagrado, de zgvcpfi. Efectivamente, el término tgucpfi no se encuentra ni en el libro VI, ni en otros luga-
CATEGOR~ASHISTÓRICAS EN POLIBIO
99
res de las Historias donde su presencia parece obligada6. El caso más llamativo es un pasaje del libro octavo (62a) en donde se habla de la prosperidad y la ruina de Tarento; la decadencia de Tarento aparece en distintos historiadores helenísticos como ejemplificación típica del proceso
de la t ~ u ~ p T jy' ,es así como lz presenta Polibio. Y sin embargo, tampoco
aquí utiliza la palabra z~ucpTj.Esta ausencia del término en lugares donde
es esperado revela cómo Polibio se resiste a emplearlo por una decisión
consciente, decisión que se explica sólo si se tiene en cuenta la evolución
de la literatura historiográfica y la actitud de Polibio frente a la historiografía helenística.
La relación de Polibio con la historiografía que le precede es, en varios aspectos, una relación de rechazo. Polibio pretende insertar al género
histórico en la vida política, conferirle una funcionalidad civil y dotarlo de
la seriedad y gravedad necesarias para ello. Y en este sentido su actitud
supone una reacción contra importantes corrientes de la literatura histórica de la época helenística. A partir del siglo IV la historiografía griega,
siguiendo la misma línea de evolución que afecta a otras formas literarias,
se vacía de su contenido anterior y recibe un nuevo planteamiento. En
autores como Tucídides, Jenofonte e incluso Éforo la historia era un género eminentemente político y ciudadano, con una clara orientación didáctica; pero determinados movimientos historiográficos que surgen hacia la mitad del siglo IV plantean la obra histórica sobre presupuestos
muy distintos. Lo que interesa ahora'no es ya ofrecer un paradigma moral
y político, sino, ante todo, realizar un producto literario que atraiga, interese y conmueva al lector. Un resultado de esta nueva orientación son
corrientes como las representadas por Teopompo, Timeo o la historiografía trágica. Los recursos que utilizan las composiciones históricas de este
tipo son diversos: abundancia de anécdotas, digresiones sobre tierras exóticas o personajes extraordinarios, interpolación de relatos maravillosos,
plasticidad dramática en la presentación de los acontecimientos, etc. Es
contra la historiografía así planteada contra lo que reacciona Polibio.
Ahora bien, en las obras de esta índole el empleo del motivo de la t~ucpTj
presentaba la ventaja, como ya hemos visto, de ofrecer un fácil pretexto
para la introducción de excursos efectistas. Es ese empleo como elemento
desencadenante de digresiones sensacionalistas lo que hace que el térmiEn relación con la presencia del término t ~ v r p fen
i Polibio VI1 1, 1 cabe pensar
que la palabra no aparecía en el texto de Polibio, sino que procede de Ateneo, que
es quien nos ha transmitido el pasaje.
Véanse los datos proporcionados por WALBANK,
A Historical Commentary on
Polybius, 11 (Oxford, 1967), p. 101.
'
100
JOSÉ M." CANDAU MOR6N
no aparezca desacreditado a los ojos de una historiografía pretendidamente didáctica y política como es la polibiana. Y así se explica que Polibio, conscientemente, se resista a utilizarlo.
111. 'Avaxúxhoa~gY CONSTITUCIÓN MIXTA
El segundo interrogante que planteábamos al principio del presente
trabajo pregunta por qué las constituciones se suceden forzosa e inevitablemente en un orden determinado, aquel que menciona Polibio. La pregunta, en realidad, ya se la hicieron distintos estudiosos modernos, y la
respuesta que se le ha dado parece satisfactoria. Posiblemente fue Zanran
el primero en advertir que la introducción del esquema de la ftvanúnho01s tenía como fin fundamental explicar la génesis del sistema constitucional romano8. La observación de Zancan no puede confirmarse a partir del
texto polibiano mismo, puesto que la parte del libro VI que trataba del
establecimiento de la r c o h ~ d aromana, la llamada «arqueología», no se
ha conservado; sin embargo, a partir de Cicerón puede reconstruirse ei
contenido de esta sección perdida. Parece ser que el esquema de la &vanúnhwai~jugaba en la «arqueología» de la siguiente manera: Roma, a lo
largo de su historia, habría pasado por las distintas fases de la twanúxhoa s ; tras la fundación del estado romano por Rómulo, Tarquinio el Viejo
y Servio Tulio representaban la fase de la monarquía, con Tarquinio el
Soberbio se produce la degeneración de la monarquía en tiranía; a continuación la primera república suponía el establecimiento de la aristocracia; la degeneración de la aristocracia en oligarquía tendría lugar con el
decenvirato; y finalmente tras la segunda secesión de la plebe la democracia sustituía a la oligarquía. Se trata, por tanto, del mismo recorrido que,
según Polibio, tiene que efectuar cualquier régimen constitucional. Ahora
bien, lo peculiar de la evolución romana, siempre según Polibio, consistiría en que cada etapa de la evolución habría conservado rasgos de la
etapa anterior; así, bajo la aristocracia se habrían conservado rasgos monárquicos, y bajo la democracia rasgos monárquicos y aristocráticos9.
Gracias a esta peculiaridad, la constitución romana en su estadio final es
un sistema mixto, esto es, un sistema en el que se mezclan elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos.
* ZANCAN,«Dottnna delle Constituzioni e Decadenza politica in Polibio~,RZL
69, 1936, pp. 499-512.
Ya TAEGER,
en 1922, hizo notar que en el caso de Roma las constituciones no
se suceden «nacheinander», sino «ineinander» (según POSCHL,Romischer Staat und
griechisches Staatsdenken bei Cicero, Darmstadt, 1974, p. 50).
CATEGORfAS HISTÓRICAS EN POLIBIO
101
Efectivamente, para Polibio existen junto a constituciones simples
constituciones mixtas; lo característico de las formas mixtas es que en
ellas los elementos monárquicos, aristocráticos y democráticos se combinan, equilibran y contrabalancean de tal manera que el sistema ofrece
una estabilidad mucho mayor que la que presentan las formas simples. El
régimen constitucional que existe en Roma y al que Roma, en la visión
polibiana, debe su grandeza, es un régimen mixto; y la misión de la &v a n ú n h o a ~con.
~ , su orden invariable en la sucesión de las constituciones,
es explicar cómo se formó dicho régimen. Dentro del conjunto del libro
VI, que se proponía como objetivo esencial el estudio del sistema de gobierno gracias al cual Roma logró dominar el universo, el esquema de la
& v a n 6 n h o ajugaba
~~
así un papel fundamental; papel tanto mayor, cuanto que en el pensamiento de Polibio, y como ocurre tan frecuentemente
en el pensamiento clásico, los conceptos de génesis y estructura se superponen: es el proceso que ha seguido la constitución romana, y no otra
cosa, lo que explica su funcionamiento y su particular excelencia. Resulta, pues, obvio cuál es la respuesta que hay que dar a la pregunta de por
qué las constituciones se suceden en un orden invariable: dicha invariabilidad no es más que el tributo que ha de pagar Polibio por elevar a principio general lo que es tan sólo una herramienta intelectual para explicar
la conformación del régimen romano.
IV.
LEY B I O L ~ G I C AY DECADENCIA POL~TICA
La constitución mixta también está sometida a decadencia. Los sistemas mixtos de Esparta y Cartago d e c a y e r ~ n ' ~
y ,de la misma manera, según Polibio, la constitución romana decaerá. Polibio, por otra parte, justifica esta decadencia mediante el recurso a una instancia superior: la ley
biológica, por la que todo lo existente está sometido al proceso de nacimiento, desarrollo y muerte, se extiende también al ámbito político y, en
consecuencia, afecta a la constitución mixta1'. La ley biológica aparece
así en el libro VI como principio de explicación de la decadencia de los
sistemas mixtos.
Para ciertos estudiosos modernos la introducción de dicha ley supone
la irrupción de un elemento perturbador en el edificio teórico proyectado
por Polibio; esta perturbación se produciría como consecuencia de una
colisión que puede concretarse en dos puntos: a) la ley biológica, según
'O
Véase especialmente la explicación de la decadencia de Cartago en Polibio VI
"
Polibio VI 10, 2-14; VI 57.
51.
102
JOSÉ M.a CANDAU M O R ~ N
la cual todo sistema político está condenado al envejecimiento y a la
muerte, supone una contradicción con el pensamiento de que la constitución mixta asegura la estabilidad de un estado; b) la ley biológica es incompatible con el principio evolutivo que representa la iwvaxfinhwoig;
pues en la evolución dada por la iwvaxúxhooy la degradación que sufre
cada régimen va seguida de la aparición de una nueva forma constitucional, y la mutación que así se produce no guarda ninguna relación con el
envejecimiento absoluto que supone el esquema biológico.
Habría, pues, en la obra de Polibio y, concretamente, en el libro VI,
una serie de contradicciones producidas por la introducción de la ley
biológica. Hace ya tiempo que se intentó explicar estas contradicciones
acudiendo a la hipótesis de que el libro VI se hubiera compuesto en diferentes fechas; existirían así distintas redacciones, en cada una de las
cuales la visión del autor sería diferente, sin que en la redacción final se
hubiese intentado reducir estas diferencias. Esta teoría, la teoría de los
estratos, tiene su origen en Cuntz y cuenta con una amplia audiencia: Laqueur, Kornemann, de Sanctis, Ziegler, Svoboda, Theiler12. Parte del supuesto de que la visión de Polibio habría estado influida por determinados sucesos que habrían introducido un cambio en su pensamiento. Así
Cuntz piensa que el libro VI habría sido compuesto en dos etapas; en la
primera de ellas la atención del autor estaría fija, ante todo, en el desarrollo de Roma y en los logros alcanzados por el sistema romano; y en
consecuencia, a esa etapa correspondería la parte del libro VI en la que
se acentúa la estabilidad de la constitución romana. En un segundo momento la visión polibiana, bajo la impresión producida por las reformas
introducidas por los Gracos, habría comprendido que también el sistema
de Roma está sometido a la decadencia: de aquí la parte del libro VI en
la que se habla del envejecimiento y la degradación de la constitución romanaI3. Por lo demás, la teoría presenta variantes en cuanto al número
de redacciones y en cuanto a los factores que pudieron motivar el cambio.
Laqueur, por ejemplo, piensa en tres redacciones sucesivas, y presenta
como factores del cambio la influencia primero de Dicearco, y después de
Panecio14.
l2
CUNTZ,Polybios und sein Werk, Leipzig, 1902; LAQUEUR,
Polybios, Leipzig,
1913; KORNEMMAN,
«Zum Staatsrecht des Polybios», Philologus 40, 1931, pp. 169184; DE SANCTIS,
Storia dei Romani, 111 1, Torino, 1907-1923; SVOBODA,
«Die Abfassungszeit des Geschichtswerkes des Polybios», Philologus 72, 1913, pp. 465-483; THEILER,aschichten im 6. Buch des Polybios», Hermes 81, 1953, pp. 296-302; ZIEGLER,
«Polybios», RE XXI 2, cols. 1440-1578.
l3
Citado según PÉDECH,La méthode historique de Polybe, París, 1964, p. 310.
l4
Citado según PÉDECH,o . c . , p. 310.
CATEGOR~ASHIST~RICASEN POLIBIO
103
La hipótesis de las redacciones sucesivas no ha tenido una aceptación
total. D e hecho, un buen número de autores han negado dicha hipótesis
en sus dos puntos centrales: la existencia misma de contradicciones en el
libro VI y la capacidad de los factores manejados por la teoría de los estratos para introducir una variación en las ideas de Polibio.
1. Se ha negado en primer lugar que haya una contradicción en el
pensamiento de que la constitución mixta está sometida a la ley
de envejecimiento: pues estabilidad no quiere decir perpetuidad,
y la contradicción sólo existe en el caso de que se quiera presentar a Polibio como un profeta de la aeternitas Irnperiils.
l5
2.
Igualmente se ha negado que haya una incompatibilidad de
principio entre la ley de decadencia biológica y el ciclo de las
constituciones. Ya Taeger, en 1922, afirmó que tanto la &vaxUx h o a y , como la ley de envejecimiento gradual, representan
distintas realizaciones del principio biológico16. La idea fue recogida, entre otros autores, por Erbse, quien subrayó que el movimiento de la constitución simple y el de la mixta son idénticos,
aunque varíen en ritmo y en intensidad1'. Más recientemente
Díaz Tejera ha planteado el problema de la siguiente manera: la
teoría biológica debe ser considerada como una dimensión que
transciende la constitución política, pero que, sin embargo, incide tanto en sus formas simples como en sus formas compuestas.
En las primeras esta incidencia resulta clara, pues, cuando Poliemplea términos e ideas que debio habla de la &vax-;ixhoa~~,
latan la presencia de un esquema de evolución biológica. En las
segundas la prueba de dicha presencia es histórica: las constituciones mixtas de Roma y Cartago decayeron; y, en consecuencia,
la de Roma también decaerá, como pronostica el mismo Polibio.
De esta manera &vax-ó?¿hoa~q
y movimiento de la constitución
mixta aparecen como momentos y perspectivas de una misma
teoría: la teoría biológi~a'~.
3.
Se ha rechazado también que el contacto con Panecio o la consideración de las reformas de los Gracos hayan podido causar un
cambio en las ideas de Polibio. Respecto a lo primero, Mioni ha
subrayado la dificultad de admitir una influencia del joven Panecio en un Polibio ya cargado de años y experiencia19; Erbse, por
MIONI,Polibio, Padova, 1949, p. 58; PEDECH,o.c., p. 312.
Citado según POSCHL,
o.c., p. 30.
l7
ERBSE,«Polybiosinterpretationen», Philologus 101, 1957, p. 274.
Is
D f ~ zTEJERA,«Análisis del libro VI de las Historias de Polibio respecto a la
concepción ciclica de las constituciones», Habis 6, 1975, pp. 23-34.
l9
MIONI,o.c., p. 63.
l6
JOSÉ M.a CANDAU MORÓN
su parte, niega dicha influencia sobre la base de que en Polibio,
y frente a lo que ocurre en Panecio, la justicia es sólo un valor
relativo20. Y en lo que toca al segundo factor, Brink y Walbank
han observado que la idea de la decadencia romana era ya un tópico en el año 168, con lo que difícilmente puede pensarse que
Polibio llegó a esta conclusión bajo la impresión de las reformas
de los Gracos2'.
4. Finalmente, distintos eruditos, siguiendo una línea de pensamiento que inauguró Z a n ~ a n han
~ ~ ,subrayado que las aparentes
contradicciones del libro VI obedecen no tanto a supuestas redacciones sucesivas, cuanto a la necesidad de resolver teóricamente dos problemas diferentes: explicar el rápido éxito de los
romanos e interpretar ciertos signos de decadencia que Polibio
creía advertir en la Roma contemporánea. Para resolver lo primero, el historiador recurriría a la teoría de la & v a n h h w o ~ s ,
dando cuenta así de la formación del régimen mixto al que Roma
debía sus logos. Para explicar lo segundo, acudiría al esquema
de envejecimiento biológico. Y si entre estas dos teorías no existe una concordancia total, ello no es nada extraño; pues lo que
Polibio pretendía no era construir un modelo teórico de validez
absoluta, sino sacar a luz unos esquemas conceptuales con los
que pudiese afrontar los problemas que se le planteaban en el libro VIz3.
Ante este cúmulo de argumentos e n contra, la teoría de las redacciones sucesivas quedó bastante debilitada. Existe, sin embargo, un punto
que juega un papel importante en dicha teoría y que sus adversarios no
han logrado explicar totalmente: cuál es la relación existente entre el proceso de degradación al que sucumben los regímenes simples y la ley de
envejecimiento que afecta a las constltuciones mixtas, o, elevando e1
problema a un plano más general, qué relación media enrre ley biológica
y decadencia política. Una solución sería la de pensar, en la linea de
20
ERBSE,
«Zur Entstehung des polybianischen Geschichtswerkes»,RhM 1951, p.
161.
21 BRINK
& WALBANK,
«The Construction of the Sixth Book of Polybius», pp.
105-106; véase también MIONI,o.c., p. 63.
22
ZANCAN,
O.C.
23 VONFRITZ,
The Theory of the Mixed Constitution in Antiquity. A Critica1 Analysis of Po1.vbius Political Ideas, New York, 1973 (edición original, New York, 1954),
& WALBANK,
o.c., p. 108; ERBSE,
obras citadas en las notas 17-y20; EIp. 54; BRINK
SEN,Poíybio~inferpretationen.Beobachtungen zur Prinzipien griechischer und romischer Historiographie bei Polybios, Heidelberg, 1966, p. 49; p. 59 y SS.;PETZOLD,
Studien zur Methode des Polybios und zu ihrer historischen Auswertung, München, i969,
pp. 69 y SS.
CATEGORfAS HISTORICAS EN POLIBIO
105
Zancan, que la ley biológica y el proceso de decadencia dado por el esquema de la t~urpflson conceptos distintos que se utilizan independientemente para explicar el uno el agotamiento de la constitución mixta, el
otro la liquidación de las formas simples: ambas teorías estarian, por tanto, en una relación de distribución complementaria. Esta hipótesis, sin
embargo, no se ve confirmada por la obra polibiana misma, en donde ley
biológica y decadencia política parecen más bien conceptos intercambiables; pues si, por una parte, Polibio afirma que la constitución mixta está
sometida a la ley de envejecimiento, por otra, explicita que también un
sistema mixto como el romano sufrirá el proceso de degeneración y corrupción que afecta a las formas simples24.
Para comprender cuál es la esencia del esquema de la tgucpj, el esquema por el que se corrompen las constituciones, hay que tener en cuenta
los siguientes datos:
- Hay que tener presente, en primer lugar, que Polibio insiste en
que la decadencia de las constituciones es algo natural (iluta
~ ~ o L valgo
) , que se desarrolla según leyes inflexibles de la naturalezaZ5.
-
En segundo lugar, no se debe olvidar la afirmación polibiana de
que todo sistema político está sometido al proceso de envejecimiento y muerte que afecta a cualquier ser existente; afirmación
que se complementa con la idea de que el momento en que se inicia el envejecimiento de un estado es el momento en que ese estado alcanza una situación de estabilidad y riquezaz6.
- Finalmente, conviene recordar que, como hizo notar Díaz Tejera,
cuando Polibio se refiere a la formación y degeneración de las
constituciones simples emplea términos e ideas que delatan la
presencia de un esquema de evolución biológica.
La conclusi6n se impone por sí sola: el proceso de degeneración de las
constituciones simples (esquema de la z ~ u c p j )no es más que una instancia particular de la ley biológica. Y por tanto, es el mismo principio, el
principio biológico, el que explica la degeneración de los sistemas simples
y el envejecimiento de los sistemas mixtos. E n ambos casos juega el esquema de la t~ucpflque, visto a esta luz, se muestra como la forma en que
aparece, en su realización política, el principio biológico de nacimientodesarrollo-muerte. En el contexto del libro VI la aplicación de la ley bioló24
26
Véase Polibio VI 57, 5; XVIII 35, 1; y, sobre todo, XXXI 25, 2-8.
Polibio VI 5, 1; VI 9, 10.
Véase a este respecto Polibio VI 4, 11-13; VI 9, 11-14; VI 51, 3-8; VI 57.
106
JOSÉ M . CANDAU
~
MORÓN
gica al sistema político romano vendría dada según un proceso por el cual
la aCEqo~gsignifica elaboración paulatina del equilibrio a partir de la
&vaxÚnhooig,la hnpt e1 estado de pleno equilibrio entre los elementos
monárquicos, aristocráticos y democráticos y la (p6iot.5la destrucción de
este equilibrio en razón de la preponderancia cada vez mayor del elemento democrático2'. Así, como quería Erbse, es el mismo principio el que
motiva la decadencia de la constitución simple y la de la mixta. La diferencia entre ambos consiste entonces en que en la ~ L X ' G ?la~ intervención
humana pone un freno a los presupuestos del desarrollo natural y consigue que éste se retrase. Pero, a la larga, l?constitución mixta también decae, y ello supone un triunfo de la naturareza sobre la inteligencia que intenta ponerle trabas, ello supone el triunfo absoluto de la ley biológica y
la supeditación, como instancias particulares, de las leyes políticas a las
biológicas.
Puede concluirse, de acuerdo con lo dicho, que en el libro VI existen
dos principios evolutivos: por una parte, el esquema de la olvaxúxhoo~g,
en virtud del cual las constituciones simples se suceden unas a otras en un
orden determinado; por otra parte, la ley biológica, que bajo la forma del
esquema de la tgucpt, afecta tanto a los regímenes simples como a las formas mixtas. Siguiendo a Zancan, cabe admitir que ambos principios tienen un papel funcional en el libro VI: la &vanÚnhoot.~
sirve para explicar
la formación del sistema romano y la ley biológica sirve para dar cuenta
de ciertos síntomas de decadencia que Polibio cree percibir en la Roma
contemporánea. De esta manera quedan contestados los dos interrogantes planteados al inicio del presente trabajo: el proceso por el que un régimen constitucional degenera en su forma corrupta es, en último extremo, de naturaleza biológica, y por ello debe cumplirse siempre; y el que
las constituciones se sucedan, dentro de la &vawhhoois,en un orden determinado y forzoso no es más que el resultado de elevar a principio general lo que es sólo un instrumento conformado exclusivamente para explicar la génesis del sistema mixto romano. Con esto, sin embargo, no
queda zanjada la cuestión.
La utilización de un esquema biológico para explicar hechos políticos
invita a hacer una serie de reflexiones. Ya de entrada el que se pretendan
aclarar fenómenos políticos o político-sociales mediante leyes biológicas
27
Sobre este punto véase PETZOLD,o.c., p. 83.
CATEGOR~ASHISTORICAS EN POLIBIO
107
supone una irregularidad metodológica; pues al proceder así lo que se
hace es aplicar al ámbito de lo político ideas extraídas del campo de lo
individual, ya que por definición todo lo biológico es individual. En este
sentido, la presencia de la ley de envejecimiento como factor explicativo
de la decadencia de las constituciones supone la introducción de un elemento artificial y externo. Pero, incluso dejando aparte estas consideraciones generales, si nos atenemos exclusivamente a la coherencia interna
de las Historias, resulta claro que los principios evolutivos empleados en
el libro VI constituyen un cuerpo extraño en la obra polibiana; pues
dichos principios funcionan como conceptos ad hoc, que se emplean
exclusivamente para solucionar los dos problemas de cómo explicar la
formación de la constitución romana y cómo justificar la decadencia de
Roma, pero que no se desprenden naturalmente del conjunto de ideas
que dominan las Historias. Esto es particularmente evidente en el caso de
la á v a x ú x h o o ~concepto
~,
que, según se ha hecho notar, no se menciona
ni se utiliza en ningún lugar fuera del libro VI28; Gelzer, además, llamó
la atención sobre la contradicción implícita en el dato, ofrecido por el
mismo Polibio, de que en la evolución de la constitución aquea la democracia siga a la realeza despótica, contradicción de la que no se ofrece explicación alguna29; y von Fritz llega a afirmar que incluso Polibio debió
de ser consciente, gracias a su experiencia como historiador, de que los
cambios constitucionales no siguen siempre el camino trazado por la áv a x ú x h o o ~Existe
~ ~ ~ .finalmente un dato sumamente elocuente a la hora
de comprender el carácter de cuerpo extraño, introducido de manera violenta y artificiosa, que ofrecen los principios evolutivos presentes en el libro VI; es el contraste entre el tono habitual de la exposición polibiana
-Polibio suele ofrecer una narración atenta a la realidad, en la que predominan el realismo y el sentido común- y el tono dogmático que se emplea al querer elevar a ley universal el esquema de la &vaxijxhoo~go el
principio del envejecimiento de las constit~ciones~~.
Ante tal estado de cosas cabe plantear la pregunta de por qué Polibio,
cuando se ve enfrentado a hechos políticos Ó histórico-políticos como el
28 Véase RYFFEL,
METABOAH HOAITEIQN. Der Wandel der Staatsverfassungen, New York, 1973 (reimpresión de la edición original, Berna, 1949), p. 184; también COLE,«The Sources and Composition of Polybius VI», Historia 13, 1964, pp. 456
y SS.
29 GELZER,
«Die Achaica im Geschichtswerk des Polybios~en Kleine Schriften
111, Wiesbaden, 1964, p. 126.
30 VON FRITZ,o.c., p. 74.
31 Véase especialmente respecto a la &vax.úxAwo~s
Polibio VI 9, 10; respecto al
principio de envejecimiento de las constituciones Polibio VI 57, 1.
108
JOSÉ M." CANDAU MORÓN
nacimiento o la decadencia de la constitucion romana, necesita recurrir a
esquemas rígidos, predeterminados, ahistóricos y extraííos al conjunto de
su obra. La cuestión es demasiado amplia para ser contestada en el presente trabajo. Pero puede subrayarse que la situación con que aquí nos
encontramos guarda un estrecho paralelismo con la que aparece en otros
momentos de las Historias. Efectivamente, en el libro VI cabe distinguir
entre dos planos: por un !ado, el plano en que se trata el funcionamiento
de la constitución romana; por otro, el plano en que se exponen las causas de la formación y decadencia de dicha constitución. Cuando Polibio
se mueve en el primer plano, su tratamiento convence y resulta lógico;
pues los capítulos del libro VI en los que se habla del funcionamiento del
sistema romano y se comenta el equilibrio entre el poder consular, el pueblo y el senado, constituyen uno de los momentos más felices de la obra
polibiana; lo que aquí se ofrece es una explicación con la que se puede
o no estar de acuerdo, pero que guarda rigor y coherencia interna. Pero,
en cambio, cuando trata la evolución del régimen romano y teoriza sobre
las causas del nacimiento y la decadencia de la constitución de Roma, introduciendo el esquema de la &vax.úxhwoi~
y recurriendo a la ley de envejecimiento, su exposición decepciona y resulta artificiosa.
Estos dos mismos planos reaparecen en el tratamiento polibiano de
los conflictos bélicos; pues también aquí, cuando Polibio se mueve en el
plano de la descripción, comentando el desarrollo de las guerras y la conducta de los participantes, ofrece un relato verosímil y lógico. Pero, cuando se mueve en el plano de la explicación causal, sus afirmaciones se
muestran decepcionantes. En efecto, las explicaciones etiológicas que
aparecen en las Historias han sido calificadas de unilaterales, arbitrarias,
esquemáticas, desproporcionadas, y ello por autores tan calificados como
Walbank, Ziegler, Pédech o M ~ m i g l i a n o ~
En
~ . general, cuando Polibio
expone las causas de una guerra, recurre a factores psicológicos, y en este
sentido sus observaciones resultan poco convincentes; por ejemplo, cuando habla de la guerra de los Aliados, la guerra que enfrentó a la liga
aquea y a la etolia durante los anos 227-221, aduce como causa del conflicto la tendencia a la rapiña ingénita en los e t o l i o ~ al
~ ~tratar
;
de la segunda guerra pínnica, cita el resentimiento de Amílcar como una de las
32 WALBANK,
A Historical Commentary on Polybius 1, Oxford, 1957, p. 309; p.
314; PÉDECH, o.c., p. 202; MOMIGLIANO
«Some Observations on Causes of War in
Ancient Historiography», Acta Congressus Magdiviani. Proceedings of the Second Ino.c., col. 1513.
ternacional Congress of Classical Stridies, vol. 1, pp. 199-298; ZIEGLER,
33 Polibio IV 3-5.
CATEGOR~ASHIST~RICASEN POLIBIO
109
causas del conflicto34; cuando relata la guerra de Antíoco, en la que una
coalición griega formada por la liga etolia y el rey kntíoco 111, se enfrentó
a los romanos, habla de la cólera de uno de los bandos, concretamente del
bando de los etolios, como motor del e n f r e n t a m i e n t ~ ~
Aparece
~.
entonces
una situación paralela a la que hallábamos al comentar el tratamiento polibiano de las constituciones: de nuevo aquí, cuando se trata de explicar las
causas de los fenómenos históricos, Polibio efectúa una extrapolación ilegítima y utiliza categorías ahistóricas - e s t a vez psicológicas- para aclarar los
hechos; y, por otra parte, de nuevo aquí, cuando el relato se mueve en el plano de la descripción, el discurso polibiano resulta apreciable y satisfactorio.
De todo lo dicho puede extraerse, creo, una conclusión evidente; y es
que en Polibio existe una incapacidad para comprender las causas de los fenómenos históricos y sociales. Y que esta incapacidad, observable tanto en
su tratamiento de las constituciones, como en sus consideraciones etiológicas sobre los conflictos bélicos, se traduce en la aplicación de esquemas explicativos ahistóricos, apriorísticos y predeterminados. La incapacidad de la
que hablamos puede extenderse, por otra parte, al conjunto de la historiografía griega. Recientemente Romilly ha hecho observar que, cuando los
autores griegos explican la decadencia de los estados, recurren normalmente
a razones morales o psicológicas, sin que se establezca una distinción clara
entre estados e individuo^^^; y Momigliano, hace ya algún tiempo, subrayó
cómo las explicaciones etiológicas referidas a las causas de las guerras representan uno de los puntos débiles de los historiadores clásicos3'. Se trataría,
por tanto, de una limitación del pensamiento griego, que no habría podido
llegar a entender la etiología real de los sucesos históricos. A la hcra de juzgar esta limitación conviene, sin embargo, tener en cuenta que la historiografía clásica se plantea sobre presupuestos y se propone fines muy distintos
a los de la historiografía contemporánea. La historiografía clásica es un género abocado rilás a la narración que a la explicación, un género que busca
más exponer conductas que estudiar las causas de los sucesos, un género en
el que la ejemplaridad y la enseñanza moral y política están siempre en primer plano. Y en una historiografía que se plantea de esta manera el estudio
de las causas que motivan los acontecimientos históricos es mucho menos
relevante que en una concepción de la historia como la que mantiene el pensamiento moderno.
J O S ~M.a CANDAUMORÓN
Universidad de Sevilla
34
35
36
Polibio 111 9, 6-9.
Polibio 111 6, 1-7, 3.
ROMILLY,
The Raise and Fall of States Accordirzg to Greek Aathors, Michigan ,
1977, p. 19.
37
MOMIGLIANO,
O.C.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
El futuro en griego moderno es, como en tantas otras lenguas europeas, una forma analítica. El hablante heleno no dispone de una
forma única, sino que para la expresión de este tiempo recurre a una
perífrasis constituida por el auxiliar 6á (evolución directa del griego
helenístico 6Éhw Lva > 6 ~ v >
á 6 á ) y los subjuntivos de presente o
aoristo del verbo conjugado. En griego clásico y postclásico, por el
contrario, a la expresión de futuridad le correspondía en cada verbo
una forma diferente para cada persona en cada modo y voz: era un
futuro sintético.
¿Cuándo se produjo el paso del futuro sintético al analítico? Sin
duda, después de la época -transición entre los siglos 1 y 11- en que
vivió Epicteto. Ahora bien, como todo proceso lingüístico, no surgió
de la noche a la mañana, sino que fue fruto de una larga evolución
anterior.
La finalidad que persigue este trabajo es analizar el estadio concreto de esa evolución en el que se encuentran las Pláticas de Epicteto, escritas por su discípulo Arriano. De carácter eminentemente
popular y dialógico, podemos considerarlas como un reflejo bastante
fiel de lo que es la X O L V ~ )de la época imperial, aunque en algunas
ocasiones (pocas) al lector le asaltan dudas sobre la posible influencia
del aticismo en la lengua de las mismas. Está claro que todo el mundo, hasta el más iletrado, intenta escribir algo mejor de lo que habla.
Sin embargo, en líneas generales podemos decir que la lengua popular de finales del siglo 1 d.C. era muy semejante a la que emplea
nuestro autor. De ahí su valor, junto con otros textos contemporáneos, como el NT o los papiros no-literarios, para el estudio de la
lengua griega de la época.
2.
PRESUPUESTOS DE LA EVOLUCIÓN DEL TEMA DE FUTURO
Considero presupuestos indispensables, y también causas básicas, de
la evolución del tema de futuro, en primer lugar, su carácter secundario,
ya en época clásica, y en segundo, la evolución fonética sufrida por el
griego helenístico.
112
JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
El carácter secundario del futuro en griego clásico queda bien demostrado por estos hechos:
a) Sus orígenes diversos, no sólo entre las distintas lenguas indoeuropeas, sino incluso en griego (futuros sigmáticos; futuros
del tipo &L, ~ É o p aetc.).
~ ; Es un tema tardío, el último creado
en el verbo indoeuropeo (algunas lenguas de este grupo carecen
de él).
b) El paradigma del tema de futuro es incompleto: no existe en
subjuntivo, y en optativo su creación es tardía (a partir de Píndaro) y limitada (optativo oblicuo).
c) Es el único tema temporal, a diferencia de los otros temas, que
son aspectuales. Pero junto al valor temporal tiene también muchos valores modales (participio de futuro con valor final, futuro
deliberativo, etc.).
Teniendo en cuenta la semejanza semántica del futuro y del subjunEur.
, Ion 758 &hcop&vfi o~y¿bp&v
4 ZL
tivo ( Z 459 x a í ~ c o dTLS E ~ J O L
G ~ a o o p ~ vy; )el origen subjuntival de muchos futuros clásicos (EGopx,
n í o y a ~ ) ,Schwyzer' se inclina por la consideración del futuro como antiguo subjuntivo de vocal temática breve correspondiente al tema de aoristo. Chantraine2 se hace eco de esta posibilidad, pero la rechaza por no
cumplirse en los verbos cuyo terna de aoristo es radical (&Eo- rjyayov,
etc.), e incluso en otros verbos en que ambos temas son sigmáticos (zwG
- h a v a , etc.). E n torno al origen del tema de futuro, cf. también Adrados3, Mutzbauer4, Magnien5, Biinescuh. De gran interés para nuestro estudio es el trabajo realizado por Hahn7. Según éste (p. 138 SS.) el subjuntivo y el optativo eran originariamente temas temporales y sus formas expresaban valores aspectuales. Su valor era cercano al del llamado futuro
de indicativo (expresaban lo venidero), y entre ellos había una pequefia
diferencia de matiz: el subjuntivo expresaba una futuridad más viva y el
'
E. SCHWYZER,
Griechische Grummatik, Munich, 19593,1, p. 787 2f.
P. CHANTRAINE,
Morfología histórica del griego, traducción española en Ediciones Avesta, Reus, 1974, pp. 163 ss.
F. R. ADRADOS,
Lingüística Indoeuropea, Gredos, Madrid, 1975, pp. 702 SS.
C. MUTZB~UER,
Die Grundlagen der griechischen Tempuslehre, und der homerische Tempusgebrauch, Strassburg, 1983, pp. 40 SS.:en Homero el tiempo de futuro
está construido tanto a partir del tema de presente, como de los temas de aoristo o
perfecto.
V. MAGNIEN,
Le futur grec, Tomo 11 (Emploi et origine), París, 1912.
N. BANESCU.
Die Entwicklung des griechischen Futurums von der frühbyzantinischen Zeit bis zur Gegenwart, Diss. München, Bucarest, 1915.
' E. A. HAHN.Subjunctive and Optative. Their origin as future, American Philological Association, Nueva York, 1953.
113
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
optativo una futuridad más remota (potencial). De ahí el desarrollo de los
valores «will» y «wish» respectivamente. Esta teoría de Hahn se opone, según él mismo reconoce, a la concepción tradicional inaugurada por Delbrück, y continuada por la mayoría de los filólogos, según la cual el IE tenía
ya dos modos fuertemente diferenciados, el subjuntivo y el optativo.
Para el empleo del futuro de indicativo en oraciones principales
y subordinadas en griego clásico, cf. Schwyzers, Kühner-Gerth9 y R. Loriaux1° (visión de conjunto sobre la subordinación y sus esquemas en griego clásico).
El segundo presupuesto indispensable para la evolución del futuro no
es de carácter sintáctico ni gramatical, sino fonético. Se trata del itacismo,
sobre el que quiero detenerme con un poco más de extensión.
Cinco grafías del griego moderno (1, EI, H, 01, Y) tienen la pronunciación cerrada y adelantada [i], mientras que en griego clásico sólo a la
grafía (1) correspondía dicho sonido. Este fenómeno, que ha conferido
al griego moderno un sello especial, se conoce con el nombre de itacismo.
No todas estas grafías evolucionaron hacia una pronunciación itacística a! mismo tiempo. Es aceptado por la mayoría de los filólogos que la
primera en sufrir dichos cambios fue (EI), seguida al poco tiempo por
(H), y más tarde por (Y) y (01). También suele aceptarse que la confusión de (EI) y ( H ) con (1) se debe a un proceso de cierre en la realización de dichos fonemas, motivada por la presión ejercida en la serie
anterior por los fonemas de mayor apertura. El problema surge en la datación de dichas confusiones. Tradicionalmente se venía asignando el 100
a . c . como terminus post quem para la confusión (EI)
(1), y el 150
d.C. para la confusión ( H )
(1), como consecuencia directa de la nivelación de las grafías (AI) y (E) en el 100 d.C. La pronunciación itacística de (01) e (Y) se dejaba para época bizantina.
Sin embargo, Teodorsson" ha puesto de manifiesto que las confusiones son, por lo menos en sus comienzos, bastante anteriores a las fechas
tradicionales. Frente a Debruriner12, quien afirma que sólo esporádica-
-
-
s E. SCHWYZER,
o.c., pp. 265 SS., 290 s . , 639-689.
Grammatik der griechiscken Sprache. Zweiter Teil (SatzKUHNER-GERTH,
lehre), Erster Band, pp. 170 SS., Zweiter Band, pp. 372 SS., 399 SS., 443 SS.
'O
R. LORIAUX.
«Notes sur la syntaxe grecque des m o d a et des tempsn, LEC,
1982, pp. 133 SS., 225 SS., 347 SS.
" S. T. TEODORSSON,
The Phonemic System of the Attic Dialect 400-340 a . c . ,
Acta Universitatis Gothoburgensis, Lund, 1974.
l2
0. HOFFMANN-A.
DEBRUNNER-A.
SCHERER,
Historia de la Lengua Griega,
Gredos, Madrid, 1973.
114
JOSÉ MANUEL FLORISTAN
mente aparecen en las inscripciones áticas a partir del 300 a.c. las con(1) , y con más frecuencia desde el 100 a.c., Teodorsson
fusiones (EI)
cita abundantes ejemplos de dicha confusión en el período objeto de su
estudio. Igualmente Alfageme13, aunque conserva la fecha del 100 a . c .
como referencia, adelanta las primeras confusiones al siglo IV.
-
-
Lo mismo ocurre con las grafías (H)
(1). Teodorsson encuentra
ejemplos de confusión (AI)
(A), que interpreta como pmeba de la indecisión gráfica ante el nuevo sonido [ae] de (AI), y en esa misma época
también entre (HI)
(1) ,y (HI)
(EI) . Por tanto, adelanta casi 5 siglos los primeros ejemplos de esta confusión gráfica, indicio de la convergencia fonética de los fonemas representados, confusión que, según precisa Alfageme, se habría producido antes en posición anteconsonántica
que antevocálica.
Tampoco el diptongo (01) ha sido tan estable como se ha pretendido.
Las confusiones que encontramos en el período 400-340 a . c . ponen en
evidencia, en primer lugar, su carácter monoptongado anterior, y en
segundo lugar, la vacilación de la lengua en la representación de ese monoptongo anterior, dada la profusión de las grafías con las que se confunde.
En resumen, Teodorsson ha puesto en entredicho la cronología tradicional de la evolución del fonetismo griego. Las inscripciones áticas de la
primera mitad del siglo IV están llenas de lo que siempre se había considerado como un fenómeno posterior. Ello tiene gran importancia para
nuestro trabajo, ya que significa que en la época de Epicteto el itacismo
prácticamente se ha completado, y que por lo tanto se habían puesto las
bases que minarían diversas formas del verbo griego.
La carta del emperador Claudio a los Alejandrinos es una pmeba
fehaciente e irrefutable de dicha evolución. Fechada en el año 41 d.C., es
solamente unas décadas anterior a la obra de Epicteto. Además, el compromiso existente entre las grafías y la pronunciación la convierte en un
testimonio de primer orden para el estudio de la lengua.
El análisis de las formas registradas en la misma confirma los postulados de Teodorsson en cuanto a las fechas de los hitos más señalados del
itacismo. Encontramos claros ejemplos, no sólo de confusiones (EI) (1) y (HI)
(EI) sino también entre (Y)
(01), (Y)
(1), e (Y)
(H), lo cual es señal inequívoca de que todas estas grafías correspondían a un mismo fonema, o cuando menos, a fonemas muy semejantes.
-
-
-
-
-
-
-
l3
1. R. ALFAGEME.
«Notas sobre la evolución del sistema vocálico en la koinén,
CFC 9, 1975.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
115
Con estos prenotandos sobre la evolución fonética del vocalismo griego hemos querido demostrar que es anterior a la obra de Epicteto el que
denominamos «segundo presupuesto básico para la evolución del futuro».
Efectivamente, si (EI) y (HI) representan un mismo sonido, aquellas
oposiciones morfológicas que antiguamente se basaban en su diferente
realización tenderán a desaparecer: de ese modo el aoristo de subjuntivo
tendrá exactamente la misma pronunciación en todas sus personas, menos
en la 2.a del plural, que el futuro de indicativo (añadamos, al itacismo, la
pérdida de las oposiciones cuantitativas de las vocales y las confusiones
(Q)
(OY), recogidas también por Teodorsson). Por consiguiente, es
lógico que ambos tiempos sufran una confusión total en su empleo sintáctico; es lo que se intenta demostrar en este trabajo.
-
Hay que añadir a ello la desaparición del optativo, por diversas causas
(entre ellas también la fonética) y la asunción de algunos de sus valores
por el tema verbal más cercano a los valores modales: el futuro de indicativo.
De este modo, encontramos que en Epicteto el tema de futuro ya no
es como el futuro clásico, sino que ha sufrido una gran evolución: l.") admisión de valores potenciales del optativo; 2.') confusiones frecuentes
con el subjuntivo de aoristo, no sólo en la grafía (variante manuscrita)
sino también en la sintaxis; 3.O) escasez de las formas nominales de futuro.
Intentaremos demostrar todos estos fenómenos con ejemplos sacados
de las Pláticas.
3.
MORFOLOG~ADEL FUTURO EN EPICTETO
Las formas recogidas a continuación se reducen exclusivamente al libro primero de las Pláticas. Hemos dividido en dos grandes grupos los futuros registrados: a) Futuros sigmáticos. Utilizando criterios sintácticos,
los hemos dividido en futuros sigmáticos «claros» y «dudosos» (posible
confusión con formas de aoristo). b) Formas propias de futuro, sin confusión posible con aoristos de subjuntivo (por diferencia en los temas, en
el vocalismo de la raíz, etc.).
A) Futuros sigmáticos claros Hemos encontrado 69, en su mayoría
en la voz activa (sólo 9 futuros medios) y en las tres personas del singular,
probablemente por el carácter dialógico de la obra de Epicteto. Tales futuros son:
116
JOSÉ MANUEL FLORISTAN
o~wnfioo,2, 20; no~fiaers,2,21; xgoosn~oogs6osr,2,24; &cpehW,2,
29; &yvofioer,2,31; paozáoe~,3, 2; Gvatvxípe~,4, 2; ~6xae~ozfiosr,
6, 2; En~6vpfioets,6, 24; S E @ O6,, 43; Exatfioe~,6, 29; zaeáger, 6,
~ 19; , J C O L ~ 10,
~ E3;L &
~ ,S E T ~10,
L , 3;
29; JTolfioCO, 7, 25; 6 ~ ~ 0 9,
sceioo, 11, 5; oscov8áo&~g,
11, 15; ai~~aaóp~iq.a,
11, 35; nereaoópee a , 11, 35; ait~aoóp&6a,
11, 37; Ex~oxon~oopsv,
11, 38; &záaopev, 11, 38; naqaxo~fiae~g,
12, 24; &yavaxt+se~g,12, 25; Gvoatym7joe~g,12, 25; 6póoete, 14, 15; 6póoate, 14, 16; z q ~ ~ ) o 15,
o , 4;
Éyxazahei~o,16, 21; 6eiEw, 17, 22; pÉpQg, 17, 28; ÉyxahÉoerg, 17,
28; GT~OEL,
18, 17 (bis); &cpeheii, 18, 17 (bis); xatacpeov?jae~,18, 22;
Gfiaw, 19, 8; Ganavíptq, 19, 26; y~áQovorv,19, 27; notfioeq, 19,
22,
, 18; h t r 28; cpopjoo, 19, 29; xatayeháaovtar, 22, 18; ~ E E L
no~fiol;l,24, 15; Sqtfioe~g,24, 14; x o ~ p j q 24,
, 15; naiEo, 24, 20
(bis); no~fiae~g,
25, 29; (p60vfio0, 27, 8; no~fioe~,
28, 8; AorGoefioe~,
28, 10; p~mjoe~,
28, 10; n ~ o o x ó Q 28,
~ ~ ,10; norfioe~,28, 29; 8fp~1:
29, 5; tea~qhoxonfiow,29, 6; vixípo, 29, 12; GE~EEL~,
29, 19.
B) Futuros sigmáticos dudosos. En unos casos, aparece como variante manuscrita el sibjuntivo de aoristo; en otros, la sintaxis nos hace pensar que d i c h ~ sfuturos puedan esconder una forma de subjuntivo, o ser
sustitutos de un potencial (en algunos ejemplos aparecen formas de optativo como variantes manuscritas). Lógicamente, no hemos encontrado
ejemplos en 2.a persona del plural, ya que el itacismo de < H > en subjuntivo impedía la confusión. Hemos recogido 25 ejemplos en el libro 1:
naeaxearfjoo, 2, 10; p~zaxeíaec,5, 1; rcevhjoo, 6, 29; ozeváEo, 6,
29; &ypmvfiaopev,7, 30; novfioopev, 7, 30; cp6ovfiasr, 9, 20; 6av9, 21; Enrot~eQÓp~6a,
9, 21;
páoe~,9, 20; &&EL,9, 21; sco~fioovo~v,
onovGaoe~,10, 2; no~ípovor,12, 19; G L ~ Q ~ Q
17,~3;~ G~iEco,
E L , 19,
~
24, 14; xoh6aer
9; norípw, 24, 11; ~ o h e i (~h eo h~ s i ~ qSPVF),
25, 9; xohúoe~,25, 20; xohaxe6(xohúoat Sc), 25, 4; &vayxáoe~,
oeq, 25, 25; cpopfiq, 25, 25; 6&o@~jao,
25, 27; 6&h~'pi,
26, 15;
xo~fiaw,29, 6.
C ) Formas propias de futuro. Hemos recogido en total 105 futuros
que nunca pueden confundirse con un subjuntivo de aoristo. Podemos dividirlos en los siguientes grupos:
a) 26 formas de verbos polirrizos.
-AÉyw: E@, keeí, E Q O Ú ~ E V .
-6eáo: ~ Q E L
~ ,Q E u ~~ EQ, E z ~
O~óps6a
L,
-cpÉgo: oloete, olooy&v
-Eexopar: eioehsúoopa~,EEehe6q
-xi&: EEa~efioeta~
b) 13 formas de radicales en líquida.
c) 26 futuros de verbos con tema de aoristo radical temático,
tipo Exo----$o---Eqov.
: q , Eaopa~,Eoópeffa, Eozar.
d) 12 formas del futuro.de ~ i p i É
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
117
e) De las 28 formas restantes, unas son futuros de la voz pasiva,
otras corresponden a verbos con aoristos radicales atemáticos, etc.
Por lo que se refiere a las formas no personales de futuro los resultados obtenidos son los siguientes:
- 5 participios; xatavo.íloovoa (natavo(oaoa Sb PVJ), 1, 4;
6eo~ípovlra,20, 6; ovvqyoeípovta, 27, 16; x~qoópevo~,
29, 56;
p a ~ t v p ' p o v29,
, 56.
Como puede observarse, 4 participios se hallan en nominativo y uno
en acusativo. Además, tres están sustantivados con el artículo, y los otros
dos son del tipo predicativo. Parece todo ello ser síntoma de una cierta
rigidez y petrificación del participio ya en esta época.
- 17 infinitivos: p~óoso6a1,4, 27; Gei&iv, 4, 32; &vaot@arpípo6a1, 7, 11; &coGeí+~, 7, 11; ~ c ~ Q ~ x o ~7, o 11;
v ~61a~ E ~ ~
xhavqfhjaeda~, 7, 11; &vzegeiv, 11, 20; n~oz~pfioe~v,
14, 15;
(pÉpqao8a~
&m~&josiv,14, 16; EyxahÉoe~v,14, 16; pÉpq~o6a~
SPVBFJ et corr. Par 1958), 14, 16; no~+mv,14, 16; ~ c e i o ~ o 614,
a~,
16; ~ C Q O T L ~ 14,
A ~17;
O E~ce~t.xoi.í)oeiv,
L~,
15, 2; xazavoljo~~v,
17, 18;
5~oh~zeúoeo6ai,
23, 6 .
Lo más relevante del uso de los infinitivos de futuro no es su formación, regular según las normas clásicas, sino la distribución contextual de
los mismos: 6 dependen del verbo pÉAhw, 7 del verbo Ópvúw, 2 de o i p a ~
y otros dos de verbos de lengua (ExayyÉhAeza~,qquiv). Esto supone que
el uso del infinitivo de futuro ha quedado reducido, en Epicteto, a unos
contextos específicos, fuera de los cuales se encuentra en muy pocas ocasiones.
Si analizamos detenidamente los datos obtenidos en este estudio morfológico, podemos sacar las siguientes conclusiones:
a) El futuro, como tema verbal, existe todavía, y con bastante fuerza, en la obra de Epicteto.
b) Hay más futuros «irregulares» (105) que «regulares o sigmáticos»
(94). Los «irregulares», precisamente por su formación particular y por su
frecuencia en la lengua hablada, se conservan mejor en la conciencia lingüística del hablante. Los «regulares» sufren con mayor intensidad su posible confusión con el aoristo de subjuntivo.
c) El número de futuros dudosos o con posible valor potencial es
muy alto dentro del total de los futuros «regulares» (25 futuros dudosos
frente a 69 futuros claros). Esto significa que los valores modales los adquieren antes los futuros regulares (precisamente por su posible confusión
con otros temas) que los irregulares, aunque éstos también presentan
abundantes ejemplos.
118
JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
Los hechos constatados en Epicteto van, en cierto modo, en contra de
la tendencia a la regularización que se observa en la koiné helenística.
GignacI4 recoge la tendencia a la creación de futuros sigmáticos en aquellos verbos que tenían un futuro de tipo contracto (nahéoo, tehÉoo por
nahO, tshh), o un futuro formado sobre otro tema diferente. También
los antiguos futuros medios son sustituidos por formas activas (CLnoÚoo
por CLnoÚoopa~,p. 321), o aquellos que servían también para la voz pasiva por las formas correspondientes creadas a partir del aoristo pasivo.
Cf. también Hoffmann-Debrunner-SchererI5 y Mirambel16.
Sin embargo, la piedra de toque para determinar el valor de una forma verbal en Epicteto es, sin duda, la semántica y la sintaxis. Ellas son
las que nos pueden decir si un futuro es verdadero futuro, o esconde un
subjuntivo, o tal vez ha asumido el valor potencial del optativo perdido,
todo ello tanto en oración principal como subordinada. De esto nos vamos a ocupar en el siguiente apartado.
4.
SINTAXIS DEL FUTURO
A) El futuro en oración principal
Son sólo dos, a nuestro entender, los contextos en los que la forma
morfológica de futuro puede ser considerada como «correcta»: en la apódosis de períodos condicionales y en afirmaciones y negaciones tajantes,
fundamentalmente en un contexto dialógico.
Por lo que respecta a los períodos hipotéticos, el esquema más común
en Epicteto, como en el NTI7, es el formado por una prótasis introducida
por Eáv (+ subjuntivo) y una apódosis en futuro de indicativo. Ello supone una progresiva reducción de los 4 esquemas clásicos, todavía conservados en los papiros ptolemaic~s'~
y reducidos ya en los papiros no-literarios estudiados por Mandilaras19.
l4
F. T. GIGNAC,
A Grammar of the Greek Papyri of the Roman and Byzantine
periods, 11volúmenes (1 fonética; 11morfología), Istituto Editoriale Cisalpino-La Goliardica, Milán, 1981, 11, pp. 284 SS.
l5
0. HOFFMANN-A.
DEBRUNNER-A.
SCHERER,
o.c., pp. 322 SS.,333 SS.
l6
A. MIRAMBEL,
«Essai sur I'évolution du verbe en grec byzantinn, BSLP, 1966,
1, p. 171.
l7 F. BLASS-A.
DEBRUNNER-R.
W. FUNK,
Grammatik des Neutestamentlichen
Griechisch, traducción inglesa de R. W. FUNK,
Cambridge-Chicago, 1961.
l8
E. MAYSER,
Grammatik der griechischen Papyri aus der Ptolomüerzeit, BerlínLeipzig, 1938, 11-1, pp. 276 SS.
l9
B. G. MANDILARAS,
The Verb in the Greek Non-Iiterary Papyri, Hellenistic
Ministry of Culture and Sciences, Atenas, 1973, pp. 191 SS.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
119
También el futuro constituye la apódosis de otros esquemas condicionales en Epicteto, aunque éstos son mucho menos frecuentes que el anterior:
- imperativo (prótasis)
+ naí + futuro de indicativo (apódosis)
- participio concertado (prótasis)
---- futuro de indicativo (apódosis)
- oración de relativo (prótasis) ---- futuro de indicativo (apódosis).
Por lo que se refiere a los otros futuros «correctos» es difícil su sistematización, dada la diversidad de contextos en que aparecen. Se caracterizan fundamentalmente por ser futuros en oraciones principales, con frecuencia en boca de un interlocutor real o ficticio de Epicteto, o en otros
casos en la narración misma del autor, y en los que no existe el menor
asomo de posible confusión.
Veamos algunos ejemplos de uno y otro tipo:
Los ejemplos que encontramos de futuros morfológicos «correctos» en
uno y otro contexto son abundantes, lo cual indica que todavía se conoce
el futuro y se hace buen uso del mismo. Ahora bien, precisamente la limitación del empleo correcto a contextos específicos, fuera de los cuales
con frecuencia adquiere otros valores, nos indica que ese buen uso es
prácticamente contextual, exigido por unos determinados esquemas lingüístico~.
Dos son, por otro lado, los grupos fundamentales de futuros con valores no clásicos: el futuro con valor potencial y el futuro posible confusión del aoristo de subjuntivo.
El optativo, modo existente en griego clásico con dos valores en oración principal (potencial y cupitivo), ha desaparecido ya en esta época
por diversas razones (además de por el itacismo, por otros motivos que
Debrunner cita en su Historia de la Lengua Griega20). En el NT el optativo potencial con Crv ha desaparecido de la lengua común (sólo se conserva en Lucas); el optativo cupitivo todavía existe, pero tiende a ser sustituido por el imperativo2'. En Epicteto el cupitivo sólo existe en algunas
120
JOSÉ MANUEL FLORISTAN
fórmulas como pfi yYÉvoito, y del potencial encontramos 23 ejemplos (con
&Y)que probablemente se deban a influjo a t i ~ i s t a ~ ~ .
Ahora bien, si como modo el optativo ha desaparecido, sus valores se
han conservado, asumidos por otras formas verbales y concretamente por
el futuro para el valor potencial. En ello coinciden también los papiros
no-literarios23 y la lengua del NT (cf. Romanos 3, 6: EXEL XOS x ~ i v e 6i
&os TO.V xóopov;). También el indicativo con záxa y el subjuntivo deliberativo pueden sustituir al optativo potencial, aunque en este último
caso pienso que la razón estriba en la confusión futuro de indicativolaoristo de subjuntivo.
He aquí algunos ejemplos del valor potencial del futuro en Epicteto:
W Q ~ T L.. I C ~ ~ .
Iiws ü' ETL 8wfiúopa~& T I O ~ LZO~ XQOS
W~L
TOV Aía x a q xov;
1 29, 41: ' E o t a ~XQÓYOS táxa, Ev 6 oi t ~ a y q 8 ooiijoovta~
i
Eavtov~
s k a i x~ouwnsiaxai EpPa8a~xai tb chepa.
1 22, 15:
En otros casos la posibilidad de una duda sobre los pretendidos valores potenciales no está justificada:
(Obsérvese el uso de tícv con futuro, a nuestro juicio para reforzar el
valor potencial).
1 4, 1: Tívu o6v 6Éhw vixijaai; Tbv vixOv~a.xai o5zw5 &siv~xfiaei
6v 6Éhw.
La forma vixfpai que aparece en el manuscrito B sólo puede ser interpretada como una glosa culta ante un valor potencial evidente.
Podemos afirmar, por tanto, en vista de éstos y otros muchos ejemplos, lo siguiente: a) aunque perviven ejemplos de la construcción de optativo potencial (con ilv), la expresión de este valor ha pasado al futuro
de indicativo, reforzado con frecuencia por táxa o ilv; b) la presencia en
variantes manuscritas de verdaderos optativos es prueba irrefutable de dicho valor potencial.
Un apartado diferente, y quizás el que proporciona mejores ejemplos
de la verdadera situación del futuro en esta época, es el de la confusión
22 MELCUER,
De Sermone Epicteteo, quibus rebus ab Attica regula discedat, Magdeburgo, 1905, p. 86.
23 MANDILARAS,
o.c., pp. 271 ss.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
121
con las formas de subjuntivo. Los hechos son muy sencillos: el itacismo
y la pérdida de las oposiciones cuantitativas han igualado por completo
ambos tiempos. Es probable que su uso mayoritariamente correcto responda a un conocimiento de la tradición gráfica. Los abundantes ejemplos de confusión, sin embargo, ponen en evidencia el carácter artificial
de ese uso correcto, que no responde a la verdadera situación de la lengua hablada, en la cual la diferenciación probablemente había desaparecido por completo. Veamos algunos ejemplos significativos:
En época clásica existía ya el uso deliberativo del futuro de indicativo,
que ahora se incrementa por la pérdida de la oposición o/o en primera
persona del plural. (Hemos citado un solo ejemplo, pero son muchos los
que se encuentran en la obra de Epicteto). Igualmente la confusión EL/^
provoca la aparición de subjuntivos en abundantes ejemplos como el de
111 22, 6.
Ahora bien, la equivalencia futuro de indicativo- aoristo de subjuntivo
es tan perfecta que se produce la aparición del uno por el otro allí donde
no existe siquiera confusión fonética. De este modo, en un ejemplo como
1 28, 10 parece que ykyvqta~,a pesar de no confundirse fonéticamente
con pÉpic,~tai,es interpretada como una forma de futuro y no de subjuntivo. Ello es claro testimonio de la completa indiferenciación.
Lo mismo ocurre en 1 15,7, en e1 que la forma xeopahei de B nos lleva a una interpretación del contexto como período hipotético, en el que
ncopahei (o xeopahq~)sería un futuro (apódosis) y lo mismo xexav8j.
En este ejemplo, sin embargo, también es posible la interpretación de
ambas formas como subjuntivos, dependientes de & q q .
122
JOSÉ MANUEL FLORISTAN
Los ejemplos de confusión son múltiples. Aquí sólo hemos aducido
unos pocos, cada uno de ellos paradigma de un determinado fenómeno.
Sin embargo, creemos que son suficientes para demostrar que la confusión entre el futuro y el aoristo de subjuntivo, en un principio sólo fonética, ha evolucionado hacia una identificación prácticamente total en la
sintaxis y semántica. Si, por regla general, su empleo es todavía correcto,
en nuestra opinión se debe fundamentalmente al conocimiento tradicional de las formas y contextos.
Por último, hay que señalar que Epicteto no es único en este aspecto,
como en otros muchos. También en el NT tenemos abundantes ejemplos
de utilización del subjuntivo por el futuro24. La coincidencia de ambos
textos es, como en otros casos, un mero reflejo del habla popular de la
y E.
~ ~Mihevc-Gabr~vec~~.
no~vfide época imperial. Cf. también G i g n a ~
Para terminar el análisis de la sintaxis del futuro en oración principal,
queremos recoger algunos ejemplos muy significativos de la situación en
la obra de Epicteto.
La corrección de Coraes responde a la extrañeza de la construcción futuro + &v. Ya dejamos, sin embargo, expresa más arriba nuestra opinión
acerca de tal empleo (vid. 1 11, 32).
Sin duda alguna, la frase última, en la intención del escritor, constituía
un período hipotético compuesto por imperativo + nai + futuro, como
24
25
BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., pp. 183 SS.
F. T. GIGNAC,
o.c., pp. 287 SS.: formas como 6 ~ ~ (s.~ 11),
x 60x6 (A.D. 586),
E A 6 6 (según Gignac mejor que Eh6o) son usos futurísticos de aoristos de subjuntivo.
Como puede observarse, el empleo afectaba no sólo a los verbos con temas de aoristo
y de futuro sigmáticos, sino incluso a otros en los que la confusión no estaba justificada.
26
E. MIHEVC-GABROVEC,
Études sur ia syntaxe de Ioannes Moschos, Ljubljana,
1960. Mihevc-Gabrovec encuentra también en Juan Mosco el empleo del subjuntivo
de aoristo por futuro, e incluso el de optativo por futuro. Sin embargo, este ÚItimo
caso lo consideramos como completamente extraordinario, ya que lo frecuente es lo
contrario. Con todo, en la época de Juan Mosco los verdaderos sucesores del futuro
toman ya esquemas perifrásticos.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
123
otros tantos que se encuentran en las Pláticas. Las modificaciones de este
fragmento se han inclinado, bien por corregir el subjuntivo (E&~AÉ<sELs,
ed. Basilensis 1554), bien por conservarlo con p4 y convertir oüao en 05ZOL,
O en añadirle 06, de tal modo que obtengamos una oración de temor
con elisión del sustantivo. Nosotros nos inclinamos más por la consideras
futuro.
ción de E E E ~ É ~como
I 2, 3: Tb 6' 6xáyEao6a~06%Eonv &cpó~qtov;
ótav yoBv ná@g TLS
ÓTL ~Choyov,& J C E ~&xfiyEato.
~&V
'AxqyEjato, a pesar de ser un aoristo, sitúa la acción claramente en el
tiempo futuro. Más que por la interpretación de la forma como aoristo
gnómico, me inclino por considerarla como un ejemplo en Epicteto de lo
que ya Blass-Debrunner-FunkZ7constatan en el NT, en un ejemplo como
Mt. 18,15. Probablemente se trate de un cruce sintáctico entre la iteración
de presente-futuro y la de pasado. Cf. también Mihevc-GabrovecZ8.
B) El futuro en oración subordinada
a) Oraciones condicionales
La equiparación fonética del futuro y aoristo debería llevar consigo,
lógicamente, la aparición del futuro en subordinadas eventuales con &v
(Eáv). En Epicteto, sin embargo, sólo hemos encontrado un caso de &v
+ futuro (111 19, 3), en el que existe la variante textual de subjuntivc.
Ello, sin embargo, no quiere decir, a nuestro juicio, que no se haya producido la equiparación; simplemente, que los esquemas sintácticos tradicionales se conservan mejor en los textos escritos. La presencia de un solo
caso es ya suficiente para concluir que la indiferencia de ambas formas es
un hecho real.
El NT presenta una situación semejante: algunos ejemplos de Eav +
futuro, en los que existe también la variante de subjuntivoz9. En los papiros ptolemaicos, sin embargo, se conservan bastante bien los esquemas
clásicos30y en los no-literarios la aparición de ejemplos de Eáv con futuro
es tardía, del siglo IV d.C.31.Podemos observar, por lo tanto, que el paso
de los siglos lleva consigo, indudablemente, un incremento de confu-
27
28
BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., p. 171.
E. MIHEVC-GABROVEC,
o.c., p. 63: empleo de aoristos de indicativo con valor
de futuro.
29
30
31
BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., p. 190.
MAYSER,o.c., 11-1, pp. 283
MANDILARAS,
o.c., p. 195.
SS.
124
JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
siones. Sobre la construcción sintáctica de las condicionales, cf. también
Mihevc-Gabr~vec~~
y S o f f r a ~ ~Es
~ . interesante la monografía que
Mihevc-Gabr~vec~~
dedica al estudio de este tipo de oraciones en el griego medieval. El estado que ella nos describe puede vislumbrarse con facilidad en la obra de Epicteto:
- desaparece el período hipotético potencial, y quedan por tanto en
uso sólo 3 esquemas de los 4 clásicos
- es desplazada progresivamente por Eáv y &v
- la negación pq es sustituida por 06, y posteriormente por o 6 6 h >
6Év.
b) Oraciones de relativo
Los casos más interesantes en la obra de nuestro filósofo los constituyen las oraciones de relativo que denominanios circunstanciales. Las determinativas, que completan el significado de la oración principal, son escasas (3 ejemplos en el libro primero), y se ajustan perfectamente a la
construcción de época clásica.
Entre las oraciones de relativo circunstanciales destacan, ante todo,
aquellas con valor consecutivo o final. En griego clásico ambas se construían con futuro de indicativo, y el subjuntivo, sólo posible en las de relativo finales, expresaba un matiz añadido de deliberación o exhortación.
En la X O L Y ~de~ época imperial ocurre todo lo wntario: el modo normal de estas oraciones es el subjuntivo, y el excepcional el futuro. Dicho
cambio lo interpreta Blass-Debr~nner~~
a luz de la influencia de las subordinadas finales, influencia que no puede ser aducida, sin duda, en el caso
de las relativas con valor consecutivo.
La causa última del empleo del subjuntivo en las relativas finales y
consecutivas es la confusión del futuro de indicativo y aoristo de subjuntivo, la perfecta equivalencia de valores de ambas formas. Añádase a ello
el empleo, todavía vigente, del subjuntivo en las subordinadas finales, y
32 E. MIHEVC-GABROVEC,
o.c., pp. 111 SS.:la condicional real cede su puesto a
la condicional eventual. Pero la confusión de los tiempos produce esquemas sintácticos intermedios:
Eáv
EL
33
+ ind.: 2 8 7 3 A: E a v n á a a g s6.s drem6.s XOL~~UEL&WQWICOS
+ sub.: 2 8 7 2 C: ~iptj p&6>fip<L>V
X O L V W ~ + ~ 06
~ ,
oÓi&.
M. SOFFRAY,
Recherches sur la syntaxe de Saint Jean Chrysostome, Les Belles
Lettres, París, 1939, pp.. 133 ss.
34
E. MIHEVC-GABROVEC,
«Les formes des propositions conditionelles dans le
grec du moyen Age», ZAnt 11, 1961, pp. 97-111.
35 BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., p. 191.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
125
se tendrá una explicación bastante completa de por qué el subjuntivo es
tan abundante en esta época en las oraciones de relativo finales. Veamos
algunos ejemplos:
1 16, 16: MÉyas Ó &ÓS, óti 4piv na@éoxevií~yavataUta 61' &v tqv
,
yqv E@yaoóp&8a.
pÉyag 6 &Ós, 6ti xeieas ~ É ~ W X E VÓTL
xatáxooiv, óti xo~hiav,ó t ~a2i@o8a~hehq6Ótwg, 6 t ~
x a 6 ~ 6 6 o v t a&vanvsiv.
~
(E~yaoópe8aSV- E~yaoópe8aPVBF)
111 21, 9: O6 6ei a6to2is bnomeÉ.ilra1 &vext~xovg,
ovveeyrlt~xoúg,
&za6eig, &ta@áxovg,Exovtás t i EcpÓ6iov to~oikovE ~ S
ZOY Piov, &cpi 06 Óqpópevo~cpÉpv Gvvfioovta~t a ovpnintovta xah6q xai xoapsio8ai bn' avtóv.
J et ex corr. V - Gvvfioovza~SVBF)
(6vvfioovta~
111, 22, 71: "Iva talha olcpó, 6ei a6tOv xovxxodp~ovEXELV, ónov
6e~pOvX O L ~ ~ t@
E Lna~Sícp,
tva a6tO ho&q eig oxacpfiv.
(xoifioei PJ- n o ~ f i qSVBF)
Como puede observarse, las variantes textuales de los manuscritos se
inclinan más por el subjuntivo que por el futuro. Sin embargo, no todos
ellos son igual de consecuentes: así, en el primer ejemplo B y F se inclinan por la forma de indicativo, mientras que en los otros dos lo hacen por
la de subjuntivo. SV, en cambio, escriben el subjuntivo en los tres casos,
mientras que P y J prefieren la forma de indicativo. La confusión es, realmente, total. En otros casos, en cambio, no aparecen variantes textuales
y la forma presente es la de indicativo:
En resumen, en las oraciones de relativo con valor circunstancial encontramos la misma confusión subjuntivo-futuro de indicativo que está
presente en otro tipo de oraciones. En éstas, como en otras, el intervalo
comprendido entre los papiros ptolemaicos y el siglo 1 d.C. es fundamental en la evolución de la lengua36.
c) Oraciones completivas
No se aprecian prácticamente cambios en el empleo del futuro de indicativo en estas oraciones con respecto a su uso en época clásica. Hay
que destacar únicamente la presencia de algunos subjuntivos de aoristo
como variantes manuscritas del futuro. He aquí algunos ejemplos:
36
MAYSER,o.c., 11-1, pp. 267 y 214.
JOSG MANUEL FLORISTAN
1 2 , 24: Tbv ~ O L O Ü T O068'
~
&v Exóhvev &io&hí?&iv,
khhl fi8e~
6 t fi~
x a 6 ~ 6 e i t a61~s xeeapov 4 LÉywv Egei ti oi8w ÓTL 8 Kaioae ~ÉLEL,
xai n~ooeniaoeeiía~~
ETL nheíova.
1 26,7: Ta P L W T L 06v
X ~ &a tqv O ~ y í paov Goxsis ÓTL yathjooyat.;
11 21, 8: ...06%~i8óaiv068' ÓTL ~ É Y O V O L V068' ÓTL EXOVULV 1~axbv
fi ei EXOVOLY 4naea t í Exovoiv 4 nos xaiíaovzai afitóv.
(na-úoovta~PVFJ. na-úowv~a~
SB)
IV 1, 35: Eita &nqhev6Éew~a~
xai ~ 6 6 4 spEv o h EXWV noi (~áyg,
I;ytei tíva xohaxe-úog, xaea t í v ~8einvGq
(xohaxeiíosi Sc FJ- Ge~nvfiaeiSc FJ).
Sí podemos apreciar, sin embargo, que el futuro en las oraciones completivas ha adquirido en algunos casos los valores modales que ya hemos
visto puede expresar en esta época, y dentro de ellos fundamentalmente
el valor de potencialidad. Por lo demás, la presencia del futuro en oración
subordinada completiva se ajusta a las reglas clásicas, y se produce en
aquellos casos en los que en la oración principal aparecería ese mismo
tema.
d)
Oraciones finales
Mucho más interesante es, por su relevancia, la presencia del futuro
en oraciones finales, limitada en griego clásico a aquellas introducidas por
ózws y &S fundamentalmente.
Podemos afirmar que hasta la época ptolemaica se conserva con relativa perfección el esquema distributivo clásico. Por lo que se refiere a las
posibilidades de construcción, se conservan oraciones finales con [ v a , OS,
~
todas ellas con subjuntivo, y únicamente dos ejemplos
QS Crv, Ó J C W b,
de ónog
futuro de indicativo y uno de 0 5
+
+
En los papiros no-literarios OS Crv y ónos iXv quedan reducidas sólo a
aquellos papiros de época ptolemaica. La conjunción por excelencia es
Lva, que poco a poco elimina a Ónos, y el modo, el subjuntivo, aunque
aparecen algunos casos de futuro con &S y con
En el NT39y en Epicteto la situación es semejante entre sí, y a su vez
un paso más en la simplificación de las construcciones: las conjunciones
más empleadas son ó n o s e Lva (p( para las negativas), y el modo el subjuntivo, además de algunos casos de empleo del futuro allí donde la regla
37
38
39
MAYSER,o.c., 11-1, p. 236 SS.
MANDILARAS,
o.c., pp. 258 SS. y 197.
BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., pp. 186 SS.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
127
clásica no lo permitía (tras Lva). Cf. también Mihevc-Gabrovec4' @vacon
indicativo, y ónog con futuro de indicativo) y Soffray4'.
En Epicteto, concretamente, el subjuntivo y el futuro de indicativo se
emplean indistintamente tras ó n o s , y algo menos tras ha, que conserva
una construcción más pura. Veamos algunos ejemplos:
i 9, 10: 'Eyw pEv oepa~8 ~ 1EL xaíhj(S8a~~ b ~QE(SP~TEQOV
v
Ev.taü6a o+ toGto pqxavóp~vov,ó n w ~p+l tane~vorpeovfpqte
S
&y&vveT~
' c ~ v aG~ahoy~opod~
~
Giahopq6E T ~ X E L Y O ~pq6'
.
y ~eio8ea6toi neei Eav~¿hv..
1 9, 23: «"Av ~ O hÉyq~e»,
L
(pqoív, «v8v ÓTL &rpí~pÉv(SE Eni TO~TOLS,
Ónwg pqxÉt~6~ahÉSg~ o - ú t o vt o~ d ~hóyov~055 ~ É X Q Lv8v
E L S T O ~ S~ É O L Spq6k toig yÉ8~ehÉyovpq8E ~ ~ Q E V O X ~ ~ O4pGv
eov(S1v...»
(naemoxhfpq~PBJ) .
Podemos observar en ambos ejemplos que la conjunción Onog tan
pronto introduce un indicativo como un subjuntivo (consideramos &ahÉEy como un subjuntivo; creemos que la mano que escribió n a p v o ~ A f i por
q ~ n a ~ ~ v o x h f i o también
a~g
lo interpretó de esta manera). Si ya
siempre Onos pudo construirse con futuro o con subjuntivo, no es de extrañar que también ocurra en esta época en que la diferenciación fonética
de ambos tiempos es inexistente.
xhqrlxbg n a e a x a t a x e í p ~ v o6avpáoe~;
~
(8avpáo~iSF- 8 a v p á q PVBJ).
La construcción Lva + futuro de indicativo, inusitada en época clásica,
aparece en el NT (Lc. 14, 10: Lva. .. $@E[;Mt. 12, 10: 'iva ... ~ a ~ q y o ~ f i (SOU~L
etc.).
V , También la encontramos en Epicteto, aunque en este caso
'iva es claramente un precedente de la conjunción completiva v á del griego moderno, y en realidad equivalente a OTL.Sin embargo, ya sólo por la
presencia de la forma de futuro tras Lva podemos concluir que en la lengua popular la diferenciación de las construcciones no era viva.
5 . FORMAS SUSTITUTORIAS DE FUTURO. PERIFRASISVERBALES
Si el futuro sintético ha entrado en una fase de profunda confusión,
que lo llevará a su desaparición, hay que analizar en qué medida la lengua
40
41
E. MIHEVC-GABROVEC,
o.c., pp. 105 ss.
M. SOFFRAY,
o.c., pp. 120 SS.
128
JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
está creando nuevos mecanismos de sustitución de la forma sumergida en
el marasmo sintáctico-semántica.
Uno de estos procedimientos alternativos, casi tan antiguo en cada
lengua como la propia lengua, es el empleo del presente con valor de futuro. Mandilaras divide los praesentes pro futuro que analiza en 4 grupos,
que concuerdan, grosso modo, con los usos futurales del tema de presente que encontramos en Epicteto.
1 2, 29: "Aye obv ' E X ~ X Z 6~~TaE
&,e q o a ~ .
"Av & cp~hóoocpos,hÉyw «o6 G~aEveópa~»
1 11, 37: ...nene~op.Évs~
~ T L&v
, pfi qpiv 6 ó E ~ro~aü-cá
n v a sival,
06 X Q ~ T T O ~ E~a
V ~XÓLOV~U.
IV 7, 31: -'Ahh' ácpa~eeitaioov 6 teáxqho~
-'Eileívov 6' a 6 ~ o ü&si E ~ L ~ É v E Lfipóv
,
TOYn~~6opÉvwv;
IV 6, 23: áhh' ácp' &v a&oi ne~vóoivfl 8~qóat.volovza~il&pÉ. Tí
o h a 6 ~ oni o~~ + r wX ;E Q L E Q X ~ ~ E Vilq~ijooo
OS
ilai hÉyo...;
Los presentes con valor de futuro aparecen en Epicteto fundamentaltamente en 3 contextos de los 4 que cita Mandilaras: en apódosis de períodos condicionales, con verbos de movimiento y con algún adverbio
temporal que los sitúa en el tiempo venidero.
Si tenemos en cuenta la confusión en que está sumergida la forma de
futuro, y el escaso desarrollo de las perífrasis verbales, como ahora veremos, no será de extrañar la profusión de praesentes pro futuro en Epicteto, construcción existente desde la época clásica.
La construcción 6Ého h a subjuntivo, precedente último del futuro
del griego moderno, está atestiguada en Epirteto sólo en 4 ocasiones, de
las cuales dos aparecen en el libro 142. Sin embarga, es dudoso que dicha
construcción tenga ya en esta época valor de futuro. En los cuatro ejemplos el sujeto del verbo 6Ého no es el mismo que el del verbo introducido
por h a , y el valor voluntativo de 6Ého queda bien de manifiesto ( i v a tiene valor completivo). Para que la perífrasis pueda adquirir valor de futuro, es fundamental, a nuestro juicio, que coincida el sujeto de ambos verbos. En el caso contrario, 6Ého siempre expresa el deseo de actuar sobre
la voluntad del interlocutor o de una tercera persona, pero n c tiene carácter futural. Veamos a l g u n ~ sejemplos:
1 21, 3: q6ehov Lva V E ilai oi & n a v t ó v t ~6s a v p á t o o ~ vilai Enailo-
+
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
129
+
Por lo que se refiere a la perífrasis de 6Ého infinitivo con valor de
futuro, su existencia puede, sin duda, ser puesta en entredicho. Creo, sin
embargo, que tenemos en este caso más argumentos para justificar dicho
valor:
+
La mayoría de los ejemplos en que 6Ého infinitivo parece tener un
valor futura1 están en un contexto interrogativo retórico, en el que se espera una respuesta afirmativa del interlocutor. El segundo gran grupo de
esta construcción es el formado por las apódosis de períodos condicionales cuya prótasis está en subjuntivo. En los dos últimos ejemplos citados
puede verse claramente que es así: en un esquema sintáctico en el que
normalmente aparece un futuro (excepto las confusiones con subjuntivoc
y otros sustitutos de futuro) nos encontramos con esta perífrasis de 6Ého
con valor futural. Sin embargo, no se nos escapa que la interpretación de
6Éhw como verbo de voluntad es perfectamente posible y justificable.
Las perífrasis de pÉhho, también existentes desde la más antigua
literatura griega, son otro de los métodos sustitutorios frecuentes en
Epicteto, dada su relativamente inusitada abundancia (10 ejemplos en el
libro 1):
El empleo de pÉhho en esta época no difiere prácticamente del clásico: el verbo recalca el vaior de inminencia o de obligación que se quiere
dar al contexto verbal. También es muy útil la construcción de pÉMo
para expresar la futuridad de un contexto de pasado:
El empleo de pÉMw no reviste, por tanto, ninguna novedad esencial.
Sólo es de destacar la presencia de infinitivos de futuro tras pÉhho, a diferencia del NT en el que únicamente aparece tras este verbo en los
130
JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
Hechos43,y del infinitivo de presente, mas no del de aoristo. La perífrasis
de pÉhho, como los praesentes pro futuro, es una construcción ya existente hace muchos siglos, pero su empleo ha experimentado un notable auge
debido a la evolución semántica y sintáctica del tema de futuro.
La última perífrasis que hemos analizado en la obra de Epicteto es la
compuesta con el verbo Exo. Ni Mayser ni Blass-Debrunner la registran
con valor de futuro. Mandilaras encuentra un primer ejemplo en el s. 11,
y los siguientes son ya muy posteriores (siglos VI-VII). Sólo cuatro ejemplos hemos encontrado en el libro 1 de las Pláticas, de los cuales únicamente dos podrían ser interpretados como futuros de indicativo:
En ambos casos la perífrasis de EXO constituye la apódosis de un período condicional, construido normalmente con futuro de indicativo. En
el segundo ejemplo, además, EXO ~ É Y E L Ypodría ser considerado como
una variatio con respecto a EQW. Sin embargo, en los dos casos es también
posible la interpretación de 8x0 como «tener» o como «poder». De ahí
que la presencia en Epicteto de perífrasis de Exo con valor futura1 sea
perfectamente cuestionable.
Como bien puede observarse, en la obra de nuestro filósofo no son
todavía las perífrasis verbales los verdaderos medios sustitutivos del futuro. Los primeros intentos serios llegaron unos siglos más tarde, y se
prolongarán prácticamente durante toda la Edad Media hasta que la lengua asuma definitivamente el mecanismo perifrástico que encontramos en
el griego moderno. Un análisis detallado de este proceso puede encontrarse en el artículo de Mirambel4"ya citado. Cf. también Mihevc-Gabrov ~ c ~ ~ .
Podemos terminar afirmando, a manera de resumen, que la expresión
de la futuridad en la obra de Epicteto está caracterizada por los siguientes
factores:
a) La equiparación fonética, por itacismo, del futuro de indicativo
y del aoristo del subjuntivo. Esta circunstancia trae consigo la
presencia de subjuntivos en contextos de futuro, y viceversa,
43
BLASS-DEBRUNNER-FUNK,
o.c., p. 174.
45
A. MIRAMBEL,
o.c., pp. 178 SS.
E. MIHEVC-GABROVEC,
o.c., pp. 64
SS.
EL TEMA DE FUTURO EN EPICTETO
131
tanto en oración principal como en oraciones subordinadas.
Además, no son sólo subjuntivos sigmáticos los confundidos,
sino otros tipos de subjuntivos, y otras personas diferentes, a las
que precisamente el itacismo las llevaba a diferenciarse claramente del tiempo de indicativo.
Asunción de valores potenciales, por la pérdida del optativo
como modo. Dichos valores pueden aparecer también tanto en
oración principal como subordinada.
Limitación a contextos muy específicos del valor propio del tema
de futuro. El futuro está bien empleado en un 80-90 % de los casos. Sin embargo, las desviaciones de los demás casos respecto a
la norma clasica son suficientes para concluir que dicho empleo
correcto es más algo conservado por tradición que presente y
vivo en el lenguaje popular.
La situación de profunda confusión que supone todo lo anterior
no es óbice para que sea relativamente alta la frecuencia del
tema de futuro. El futuro existe, pero ya no es tan unitario como
en época clásica: es un gigante con pies de barro, un edificio en
verdadera ruina interior, pero que conserva todavía la fachada
de su esplendor pretérito.
A pesar de todo ello, no parece que se hayan creado todavia verdaderos mecanismos de sustitución del tema verbal. Sólo el presente por futuro y las construcciones de yÉUo, que no suponen
novedad alguna, parecen apuntalar la expresión de la futuridad.
La perífrasis de 6Ého infinitivo también parece querer sustituir al futuro; en los otros casos, el valor futura1 es algo más que
dudoso.
+
Por último, y aun a riesgo de resultar repetitivos, queremos recordar
que Epicteto, como el NT, con el que coincide plenamente en varios fenómenos, según hemos podido comprobar, es un fiel reflejo de la ? C O L Y ~
popular d e Época Imperial, y, por otro lado, constituye un eslabón más
en la cadena evolutiva hacia el griego moderno, eslabón claramente diferenciado -también hemos podido comprobarle+ d e otros anteriores,
como son los papiros de época ptolemaica.
José Manuel FLORISTÁNIM~ZCOZ
Universidad de León
LA DOCTRINA DEL NOUS EN LOS COMENTARISTAS
GRIEGOS D E ARIST~TELES
El objetivo del presente trabajo es muy modesto: presentar brevemente y sin interpretación alguna, las distintas exégesis que los comentaristas griegos, recogidos en el Corpus de Berlín, han dado a la
doctrina aristotélica del nous, contenida en el libro 111 del De Anim a ' . Nuestro artículo n o pretende en modo alguno: a) dar la verdadera interpretación d e esos pasajes aristotélicos2; b) dar una interpretación sistemática d e la doctrina de los comentaristas, reconstruyendo
su estructura lógica y colocándola en el contexto cultural d e su época
y en el general d e la historia d e la filosofia. Esta última tarea es, sin
duda, importante y sería muy d e desear que se abordara pronto con
toda profundidad. Pretendemos, pues, únicamente: ofrecer una
primera visión panorámica del conjunto de los comentaristas y, si el
exito nos acompaña, abrir un pequeño camino a esta cantera d e materiales inexplotados que, aún hoy, forman los Commentaria in Aristotelem Graeca
Es obvio advertir que. para la redacción del presente trabajo
hemos tenido como base los textos griegos3; sin embargo, hemos utilizado también con cierta amplitud las exposiciones generales y monográficas que nos han sido accesibles, las más importantes de las
cuales exponemos en nota4.
'
En adelante lo citaremos: DA.
La tarea es probablemente imposible dada la escasez y obscuridad de los
*
textos.
He aquí los textos empleados:
~ l e i a n d e~~hrodis:ensis,
r
Zn Metaphysica, ed. M . Hayduck, Berlín, 1891.
111, 1. Alexarider Aphrod., Zn librum De Sensu, ed. P. Wendland, Berlín, 1901.
XI. Simplicius, ln-libros De Anima, ed. M . Hayduck, Berlín, 1882.
XV. Joannes Philoponus, In libros De Anima, ed. M . Hayduck, Berlín, 1897.
V, 3, Themistius, Zn libros De Anima Paraphrasis, ed. R. Heinze, Berlín, 1899.
1.
Supplementum Aristotelicurn:
I1,1, Alexander Aplirod., De Anima Liber cum Mantissa, ed. 1. Bruns, Berlín, 1897.
Aparte de la indispensable RE de Pauly-Wissowa, he aquí la bibliografía fun-
damental utilizada:
A. H. ARMSTRONG
(edit.), The Cambridge History of Later Greek and Early
La théorie aizstotélicienne de
Medievai Philosophy, Cambridge, 1967; E. BARROTIN,
I'intellect d'aprks Théophraste, París-Louvain, 1954; F . BRENTANO,
Die Psychologie
des Aristoteles, insbesondere seine Lehre vom nous poietikos, Mainz, 1867; 0.
HAMELIN,
La théoria de I'ifitellect d'aprks Aristote et ses commentateurs, París, 1953;
134
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
De la doctrina de Teofrasto sobre el nous sólo se han conservado algunos fragmentos, recogidos por Temistio en su comentario al DA, y
también por Priscianus LydusS; por tanto nuestro conocimiento de esa
doctrina es en gran parte conjetural.
Nos limitamos a recoger las conclusiones que parecen más seguras:
1. En el interior del nous humano real distingue Teofrasto dos elementos, el activo y el potencial. El nous humano parece ser una mezcla
de ambos elementos, de modo semejante a como el hombre es una composición de forma y materia6.
2. Ambos elementos, a los que Teofrasto también designa como
nous (a saber, el nous energeiai y el nous dynamei respectivamente) son
por una parte algo extrínseco (eksothen) y sobreañadido (epithetos) y por
otra algo congénito (symphyes)'.
3. Así, Teofrasto subraya la inmanencia del nous activo, aunque sin
negar su procedencia «de fuera»8. Su mezcla con el nous potencial data
del principio de la vida, y en este sentido es congénito. Como dice muy
bien Barbotin: «(el nous activo es) trascendente por su naturaleza e inmanencia del hecho. Por su dignidad es extranjero al proceso generador del
hombre, y sin embargo es también congénito ... Aunque presente en el
hombre, cuya facultad de pensar despierta y actualiza, el intelecto permanece por esencia siempre actual, inmortal, athanatos, aidios, khoristos. El
intelecto persevera en su existencia trascendente, en la que finalmente se
disolverá el entendimiento individuab9.
H . KURFESS,Zur Geschichte der Erklarung der aristotelischen Lehre vom sog. nous
poietikos und pathetikos, Tübingen, 1911; P. MORAUX,
Alexandre d'Aphrodise, exé@te de la noétique d'Aristote, Liege-Paris, 1942; D . Ross, De Anima. Edited with introduction and commentary by ..., Oxford, 1961; K. PRACHTER,
«Die Philosophie des
Altertumsn, en UBERWEG,
Grundriss der Geschichte der Philosophie, Berlín, 1926; E .
ZELLER,Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung, 6 vols.
Leipzig, 1921.
Los fragmentos se encuentran en apéndice en: R. D. HICKE,De Anima, with
Translation, Zntroduction and Notes by ..., Amsterdam 1, 1965, pp. 589-596. Sobre la vida
y pensamiento de Teofrasto, cf. E. ZELLER,
o.c., pp. 806-869, y la excelente monografía
o.c., pp. 1-5 y BRENTANO,
o.c., pp. 5-6.
de BARBOTIN;
además MORAUX,
Fr. 12.
Fr. 1, 12 y 13. Tal es, al menos, la opinión de BARBOTIN,
o.c., pp. 177-190.
Así lo testimonia Temistio, In DA, 108, 11 SS.,pero no estoy seguro de que no se trate de una conjetura suya.
Fr. 6, 12 (enyparkhon), 13. BARBOTIN,
o.c., pp. 190-193.
E. BARBOTIN,
o.c., pp. 205-215.
'
-
LA DOCTRINA DEL NOUS
135
4. También el nous potencial es a la vez congénito y extrín~eco'~:
extrínseco por su ser, es sin embargo congénito porque se introduce en
el feto desde el origen de su desarrollo. Pero no hay que atribuirle por
ello, a diferencia del nous activo, preexistencia ni eternidad: hay que pensar más bien en un sincronismo entre su aparición y la eclosión de la vida
humana, un surgimiento bajo el influjo del irrumpiente nous activo".
5. Finalmente, el nous potencial puede también ser llamado pasivo
(pathetikos), pero no por ser realmente pasivo frente a los inteligibles, al
modo de una tabula rasa en la que se imprimieran las formas abstraídas
por el entendimiento activo, sino únicamente por su actitud subordinada
frente al nous activo. No parece posible concluir nada más concreto acerca del modo cómo Teofrasto concebía la formación de los conceptos universales.
Pasando por alto el desarrollo de las doctrinas noéticas en la escuela
peripatética antigua, cuyo rasgo común es la desvirtuación del hilernorfismo y la tendencia al materialismo o al menos del epifeno&enismo12, encontramos como primer pensador importante en este tema a Aristocles,
maestro de Alejandro de Afrodisia13.
La doctrina de Aristocles sobre el nous está fuertemente influenciada
por las doctrinas platónicas y estoicas. Así:
Tal es la interpretación de BARBOTIN y Temistio, In DA, 108, 7 SS. Cf.Fr. 1.
8. BARBOTIN,
o.c., pp. 177-190, y especialmente 199-200: «la presencia del
nous eterno despierta en el ser en crecimiento una facultad completamente nueva: el
entendimiento potencial. Éste se encuentra envuelto en el conjunto de virtualidades
de las que el embrión es portador».
Sobre Aristóxeno y Dicearco (epifenomenistas), Estratón de Lámpsaco, Licón
y Aristón de Ceos, y Cntolao de Faselis (materialistas), cf. P. MORAUX,
o.c., pp. 5-11
y E. ZELLER,
o.c., 111, 1, pp. 881-930.
l3
Sobre él, cf. A. H. ARMSTRONG,
o.c., pp. 116-117 y H. KURFESS,o.c., pp. 1314. Sus teorías se han conservado en Alejandro, Mantissa, pp. 110-113.
lo
"
'*
136
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
1. El nous activo es identificado con el nous divino, y es por lo tanto
algo separado, inmaterial, inmortal, energeia pura y perpetua, noeton
puro. Evidentemente, en el hombre procede «de fuera»14.
2. El nous potencial (también llamado organikos, hylikos) es simplemente una facultad de orden sensible, resultante de la organización
corporal.
3. Como compuesto o resultante de ambos está nuestro nous: leptikos, pathetikos que, como dice H. Kurfess, es «ein Kompositum aus einer
natürlichen Anlage, die man als Werkzeug des Gottlichen bezeichnen
kann.. ., und aus der Energie des gottlichen Geistes»15.
4. La acción del nous activo sobre el potencial es descrita en formas
diversas: el nous activo no crea al potencial, sino que lo perfecciona; procede en él como la luz, que hace entrar a nuestro ojo en actividad; trabaja
en él como el obrero en su operación sinérgica con el instrumento. Con
todo, también Aristocles subraya que el nous potencial es pasivo frente
al nous divino, pero no frente a las formas inteligibles.
ALEJANDROAFRODISIENSE
Sin duda el más importante de los intérpretes griegos de Aristóteles16.
La autenticidad de los escritos a él atribuidos ha sido muy discutida.
P. Moraux17 da como ciertamente auténtico el tratado De Anima. Con
respecto al segundo De Anima o Mantissa, se inclina por atribuirlo también a Alejandro, pero no cree que haya sido compuesto en el orden recibido. Dentro de la Mantissa se halla el tratadito Peri nou, que según
Moraux no es de Alejandro y constituye una deformación de sus tesis
prin~ipales'~.
Las Aporiai kai lyseis no son obras de autor único, sino ensayos de discípulos, restos dispersos, piezas apócrifas, etc. El comentario
a la Metafísica (libros E a N) lo atribuye Moraux a Miguel de Éfeso.
Como en los casos anteriores, resumamos las tesis fundamentales de
su doctrina noética:
Mantissa, 110, 4 - 113, 12.
H. KURFESS,
o.c., p. 13.
l6 Cf.RE, 1, 2, cols. 1.453-1.455; 0 . HAMELIN,
o.c., pp. 31-37; A. H. ARMSTRONG,
o.c., pp. 117-123; E. ZELLER,
o.c., 111, 1, pp. 817-830, y, naturalmente, la
monografía de MORAUX.
l7
P. MORAUX,
o.c., PP. 13-28.
Is
MERLAN,
sin embargo (apud A. H. ARMSTRONG,
o.c., p. 118, n. 6 ) señala la
coincidencia en los puntos esenciales entre ambos textos.
l4
l5
LA DOCTRINA DEL NOUS
137
1. También para Alejandro existen fundamentalmente dos tipos de
nous: el potencia! y el inmaterial (o activo, extrínseco, etc.)19.
2. El nous potencial tiene tres grados20: a) Como pura potencialidad
de recibir conceptos, como simple disposición, es el nous material (hylikos). Es el estadio de la niñez. b) El segundo grado es el nous habitual
(kath'heksin) o adquirido. Es un aspecto particular del nous material.
Después de haber efectuado numerosas operaciones de abstracción, queda en él, como fondo o residuo de su actividad, una spccies impresa, un
concepto latente. Cuando el nous material posee un cierto número de estos conceptos latentes, e! intelecto se halla ya en hábito (kath'heksin). No
es entonces algo diferente de sus objetos, sino que se halla plenamente
identificado con ellos2'. c) El tercer grado (nous kat'energeian) es sólo la
capacidad que posee el nous habitual de volver sobre sí mismo y conocerse: pensamiento reflexivo, suprema operación de la inteligencia. Esta
propiedad le corresponde al nous potencial, no en virtud de su propia
esencia, sino por su identificación con los n o e t ~ ~ ~ .
3. La noesis u operación del nous potencial tiene tres momentos:
abstracción, recepción, conocimiento (momentos en los que se anuncian
los pasos de la intelección según Sto. Tomás y la escolástica clásica: illuminatio, formatio impressae speciei, dictio verbi). Es el nous potencial
sdo: sin intervención del nous activo, el que realiza los tres momentos de
la operación: por tanto no es mera potencia pasiva, sino activa, y sólo necesita para actuar de la formación del phantasma. Por sí solo, con la colaboración exclusiva de la sensibilidad, el nous material se eleva a nous
habitual: no es la labula rasa, sino la propiedad de no estar escrita aún y
la disposición a serlo: «el nous material es simplemente una cierta disposición para la captación de las formas, semejante a una página no escrita,
o mejor aún, semejante al no estar escrita de la página y no a 1s página
misma (pues la página ya es un ser). Por esto el alma y su sujeto son más
l9 La terminología es muy variada, cf. H. KURFESS,
o.c., p. 15. El koinos nous
es el resultante de los dos.
20 P. MORAUX,
o.c., p. 60 y pp. 172-174. Cf.algunos iexlRs: DA 81, 22-82, 3; 86,
14-87, 1; Mantissa 106, 30-107, 27; 109, 4-23; 112, 9-16, etc.
*' DA, 85, 11-14: «El llamado nous habitual es un perfeccionamiento del nous
material; el hábito surge en él de la aprehensión de lo universal y de la separación de
las formas de la materia, cosas que en cierto modo son lo mismo». Cf.Ps. Alex., Zn
Metaph. 697, 38 SS.: «El nous habitual es los noemata como reunidos, en reposo y en
cierto modo sedimentados». Ibidem 697, 28-698, 9.
22 Mantissa 109, 4-23: «el nous habitual, al inteligir los inteligibles (que no son
nous antes de ser inteligidos) también se intelige a sí mismo, como uno más de los inteligible~.El nous habitual.. . deviene así per accidens sujeto inteligente de sí mismo».
Cf.Ps. Alex., In Metaph. 698, 13 SS.
138
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
bien como la página y el nous material es el no-estar-escrita, es decir, la
disposición para ser lo^^^. Por tanto, no es tampoco algo material, pues no
podría recibir inmaterialmente las formasz4.
4. Si el nous material no necesita de ninguna ayuda para elevarse al
conocimiento de las formas inteligibles y al autoconocimiento, es porque
Alejandro está muy cerca de lo que hoy llamaríamos un nominalismo mod e r a d ~ aunque,
~~,
como veremos enseguida, enmarcado dentro de una
metafísica del espíritu totalmente ajena a los nominalistas posteriores. La
inteligencia, i.e., el nous potencial, es una cualidad puramente psíquica
(en el sentido aristotélico de la palabra), es decir, intrínsecamente ligada,
como la sensación, al determinismo fisiológico. Alejandro ha tomado en
serio (lo que no siempre ha hecho la escolástica) la doctrina del alma
como forma del cuerpo: el alma, su surgimiento y su naturaleza, se hallan
rigurosamente condicionados por el cuerpo y no hay facultad ni actividad
psíquica, ni siquiera la más elevada, que no esté esencialmente condicionada por actividades conorales. El nous material o potencial es algo necesariamente mortal, puesto que sujeto y objeto se identifican y el nous
potencial se identifica solamente con las cosas perecederas. Lo mismo habría que decir del nous habitual. Aunque su operación es más elevada,
puesto que no requiere el concurso del phantasma al tener ya en sí mismo
los objetos, no es sin embargo, como ya dijimos, fundamentalmente distinto del nous material26.
5 . Si el conocimiento, incluso el llamado intelectual, es obra propia
del nous potencial, ¿qué función propia desempeña el nous activo? Sólo
una función indirecta, a saber, en cuanto es fuente de inteligibilidad; no
porque cause en el entendimiento potencial los inteligibles en acto, sino
como causa primera, en cuanto como inteligible puro comunica a todas
las cosas su inteligibilidad. Como dator formarum es causa de la inteligibilidad potencial de las formas, inteligibilidad que necesita del concurso
del nous humano para hacerse actual. Dice Alejandro: «El nous extrínseco (esto es, el divino) siendo inteligible por naturaleza y habiendo devenido inteligible en el sujeto por el hecho de ser inteligido, es un nous
que se ha realizado en el sujeto y sin embargo permanece a la vez extrínDA 84, 24-85, 1.
C ' también DA 81, 22-82, 3; 83, 22-84, 1; 90, 13-16. Mantissa 106,30-107, 20.
También P. MORAUX,
o.c., pp. 70-74.
MERLAN
(apud A. H. ARMSTRONG,
o.c.), pp. 117-120; E. ZELLER,
o.c., 111,
1, pp. 822-824. Es difícil precisar si se trata de un nominalismo o de un conceptualismo. Alejandro, desde luego, piensa que no existe ninguna realidad que corresponda
a nuestros conceptos. Cf. DA 84, 19-21; 87, 24-88, 3; 89, 13 SS;90, 2-9.
26
Cf.E. ZELLER,
o.c., 111, 1, p. 825; P. MORAUX,
o.c., pp. 77-78 y 95.
23
24
LA DOCTRINA DEL NOUS
139
seco e inmortal y proporciona al nous material el habitus (heksis) por el
que puede entender lo que sólo en potencia es inteligible. Como la luz,
siendo causante de la visión actualizada, es vista ella misma y a la vez con
ella las cosas y también el color por medio de ella, así también el nous
extrínseco es causa de que nosotros inteligamos, al ser él mismo inteligido. No porque constituya a nuestro nous en su ser de nous, sino como
perfeccionando y conduciendo a su fin al que ya por naturaleza lo es»27.
Por tanto toda la actividad del nous potencial consistirá en irse asimilando
a este nous primero y Alejandro hablará justificadamente de «divinización».
6. El nous primero y extrínseco es en sí intelección eterna e incesante. Los inteligibles materiales no existen fuera de esta intuición eterna.
Penetrando en el hombre «desde fuera», es para el nous humano causa
extrínseca de la abstracción de los inteligibles materializados. Es el elemento divinoen nosotros, que nos asegura cierta forma de inmortalidad,
si bien de carácter no personalz8.
Debemos por lo tanto puntualizar nuestras anteriores afirmaciones sobre el «nominalismo» de Alejandro. Al conocer lo inteligible en lo sensible por medio del nous primero, nuestro entendimiento permanece por
un lado aún aferrado a lo individual sensible -por ello es mortal-,
mientras que por otro se eleva gradualmente a la unidad inteligible del
primer principio, sin alcanzarla nunca. Lo que llamamos generalidad de
nuestros conceptos no es sino esa zona de fricción entre ambos campos.
En nuestra intelección nunca abandonamos el campo de la sensación,
pues lo sensible es parte constitutiva de ella; ni tampoco nos instalamos
directamente en un terreno puramente inteligible (en cuyo caso nuestro
nous sería ya inmortal. No vemos la luz (lo inteligible puro), sino sólo el
color (lo sensible a la luz de lo inteligible). Es por tanto un nominalismo
inseparablemente unido con una «Geistmetaphysik». Podemos preguntarnos si, como opina Merlan29, se trata del reingreso del platonismo en la
escuela peripatética o, más probablemente, del repensamiento original de
todo el fondo platónico en que la filosofía aristotélica se sustenta y en el
que encuentra su coherencia.
27
Mantissa 111, 27-36. Traducción nuestra. C ' además D A 88, 24-89, 8; 89,
16-19.
28 Cf. P. MORAUX,
o.c., pp. 104-105. Otros textos sobre la conjunción de nous
potencial y activo: D A 88, 17-89, 8; 90, 19-22; Mantissa 107, 29-34; 108, 19-28; 110,
4-24; 112, 16-30. Sobre el nous divino y la inmortalidad, D A 90, 23-91, 6 .
29 Apud A. H . ARMSTRONG,
o.c., p. 123.
140
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
El siguiente comentador importante del libro DA es Temistio30. He
aquí los puntos básicos de su interpretación:
1. Distingue ante todo Temistio el nous común (koinos) o pasivo
(pathetikos), que es sujeto del amor, del odio, de la memoria, etc. Está
ligado y mezclado al cuerpo y a las fuerzas anímicas inferiores y es perecedero3'. Por otro lado, está el campo de la pura vida noética, que no se
encuentra en modo alguno ligada a las fuerzas anímicas inferiores de las
que sin embargo usa. En esta esfera de lo noético aparecen el nous potencial (dynamei) y el nous activo (poietikos), que. aunque distintos, forman una íinidad como la de materia y forma32. Ambos son separables
(del cuerpo), inmezclados, impasibles, pero con una prioridad ontológica
por parte del nous activo y una prioridad cronológica, con respecto a nosotros, por parte del nous potencial: «Afirma, pues, Aristóteles que ambos (nous) son separables (del cuerpo), pero que el nous activo es más separable, más impasible y más puro, y que el potencial lo poseemos primero desde el punto de vista del tiempo, pero que desde el punto de vista
de la naturaleza y de la imperfección es primero el nous activo. Más aún,
hablando estrictamente, ni siquiera desde el punto de vista del tiempo tiene prioridad (el nous potencial). Sólo para ti o para mí es anterior, pero
en sí no lo es, como tampoco lo es el resplandor con respecto a la 1 ~ 2 % ~ ~ .
2 . La concepción de Temistio acerca del nous potencial y en especial
acerca de su inmortalidad es bastante oscura. De é! dice Temistio que se
halla compuesto de potencialidad y actualidad, que no es ni puro nous ni
puro n ~ e t o n Tiende
~ ~ . a concebirlo como un estadio previo e imperfecto
del nous activo35. Otras veces dice que la relación entre ambos es como
la de la hyle con la tekhne que la elabora, con la diferencia de que en el
caso del nous, la tekhne será interior a la materia misma: «Pues, si comparamos al nous activo con la tekhne, no sería una tekhne trabajando desde el exterior de la materia, sino que el nous activo penetra profundamente en todo el nous potencial, como si el carpintero no trajinara desde
30
Sobre él cf. RE V, 2, cols. 1.642-1.680; H. KURFESS,o.c., pp. 20-24; 0. HAMELIN,
DA es una perífrasis que incluye
amplias digresiones. Es en general muy objetivo y presta atención a la crítica textual.
31
1n DA 101, 5-9; 101, 27-37; 105, 22-34.
32
In DA 99, 10-13. Cf.O. HAMELIN,
o.c., p. 40.
33 1n DA 105, 34-106, 14. Traducción nuestra.
34
In DA 111, 26-34; 98, 4-9.
35 In DA 105, 28-32; 108, 28-34.
o.c., pp. 38-43. Vivió en el s. IV P.C. Su trabajo sobre el
LA DOCTRINA DEL NOUS
141
fuera con la madera sino que fuera capaz de realizar la obra desde dentro.
Del mismo modo el nous activo, al añadirse el potencial, se hace una sola
cosa con él. .. Una parte (de esa cosa) es como la materia, y en ella está
la multitud de los noemata: otra parte es como el artífice y de ella depende, a su gusto, el captar y conformar los noemata, pues es realizador y
causa primera de ellos»36.
3. Tampoco la concepción del nous activo carece de obscuridades.
Por un lado rechaza Temistio su identificación con Dios, pero por otro
lado también rechaza la identificación con un sistema inteligible, con el
conjunto de las proposiciones científicas. Es una parte, la más preciosa,
del alma humana3'. En sí misma, su actividad es pura energeia, incesante,
infalible, inmortal y eterna. En ello consiste su naturaleza, su esencia; e
incluso durante su unión con el nous potencial prosigue siendo actividad
ininterr~mpida~~.
Todo ello no le impide ser a la vez puro noeton. En él
los objetos inteligibles, las formas, no se hallan separadas, ni es necesario
para él transitar de un objeto a otro, ni proceder por análisis y síntesis,
sino que las tiene todas juntas y las profiere a la vezj9. En su relación con
el nous potencial, su función es, en primer lugar, conducir a éste hacia la
actualidad y a la vez prepararle los inteligibles potenciales (las formas materializadas, enyloeide) como inteligibles actuales. Con todo, la operación
del nous activo parece dirigirse primariamente hacia el nous potencial, no
hacia los inteligible~~~.
La concepción del nous activo en Temistio oscila así entre la inmanencia y la trascendencia. Inmanencia: para él el nous activo es la parte superior del alma4'. Más aún, se pregunta si la persona humana se identifica
realmente con el nous potencial o con el activo, y responde que nuestro
yo es el nous compuesto del potencial y del activo, pero que la quididad de
nuestro yo, su esencia, es el nous activo: «¿Somos nosotros el nous potencial o el actual? Recordemos que en todas las cosas compuestas ¿e elementos potenciales y actuales hay que distinguir entre el "esto" y "la esencia del
esto". Una cosa por tanto será el yo y otra la esencia de mi yo. Yo soy el
nous compuesto del potencial y del actual, la esencia de mi yo proviene del
nous actual... Lo que yo escribo, lo escribe el nous compuesto, pero ... en
cuanto es actual, lo que escribe le proviene del nous actual»42.
36
In D A 99, 13-23. Traducción nuestra.
In D A 103, 4-19.
1n D A 99, 3-100, 3.
39 In D A 100, 3-10.
40 In D A 98, 35-99, 12.
41
In D A 103,4-19: «el nous activo o es algo de nosotros mismos o es simplemente nosotros mismos». Cf.O . HAMELIN,
o.c., pp. 40-42.
42 In D A 100, 16-101, 1. Traducción nuestra.
37
38
142
JOSÉ MONTOYA SÁEZ
Trascendencia: pues, aparte de sus caracteres de pura energeia, actividad esencial, etc., caracteres todos ellos trascendentes a la individualidad
humana, Temistio afirma que se da un solo nous activo fundamentante.
En efecto, Temistio se plantea el problema de si el nous activo es único
o son muchos. La analogía con la luz y sobre todo la dificultad de distinguir puras formas sin materia, apuntarían hacia la unicidad. Por ello Temistio concluye, no sin dudas, que debe haber un solo nous activo fundamentante y otros (seguramente tantos como personas) fundamentados
en él: «Habrá que suponer que el primer nous iluminante es uno solo,
mientras que son muchos los iluminados que a la vez son iluminantes. Así
ocurre con la luz: el sol es uno, pero dirías que su luz se divide en tantas
partes cuantas potencias visivas existen»43.
A pesar, pues, de expresiones parciales, no cabe duda de que Temistio ha visto en el nous activo un elemento que trasciende el orden de la
naturaleza y también el orden de la inteligencia personal. Permanecen sin
aclarar las cuestiones referentes a su status ontológico y en especial su
relación con Dios.
SIMPLICIO
Omitiendo las opiniones de Plutarco, Ammonio y Marino, que sólo en
forma indirecta se nos han t r a n ~ m i t i d o llegamos
~~,
casi simultáneamente
a dos importantes comentadores, Simplicio y Juan Filópono, los dos neoplatónicos, pero el primero pagano y el segundo cristiano.
Presupuesto fundamental de toda exégesis de Simplicio al libro DA es
la completa armonía entre Platón y Aristóteles. Él mismo confiesa que
las ideas básicas de su comentario están tomadas de la exégesis de Jámblico del DA45. He aquí las líneas principales de su exposición:
43
Zn DA 103, 20-104, 14. Traducción nuestra.
En el comentario al DA de Juan Filópono 518, 20-520, 28 y 535, 3 1 s . Cf. E.
ZELLER,
o.c., 111, 2, pp. 808 y 894-897; H. KURFESS,
o.c., pp. 25-27. Plutarco da una
interpretación platónica del nous potencial, incorporando la teoría de la reminiscencia. Marino parece haber identificado el nous activo con la mente angélica. Ammonio, maestro de Filópono, piensa que el nous activo y creador no es algo extrínseco,
sino que constituye nuestra alma racional, que es eterna.
45
Sobre Simplicio, cf. A . C. LLOYD(apud ARMSTRONG,
o.c.), pp. 317-319; K .
PRACHTER,
o.c., p. 634; RE 111, 1, cols. 204-213; E. ZELLER,
o.c., 111, 2, p. 914; H.
KURFESS,
o.c., pp. 32-35. 0 . HAMELIN,
o.c., pp. 44-57. Viyió en la primera mitad del
s. VI. Estudió con Ammonio en Alejandría, pero bajo el influjo de Damascio de Atenas se inclinó. por Jámblico y el neoplatonismo ateniense. Sobre sus relaciones con
Jámblico, cf.: Zn DA 1, 10-20. Abundan las citas laudatorias de Jámblico: Zn DA 6,
16; 49, 31; 89, 33; 174, 38; 187, 37; 214, 19; 217, 2 3 s ; 312, 6; 313, 25s.
LA DOCTRINA DEL NOUS
143
1. Con respecto a las formas del nous, la línea directora del pensamiento de Simplicio es el esquema de la procesión de las esencias. En primer lugar se halla el nous divino, que es absolutamente separado, indivisible e imparticipable, suma actualidad. Procede de él el nous superior
(kreitton tes psykhes nous), que es algo supraindividual, que domina al
nous individual. De él proviene el nous participado por nuestra alma
(nous metekhomenos) que se encuentra individualmente en cada alma, a
la que informa. Este nous participado, que es el nous humano, el que actúa en nosotros, se divide en una parte superior, que permanece en sí
misma (nous activo) y una inferior, que procede del primero pero que se
vierte hacia el mundo exterior (nous potencial). Pero aun en éste hay que
distinguir dos grados: de un lado el nous habitual (kata ten heksin teleios),
que puede actuar por sí mismo, y del otro el nous total y absolutamente
i m p e r f e ~ t o Con
~ ~ . el modelo de la procesión se evita poner una dualidad
absoluta e irreductible entre las diferentes formas del nous: se trata de diversos grados del mismo nous, y las diferencias entre ellos son el fruto de
la diversa intensidad de su conversión «ad extra», más bien que de diferencias ontológicas intrínsecas.
2. El grado más bajo del nous potencial, denominado generalmente
por este mismo nombre genérico (nous dynamei, a veces nous hylikos),
es una «esencia material influida por lo inteligible» en donde material tiene simplemente el significado de pasiva4'. Simplicio identifica este nous
«material» con el nous pasivo (pathetikos) de que habla Aristóteles en las
últimas líneas de DA 111, 548. Como el nous activo, el nous pasivo pertenece a nuestra alma, es una parte suya, no es algo que pertenezca a una
inteligencia superior49.¿Cuál es el modo de su operación? En este grado
ínfimo, el nous es aún incapaz de actuar por sí mismo, a diferencia del
nous potencial que ya ha experimentado algún perfeccionamientos0. A la
operación del nous material la caracteriza una salida de sí mismo, un cierto abandono de su mismo ser motivado por la conversión del alma a lo
extraño, a lo material; por ello requerirá, para captar lo inteligible, un
46 In DA 230, 34-231, 7; 233, 38-234, 5; 244, 37-39; 313, 1-5..., etc. Cf. también
H. KURFESS,
o.c., pp. 32-33.
47 In DA 222, 37-40; 223, 17-20. Cf. H. KURFESS,
o.c., p. 33. No veo razón para
identificar este nous con la sensibilidad, como hace HAMELIN, p. 53.
48 In DA 247, 25s; también 230, 21-29.
49
En In DA 218,29ss muestra Simplicio que el DA sólo trata del nous en cuanto
realmente participado por el alma y que este nous es tanto el potencial como el activo.
C ' In DA 220, 15ss; 223, 4-12.
j0
In DA 223, 34-38; 229, 5ss; 229, 37-230, 10.
144
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
influjo combinado de lo inteligible y del nous proporcionado, el activo5'.
La conversión a lo sensible es justamente el modo de ser del nous material, lo que hace que en cuanto tal sea perecedero (es decir, no en su ser
sino sólo en su pasividad). De hecho, por la intelección y el contacto con
el nous activo, el nous material se va elevando hasta él, pereciendo así en
cuanto pasivo y simultáneamente salvándose en cuanto n o ~ s En
~ ~sí.mismo, el nous material no es ni nous ni noeton, sino simplemente dispo~ición~~.
3. El nous habitual es en su esencia idéntico con el nous material,
pues el habitus (heksis) no aporta perfeccionamiento alguno en la línea de
la esencia54. La diferencia estriba en que el nous material es sólo disposición para la recepción de las formas inteligibles en tanto que el nous
habitual se halla ya perfeccionado y como repleto de formas. Por ello,
mientras el nous material es impotente para obrar por sí mismo, el nous
habitual puede hacerlo y puede incluso conocerse a sí mismo, aunque
permanezca siempre pasivo en cuanto su perfeccionamiento no procede
de él mismo y no siempre se llalla en a ~ t i v i d a d ~ ~ .
4. Como antes decíamos, no hay que pensar en el nous activo (o
substancial, supremo, puro, etc., pues la terminología es muy variada)
como en una substancia espiritual totalmente distinta del nous inferior:
«se da una única substancia y un único nous, diferenciado lógicamente según que permanezca totalmente vuelto hacia sí mismo o se incline hacia
lo exterior; y en este segundo caso, según que sea perfecto o imperfect o ~ Esta
~ ~ permanencia
.
en sí mismo y conversión hacia sí mismo es el
rasgo característico del nous activo. Permanece en sí mismo contemplando los eide: no los que han profluido hacia la naturaleza, sino los que permanecen en la misma substancia del
Por esa incesante e indivisible
conversión hacia sí mismo, el nous activo es substancialmente energeia,
sin que sea posible distinguir en él entre substancialidad y a ~ t u a l i d a dSu
~~.
actuación con respecto al nous potencial es consecuencia de su permanente unión con los eide ejemplares. Debido precisamente a esta unión, es
causa perfeccionante (aitia teleiotike) del nous potencial. Simplicio subra51
In DA 223, 34-38; 229, 5ss; 229, 37-230, 10.
1n DA 247, 28-34;, 230, 21-231, 25.
53 In DA 226, 23-29; 244, 13-14.
54 1n DA 229, 3-21. Cf.H. KURFESS,o.c., p. 33.
55
In DA 229, 26-230, 20; 244, 8-18.
56 In DA 222, 17-22.
57
In DA 240, 11-13; 242,20-29. Sobre la esencia del nous activo, cf. 5,15ss; 230,
2ss; 234, 32s; 243, 1 0 s ; 246, 15s.
58 In DA 243, 27-32.
52
LA DOCTRINA DEL NOUS
145
ya que lo inteligible se halla realmente en el nous potencial, aunque sin
ser conocidos9. De aquí el carácter complejo de la intelección humana. La
forma es innata en el nous potencial porque constituye el fondo de su naturaleza; por ello, en la intelección de la forma se da a la vez permanencia
y extroversión: «siendo una nuestra alma pensante, permanece una, pero
a la vez se multiplica en la tendencia hacia el cuerpo, sin permanecer puramente una, pero también sin volcarse por completo hacia lo externo,
sino en cierto modo permaneciendo en sí misma y en cierto modo volcándose hacia fuera.. . Con la tendencia hacia lo secundario, el alma afloja la
conversión hacia sí, pero sin perderla nunca del todo; pues todo conocimiento racional tiene que darse con conversión del alma hacia sí misma»60.Así, pues, todo pensamiento concreto es una elevación por la que
nous y noeton se esfuerzan en volver a un estado original, precisamente
al que tienen en el seno del nous activo.
5. Si bien el nous activo, como el potencial, pertenece al alma humana, ello no quiere decir que sea independiente de toda instancia superior.
En efecto, el nous activo permanece esencialmente ligado al nous superior (kreitton) que es algo suprapersonal y del que en última instancia recibe su virtud: «(decimos que el nous activo) es impasible porque no es
perfeccionado por otro.. . sino por sí mismo.. . pues, si bien lo es también
por el nous superior, es porque no se halla desgajado de éste, sino injertado y unido con él por la parte más alta de sí mismo, de modo que esté
en íntima unión con el nous perfeccionante y, una vez hecho como él, se
Y así, aun siendo por su esencia pura energeia,
perfeccione a sí mismo>>61.
en esta vida el nous activo no está siempre obrando, puesto que depende
del potencial para su operación, mientras que el nous superior siempre se
halla en actividad. Solamente en el estado de separación el nous activo
volverá a su eternidad y a su pura a ~ t u a l i d a d ~ ~ .
A pesar de la insistencia en una cierta gersonalización del nous, Simplicio finalmente vuelve a aceptar su carácter trascendente, del que en ú1tima instancia depende toda la actividad cognoscitiva humana. Y no es
éste el único carácter de idealismo objetivo que encontramos en Simplicio. Aún más interesante es que la actividad cognoscitiva humana no se
concibe como creadora o conformadora de los eide, sino como una consecuencia de la inmaterialidad de las formas inteligibles: basta con que
existan los eide inmateriales para que, por así decir, brote el nous que los
59
60
61
62
In
In
In
In
DA
DA
DA
DA
242,
233,
243,
240,
25-243, 6; 243, 32-36; 236, 18ss.
28-34. Cf. 230, 34, 231, 7; 231, 17-25; 242, 4-11.
19-24. Cf. 240, 25ss.; 244, 2 6 s .
26ss; 247, 4 0 s . Cf. H. KURFESS,
o.c., pp. 34-35.
146
JOSÉ MONTOYA SÁEZ
conozca. El espíritu subjetivo no es sino un momento del desarrollo del
espíritu objetivo, y la persona, un momento del sistema63.
El último de los grandes comentadores griegos del DA es Juan
del gran influjo que la exégesis de Filópono ha tenido
F i l ó p ~ n oA
~ ~pesar
.
sobre el pensamiento medieval, debe decirse que su interpretación, en
conjunto, parece menos fiel que la alejandrina a las preocupaciones profundas del pensamiento de Aristóteles.
Veamos los puntos esenciales:
1. Filópono, como ya antes Temistio, distingue junto al nous activo
y el nous potencial una tercera especie de nous, el puramente pasivo, al
que -según él- se refieren las últimas líneas de DA 111, 5. Este nous pasivo es identificado por Filópono con la «phantasia». Es nous porque es
espontáneo, tiene en sí una dimensión de libertad; pero es pasivo, porque
necesita para su actividad un material de imágenes65.
2. Filópono piensa que el nous potencial no es pura disposición para
recibir la inteligencia sino que, considerado en sí mismo, es una forma inteligible, un e i d o ~Hay
~ ~ .que advertir que esta forma es única, es a la vez
nous potencial y activo. Pues entre ellos no existe diferencia ontológica o
substancial, sino meramente lógica: se distinguen por los objetos a que
sus respectivas funciones se dirigen67.Por SU carácter de eidos fundamental (eidos ton eidon) tiene una prioridad lógica y ontológica frente a los
demás n ~ e t aPor
~ ~ su
. identidad substancial con el nous activo, es algo inmortal y divino, absolutamente indestructible. Filópono tiene interés en
recalcar que estos superlativos adjetivos no se refieren a una entidad suprapersonal, sino a nuestro nous personal, «parte de nuestra misma
alma»'j9.
Zn DA 237, 12s; 238, 29-239, 10. C ' O . HAMELIN,
o.c., pp. 34-35.
(apud A .
Sobre Filópono, cf. RE IX, 2, cols. 1.777-1.778; SHELDON-WILLIAMS
H. ARMSTRONG,
o.c.), pp. 477-483; K. PRACHTER,
o.c., p. 643; B. TATAKIS,
Filosofía
63
bizantina, Buenos Aires, 1952, pp. 50-59. Fue, como Simplicio, discípulo de Ammonio. Nacido hacia 470, se convirtió ya adulto al cristianismo. Prescindimos de la cuestión disputada de si es realmente el autor del comentario al DA que nos ocupa.
In DA 5, 37ss; 523, 2 9 s ; 525, 1 3 s ; 542, 2ss.
66
In DA 520, 8-12; 522, 24-28.
67 In DA 532, 13-17.
In DA 542, 23-26.
69 Zn DA 541, 6-17.
"
LA DOCTRINA DEL NOUS
147
3. La cuestión del nous activo es estudiada sistemáticamente por Filópono. Expone las opiniones de Alejandro, Marino, Plotino y Plutarco,
adhiriéndose expresamente a esta última: «Plutarco, igual que nosotros,
piensa que no hay en el hombre un doble nous sino uno simple, y afirma
que éste no siempre se halla en acto de intelección, sino intermitentement e ~ Se
~ trata
~ . indudablemente de nuestro nous individual, personal. Repetidas veces se niega Filópono a identificar el nous activo con el nous
thyrathen de Aristóteles, que para él no es sino el nous divino7'.
Filópono resume en diez proposiciones la doctrina del nous activo: a)
El nous inscribe los typoi de todas las cosas en el nous potencial. b) El
nous obra por su propia substancia, no accidentalmente. c) Le corresponde por naturaleza el actuar constantemente. d) Es algo psíquico, perteneciente al alma individual. e) Es inmortal. f) Es algo en principio separable
del cuerpo, pero de hecho no separado. g) Es algo semejante a la heksis
y a la luz. h) El nous potencial antecede al activo en el tiempo, pero no
en la substancia. i) El nous activo está sujeto al olvido. j) El nous activo
obra siempre con imágenes de la « p h a n t a ~ i a » ~ ~ .
4. En la explicación de estas proposiciones, en especial de las más litigiosas: c), h), i), j), es clara la tendencia de Filópono a interpretar el
nous activo en el sentido del espíritu individual, no sin cierta manipulación de los textos. Así, P.e., la afirmación aristotélica de que el nous activo se halla siempre en actualidad intelectual, sin intermiten~ias~~,
es referida, sin ningún apoyo textual, al nous en cuanto patrimonio común del
género humano: en el cosmos, tomado en su conjunto, siempre está actuando el nous humano74.Es sólo en el hombre singular donde se da una
prioridad cronológica potencial sobre el activo, no en el género humano
tomado como conjunto75.
Del mismo modo, cuando Aristóteles en las últimas líneas del DA 111,
5 afirma que «no recordamos» (bien la preexistencia del nous activo, bien
los hechos de nuestra vida después de la muerte), Filópono explica esta
Zn DA 535, 4-19.
In DA 538, 9 s ; 538, 29; 539, 9...
72 Zn DA 534, 20-535, 1. Cf.explicaciones a varios de estos puntos: 537, 9-17 (el
nous como separable); 538, 32-539, 11 (operación permanente); 536, 8 s ; 540, 19-32
(anterioridad temporal del nous potencial); 539, 14-20 (carácter psíquico); 539, 26-35
(el nous como luz y heksis); 541, 6-17 (inmortalidad); 539, 29; 541, 20-542, 5 (capacidad de olvido); 542, 7-18 (operación conjunta con la «phantasia»)...
73 DA 111, 5, 430 a 22.
74
Zn DA 537, 2 0 s ; 538, 32-539, 11.
75
In DA 540, 19-32.
70
71
148
JOSÉ MONTOYA
SAEZ
pérdida por la destrucción del nous pathetikos (esto es, de la imaginación), no por el carácter perecedero del nous potencial76,explicación muy
poco probable desde el punto de vista textual.
La dependencia con respeto a la «phantasia», Filópono tiende a considerarla como una condición general de la operación del nous, pero no
como necesaria en cada caso particular. Para él hay muchas operaciones
que el nous realiza aparte de la i m a g i n a ~ i ó n ~ ~ .
5. La operación del nous activo no parece versar directamente sobre
los inteligibles, sino más bien sobre el nous potencial que recibe una cierta acuñación o impresión: «como la luz no produce los colores sino que
hace patentes los que ya existen, así el nous activo no produce los objetos
sino que imprime y graba los ya existentes en el nous potencial^^^. No hay
que pensar desde luego en una simple impresión pasiva (lo que ni siquiera
de la sensación podría ser cierto), sino en una cierta impresión que es a
la vez, por parte del nous potencial, una prolación o emisión (probole).
Esta impresión/emisión es debida al influjo del nous activo79.
La interpretación de Filópono difiere por tanto notablemente de la
alejandrina, no sólo por su acentuación del carácter puramente individual
del nous activo, sino sobre todo por la independencia que atribuye a este
nous con respecto al orden de los inteligibles, por la importancia del
espíritu individual (la persona) frente a! sistema. Como contrapartida, la
relación entre el conocimiento humano concreto y el sistema de los inteligible~aparece sin una fundamentación clara.
JosC MONTOYA SÁEZ
Universidad de Barcelona
76
In DA 541, 20-542, 5.
In DA 542, 7-18. P.e.: «La conversión hacia sí mismo, la aprehensión de lo incorporal, la conversión a lo divino, el conocimiento de lo general».
78 In DA 538, 4; 534, 28-31.
79 In DA 539, 26-35.
77
VARIA LEXICOGRAPHICA GRAECA MANUSCRIPTA V:
IOHANNIS PHILOPONI COLLECTIO VOCUM*
La reciente edición del léxico de Juan Filópono, que contiene una serie de vocablos que cambian de significado al cambiar su acento', pone
una vez más de relieve el interés de los manuscritos griegos conservados
en España y la necesidad de llevar a cabo un estudio sistemático de ellos;
es nuestro propósito en esta nota llamar la atención sobre el contenido de
los folios 269'-280" del Matritensis (Biblioteca Universitaria) 30 (olim 116Z-22)2, en los que se contiene buena parte de este léxico, y dar de ellos
una colación. Resulta sorprendente que L1. W. Daly, cuya edición se basa
en 43 mamiscritos -un Matritensis entre ellos3-, no haya utilizado un
códice como el BU 30 que, por su edad, procedencia y contenido, prometía ser de cierto interés para e¡ texto de la obrita de Filópono, de modo
que su ausencia del conspectus siglorurn no ha de deberse a otra cosa que
a un simple despiste. Efectivamente, ya.en su descripción de 1892, Ch.
Graux y A. Martin4 señalaron que se trataba de un manuscrito
* Para los capítulos anteriores de esta serie de notas véase Emerita 46, 1978, pp.
343-346 y 47, 1979, pp. 347-355, Habis 9, 1978 (P979), pp. 83-94 y Helmantica 25,
1984, pp. 369-389.
LL. W. DALY,Zohannis Philoponi De Vocabulis quae Diversum Significatum
Exhibent Secundum Differentiam Accentus, Filadelfia, 1983. El título griego varía según las diversas recensiones y lo mismo ocurre con el latino en las diferentes ediciones; la anterior a la de Daly, por ejemplo - q u e es obra de P. EGENOLFF,
publicada
en Bratislava 1880 y reimpresa en K. LATTE-H.ERBSE(comp.), Lexica graeca minora, Hildesheim, 1965, pp. 359-372- reza como sigue: Zoannis Philoponi collectio vocum quae pro diversa significatione accentum diversum accipiunt.
Para una descripción reciente y completa de este códice puede verse G.DE ANDRÉS, «Catálogo de los códices griegos de las colecciones: Complutense, Lázaro Galdiano y March de Madrid», CFC 6, 1974, pp. 239-244; hemos estudiado algunas de
las obras contenidas en él en nuestros trabajos «Sobre el Léxico de San Cirilo del Matritensis BU 30», CFC 15, 1978, pp. 235-249 y «Varia lexicographica graeca manuscripta 11: sacra et profanan, Emerita 46, 1978, pp. 343-346 ya aludido.
Regiae BiblioSe trata del Matritensis BN 7.211 (N95) descrito por J. IRIARTE,
thecae Matritensis Codices Graeci Mss. 1, Madrid, 1769, pp. 369-382. J. M." FERNANDEZ POMAR,
«La colección de Uceda y los manuscritos griegos de Constantino Láscaris», Emerita 34, 1966, p. 287 lo da como íntegramente copiado por Láscaris pero,
I Y E TavQ3'
~ ~ ~ ETEL [1492]), baa pesar de la subscripción del f . l l l v (EYM E ~ L o ÁO ~W vZ ~
sándose en argumentos codicológicos, es de la opinión de que no pertenece al período
milanés de este escriba (o.c., p. 231).
Notices sommaires des manuscrits grecs d'Espagne et de Portugal, París, 1892,
pp. 130-138. Dado que estos autores en su descripción no mencionan que el Matriten-
'
150
ANTONIO BRAVO G A R C A
~
de los siglos X a XI, opinión que De Andrés5 comparte y que ha sido precisada por G . Cavallo6; en opinión de este último investigador, el BU 30,
que fue escrito en torno al tercer cuarto del siglo X en la zona de Malvito
(Calabria), es un ejemplo claro de escritura tipo «as de pique*, en una
versión «sinuosa» que la hace algo diferente de la de los otros testimonios
coetáneos7. Por lo que se refiere a su contenido, señala Cava110 que el
manuscrito de Madrid se inscribe dentro de la producción de léxicos que
tanto abunda en el Sur de Italia en esta época y habrá de durar algunos
siglos más; está de acuerdo también con la buena calidad de su texto, elogiado por otros investigadores8. En resumidas cuentas, por tanto, se trate
o no de un manuscrito procedente del Archimandritato de San Salvador
de Lingua Fari9, su interés está asegurado y la bibliogyafía a él dedicada
en los últimos años da razón de ello.
sis BU 30 contiene el léxico de Filópono, podemos pensar que aquí radica la causa
de que este códice esté ausente de la edición de Daly; muy probablemente este autor
se ha limitado a consultar la obra de los estudiosos franceses sin parar mientes en la
existencia del catálogo de De Andrés, mucho más completo.
«Catálogo», p. 329; nota este investigador que los ff. 336-350" son del
s. XI-XII.
No tenido en cuenta por R. DEVREESSE,Les rnanuscrits grecs de I'Italie
rnéridionale (histoire, classernent, paléographie), Ciudad del Vaticano, 1955 (hay reimpresión) ni por A. PERTUSI,
en su resumen «Cultura bizantina e primo umanesimo italiano» (cap. VI1 de su bien conocido estudio Leonzio Pilato fra Petrarca e Boccaccio,
Venecia, 1964), es mencionado sin más detalles por P. CANART,
«Le livre grec en Italie méridionale sous les regnes Normand et Souabe: aspects matériels et sociaux»,
Scrittura e civilta 2, 1978, p. 142, n. 87. Ha sido G. CAVALLO
quien, en «Manoscritti
italo-greci e trasmissione della cultura classica» en Magna Grecia bizantina e tradizione classica (Atti del decirnosettirno convegno di studi sulla Magna Grecia, Taranto 9-14
ottobre 1977), Nápoles, 1978, p. 205 y «La trasmissione scritta della cultura greca antica in Calabria e in Sicilia tra i secoli X-XV. Consistenza, tipologia, fruizionen, Scrittura e civilta 4, 1980, pp. 165, 170-171 y 185-186 ha aportado algunos nuevos datos sobre el códice. Una excelente bibliografía sobre los manuscritos griegos de Italia puede
verse en CAVALLO,
«La cultura italo-greca nella produzione librarian en la obra colectiva I Bizantini in Italia, Milán, 1982, pp. 608-612.
«La trasmissione», p. 170.
«La trasmissionen, p. 185, remitiendo a M. NAUMIDIS,
«New Fragments of
Ancient Greek Poetry», GRBS 9, 1968, p. 267; este último investigador ha considerado con cierto detenimiento el BU 30 en otros trabajos como «The v-Recension of
St. Cyril's Lexikonn, ICS 4, 1979, pp. 94-135 y 'Pq~oetxai)LÉ&tq, Atenas 1975.
En «Catálogo», p. 243 escribe DE ANDRÉSque, en su opinión, «este códice
proviene de la abadía del Archimandritato de San Salvador de Lingua Fari en Mesina
(Sicilia)~y nota que ya en 1512 estaba en el Colegio Mayor de San Ildefonso (véase
AHN. Universidades. Alcalá, libro 1.090 F, f. 33) y luego, en 1841, en la Biblioteca
de la Universidad de Madrid de las Salesas Nuevas de San Bernardo de donde, en
1848, pasó a la Universidad de Madrid. Fue posiblemente Dernetrio Ducas 4 o n t i n ú a
'
VARIA LEXICOGRAPHICA GRAECA
151
Cinco son, en opinión de Daly, las recensiones que presenta la obrita
de Filópono y, de éstas, es la recensión D (que tiene tres subgrupos) la
que - e n nuestra opinión- sigue el Matritensis BU 30, con un texto que,
de se; ciertas las afirmaciones de Cavallo, vendría a ser el más antiguo de
los 25 manuscritos de esta recensiónlO. La mayor parte de las variantes
que el Matritensis ofrece con respecto al texto editado se encuentran, de
acuerdo con el aparato que Daly nos da, en el subgrupo y", en el 6 (rama
g)12 y, muy especialmente, en el E (rama z)13; es decir, que se trata de un
manuscrito con variantes de las tres familias en que la recensión se divide.
No debemos olvidar, sin embargo, que la división en subgrupos se basa
en diversas razones que conviene aclarar. En primer lugar, y tiene un orden especial en las glosas de las tres primeras letras que difiere del de 6
al que, en el resto, sigue; 6 está, pues, muy próximo en su orden y texto
a y pero, pese a ello, Daly prefiere asignarle a sus dos manuscritos «a
place as independent representatives of D»14. En último lugar, E, aparte
de otros detalles, difiere de y6 en el orden de las glosas. Dado que el Matritensis se comporta de una forma muy parecida a como procede y (al
coincidir frecuentemente no sólo con 6 [rama g] sino también con E [rama
z]), pero, en cambio, no tiene su orden sino el de 6, está claro que podríamos considerarlo próximo a este segundo subgrupo. Sin embargo, no
DE ANDRÉS,o . c . , p. 227- quien trajo el códice a España y lo ofreció, junto con
otros, al cardenal Cisneros, con vistas a la confección de la Políglota (véase también,
para éstos y otros datos, DE ANDRÉS,«Carta de Teodosio el Gramático sobre el 1éxico de los cánones de S. Juan Damasceno según el códice Complutense 'Villamil N.O
30'», Ernerita 41, 1973, pp. 377-395).
'O
El más próximo a él sería el Selestadiensis (Bibl. Publ.) 105 que parece ser de
en torno al año 1000 y que, tanto delante del opúsculo de Filópono como detrás, lleva
los mismos textos que el BU 30; véase DALY,o.c., p. XVIII.
" Este subgrupo está representado por dos mss. únicamente: en primer lugar, el
Selestadiensis ya mencionado (S), y luego el Bodleianus gr. class. f. 114, del s. X-XI
(Bol) cuyas especiales características en lo que se refiere al orden de las glosas (véase
DALY,o.c., pp. XVIII-XIX) no comparte el Matritensis. De hecho, estos dos mss.
también coinciden en numerosas lecturas con 6 (rama g) y con E (rama z) lo que, sumado a su carácter italiota y a su edad, los pone cerca del códice español.
l2
La rama g del subgrupo 6 está constituida por el Cryptoferratensis Z a XXX,
del s. XII (G') del que se copiaron, según Daly, el Vaticanus gr. 2.130, del s. XII
(Va), Cephalleniensis, del s. XII también (K), Laurentianus 57, 42, del a. 1123 (L2)
y Holkhamiensis gr. 112, igualmente del s. XII (H).
l3
La rama z del subgrupo E está constituida por el Urbinas gr. 157, del s. XI (U),
Cassinatensis (Archivium) gr. 550, del s. XIII (Ca), Barberinianus gr. 39, del a. 12941
95 (Bal), Parisinus suppl. gr. 659, del s. XIII (P2), Laurentianus 59, 26, del s. XIV
(L4) y Laurentianus 58, 19, del s. XIV también (L5).
l4
O . C . ,p. XIX.
152
ANTONIO BRAVO G A R C ~ A
puede ser incluido en la rama g ya que no presenta el error que comparten todos los descendientes15de G1 y, a la vez - c o m o ya hemos dicho-,
muestra abundantes coincidencias con E (rama z), cosa impropia de 6.
x (s. IX)
Stemma (abreviado) según la edición de Daly
Es evidente, pues, que el manuscrito español se resiste a ser incluido
sin más en la clasificación propuesta por Daly y debería ocupar en el
stemma un lugar fuera no ya de y6& sino incluso de !a recensión D. En
efecto, casi todas las «lecturas propias* que ei Matritensis presenta se remontan a la recensión C (compartidas, en ocasiones, por las recensiones
AB) cuyo manuscrito más antiguo es el Patmiacus (S. Zohannis Bapt.)
263, del siglo XI; quiere esto decir que su texto está a caballo entre las
recensiones C y D las cuales, a su vez, constituyen una de las dos ramas
que llevan directamente al arquetipo (siglo IX). En definitiva, sin presentar un texto con llamativas novedades, e! códice de la Biblioteca Universitaria de Madrid nos ofrece lecturas que prueban una cierta independencia del stemma propuesto por Daly, una situación entre las recensiones
l5
Véase DALY,o.c., p. XX.
VARIA LEXICOGRAPHICA GRAECA
153
C y D (sin sujetarse a ningún grupo concreto de esta última) y alguna que
otra lectura original16 que no parece encontrarse en parte alguna. Su testimonio, por tanto, servirá para completar la información crítica que la
edición de Daly nos ofrece y, por ello, damos a continuación una colación
parcial del códice". Que el manuscrito en cuestión -para terminarprovenga de la Italia del Sur no es ninguna sorpresa ya que otros muchos
códices, prácticamente con un conténido idéntico, provienen de esta zona
en que, como se ha señalado, la actividad de copia de tratados lexicográficos tuvo en esta época un gran augeI8.
l6
Aparte de ciertas omisiones de importancia menor, destaquemos la lectura
xeópatov en K 23 b frente al r c ~ o q y o ~ ~ xdeó vlos mss.
l7
Damos únicamente las lecturas que no coinciden con el texto de la edición de
Daly (recensiói? D ) y, en el caso de que éstas se encuentren en otros mss. de la misma
recensión, añadimos las siglas de éstos entre paréntesis; junto a ello, con una separación (:), consignamos la lectura que el texto de Daly recoge. En el caso de que el orden de los dos miembros de una unidad del léxico esté invertido, lo indicamos colocando su número entre corchetes (E 3) y si alguna unidad no ocupa en el Matritensis
el lugar que debiera damos el número de la recensión D editada - q u e es el que utilizamos siempre- y, entre paréntesis cuadrados ([I), colocamos el número que ocupa
en el códice espafiol. Debemos señialar, finalmente, que aunque recogemos alguna información más, fácilmente comprensible, sólo hemos tenido en cuenta ciertos casos
especialmente llamativos de diferencias acentuativas; el ms. de la Universidad de Madrid no siempre coincide con sus congéneres en la acentuación correcta y no valía la
pena sobrecargar el aparato crítico en este retrato esquemático que pretendemos hacer de él.
l8 Véase, aparte de lo ya citado, M. NAUMIDIS,
Z ~ ~ ~rcaAa~oyearpixá»,
E L X L ~
EHBS 39-40, 1972-1973, p. 374 e Idem, «The Date, Scribe and Provenience of cod.
Holkham. gr. 112 (olim 298)», Scriptorium 28,1974, p. 68. En nuestra opinión, un detalle que puede ser afiadido a los que se barajan a propósito de su origen italiota es
que el BU 30 exhibe una alfa inicial del tipo «A en pic» (véase J. LEROY,«Les manuscrits grecs d'Italie» en A. GRUYS-J.P. GUMBERT
[eds.], Codicologica 2, 1978, p.
67; nótese, sin embargo, que el mismo estudioso, en «Le Parisinus gr. 1.477 et la détermination de l'origine des manuscrits italo-grecs d'aprks ia forme des initialsn, Scriptorium 32, 1978, p. 195, n. 36, señala que esta «A en pie», que no es sino la transformación de la forma uncial, es posible que se encuentre «dans d'autres régions, bien
que la plupart des témoignages soient italiotew). Como una simple curiosidad paleográfica, recordemos que este tipo de aifa aparece también en el Vaticanus Reg. gr. 75
que, aunque clasificado por Devreesse como agreco-lombarda», fue copiado sin
embargo en Malvito y en los mismos anos (ca. 982); véase una lámina de él en
E. FOLLIERI,Codices graeci Bibliothecae Vaticanae selecti temporurn locorümque
oraine digesti commentariis et transcriptionibus instructi, Ciudad del Vaticano, 1969,
lámina 30.
Matritensis BU 30, ff. 269v-280v19
A. 1 a n a e o ~ í w e t a ~n~a ~
e o: ~ u t ó v o ~b. 6EGveta~: 6Eutóvos. 5 b
8 ~ a ~ t ó vO~~l a: t t ó p v oE~ 7. 3 a22CInÓy~tov:"OÓYELOV.
b ilnÓ?q (E): xÓh ~ g(b om. Bol). 8 b tó m v ó ( X L Vve1
~ jcqvó 8): t b nviyou ( t b q p a i v o v
t b ~ v í y o uom. Bol). 11 a &6ehcpó~:(B3 SOIUS;OISehcpÓs cett.). 12 b Ghu~ í 8 o g(G' Va L2, B2, L5): 'Ihhu~íSog.14 a &6eóo5 (g, B2 V2, UL2, y):
&6eóos. 23 b nai om. 24 b dpágav: &pagávtog. 26 a d n o í n ~ h t o(E):
~ &noíx~hog.27 a & x o e ~ q p a t ~ n (B2,
ó g Ca, L4): & x o g q p a t ~ n Ó29
~ ~a~&e.
VELOS (L4): &QYLOS. 30 b V E O (g,
~ Bal, S): vaooti; ~Épvov:t&x6&ígZ4.
31
a om. b &@titopos:OLet~tÓpo~;
fi v ~ o o tni o ~ ~ i o 6a v~~~o o: t XOXE~S.
i
32
a 6 n v q ~ ó 6~ Oxvqeós.
:
35 b &otflvag: 'AotqflíagZ6. 38 b 8 ~ n t ~ x " j l gB2,
,
~ ~ .b a 6 y f i ~(G1 Va L2 H, V2, y): a6ytj. 42 b t b om. (6,
UL5): G E L X S L ~ 39
Ba' L5, y).
&ot,JIe. 5 a Píov: Píov (PLÓvg B2, S; Piov cett.). post 6
B. 4 b pat,JI~~~:
b praeb. P ~ ó v fi. petox,JI; Píov. t O X I ~ Q L O V(al.
~ ~ man. add. &opa). E 7 3
29 a add. X E Q L ~ J C O ~ É Vnai
~ S t ó v ~ ó o v b. add. nag& &heEavGeeÜo~v.9 b
~~:
r p o v ~ j v ~cpoveiv.
~:
10 a Pe.óov (P5,Bol): pe6ov. b & ~ t É h a p o s&tt,JIhaPOS.
En el Matritensis falta el título, cosa que sucede igualmente en Ba' L2.
Tanto la lectura d e 1a como de 1b del Matritensis aparecen en las recensiones
B (n.O 9) y C (m0 2); citamos a partir de aquí la letra de la recensión y, entre paréntesis, el número de la unidad dentro de cada una de aquéllas sin otra indicación.
21
C (6) tiene o i x b lo que podría ser un paralelo curioso; véase también E (9).
22 Sólo D presenta un texto en que aparezca la pareja unóye~ov(Matritensis):
.Gnóye~ov.ABC, por otra parte, ofrecen el orden 'Ayxvea(nóh~~)lhyx.iCeamientras
que D E dan &yxveal'Ayx6ea ( n ó h ~ ~el) ;Matritensis nos presenta 'Ayxúea ( ~ Ó ~ L s ) /
& y x v ~ atexto
,
en que el orden está invertido con respecto a D E pero los acentos cambiados con respecto a ABC. Detalles de este tipo son muy frecuentes y no los mencionamos todos.
23 En 27c el Matritensis presenta x a t á ~ a v
borrado y vuelto a escribir por otra
mano; esta segunda mano añade &eaEn [?] b o e q p a t ~ x ba V
~ v ~ e a p o lo
~ , que no es
sino un añadido posterior tomado de otras recensiones.
24
Se trata de una contaminación de 30b y 31a ( h ~ t í t o p o 4~ vawo~i
.
~Épvov)que
es omitido.
25
El femenino podría ser tal vez una influencia de 30a (4 veomi .texo.íiaa).
26
35 sólo aparece en D.
27 El término se recoge, junto a otros, en B (6).
28 Viene a ser este añadido una continuación de 5 que, con ciertas variantes, aparece en ABC.
29 Tanto el cambio de orden como las adiciones de 7 (con ligeras modificaciones)
se encuentran en B (10).
30 Aparece en un ms. de C.
31 Aparece en E (11).
I9
20
VARIA LEXICOGRAPHICA GRAECA
155
r. 1 b fi om. 3 b no~pav1nOv(Ca): x o ~ p e v ~ n bante
v ; Eryyeiov add. one(G1 Va K B2, UCa Bal P2); yehóv. 7 a YEAOLÓS (G1
6 0 ~ 6~b ~yÉhov
.
VAKL2V2, UL5 Ca, y): ykho~og.
A. 1 a oüzog ( o ü t o g V2): 05tog; tgówv: Tgoóv; p ~ t a o n ó x o uom. 2
a 6acpvÉg: Aarpvóg. b 6ácpv~g:6 á ~ p v q g post
~ ~ . 3 b praeb. 60híxy x ó h ~ g
v pána~~g
x~egíag;60iL~xfi-4 pan@&(vide 6)34. 5 b post E n ~ 6 e t ~ n óadd.
(Ca, 6). 6 b p a ...e a in rasura: yáx6ga (un p á x a ~ g a ?Daly). 7 a n a i om.
(U). 10 b fi: Ó35. 13 a 6qhóg (UL5): 6e~Mg.14 a aiyúxtou: A'iyuntov.
E. 3 a post xgÓ6eo~gadd. 6.c~436; x g o n a g o ~ ú v ~(codd.):
~ a ~ xagoEÚ~ OEvtóvog. 8 a &AEIJOL~om. et
vetal. b fi a6tq (P3): a6tq; O ~ ú v e t a(V2):
in mg. fi OIrp~&g.10 b Ehaóv (V2 B2, L4, P2, S): Eha~óv.11 a oinog ( 6 ) :
o k t o g . b Eha~óg~':'Eheóg. 12 a &neotÉou (UCa L5): 'A~Éotou.14 a 4
om. b Evvág: Evág. 18 a om. 26 [23]. 23 [25] b t b x e ~ 6 a g ~ ~ x(B2
ó vV2,
g . [26]. 27 a E ~ T Ú x E E6túxt.a.
L ~ ~ ~ ; 1)
UCa Bal P2 L5, y): 6 n e ~ 6 a g x ~ x ó 25
e 6 t u ~ e í a(e6tvxeia y): e6zuxía.
~
e, y): t;rltgeiov.
Z . 1 b t;oóv (Ba2 P2): f;oóv. 3 a t p e i o v (Va K L HV,
b t;fite~ov:om. (spat. vac. relicto L5 2 ) . 4 b ota6po.ú ( L ~ ) :otaí3pQ.
b OIvat~í3qpÉvog(g, VBal P2 L5, y): &vat~6Épevog;
post &vateí3qpÉadd. fi p e t o ~ 7 ípost
. ~ ~ 1 b praeb. ióv-to n ú g ~ o vn a i t o E f i ~ n ó v . ~6 '
a 6 É a o a ~(Bol): 6 e á o a o 6 a ~ .10 [ l l ] .
1.
VOS
K. 2 b novqgía (V2, E exc. L4, Bol): xovqgá. 7 a Erxgotfigtov (g, B2 V2,
z, y): &ngot+lg~ov.9 b p ~ o ó t q t o g ~ p~otótqtog.
*:
10 a n á p o g (codd. exc.
L4): n ó p o g . b napxóg (codd. exc. L4): nopxóg. 13 a OEutÓvog (L2 H, U ,
ex n e g ~ o x r 3 t aal.
~ man. corr. 23 b neópaS): 6&ezat. b xe~~onopÉvwg
tov: x ~ o o q y o ~ ~ x 24
ó v a. t b n g o q y o g ~ n ó v(UCa Ba' L5, y): ngooqyog ~ n ó gb. n ~ o t ó v~-Ú Q L O Vnóheoq alia manu (vide 20): ngotóv. petoxfi.
32
33
34
36
37
38
39
41
42
También en C (3).
Así en AC.
Con ligeras variantes en ABC.
El artículo femenino aparece en ABCE.
Compárese con J C Q Ó ~ E O Lotav
S
3 de B (19) y T C Q Ó ~ E O Lótav
S
~ l qde C (13).
Aparece en algunos mss. de C.
Está en ABC.
Aparece en C (4); véase también A (1).
Aparece tambien ~ E T O Xen~ C (1); véase igualmente A (3) y B (4).
Viene a ser una mezcla de B (1) y C (5).
Está en C (10).
+
háPe. b haxq. fi neócpao~s(vide 7):
A. 3 [5]. 4 [3]. 5 [4]. 6 a
hapÉ 'Az6íg- 8 a $oq (Boq B2 V2, U Ca y; Boij Bal L5, Bol): nópq.
10 a ~ f i o z ~ o c p o~s 6~t~g:o c p o b~ .?ivfpos: vijoog; AÉyeaa~(Bal, y) ex yívetal al. man. corr. . 12 a h f i v a ~ o s Aíva~os.
~~:
b hqvaios (L4): A ~ v a i o s .16
a 6 r n ~ é o v 6~m~ e: í o v ; c p a o ~ h ó 6 e(G1
~ V2, U Ca): cpao~hcb6ou~.
+
M. 1 a o~xehíag~':q p a í v e ~ 4. b Eháazov (Va, Ca): Ehazzóv. 7 a pÚeov
(codd. exc. L4): MÚQOV;n a i om. E 8 3.
N. 2 a 6 6eopÓg (6eopbs L4): 3 Poonq. b fi Pooxví (66
vopdg. 5 b vupcpai~v(Va K L2 H V2): NvpcpOv.
q
(3oonq L4): i)
0 . 2 a xaaakoyá6og (nazahoyá6as codd.): nazahoyá6qv. b Ópoios: ó-
poios. 4 a t b x ~ o o q y ~ ~ (V2,
~ x bUCa
v Bal L5, y): n e o q y o ~ i n ó pÉye~;
60s (Bol): b peyÉ@s. 7 b om. 9 a rphÉves (6): "Ocphoves.
H. 2 b 6 g 6 v e ~ a~~ m . 5~a ~
Ó &no
.
(Va KL2 H V2, P2): &no. 6 a xeívov
( n e ~ v ó vB2; X E ~ V O V y): JCIVOV;
XELVOV
(B2): nívov. b ~ E L V O(y):
V n~vóv;
ne~vahaios": n ~ v a h a i o 7~ a. xevó (g, UCa L5): xevaó. 9 a &vaozeÉcpowo a 6 ~ Ú v ~ t a eQcvaa~Écpovoa~~.
~~:
12 a OIyov~óv (g, y): Olyov~óv. 26 b
n g ó t q (6, L4): a. 27 b ~ m . ~ ~ .
Antonio BRAVO GARC~A
Universidad Complutense
43
Las diferencias apuntan a una confusión de minúsculas; recordemos, por otra
parte, que el arquetipo es colocado por Daly en el s. IX.
Así en C.
45
Está en ABC.
Está en C (12).
47 Está en ABC.
48 Está en C (2).
49
La omisión también en C (2).
50
En C (7) aparece xe~váheo~.
Viene a recoger lo que aparece en B (10) y C (23).
Así Daly; ~&vuotgérpovcra?
53
El resto del texto no aparece en el Matritensis. Debemos notar, para terminar,
que tampoco aparecen en este ms. los additamenta de la recensión D que Daly edita.
MEDITACIONES SOBRE DOS MÉTODOS PARA
EL. ANÁLISIS DE LA LENGUA LATINA:
GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
Se ha debatido en ocasiones' sobre la conveniencia o no de utilizar en
la docencia de las lenguas clásicas el método generativo, método que es,
por una parte, uno de los más manejados en los textos de lengua de nuestros alumnos, y por otra, sin embargo, uno de los más abandonados en
la enseñanza del griego y del latín.
Pero, antes de plantearnos la incorporación de este método en la enseñanza, es preciso que nos planteemos la posibilidad o conveniencia de
su aplicación al análisis científico de dichas lenguas.
En este trabajo trataré de exponer las razones por las que disiento de
la aplicación de este método al análisis de la lengua latina, amén de aquellas qi?e no lo harían aconsejable para la enseñanza de esta lengua, aun
admitido el método como válido. Expondré después el método que considero más aconsejable, tanto para el análisis como para la enseñanza del
latín.
1. L A GRAMATICA GENERATIVA
Nociones generales
1.1.
La gramática generativa, cuyo creador y principal impulsor ha sido
Noam Chomsky2, surgió como una oposición a la escuela americana del
estructuralismo taxon6mico: esta escuela tiene como objetivo clasificar,
mediante una serie de operaciones, los elementos de un corpus de expresiones. La gramática generativa, sin embargo, tiene como objetivo la
formulación de las reglas gramaticales subyacentes a la construcción de
'
En el Simposio sobre lingüística que se celebró en Cullera los días 10, 11 y 12
de mayo de 1979, se instó a los estudiosos de las lenguas clásicas n que hicieran una
adaptación de la lingüística moderna a la didáctica del griego y del latín. Con este trabajo intento contribuir a este objetivo, a la vez que continuar ei contenido de la comunicación que presenté en dicho Simposio: «La oración: Sujeto y Predicado. El
Atributo, Atributivo, Aposición y Predicativo, en EClís. 84, 1979, pp. 315-325.
Avram Noam Chomsky nació en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928.
158
M . JOSÉ
~
ECHARTE cossfo
oraciones. Estas reglas de base son, según Chomsky, finitas, universales,
e innatas al conocimiento humano; y permiten al hombre la comprensión
o producción de cualquiera de las infinitas oraciones posibles de una
lengua3.
La gramática generativa, por tanto, parte del supuesto inicial y básico
de que en el lenguaje no hay una sola estructura, sino dos: la estructura
patente, o estructura de una oración tal y como aparece, y la estructura
latente o estructura subyacente a aquélla, conformada por unas reglas de
base (que son las que la gramática generativa intenta definir).
Estructura patente y latente no suelen ser coincidentes (salvo en oraciones muy simples a las que Chomsky denomina oraciones 'horma'), sino
que, normalmente, difieren: La estructura latente de una oración es proyectada en estructura patente mediante lo que Chomsky denomina 'reglas
trasformacionales'.
Chomsky en Syntactic Structures (1957), pretende básicamente la especificación de las reglas de base. Pero en su obra Aspects of the Theory
of Syntax (1965), intenta, además, definir las funciones sintácticas implicadas en ellas.
Una oración como 'la sinceridad puede asustar al niño'4 -se
una oración horma-, tiene la estructura básica siguiente:
trata de
(S = oración; FN = frase nominal; Aux = auxiliar; FV = frase verbal; V = verbo; Det = determinante; N = nombre; M = modal).
'
Chomsky enlaza con la gramática lógica de Port-Royal, y con el pensamiento
filosófico de Descartes y Leibniz remontándose con la concepción del innatismo hasta
Platón.
N. CHOMSKY,
Aspectos de la teoría de la Sintaxis, trad. de C . P. Otero.
Madrid, 1970, pp. 11 y 61.
LENGUA LATINA: GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
159
Con el ejemplo anterior vemos cómo Chomsky representa las estructuras de base con esquemas arbóreos en los que se evidencia con claridad
que las mismas se constituyen con elementos que van dominándose unos
a otros: Desde 'S' se establece una primera dominancia ('S' domina a
'FN', 'Aux' y 'FV'); a su vez estos elementos dominan a otros, y éstos a
otros, según se va descendiendo en las ramas del árbol.
-
La estructura anterior permite la formulación de algunas de las reglas
de base:
-Fv
(2)
1 S ,FN -Aux
FV-+v
-QJ
FN -+ Det
N
Det -,la 1 el
Aux + M
+ puede
N -+ sinceridad
N -,niño
V + asustar
11 M
Las reglas de 1conforman lo que Chomsky denomina «subcomponente categoriab; las de 11 lo que denomina «lexicón».
Pero estas reglas de base no suponen únicamente nociones categoriales, v.gr. las de 'FN', 'FV', 'V', 'N' y 'Det', sino también, y, sobre todo,
nociones funcionales; es decir que sirven para definir las relaciones de las
palabras dentro de la oración.
Así define Chomsky, sobre esas reglas, las siguientes funciones sintácticas.
(3) Sujeto - de: (FN, S)
Predicado - de: (FV, S)
Objeto Directo - de: (FN, FV)
Verbo principal - de5: (V, FV)
Esto es, que el Sujeto de una oración es el FN directamente dominado
por S; el Predicado de una oración el FV directamente dominado por S;
el objeto directo de una oración el FN directamente dominado por el FV;
el V principal de una O el V dominado por el FV.
No me parece correcto incluir en las definiciones de funciones al verbo. El verbo es una categoría y no una función, como admite también Chomsky, y Chomsky
mismo pone especial énfasis en prevenir la confusión de nociones categoriales con
funcionales cf. O.C. p. 66.
160
M . JOSÉ
~
ECHARTE
cossfo
Pero las reglas de base anteriores son modificadas más adelante p o r
C h o m s k y en l o s siguientes términos6: « E v i d e n t e m e n t e los Adverbiales de
T i e m p o y L u g a r p u e d e n aparecer libremente con tipos varios de Frase Verbal, mientras q u e muchos tipos de Frase Proposicional aparecen bastante
más í n t i m a m e n t e ligados a los Verbos». Esta observación s u g i e r e que
m o d i f i q u e m o s ligeramente varias reglas d e base, r e e m p l a z á n d o l a s por:
S -,FNnFrase - Predicativa
Frase - Predicativa -+ AUX1 'be' Predicado
(Locativo) (Temporal)
(Frase-Prep) (Frase-Prep) (Manera)
[
(
S'
(like) Nominal - Predicativo
Para hacer un análisis de las oraciones, o estructuras p a t e n t e s de u n a
lengua, C h o m s k y hace un análisis de- las estructuras l a t e n t e s q u e , d e
acuerdo con las reglas de base, subyacen a las oraciones, y s e ñ a l a después
las transformaciones que se han operado en ellas para que l a estructura
l a t e n t e se proyectara en u n a estructura p a t e n t e d e t e r m i n a d a .
CHOMSKY,
o.c., p. 98.
Vemos en (3) y (4) cómo Chomsky vacila en la formulación de c ~ á l e sean
s
las
reglas de base. Sí tiene claro, sin embargo, que son limitadas, universales e innatas
al conocimiento humano, hecho que posibilita el aprendizaje del lenguaje.
Por otra parte la ampliación a (4) de las reglas de (2), sobre las que había hecho
las definiciones fxncionales de (3) me parece desafortunada. En (2) formula reglas de
y en (3) intenta descubrir las relaciones fuccionales implícitas
base -categorialesen las definiciones categonales de (2). Ya hemos apuntado en la nota 4 que en (3)
Chomsky confunde ya una noción categorial (el verbo) con las nociones funcionales
que intentaba definir.
Pero en (4) la confusión está ya generalizada desde el principio, cuando define a
S como un FN (categoría) más una frase Predicativa (función): ¿Cómo se puede hablar de Predicación sin hablar de Sujeto? Por su mayor pureza en la formulación, las
reglas de base de (2), con sus implicaciones funcionales definidas en (3), las preferimos a las reglas de (4). Sin embargo los análisis, que hagamos, los basaremos en (4),
puesto que son reglas formuladas por Chomskj con posterioridad a (2) y (3), y corrigiendo precisamente aquéllas.
'
6
161
LENGUA LATINA: GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
Veamos el ejemplo práctico de análisis de un texto latino, según las
reglas de base formuladas en (4):
(5) Mrsso AD VESPERUM SENATU OMNES QUI SUNT EIUS ORDINIS A
POMPEIO EVOCANTUR (César, De bello civili 1, 3): «levantada la sesión del senaáo al anochecer, todos los que son de este orden son llamados por Pompeyo*.
Esta estructura contiene los siguientes Ahormantes de base:
EVOCAT OMNES (AB) (= en estructura patente: Om(6) POMPEIUS
nes a Pompeio evocantur)
/
FN
~raser~redicativa
I
N
:'
AUX
I
v 1-
POMPEIUS
A
/
'Pompeyol
YAFV
temporal
~ e t
EVOCARE
'llamar'
S'
OMNES
'todos'
N
I
manera
S'
/ \
AB
pasiva
\
SENATORES
'senadores'
(S' significa que ahí se incrusta una oración)
AD VESPERUM MISIT (AB) (= en estructura patentr:
(7) SENATUM
Mrsso AD VESPERUM SENATU)
-----Frase-Predicativa
FN
I
A
AUX
I
pasado
V
y--
FN
I
MITT'ERE
'levantar'
N
manera
/\
AB
I
SENATUM
'senado'
pasiva
Frase-prep
/ \
AD
I
'a'
FN
I
N
VESPERUM
'anochecer'
(el signo A significa sujeto sin determinar)
SUNT EIUS ORDINIS (en estructura patente = qui
(8) SENATORES
sunt eius ordinis)
SENATORES
'senadores'
~ e t '
N
!
l
EIUS
ORDINIS
'de este'
'orden"
La historia transformacional de esta estructura podría resumirse así:
(8) se incrustará en (6). Determinará, por tanto, una TI en (6). (7) se produce una transformación pasiva (Tp) y una transformación de deleción de
agente (TDA) para incrustarse después también en (6). (6) hay una transformación pasiva (Tp). Se transforma además por incrustación (TI) de
(8), dándose a continuación una transformación de deleción (T,) de SENATORES repetido en (8), sustituyéndose, mediante una transformación
de relativización por QUI. Se deleciona (T,) también SENATORES incluido en OMNES.
Se transforma por último por la incrustación (TI) de (7).
-
Y así se obtiene, al fin, la estructura (5). El diagrama transformacional podría representarse así:
1.2. Objeciones
1.2.1.
Objeciones formales previas
A un análisis de este tipo le ponemos las siguientes objeciones iniciales, las cuales derivan no de la aplicación del método generativo a la lenAl «predicado» nosotros preferimos llamarle «atributo» (cf. 'M. J. ECHARTE,
).
Por otra parte en un análisis hecho con criterios de «dominancia» parece que no
tendrían que ser distinguidas las oraciones predicativas, de estas oraciones atributivas,
y que el Llamado 'predicado' (o 'atributo') tendría que ser analizado también como
complemento directo. Pero, puesto que Chomsky no lo indica así, sí consideramos,
al menos, que EIUS ORDINIS funciona como atributo, a pesar de ir en Genitivo, por
la dominancia de ESSE respecto a él.
O.C.
LENGUA LATINA: GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
163
gua latina, sino que se desprenden de la propia formulación del método,
independientemente de la lengua a la que se aplica:
1." Que se asienta sobre unas reglas delimitadas y definidas de manera
vacilante, como se desprende de las definiciones de (2) (3), a las que
Chomsky intenta superar en las definiciones de (4).
2."
Que estas reglas de base presentan mezcladas nociones categoriales
y funcionales, confusión de la que previene precisamente el mismo
Chomsky.
3." Que es un análisis de estructuras latentes exclusivamente: Del análisis de éstas, y después de aplicar las transformaciones pertinentes,
se llega a la estructura patente, sin que esta última estructura se analice o explique.
Sin embargo, y en la realidad del proceso comunicador del lenguaje,
lo primero que se comprende es la estructura patente: Consecuentemente, los mecanismos que han hecho posible esta comprensión, es decir, las
funciones de la estructura patente son lo primero y fundamental que debería ser analizado. Chomsky, sin embargo, dedica una atención mínima,
casi nula, a estas funciones de estructura patente9.
1.2.2.
A)
Objeciones desde la perspectiva de la lengua latina
Objeciones científicas
La aplicación de la teoría de la Sintaxis de Chomsky al latín determina
que una misma función sea desempeñada por Casos diferentes como en
las estructuras siguientes (10) y (11) en las que se neutralizalo el Nominativo PETRUS con el Ablativo (A PETRO).
CHOMSKY,
o.c., p. 205. Enseña aquí Chomsky que la extensión de las definiciones de las funciones en la estructura latente a la estructura patente no está clara
e indica la necesidad de unas nuevas definiciones para las funciones en la estructura
patente, sugiriendo que la relación Sujeto-Predicado de la estructura latente podría
corresponderse con la de Asunto-Comento en la patente.
'O
Para el concepto de neutralización cf. S. MARINER,
~Latenciay neutralización,
conceptos precisables», Archivum, 1958, pp. 27 SS.
Si en la oposición NIAb la lengua ha mantenido los dos Casos sin crear un «archisintagman es porque existe una diferencia entre ambos. Esta diferencia, esencial dentro de
o.c.).
la estructura general de la lengua latina, no es sólo estilística (cf. M. J. ECHARTE,
164
M.a JOSÉ ECHARTE COSSfO
(10)
/'.
SN
I
N
PETRUSMARIAM
AMAT
S -y
__
Frase-Predicativa
I
PETRUS
'Pedro'
1
'amar'
(11)
TRUS
FN
,
N
MARIAAMATVR A PETRO(cuya estructura latente sería PEMARIAMAMAT [AB])
A
.
A
u
x
.
Frase-Predicativa
N
1
PETRUS
'Pedro'
MARIAM
'María'
V-
AMARE
'amar'
manera
l
AB
pasiva
I
MARIAM
'María'
FN
iU
/
Claro que hay latinistas, aun fuera del generativismo, que admiten
que casos diferentes tengan la misma función (así como también hay
quienes opinan que un mismo Caso puede tener distintas funciones) de
forma que en todas las épocas ha habido quien ha admitido que el Nominativo-agente y el Ablativo-agente significaban lo mismo y eran perfectamente conmutables. Por nuestra parte, y dentro de otra corriente de
opinión, muy extendida en el estructuralismo de los últimos tiempos, no
admitimos la sinonimia sintáctica" de distintos casos, ni la polisemia de
un Caso dado, y, por tanto, no nos parece correcta la neutralización Nominativo/Ablativo, dentro de la estructura de la lengua latina12.
l1
Compruébese lo que a este respecto dice L. RUBIO
en su Introducción a la Sintaxis estructural del Latín, Vol 1. Barcelona, 1966, pp. 86 y SS.
l2
Según Rubio el Nominativo se opone al Acusativo con su valor de Caso agente
(cf. L,. RUBIO,o.c., p. 104). Disiento de esta opinión, definiendo al Nominativo,
o.c.).
como el caso del 'protagonista', o 'tema' de la oración (cf. ECHARTE,
1
Siguiendo la doctrina de Chomsky se roducirían otras muchas neutralizaciones, que no compartimos, como la de los casos Acusativo /
Ablativo / Genitivo / Dativo, que podrían quedar, todos, con la misma
función de complemento directo, en las estlucturas (11) PETRUS PANEM
EDIT. (12) PETRUS OTIO USUS EST. (13) PETRUS MATRIS OBLITUS EST.
(14) PETRUS MARIAE FAVET, que tendrídn esta representación.
(Sujeto=)
-------/S
N
-
Frase-Fredicativa
Aux
----.V
----FV
FN (=C. directo)
(11) PETRUS
EDERE
$
'Pedro'
(12) PETRUS pasado
'Pedro'
U'I?
(13) PETRUS
pasadol'utilizar'
'Pedro'
OBLWISCI
ocio
'olvidar'
MATRIS (= Genitivo)
(14) PETRUS
- - --1
madre
'Pedro'
~ ~ E R E
favorecer' MARIAE(= Dativo)
María
7
7
También respecto a las estructuras ( l l ) , (12) y (13), encontraríamos
a latinistas no generativistas que admitirían esa neutralización entre Ac.1
Ab./G. Sin embargo, probablemente no la admitiría nadie respecto a la
(11)/(14), es decir, respecto a la neutralización Ac./D., que se produciría
en todos aquellos Dativos que dependieran de un verbo directamente, es
decir, en estructuras en las que no apareciera un Acusativo, complemento
directo.
Chomsky, para justificar las neutralizaciones de los Casos latinos, v.
gr. 12 de N. (agente) 1 Ab. (agente), que se producirían al aplicar al latín
el método generativo, dice13que parece que el Caso no pertenece a la estructura latente, sino a la transformada. Ahora bien, si se quisiera prescindir de la noción de Caso en la estructura latente, por idénticos motivos
habría de prescindirse de Pa noción de preposición o de cualquier otro
procedimiento formal para expresar la función, y formular unas reglas de
base auténticamente universales, después de haber tratado igualitarial3
Para los casos latinos, en CHOMSKY,
cf. o.c., pp. 162, 166 y 206.
166
M.3JOS6 ECHARTE COSSfO
mente a los recursos lingüísticos utilizados en ellas, v . gr. si en una regla
de base se cuenta con la preposición, tendría que contarse también con
el Caso; y, a la inversa, si no se cuenta con el Caso, tampoco se podría
incluir a la preposición.
Así, pues, al aplicar el método generativo al latín encontramos nuevas
objeciones sobre el mismo, al verificar que:
1.O
Las reglas de base no tienen una formulación con validez universal, de forma que al latín no pueden aplicarse con facilidad, ni tal
vez de forma correcta.
2." Las reglas de base, una vez aplicadas al latín, en lo que es posible, llegan a vulnerar en ocasiones la estructura de esta lengua.
B) Objeciones didácticas para el latín
Pero admitamos de momento como válido para el análisis del latín el
método generativo, y pasemos a estudiar las consecuencias no ya científicas, sino didácticas de tal empleo: El alumno debería primero comprender la estructura patente tal y como la tiene delante; es decir, hacer lo que
ha hecho (o ha intentado hacer) siempre; y a continuación es cuando tendría que pasar al análisis chomskiano representando su estructura latente,
y las transformaciones pertinentes. Pero, de esta forma, ni le hemos proporcionado ningún medio de ayuda para la comprensión del texto que
debe traducir, es decir que la doctrina de Chomsky, a nivel didáctico no
nos ha servido para nada, y, además, añadiría al alumno un nuevo trabajo
ulterior: el de establecer la estructura latente y las transformaciones. Por
esto, al menos en el nivel de bachillerato, no utilizaríamos este análisis ni
aun en el supuesto de admitir la doctrina de Chomsky.
1.2.3.
Objeción esencial al método
Sin embargo, la causa última d e nuestro desacuerdo con el análisis
chomskiano, estriba en que no compartimos el presupuesto básico de su
teoría, es decir, la consideración de que en el lenguaje existen dos estructuras: una patente y otra latente, sino que postulamos para el lenguaje
una única estructura, y precisamente aquella a la que Chomsky dedica
una atención mínima, o sea, la que él llama estructura patente.
Esta afirmación descansa en los presupuestos siguientes:
a) Existe un mundo en el que el hombre vive en sociedad.
b) La sociedad precisa de una comunicación.
c) El medio de comunicación más normal en el hombre es el lenguaje.
LENGUA LATINA: GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
167
El lenguaje debe comunicar una experiencia global de una manera lineal.
El lenguaje resuelve su comunicación lineal de una experiencia
global estableciendo una estructura entre todos los elementos
que componen esta cadena lineal.
Es esa estructura la que comprendemos, y la que, por tanto, nos
da Ia comunicación, y en consecuencia, constituye el lenguaje.
Es, pues, esta estructura la -y única- estructura del lenguaje.
Ahora bien, el lenguaje consta de indefinidas estructuras; y de estas
indefinidas estructuras llegamos a abstraer la estructura Ideal (en el sentido del Eidos platónico) de la que todas las estructuras son una concretización. Esta estructura Ideal se correspondería en el campo fonológico
con el «fonema», otro Eidos platónico sin existencia real, y del que los sonidos son realizaciones concretas. De forma que podría hacerse la siguiente correspondencia: el «fonema» es al «sonido» lo que la «estructura
Ideal» (para Chomsky estructura latente) es a la «estructura concreta»
(para Chomsky estructura patente). De donde concluiríamos también
que, si sólo tienen una estructura real las estructuras patentes, y no hay
estructura latente (es decir, desaparece la oposición entre ambas) el nombre de estructura les correspondería únicamente a las primeras (al igual
que los fonemas no se llaman tampoco sonidos latentes), y habría que dar
otro nombre a las segundas. Yo propondría «estructurema», para asimilarlo a «fonema».
2.
LA TESIS QUE PROPONEMOS: UN ANÁLISIS ESTRUCTURALFUNCIONAL DEL LAT~N
Una vez negada la doble estructura chomskiana en el lenguaje, y admitida una única estructura en el mismo, pasaremos a exponer el método
que creemos más idóneo para el análisis de la lengua latina.
2.1. Presupuestos básicos
a) La estructura o interrelación entre los distintos elementos del lenguaje se establece a la manera de todas las estructuras, es decir, mediante
un reparto de papeles o «funciones», de modo que con la suma de todas
ellas se consiga el objetivo total.
b) Estas funciones responden a la interpretación previa que los hablante~tengan del mundo. En esta interpretación del mundo situaría la
«filosofía del lenguaje».
168
M . J~ O S ECHARTE
~
cossfo
Puesto que el mundo es común, y tal vez también porque el hombre
tenga innatas unas estructuras mentales (y, en consecuencia, también del
lenguaje), esta interpretación puede tener una base común. Tal vez en
esta base común podría encajarse también el intento de formulación con,
validez universal de la «estructura latenten de Chomsky. Entonces ésta no
seria una abstracción posterior al lenguaje, como hemos dicho antes, sino
una interpretación previa, y con extensión universal, del mundo. Ambas
posturas, sin embargo, pueden ser compatibles. (Como en la doctrina platónica de las Ideas: ¿tienen éstas existencia real previa, o son producto de
una abstracción?: Tal y como Platón expone su doctrina, sin duda lo primero; pero es posible que fuera el desconocimiento de la 'abstracción' lo
que le llevara a esa afirmación).
c) La filosofía común -si existe- dará origen a los llamados
«Universales del lenguaje». A su vez, la filosofía diversa, esto es, la interpretación diversa del mundo, dará origen a las diversas estructuras del
lenguaje.
d) La estructura de una lengua, esto es, el lenguaje, refleja, por tanto, la propia interpretación del mundo de la comunidad que lo habla; y
la estructura de una frase reflejará la experiencia concreta de una experiencia determinada.
2.2.
Estructura de la lengua latina
Veamos, a continuación, cómo analiza e9 mundo el hablante del latín
clásico, y cómo de acuerdo con este análisis se estructura funcionalmente
su lenguaje (siempre teniendo en cuenta que la experiencia global se expresa de manera lineal, linealidad que en último término es la linealidad
del pensamiento en el que ha transcrito dicho mundo):
El hablante latino hace un primer análisis de la experiencia en dos bloques, traducido, en el lenguaje, en dos elementos: Sujeto, de quien se habla, Predicado, lo que se dice14.La predicación la realiza de dos maneras,
cada una de ellas con diversos elementos. Representaremos y ampliaremos lo dicho en el siguiente cuadro:
l4
Posiblemente se trate de dos Universales. Disiento de Martinet cuando opina
que en el vasco no hay Sujeto. C ' A. MARTINET,
Estudios de Sintaxis funcional; 22:
El Sujeto como función lingüística y el análisis sintáctico del vasco. Madrid, 1978, pp.
305 y 11.
LENGUA LATINA: GENERATIVISMO Y FUNCIONALISMO
SUJETO:
Caso
169
NOMINATIVO
NUCLEO DEL PREDICADO: VERBO
-
(a partir de aquí los elementos
son sólo posibles)
O C. directo): Caso
(ELVERBO,
es, por otra parte, a) T ~ R M I N(=
la energía de la estructura. Lo I ACUSATIVO
b) CAUSA
FINAL (= C. indirecto):
que insufla vida formal)
Caso DATIVO
c) CIRCUNSTANCIA
(= C. circunstancial): Caso ABLATIVO
d) C. DETERMINATIVO
(mal liamado C. del nombre): Caso GECon Verbos «predicativos»
/
NITIVO
a), b) y c) dependen sobre todo
del verbo.
d) depende sobre todo del nombre
1
Con Verbos atributivos
NÚCLEODEL PREDICADO
(= ATRIBUT0,del Sujeto): Caso
NOMINATIVO.
{ .
C ~ P U L(+
A ALGO DE PREDICAC I ~ N ) VERBO
:
copuiativo.
Aunque esta estructura de la lengua latina será objeto de un detenido
estudio en otro lugar, resumidamente diremos que ésta se constituye: mediante dos elementos obligatorios, el Sujeto y el Predicado; y otros elementos opcionales, cuando aparecen algunas de las funciones ejercidas
por los mismos. Y de forma que: cada función dispone de un Caso para
realizarse, y cada Caso cumple una sola función. (Hemos dejado sin analizar el Vocativo. Este Caso se sale de la estructura de ¡a oración, y se
constituye, en solitario, como el nombre de la sintaxis afectiva).
3. CONCLUSI~N
GENERAL
a) No al análisis arbóreo chomskiano.
b) Sí a un análisis estructural-funcional.
M.= José ECHARTE COsSfO
ZB de Campanar. Valencia
LEXEMATICA JUNTO A GRAMÁTICA LATINA
¿POR QUÉ NO?"
No existen estudios sistemáticos del nivel léxico comparables a los del
nivel gramatical, al menos en lo que concierne al plano del contenido. La
explicación es obvia: la gramática cuenta en Occidente con una tradición
de más de dos milenios de enseñanza y aprendizaje y de fecunda investigación; desde su creación por los alejandrinos en la época helenística no
se ha dejado de enseñar y estudiar gramática; desde entonces ha habido
una didáctica de la gramática; los métodos se han sucedido, se han renovado y se han perfeccionado continuamente, con mayor celeridad en lo
que va de siglo. En lexicología cuentan con una tradición bien acreditada
los estudios etimológicos; pero éstos tienen como hilo conductor la relación formal de las palabras y sólo a través de ella se llega al análisis del
contenido; así, por ej., los gramáticos latinos vieron ya en esurio, derivado de edo, una acción «desiderativa» respecto de la de éste: esurio -- edo:
«tener hambre» -- «comer»:
desideratiua dicuntur, ut esurio, id est edere desidero (Aug. gramm.
V, p. 516, 16).
Ahora bien, la relación de contenido entre dos lexemas no se apoya
siempre en la relación de su forma, sin que por eso aquélla sea menos firme; la oposición sitio -- bibo («tener sed» -- «beber»), sin relación etimológica entre sus términos, no es menos funcional que la de esurio -- edo
con dicha relación:
ut bibere ira somnis sitiens quom quaerit et umor non datur... (Lucr.
IV 1097-98).
La relación formal es buen indicio de la relación de contenido, pero
no es necesaria para que se produzca ésta, como en el caso de sitio -bibo, ni siquiera es suficiente. ¿No será que el plano del contenido tiene
comportamiento propio y en buena medida independiente del plano de la
expresión? En efecto, vamos a con~probarque el plano del contenido en
* La base de este trabajo ha sido una comunicación presentada al 11 Simposio de
Filología Clásica organizado por la Delegación de la SEEC en Madrid (Madrid, 14-16
de enero de 1985). Hemos querido conservar el carácter didáctico de la exposición,
pues lo consideramos particularmente adecuado para explicar un sistema nuevo del
estudio del léxico. No obstante, como el lector podrá advertir, eso no supone menoscabar el nivel de rigor que exige toda publicación científica.
el nivel lkxico tiene estructuras propias dentro de cada lengua; por tanto,
merece estudio aparte e independiente. de la perspectiva morfológica y
etimológica; y este estudio compete a la semántica Iéxica o lexemática.
Basándonos en las relaciones de contenido y prescindiendo de la
posible relación formal de los términos, hemos propuesto un sistema d e
clases semánticas que nos permite analizar las relaciones de contenido
existentes, por ej., entre los diez verbos siguientes: appareo, aspicio, lateo, latito, occulo, occulto, ostendo, ostento, specto y uideo'.
1. Ostendo es un verbo de tres actantes: sujeto ( A ) ,objeto ( B ) y destinatario (C): magister (A) librum ( B ) discipulo ( C ) ostendit. Cada uno de
estos actantes es sujeto de otras acciones en correspondencia con la de ostendo:
rnagister librum discipulo ostendit
liber discipulo apparet
librum discipulus uidet2.
Entre estos tres verbos, con oposición de sujetos (magister .- liber .discipulus), se establece una relación intersubjetiva; la llamamos complementariedad léxica y la señalamos con punto y guión (.-):
ostendo .- appareo; appareo .- uideo; ostendo .- uideo.
He aquí un sjeinplo de esta última:
EVC. ostende huc manus
L.S. em tibi, ostendi, eccas. EVC. uideo (Plaut. Aul. 640-41).
'
El sistema de clases verbales que vamos a exponer surgió a nuestros ojos analizando precisamente el campo semántico de «ver» (El campo semántico de «ver» en
la lengua latina. Estudio estructural, Universidad de Salamanca, 1976). Después hemos podido comprobar que este sistemase realiza en mayor o menor medida en todo
campo semántico. Para mayor detalle de las clases verbales que se introducen aquí,
remitimos a nuestra Semántica estructural y lexemática del verbo, Ediciones Avesta,
Keus (ahora Barcelona), 1980, cap. IV y V. Sobre otros intentos de clasificación de
HERNANDEZ,«El carácter
los lexemas y la antonimia en particular cf. M. MART~NEZ
interdisciplinario de la antonimia y sus procedimientos léxicos y gramaticales en Platón», Ttlbova 4, 1983, pp. 153-179.
Entendemos por actantes los elementos lingüísticos que intervienen y participan de forma dinámica o estática, activa o pasiva, en el proceso verbal; cf. L. TESNIERE,Éléments de syntaxe structurale, Éditions Klincksieck, París, 1969, p. 102. Los
actantes, cuando pasan de una acción a otra, mantienen idéntica su referencia extralingüística, pero normalmente varían su función sintáctica; esto es, se transforman en
otros actantes; por eso desde el punto de vista lingüístico no puede sostenerse que el
sujeto de uideo (o ingl. see) sea un dativo, porque corresponda al destinatario de la
«The case for case»,
acción de ostendo (o ingl. show), como pretende C H .FILLMORE,
en E. BACHy R. T. HARMS,Universal in Linguistic Theory, Holt, Rinehart and WinsLa linguistica moderna e il latino. I
ton, New York, 1968, p. 30 s.; cf. G. CALBOLI,
casi, R . PATRON,Bolonia, 1972, p. 230. de quien adoptamos casi literalmente (cf. p.
306) la frase latina que nos sirve de pauta.
LEXEMATICAJUNTO A GRAMATICALATINA
173
1.1. Llamamos complementariedad directa a la relación intersubjetiva
entre las acciones de sujeto y objeto respectivo:
A ostendit B .- B apparet; B apparet .- C uidet B.
1.2. Y llamainos complementariedad indirecta a la relación intersubjetiva entre las acciones de sujeto y destinatario (objeto indirecto):
A ostendit B C .- C uidet B.
El primer término es causativo cuando promueve la acción del
segundo:
ostendo .- appareo: «mostrar» (= «hacer aparecer») .- «aparecer»
ostendo .- uideo: «mostrar» (= «hacer ver») .- «ver».
Dos de los tres verbos anteriores son transitivos (ostendo y uideo); si
los pasamos a la voz pasiva, comprobaremos que entre activa y pasiva, e
incluso entre activa y media, se producen oposiciones intersubjetivas gramaticales paralelas a las léxicas: en la oposición activa .- pasiva (rnagister
librum) ostendit .- (liber a magistro) ostenditur hay una relación intersubjetiva como en la oposición léxica (magjster librum) ostendit .- (liber) apparet; y en la oposición activa .- pasiva (discipulus librum) uidet .- (liber
a discipulo) uidetur hay una relación intersubjetiva como en la oposición
léxica (liber discipulo) apparet .- (discipulus librum) uidet; asimismo en
la oposición activa .- media (discipulus librum) uidet .- (liber discipulo
bonus) uidetur hay una oposición intersubjetiva como en la oposición 1éxica (liber discipulo) apparet .- (discipulus librum) uidet; merced a la
equivalencia intersubjetiva existente entre estas oposiciones léxicas y gramaticales, puede explicarse que en español empleemos una oposición
léxica ver .- parecer para traducir la oposición gramatical latina uidet .uidetur; otro tanto ocurre en la lengua griega, cuando traducimos la oposición gramatical activa .- media cpaivo .- cpaivoya~por la oposición léxica mostrar .- aparecer (= mostrarse).
A la inversa, hay en la lengua latina varias oposiciones léxicas que,
por ser intersubjetivas, se traducen a menudo por oposiciones de voz gramatical:
facio .- fio: «hacer» .- «ser hecho»
uendo .- ueneo: «vender» .- «ser vendido»
uerbero .- uapulo: «azotar» .- «ser azotado»;
pese a lo que dicen algunas gramáticas, los verbos enunciados en segundo
lugar no son exactamente pasivos, sino tan sólo los términos complementarios léxicos de los primeros; en cambio, gracias a la relación intersubjetiva, común al nivel léxico y al gramatical, se explican diversos hechos
de interferencia lexicogramatical.
1. Las oposiciones léxicas de una lengua (facio .-fio; uendo .- ueneo) pueden corresponder, como hemos visto, a las oposiciones gramaticales de otra (hacer .- ser hecho; vender .- ser vendido).
2. Dentro de la misma lengua, los términos complementarios intransitivos pueden suplir la voz pasiva de los respectivos transitivos; a los tres
pares complementarios enunciados antes cabe añadir entre otros:
iacio .- iaceo: «echar .- estar echado»
accendo .- (candeo) ardeo: «encender» .- «arder»
pendo .- pendeo: «colgar» .- «estar colgado»;
y sobre todo los compuestos de do (emo, facio) y eo; además de uendo
.- ueneo:
interficio .- intereo: «matar» .- «morir»
interimo .- intereo: «suprimir» .- «desaparecer»
perdo .- pereo: «echar a perder* .- «perecer»3
perimo .- pereo: «destruir» .- «desaparecer».
3. El participio perfecto del primer término, por su carácter pasivo,
puede funcionar como participio del segundo término complementario:
accendo .- ardeo: accensus
doceo .- disco: doctus
facio .- fio: factus
gigno .- nascor: (g)natus
occulo .- lateo: occultus
pendo .- pendeo: pensus
sopio .- dormio: sopitus
uerbero .- uapulo: uerberatus.
La lexemática, además de ser un buen complemento de la gramática,
puede ayudarnos a tener conocimiento de causa de construcciones que
manejamos constantemente; por ej., la traducción habitual de sum con el
llamado dativo posesivo (mihi est pecunia) por tener (yo tengo dinero) no
es sino un caso más de trasposición intersubjetiva; y podríamos aprovecharla para explicar qué es una oposición intersubjetiva: mihi est pecunia
tiene como término complementario pecuniam habeo; pues bien, para
traducir la primera expresión utilizamos la traducción literal de la expresión complementaria, como hacemos cuando traducimos una pasiva por
activa, porque la norma de nuestra lengua prefiere la activa; también en
Cf.M. F. RESNIKOVA,
«Die lateinischen Verben dure und ire als Hilfsmittel für
den Ausdruck des Aktivums und Passivums~(resumen), BCO 8, 1963, pp. 304-306;
y A. M. MART~N
RODR~GUEZ,
«El par complementario perdo .- pereo y otros modificados paralelos», Estudios .Humanísticos - Filología (Universidad de León) 7, 1985,
pp. 187-190.
LEXEMATICAJUNTO A GRAMATICALATINA
175
este caso mihi est, como término complementario, suple la pasiva de habeo. Por lo demás, esas dos expresiones complementarias para indicar la
posesión son paralelas a las de la visión mihi apparet aliquid .- aliquid uideo, que hemos analizado antes. Con razón dice L. Rubio que ese dativo
posesivo, que los gramáticos clasifican como especial, es un dativo de interés normal4; por supuesto, la noción de posesión no la expresa el dativo
sino el verbo complementario habeo. A la explicación funcional puede
añadirse, si se quiere, la histórica, en el sentido de que la construcción
primitiva es mihi est y que desde el indoeuropeo, pasando por el latín,
hasta las lenguas románicas ha habido un desplazamiento progresivo de
la norma lingüística hacia la construcción con « h a b e o ~buena
~;
prueba es
nuestra traducción habitual de la construcción latina mihi est. Paralelo a
este desplazamiento es el de las construcciones pasivas mihi factum est,
mihi faciendum est con el llamado dativo agente, otro dativo común de interés, por dos nuevas construcciones con habeo, complementarias de
aquéllas: factum habeo y facere habeo, respectivamente; estas perífrasis
se extienden en la lengua popular a partir del siglo 1116y perviven en romance como pretérito perfecto (he hecho) y futuro imperfecto (haré). Por
tanto, al menos en tres casos la construcción mihi est fue desplazada por
el término complementario habeo; en la relación complementaria, esto es
intersubjetiva, existente entre las tres construcciones latinas genuinas y
las respectivas que han perdurado en romance está la clave de la sustitución histórica de las unas por las otras7.
L. RUBIO,Introducción a la sintaxis estructural del latín, Editorial Anel, Barcelona, 1982, p. 148 s.
Cf.A. MEILLET,«Le développement du verbe avoim, Antídbron. Festschrift
J . Wackernagel, Vandenhoeck & Ruprecht, Gottingen, 1924, p. 9 SS.;y E. BENVENISTE, &re et avoir dans leurs fonctions linguistiques», Probl2mes de linguistique générale, Éd. Gallimard, París, 1966, pp. 187-207.
J. KURYLOWICZ,«Les temps composés du romann, Esquisses linguistiques,
Cracovia, 1960, p. 105 SS.
La sustitución de expresiones con sum por expresiones complementarias con
habeo es un hecho de sistema que convendrá tener muy en cuenta a la hora de explicar el origen y el desarrollo del nuevo perfecto habeo factum y del futuro procedente de facere habeo. Otros factores, fonéticos, morfológicos, sintácticos, semánticos,
estilísticos o interlinguales como la influencia de constmcciones paralelas griegas, que
hemos expuesto en nuestro artículo «El desarrollo de la expresión analítica en latín
vulgar. Planteamiento general» (RSEL 10, 1980, pp. 312 SS.),quizás no hayan hecho
más que contribuir a ese fenómeno general de la sustitución de est por su término
coxplementario habeo; a su vez, este desplazamiento sistemático parece alinearse
junto a la tendencia tipológica del latín vulgar a sustituir la pasiva por la activa, aunque el contenido de ésta sea a veces tan estático como el de aquélla.
'
'
176
BENJAM~NG A R C ~ AHERNANDEZ
Hasta aquí hemos analizado tan sólo las relaciones de tres de los diez
verbos propuestos; abreviaremos el análisis de los restantes. Las acciones
de ostendo, appareo y uideo, en relación intersubjetiva, corresponden,
como hemos visto, a actantes distintos (magister, liber, discipulus). Ahora
bien, un mismo actante puede desarrollar más de una acción; las acciones
del mismo actante, puesto que tienen sujeto idéntico, están en relación intrasubjetiva.
11. La relación intrasubjetiva se presenta de tres formas:
11.1. Un actante puede realizar una acción o su contraria; entre estas
dos acciones existe una relación de alternación que simbolizamos con la
raya vertical (1). Si donde está ostendo («mostrar») ponemos occulo («esconder»), comprobaremos que ambas acciones son alternas, pues referidas al mismo sujeto y objeto no pueden ser simultáneas:
Qui, quia caput Spitamenis ueste tectum habebat, suspectus scrutantibus quid occuleret ostendit (Curt. VI11 3, 12);
a su vez, occulo (<<esconder»)tiene como término complementario lateo
(«estar escondido»):
Nilus in extremun fugit perterritus orbem
occuluitque raput, quod adhuc latet; ... (Ov. Met. 11, 254-55);
pues bien, si ostendo («mostrar») I occulo («esconder») son alternos, también Io son sus respectivos complementarios appareo («aparecer») I lateo
(«estar escondido»):
Quid, si dicas stellas interdiu non esse, quia non apparent? Quemadmodum illae latent et solis fulgore obumbrantur... (Sen. Nat. 1, 1,
11).
11.2. Las acciones del mismo actante forman a veces un proceso; así,
la actividad del actante C se articula, básicamente, en un término no-resultativo («mirar») y otro resultativo («ver»): C aspicit -- uidet; entre
ambas acciones hay un orden de progresión que procede del término noresultativo (aspicio) al resultativo (uideo); ambas constituyen lo que llamamos una secuencia de contenido o relación intrasubjetiva secuencia1
que seiialamos con el doble guión (--1. La combinación de esta secuencia
intrasubjetiva con un término complementario causativo como antecedente es un hecho muy frecuente en el léxico; es la estructura opositiva de:
ostendo .- aspicio -- uideo: «mostrar» .- «mirar» -- «ver»
doceo .- disco -- scio: «enseñar» .- «aprender» -- «saber»
dico .- ausculto -- audio: «decir» .- «escuchar» -- «oír»
do .- capio -- habeo: «dar» .- «coger» -- «tener»
facio .- fio -- sum: «hacer» .- «hacerse» -- «ser».
Así como la complementariedad léxica corresponde a la oposición diatética activa .- mediopasiva, la secuencia de dos acciones de aspecto «no-
LEXEMATICA JUNTO A GRAMATICALATINA
177
resultativo» -- «resultativo» corresponde a la secuencia gramatical infectum -- perfectum, es decir «no-perfectivo» -- «perfectivo»; en efecto, la
oposición léxica aspicio -- uideo es de la misma clase que las gramaticales
aspicio -- aspexi y uideo -- uidi; pero no conviene olvidar que esras oposiciones pertenecen a distinto nivel de expresión y que, por tanto, cada
término de una oposición léxica se articula en otras oposiciones grarnaticales:
aspicio
-uideo
uideo -- uidi;
aspicio -- aspexi
como puede verse, la mayor proximidad entre las dos acciones la representan aspexi y uideo, el perfecto del no-resultativo y el presente del resultativo:
TH. aspicedum contra me. TR. aspexi. TH. uides?
TR. uideo
(Plaut. Most. 1105-6);
la secuencia de la percepción visual aspicio -- uideo es análoga a la de la
percepción intelectiva que forman uideo -- scio; y del mismo modo que el
contenido de aspexi se aproxima a uideo, uidi se aproxima a scio; la equivalencia entre los contenidos «uidi» y «scio» la encontramos en el gr. o&
6a, por la forma un antiguo perfecto (= uidi) y por la función un presente
(= S C ~ O ) ~ .
11.3. Las acciones de un mismo actante pueden tener mayor o menor
duración. Si donde está aspicio introducimos specto («mirar atentamente»), la relación de progresión con respecto a uideo no varía; specto es,
como aspicio, no-resultativo de uideo; pero la relación entre aspicio y
specto ya no es de progresión (secuencial), sino de duración: aspicio («mirar») es no-durativo, mientras specto («mirar atentamente») es marcadamente durativo; esta oposición de duración es la relación intrasubjetiva
extensional que serialamos con el guión sencillo (-). La oposición extensional puede superponerse, como acabamos de explicar, a la secuencial:
aspicio
-- uideo
specto -- uideo
aspicio - specto -- uideo
A M . Sosia, age me huc aspice.
SO. specto. (Plaut. Amph. 750-51)
cf. supra Most. 1105-6: TH. aspicedum contra me...
TR. uideo;
El desplazamiento del contenido uidi al contenido scio que experimentó oEGa
es común a otras lenguas indoeuropeas; cf. H. OERTEL,«Idg. voída "ich habe gesehen" = "ich weissn»,ZVS 63, 1936, pp. 260-62.
o bien puede superponerse a la complementariedad intersubjetiva; así ostendo («mostrar») tiene un término marcadamente durativo, y más en
concreto intensivo-reiterativo, en ostento («mostrar insistentemente»):
hoc est, inquiunt, ostentare se, non ostendere artem (Rhet. Her. IV 1 ) ;
ambos forman entre sí una oposición intrasubjetiva extensional y ambos
son complementarios en relación intersubjetiva con appareo:
ostendo
.- appareo
ostento .- appareo
ostendo - ostento .- appareo.
Asimismo los dos términos de la otra oposición complementaria, occulo .- lateo, alterna de. ostendo .- appareo, tienen sendos modificados
extensionales intensivo-frecuentativos en occulto y latito:
O C C U ~ O- occulto: «esconder» - «ocultar»
lateo - latito: «estar escondido* - «permanecer oculto».
Junto a los hechos de sistema que estamos tratando no conviene olvidar los hechos históricos, como el desplazamiento parcial de occulo por
el intensivo occulto, de modo que éste alterna con mayor frecuencia que
aquél con osterido (ostendo I occulto):
nec statim lunam mundus ostendat occultetue (Plin. Nat. 11 216).
Las diez unidades léxicas propuestas al principio componen, pues, un
sistema clasemático consistente en una red de relaciones intersubjetivas e
intrasubjetivas:
1. Relación intersubjetiva o complementariedad léxica:
1.1. Complementariedad directa:
ostendo .- appareo: «mostrar» .- «aparecer»
appareo .- uideo: «aparecer» .- «ver»
occulo .- lateo: «esconder» .- «estar escondido»
occulto .- latito: «ocultar» .- «permanecer oculto».
1.2. Complementariedad indirecta:
ostendo
.- uideo: «mostrar» .- «ver»;
en todas las oposciones precedentes el primer término es causativo, excepto en la de appareo .- uideo.
11. Relaciones intrasubjetivas:
11.1. Alternación:
ostendo I occulo: «mostrar» I «esconder»
ostento 1 occuko: «mostrar insistentementen 1 «ocultar»
appareo I lateo: «aparecer» I «estar escondido*.
LEXEMÁTICAJUNTO A GRAMÁTICALATINA
11.2. Aspecto secuencial:
aspicio -- uideo: «mirar» -- «ver»
specto -- uideo: «mirar atentamente* -- «ver».
111.3. Aspecto extensional:
ostendo - ostento: «mostrar» - «mostrar insistentemente»
occulo - occulto: «esconder» - «ocultar»
aspicio - specto: «mirar» - «mirar atentamente»
lateo - latito: «estar escondidon - «permanecer oculto».
Con arreglo a este sistema clasemático se configuran los límites y la
estructura fundamental de los campos sernánticos. Comprobemos cómo
los diez lexemas analizados se distribuyen en tres campos semánticos distintos, bien que colindantes, cuales son los de la «mostración», la «ocultación* y la «visión».
Pertenecen a campos semánticos distintos:
a) los términos de una oposición complementaria indirecta (1.2):
ostendo .- uideo: campos «mostración» .- «visión»
b) los términos de una oposición complementaria directa (I.l), si
ésta no es causativa:
appareo .- uideo: campos «mostración» .- «visión»
c) los términos alternos:
ostendo I occulo: campos «mostración» I«ocultaci6n»
ostento 1 occulto: campos «mostración» I«ocultación»
appareo I lateo: campos «mostración» I «ocultación»
- I latito: campos «mostración» I «ocultación»
Es cierto que el criterio de unidad de un campo semántico lo proporciona el archilexema realizado o posible; pero no es menos cierto que los
límites de los campos semánticos pasan por las relaciones de alternación
y de complementariedad indirecta y directa no-causativa de sus lexemas,
pues cada uno de los términos de estas oposiciones pertenecen a campos
distintos y fronterizos. La relación entre los lexemas se transfiere a los
campos y así resulta que el campo de la «mostración» tiene como campo
alterno el de la «ocultación»:
ostendo - ostento .- appareo III occulo - occulto .- lateo;
y asimismo el campo de la «mostración» tiene como campo complementario el de la «visión»:
ostendo - ostento .- appareo .-.-.- aspicio - specto -- uideo;
el paralelismo estructural es mayor en los campos alternos, por la equipolencia de sus términos (ostendo I occulo; ostento 1 occulto; appareo I lateo), que en los campos complementarios.
180
BENJAMIN GARCIA HERNÁNDEZ
Pertenecen al mismo campo sernántico:
a) los términos de una oposición complenientaria directa (I.l), si
uno es causativo del otro:
ostendo .- appareo :campo «mostración»
occulo .- lateo : campo «ocultación».
b) los términos de una oposición secuencial:
aspicio -- uideo : campo «visión»
specto -- uideo: campo «visión»
c) los términos de una oposición extensional:
ostendo - ostento : campo «mostración»
occulo - acculto : campo «ocultación»
lateo - latito : campo «ocultación»
aspicio - specto : campo «visión».
En efecto, la complementariedad directa causativa y las relaciones
secuencial y extensional proporcionan, no ya los límites, sino la estructura interna fundamental de los campos semánticos; así, la oposición complementaria «causativo» .- «no-causativo» constituye el eje sobre el que
giran los campos de la «mostración» (ostendo .- appareo), de la «ocultación» (occulo .- lateo) y otros como el de «dormir» (sopio .- d ~ r m i o ) ~ ;
la oposición secuencial «no-resultativo» -- «resultativo» constituye la oposición hndamental del campo de «ver» (aspicio -- uideo) y de otros como
el de «oír» (ausculto -- audio)lO;la oposición extensional «no-durativo» «durativo» constituye un eje secundario, pero importante, dentro de la dimensión no-resultativa de aspicio (aspicio - specto). Por supuesto, ninguno de los campos mencionados se agota en el corto número de lexemas
que hemos propuesto a título de representación ejemplar; baste recordar
que sólo en el campo de «ver», en el latín arcaico y clásico, hay más de
sesenta lexemas que se reparten entre la dimensión no-resultativa de aspicio y la resultativa de uideo"; pero no es poco que este sistema clasemático configure los límites y proporcione la estructura fundamental de
los campos semánticos. Ni que decir tiene que dentro de estas oposiciones
clasemáticas generales suelen surgir otras más específicas, en cuyo detalle
no vamos a entrar ahora12; y todavía más allá hay oposiciones sémicas
B. GARC~A-HERNANDEZ,
«Estudio estructural del campo sernántico de dormir
en latín*, Athlon. Satura grammatica in honorem Francisci R. Adrados. 1. Ed. Gredos, Madrid, 1984, pp. 164 SS.
'O
B. GARC~A-HERNANDEZ,
«El campo sernántico de oír en la lengua latina. Estudio estructural», RSEL 7, 1977, p. 120 s.
'l
B. GARC~A-HERNANDEZ,
El campo semántico de «ver»... 1976 (supra n. 1).
l2 Cada una de las clases esbozadas aquí exige un tratamiento pormenorizado
que aplazamos para otra ocasión.
LEXEMÁTICA JUNTO A GRAMÁTICA LATINA
1.81
peculiares de cada campo semántico; por ej., la diferencia entre ostendo
y monstro, pertenecientes a la misma clase causativa, será particular de su
propio campo semántico.
Volvemos al objetivo didáctico de esta exposición. Hemos constatado
que en el plano del contenido léxico hay estructuras similares a las gramaticales; la lengua dispone de clases semánticas que funcionan tanto en
el nivel léxico como en el gramatical. Por tanto, si nuestros alumnos estudian gramática y aprenden, por ej., a declinar, a familiarizarse con las
funciones del sistema casual, creemos que pueden estudiar también el 1éxico de forma sistemática. Si tienen conocimiento de la oposición activa
.- pasiva (ostendit .- ostenditur) o activa .- mediopasiva (uidet .- uidetur),
deben conocer asimismo la complenientariedad Iéxica (ostendo .- appareo; appareo .- uideo); si tienen conocimiento de la oposición gramatical
infectum -- perfectum (aspicio -- aspexi) ¿por qué han de ignorar la secuencia léxica aspicio -- uideo?
No debemos abandonar el léxico a un estudio asistemático y desorganizado; si se identifican las unidades léxicas integradas en sistemas, no
sólo se aprenderán con menor esfuerzo cada una de ellas, sino sobre todo
se sabrá la posición relativa que ocupan en cada sistema. Si, en vez de
estudiar los valores de occulo, occulto y lateo por separado, se pone de
manifiesto la relación existente entre ellos, el alumno se sentirá estimulado, por el descubrimiento de esa relació~,a aprender los tres términos;
sustituirá el aprendizaje aislado y asistemático por el aprendizaje global y
sistemático. Para conseguir esto, no hace falta emplear toda la terminología nueva con la que hemos hecho aquí un planteamiento más o menos
científico; puede bastar con llamar la atención sobre la diferencia de duración de la acción de occulto respecto de la de occulo y hacer ver cómo
el objeto de estos dos verbos pasa a ser el sujeto de lateo, como si éste
fuera su pasiva; la prueba está en la equiparación de la pasiva de occulo
y occulto a la acción de lateo (occultus est -- latet):
Vita P. Sullae torqueatur, ex ea quaeratur num quae occultetur libido,
num quod lateat facinus (Cic. Sull. 78).
Benjamín GARC~A-HERNÁNDEZ
Universidad de León
¿UN ANACOLUTO EN PROPERCIO 1 8, 19-20?
No hace mucho dedicaba unas páginas a la elegía 1 8 de Propercio'.
Vuelvo hoy con estas notas a detenerme en un dístico (VV.19-20) que ha
planteado también desde siempre bastantes problemas y que ha ocupado
el interés de no pocos filólogos. Daré cuenta de las distintas soluciones
aportadas y propondré al final una nueva.
El texto del que partimos en principio es el siguiente:
Ut te felici praeuecta Ceraunia remo
accipiat placidis Oricos aequoribus.
Este dístico sigue inmediatamente a otro en el que Propercio manifiesta una idea cercana: su deseo de que Cintia tenga un buen viaje, le sea
Galatea propicia, durante su travesía; en los versos 19-20 se insiste en ese
buen deseo, pero referido ahora al final del viaje, a su llegada a puerto;
Propercio desea que éste la reciba.
La ruta normal de Italia a Iliria implicaba, por ser el camino más corto, la navegación desde Brindis a 6rico2, un puerto en la costa del Epiro,
antes del cual se encuentra el promontorio de Acroceraunia o montes Ceraunios, en los que eran frecuentísimas las tormentas acompañadas de rayos3. Así, pues, el tópico de augurio de llegada feliz a puerto, esencial en
un propemptikon, tiene aquí un fundamento real, puesto que había que
superar tales peligros. Esta realidad, igualmente, sería la que hizo devenir tópico la obligada alusión a este promontorio4.
Los problemas del texto derivan de la presencia en él de praeuecta,
participio de un verbo deponente con vocal final necesariamente breve en
este verso y que puede ser nominativo o vocativo singular femenino, o
nominativo o acusativo plural neutro. Ninguna de estas posibilidades está
'
«Propercio 1 8: Apostillas reinterpretativasn, EClás 88, 1984, pp. 193-210.
Cf. Verg. Aen. 111 560 s.: prouehimur pelago uicina Ceraunia iuxta,l unde iter
Italiam cursusque breuissimus undis.
Cf. Serv. ad Aen. 111 506: Ceraunia sunt montes Epiri, a crebris fulminibus
propter altitudinem nominati: unde Horatius expressius dixit Acroceraunia propter altitudinem et fulminum iactus; Plin. Nat. 111 23 y sobre todo Apollon. Arg. IV 518-20
en donde se establece la relación de Ceraunia y los rayos de Zeus; también puede verse IV 575 s. y 1214.
Cf. Hor. Carm. 1 3 , 20; Ov. Am. 11 11, 19; Rern. 739.
184
F. MOYA DEL BANO
exenta de problemas; los filólogos se dividen en su interpretación y nunca
ha dejado de ser este pasaje un locus vexatissimus5.
El texto como lo he citado es el que transmiten los mejores manuscntos de Propercio. Sin embargo, y pese a otras variantes6, algunas de las
cuales mencionaremos luego, no puede olvidarse que hay otros que en
vez de Ut te ofrecen utere, manuscritos que no debían ser conocidos por
los editores antiguos de Propercio, pues regularizaban este texto acudiendo a otras lectionzs o a conjeturas.
Utere es la lectio preferida, entre otros, por Mousman7, Neumann8, y
los editores Butler-Barber9, Enklo, Camps. l1 Sintácticamente correcta
(praeuecta es nominativo singular concertado con el sujeto elíptico de utere y felici remo complemento de utere) ofrece algunos inconvenientes. La
presencia del imperativo parece demasiado abrupta; el verso 19 resultaría, como dice Fedeli12,penosamente staccato da1 verso succesivo; faltaría
el te complemento a accipiat en el verso siguiente, y aunque los defensores de esta opción han acudido a lugares paralelos para justificar esta omisión, no son del todo semejantes, pues en ellos se encuentran explícitos
términos que hacen fácil suplir el pronombre personal.
Se objeta igualmente, y con toda razón, que el deseo de Propercio
(utere felici remo) queda sin sentido, ya que la dificultad existía «mientras
se pasaba por», no «después de haber dejado atrás» Ceraunia, aunque
Neumannl3 salía al paso de ello contestanto que Propercio utiliza los participios de pretérito sin valor tzmporall4. Asimismo se ha visto la rareza
De las distintas interpretaciones y críticas a ellas se suele ir dando cuenta en
las ediciones comentadas y trabajos que citaré. P. FEDELI,Sesto Properzio. Il primo
libro delle Elegie, Firenze, 1980, pp. 217 SS. es bastante exhaustivo y a él remito.
Pueden verse en G. R. SMYTH,Thesaurus criticus ad Sexti Propertii Textum,
Lugduni Batavorum, 1970, 11 s., o en aparato crítico de la edición de R. Hanslik,
Sex. Propertii Elegiarum libri, B. Teubnenana, Leipzig, 1979.
«The manuscripts of Propertius [U]», The Classical Pslpers of A. Housman,
Cambndge 1972, 1, pp. 277-304, en 283 s. (= JPh 21, 1983, pp. 161-197).
De cottidiani sermonis apud Propertiumproprietatibus, Gedani, 1925, pp. 91 s.
The Elegies of Propertius, Hildesheim, 1969 (= 1933), p. 165, aunque no se desen su edición de 1905, defendía utere aducarta que utere fuese conjetura. Antes BUTLER,
ciendo Anth. Pul. VI1 350, pero igualmente aceptaba que ut te podía ser correcto.
'O
Ad Propertii Carmina Commentarius criticus, Zutphaniae, 1941, pp. 28 s. y Sex.
Propertii Elegiarum Liber 1 (Monobiblos), Lugduni Batavomm, 1946, pars altera, p. 80.
"
Propertius, Elegies, Book 1, Cambridge, 1961; en el texto ofrece utere, en el
comentario (p. 64) nada se dice acerca de esta cuestión.
l2 O.C., p. 129.
SOLBISKY,
citado por HOUSMAN,
art. cit., lo comparaba con Prop. 1 VI 21-22
(nam tua non netas umquam cessavit amori, semper at armatae cura fuit patriae); sc.
o.c., p. 92 ofrece más ejemplos de Propercio: 1 4, 16;
tibi y lo aduce ENK;NEUMANN,
1 10, 11; 11 5, 24; 11 10, 26; 11 21, 12.
l4 Sólo ofrece un ejemplo: locuta, de 1 15, 12, ejemplo no incuestionable, sino
todo lo contrano, pues la acción de sedere podría muy bien ser postenor a la de loquor; se sentó (ya callada) después de haber dicho muchas cosas al mar.
'
¿UN ANACOLUTO EN PROPERCIO 1 8,19-20?
185
de la secuencia sit-utere-accipiat. Yo añadiría en contra del utere algo
más; la situación en que aparece en el verso felici.. . remo no posibilita en
modo alguno desligarlo de praeuecta, que queda enmarcado entre adjetivo y substantivo concertados. El orden de palabras proporcionaría, pues,
una ayuda eficaz. Por otra parte, el que se busquen soluciones, sobre
todo sintácticas, a ut te y el que muchos editores prefieran esta lectura podría aducirse también en contra de utere.
Paso ahora a ofrecer las distintas interpretaciones dadas al texto manteniendo ut te.
Ha gozado de gran predicamento la de ver en praeuecta un vocativo
usado en vez de acusativo, el cual va referido a te, es decir, a Cintia. Esta
opinión la sustentaba, parece que el primero, turne bu^'^, que veía aquí
un nominativo o vocativo en vez del acusativo que se necesitaba.
Escalígero, que, como sabemos, fue alumno de Turnebus, lo entendía
como «vocativo» y decía: Vacativus pro alio quovis casu, quum aliquem
al~quimur'~.
Passerat" se adhiere a esta opinion; Barthiusls comparaba este texto
con el properciano 1 11, 9-10:
atque utinam muge te, remis confisa minutis
parvula Lucrina cumba moretur agua.
(Pmeratii Professoris et Interpretis
. l5 Adversaria 1. 11 c. 16 citado por PASSERAT
regii. Commentarii in C.V. Catullum, Albium Tibullum et Sex. Aur. Propertium. Parisiis, 1608), p. 181. Allí se leen estos paralelos, parece que aducidos por Turnebus:
Prop. 111 6 , 40 iurabo et bis sex integer esse dies; Virg. Aen. 11 377 sensit medios delapsus in hostes; Lucil, 1089 (= XXX 5 ) His te versibus interea contentus teneto; Tib.
1 7 , 53 sic venias hodierne; Pers. 111 29 s. Stemmate quod T u c o ramum millessime ducis 1 censoremue tuum uel quod trabeate salutas; Prop. 11 9 , 7 : visura et quarizuis numquam speraret Ulissen. Los tres primeros son nominativos y pueden entenderse así; el
4.O y 5.O, vocativos y ni siquiera habría que entenderlos corno rvocativos por nominatkow; el ú l t h o norninahvo también es aceptable sin pensar en acusativo.
l6
Cf. Catullus. Tibullus. Pro~ertiusex recensione Scaliaeri. Accedit eiusdem cm,
(Ato por Graevius: Cat. ~ i b Prop.
y
e recensione J. G .
tigationum liber, ~ k e t i a e 1577
Graevii cum notis integris J . Scaligeri, M. A . Mureti, etc. Trajecti ad Rhenum, 1680,
p. 361). Acerca del vocativo por otro caso bastante dijo en su comentario a Ausonio,
afirma, y trae aquí el ej. de Pers. 111 29; y los de Lucil. XXX 5; Prop. 1, 18, 11: Sic
mihi te referas leuis (hoc est leuem), como ejemplos de nominativos por acusativos.
Añade dos versos de la Antología griega, de un epigrama, que dice de Apolinar: yÉXQL tívos, HohUxape, xwqs x a ~ á o r t eteaxécqs, Y'QLs xeepatiots I$eijCiopev'
& h A o ~ t ~ iEn
o ~cuanto
~.
a los ejemplos de «nominativos» por «acusativos», se puede decir que no tienen peso; se trata de «nominativos». En cuanto al epigrama, es el XI 346
y aparece como de Automedonte, no de Apolinar; por otra parte, el texto de Loeb, que
LQ
s Ó ~ E V en
O Svez de ~$evCiÓyeve.De cualquier
es el que he visto, trae Afpq por A ~ ~ ~ yE X
forma, no vale el ejemplo, pues se trataría de un «vocativo» por «nominativo».
" O . C . ,p. 181.
IX
Citado por HERTZBERG,
Sex. Aurelii Propertii Elegiarum libri quattuor, Habis,
185, v. 111, p. 31.
186
F. MOYA DEL BANO
defendiendo, naturalmente, que confisa va referido a te, paralelo que se ha
seguido explotando por los que le sucedieron, y que sería el único caso en
que el vocativo va en lugar de acusativo (de «vocativos»por «nominativos»
se aducen muchísimos más). Hertzberg, se suma a esta explicación, y aporta otro paralelo, que le parece muy semejante al de 1 819; igualmente
Rothstein20; la defiende Wackernage12' y sobre todo L ~ f s t e d t que
~ ~ ,justifica en 1 8 igual que en 1 11, 9 la presencia de los vocativos, confisa y
praeuecta respectivamente, por la presencia de vocativos en los versos anteriores, Cynthia (v. 8) yperiura (v. 17). Fedeli lo acepta de~ididamente~~.
Esta interpretación, defendida por ilustres filólogos ha sido criticada
por otros no menos ilustres, partiendo de que los ejemplos que se ofrecen
para defender este uso especial del vocativo no se mantienen, pues siempre se trata de «vocativos» por «nominativos»24.El más cercano sería el
de Propercio I 11 citado antes25,y ya Paley sostuvo que confisa puede ir
muy bien referido a cumba, y no a te. Entre los detractores de esta interpretación pueden ser mencionados Shackleton, baile^^^ y Trankle27. Lo
que es igualmente cierto es que los defensores de esta opción, entre ellos
Wackernagel y Lofstedt, pese a oponerse decididamente a la afirmación
de Paley, no pueden ofrecer otros lugares paralelo^^^.
Leo29pensaba que praeuecta está usado con valor pasivo y concertado
con Ceraunia, que sería, aceptando un zeugma, sujeto de accipiat. Frente
a esta solución se alza entre otros Neumann. Este promontorio, dice, es
un lugar inhóspito y no puede atribuírsele la acción de accipere. A este
verbo, continúa, siempre se le une aliquid h o ~ ~ i t i u lAdemás,
e~~.
también
plantea problemas el que praeuecta sea participio de pretérito y habría
l9 El paralelo es Ovidio Met. V 269 s.: O , nisi te uirtus opera ad maiora tulisset, /
in partem uentura chori Tritonia nostri, que poco parece tener que ver con el nuestro.
20 Propertius Sextus, Elegien, Zunch, 1966 (= 1898), p. 110 s. Repite el paralelo
de 1 11, 9 y dice cercano 1 7,24 aunque aquí se hablaría a lo más de vocativo por nominativo: ardoris nostri, magne poeta, iaces.
21 Vorlesungen über Syntax, Basel, 1950 (= 1928) 1, p. 308 s.
Syntactica, Lund, 1956, 1, p. 104 SS.
23 O.C.,p. 219.
24 ENK,Comm. Crit., pp. 28-29 enumera los siguientes: Pers. V 125; 1 123 s.; 111
29; Tib. 1 7, 53; Lucr. V 231; Ov. Ars. 1 145; Met. X 196; Her. X 6.
25 Citado por ENK,Comm. crit., p. 28.
26 Propertiana, Amsterdam, 1967 (= 1956), p. 24.
27 H. TRANKLE,
«Beitrage zur Textkntik und der Erklarung des Properz», Hermes 96, 1968, pp. 559-582, en pp. 559-563.
C ' también FEDELI,que insiste en que confisa no puede ir referido a la nave,
pues en este caso la nave no es, como en Hor. Carm. 13, o en Calímaco, fr. 400 Pfeifer, la protagonista de esta elegía.
29 Ausgewühlte Kleine Schriften, Roma, 1960, 11, p. 196 (= Gott. Gel. Anz.,
1898, p. 738).
30 O.C.,p. 91; de infamis scopulos habla Hor. Carm. 1 3, 20.
¿UN ANACOLUTO EN PROPERCIO 18.19-20?
187
que pensar que no tiene aquí valor temporal, puesto que es «mientras
pasa por» y «no después de haber pasado» cuando Ceraunia tendría que
accipere a Cintia.
La opinión de Horn31de que praeuecta Ceraunia es un nominativo absoluto ha sido criticada con razón por L o f ~ t e d tno
~ ~existe
,
esta clase de nominativos en la época augustea, sino que ellos pertenecen a la latinidad tardía.
~ ~ le
. satisfacen
Brillante y sugestiva es la interpretación de C a i r n ~No
las explicaciones sintácticas dadas a praeuecta, entre ellas la más unánimemente seguida del uso de «vocativo» por «acusativo», y piensa que
praeuecta no necesita referirse a Cintia (aunque al ser ella la que viajaba
era la que debía moverse), sino que puede ir referido a C e r ~ u n i aEs
~ ~sa.
bido que los romanos conocían bien las ilusiones ópticas (desde el barco
la tierra es la que parece moverse), según se desprende de un texto lucreciano, IV 387-90, que menciona Cairns; ellos explotaron estas ilusiones
para añadir viveza a sus descripciones de viajes. Ofrece ejemplos de Virg.
Aen. 111 72, Val. F1. Arg, 11 9-10; Ov. Her. VI 67; Virg. Aen. 111 411;
VA1. F1. 11 431 y otros del mismo Propercio: 111 22, 11 y IV 6, 15, todos
los que Cairns aporta como ejemplos de ilusiones ópticas, no como «paralelos» del dístico de 1 8. No es improbable, continúa, que Propercio pudiera haber tenido la intención de que praeuecta fuese con Ceraunia, en
el sentido de «Ceraunia habiendo pasado (o pasando) por» (Ceraunia
having passed [or passing] b y ) , siendo Ceraunia también sujeto.
Así las cosas, se da un paso más y supone que la sintaxis del dístico
en cuestión puede explicarse por un fenómeno común en la poesía latina,
«elipsis de un verbo»35.Otros casos de elipsis habían sido observados en
~ ~co,
Propercio, y Cairns se sirve de los seleccionados por R o t h ~ t e i n al
mentar el de 1 20, 9-10, a saber: 11 31, 13-14; 111 l , 11-12 y IV 8, 75-76.
31 Zur Geschichte der absoluten Partizipialkonstruktion im Lateinischen, Diss.
Lund, 1918, p. 72 s.
32 O . C . , ~104,n.
.
2.
33 «Notes on Propertius 1 8»,SO 49, 1973, pp. 97-104. Hasta qué punto este
pasaje es apasionante y problemático lo puede demostrar el que Cairns aproximadamente en un ano cambia de opinión y habiendo traducido en Generic composition
-aunque es cierto que aquí no le preocupaba esta cuestión- así: so that, when you
have passed Acroceraunia with good fortuna attending your oar, Oricos muy receive
you with its calm waters, en el artículo al que nos vamos a referir ofrece una interpretación totalmente distinta.
Así lo había visto antes Leo, aunque le daba valor pasivo al participio y lo
consideraba con Ceraunia sujeto de accipiat.
35 En nota advierte Cairns que este fenómeno aparece y que se discute sobre la
terminología en las «gramáticas» ya como braquilogía, elipsis o zeugma, remitiendo
11, pp. 563 ss. LEUMANN-HOFMANN-SZANTYR,
11, pp. 822 SS.,
a KUHNER-STEGMAN,
831 SS. En esta nota recoge asimismo la ya mencionada hipótesis de Leo.
36
O.C., p. 189 S.
188
F. MOYA DEL BANO
En cada uno de estos ejemplos debe ser sobreentendido un verbo diferente pero relacionado con el que aparece explícito. De todos ellos el más
útil para ilustrar el de 1 8 le parece el de 111 1:
et mecum in curru parui uectantur Amores
scriptorumque meas turba secuta rotas.
Piensa que, como en este caso, y partiendo de secuta, se elide un verbo
parecido a sequi, de la misma manera, y partiendo de praeuecta, se elide en
1 8 un verbo parecido a praeuehi. Las diferencias existentes entre ambos
ejemplos son notadas por Cairns: en 1111 el verbo explícito está en el primer
verso del dístico (uectantur), en 1 8 en el segundo (accipiat); por otra parte
en 111 1 hay nexo de unión entre los componentes del dístico (la enclítica que del v. 10) y asíndeton, sin embargo, en 1 8; por todo ello acepta que 1
8 es un ejemplo más difícil, aunque comprensible, y traduce así: so that, Ceraunia passing you (muy go past you) with fortunate oar, (nnd) Oricus muy
receive yo with calm waters. La extrañeza de la construcción, continúa, ha
causado que felici remo llegue a ser desligado de Cintia, a quien lo estaba,
al describirse Cintia en movimiento y puesto que Ceraunia es la que «se
mueve» debería considerarse ligado -ilógicamentea Ceraunia.
Que esta interpretación es muy sugestiva, pero ciertamente compleja
no deja de verlo el propio Cairns cuando agrega: Or it muy rest in the
kind of syntactical «limbo» wich one suspects an ancient poet found less
worryng than a modern scholar. Sin embargo, sigue preguntándose por
qué Propercio empleó esta figura tan difícil aquí, aun reconociendo que
los poetas antiguos tendían a describir de manera elaborada y obscura los
viajes por mar. La respuesta, sugiere, la podría dar una alusión al perdido
propemptikon de Galo. De todas maneras, insiste, el muy usado tópico
del deseo de buen viaje y feliz llegada a puerto pudo haber estimulado a
Propercio a extremas paradojas, describiendo la conocida capa de tormentas de Acroceraunia tan en calma como el favorable puerto de 6rico.
Tal paradoja podría incitar a Propercio a hermanar su complicado lenguaje con su complicado pensamiento.
Brillante, como he dicho antes, novedosa y sugerente es esta teoría;
los problemas de la solución ofrecida no se le ocultan a su autor, y repetidas veces reconoce su dificultad. No se aporta ningún lugar que se pueda
decir sin duda alguna paralelo; 1 8, como él ve, no es igual a 111 1; pero
se podía añadir además que no hay razón alguna para que el verbo que
se elide en 1 8 sea parecido a praeuehi, pues tampoco es incuestionable,
sino todo lo contrario, que el que se elide en 111' 1 sea uno parecido a
sequi, partiendo de los participios praeuecta y secuta respectivamente.
Pienso que como en todos los demás ejemplos aducidos por él se puede
sobreentender un verbo semejante al que en modo personal está explícito
en el dístico; en ninguno de estos dos casos habría razones de peso para
pensarlo necesariamente semejante al participio.
¿UN ANACOLUTO EN PROPERCIO 1 8,19-20?
189
En III 1 se elidiría un verbo semejante a uectari, partiendo de uectantur: se pasean con él, le acompañan montados en su carro, los Amores;
la turba scriptorum también le acompaña o pasea con él, «a pie» y detrás,
siguiéndole (secuta). En 1 8 igualmente podría ser sobreentendido, como
Leo pensaba, aunque no sin dificultad, según ya vimos, un verbo semejante a accipere, partiendo de accipiat.
De todas maneras esta parte de la explicación de Cairns puede casi
satisfactoriamente aceptarse. El que no haya nexo entre los dos versos de
1 8, también podría ser superado como problema. Pero felici remo me
parece más difícil, aunque se quiera justificar como un caso de extrema
paradoja, donde la lengua es el vehículo de unos pensamientos verdaderamente complicados.
Valga que Propercio piense en calma, en total calina, Acroceraunia,
sin una nube, sin un rayo; de acuerdo (aunque estaría en contra del tópico, y en un propemptikon siempre aparece con connotaciones negativas, como lugar peligroso, pero aun así podría aceptarse). En cambio,
más difícil de aceptar es que hubiese expresado Propercio esta calma con
el término remo (habría que explicar y justificar también esto y el problema estriba en que con esta hipótesis todo resulta «difícil» y no sólo una
cosa). Remo conviene mejor a Cintia.
Por otra parte, en este caso praeuecta aparecería desprovista de su valor implícito esencial, que es el de avanzar pero «montado en» un carro
o eri un barco o en un caballo y a Ceraunia no parece que convenga3'.
Aunque no parece conocer su trabajo, coincide con Cairns, al hablar
de la ilusión óptica y pensar que Ceraunia es la que se dice en movimiento, B u t t i r n ~ r eque
~ ~ ,explica praeuecta Ceraunia como un acusativo de relación respecto a felici. Habría que entender: un oar happy in respect to .
Ceraunia having glided past.
Esta interpretación tampoco está exenta de problemas y él mismo lo
reconoce, afirmando que el lector romano habría encontrado esa construcción extraña y misteriosa, pero que, una vez superadas las dificultades
sintácticas, esta navegación tendría una fuerza mimética y conferiría al
hexámetro una calidad muy elaborada.
37
Habría que recordar que el verbo praeuehi no es muy frecuente, especialmente
en poesía. No está en Livio, Andronico, Nevio, Accio, Plauto, Terencio, Catulo, Tibulo ni Ovidio. Por primera vez lo he visto en Virg. VI1 166 (praeuectus); Propercio
ofrece este solo ejemplo y luego aparece en Lucano. En estos casos es claro que se
avanza en caballo, o en nave. En prosa aparece con sentido más amplio, como sinónimo de praetereo. El simple, ueho, es mucho más frecuente (praeterueho menos que
ueho pero niás que praeuehor). En la mayoría de los casos aparece explícito o implícito «caballo», «carro», «nave», hay otros en que no es así. Praeuecta de 1 8 podría
entenderse desligado de ese algo que transporta, aunque sería posible pensar en la
imagen de un monte que se desliza por el mar como si fuera transportado por algo.
38
HODGE-BUT~IMORE,
The Monobiblos of Propertius, Cambridge, 1977, p. 126 s.
.
190
F. MOYA DEL BANO
Desde luego las dificultades no son pocas. Extraño es que este acusativo «adverbial» dependa de un adjetivo como felici, pero, aun siendo así,
¿qué valor tendría entonces felici remo? ¿Sería complemento de accipiat?
Es totalmente ilógico. Igualmente lo sería si se pensase ligado a te ¿sería
un ablativo absoluto? Nada de esto se cuestiona ni se resuelve en esta interpretación, que, a mi entender, complica más las cosas.
Llegados a este punto, no será difícil comprender, al menos, que el
verso 19 haya sido «arreglado» por los primeros editores de Propercio,
bien partiendo de algún manuscrito hoy perdido, bien aportando sus propias conjetura^^^. Éstas son las lecturas más frecuentes:
ut te felici uectam per caerula remo40 y
ut te praeuectam felice Ceraunia remo41
En ambos casos aparece en acusativo el participio, y por lo tanto referido a te sin ningún problema sintáctico.
La primera de ellas ofrece una dificultad casi insalvable, y es la supresión del término Ceraunia, insustituible por fundamental en un poema de
este género. La segunda, a la que también se pone reparos, ha sido defendida no hace mucho por Trankle42.
Piensa que esta variante ofrece una solución satisfactoria. Las dos causas
que han motivado que se la rechace, la forma de ablativo en -e del adjetivo
felice, y lo arbitrario y violento del cambio de orden (praeuectam felice) las
considera objeciones que pueden ser invalidadas. Admite que son raros los
ablativos en -e, pero observa que también Virgilio y Ovidio los han utilizad ~ Propercio,
~ ~ además,
.
se permitiría esa «libertad» precisamente en su libro 1, en el que sigue muy de cerca la técnica de los poetae novi.
39
Pueden verse en SMYTH,O . C . Sólo querría corregir a Smyth en cuanto a que en
Beroaldo se lee caerula. Ceraunia es lo que hay en su edición, de 1487; luego, cuando
su comentario se añade a otro texto diferente, en el que se lee caerula (ed. 1493, 1500)
se sigue leyendo Ceraunia en el comentario. Dice así: Ceraunia: Montes sub Epiri crebris fulminibus dicti ut docet Servius. Alio nomine Acroceraunia nominantur. De las
Sextus Aurelius Propertius. Carmina,
conjeturas sólo haré mención de la de LACHMANN,
Hildesheim, 1973 (= 1816), pp. 39-40: uites por ut te, que, como dice, no plantea problemas paleográficos y que puede defenderse por lugares «paralelos»: Ov. Met. XIV 74,
Rem. 739, Ex Pont. 11 6, 9; Stat. Theb. IV 224. Aunque no necesita énfasis la crítica
de esta conjetura, pues no ha sido seguida, hay que resaltar que en ninguno de esos lugares se halla nada comparable al felici remo, que plantearía aquí el problema.
En la ed. de Volscus 1482, Véneta de 1493, Aldina de 1515, Véneta de 1520.
Livineus (In Catullum, Tibullum, Propertium Doctissimae Ioannis Livenei Notae,
Francofurti, 1621, p. 58). ESCAL~GERO,
o.c., p. 361 veía en uectam per caerula una
contaminación; Passerat prefiere como Escalígero felicipraeuecta, aunque precisa que
la otra lectura puede ser buena; caerula puede entenderse por «cerúleo mar», trayendo en su apoyo Virg. Aen. 111 208.
41
Itali, Guyet, Heinsius. Munro 1876. C ' SMYTH,
o.c., p. 11. Defendido por
TRANKLE.
Añadimos que era también la de Beroaldo.
42 Art. cit., pp. 563-565.
43 Virg. Ecl. VI11 75: impare (referido a número); Ov. Her. VI11 64 perenne
¿UN ANACOLUTO EN PROPERCIO 1 8,19-20?
191
Considera que la segunda objeción, la de la arbitraria transposición,
sólo puede emanar del desconocimiento de la corrupción sufrida por los
textos antiguos a través de los siglos; puede confirmarse esta corrupción,
dice, por otros lugares del mismo P r ~ p e r c i o ~Igualmente
~.
no es raro,
continúa, que los copistas o correctores «arreglen» la prosodia de los versos que a través de algún cambio han llegado a ser amétricos; sugiere que
algo de eso ha podido ocurrir en nuestro caso.
La propuesta de Trankle, aunque no explicitada así, es: de praeuectam felice (lectura primitiva), se pasó por una transposición, a felice
praeuectam; posteriormente algún copista (o más de uno) arregló el texto
cambiando felice, forma rara, por la usual y métricamente precisa felici;
como tampoco encajaba en la métrica praeuectam, fue substituida esta
forma por praeuecta (1.O praeuectam felice; 2 . O felice praeuectam; 3 . O felici
praeuecta). Justifica su hipótesis en que estos cambios tendrían lugar en
un momento de descomposición del sistema casual latino.
Reconoce Trankle, además, que con la lectura de los Ztali, por él defendida, el adjetivo y sustantivo, felice ... remo, no dejan enmarcado,
como está en los manuscritos, el término regente; dos ejemplos de Propercio en que hallamos una disposición de palabras semejante, Prop. 11
8, 33 s. (uiderat informem multa Patroclon harenalporrectum) y 1 3,' 1 s.
(qualis.. . iacuit.. . languida desertis Gnosia litoribus), le sirven para aminorar esta posible objeción.
P. Fedeli45 vuelve a oponerse a esta lectura defendida por Trankle,
basándose de nuevo en que habría que admitir, además de la transposición, el ablativo en -e, del que no existen ejemplos en Propercio.
Con nuevas razones la rechazaba R. Führer4'j. Hace notar que la
repetición de dos sílabas iguales contiguas (feliCE CEraunia) es algo evitado escrupulosamente en el libro 1 de Propercio. Esta razón le lleva
igualmente a recelar de arMA MAnu de 1 3, 16.
Esto podría al menos ponerse en tela de juicio; el que no sean frecuentes en el libro 1 no implica necesariamente que no pudiese darse algún caso, sería la excepción que confirma la regla, mucho más, cuando
casos de repeticiones silábicas semejantes las hay en los otros libros de
Propercio, en Virgilio, como el mismo Führer reconoce [eran predilectas
en Tibulo].
(referido a fonte); Met. XV 743 caeleste (referido a specie); Fast. 111 654 perenne (referido a amne); Pont. IV 14, 35 sollerte (referido a Ulixe); Fast. VI 158 bimenstre (referido a porca).
44
Cf.art. cit., p. 564; defiende allí la transposición de Housman en 11, 23, 1.
45
O . C . ,p. 219.
46
«Eufonia e critica testuale (A proposito del primo libro di Properzio)», Maia
27, 1975, pp. 217-220.
192
F. MOYA DEL BANO
Yo, desde luego, veo cierta bondad en esta lectura de los Ztali, que no
necesariamente tendría que ser conjetura, sino la lectura de algún manuscrito hoy perdido, que pudiera tener cierto valor y en el que se basaría
algún o algunos humanistas; la transposición podría ser lo que hoy se lee
(felici praeuecta). La libertad de los poetas y la dependencia properciana
de los novi, como Trankle reconoce, podría justificar el empleo de felice.
En cuaiito a praeuecta a mí me gustaría sugerir que, de ser ésta la lectio
genuina, debió ser leída por algún copista con la abreviatura de la m borrada o destruida por cualquier causa. La transposición, y a su vez la regularización de felice en felici, se podría comprender más fácilmente
(praeuectü felice -D felici praeuecta) .
Pese a reconocerle algunas virtudes, el peso de la tradición manuscrita
hace difícil liberar a esta lectura de la sospecha de ser una «conjetura»,
y quizá no sea lícito denominarla «variante» en el sentido de tener un
apoyo manuscrito de mayor antigüedad.
Ninguna, pues, de las soluciones anteriores está exenta de problemas.
Quisiera ofrecer ahora una nueva posibilidad.
A mi hipótesis le veo una virtud, la de simplificar la co~nprensióndel
texto. El inconveniente deriva de proponer un pequeño cambio (tu en vez
de te). Propercio podía haber escrito, pienso:
Ut tu felici praeuecta Ceraunia remo
accipiat placidis Oricos aequoribus
cuya traducción literal sería: «Ojalá que tú después de haber sobrepasado
con (o en) feliz remo los montes Ceraunios, te acoja 6rico en sus plácidas
En el texto propuesto hay evidentemente una «faltan4'. Tu praeuecta
(praeuecta iría en nominativo y concertando con tu) sería un nominativw
pendens, y por tanto hay que ver aquí un anacoluto48.
Propercio al comenzar el hexámeíro con tlt tu (para la secuencia ut tu,
cf. Hor. Sat. 11, 6, 53) iba a emplear la fórmula más corriente en un propemptikon (jojalá que tú llegues!) como en Hom. Od. XV 128-129: 06
6É ~ O XULQOV
L
Clcpíno~oO ~ O VEDntip~vovnui (S*
Ys n u ~ ~ L 6yuiuv
u
O en
Eur. Hel. 1465-70: $ nou nóeas &v..., h6fms.. . ~vvehf306oa... vúx~ovES
47 Faltas de este tipo han existido siempre, y pese a la violencia sintáctica, adquieren valores fuertemente expresivos. Sobre ello puede verse el capítulo «Los condicionamientos y las tendencias psicológicas en la sintaxis griega* de S. LASSO
de la
VEGA,o.c., pp. 97-190. También KUHNER-GERTH,
AuSfuhrliche Grammatik der griechischen Sprache, Leverkusen, 1955 (1898') 11, pp. 105-113; KUHNER-STEGMANN,
Ausfuhrliche Gramnzatik der lateinischen Sprache, Darmstadt, 1982 (= 1914), 11 2, pp.
584-589; LOFSTEDT,o.c., 11 pp. 154-172.
C ' S. LASSO,o.c., pp. 322-335 en especial 328 s. También J. CARRIERE,
StyIistique grecque. L'usage de la prose attique, Paris, Klincksieck, 1967, p. 76 s., 127 s.,
Sintaxis histórica de la lengua latina, Barcelona, 1945, 1 p. 24.
206-211; BASSOLS,
¿UN
ANACOLUTO EN PROPERCIO I8,19-20?
193
~6cp~ooÚvav
pero mientras escribe se ha producido un cambio en la mente del poeta y 6rico emerge como sijeto de la frase (en vez de «¡Ojalá
que tú llegues a Órico!», «iOjaiá que 6rico te acoja!»), por lo que en el
segundo verso cambia la idea por la igualmente corriente de que el puerto, la tierra, etc., es la que recibe o acoge a alguien, como en Virg. Aen.
11 70: qune tellus, quae me aequora possunt accipere, o en Aen. 111 78 s.:
huc feror, haec fessos tuto placidissima portu accipit; o en 111 96 s.: (tellus)
eadem vos ubere laeto accipiet reduces; o en 111 707 s.: Hinc Deprani me
portus et inlaelabilis ora accipi:; o en Hor. Sat. 1 5 , 1: egressum magna me
accepit Aricia Roma; o en Prop. IV 9 , 6 5 : angulus hic mundi nunc me mea
fata trahentem, lugares, algunos de ellos, con evidentes seniejanzas con
nuestro texto.
Esta falta cometida por Propercio, que, aun no siendo deliberada en
un principio, pudo agradar al poeta después de percatarse de ella, no está
exenta de valores estilísticos y encaja a la perfección con el tono de una
parte de esta elegía en la que se refleja tan a las claras un lenguaje coloquial, vivo y pleno de afectos. Esta clase de «faltas» solían aparecen en
la comedia49y esta elegía tiene no pocas relaciones con ella50.
Por otro lado, no eran infrecuentes ya en griego esta clase de anacolutos en frases, que, como aquí ocurre, se inician con un nominativo participia15' y en bastantes casos precediendo el nominativo; un ejemplo parecido a éste puede verse en Eur. Zph. Taur. 947 s.
&&Y E6ÉEaxo
&h8&v6' En&imX Q O TpÉv
~ p' 0 6 8 ~ &VOY
i~
la frase comienza como si después fuera a emplearse Ey& E6Éx8-q~.
Así, pues, el texto, que quizá saliese como yo he propuesto del cálamo de Propercio, pudo ser corregido después por algún copista que lo juzgaría incorrecto. Lo único que hizo fue substituir el tu del v. 19 por un
te. Quizá no reparara en que, corregido así el texto, no podía exp!icarse
praeuecta. Tal vez, pienso, porque lo juzgó ablativo absoluto, sin reparar
49
Cf., por ej., P1. Poen. 659 tu, si te dei amant, agere tuam rem occasiost (contaminación de te agere occasiost y tu agere potest); Men. arg. 1 mercator Siculus, cui
erant gemini fílii, ei surrupto altero mors obtigit; Men. 63 nam rus ut ibat forte, ut murtum pluerat ingressus fluvium rapidum ab urbe haud longule, rapidus raptori pueri
subduxit pedes (en vez de ji'umine raptor raptus est); Ter. Hec. nam nos omnes quibus
est alicunde aliquis obiectxs labos, omne quod est interea tempus prius, quam id rescitumst, lucrost (en vez de lucramur, o lucro habemus), citados, entre otros ejemplos,
11-2, pp. 586-589. Un ejemplo en cierto modo similar se lee
por KUHNER-STEGMANN,
en Tib. 1 4 , 59 s.: At tu, qui uenerem docuisti uendere primus 1 quisquis es, infelix urgeat ossa lapis, y en 11 3 , 33 s.
50 Aparte de la técnica dramática presente en esta elegía y defendida por muchos, términos como iste (v. 3), riualis (v. 45) o atque (v. 13) apoyarían esta relación.
Puede verse mi «Prop. 1 S», art. cit., p. 194-197 y la bibliografía citada.
51 Cf. KUHNER-GERIH,
o.c., pp. 105-107.
194
F. MOYA DEL BAÑO
en que tanto la -a de praeuecta como la de Ceraunia tenían que ser breves
en el verso; que Ceraunia fuese juzgado femenino de la primera en vez
de neutro parece fácil de deducir. De pmeuecta -participio de un verbo
deponente- quizá supiese el copista que también podía tener valor pasivo, o quizá ni advirtiera que era de un verbo deponente.
La sospecha de que praeuecta Ceraunia se considerase qablativo absoluto» la sustento en que los copistas no siempre tenían conocimientos métricos, o, al menos, tan profundos y vivos que les hicieran -al copiaradvertir estas irregularidades, pues no es infrecuente encontrar en los manuscritos transposiciones o lecturas inaceptables desde el punto de vista
métrico.
Por el contrario, parece lógico que se reparara al copiar estos versos
en que tu no podía ser sujeto del único verbo en modo personal (accipiat)
y que se precisaba un te, objeto directo del mismo.
Quizá alguien objete que en mi propuesta falta el acusativo complemento de accipiat. A esto se puede responder con los mismos ejemplos
que eran aducidos en otras interpretaciones para justificar su omisións2.
Muchas veces falta el pronombre personal de segunda persona que se esperaría en dativo o en acusativo, pero la presencia de un tu, tua o algún
otro término, facilita el sobreentenderlo. En nuestro caso el tu que defiendo lo explicaría.
Sería iguamente verosímil que el u. 20 hubiese comenzado con un te (te
accipiae 3 . . . ) ; métricamente no plantea problema, por cuanto la vocal del
pronombre se elide ante la inicial vocálica de accipiat. De ser esto así «el corrector~no habría sino cambiado de sitio te y suprimido tu. De todos modos
el «anacoluto» que propugno hace innecesario un te en el u. 20.
La explicación que he dado para la substitución del tu por te me
parece coherente. Defender tu y un «anacoluto» en Propercio, con evidentes valores estilísticos, no sólo facilita las cosas, sino que a su vez hace
honor al poeta.
F. MOYA del BANO
Universidad de Murcia
52
Por ej. los mencionados por NEUMANN:
1 6, 21-22; 11 5, 23-24; 1 4, 16; 1 10,
11; 1110, 26; 11 21, 12, de los más cercanos serían los de 1 6; 1, 1; 11 5; 11 10.
53 Ej. de te con vocal elidida los hay abundantes, cf. Prop. 11 21, 7; 11 24 B, 49;
11 26A 1; 11 32, 5; 111 7, 2; 111 17, 19 o Virg. Aen. 111 410; VI 466; X 557; XII 59.
Repetir el pronombre era además frecuente en los casos de anacoluto; pueden recordarse los textos de Plauto y Terencio citados en nota 49.
L ~ G I C AR
, E T ~ R I C AY ESTÉTICA DEL SINTAGMA
NOMINAL «ADJETIVO-SUSTANTIVO»
EN LAS ODAS DE HORACIO
«El poeta, sin saberlo, se mueve en un orden de
relaciones y transformaciones posibles, de las que
no permite o persigue más que los efectos momentáneos y particulares que le importan en ese estado de
su operación interior*
(VAL~RY
Questions
,
de poésie')
El presente artículo viene motivado por un deseo de entender y penetrar en el «mensaje poético» de las Odas de Horacio. La variedad y riqueza formal que nos ofrece, determinante de su «poeticidad», sería demasiado pretencioso analizarlas en un solo artículo. Es necesario acotar
la multiplicidad de fenómenos formales. Limitaremos nuestro análisis a
una pequeña parcela: las relaciones sintáctico-retóricas entre los constituyentes del sintagma nominal «adjetivo-sustantivo» y las relaciones entre
dos o más sintagmas de este tipo. Para la realización de este trabajo hemos seleccionado indistintamente treinta odas de los cuatro libros.
Partimos del principio jakobsoniano de que los fenómenos «poéticos»
resultan siempre de transformaciones regladas del estado supuestamente
normal del sistema en que se manifiestan. Este principio posee una significación no exenta de lógica. Desvío lingüístico y desvío lógico tienden
a confundirse. A partir de esto es posible construir un modelo lógico de
las figuras del lenguaje poético que nos dé la base de un cálculo de tales
figuras.
La aplicación de la lógica al lenguaje no es nada nuevo ni original. Los
Analíticos de Aristóteles daban por sentado a priori el paralelismo lógicogramatical. En la actualidad la gramática transformacional trató de reducir formas sintácticas aparentemente diferentes a una misma estructura
profunda. El análisis estructural de los franceses y el componencial de los
americanos utilizaron el mismo método aplicado a la semántica. Dos
grandes pensadores, el lógico R. Blanché y el lingüista A. J. Greimas en
investigaciones independientes llegaron a una misma conclusión en torno
a una organización hexádica que el primero llamó «estructura intelectual»
'
Frase citada en el artículo de J. COHEN
«Teoría de la figura» en Investigaciones
retóricas 11, Buenos Aires, 1974, p. 42.
196
JESÚS B E R M ~ D E ZRAMIRO
y el segundo «estructura elemental de significación~~,
donde la lógica
aparece como forma del contenido y la semántica como contenido de la
forma. J. Cohen en su artículo «Teoría de la figuran3 aplica este tipo de
organización hexádica a la retórica, tratando de explicar un conjunto de
figuras semánticas mediante esta estructura.
En este sentido nuestro análisis trata de ser una incursión en el estudio
del sintagma nominal «adjetivo-sustantivo» aplicando como método una
«lógica operativa natural» o «lógica reflexiva» que dé cuenta de las distintas figuras que se generan a nivel sintáctico entre la organización de sus
componentes y la relación entre varios sintagmas del mismo tipo. Nos li~nitaremosa las figuras pertenecientes al nivel sintáctico por ser el más
operativo y el que ofrece, en un comienzo, más posibilidades de comprensión; prescindiremos, por lo tanto, en este artículo de las figuras del
nivei fónico y semántico.
. Constituirá por ello nuestro estudio una práctica de retóriea que tiene
por finalidad ilustrar de manera simple los mecanismos figurativos competentes a una pequeña parcela del mensaje poético de las Odas de Horacio para desembocar en la cuestión de su efecto psicoestético.
1. EL SINTAGMA NOMINAL «ADJETIVO-SUSTANTIVO»
Subdividiremos este apartado en otros dos, de acuerdo a como se presenta este sintagma: estando en contacto sus constituyentes o bien separados por uno a varios lexemas:
A) El adjetivo y el sustantivo están en contacto. Es la forma más
simple: A S. A nivel sintáctico la única figura que produce per ordinem
es la inversión de sus componentes o anástrofe: S + A4. La norma que
rige el orden entre un adjetivo y un sustantivo ha sido ya suficientemente
demostrada: el adjetivo precede al sustantivo, salvo en expresiones estereotipadas o secuencias fijas aplicadas automáticamente. Esto lo ha demostrado de forma muy lúcida el Dr. L. Rubio mediante procedicimiento
estadístico5.
Lo normal es que el sustantivo vaya después del adjetivo. Así en un
sintagma como uolucris dies (Od. 111 28, v. 6) no existe ningún tipo de figura porque se somete a la norma (ordo rect~ls).En cambio litus iniquum
+
R. BLANCHÉ,
Structures Intellectuelles, París, 1966, p. 73 y A. GREIMAS,
En
torno al sentido, Madrid, 1973, p. 153.
art. cit., pp. 11-43.
J. COHEN,
H . LAUSBERG,
Manual de Retórica Literaria, Madrid, 1976, p. 161.
L. RUBIQ,Sintaxis estructural I I , Barcelona, 1976, pp. 13 ss.
LÓGICA,R E T ~ R I C AY ESTÉTICADEL SINTAGMA NOMINAL
197
(Od. 11 10, v. 4) a los ojos de un antiguo debía de resultar chocante. Se
ha producido una alteración del orden normal (transgressio), ha habido
una inversión o anástrofe que supone un cambio de lugar entre dos elementos sucesivos.
Em las Odas de Horacio hay un predominio muy notable de la forma
normal (ordo rectus) sobre la forma invertida (transgressio), se encuentran aproximadamente en una relación de un cinco a un diez por ciento.
Ejemplos de anástrofe tenemos en: igni corusco (Od. 1 34, v. 6); ore alio
(Od. 111 25, v. 8); mater saeua (Od. I V 1, v. 5); Aquilo impotens (Od. 111
30, v. 3).
B) Entre el adjetivo y el sustantivo hay intercalados uno o varios lexemas ajenos o subordinados al sintagma (disyunción). Si representamos
con una X al lexema o lexemas intercalados obtendremos, en principio,
el siguiente esquema: A + X
S. Y de acuerdo con la naturaleza de X
tendremos una primera subdivisión:
b.1. El lexema o lexemas intercalados son ajenos al sintagma. Nos
dará una de las figuras más conocidas por los retóricos y avalada ampliamente por toda la poesía: el hipérbaton6. Se puede interponer entre los
dos términos una oración de la que el sintagma forma parte, un grupo de
palabras o una sola palabra. Distinguiremos entre:
b. 1.1 hipérbaton oracional: El adjetivo y el sustantivo rodean a la
oración de la que forman parte, señalando su principio y su límite, formando una estructura circular. Es el grado más alto de hipérbaton. Hay
en esta figura un cierto suspense entre los miembros del sintagma:
- ... uiridique certab // baca Venafro (Od. 11 6, w. 15-16)
- ... tepidasque praebet // Zuppiter brumas ... (Od. 11 6, VV.17-18)
- ... si trecenis quotquot eunt dies, // amice, places inlacrimabilem //
Plutona tauris... (Od. 11 14, w. 5-7)
- Eheu fugaces Posturne, Postume, 11 labuntur anni ... (Od. 11 14,
VV. 1-2)
+
Es más, a veces el adjetivo y el sustantivo ocupan las partes más sensibles a la percepción en el verso, surgiendo estos dos tipos de combinaciones preferentemente:
Principio + final:
- Martiis caelehs quid agarn Kalendis (Od. 111 8, v. 1)
- inter audaces lupus erat agnos (Od. 111 18, v. 13)
- reiectaeque patet ianua Lydiae (Od. 111 9, v. 20)
- ergo obligatam redde Zoui dapem (Od. 11 7, v. 17)
198
Final
JESÚS B E R M ~ D E ZRAMIRO
+ final:
... recepto /// dulce mihi furere amico (Od. 11 7, w. 27-28)
... mero II tinget pauimentum superbo (Od. 11 14, w. 26-27)
- ... alumnum // quae rapit hora diem (Od. IV 7, VV.9-10)
- ... amico // quae dederis animo (Od. IV 7, w. 19-20)
-
b.1.2. hipérbaton lexemático: Entre el adjetivo y el sustantivo se intercalan una o varias palabras. Distinguimos entre:
Varios lexemas:
- Quis multa gracilis te puer in rosa (Od. 1 5, v. 1)
- ... uuida // suspendisse potenti // uestimenta.. . (Od. 1 5, w. 14-16)
- dicetur merita Nox quoque nenia (111 28, v. 16)
- spargit agrestes tibi silua frondes (Od. 111 18, v. 14)
- gaudet inuisam pepulisse fossor // ter pede terram (111 18, w. 15-16)
- et de te splendida Minos 11fecerit arbitria (Od. IV 7, w. 21-22)
- ille terrarum mihi praeter omnis // angulus ridet.. . (11 6 , w. 13-14)
U n lexema: Constituye el grado más bajo de hipérbaton. El lexema
puede ser de distinta naturaleza:
Nominal o adjetival: Es muy frecuente encontrar un nombre enmarcado por el sintagma nominal «adjetivo + sustantivo». Resulta esporádico,
en cambio, cuando el término enmarcado es un adjetivo:
- grato, Pyrra, sub antro? (1 5, v. 3)
- ... per omnes // te deos ... (1 8, VV.1-2)
- ... mille uafer modis (Od. 111 7, v. 12)
... capacibus // unguenta de conchis ... (Od. 11 7, w. 22-23)
- ... uiridi tempora pampino (Od. 111 25, v. 20)
- ... decrescentia ripas 11 flumina ... (Od. IV 7, w. 3-4)
- ... longus tibi somnus ... (Od. 111 11, v. 38)
- ... ciuilis super urbe curas (Od. 111 8, v. 17)
- ab insolenti temperatam // laetitia ... (Od. 11 3, VV.3-4)
Menos frecuente resulta cuando hay inversión del orden normal del
sintagma: S + S
A:
- ... silua lupus in Sabina (Od. 1 22, v. 9 )
- ... animae fata superstiti (Od. 111 9, v. 12)
- ... puero fata superstiti (Od. 111 9, v. 16)
... Hesperia sospes ab ultima (Od. 1 36, v. 4)
Verbal: El verbo'aparece rodeado de un adjetivo y un sustantivo. Se
podrían citar numerosos ejemplos; nos limitaremos a los siguientes:
- ... liquidis urget odoribus (1 5, v. 2)
- ... flauam religas comam (Od. 1 5, v. 4)
- ... meam canto Lalagen ... (Od. 1 22, v. 10)
+
'
LOGICA, RETORICA Y ESTÉTICADEL SINTAGMA NOMINAL
199
- ... latis alft aesculetis (Od. 1 22, v. 14)
- ... aestiua recreatur aura (Od. 1 22, v. 18)
- ... prisca redit Venus (Od. 111 9, v. 17)
- ... flaua excutitur Chloe (Od. 111 9, v. 19)
-.
-
... apricum // oderit campum ... (Od. 1 8 , w. 3-4)
... Threicia uincat amystide (Od. 1 36, v. 14)
... curua recines lyra (Od. 111 28, v. 11)
iunctis uisit oloribus (Od. 111 28, v. 15)
... tristi // compescit unda ... (Od. 11 14, w. 8-9)
... pudicurn // liberat Hippolytum (Od. I V 7, w. 25-26)
- ... obstinatas // applicet aures (Od. 111 11, w. 7-8)
- ... laxo meditantur arcu (Od. 111 8, v. 23)
- ... tacentem // suscitat Musam ... (Od. 11 10, w. 18-19)
En menor número aparece cuando hay inversión del sintagma nomiA:
nal: S + X
- ... cuns uagor expeditis (Od. 1 22, v. 11)
- ... iugo cogit aereo (Od. 111 9, v. 18)
- ... nonae redeunt Decembres (Od. 111 18, v. 10)
- ... cursus // cogor relictos ... (Od. 1 34, w. 4-5)
+
Adverbial: Al igual que en los anteriores casos se puede dar con el orS) o invertido (S
X
A):
den normal (A + X
- ... morantem saepe diem ... (Od. 11 7, v. 6)
Angustarn amice pauperiem ... (Od. 111 2, v. 1)
- ... Chloen semel arrogantem (Od. 111 26, v. 12)
- ... urna paulum // sicca ... (Od. 111 11, w. 23-24)
- ... spatio longius annuo (Od. I V 5, v. 11)
+
+ +
Cuando hay intercalados una preposición o un lexema subordinante o
coordinante, nos encontramos más bien ante un caso de anástrofe que de
hipérbaton, y tal es el caso de expresiones como: uultus ubi tuus (Od. I V
5, v. 6), tempus in ultimum (Od. 11 7 , v. 1) o reges in ipsos (Od. 111 1 ,
v. 6), etc.
b.2. El lexema o lexemas intercalados están subordinados al sintagma. Aquí surge el problema de establecer la norma que determine la
colocación normal de sus componentes. Habrá que tener en cuenta si el
elemento subordinado depende del adjetivo (complemento adjetival o
participial) o del sustantivo (complemento adnominal). Siguiendo el procedimiento estadístico del Dr. L. Rubio observamos que el complemento
adnominal se sitúa entre el adjetivo y el sustantivo (A -I-X S), al igual
que si se trata de un complemento adjetival; pero si se trata de un participio, el orden que surge es el mismo que el de una oración: sujeto, en
este caso sustantivo, complementos, equivalentes a los elementos subor-
+
200
JESÚS B E R M ~ D E ZRAMIRO
dinados y verbo, igual al participio, con lo que el orden normal sería el
inverso al anterior: S
X + A.
+
Por lo tanto, consideraremos desvío de la norma todas aquellas formas que no sigan esta ordenación. El cálculo de las formas posibles por
combinación de tres elementos dan un total de seis. Si aplicamos la reiórica a estas seis formas se produce una reducción drástica a una sola figura, la anástrofe o cambio de lugar de dos elementos sucesivos. Ahora
puede ocurrir que sea un solo elemento el que está fuera de lugar o dos
a la vez, produciéndose simultáneamente dos anástrofes; este iiltimo caso
se produce cuando hay inversión del orden normal que hemos establecido
entre el adjetivo y el sustantivo o entre el sustantivo y el adjetivo, dando
lugar a los siguientes esquemas distribuidos en tres pares opuestos:
1. A
verbal:
+ X + S: Orden normal con excepción del adjetivo con valor
Complemento del adjetivo:
-
... huida ... armis // bracchia ... (Od. 1 8, VV.10-11)
... asperum 11tactu leonem ... (111 2, w. 10-11)
... potenti // ... maris deo ... (1 5, v. 16)
-.
Complemento del participio (anástrofe):
- ... nocentem // corporibus ... Austrum (11 14, VV.15-16)
- ... nactae uitulos leaenae (111 11, v. 33)
- iacíis in altum rnoli'bus ... (111 1, v. 34)
Complemento del sustantivo:
- ... uindis Nereidum comas (111 28, v. 10)
- nigris ... Erymanthi Il siluis ... (1 21, w. 6-7)
- ... notas // uirginum poenas ... (111 11, w. 25-26)
- ... inane lymphae // dolium ... (111 11, VV. 26-27)
Muy típica es la forma en la que un complemento adnominal formado
por un adjetivo y un sustantivo rodea precisamente al nombre del cual va
dependiendo:
- multi Lydia nominis (111 9 , v. 7)
- Thurini Calais filius Ornyti (111 9 , v. 14)
- ... rnarinae 11filium ... Thetidis (1 8, VV.13-14)
- constantis iuuenem fide (111 7, v. 4)
- ... multi Damalis meri (1 36, v. 13)
- lasciui suboles gregis (111 13, v. 8)
- ... obsoleti 11 sordibus tecti ... (11 10, w. 6-7)
2. S + X
y sustantivo:
+ A: Es la opuesta a la anterior. Hay inversión del adjetivo
L ~ G I C A RETORICA
.
Y ESTÉTICA DEL SINTAGMA NOMINAL
Complemento del adjetivo (anástrofe):
- ... me ... tui // plenum ... (111 25, VV.1-2)
- ... Dominusque terrae // fastidiosus ... (111 1, VV. 36-37)
Complemento del participio (orden normal):
- ... carmina non prius // audita ... (111 1, VV.2-3)
- ... in terra domibus negata (1 22, v. 22)
- ... cadis tibi destinatis (11 7, v. 20)
- ... non alius flectere equum sciens (111 7, v. 17)
Complemento del nombre: Sólo se da casualmente cuando el sustantivo y adjetivo son el complemento adnominal:
- ... Cereris sacrum // ... arcanae ... (11-1 2, VV.26-27)
3. X
+
A
+
S: En este caso hay anástrofe del elemento subor-
dinado:
Complemento del adjetivo:
... nostri memorem
L
... // ... querellam (111 11, VV.51-52)
Complemento del participio: Aquí hay una doble anástrofe, una viene
determinada por el elemento subordinado y otra por ei cambio de lugar
del participio:
- ... dulce ridentem Lalagen (1 22, v. 23)
- .:. non Zephiris agitata Tempe (111 1, v. 24)
Complemento del sustantivo: Es muy esporádica:
- ... patrum // sancto consilio ... (IV 5, VV.3-4)
Es más corriente cuando el sintagma nominal es el elemento subordinado:
- sub cantu querulae ... tibiae (111 7, v. 30)
- ... sub curru nimium propinqui // solis ... (1 22, w.21-22)
- arbitrio popularis aurae (111 2, v. 20)
+ +
4. X S A: Es el opuesto al anterior. No hay ningún ejemplo que
siga este esquema.
+ +
5. A S X: Ocasionalmente se da cuando se trata de un complemento adnominal formado por un adjetivo y un sustantivo que preceden
al nombre del que dependen:
- imbellis iuuentae // poplitibus (111 2, w. 15-16)
6. S
+ A + X: Opuesta a la anterior. Es poco usual:
- corticem adstrictum pice ... (111 8, v. 10)
- ... deum // cingentem tempora pampino (111 25, w. 19-20)
- ... manus auidas ... heredis ... (IV 7, v. 19)
202
JESÚS BERMÚDEZ RAMIRO
Aquí hay incluso una doble anástrofe, porque tanto el elemento subordinante como el subordinado están fuera del «ardo rectuw.
11. RELACIONESENTRE DOS SINTAGMAS
Las relaciones en las que pueden entrar dos sintagmas nominales,
constituidos por un adjetivo y un sustantivo, podemos agruparlas en torno
a los siguientes conceptos: coordinación, yuxtaposición, combinación, subordinación, enmarcación y concatenación.
La yuxtaposición y la coordinación suponen la unión de dos sintagmas
por simple adición o por conjunciones coordinativas. Tal relación se puede dar en el interior de una oración o entre dos o más sintagmas equivalentes en oraciones diferentes. Así por ejemplo:
- ... tutus caret obsoleti 11 sordibus tecti, caret inuidenda 11 sobrius
aula (11 10. VV.6-8)
- spargit agrestes tibi silua frondes, 11 gaudet inuisam pepulisse fossor 11 ter pede terram (111 18, VV. 14-16)
- uoueram dulces epulas et album 11 Libero caprum ... (111 8, w. 6-7)
- quid si prisca redit Venus 11 diductosque iugo cogit aeneo? (111 9,
VV.17-18)
- tonantis // egit equos uolucremque currum (1 34, w. 7-8)
La combinación se caracteriza por la relación en el interior de una
oración entre dos sintagmas cuyo nexo lo constituye la simple trabazón
sintáctica de los elementos constitutivos de una oración. Se opone en este
sentido a la adición y coordinación:
- Medus infestus sibi luctuosis 11 dissidet armis (111 8, VV. 19-20)
- contrahes uento nimium secundo / / turgida uela (11 10, w. 23-24)
- destnctus ensis cui super impia // ceruice pendet ... (111 1, w. 17-18)
- contracta pisces aequora sentiunt 11 iactis in altum molibus (111 1,
w. 33-34)
- cur ualle permutem Sabina 11 diuitias openosiores? (111 1, w. 47-48)
En la subordinación un sintagma depende del otro. El sintagma subordinado puede ser un complemento del sustantivo o un complemento del
adjetivo o participio:
- ... frons turgida cornibus 11 primis ... (111 13, w. 4-5)
- ... heres Caecuba dignior 11 seruata centum clauibus ... (11 14, w.
25-26)
- fractisque rauci fluctibus Hadriae (11 14, v. 14)
En la enmarcación un sintagma rodea al otro, formando una estructura circular. Tiene semejanzas con el hipérbaton que ya hemos estudiado;
L ~ G I CRETORICA
A.
Y ESTÉTICADEL SINTAGMA NOMINAL
203
la única diferencia consiste en que el término rodeado es un sintagma nominal formado por un adjetivo y un sustantivo que entra en una relación
figurativa con él. Se da en el interior de una oración:
- ... cauis impositam ilicem // saxis ... (111 13, w.14-15)
- ... cyathos amici // sospitis centum ... (111 8, VV. 13-14)
- ... nitentis // malobathro Syrio capillos (11 7, w. 7-8)
- ... herboso pecus omne campo (111 18, v. 9)
La concatenación o encadenamiento se caracterizan porque los dos sintagmas se encuentran trabados como si se tratara de dos eslabones de una
cadena:
- ... heres Caecuba dignior // seruata ... (11 14, VV. 25-26)
- ... desideriis icta fidelibus // ... patria ... (IV 5, VV. 15-16)
- ... tener pleno ... haedus anno (111 18, v. 5)
La retórica clásica reduce las relaciones entre estas dos sintagmas nominales a dos figuras o schemata: el paralelismo o isocolon y el quiasmo7.
El paralelismo supone la ordenación de los elementos de forma regular y
en el mismo orden: A S + A'
S', mientras el quiasmo supone un entre-cruzamiento de estos términos: A + S
S' + A'.
+
+
+
Esta figura no siempre se presenta bajo formas tan simples. Teniendo
en cuenta el sistema de relaciones que hemos establecido, distinguimos
tres tipos de paralelismos y quiasmos, en función de que los sintagmas
aparezcan uno al lado del otro (yuxtapuestos o coordinados), uno enmarcando al otro (circulares) o bien trabados (encadenados):
A) Paralelismos y quiasmos yuxtapuestos o coordinados: Se caracterizan porque un sintagma aparece a continuación de otro. Adoptamos la
terminología de yuxtapuestos o coordinados por ser la más frecuente y la
más conocida. No obstante, la relación entre dos sintagmas consecutivos
se puede establecer no sólo por coordinación y yuxtaposición, sino también por combinación y subordinación.
El caso más sencillo de paralelismo es el ya expuesto: en los dos sintagmas el adjetivo precede al sustantivo (A + S + A' + S'), pero tal esquema puede invertirse, es decir, que sea el sustantivo el que preceda al
adjetivo: S
A + S'
A'.
Al igual que ocurre con el quiasmo, se pueden producir dos posibilidades: en el primer sintagma el adjetivo precede al sustantivo y en el
S', o bien invertirse los térsegundo ocurre lo contrario: A + S + A'
minos: S + A
S' + A'.
+
+
+
H. LAUSBERG,
o,c., pp. 166 y 169.
+
204
JESÚS B E R M ~ D E ZRAMIRO
Dan un total de cuatro formas a las que denominaremos del siguiente
modo:
Paralelismo recto: Si representamos con una flecha la unión de cada
adjetivo con su correspondiente sustantivo obtenemos el siguiente esquema:
+ + + f'
A
+
Lo denominamos paralelismo recto porque su ordenación está de
acuerdo con las normas que rigen el orden de las palabras en latín8. Hay
en este tipo de paralelismo una cierta progresión, marcada por las flechas
en una especie de tirón hacia adelante:
- uetus ara multo // fumat odore (111 18,
A
S
+'
VV.
7-8)
S'
Paralelismo invertido: Se opone al anterior. Responde al siguiente esquema:
-
... frons turgida cornibus // primis ... (111 13, VV. 4-5)
S
A
u
S'
A'
1-
- Cantabrum indoctum iuga ferre nostra et (11 6 , w. 2)
S
u
A
S T - _A
d'
Quiasmo interior o endoquiasmo: Lo denominamos así porque los sustantivos aparecen enmarcados por los adjetivos y, si lo representamos
gráficamente con una flecha señalando su dirección, vemos que se dirigen
al interior de ambos sintagmas:
'43s + u
S' + A'
- raro antecedentem scelestum // deseruit pede Poena claudo (11 6 ,
A
d
S'
A' VV.17-18)
u
205
L ~ G I C A RETORICA
,
Y ESTÉTICA DEL SINTAGMA NOMINAL
-
... in propios greges, // reges in ipsos ... (111 1, VV. 5-8)
A
S'
S
u
A'
Quiasmo exterior o exoquiasmo: Es el opuesto al anterior:
S+A++'+$'
0
- uer uhi longum. tepidasque praebet // Zuppiter brumas ... (11 6, w.
S
A'
A
-
- Medus infestus sibi luctuosis // dissidet arrnis (111 8,
S
17-18)
S'
I
A
A'
1
VV.
19-20)
S'
- contrahes uento nimium secundo // turgida uela (11 10, VV. 23-24)
S
t
-
A
A'
S'
u
... pede barbaro // lustratam Rhodopen ... (111 25, VV. 11-12)
S
A
A'
S'
I
B. Paralelismos y quiasmos circulares: Se caracterizan porque uno
de los sintagmas rodea al otro formando una estructura circular. De entre
los tipos de relaciones señaladas aquí se dan obviamente la enmarcación,
relación que les caracteriza, la subordinación y la combinación.
Al igual que con los paralelismos y quiasmos yuxtapuestos o coordinados, en este caso también se dan cuatro posibilidades:
Paralelismo recto: Su esquema es:
A+A'+S'+S
- ...cauis impositam%
(111 13, VV. 14-15)
S
- Cressa ne careat pulchra dies nota (1 36,
9' $'
A
v.
10)
S
u
- te flagrantis atrox hora Caniculae (111 13, v. 9)
A
1
A'
S'
u
S
t
206
JESÚS BERMÚDEz RAMIRO
- laeuum marinae qui Veneris latus (111 26, v. 5)
A
1
- Seruit
S'
S
-A
Hispanae uetus hostis orae (111 8, v. 21)
A
I
S' S
u
+
A'
Este esquema da lugar al famoso verso áureo, donde el verbo aparece
en el centro simétrico de los cuatro lexemas aprisionándole en una estructura circular o cíclica:
- omne capax mouet urna nomen (111 1, v. 16)
u
Este verso nos recuerda por su forma el famoso verso cuatro de la Bucólica IV de Virgilio:
Vltima Cumaei uenit iam carminis aetas
Su organización ha sugerido a algún comentarista paralelos con la simetría cíclica de las Edadesg. En nuestra opinión sólo responde a un efecto estético producto de la aplicación de una lógica selectiva más o menos
consciente. Su simbología es más bien una apreciación crítica excesiva
que una intención poética.
Paralelismo invertido: Es el opuesto al anterior:
S+S7+A'+A
Es muy esporádico:
u
- ... Cyathos amici 11 sospitis centum ... (111 8, VV. 13-14)
S
Quiasmo interior o endoquiasmo: En este caso la terminología no se
adapta muy bien a Su representación gráfica; no obstante, adoptamos
aquélla por analogía con el quiasmo interior yuxtapuesto o coordinado y
Cita de J. LUQUErecogida en Una lectura de la Bucólica cuarta, Granada,
1982, p. 20.
-
LÓGICA, RETORICA Y ESTl?TICA DEL SINTAGMA NOMINAL
207
con el quiasmo interior encadenado que veremos más adelante. Su esquema es el siguiente:
A+S'+A'+S
-
... inmanis dibi blandienti // ianitor aulae (111 11, w. 11-12)
'? 2'
9'
S
r
- ... nitentis // malobathro Syrio capillos (11 7, w. 7-8)
- ludit
herboso pecus omne campo (111 18, v. 9)
'A
S'
A'
S
1
- - r
Quiasmo exterior o exoquiasmo: Es el opuesto al anterior. Valgan las
mismas palabras sobre su forma gráfica. Sólo se da ocasionalmente:
- matrona bellantis tyranni // prospiciens.. . (111 2, w. 7-8)
LLL2l.3
C . Paralelismos y quiasmos encadenados.. Se caracterizan porque
ambos sintagmas aparecen trabados como dos eslabones de una cadena.
Se da obviamente la relación de concatenación que los caracteriza, pero
también la de subordinación y combinación. El cálculo de posibilidades
nos da también cuatro formas distribuidas en dos pares opuestos como en
los casos anteriores:
Paralelismo recto: Responde al siguiente esquema:
Se pueden citar numerosos ejemplos, entre los que tenemos:
- sic desideriis icta fidelibus // quaesit patria Caesarem (IV 5, w. 15-16)
A'
S
-A
S'
$i
JESÚS BERMÚDEZ RAMIRO
- ... pigris ubi nulla carnpis // arbor
s.
... (1 22,
- ... fideli tuta silentio // rnerces ... (111 2,
A
-
A'
VV.
17-18)
25-26)
S
... aspera // nigris aequora uentis (1 5, VV.
A
VV.
A'
S
6-7)
S'
Al igual que en el verso áureo, donde el verbo se encuentra entre los
dos adjetivos y los dos sustantivos, en este tipo de páralelismo también
aparece en ocasiones el verbo colocado en el centro simétrico de los cuatro lexemas; la única diferencia está en el tipo de relación, puesto que en
el verso áureo por excelencia hay una relación de enmarcación y en este
otro caso una relación de encadenación:
- si tener pleno cadit haedus anno (111 18, v. 5)
u
A
S'
T
Una variante de este tipo lo cqnstituyen aquellas formas que siguen su
misma estructura pero no están encuadradas en un verso, sino que abarcan dos versos:
- ... Gallica nec lupatis // temperet ora frenis (1 8, w. 6-7)
A
A'
S S'
* *
!
-
... cruenta // per medias rapit ira caedis (111 2, w.
11-12)
I
*
A
S
-
S'
Paralelismo invertido: Contrario al anterior. Es poco usual:
S+S'+A+A'
1
-- ... heres Caecuba dignior // seruata ... (11 14, w.
S
25-26)
LÓGICA, RETORICA Y ESTÉTICADEL SINTAGMA NOMINAL
209
Quiasmo interior o endoquiasmo: En este caso la terminología y la representación gráfica de esta figura se corresponden. Al igual que el anterior, su uso es esporádico:
A+S'+S+A'
-
8
... alteris 11 te mensis adhibet deum (IV 5, w. 31-32)
S'
S
4'
Incluso en este ejemplo que hemos encontrado con dificultad tenemos
que «deum» no es un adjetivo sino un sustantivo con función predicativa.
La figura retórica es indiferente a esta distinción por lo que nosotros lo
hemos anotado con A' al igual que los otros ejemplos.
Quiasmo exterior o exoquiasmo: Contrario al anterior:
... tabula sacer // uotilka paries ... (1 5,
S
S'
1
"
t
,
VV.
13-14)
- darnna turnen celeres reparant caelestia lunae (IV 7, v. -13)
S
A'
A
Este verso nos recuerda al verso áureo:
- Maecenas atauis edite regibus (1 1, v. 1)
m
111. RELACION ENTRE TRES O MÁS SINTAGMAS
La relación de tres o más sintagmas nominales objetos de nuestro
estudio reproduce de forma multiplicada e infinita los paradigmas ya
establecidos, produciendo un efecto de variedad. Pero, si ilimitado es el
número de sus combinaciones, limitado es, en cambio, el número de sus
modelos. Uno de los objetivos de este trabajo ha sido precisamente determinar esos modelos que dan una gama numerosísima de posibilidades
combinatorias.
Vamos a examinar a continuación una serie de ejemplos escogidos al
azar que vienen en apoyo de estas afirmaciones:
a ) dulce pellitis ouibus Galaesi
flurnen et regnata petarn Laconi
rura Phalanto
(11 6 , W . 10-12)
En esta estrofa distinguimos tres estructuras organizadas del siguiente
modo:
dulce
... Galaesi 11 flumen
Esta primera estructura responde al esquema: A + X + S. No hay
ningún tipo de figura en sus componentes, que guardan un orden normal.
Hay que señalar además la situación de dulce y flumen al principio del
verso, en posición destacada. La intercalación entre estos dos lexemas del
sintagma peklitis ouibus crea un cierto suspense (hipérbaton) que intensifica Galaesi.
dulce pellitis ouibus ... 11 flumen
A
A' S'
S
u
L
En esta forma hay una relación de enmarcación entre los dos sintagmas nominales cuyos elementos constitutivos poseen el mismo orden; el
adjetivo precede al sustantivo (ordo rectus), dando el tipo de isocolon al
que hemos denominado «paralelismo recto». La relación entre estas dos
estructuras descritas es de una simple combinación.
... regnata ... Laconi 11 rura Phalanto
A
Aquí los dos sintagmas nominales se encuentran en una relación de
concatenación o encadenamiento y sus elementos constitutivos están entrecruzados, dando el tipo de figura a la que hemos denominado «quiasmo interior» o «endoquiasmo». La relación entre esta forma y la anterior
es de coordinación, unidas por la conjunción «et».
b) uisendus ater flurnine languido
Cocytos errans et Danai gerius
infame darnnatusque longi
Sisyphus Aeolides laboris
(11 14, VV. 17-20)
Del lexema verbal uisendus dependen tres formas diferentes unidas
entre sí por una relación de coordinación:
ater flumine languido 11 Cocytos errans
A S'
Hay una relación de enmarcación entre ater ... Cocytos, término enmarcador, y flumine languido, término enmarcado. Las figuras retóricas
a que da lugar la combinación de estos cinco lexemas son: quiasmo entre
ater ... Cocytos y flumine languido y paralelismo invertido entre flumine
languido y Cocytos errans.
- et Danai genus infame
X
S
A
La figura retórica que se produce en este miembro es una anástrofe,
porque A se encuentra descolocado respecto a X + S. Su orden normal
sería: infame Danai genus.
-
... damnatusque longi // Sisyphus Aeolides laboris
u
A
S'
1'
Hemos considerado a Sisyphus Aeolides como un solo sustantivo porque en este caso el que Aeolides sea un patronímico supone una estrecha
ligazón con Sisyphus y además no afecta en nada a la relación retórica con
los demás lexemas. Hay una relación de encadenamiento y la figura retórica que se produce en función de esta relación es un paralelismo recto
encadenado.
c ) rugis et instanti senectae
adferet indomitaeque morti
(11 14,
VV.
3-4)
Es muy frecuente que uno de los miembros esté formado por un sustantivo no acompañado'de un adjetivo. Se da sobre todo en estructuras
trimembres como este ejemplo.
Cualquier entendido en retórica vería aquí una figura muy conocida,
la gradatio ascendente o climax. Tal gradación viene determinada a nivel
sernántico mediante la descripción de un proceso gradual que comienza
con la aparición de las arrugas (rugis) y avanza de forma progresiva con
la vejez (instanti senectae) para desembocar en la muerte (indomitaeque
morti). Este proceso viene apoyado a nivel métrico por el número ascendente de sílabas en sus miembros: 2 6 7. Y a nivel fónico encontramos
+ +
212
JESÚS B E R M ~ D E Z
RAMIRO
que el elemento común entre los tres miembros es la i , que aparece distribuida de forma gradual en: 1 + 2
3.
+
Es evidente que lo relación en la que entran estos tres componentes
es una relación de coordinación. Hay además un paralelismo recto entre
instanti senectae e indomitaeque rnorti.
d) quo pater Aeneas, quo Tullus diues et Ancus
(IV 7, v. 15)
Éste es un caso contrario al anterior, el sustantivo no acompañado de
adjetivo aparece al final y no al principio. La relación entre los tres miembros es la yuxtaposición y coordinación. Y entre pater Aeneas y Tullus
diues se produce un quiasmo interior o endoquiasmo.
e ) Septimi, Gades aditure mecum et
Cantabrum indoctum iuga ferre nostra et
barbaras Syrtes, ubi Maura semper
aestuat unda.
(11 6 , VV.1-4)
Este ejemplo responde a la misma organización que los dos anteriores
(estructura trimembre), pero hay una mayor complicación en su combinación. Del lexema verbal aditure dependen tres acusativos: Gades, Cant ~ b r u my Syrtes. El primero, Gades, no va acompañado de ningún adjetivo; en cambio, los otros dos poseen cada uno una determinación adjetival, situándose ambos sintagmas al principio de verso, pero de forma
contraria:
Cantabrum indoctum ... // barbaras Syrtes ...
LA A'is
'
No es difícil ver aquí un quiasmo exterior coordinado.
A su vez estos sintagmas van completados por dos oraciones, de infinitivo la primera y de relativo la segunda. Los sintagmas nominales que
responden a la estructura gramatical «adjetivo sustantivo» y que se encuentran en estas dos oraciones también se oponen en su organización:
iuga ... nostra ... // ... Maura ... unda
A'
S'
+
LA
u
Tenemos también aquí el mismo tipo de quiasmo que en el caso
anterior. Hay que señalar además que entre los lexemas de ambos sintagmas se intercala un verbo (hipérbaton verbal) que ratifica la relación entre estos dos sintagmas.
213
L ~ G I C ARETORICA
,
Y ESTÉTICA DEL SINTAGMA NOMINAL
Observamos finalmente que hay una oposición formal entre los dos ú1timos miembros de la estructura trimembre: paralelismo invertido / paralelismo recto:
Cantabrum indoctum iuaa
barbaras Syrtes,
... nostra
... Maura ... // ... unda
f) Se pueden encontrar paralelismos o bien quiasmos en cadena,
como:
Iustum et tenacem propositi uirum
non ciuium ardor praua iubentium,
non uultus instantis tyranni
mente quatit solida neque Auster
(111 3, VV.1-4)
Nótese la distribución formal entre estos sintagmas nominales; uno en
cada verso:
Zustum et tenacem
A
... uirum // ... ciuium ... iubentium //
+
S
S'
A'
... instantis tyranni // mente ... solida.
+
A"
S99
+
S",
A
9
9
3
g) Un ejemplo de enmarcación de tres sintagmas rodeando al verbo
y formando una estructura circular lo tenemos en la Oda 111 7:
Quid fles, Asterie, quem tibi candidi
primo restituent uere Fauonii
Thyra merce beatum
(111 7,
W.
1-3)
Los sintagmas «quem ... beatumn, «candidi ... Fauoniin y «primo ...
uere» se sitúan en círculos concéntricos aprisionando al verbo que ocupa
el centro geométrico. Lo podemos representar gráficamente del siguiente
modo:
JESÚS BERMÚDEZ RAMIRO
h) Finalmente citamos un ejemplo donde Horacio juega con sintagmas formados por «adjetivo + sustantivo» y lexemas nominales o adjetivales no acompañados:
regum timendorum in propios greges,
reges in ipsos imperium est Iouis,
clari Giganteo triumpho,
cuncta supercilio mouentis
(111 1, w. 5-8)
Estos cuatro versos están distribuidos en dos pares paralelos que se
corresponden de forma entrecruzada, el primero con el tercero y el segundo con el cuarto: regum, forma lexemática no acompañada, se corresponde a nivel formal y estético con clari, los dos a comienzo de verso;
L ~ G I CRETORICA
A.
Y ESTÉTICA DEL SINTAGMA NOMINAL
215
a su vez in propios greges se corresponde con Giganteo triumpho, sintagmas nominales situados al final de verso; por otra parte, reges in ipsos se
corresponde con cuncta supercilio, dos sintagmas colocados al principio
verso. Al lexema cuncta a efectos estéticos hay. que
considerarle como
.
adjetivo. Zouis se corresponde con mouentis.
Cada par de versos consecutivos posee una estructura quiasmática:
regum ... in propios reges
x
reges in ipsos ... Luis
clari Giganteo triumpho
Se podrían citar numerosísimos ejemplos, pero los expuestos son suficientes para demostrar que las combinaciones son ilimitadas, y que sus
constituyentes limitados responden a los paradigmas establecidos.
En resumen, las transformaciones del sintagma nominal, objeto de
nuestro análisis, no se producen a capricho del poeta, pues se basan, si
no de derecho al menos de hecho, en un conjunto limitado e invariante
de reglas operativas que se corresponden con las figuras retóricas. Es, si
se quiere, un capricho regulado. Expresa la elección más o menos deliberada de una figura.
Usando las posibilidades de la retórica se pueden explicar los fenómenos figurativos; si no todos, al menos los preferenciales que rigen la
relación entre «adjetivo + sustantivo» y las relaciones entre varios sintagmas nominales del mismo tipo. En este caso concreto las figuras resultantes no constituyen más que un subconjunto muy reducido del inventario
retórico clásico.
Este sistema de relaciones ofrece a primera vista una gran multiplicidad de combinaciones, pero tras ellas se esconden unos componentes
paradigmáticos de cuya interrelación surge la plasmación de unas determinadas formas de «mensaje poético».
216
JESÚS B E R M ~ D E ZRAMIRO
El poeta disponía de un material rudimentario con el que juega en sus
múltiples posibilidades con la finalidad de crear un efecto estético. Este
efecto estético no está exento de una cierta lógica, como afirma J. Simeray: «Definiremos lo esencial del hecho literario como un efecto de sensibilidad producido por una lectura; admitiremos a continuación que este
efecto de sensibilidad corresponde a una estructura
El poeta se
presenta como un verdadero factor ludicus.
Ana!izar todas las posibilidades lógicas es tratar de comprender el
mensaje poético, pero la estética que está en función de la lógica no viene
determinada por ella. Las preferencias de unas estructuras sobre otras
son preferencias estéticas que caracterizan a un poeta en concreto o a una
poesía de una época determinada. El hecho de que en las Odas de Horacio un adjetivo y un sustantivo enmarquen a un verbo o a una oración
en un orden de frecuencias superior a otras formas del mismo tipo, el que
se produzca el verso áureo, la preferencia de un determinado quiasmo
por otros posibles, el «horror» a la repetición de las mismas formas en
contacto o cercanas, son hechos que no responden en exclusiva a unas necesidades métricas sino que persiguen esencialmente un fin estético.
En la adaptación del ritmo eólico a la poesía latina, obviamente desempeñó un papel de primer orden la estructura gramatical «adjetivo +
sustantivo». Hecho, por otra parte, comprensible, ya que este sin-tagma
nominal se adapta muy bien a cualquier tipo de métrica por las posibilidades de elección que ofrece. Sustituir, por ejemplo, un adjetivo por otro
no le debe resultar muy difícil a un poeta.
Ahora bien, el poeta no sólo dispone de un bagaje cultural lo suficientemente amplio para realizar todo tipo de sustituciones, persigue ante
todo un fin estético. Cabe la posibilidad de componer un poema en sáficos métricamente correcto, pero espantoso estéticamente.
Horacio disponía de varias posibilidades lógicas, pero realizaba una
elección o selección estética tanto paradigmática como sintagmática. Nosotros sólo podemos llegar a comprender cuáles eran los elementos, y no
todos, que en aquella época podían producir un efecto estético.
Y de la misma forma que los grarnáticos han llegado a formar paradigma~morfológicos (declinaciones, conjugaciones) y sintácticos (oraciones de infinitivo, de relativo, etc.), que los escritores utilizan como medio
de expresión de ideas aunque sus combinaciones múltiples e infinitas
'O
J. SIMERAY,
«Error simulado y lógica diferencial* en Investigaciones retóricas
II, Buenos Aires, 1974, p. 59.
LÓGICA. RETORICA Y EST~TICADEL SINTAGMA NOMINAL
217
pueden caracterizar el estilo de un determinado autor, es también posible
que a partir de una lógica reflexiva se puedan crear paradigmas cuya combinación caracterice la «poeticidad» de un poeta o de una época. La poesía que aparece como una desestructuración (desvío) respecto a una determinada estructura (norma) no se presenta como anormal cuando se
trata de asegurar la función poética. Tiene sus propias normas, su propia
lógica, cuyas reglas están aún por descubrir.
Con todo ello no se puede llegar a la conclusión de que la composición
de un poema o de una obra poética esta en función solamente del conocimiento de unas determinadas estructuras y de su combinación. En este
caso todos podríamos ser poetas o bien se podrían producir poemas de
forma automática a partir de una tabla de figuras o estructuras poéticas
dadas a un ordenador. El poema, ante todo, supone un efecto de sensibilidad, cualidad privilegiada de los poetas. Corresponde al genio y a la
inspiración llenar estas formas de un contenido original y poético y combinarlas con finalidad estética. Como afirma J. Cohen «que los que duden
traten de hacerlo»". Al crítico le queda la tarea más pobre, analizar sus
componentes tratando de entender sus efectos.
Jesús B E R M ~ D ERAMIRO
Z
Colegio Universitario de Castellón
"
J. COHEN,
art. cit., p. 43.
NOTA CR~TICAAL TEXTO LATINO DE LAS
ACTA PETRZ APOSTOLZ APOCRYPHA
Una larga sección de la segunda parte' de los Hechos Apócrifos de Pedro se nos han conservado en un único manuscrito, de los siglos VINII, de
la Biblioteca Capitular de Vercelli, n.O C VIII. Se trata de una traducción
latina, que bien puede proceder de los siglos 111 o IV, de un original griego, perdido casi por completo. Esta versión ha sido publicada diplomáticamente por R. A. Lipsius en sus Acta Apostolorum Apocrypha 1 (Leipzig,
1891; reimp. 1972, Hildesheim). El latín del manuscrito es muchas veces
bárbaro y lleno de solecismos2, lo que, unido en ocasiones a la impericia
o torpeza del traductor, nos ha legado un texto necesitado de abundante
corrección. El editor mismo recoge en su aparato crítico suficientes propuestas de emendationes, tanto suyas como de sus colegas M. Bonnet, G.
Gundermann y H. Usener. A éstas añadió unas pocas L. Vouaux en su edición de 1922 (Les Actes de Pierre, París) y bastantes más C. H. Turner en
«The Latin Acts of Peter*, Joui%al of Theol. Studies 32,1931, pp. 119-133.
Muchas de las aclaraciones y conjeturas de Turner han sido recogidas en las
versiones a lenguas modernas que han aparecido posteriormente3, pero el
texto del ms. de Vercelli aún conserva algunos pasajes que pueden mejorarse. A este propósito quieren servir estas breves líneas.
ACTUS VERCELLENSES
1. Cap. IV: Lips., pp. 48, 33-49, 1.
Codex: Ergo fratres, si uobis uidetur, eamus et diligentius rei extus expectemus.
'
Según opinión hoy casi universalmente admitida desde los ~Studienzu den alZeit. f. Kirchengesch. 43, 1924, pp. 321-348; 45,
ten Petrusakten* de C. SCHMIDT:
1927, pp. 481-513. La primera parte se desarrolla en Jerusalén; la segunda, en Roma.
En contra, G. FICKER,
Die Petrusakten. Beitrage zu ihrem Verstandnis, Leipzig, 1903.
Una descripción pormenorizada de las peculiaridades de la lengua del ms. de
y en las
Vercelli puede encontrarse en las pp. XXXVII LII de las edic. de LIPSIUS
Sprachliches zu den apokryphen Apostelgeschichten, 1
pp. 10-18 de F. ROSTALSKI,
Teil, en Wiss. Beilage zum Jahresb. des Gymnasiums. Myslowitz O . - S. (1909110).
Petrusakten de W. SCHNEEMELCHER,
en E. HENNECKE
- W. SCHNEEMELCHER,
Neutestamentliche Apokryphen 11, Tubinga, 19714, pp. 177 SS.;L. MORALDI,
Atti di
San Pietro, en Apocrifi del Nuovo Testamento 11, Tonno, 1971, pp. 981 SS.;M. ERB E ~ A Gli
,
Atti di Pietro en Atti e Leggende, Torino2, 1976, pp. 142 SS.
-
220
ANTONIO PINERO
Legendum: Ergo.. . et diligentius rei exitum (Lipsius) spectemus.
El contexto abona con bastante claridad la conjetura propuesta. Los
fieles se hallan conmovidos e interesados por las imponente aparición de
Simón Mago en Roma. Éste les dice: Videbitis m e crastina die.. . No se
trata de «esperar» el desenlace sino de «contemplar» la demostración milagrosa del adversario de los apóstoles.
2. Cap. VI: Lips., p. 53, 3-9.
Cod.: Respondet autem Petrus dixit eis: Si autem contingat mihi cum
inimico domini nostri lapidem molarem suspendi, sicut dominus meus dicebat ad nos, si quis de frarribus scandalizasset, et in profundo mergi? fiel
autem non tantum lapis molaris, sed quod deterius est, contrarium longe
ab eis qui in dominum Zesum Chriseum crediderunt, in hunc persecutorum
seruorum suorum consummari.
El pasaje está, reconocido por todos, claramente corrupto. Turner
propone leer conmorari me en vez de contrarium. Pero no se muestra satisfecho y afirma: «la verdadera restauración del pasaje no se ha hallado
todavía» (p. 122). Proponemos la siguiente, cambiando también la puntuación:
Respondet.. . lapidem molarem suspendi et in profundo mergi, sicut
dominus meus dicebat ad nos si quis de fratribus scandalizasset. Fiet autem
non tantum lapis molaris, sed quod deterius est, me, contrarium in hunc
persecutorem seruorum suorum, longe ab eis qui in Dominum Zesum
Christum crediderunt consummari.
Somos conscientes de las dificultades paleográficas de esta solución.
Pero una vez admitida la primera transposición (in profundo mergi), que
se impone como casi evidente y que ya vio Turner, puede pensarse en un
lapsus mentis del copista que trastocó la frase entera. El sentido quedaría
así: Pedro no puede consentir ser un escándalo para los hermanos en la
fe, ni tampoco -considerándose adversario nato de Simón Mago-, morir lejos de la comunidad a la que debe defender.
3.
Cap. VII: Lips., p. 53, 15.
Cod. Fama peruolauit in urbem ad dispersos fratres Petrum dicentem
domi venisse Simonis causa.
Lipsius propone: pro domi scribe Romae. Vouaux: fratres Pevum dicentium domi venisse. Turner: Petrum discentem dmi («discípulo del Señor»).
Proponemos nosotros: ...Petrum dicente domino venisse Simonis
causa.
ACTA PETRI APOSTOLI APOCRYPHA
221
El copista afiade continuamente -m finales donde no debe (cf., p. 47,
6-9 y 53, 14, por ejemplo) y confunde y abrevia sílabas repetidas veces
(cf. 74, 12 ó 78, 3, por ejemplo). La conjetura está de acuerdo con la orden formulada por Jesús en el cap. V (p. 49,27 s.); es mucho más sencilla
y elimina la dificultad de suponer una contradicción en el autor mismo si
se retiene la lectura domi (= domum). En efecto, esto supondría una visita anterior de Pedro a Roma, lo que contradice paladinamente el comienzo del cap. V.
4.
Cap. XI: Lips., p. 59, 2.
Cod.: Ad quem plura dicit canis quam que (= quae) mandasti ei. Et
postquam perfecerit mysterium quod illi praecipisti, ante pedes tuos morietur.
Los comentaristas no suelen enmendar nada añadiendo el comentario
que mysterium tiene en la lengua de los SS.11 y 111 un sentido amplio y
variado. Aquí valdría lo mismo que «misterioso». Por ello no hay inconveniente -opinan- en denominar «misterio» a este milagro del perro
parlante4. Ahora bien, resulta bastante extraña la expresión mysterium
praecipere, por lo que proponemos: ...et postquam perfecerit ministerium
quod illi praecepisti.. . morietur.
5.
Cap. XV: Lips., p. 62, 10.
Cod.: Discede itaque a ianua in qua sanctorum uestigia conuersantur.
Legendum: Discede.. . conseruantur.
Proponemos esta emendatio con ciertas dudas: si se entiende uestigia
como «pasos» («puerta atravesada por los pasos de los santos»), la lectura
del códice puede ser perfectamente correcta, e incluso elegante. Pero el
contexto parece dar a entender que el sentido de uestigia es aquí similar
al que tiene hoy en castellano «huellas», «señales» («restos»), lo que justificaría la lectura propuesta.
Así VOUAUX,o.c., p. 301, R . 6 , que sigue al pie de la letra a G . Ficker, Petrusakten, en H . HENNECKE,Handbuch zu den neutestarnentlichen Apokryphen, Tubinga, 1904, p. 434.
222
6.
ANTONIO PINERO
Cap. XXI: Lips., p. 68, 18.
Cod.: Et ecce subito de senioribus uiduae Petro ignorante sedente ab
oculis non credentes, exclamauerunt: ...In uno sedimus, Petre, in Christo
Iesu sperantes et credentes.. .
La contradicción aparece clara y evidente. Turner propuso leer non
surgentes (art. cit., p. 128) en vez del p.rimer credentes. Pero es mucho
más sencillo eliminar el non, añadido inadvertidamente por el copista
(cf., en p. 76, 24, justo el error contrario, lo mismo que en el fol. 84" del
Codex Burchardi [Ep. Ps. Tito] a propósito del incidente de Pablo con
Rufina: cf. cap. 2 . O de Ac. Vercellenses), con lo que desaparece la contradicción.
Pedro se halla entre creyentes y fieles como lo demuestra el discurso
del cap. anterior y lo que sigue a continuación. Pedro exige como prerrequisito para el milagro de curación esa fe que las viudas ciegas proclaman
poseer. Léase, por consiguiente, dos veces credentes.
Un fragmento de la primera parte, perdida, de los Hechos de Pedro,
que se desarrollaba en Jerusalén (cf., n. l), se ha conservado indirectamente en la Epistula Titi, discipuli Pauli, de dispositione sanctimonii, 1 s.,
83-935: el llamado episodio de «La hija del hortelano». El fragmento que
nos interesa reza así:
Ut autem suscitaretur, non post multos denique dies sicut hodie, inruit
homo uinctus fidelis in domum eius senes commorari, perdiditque puellam
et ambo nusquam comparuerunt.
Legendum: ...non post multos denique dies, inruit homo fictus fidelis
(corrección propuesta ya por Harnack, cf. HENNECKE-SCHNEEMELCHER, o.c., 11, 94, n. 1) in domum eius... nusquam comparuerunt usque
hodie.
Con esta transposición puede solucionarse esta crux de la que había
dicho Vouaux: «Je ne sais que faire du sicut hodie» (o.c., p. 39, n. 9), y
se le otorga una plenitud de sentido al nusquam.
Antonio PINERO
Universidad Complutense
Editada por D.-De BRUYNE,
en Rev. Bénédictine 37, 1925,47-72; cf., el estudio
«Der Apokryphe Titusbrief*, Zeit. f. Kirchengesch. 74,
de A. de SANTOSOTERO,
1963, pp. 1-14.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES
LATINOS CRISTIANOS*
Dice A. Blaise en su conocido Manuel du latin chrétien que lo que en
definitiva constituye la verdadera originalidad del latín cristiano no es su
gramática, sino su estilística, entendida ésta como estudio de la expresividad y del lenguaje afectivo, en la línea de Bally, Vendries o Marouzeau;
y coloca dicha afirmación en la portada del capítulo que consagra al lenguaje figurado, al que sigue otro en que aborda el lenguaje afectivo'.
Ponderación semejante, aunque sin afanes comparativos, puede hacerse
afirmando sin peligro de error que una de las principales características
de ese mismo latín es el simbolismo, en el que se amplía el espacio abarcado por el lenguaje figurado.
De ahí la importancia de su estudio y conocimiento para la comprensión
de los textos cristianos. Su significado para ellos es comparable, seruatis seruandis, al que tiene la mitología para la recta apreciación de muchos textos
poéticos griegos y latinos. Es, pues, evidente que la tarea de aclararlo posee
sentido eminentemente filológico dentro del área de la interpretación textual, ya que la claridad que se alcance en la visión del entramado del simbolismo redunda en transparencia de los textos en que se halla.
El término «simbolismo» se emplea aquí en un sentido muy general,
y en lo que atañe a los autores cristianos en dos niveles distintos, el de
la expresión de los mismos escritores y el de su inteligencia y explicación
de los textos bíblicos. Para los dos niveles prefirieron ellos el término más
técnico de «alegoría» (&hhyyoeía, allegoria) heredado de la Antigüedad
pagana, aunque tampoco dejaron de usar el de «símbolo» y otros derivados de él2.
* El texto de este artículo corresponde en su mayor parte a la conferencia pronunciada por el autor en la Fundación Pastor de Estudios Clásicos el 27 de marzo de
1984 con el título El simbolismo de los autores latinos cristianos. Las notas en general
han sido afiadidas.
Cf.A. BLAISE,Manuel du latin chrétien, Estrasburgo, 1955, p. 40.
Algunos términos aparecen ya en Clem. Alex., Strom. V 4 , 2 1 , 4 - O. STAHLIN,
340, 5-9 (ofippohov); Ibid. VI 2, 4, 2 - STAHL.423, 33-424, 4 ( u v p ~ o h ~ x óIbid.
~); V
9, 56, 1 - STAHL.364, 5-6 ( u u p p o h ~ x 6 ~Si
) . he preferido para encabezar estas líneas
el término «simbolismo» a los de «alegoría» o «alegorismo» ha sido sobre todo porque
la oposición que se ha llegado a establecer en los últimos decenios entre tipología y
alegoría y particularmente entre exégesis tipológica y alegórica podría ofrecer ocasión
para entender alegoría y alegorismo en sentido más limitado.
'
224
MARCELO MART~NEZPASTOR
De acuerdo con ellos «simbo!ismo» tiene aquí dos acepciones distintas, si bien relacionadas entre sí: se trata en primer lugar del modo de expresión por el que - c o n palabras de las definiciones de la alegoría de la
Antigüedad no cristiana- «se dice una cosa, pero se da a entender otra
diversa^^, o que «manifiesta una cosa, pero sugiere otra ideap4, o «designa una cosa con las palabras, y otra por el sentidos5; y en segundo lugar,
de la interpretación simbólica o alegórica de los textos, en este caso bíblicos, es decir, la que entiende éstos o muchos de sus pasajes como símbolos o alegorías en la acepción anterior. La primera -simbolismo expres i v e es la más propia y estricta; la segunda se deriva de la primera y
conserva una referencia a ella.
Por lo demás, como se ve fácilmente, corresponden a procesos que
dentro de la misma dirección tienen sentido opuesto; y aunque son correlativas entre sí, pueden encontrarse en mutua correspondencia o no.
Existe correspondencia entre los dos procesos, cuando un texto dotado de
sentido simbólico, porque su autor pretendió expresarse de ese modo, se
interpreta como tal. Pero falta la correspondencia, cuando una expresión
simbólica expresada conscientemente no es reconocida por el lector o comentador; o también - c a s o frecuente en la historia de la exégesis alegórica tanto pagana como cristiana-, cuando un pasaje en que el autor no
quiso alegorizar se interpreta alegóricamente.
Por otro lado, los maestros de retórica destinguieron ya en la Antigüedad precristiana varias formas o figuras dentro del proceso alegórico: la
metáfora, la imagen o comparación, la alegoría como figura y el enigma,
o «alegoría oscuran según Quintiliano6; nombres éstos clásicos a los que
San Agustín añade el de parábola7. Además aparecen en la misma
Antigüedad otra serie de términos griegos y latinos que designan ya e1
proceso expresivo o aspectos del mismo, ya el interpretativo, o correlativamente uno y otros.
CJ Ps.-Heracl., Quaest. homer. 5, 2 - F. BUFFIBRE,4.
Cf.Cocondr., neei teónov, 9 - L. SPENGEL,
111 235.
Cf.Quint., Inst., VI11 6, 44 - H. WINTERBOTTOM,
472, 3-5. Se podrían añadir
otras definiciones de escritores cristianos, que en el fondo repiten la de Quintitiano.
Cf.Quint., Inst. Vi11 6, 52 - WINTERBO~TOM,
473, 25.
Cf. Aug., C. mend. 10, 24 - 1. ZYCHA,499, 15-16.
Un elenco de ellos puede verse en el índice de «términos técnicos de la alegoría» que J. Pépin coloca al final de su estudio Mythe et allégorie, París, 1976', pp. 559563. Sobre a!gunos de estos términos se volverá más adelante.
'
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
225
1. L A EXÉGESIS S I M B ~ L I C ACRISTIANA
Aunque se acaba de indicar que el simbolismo expresivo es el primario y el interpretativo el secundario, dirigimos nuestra atención en primer
lugar a este último tal como se manifiesta en los comentarios cristianos de
la Biblia, porque en esta exégesis se tiene sin duda uno de los fundamentos del simbolismo de los autores cristianos considerado en su conjunto.
Ahora bien, una serie de estudios relativamente recientes han distinguido
de modo convincente en la exégesis simbólica de los cristianos dos modalidades o tendencias, diversas en su origen y en sus principios básicos y
desiguales en significado e importancia dentro del cristianismo; la exégesis tipológica, específicamente cristiana, y la exégesis alegórica, heredada
de la Antigiiedad pagana9. Vamos a considerar por'separado cada una de
ellas.
A) La exégesis tipológica
Tiene esta modalidad interpretativa como fundamento la referencia
del Antiguo Testamento al Nuevo, que se formula como una relación de
imagen a realidad, de sombra a cuerpo o verdad, de tipo a antitipo, de
lo imperfecto a lo perfecto. Su práctica se encuentra ya en los escritos del
Nuevo Testamento, especialmente en los de San Pablo, y luego en algunos de los primeros escritores cristianos, como San Justino, San Ireneo o
Clemente de Alejandría. Pero su formulación más sistemática se halla en
el De Principiis de Orígeneslo, que además la ejercitó en todos sus comentarios bíblicos; si bien es verdad que, por otro lado, la contaminó con
elementos de la exégesis alegórica no específicamente cristiana".
La exégesis cristiana como tal se oponía directamente a otras corrientes exegéticas: la exégesis judía, la de los gnósticos, y la de algunos
cristianos que se atenían al sentido puramente literal, rechazando el espiritual o simbólico.
Entre estos estudios hay que destacar los siguientes: J. DANIÉLOU,
Origkne,
París, 1948; Sacramentum Futuri, Études sur les origines de la typologie biblique, París, 1950; H. de LUBAC,Histoire et Esprit, L'intelligence de ~'Écritured'aprks Origkne,
París, 1950; J . PÉPIN,Mythe et allégorie. Les origines grecques et les contestations judéo-chrétiennes, París (1958), 19762.
'O
Cf.RUFIN,Orig. princ., 4, 2 y 4, 3, 1-5 - M. G~RGEMANNS
- H. KAPP,694-752.
Origene, pp.
Acerca de la interpretación de la Escritura en Orígenes véase J. DANIÉLOU,
137-198; H . de LUBAC,Histoire et Esprit; M. SIMONETTI,
1 Principi di Origene, Turín,
1968, pp. 87-92, y las notas a la traducción del texto origeniano citado en pp. 495-521.
" Cf. J. DANIÉLOU,
o.c., pp. 146-149.
226
MARCELO MART~NEZPASTOR
Los judíos proclamaban el principio de la literalidad para la interpretación de todo el texto sagrado: ley, profecías, libros históricos. No admitían en consecuencia a Jesús como Mesías, porque en él no se habían
cumplido las profecías anunciadas para la venida de éste.
La exégesis gnóstica coincidía con la judía en el principio interpretativo de la literalidad, pero llegaba a conclusiones opuestas diametralmente a las de los judíos. Mientras éstos rechazaban a Jesús y con él el
Evangelio y todo el Nuevo Testamento, aquéllos concluían de una serie
de pasajes que les parecían indignos de Dios, el Padre de Jesús, que el
Dios y autor del Antiguo Testamento era el Creadoro Demiurgo, imperfecto y no santo, diverso del Padre anunciado por Jesús, que era el Dios
bueno y perfecto.
Había además muchos cristianos -Orígenes los llama oi xohhoí (la
masa) y oi h h o ú c n s ~ o(los
~ simples)- que creyendo en el Dios único
como autor de ambos Testamentos los entendían literalmente. Orígenes
trata de mostrar su inconsecuencia aduciendo el principio fundamental,
formulado antes por el judío Filón de Alejandría, de que la Biblia no
puede afirmar o contener nada indigno de Dios, por lo que muchas veces
es necesario interpretarla en sentido espiritual o anagógico (incluyendo
en éste a veces el sentido figurado, que no deja de ser literal).
La afirmación fundamental que subyace en la exégesis cristiana es que
los dos Testamentos son obra del Dios único y se refieren a Él, que el Antiguo Testamento tenía y conservaba, como obra de Dios, un significado
positivo (todo esto frente a los gnósticos), pero que había sido sobrepasado y sustituido por el Nuevo, y que sus leyes, profecías y realidades
habían tenido y seguían teniendo en sus expresiones una relación de prefiguración y preparación respecto a las de éste (frente a los judíos).
Tal doctrina pertenece a la médula de la afirmación que el cristianismo primitivo hacía de sí mismo12, e incluye el sentido simbólico de las
realidades veterotestamentarias; y en consecuencia es la fuente de una
larga serie de correspondencias entre ambos Testamentos, que comienzan
en los mismos escritos del Nuevo, y halla en el mismo Orígenes esta formulación comprensiva: «Entre los textos de la Ley se pueden encontrar
muchísimos que se refieren a Cristo en figura y en enigma»'3.
''
Véase el razonamiento de Orígenes en C. Cels. 2, 3 - M. BORRET,
1, 286, 1288, 30, que me permito parafrasear en «La simbología y su desarrollo en el campo
semántico de lux en Orígenes-Rufino», Emerita 41, 1973, p. 192.
l 3 Orig., Zn Ioh. 13, 26, 161 - C. BLANC,
120, 40-42.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
227
Para la comprensión del simbolismo en los textos cristianos conviene
tener en cuenta que la referencia de la Escritura en su conjunto a Cristo
- q u e no niega el sentido literal, pero sí su exclusividad- está abierta a
diversificaciones en el modo de su realización. Porque en Cristo puede
atenderse a diversos aspectos: a su vida histórica narrada en los Evangelios -y todavía cabe distinguir lo exterior de los acontecimientos y el
contenido espiritual de sus misterios; a la vida de Cristo en la Iglesia
como cuerpo suyo-, y también aquí se distingue la realidad eclesial colectiva y la vida de Cristo en cada uno de sus miembros; a su Parusía o
futura venida o reino glorioso. En todos estos casos se trata de Cristo y
de lo que trajo consigo. Cada autor puede preferir uno de estos modos de
referencia: son tendencias exegéticas que, por otra parte, coexisten sin
exclusivismos. Así, el Evangelio de San Mateo refiere con frecuencia los
acontecimientos del Antiguo Testamento a los de la vida de Jesús, y en
esto le siguen bastantes escritores occidentales; otros, como Justino, empalmando más bien con San Juan, consideran las realidades veterotestamentarias ante todo como figura de la Iglesia, y esta corriente se prolonga
en los escritos catequéticos; Clemente de Alejandría encuentra más bien
en el Antiguo Testamento la prefiguración de Cristo en cada uno de sus
miembros: es la corriente mística característica de la escuela alejandrina14; San Ireneo, por su parte, prefiere la exégesis escatológica centrada
en el futuro reino de Cristo15.
Pero la diversidad de corrientes y realizaciones no debe hacer olvidar
la formulación unitaria antes afirmada, en la que todas están comprendidas: en el Antiguo Testamento hay una referencia a Cristo, el sentido espiritual de la Escritura es un sentido cristológico. Y el principio exegético
continúa siendo el mismo, cuando las realidades evangélicas, ya cristológicas, se consideran a su vez como sombra y figura o como primicias de
los bienes celestes que se revelarán en la segunda venida de Cristo16.
Antes de considerar otro género de exégesis presente también en los
autores cristianos y asimismo fundamental para la comprensión de su simbolismo, veamos realizado algo de lo expuesto a propósito de la exégesis
tipológica en un texto de Gregorio de Elvira, en el que enuncia los fundamentos de su comentario al Cantar de los Cantares:
Iam uero in canticis canticorum figuraliter sub epithalamii carmine quattuor
Salomon introducit personas, uirum scilicet et sponsam, cum sponsa adolesl4
El sentido del adjetivo «místico» aplicado a la exégesis no es constante; a veces
se opone a «espiritual».
l5
Cf. J. DANIÉLOU,
o.c., p. 164.
l6
Cf.Ibid., PP. 172-173, y H. de LUBAC,o.c., pp. 217-227.
228
MARCELO MART~NEZPASTOR
centulas, cum sponso sodalium greges.. . Sponsus Christus figuratur et sponsa
ecclesia sine macula et ruga... Eos uero qui curn sint fideles, iuxta modum
quendam adepta' uidentur salutem, animaduerte animas significari credentium et
adolescentulas esse curn sponsa, angelos uero et eos qui peruenerunt in uirum
perfectum, intellige uiros curn sponso 17.
Probablemente todo el poema del Cantar d e los Cantares poseía en su
origen el sentido alegórico pretendido por el autor y quería expresar de
este modo las relaciones entre Yahvé e Israel, su pueblo elegido. El intérprete cristiano aplica, sin embargo, el esquema de la composición trazado sobre los personajes del poema a las nuevas realidades evangélicas,
entendiendo que el esposo representa a Cristo, la esposa a la Iglesia, las
compañeras de la esposa a las almas creyentes que inician el camino de
la salvación, y los compañeros del esposo a los ángeles y a los perfectos.
Y sobre este entramado construye el edificio de los cinco libros del comentario. Pero la interpretación posterior es mucho más complicada que
este sencillo esquema, porque detrás de cada detalle y a veces casi detrás
de cada palabra se pretende descubrir un sentido oculto o simbólico, que
puede mantenerse en coherencia o no con el que se ha propuesto para el
conjunto.
B) L a exégesis alegórica
La observación formulada en las últimas líneas da pie para pasar a
considerar la segunda modalidad de exégesis simbólica cristiana, la llamada específicamente alegórica, procedente del judaísmo alejandrino, que
dentro de éste tuvo sus principales representantes en Filón de Alejandría
y Josefo. En efecto, en la diáspora judía de las ciudades del Mediterráneo, y particularmente en Alejandría, se practicó una interpretación alegórica de la Biblia que dependía en sus técnicas y en su espíritu de la exégesis alegórica griega de los poemas de Homero y Hesíodo, la cual tenía
tras de sí una larga tradición que se remontaba al s. VI a. C. 18, y esta tendencia interpretativa se incorpor6 como elemento diverso del tipológico,
probablemente a través de Filón de Alejandría, a algunos comentaristas
cristianos, en especial a Clemente de Alejandría y a Orígenes, uno de los
más notables teóricos y practicantes de la exégesis cristiana, cuya influencia se extendió a muchos escritores tanto en oriente como en occidente.
Greg. Ilib., In cant. praef. 1 - V. BULHART,
169, 1-14.
Acerca de la exégesis alegónca pagana puede verse J. PI~PIN,
o.c., pp. 83-214.
o.c., pp. 179-190; Ensayo sobre Filón de Alejandría,
Sobre la de Filón, J. DANIÉLOU,
traducción española, Madrid, 1962, pp. 139-167; E. R. GOUDENOUGH,
An Introduction to Philo Judaeus, Oxford, 1962, pp. 134-160; J. PÉPIN,o.c., pp. 221-242.
"
l8
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
229
Ahora bien, uno de los principios exegéticos de Filón --y al referirme
a él no entro en la cuestión de la inmediatez de su influjo, sino que lo
nombro como exponente principal del ambiente cultural alejandrino que
influye en la exégesis cristiana- era que todo en la Escritura poseía un
sentido simbólico. En esto iba mucho más allá de la exégesis tipológica
practicada en el Nuevo Testamento, para la cual en el Antiguo era posible encontrar una serie de tipos de las nuevas realidades, pero no todo
detalle era tipológico. En la concepción del judaísmo alejandrino el texto
bíblico se convierte en una gran alegoría, y la tarea propia de la exégesis
era descubrir el simbolismo en cada expresión, circunstancia o pormenor.
Además esta exégesis -y ésta es otra de sus características- busca el
sentido simbólico con preferencia en las realidades de la vida moral, de
modo que la Escritura se contempla como alegoría del alma.
Los comentaristas cristianos podían entender que la vida moral tenía
cabida dentro del sentido eclesial individual; y a veces los desarrollos del
simbolismo moral admiten ser vistos como profundización de este sentido
tipológico. Pero la orientación exagerada y generalizada hacia 10 moral es
causa frecuentemente de interpretaciones rebuscadas.
La división tripartita del sentido total del texto sagrado en literal, psíquico o moral, y espiritual, en correspondencia con las tres partes del
compuesto humano, cuerpo, alma y espíritu, y con las tres etapas de su
camino hacia la perfección, la de los incipientes, la de los progredientes
y la de los perfectos, es un intento de sistematización formulado por Orígenes y de considerable resonancia en la exégesis cristianalg. Pero su procedencia filoniana o exclusivamente helenística resulta dudosa, y a los escritores cristianos, comenzando por el mismo Orígenes, no les era fácil
atenerse a ella de modo continuo y coherente20. Mayor importancia y conexión con la corriente alejandrina tiene otro procedimiento que pasa
igualmente a la exégesis cristiana, la interpretación de los símbolos inmanentes al texto bíblico con interferencia de la cultura helenística, esto es,
en clave propia de ésta. Tal interferencia es natural hasta cierto punto,
aun suponiendo una técnica interpretativa relativamente desarrollada. Se
observa en el simbolismo de los números, diverso en los ambientes bíblico y helenístico, y también en otros sirnbolismos bíblicos. Por citar un
ejemplo, el río, que en la Biblia simboliza la morada del dragón y el dominio del mal, puede entenderse en clave helenística como símbolo de la
inestabilidad humana2'.
l9
20
21
Cf.J. DANI~LOU,
Origene, pp. 187-189.
C ' H. de LUBAC,
o.c., pp. 150-166, sobre todo pp. 162-164.
Cf.J. DANIÉLOU,
o.c., pp. 185-186.
230
MARCELO MART~NEZPASTOR
Todos estos ingredientes filonianos o helenísticos prescinden de la novedad característica del cristianismo y empalman en cambio con la exégesis alegórica de los mitos paganos. Y en la manera concreta en que los
cristianos les dieron cabida en su exégesis representan un proceso interpretativo de dirección vertical, que se eleva de lo sensible a lo inteligible,
de acuerdo con la tradición platónica, o de lo sensible a lo sobrenatural,
en aproximación a las religiones helenísticas. Por ello resultan ajenos a la
tipología cristiana, pues, aunque ésta incluye secundariamente la antinomia entre letra y espíritu, tiene como fundamental la oposición entre lo
viejo y lo nuevo.de carácter temporal e histórico, en la cual, como se ha
dicho, lo viejo es sombra, prefiguración y esbozo de lo nuevo, y esto, verdad, cumplimiento y perfección de aquello.
Pero estas dos modalidades de simbolismo interpretativo aplicado al
Antiguo Testamento -la tipológica y la alegórica- no están separadas
una de otra en la mayor parte de los autores, sino que se interfieren y superponen. De hecho el mismo término de «tipología» no se remonta más
allá del s. XIX, y la distinción clara entre los dos modos interpretativos
de la tipología y la alegoría ha sido obra de los últimos decenios, como
se ha señalado al comienzo de este apartado. Los autores cristianos, griegos o latinos, no sólo practicaron una exégesis en la que se mezclaban elementos tipológicos y alegóricos, sino que emplearon los mismos términos
tchhqyoeía (allegoria), QhhqyoeO (allegorizo) y otros derivados para designar indistintamente ambas modalidades de la interpretación simbóli~a~~.
El espacio que tales exégesis ocupan en las obras de los escritores cristianos no es reducido, sobre todo -no es preciso insistir en ello- en los
comentarios y en los sermones y homilías, que muchas veces no son en
gran parte otra cosa que explicaciones del texto bíblico dirigidas al pueblo
en moldes de la oratio, pero también en otros géneros como los tratados
doctrinales, cuyo contenido y argumentación siempre se intentaba cimentar en la Escritura.
22 'Ah?qyoeía aparece por vez primera en este sentido interpretativo en Plut.,
De aud. poet. 4 , 19 e-f. Entre los otros términos que tienen que ver con el simbolismo
interpretativo cristiano algunos proceden de la tradición pagana, como los usados por
San Pablo @o< (mythus) -valorado negativamente-, xálvyya (uelum), iinóbe~yya (imago), a x ~ á(umbra); otros son introducidos por el cristianismo, como los del
mismo San Pablo túnos (typus), que por su importancia da nombre al proceso tipológico, y nveüpa, fundamento de la expresión esentido espiritual», que se opone a la
de «sentido literal». Cf.J. PÉPIN,o.c., 252.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
23 1
Pero al mismo tiempo conviene no olvidar que no todos los escritores
latinos cristianos tomaron la misma posición ante el simbolismo interpretativo tanto pagano como cristiano. Y el hecho de que desde Teágenes
de Regio (s. VI a. C.) existiera una exégesis pagana alegórica de los mitos
no es ajeno a tal variedad de reacciones. Entre los escritores latinos
-prescindiendo ahora de los griegos, entre los que se produjeron además
otras posturas- prevalecieron dos actitudes.
Algunos ejercitan poco en sus escritos la interpretación simbólica de
la Biblia, sea tipológica o alegórica, sin dejar por ello de atacar con vehemencia la exégesis alegórica pagana de los mitos. Es actitud bastante
abundante, y por otro lado parece consecuente. En efecto, la oposición
frontal a la práctica de la tradición pagana produce en ellos la natural reserva ante la exégesis simbólica cristiana, que se les presenta, como procedimiento técnico, semejante a aquélla. Los principales representantes
de esta tendencia son los polemistas Tertuliano, Arnobio, Lactancio y
Fírmico Materno.
Otros, por el contrario, echan mano de la exégesis simbólica, tipológica y alegórica, en sus comentarios de los textos bíblicos; pero atacan y
descalifican lo mismo que los anteriores la alegoría pagana. También éstos forman un grupo numeroso, y entre ellos se cuentan los grandes escritores de la Iglesia cristiana occidental, San Hilario, San Ambrosio, San
Jerónimo, San Agustín, y otros como nuestro Gregorio de Elvira, Cromacio de Aquilea, Máximo de Turín, e t ~ . ~ ~ .
EL SIMBOLISMO EXPRESIVO
Junto al simbolismo interpretativo, como se ha señalado al comienzo
de esta exposición, hay en los escritos cristianos otro género de simbolismo, que no es el de los textos bíblicos ni se explica en su exégesis, sino
que se hace presente en el mismo discurso directo del escritor, pertenezca
éste a los comentarios o a cualquier otro género, sea en conexión con el
sentido simbólico de la Biblia, sea con independencia de él. Es el simbolismo expresivo, que unido al anterior contribuye a dar a los textos cristianos su colorido particular. Sólo a una parte de él se refería A. Blaise
en las palabras antes citadas, puesto que no se reduce al lenguaje figurado. En efecto, a veces se habla de modo figurado o simbólico; pero otras
se habla de símbolos, es decir, de realidades objetivas que son símbolos,
por ejemplo, de Adán, tipo de Cristo; del pueblo de Israel, que sobre
todo en su salida de Egipto y peregrinación por el desierto es tipo de la
Iglesia; del cirio pascual, símbolo litúrgico de Cristo resucitado; del mar,
2.
23
Cf.J. P ~ P I No.c.,
,
pp. 260 s.
símbolo bíblico del dominio del mal. A estos dos modos de presencia del
simbolismo en el discurso directo se los puede llamar, con la terminología
o simplede F. N. Klein, simbolismo del lenguaje y simbolismo
mente connotaciones simbólicas y lenguaje figurado25.
Los símbolos reales -sean objetos o personas meramente nombrados, como es el caso de los ejemplos aducidos, sean descripciones o narraciones que se centran en ellos- tienen las más diversas procedencias:
pueden ser tipos bíblicos conocidos como tales, o símbolos del mundo de
la Biblia, como el mar, o símbolos litúrgicos, como los ritos sacramentaalces
les y las materias que se empiean en su celebración; o hundir sus r-'
en la cultura clásica, a veces en la mitología, o coincidir con los de las religiones helenísticas, o pertenecer al patrimonio común de varias culturas.
Es evidente que la virtualidad simbólica de tales realidades no está actualizada necesariamente en todas las ocasiones en que se presentan en el
discurso; es el contexto el que determina el surgir efectivo de la connotación junto al significado primario o de diccionario. Sucede algunas veces que el simbolismo resulta claro incluso para un lector actual; así,
cuando el término o frase o parte del discurso, cuyo significado puede ir
acompañado de una connotación simbólica, va seguido de la explicación
del simbolismo, o cuando se describen los ritos, instrumentos u objetos
simbólicos de una ceremonia religiosa. Un texto concreto puede ilustrar
el primero de estos supuestos: en él se nombra el «oriente» en relación
con la costumbre de los antiguos cristianos de volverse hacia oriente para
orar, e inmediatamente a continuación sigue un desarrollo en el que se
declara y expande su simbolismo:
Inuitaris... ut ad orientem semper adspicias, unde tibi oritur sol iustitiae, unde tibi lumen nascitur; ut numquam in tenebris ambules neque
dies ille nouissimus te in tenebris comprehendat . . . 2 6 .
La frase inicial Inuitaris.. . ut ad orientem sernper adspicias alude a la cos-
tumbre mencionada, y en ella «oriente» se tomaba en sentido propio o literal; pero la práctica de volverse hacia oriente y el mismo «oriente» dentro
de ella estaban dotados de simbolismo. Por tanto, la formulación ad orientem puede entenderse en sentido propio, pero al tiempo posee una connotación simbólica, cuya actualización en el texto resulta evidente, pues las palabras que siguen constituyen un desarrollo de ese simbolismo real, aunque
por medio de formas que son ya propias del lenguaje figurado.
Otras veces la actualización de la virtualidad simbólica no queda clara,
al no poder determinarse si la connotación estaba presente de algún
24
Cf.N . KLEIN,
Die Lichtterminologie bei Philo von Alexandrien und i.2 den hermetischen Schriften, Leiden, 1962, p. 4.
Se dice «connotaciones simbólicas», porque, si al nombrar el símbolo se designara directa y primariamente lo simbolizado, se tendría ya una figura del lenguaje, es
decir, lenguaje figurado o simbolismo del lenguaje.
26
Rufin., Orig. in leu. 9, 10 - A. BAEHRENS,
438, 22-24.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
233
modo en el autor. Aun entonces, es posible que surja en el lector, dado
que la mera presencia de los símbolos posibilita lecturas diversas, como
acontece con tanta frecuencia en escritos de carácter literario.
En cuanto al lenguaje simbólico o figurado, las formas con que aparece son las de la retórica clásica, antes enumeradas, es decir, metáfora,
comparación o imagen, alegoría y enigma, a las que se suma, como se ha
notado, la parábola; aunque ni el enigma ni la parábola difiere9 en el fondo de la alegoría. Únicamente respecto a dos de ellas, la comparación y
la alegoría, me parece oportuno recordar algunas peculiaridades. En la
comparación los términos o enunciados conservan los significados primarios o propios, y no llegan a poseer otros diversos de ellos, y la referencia
a otras realidades significadas también en el discurso, para ilustrarlas o
demostrarlas, se alcanza por una marca externa, que suele ser una partícula comparativa o expresiones equivalentes; por eso se distingue en su
dinamismo un comparante y un comparado. Por otro lado, si se atiende
a la concepción de la alegoría como forma secundaria derivada de la prolongación de la metáfora, tal como se manifiesta en unas palabras de
QuintilianoZ7,que la declara como «metáfora continuada», es preciso hacer en ella una distinción. En efecto, hay dos clases de enunciados que
son susceptibles de entenderse como metáfora continuada o serie de metáforas entrelazadas unas con otras.
Una de estas clases de enunciados puede ilustrarse con la parábola
evangélica del sembrador, que en el texto de San Lucas empieza así: Exiit
qui seminat seminare semen suum.. .2a. Según la explicación que en los
evangelios sinópticos sigue a la parábola, la semilla significa la palabra de
Dios, y los distintos terrenos en que aquélla cae, los oyentesz9. Se tiene,
pues, en la parábola una metáfora continuada o una serie de metáforas
combinadas. El rasgo distintivo frente a la otra clase de enunciados es que
el conjunto expresivo, o sea toda la parábola, posee sentido coherente,
aun cuando todos sus términos se entiendan de acuerdo con los significados primarios, prescindiendo de la figura del lenguaje plasmada en él.
Para tipificar el otro género de enunciado valga la siguiente frase de
un sermón de Máximo de Turín, que se refiere al jardín de José de Arimatea en el que sepultaron a Jesús:
Flugrabat quidem spiritalis animae eius hortus uaria suauitate uirtutum,
sed necdum Christum cum aromatibus in cordis sui secreto posuerat30.
27
28
29
30
Cf.Quint., Inst. IX 2, 46 - WINTERB.498, 25-499, 2.
Cf.LUC.8, 5-8; Matth. 13, 3-9; Marc. 4, 3-9.
Cf. LUC.8, 11-15; Matth. 13, 18-23; Marc. 4, 13-20.
Max. Taur., 25, 3 - A. MUTZENBECHER,
99, 76-79.
234
MARCELO MART~NEZPASTOR
También en esta frase se observa una metáfora continuada o una serie
de metáforas entrelazadas; pero es imposible entenderla en su conjunto,
si todos los términos conservan los significados de diccionario. No obstante, en la unión de las metáforas se reproduce un proceso del orden sensible, como el que se expresa, cuando se dice: «el jardín está lleno de los
aromas de las flores», o «colocaron el cadáver de Jesús con perfumes en
el fondo de una cueva». Esta forma simbólica distinta de la alegoría propiamente dicha es muy frecuente en los autores cristianos; mientras que
las alegorías en sentido estricto, si se prescinde de las que están tomadas
del texto sagrado, son más bien escasas. Para ella, por consistir formalmente en la repetición o reproducción de un proceso sensible en un orden
superior, se ha propuesto el nombre de «analogía sensible» o «analogía
intuitivan3'.
La peculiar abundancia del lenguaje figurado en los escritores cristianos la atribuye A. Blaise sobre todo al deseo de expresividad, lo mismo
que otros fenómenos y particularidades del latín de los c r i ~ t i a n o s Y
~ ~me
.
parece que nada hay que objetar o añadir a esta observación. Sin embargo, aun admitiendo sin reservas por una parte la importancia del talante
expresivo para las figuras del lenguaje, y por otra la variedad de raíces
antes reseñada para los símbolos reales o sus connotaciones simbólicas,
cabe todavía considerar otros aspectos y en concreto señalar dos importantes fuentes del simbolismo expresivo en estos autores.
La primera es el mismo ejercicio de la exégesis simbólica cristiana. En
los comentarios de un tipo o de una alegoría se siguen empleando de
modo natural los mismos términos del texto comentado, con las determinaciones adecuadas, para las realidades que de alguna manera se ven simbolizadas en aquél. Si se entiende que Adán es tipo de Cristo, éste puede
ser designado -y sucede ya en el mismo Nuevo Testamento- como fu~ en
~ . el comentario de cant. 11-12:
turus Adam o nouissimus A d ~ m Si
Ecce hiems transiit.. . Flores apparuerunt in terra nostra, la primera frase
se interpreta como expresión alegórica del aplacarse o cesar de las pasiones, vicios o deseos que agitan el alma, surgen espontánea y naturalmente
las expresiones simbólicas hiems perturbationum, uitiorum procella, desideriorum tempestas, uentus doctrinae, y luego en relación con la segunda
frase, flores uirtutum, etc. Los ejemplos podrían multiplicarse hasta el
31 Cf.F. N. KLEIN,o.c., pp. 3-6; también puede verse «La simbología y su desarrollo en el campo sernántico de lux en Orígenes-Rufino~,Emerita 41, 1973, p. 194
s., pp. 198-203 s.
32 Cf.A. BLAISE,o.c., pp. 40-41.
33 Cf.Rom. 5, 14; 1 Cor. 15, 45.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
235
infinito. Y figuras tales como nouissimus Adam o uitiorum procella permanecen a veces en la lengua como metáforas corriente^^^.
La otra fuente del simbolismo expresivo a que nos referíamos son las
religiones helenísticas, con las que el cristianismo de los primeros tiempos
compartió el mismo ambiente cultural y religioso. En primer lugar, uno
y otras participan del gusto general por los símbolos y las expresiones
simbólicas, y acuden a los mismos argumentos tradicionales para justificar
el lenguaje simbólico -aunque los cristianos los aplican preferentemente
al simbolismo bíblic-.
En segundo término, poseen en común el mismo
acervo de símbolos y expresiones simbólicas. Me limito a recordar brevemente un ejemplo característico, el del simbolismo cristiano de la luz
-me refiero ahora al nivel de la expresión lingüística-, que se convierte
en patrimonio común de los escritores cristianos desde el s. IV, pero que
ya en la primera mitad del s. 111 se encuentra ampliamente desarrollado
en Orígenes. Pues bien, a pesar de que el Antiguo y el Nuevo Testamento ofrecían abundantes y sólidos puntos de apoyo para este desarrollo,
que va surgiendo en gran medida de la exégesis bíblica, las representaciones y expresiones resultantes tienen correspondencia en buena medida en
el judío helenístico Filón de Alejandría y entre los paganos en los escritos
religiosos de Apuleyo y en el Asclepius latino, traducido del griego
probablemente a principios del s. 111; de modo que el conjunto de representaciones y expresiones que constituyen dicho simbolismo, puede calificarse como h e l e n í ~ t i c o ~ ~ .
3.
U S O TÉCNICO-DOCTRINAL Y LITERARIO DEL SIMBOLISMO
Todo el simbolismo de que se viene hablando, tipológico y alegórico,
real-connotativo y del lenguaje, llena los escritos cristianos, aunque,
como se ha notado a propósito de la exégesis simbólica, en medida diversa según los géneros literarios y los autores. A los comentarios,'sermones
y homilías, y tratados de distintas clases, hay que añadir los textos
"
Cf. Rufin., Orig. in 'cant. 4 - BAEH.224, 4-11. A propósito de los ejemplos
aducidos puede recordarse la frecuencia del genitivo explicativo, llamado también deMOHRfinitivo o epexegético, para formular estas metáforas. Cf. J. SCHRIJNEN-CH.
MANN, Studien zur Syntax der Briefe des hl. Cyprian, Nimega, 1936, pp. 81 SS.;N.
Eloquentia Pedisequa. Observations sur le style des Confessions de Saint
VERHEIJEN,
Augustin, Nimega, 1949, pp. 135 s.; CH. MOHRMANN,
«The Confessions as a Litterary
Work of Art», en Études sur le latin des chrétiens, 1, Roma, 1961, pp. 371-381, p. 376;
«Les origines de la latinité chrétienne a Rome», en Études ..., 111, Roma, 1965, 67127, pp. 90, 115.
35 Cf. «La simbología y su desarrollo...», pp. 183-185.
236
MARCELO MART~NEZPASTOR
litúrgicos, tanto en las liturgias exteriores a Roma como en la romana,
que, no obstante su peculiar sobriedad y ponderación, contiene partes rebosantes de elementos simb6licos, y los textos literarios, particularmente
la poesía lírica y la hímnica, con un simbolismo que a partir de las mismas
raíces alcanza una elevación propia del género.
De tal presencia simbólica en los textos quiero detenerme ahora muy
brevemente, para ilustrar lo dicho con casos concretos, en dos empleos especiales: la aplicación de determinadas representaciones simbólicas a la
expresión del pensamiento teológico y el simbolismo de la poesía cristiana.
La expresión de un contenido ideológico por el uso simbólico de un término puede parecer en muchos casos ocasional. Pero otras veces, sea por
influjo de formulaciones repetidas en el texto bíblico, sea por tratarse de
símbolos de especial vigor en el ambiente religioso helenístico, la simbolización cuherente y orgánica de todo un campo semántico sirve de medio de
expresión para amplias áreas del pensamiento de un autor. Al proceder
así, cada escritor tiene sus símbolos preferidos y expresiones características; y conocer el carácter unitario y en cierta manera técnico o sistemático
del simbolismo de ¡os términos de un campo facilita sin duda la comprensión de sus escritos. Me contento con aludir como ejemplos significativos
a los campos semánticos de la vida, del alimento y de la
Si se vuelve la atención hacia la poesía cristiana, no se encuentra en
ella la exégesis simbólica directamente, pero sí los tipos y símbolos que
de ella resultan con sus connotaciones, asi como los símbolos iitúrgicos,
combinados todos ellos con las formas del lenguaje figurado. La abundancia de connotaciones y alusiones implícitas por conexiones del contenido
o de la expresión con elementos de la vida cristiana en sus distintos aspectos, del ambiente cultural o condicionamientos históricos, etc.,
36 A título de ejemplo pueden verse los siguientes trabajos, que se refieren a determinados símbolos en algunos autores: «La simbología y su desarrollo en el campo
semántieo de lux en Orígenes-Rufino», Emerita 41, 1973, pp. 183-208; B. S. BUBACZ,
~Augustine'sillumination theory and epistemic structuren, Augustinian Studies 11,
1980, pp. 35-48; W. MAGASS,
«Claritas versus obscuritas. Semiotische Bemerkungen
zum Wechsel der Zeicheinventare in den Confessiones des Augustim, Linguistica Biblica 48, 1980, pp. 7-18; y en un horizonte más amplio, no limitado a este uso técnico
doctrinal, M. C. CONROY,
Zmagery in the Sermones of Maxirnus of Turin, Washington
D.C., 1965; M. M. van ASSENDELFT,
Sol ecce surgit igneus. A commentary on the morning and evening hymns of Prudentius (Cathemerinon, 1, 2, 5 and 6), Groningen,
Simbologia e poesia dell'acqua e del mare in Ambrogio di Mi1976; A. V. NAZZARO,
econvergenze simboliche di Aquileia e di
lano, Nápoles, 1977; A. QUACQUARELLI,
Ravenna», Antichita altoadriatiche 13, 1978, pp. 375-388.
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
237
es característica del género, particularmente, como se acaba de indicar,
de la poesía lírica y de la hímnica. Las combinaciones de los elementos
nombrados y la sencillez o riqueza resultante son nota peculiar de cada
autor.
Basten dos muestras en las que pueden verse plasmadas estas afirmaciones, a las que casi nos limitaremos a aludir bajo la guía del excelente
conocedor de la poesía latina cristiana que es J. Fontaine. En primer lugar, el himno 2 de San Ambrosio, que se abre con la invocación a Cristo
como resplandor de la gloria del Padre:
Splendor paternae gloriae
de luce lucem proferens,
lux lucis et fons luminis
diem dies illuminans.. .37.
Aparte de las formas simbólicas claramente perceptibles nota el autor
mencionado la connotación doctrinal y catequética de la expresión d e luce
lucem proferens que reflejaría la fórmula del Concilio de Nicea lumen d e
lumine (rpós Ex rpotós) así como la evocación litúrgica del rito pascual,
en el que cada lámpara, antorcha o vela se enciende con otra. Aparte de
ésta, se pueden señalar otras connotaciones bíblicas y doctrinales. El verso primero repite el splendor gloriae.. . eius de la Carta a los Hebreos, que
a su vez recuerda el candor.. . lucis aeternae del Libro d e la S a b i d u r í ~ ~ ~ .
Lo mismo sucede en la segunda estrofa, que continúa sin interrupción la
anterior:
...Verusque sol, illabere
micans nitore perpeti,
iuharque sancti Spiritus
infunde nostris ~ o r d i b u s ~ ~ .
Hay en ella alusiones al sol iustitiae de Malaquías40y a la representación del Espíritu Santo como iluminación recibida por el hombre. Más
aún, si se tiene en cuenta que el himno corresponde al comienzo del día,
se percibe en-todo él una connotación permanente a la luz natural del
37
Ambr., Hymn. 2, 1 - G. M. DREVES,11.
C ' Hebr. 1, 3: Qui cum sit splendor gloriae et figura substantiae eius, y Sap.
7,26: Splendor est enim lucis aeternae: así, con splendor, casi siempre en San Ambrosio, frente al candor de la Vulgata. C ' Vetus Latina. Die Reste der altlateinischen Bibe1 nach Petrus Sabatier..., Sapientia Salomonis, 5. Lieferung, ed. W . THIELE,
Friburgo de Brisgovia, 1981, p. 383.
39 Ambr., Hymn. 2, 2 - DREVES,11.
40
Cf.Mal. 4, 2 (3, 20).
38
238
MARCELO MART~NEZPASTOR
amanecer y a su simbolismo cristiano, fundamento de las metáforas y
analogías sensibles tomadas del campo de la luz.
Y si las figuras luminosas vuelven a aparecer en la estrofa final, en la
sexta, en cambio, las metáforas pertenecen al campo de los alimentos:
Christusque noster sit cibus,
potusque noster sit fides,
laeti bibamus sobriam
ebrietatem spiritus4'.
Las connotaciones evangélicas y litúrgicas resultan aquí evidentes. En
efecto, la representación de Cristo como alimento en un himno litúrgico
contiene referencia indudable a la Eucaristía y a la predicación de la palabra de Dios, e igualmente a las palabras de Jesús en el Evangelio que
fundamentan tales ex presione^^^; a su vez, la fe como bebida recuerda las
palabras de Jesús a la Samaritana43,e incluye una referencia a la Eucaristía. Los dos últimos versos, por su parte, enlazan con maravillosa mesura el tema de la bebida con el de la sobria embriaguez, de orden moral
y místico4.
Si en la poesía hímnica de Ambrosio, que se caracteriza por su sencillez, aunque también por su originalidad y densidad, se superponen
unas a otras figuras del lenguaje, connotaciones simbólicas y alusiones de
todo género, no es preciso decir que otro tanto se encuentra, y en general
con mayor complejidad, en un poeta como Prudencia. En el himno 5 del
Cathemerinon, que el mismo J. Fontaine ha examinado45, los acontecimientos bíblicos del Éxodo, entendidos como tipos pascuales, ocupan en
amplio desarrollo el centro del poema (w. 29-136), precedidos de un elogio de las luces o antorchas que se encienden a diario (VV.13-28), y seguidos del de las lámparas que iluminan la iglesia en la celebración de la
liturgia pascua1 (VV.137-148). La tipología bíblica del Éxodo, el simbolismo cristiano del fuego y de la luz y las alusiones a las prácticas y celebraciones litúrgicas se suceden y se superponen. Así, a propósito de la
descripción de los fuegos que son productos del hombre (lámpara,
Ambr., Hymn. 2, 6 - DREVES,
12.
Cf. Ioh. 6'30-59.
43 C ' Ioh. 4, 13.
Cf. J . FONTAINE,
«Prose et poésie: I'interférence des genres et des styles dans
la création littéraire d'Ambroise de Milann, en Études sur la poésie latine tardive.
D'Ausone a ~iudence,París, 1980, pp. 84-130, en particular, p. 123.
45
Pmd., Cath. 5 - H . T. THOMSON,
38-48. Cf. J. FONTAINE,
«Poésie et litur ie
sur la symbolique christique des luminaires, de Prudence I Isidore de Séviiie,,, en
des sur la poésie latine tardive..., 184-212, pp. 192-193.
41
42
"
Li
SOBRE EL SIMBOLISMO EN LOS AUTORES LATINOS CRISTIANOS
239
antorcha, cirio), a los que se refiere el poeta en los w. 12-15, propone el
autor del trabajo citado, para el poema en general, tres registros o claves
de lectura armónicamente superpuestos: descripción material, orden teológico y espiritual del simbolismo cristiano del fuego, y alusiones al «lucernario~de la liturgia pascua1 y a su actualización en el encendido de las
antorchas que se practicaba a diario en algunas pequeñas iglesia@.
Se ha partido en esta exposición de la importancia del simbolismo en
los autores latinos cristianos o al menos en muchos de ellos. No es difícil
que su abundancia produzca en el lector no habituado cierta sensación de
extrañeza e incluso desasosiego; porque, además, los abusos y arbitrariedades fueron frecuentes, particularmente en el terreno de la exégesis alegórica. Lo que he pretendido al separar los dos niveles de simbolismo y
trazar las coordenadas en que se mueve la exégesis simbólica, al llamar
la atención sobre la especial relación de connotaciones y figuras del simbolismo expresivo con la misma y al asomarme a algunas aplicaciones
particulares de este simbolismo, ha sido ofrecer a ese lector no familiarizado con los autores cristianos una especie de pauta que pueda servirle
para orientarse en su lectura y comprender mejor uno de los aspectos característicos de muchos de sus escritos.
Marcelo MART~NEZPASTOR
Universidad Complutense
46
Cf.J. FONTAINE,
o.c., p. 193.
UN TESTIMONIO EXCEPCIONAL DE RELAJACI~NDE
-D- EN UNA INSCRIPCI~NHISPÁNICA DEL S. 111 d.C.
El estudio del material epigráfico ha sido la base principal para deducir cuál era la pronunciación del latín y cómo fue evolucionando. En estz
perspectiva reclama de nuevo nuestra atención un grafito que publicamos
recientemente1. El grafito, hallado en la villa romana de La Serna (Saldaña, Palencia), está realizado sobre un vaso de cerámica sigillata del
s. 111. d.C. (o de inicios del IV), y contiene el nombre del propietario del
vaso (ARENI= «de Areno») más esta fulminante amenaza: CINEVS QVI
(sic) LEERIT = = «¡Marica, el que lo lea!»2.
En este trabajo pretendemos ampliar el estudio de CINEVS (= CINAEDVS),tomando pie de la omisión de D que se ha cometido en su escritura.
El hallazgo de esta omisión alcanza un va!or extraordinario, ya que no
conocemos más que otro ejemplo de error gráfico que refleje un hecho de
relajación fonética de 1-d-1 semejante en todo el período propiamente latino, es decir, anterior al comienzo de las lenguas romances3.
¿Ofrece garantías suficientes este testimonio? No hay razón para atribuir la omisión de D a simple descuido del grabador y en cambio a su
mala ortografía otras dos omisiones que comete a continuación, la -V en
QI (donde no falta la corrección del error, es decir, el atento repaso) y la
de G en LEERIT. Es especialmente en esta omisión de G , cuyo significado
nadie discutirá, donde se halla la garantía definitiva del valor de la
'
JosB M.= ROBLES,
JAVIER C O R ~ «Grafito
S,
sobre Sigillata encontrado en la
villa romana de La Serna (Palencia)», Publicaciones de la Institución «Te110 Téllez de
Meneses», n.O 49, Palencia, pp. 7-17.
Agradecemos al Profesor Sebastián Mariné múltiples sugerencias e indicaciones sobre las cuestiones tratadas en este artículo. Valga como muestra la traducción
palabra vertida en nuestro art. cit. con la acepción de «robar»,
rectificada de LEERIT,
«coger».
Nos referimos a ainuentus, CIL VI 3554 (Romae). No son comparables las
omisiones de d no-intemocálica en aiutor, CIL VI 3472 (Romae), aiubante, CZL VI11
2245, aiuncta, CIL VI 13823, etc. Finalmente, no revelan un grado tan avanzado
de relajación de 1-d-1 los testimonios de meridie, maredus (= madidus) (Gloss.), peres
(= pedes) (Consent. gramm. V 392), eritor (= editor), C l k X 6565, o Atenororus (=
Athenodorus) (Ephem. epigr. VI11 385), etc.
242
JOSÉ M A R ~ AROBLES GÓMEZ
de D. Ambas, en efecto, remiten a hechos fonéticos de relajación muy semejantes, referentes a dos fonemas de la misma serie.
Una diferencia destacamos enseguida, que en nada devalúa al anterior
argumento, sino que sirve para delimitar el hecho fonético que se esconde
tras la omisión de D: si la omisión de G en LEERIT puede aún responder
a una pronunciación fricativa de 1-g-1, más palatalizada que relajada -y
habría sido el avance de su punto de articulación hacia la zona de /e/ lo
que provocó que dejara de sentirse como /g/-, en cambio la omisión de
D en CINEVS sólo se podrá atribuir a una relajación total [O] o a una realización fricativa extremadamente débil
de Id/.
Interesa ya examinar en qué condiciones se ha producido tal relajación.
A nuestro juicio, el fenómeno aparece determinado por una serie de causas
que confluyen en CINEVS: un acento esdrújulo y predominantemente de intensidad, una entonación fuertemente exclamativa, más una realización fonética de tipo rápido y descuidado, propia del habla coloquial.
¿En qué sílaba se acentuaba CINEVS? Atendiendo al origen griego de
esta palabra (< kínaidos), cabe sospechar que su acento en latín no se rigió siempre por la «ley de la penúltima» ni en todas las épocas ni en todos
los niveles de lengua, sino que se mantuvo «fl~ctuante>>~.
Ya desde este
argumento tenemos libertad para suponer que en este CINEVS perduraba
el acento original esdrújulo. Pero se puede llegar a la misma conclusión
por otra vía: la grafía CINEVS nos revela una pronunciación monoptongada del antiguo diptongo AE; la E resultante, ante vocal, se abreviaría;
una vez breve, no tenía por qué seguir siendo acentuada, esto es, la palabra pudo tender a esdrújula de acuerdo con la distribución normal del
acento en la propia lengua latina.
En cuanto a la naturaleza fonética de este acento, se está de acuerdo
en aceptar que la intensidad fue caracterizando cada vez más el acento latino a partir del s. 111. d.c.s.
Hallamos otro condicionamiento de la relajación fonética de /-d-l en
la entonación de amenaza que recaía en este CINEVS, llenándolo de la
máxima carga de energía para que más que palabra fuera mágica fuerza
de fulminante efecto estigmatizador. Respecto a la realización fonética de
tal entonación, podremos obtener información aproximada observando lo
que ocurre en nuestra lengua:
Ampliamente se trata del tema de los acentos en los préstamos griegos en G.
BERNARDI
PERINI,
L'accento latino, Bologna, 1970, pp. 103-133.
G. BERNARDI
PERINI,
o.c., p. 13.
RELAJACIÓNDE -D- EN UNA INSCRIPCIÓNHISPANICA
243
«En formas como iinsolente!, idescastado!, jmaldito! , ¡imbécil!,etc.
(...), la voz se eleva sobre la sílaba acentuada y desciende bruscamente de una sexta a una octava sobre la sílaba final. Lo característico de estas exclamaciones consiste, más que en la entonación, en el
aumento de intensidad que recae sobre dicha sílaba acentuada, si
bien este aumento, obrando por su parte sobre la cantidad y sobre el
tono, hace que la sílaba acentuada resulte también en dichos casos
más larga y más aguda que en las expresiones meramente afirmativas~~.
Por último, la realización relajada de 1-d-1 en CINEVS aparece ligada
a una forma de hablar vulgar, reflejo del bajo nivel cultural del grabador7.
Las numerosas faltas de ortografías, la tosquedad de las formas grabadas
-letras y dibujo de un caldero a la izquierda del texto-, y el hecho mismo de grabar sobre la cerámica sigillata revelan más que suficientemente
el escaso refinamiento del «personaje». Pero el remate está en el empleo
de CINEVS, la palabra grosera que mancha antes que a nadie a quien la
arroja. Dentro de este marco se impone una reconstrucción fonética de la
frase grabada -y en particular de la palabra CINEVS-, tan plagada de
rasgos vulgares, que costaría mucho probar que la realización relajada de
1-d-1 no es uno de ellos.
En resumen, a través de la grafía de CINEVS descubrimos una pronunciación extremadamente relajada de 1-d-1, que se detecta en el habla popular
de una zona de la Hispania romana en los ss. IIIDV. d.C. Este fenómeno fonético encuentra condiciones especialmente favorables para su aparición en
la palabra CINEVS empleada interjectivamente, al añadirse en este uso una
sobrecarga intensiva sobre su acento de intensidad esdrújulo.
Con todo, no parece ser aquí de menor interés que el fenómeno descubierto a través de la grafía - e n definitiva, tan circunscrite, la propia
grafía de CINEVS, que se destaca en el ámbito latino como testimonio excepcionalmente raro de un hecho de pronunciación de tal especie.
José M.a ROBLES GÓMEZ
Universidad de Santander
T. NAVARROTOMAS,
Manual de pronunciación española, Madrid, 1974.
Parece obligado el recurso a la fonoestilística en un caso tan claro como éste.
Hallamos apoyo en brillantes ejemplos de aplicaciones de esta perspectiva referidas
al latín y al griego en W. DRESSLER,
«Pour une stylistique phonologique du latin. A
propos des styles négligents d'une langue morten, BSL 68-1, 1973, pp. 129-145; C.
BRIXHE,
«Sociolinguistique et langues anciennes. A propos de quelques traitements
phonétiquies irréguliers en grecn, BSL 74-1, 1979, pp. 237-259.
de v en
Estas faltas son: E por AE en CINEVS y las omisiones de D en CINEVS,
QI y de G en LEERIT.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
Si bien la presencia visigoda fue importante en la actual provincia vallisoletana, no existen fuentes literarias que de forma directa mencionen
esta región. No cabe duda, sin embargo, de que las angustiosas noticias,
deparadas por Hidacio en su crónica sobre la situación de hambre, peste,
devastaciones y otras calamidades' afectaron también a esta provincia, la
cual, por su situación geográfica central, era proclive a ser propicio escenario para las correrías de los pueblos invasores.
A partir del momento en que, concluido el bienio de las devastaciones
(409-411), un nuevo orden quedara establecido en Hispania, primero con
la ocupación de las diferentes regiones peninsulares por los pueblos germánicos, y después - c u a n d o algunos de ellos ya habían emigrado fuera
del territorio peninsular o habían sido prácticamente exterminados por el
Imperio con la ayuda de las armas visigodas- con la constitución de¡ reino suevo como entidad política relevante en Hispania, la zona vallisoletana iba a quedar al margen de los enfrentamientos que habrían de producirse entre este pueblo del noroeste peninsular y el poder imperial, hasta
que Eurico decidiera incorporar la Península al reino visigodo de Tolosa.
Los años que van desde la muerte de Eurico a la derrota de las fuerzas
visigodas ante los francos en Vouillé señalan la ocupación y estabilización
del reino visigodo de Tolosa sobre buena parte del territorio peninsular.
En estos momentos, salvo la zona noroccidental de la Penfnsula y las
áreas cantábricas y vasconas, prácticamente independientes durante el
período precedente, el resto de la Península Ibérica debió de estar bajo
el dominio directo, o al menos bajo la influencia, del reino tolosano. Y
será este territorio hispano, en principio mera área de influencia visigoda,
el que a partir del último decenio del siglo V, se convierta en sede de ocupación definitiva por parte de este pueblo germano asentado hasta entonces en el actual mediodía francés.
Sin entrar en el tema de una posible ocupación militar del territorio
de Tierra de Campos - d e n t r o del cual se incluye la actual provincia vallisoletana- en los tiempos del monarca Teodorico 11, con la finalidad de
contener la expansión oriental de los suevos, la Crónica de Zaragoza
'
HIDACIO,
Continuatio Chronicorurn Hieronymianorum, e d . Th. MOMMSEN,
MGH, Chron. Min. 11, Berlín, 1894, p. 17, 48.
ANGELES ALONSO ÁVILA
CODIGO
ENTERRAMIENTOS
A) Enterramientos sueltos ................ o
B) Necrópolis .................................
OBJETOS
DE
ADORNO
A) Anillos-sortijas ...........................
B) Brazaletes-pulseras .....................
()
C) Broches-hebillas-complementos .....
Q
H) Pendientes-zarcillos ....................
e
OBJETOS CERÁMICOS...............................
OBJETOS DE VIDRIO
................................
PIZARRAS
.............................................
RESTOS
CONSTRUCTIVOS Y
DECORATIVOS
.....
Ú ~ L EDES GUERRA ................................
ÚTILES
DE TRABAJO ................................
+
+
x
X\
8
o
MEDINA DE RlOSECO
Qg'
PENAFLOR
SAN CEBRIAN DE KIRNIJA
FUENSALDANA
DE MAZOTE
WAMBA
0
X
-0
CASTROVERDE
X
CASTRsZA
X
0
VALLADOLID
SEANCAS
6.Q
TUDELA
DE
QUINTANILLA
DE ARRIBA
PADILLA DE
I
BOEClLLO
SAN ROMAN D E HORNIJA
P
# HERRERA
r3
SERRADA
POLLOS
Valladolid
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
247
aporta noticias, relativas a los años 494 y 497, que hablan de una nueva
penetración2.
Las migraciones góticas a tierras de Hispania dieron lugar a dos tipos
de asentamiento, uno de carácter popular y otro de naturaleza aristocrático-militar. El pueblo visigodo que llegó a Hispania desde finales del si;lo V era todavía un grupo popular con una serie de rasgos diferenciales
-religión arriana, indumentaria, objetos de a d o r n e que dejaron una
inequívoca constancia arqueológica. El poblamiento compacto y su
religión arriana explican la existencia durante el siglo VI de cementerios
propios, cuya localización se distribuye por un área que teniendo como
centro la provincia de Segovia, se extiende por las regiones colindantes,
dentro de las cuales Valladolid se halla incluido.
Sería entonces la zona norte de la Meseta Castellana la sede de aquellos grupos populares godos dedicados a la agricultura, la ganadería o fines semejantes, en tanto que los militares y la nobleza se establecerían en
las grandes ciudades o permanecían en la Narbonense, por conservar esta
provincia todavía su valor estratégico3.
El estudio de tales asentamientos se realiza fundamentalmente a través de los hallazgos arqueológicos de tipo industrial que han proporcionado estas necrópolis castellanas datadas en el siglo VI; es ésta la época
en la que, los visigodos, aún no fusionados con la población hispanorromana, conservan unas artes industriales que, originadas en el tiempo en
que el pueblo godo habitaba las regiones del sur de Rusia, se muestran
en la Península Ibérica con todo su esplendor. Integran este conjunto arqueológico caracterizado por su uso ornamental, de forma preferente los
broches y placas de cinturón de tipo rectangular y las fíbulas, cuyo período de vigencia concluye al final del siglo VI; al margen de estos objetos
típicamente visigodos aparecen pendientes y zarcillos, brazaletes y collares.
En el siglo VII, cuando la unificación religiosa de la Península haya
anulado el signo distintivo del arrianismo de un grupo determinado de
población, y la desaparición de sus signos diferenciales propios como consecuencia del intercambio de ideas y modas entre los distintos grupos
étnicos integrantes de la sociedad hispana hagan más difíciles de identificar las sepulturas de los individuos de raza gótica, otro factor parece
Chronicorum Caesaraugustanorum Reliquae, ed. Th. MOMMSEN,MGH,
Chron. Min. 11, Berlín, 1894, p. 222 ad. a. 494; ad. a. 497.
W. REINHART,
«Sobre el asentamiento de los visigodos en la Península»,
AEArq. 18, 59, 1945, p. 134.
248
ANGELES ALONSO AVILA
reflejar la permanencia de las poblaciones campesinas visigodas en la antigua región de las necrópolis, las sedes episcopales.
En un mapa eclesiástico que comprenda las diócesis de la Meseta Superior, se comprueba que en una amplia zona que incluye la extremidad
noroeste de la Cartaginense y las tierras de la Lusitania, la proporción de
obispos góticos, o al menos con nombre de origen gótico, es notablemente alta. Esta concentración de prelados no parece tener otra explicación
que la permanencia en esta región de una población germánica de campesinos para cuyas necesidades espirituales los prelados de su mismo origen étnico serán los más idóneos4. Es cierto que la actual provincia vallisoletana no contó con sede episcopal durante los tiempos visigodos, sin
embargo, las necesidades espirituales de los godos asentados en este territorio, fácilmente estarían cubiertas por los obispos de Segobia, Palentia
u Oxoma, localidades donde se tiene constancia de silla episcopal.
Por tanto, en lo que a las fuentes literarias hace referencia, ya somos
conscientes de un hecho, la ausencia en las mismas de toda referencia directa -aunque quizá no indirecta- a la actual provincia vallisoletana;
será, sin embargo, ésta una circunstancia fácilmente comprensible si se
tiene en cuenta la situación geogáfica de la provincia. En efecto, la capital
del reino visigodo hispano, si bien durante la primera mitad del siglo VI
fue itinerante, esta movilidad nunca recayó en las zonas septentrionales
de la Península, y después, culminado ese período, cuando la progresiva
unidad del reino iba dejando de ser una realidad sólo deseada, estuvo
centrada en Toledo, ciudad relativamente distanciada de las tierras de
Valladolid.
Sin embargo, los testimonios de tipo arqueológico no se muestran tan
parcos a la hora de relatar la historia de nuestra provincia. Si los restos
materiales localizados en ella son de varios tipos --enterramientos y objetos diversos, tanto de adorno como de uso diario o extraordinario- las
piezas de cerámica y un determinado tipo de puñal, son los que marcan
la nota distintiva de la provincia.
Dentro de los enterramientos, las necrópolis, los cementerios integrados por diversas tumbas -ya que también se han hallado inhumaciones
aisladas- son las que ofrecen un mayor interés, puesto que constituyen,
a partir de los objetos en ellas encontrados, uno de los pilares básicos
dentro del mundo visigodo, cuando se intenta establecer la cronología del
período.
J. ORLANDIS,
«El elemento germánico en la Iglesia española del siglo VII»,
AEM 3, 1966, p. 64.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VIS~GODOS
249
Dentro de estas necrópolis las piezas aparecidas pueden distribuirse
en tres grandes secciones: por una parte, los objetos de adorno; por otra,
los útiles de uso diario o extraordinario y, finalmente, los restos decorativos, constructivos o arquitectónicos cuyo lugar de aparición no está
limitado sólo a los trabajos arqueológicos de campo, sino también a su
descubrimiento en construcciones posteriores como material reutilizado.
Diferencias apreciables existen en cuanto a la forma de enterramiento
entre las necrópolis paleocristianas y las posteriores visigodas. Mientras
que los hispanorromanos enterraban por lo general ya dentro de caja cubierta de tejas planas formando doble vertiente, ya dentro de ánforas siguiendo la tradición romana o también en sepulcros de piedra decorados
o no, los germanos enterraban bien directamente sobre el suelo, sobre
parihuelas o dentro de ataúdes, como permiten deducir los fragmentos de
hierro o las piezas completas del mismo metal, pertenecientes a clavos,
agarraderas o bisagras. La disposición de las tumbas se hacía de forma ordenada formando calles más o menos paralelas, aunque también es
frecuente encontrar cementerios sin ningún tipo de ordenación lineal.
Dentro de las tumbas, las inhumaciones se han producido tanto de forma
unitaria como de forma múltiple, apareciendo restos de diferentes esqueletos en una misma tumba, circunstancia ésta que habría de ponerse en
relación con los sucesivos momentos en que hubieran tenido lugar los sucesivos enterramientos5.
Por lo que hace referencia a los objetos de adorno hallados en estas
necrópolis, los cementerios vallisoletanos de esta época ofrecen los siguientes: anillos, brazaletes, broches y pendientes. En los siglos posteriores al Imperio Romano, de igual modo que el uso del anillo se había generalizado con la difusión del cristianismo las formas también habían adquirido nueva variedad; sin embargo, los numerosos anillos hallados en
las necrópolis visigodas, los traídos por este pueblo de sus sedes de Tolosa, presentan una calidad de material y una elaboración sencilla. Su ejecución por lo general es pobre, y con la excepción de algunos de plata,
casi todos son de bronce, con decoración sencilla, a veces tosca, o con algunas letras romanas que aparentemente significan abreviaturas de palabras invocatorias6.
P. PALOL,
«Esencia del arte hispánico de época visigoda: Romanismo y Germanismo~,Settimane di Studio del Centro Italiano di studi sull'Alto Medioevo, Spoleto, 1956, 111: I Goti in Occidente, p. 81.
W. REINHART,
«LOSanillos hispano-visigodos»,AEArq. 20,68,1947, p. 178.
250
ANGELES ALONSO AVILA
Si los más sencillos objetos de adorno son los brazaletes, formados por
grueso alambre de cobre o bronce, pocas veces de plata, sin adornos o
con adornos lineales muy someros y con o sin enganche en sus extremos,
los broches o placas de cinturón constituyen el conjunto decorativo más
importante.
La cronología y tipología de los broches de cinturón que, sometida a
diferentes interpretaciones, ha cristalizado en diversas clasificaciones relativas tanto a la periodización de la arqueología visigoda como a la datación de los propios broches, es la siguiente Tipo 1: correspondiente a los
«A» y «B» de Gotze7 y Godo de Olalla8; Tipo 11: «C» de Gotze, Visigodo
de Olalla y Germanovisigodo de Palol; Tipo 111: Bizantino de Zeiss9 y I11-111 de Palol. De los dos tipos que se aprecian en el grupo 1, uno de
ellos, el correspondiente al denominado «A» de Gotze, está formado por
una simple placa rectangular lisa en principio, con sólo los clavos de ángulo para sujetarla al cuero. La placa está doblada en su parte anterior
para sujetar la hebilla lisa y con aguja terminada en cabeza esquemática.
Se decora toda la superficie fundida con adornos a bisel y espirales, recubriéndose la parte que corresponde a los clavillos del ángulo con aplicaciones circulares, ovales y almendradas con granates o vidrios.
El tipo «B» se compone de dos piezas, el marco -recuadro de bronce
fundido profusamente decorado y con los clavillos de ángulo recubiertos
por cabujones- y la lámina de metal, donde se fijan otros cinco cabujones en el centro y en los ángulos; la hebilla es aproximadamente ovalada,
y la aguja es fuerte, lisa y terminada en una cabeza de animal.
Los ejemplares del segundo grupo se distinguen de los correspondientes al primero en que su placa forma una verdadera caja que, parcial o totalmente, va recubierta por unas celdillas rellenas de almandines, vidrios
y otras materias. De este tipo se presentan numerosas variantes, siendo
los ejemplares más representativos los aparecidos en las necrópolis de
Herrera de Pisuerga y Castiltierra.
Dentro del tercer grupo Palol establece tres divisiones. Por una parte
estaría el conjunto de piezas de procedencia u origen romano, cristiano
o bizantino que, aunque halladas sobre todo en el litoral peninsular mediterráneo, habrían sido fabricadas posteriormente en otros talleres del
'
A. GOTZE,Gotische Schnallen, Berlín, 1907.
J . MART~NEZ
SANTAOLALLA,
«Notas para un ensayo de sistematización de la
arqueología visigoda en España. Períodos godo y visigodo~,AEAArte 10, 1934, pp.
139-180.
H. ZEISS,«LOS elementos de las artes industriales visigodas~,Anuario de
Prehistoria Madrileña, 1936, pp. 141-163.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
25 1
interior de la Península. Este conjunto está integrado por los broches de
cinturón en forma de escudo, broches cordiformes calados y broches de
pequeña placa rectangular. En segundo lugar, las imitaciones que hacen
los visigodos de las piezas fabricadas por otros pueblos germánicos, burgundios o francos; son los broches de cinturón de placa rígida, calada y
grabada. Otras veces la tendencia burgundia y franca se manifiesta en la
aparición de la técnica del damasquinado de plata en broches de perfil
liriforme mediterráneo. Un tercer conjunto estaría integrado por los
broches de cinturón arriñonados de fabricación hispanovisigoda nacional
-uno de cuyos talleres se asentaría en la Meseta Central- que presentan una decoración floral estilizada.
La forma normal de los pendientes que proceden de las necrópolis del
siglo VI es la de aro con enganche en forma de bellota, a veces recubierta
de plata, pero generalmente de bronce macizo o hueco; otras veces el
glande adopta la forma de doble cono; o de un cuadrado o rectángulo que
también puede ser macizo o hueco; o formando una pieza poliédrica, con
o sin vidrios adheridos, y excepcionalmente, recubierta con plancha de
oro. Menos frecuentes son los ejemplares con enganche de pieza en forma de carrete. Los que se forman por simple alambre de bronce con
extremos curvados para enganchar, pueden presentar en el centro del aro
un lazo formado por torsión sencilla; habiéndose igualmente encontrado
alguna pieza en la que el aro se forma por trenzado de alambre de cobrelO.
La segunda de las grandes secciones en que cabe estructurar los
hallazgos procedentes de las necrópolis de época visigoda está integrada
tanto por los objetos de uso diario, como por aquellos cuyo uso no es habitual. Dentro de los primeros cabría hablar de los útiles de trabajo y sobre todo de las piezas cerámicas.
A diferencia de los útiles de ajuar doméstico, cuyo término únicamente abarcaría los objetos más estrechamente relacionados con el «menaje»
de la cocina, los útiles de trabajo ofrecen una mayor diversidad motivada
por sus relaciones con la ganadería, agricultura o actividades manuales diversas vinculadas a la carpintería, cantería o herrería. Sierras, limas, tenazas, barrenas, cinceles, martillos, leznas, etc., serán instrumentos que
pertenecientes al último grupo de actividades citadas se hayan encontrado
en las necrópolis de la provincia de Valladolid.
'O
M. LOPEZSERRANO,
«Arte visigodo, artes decorativas», Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, 111, Madrid, 19763, p. 804.
252
ÁNGELES ALONSO ÁVILA
En relación con la cerámica, dado que el yacimiento de Piña de Esgueva ha proporcionado un número de piezas representativo tanto del
tipo de material como de la diferente tipología, se ha creído conveniente
tratar de este tipo de hallazgo cuando en la carta arqueológica de la provincia se hable de esta localidad. Sin embargo ahora sí es el momento de
ocuparse del último conjunto de objetos también incluido dentro de los
útiles de uso diario, las piezas de vidrio aparecidas en algunos yacimientos. Teniendo en cuenta, por una parte, que la invasión bárbara supuso
la acentuación de la progresiva decadencia de la fabricación de vidrios en
España y, por otra, la probabilidad de que fueran los antiguos hornos hispanorromanos los que continuaron abasteciendo la demanda de estos
productos, es fácil deducir que la cronología de tales piezas no se halle
delimitada con una total precisión; y esta inseguridad, que vendría
ratificada incluso por la identidad de los modelos existentes en el Bajo
Imperio y en la nueva época visigoda, se acrecienta incluso ante el desconocimiento de si tales ejemplares fueron fabricados durante los siglos
de dominación germánica o en el período inmediatamente anterior. Un
hecho claro puede constatarse, sin embargo, y es que tanto en la pureza
de líneas, como en la creación de nuevas formas, la calidad de los objetos
de vidrio se había visto rebajada.
Las pizarras y los útiles de guerra integran el segundo grupo de los objetos cuya particularidad vendría determinada por el uso no habitual de
los mismos. Son las pizarras un tipo de hallazgo cuya área de localización
abarca la zona comprendida desde Ciudad Rodrigo a Ávila, y desde Salamanca al limite norte de la provincia de Cáceres. Los ejemplares aparecidos en Asturias y Valladolid son los únicos que desbordan la zona
mencionada. En ella, los yacimientos más destacables por el número de
piezas aparecidas son los de Lerilla, Salvatierra de To;mes y Santibáñez
de la Sierra en Salamanca y el de Diego Álvaro en Ávila. Dos de estos
yacimientos, Lerilla y Diego Álvaro son los que han dado nombre a dos
tipos diferentes de pizarras, las primeras llevan signos numéricos (y han
recibido el nombre de geométricas) y las segundas escritura cursiva. El
ejemplar aparecido en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Arriba
pertenece al grupo de las denominadas «tipo Lerilla» que, procedentes en
general de una zona cercana a Ciudad Rodrigo -antiguo emplazamiento
de un castro-, se hallan distribuidas en diferentes colecciones particulares o públicas de Salamanca y Madrid1'.
" Salamanca: Seminario de Arqueología. La colección comprende 15 piezas de
z
una de ellas en el trabajo: «Un document
las que el Profesor D f ~ yz D f ~ reproduce
privé de I'Espagne wisigothique sur ardoise», Studi Medievali,3.a serie, VI1 fasc. 1,
'
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
253
La cronología de las pizarras, si bien ha resultado oscilante desde el
momento en que tuvieron lugar los primeros hallazgos, actualmente su
asignación a la época visigoda está fuera de toda duda gracias sobre todo
a los estudios realizados por el Profesor Díaz y Díaz sobre una pizarra hallada en Diego Álvaro, cuyos caracteres paleográficos corresponden a la
época mencionada12.
Aunque la finalidad de las pizarras también se ha visto sometida a
discusión y este aspecto constituye uno de los más interesantes dentro del
estudio de estas piezas, no es éste el momento de abordarlo en profundidad, aunque todas las opiniones y conclusiones a este asunto relativas,
pueden verse en los trabajos de los diferentes estudiosos del tema.
Si entre las armas ofensivas de época visigoda se encuentran la espada, el sable y la lanza, y entre las defensivas los escudos y las lanzas, una
pieza de indudable interés y particularmente representativa de la provincia vallisoletana es el puñal-cuchillo denominado «tipo Simancaw por ser
este yacimiento el lugar de donde procede el mayor número de ejemplares. Presenta el mango fuerte y largo, de cobre, torneado en formas diversas, terminado en glande y con una fuerte chapa de cobre para tope
de su unión con la vaina. ]Ésta tiene su borde reforzado con un cerco también de cobre, y no se adapta exactamente a la forma de la hoja del cuchillo sino que, por la parte correspondiente al filo, flexiona en una curva
de forma decorativa. Guarneciendo la cubierta de la hoja en las caras planas, una chapa de cobre repujada con dibujo cuadrangular, en cuyos centros se ostentan estrellas de cuatro puntas o botones. En la parte superior
de la vaina, sujeta con remache, va una pieza en cuyos extremos se engarzan las anillas que servirían para sujetar el cuchillo, al ser éste colgado
a la altura de la cintura13.
Por último, dentro de los restos arquitectónicos o decorativos que,
proporcionados por las diferentes excavaciones o encontrados en la actua-
1966, p. 59; Colección del Sr. Serafín Tello, de esta importante colección únicamente
12 ejemplares, de los 98 que la formaban y que son de tipo Lerilla, se conservan en
el Archivo Catedral de Ciudad Rodrigo.
Madrid: Colección del Profesor Gómez Moreno: «Documentación goda en pizarra», BRAH 34, 141, 1954, pp. 55-58.
l2
M. C. D ~ A Y
Z D~Az,«Sobre la posible data de pizarras salmantinas con signos
numéricos», Zephyrus 12, 1961.
l3
P. PALOL,«Cuchillo hispanorromano del siglo IV d.c.», BSAA 30, 1964, pp.
75-85. En su trabajo sobre la necrópolis visigoda de Simancas (BSAA 5, 1936-1939)
Rivera Manescaii señala la importancia de estas piezas a las que considera genuinamente visigodas y propias de la clase superior o guerrera.
254
ÁNGELES ALONSO AVILA
lidad formando parte de edificaciones posteriores a la época visigoda, están sobre todo relacionados con la escultura, la provincia de Valladolid se
encuentra entre las especialmente fructíferas por lo que a capiteles o a
fragmentos de los mismos hace referencia.
Después de haber hecho un breve análisis d e los restos materiales aparecidos e n la zona vallisoletana, procede ahora pasar a la exposición de
la carta arqueológica de la provincia.
En el pago denominado «La Peana», a unos 500 m. al norte del pueblo, y
en una zona llana con suave declive hacia el este, una importante remoción de
tierras que motivó la desaparición de gran número de sepulturas, puso al descubierto numerosos enterramiento~,algunos de ellos en sarcófagos de piedra.
En ocasiones el lugar de la sepultura venía señalado por una estela de tipo discoidal, sin que se llegara a apreciar en ella ninguna decoración o labra intencionada, sólo una presentaba una cruz de brazos típicamente visigoda.
Del ajuar que pudieran tener las sepulturas deshechas solamente se encontraron dos vasos de barro negruzco con asa y boca lobulada.
Se trata de una necrópolis que pudiera tener enterramientos datados a fines
del siglo VI1 o en época inmediatamente posterior14.
ALMENARA DE ADAJA
Esta villa romana del siglo 111 o IV debió de abandonarse en el momento
de las invasiones germánicas, si bien para ello no existe más dato que el hallazgo de un enterramiento posiblemente visigodo sin ajuar ni materiales cerámicos15.
AMUSQUILLQ DE ESGUEVA
En el altozano llamado «El Catarro*, en la margen izquierda y a unos 200
metros del río Esgueva, apareció una necrópolis visigoda con características típicas de orientación y emplazamiento; las sepulturas están construidas de muretes de piedra, cubiertas con grandes losas y a una profundidad de algo más
de un metro.
l4
G. NIETOGALLO,
«Exploracionesarqueológicas en la provincia. La necrópolis
visigoda de Alcazarén*, BSAA 12,40-42, 1945-46,pp. 149-151; P. PALOL-F.
WATTENBERG,Carta arqueológica de España: Valladolid, Valladolid, 1974, p. 62; T. MANANES,Arqueología vallisoletana. La Tierra de Campos y el Sur del Duero, Valladolid,
1979, p. 100.
P. PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 63.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
255
El ajuar es poco rico y responde su hallazgo a dos diferentes momentos; en
primer lugar, los trabajos de construcción de una carretera pusieron al descubierto numerosas sepulturas con objetos de los que sólo ha quedado una vasija
de barro, trozos de anillo de cobre con una piedra y fragmentos de hebilla de
cinturón. Posteriormente, en las excavaciones llevadas a cabo por Barrientos,
apareció una vasija, una estela y una hebilla de cinturón de charnela dentada16.
BOECILLO
En el lugar denominado «La Cotorra del Tío Ceferino» se descubrió un yacimiento que a causa de la pobreza del material, se hace difícil asignarle una
cronología precisa, pero estableciéndose la época de repoblación, o más probablemente la época visigoda, como enmarque c r o n ~ l ó g i c o ~ ~ .
CASTRILLO DE TEJERIEGO
En «el Palacio» fue localizada en 1932 una necrópolis visigodals.
CASTRODEZA
Una necrópolis visigoda, situada entre Wamba y Castrodeza, en el valle del
Hornija fue descubierta por Rivera Manescau. Excavaciones iniciales dieron
como resultado el hallazgo de varios anillos de cobre; sin embargo los trabajos
de prospección no tuvieron continuidad19.
En 1975 el hallazgo de una sepultura de piedra caliza trapezoidal, con una
cruz irregular de trazado poco esmerado y arcaico grabada en ella, motivó la
excavación de una necrópolis en el término de «El Barriab. Los enterramientos, orientados al este, presentaban esqueletos colocados directamente sobre
el suelo, paredes de piedra a los lados hasta la mitad superior del cuerpo,
l6
J. BARRIENTOS,
«Hallazgo de una necrópolis visigodan, BSSA 3, 1934-1935,
pp. 415-416; P. PALOL-F.W A ~ N B E RCarta
G , arqueológica de Valladolid, p. 66; J.
SUPIOT,
«Papeletas sobre orfebrería bárbara, 111: Hebillas de cinturón visigodas. Hebillas de charnela dentada. Hebillas simples de oro», BSAA 3,s-9, 1934-1935, p. 363.
" S. RIVERA
MANESCAU,
«Peñaflor de Hornija (Valladolid)»,NAH 3-4 1956, p.
9; P. PALOL-F.WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 78.
Is
S. RIVERAMANESCAU,
«San Román de Hornija (Valladolid)», NAH 3-4,
1956, p. 9; P. PALOL-F.WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 78.
l9
S. RIVERA
MANESCAU,
BSAA 1, p. 284; P. PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 79.
256
ÁNGELES ALONSO AVILA
y ausencia de ajuar. La cronología del yacimiento debe atribuirse a los siglos
VI1 u VII120.
COGECES DE ~ S C A R
Situado en un altozano al noroeste del pueblo, junto al camino de San Miguel del Arroyo, el pago de «Santa Cruz», así denominado por haber existido
en este lugar un monasterio de tal nombre, ofreció dos sepulturas orientadas
al este, constituidas por una hilera de piedras clavadas perpendicularmente
como delimitación del cadáver y unas losas grandes haciendo de cubierta. El
ajuar estaba compuesto por dos jarros de pasta negra sin barnizar con la boca
lobulada y completamente lisos.
La cronología de esta necrópolis presenta problemas que se resolverían en
el momento de la excavación; sin embargo, cabría hablar de un período de larga vigencia, época visigoda y de repoblación2'.
En el pago de «Valdeón» aparecieron en 1957 algunas sepulturas, quizá de
época visigoda, conteniendo algún vaso ~ e r á m i c o ~ ~ .
GORDALIZADE LA LOMA
En el lugar denominado «Castillo Grande» aparecieron cerámicas incisas
que pudieran ser visigodas o m ~ z á r a b e s ~ ~ .
HERRERA CE DUERO
En la «Granja Conchiba» apareció una necrópolis con largo período de vigencia como se deduce por la superposición de tumbas. Aquí fue descubierta
una olla globular de boca ancha y trebolada llevando asa al borde. La decoración se presenta en grupos de cuatro o cinco incisiones a peine, rectilíneas
y finas, poco profundas, paralelas y muy juntas, desarrollándose en la parte
media de la panza y del cuello24.
20
A. C A B E Z ~MARTÍN,
N
«Necrópo!is visigoda de Castroverde del Cerrato»,
B S A A 40-41, 1975, pp. 623-625.
21 R. MART~N
VALLS,«Nuevas necrópolis altomedievales en la provincia de VaCarta arqueológica
lladolid», BSSA 39, 1963, pp. 254-256; P. PALOL-F.WATTENBERG,
de Valladolid, p. 81; R. IZQUIERDO
BENITO,
«Cerámica de las necrópolis de época visigoda del Museo Arqueológico Nacional», R A B M 80-3, 1977, p. 576; Idem, «Ensayo
de una sistematización tipológica de la cerámica de necrópolis de época visigodan,
R A B M 80-4, 1977, pp. 37-38.
22 P. PALOL-F.
W A ~ N B E RCarta
G , arqueológica de Valladolid, p. 9C.
23 Idem, pp. 91-92.
24
R. MART~N
VALLS,Nuevas necrópolis altomedievales, p. 274; K . IZQUIERDO
BENITO,Ensayo de una sistematización, pp 839 y 846.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
257
MEDINA DE RIOSECO
En el pago de «El Hereje», junto a la carretera de Toro, es conocida la
existencia de un yacimiento que ha proporcionado un jarro de boca lobulada
de tipo visigodo, el cual formaría parte del ajuar funerario de una de las tumbas de la necrópolis. El ejemplar, que es una olla globular de boca ancha y asa
al borde, constituye la variante B del cuarto grupo de la sistematización de la
cerámica visigoda de I z q ~ i e r d o ~ ~ .
PADILLA D E DUERO
En el pago de «Las Quintanas» y otros limítrofes como «Los Hoyos» y
«Las Ruedas», aparecieron restos de diversas épocas, entre ellas, la csrrespondiente a los tiempos visigodosZ6.
PENAFLOR DE HORNIJA
Se anotan yacimientos posiblemente visigodos en «El Tesico de las Monjas» y «San salvador^^'.
PINA DE ESGUEVA
En la finca de «Las Piqueras», situada a 3 km. al oeste de Piña de Esgueva,
en la ribera izquierda del Esgueva apareció una necrópolis visigoda del siglo
VII. Se extiende al pie de los tesos del valle, sobre una pequeña elevación
cuyo declive mayor se orienta al este.
La necrópolis fue excavada por el Seminario de Arqueología y Arte de la
Universidad de Valladolid en dos campañas sucesivas. Mientras que en la primera se delimitó la necrópolis por el lado oeste, y tuvo como resultado la excavación de cuarenta sepulturas, en la segunda pareció haberse entrado en el
núcleo central de la misma, como pudo deducirse por la mayor abundancia y
mejor alineación de las tumbas.
Existía diversidad en las formas de las sepulturas. Los sarcófagos de piedra, de una sola pieza, forma trapecial y losa labrada de cubierta, son más frecuentes en los enterramientos infantiles. Las fosas excavadas en la tierra y
aquellas protegidas por murete de piedra, presentan igual sistema de cubrición
a base de grandes piezas.
Aunque la orientación de los esqueletos se realizaba siempre hacia el este,
el cementerio apareció sin demasiada ordenación en la disposición de los
25
R. MART~N
VALLS,Nuevas necrópolis altomedievales, p. 274; R. IZQUIERDO
BENITO,Ensayo de una sistematización, p. 846.
26 P. PALOL-F.
WAT~ENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 110.
S. RIVERAMANESCAU,
Peñaflor de Hornija, p. 322.
'"
258
ÁNGELES ALONSO AVILA
sepulcros. Es de notar la reiteración sucesiva en el tiempo en cuanto al uso de
la misma sepultura; cuando esto ocurre, los restos del enterramiento anterior
o bien se amontonan a los pies de la inhumación nueva, o bien se les aísla mediante una piedra colocada verticalmente cortando la sepultura en dos partes
iguales.
En la primera campaña de excavación se hallaron restos de muros formando un recinto rectangular en cuyo interior se contenían vasos pertenecientes a
gran número de enterramientos. Quizás pudiera tratarse de una pequeña capilla sepulcral o bien de un recinto de la n e ~ r ó p o l i s ~ ~ .
Pocas eran las sepulturas que contenían ajuar metálico; tres de ellas ofrecieron broches de cinturón de cierto interés, aunque la nota peculiar de la necrópolis fueron los objetos cerámicos. Las hebillas de bronce o hierro, de placa
rígida o charnela, se presentan lisas o decoradas con incisiones de motivos geométricos y animales. Anillos de sello grabados, con ensanchamiento en la parte superior, o simplemente de anilla, pero todos de cobre, completan, junto
con los anillos de plata adornados o no con cuentas de pasta vítrea u otros motivos, las piezas de aderezo personal. También aparecieron clavos colocados
siempre a la altura de los pies y pertenecientes al calzado, así como punzones
de sección cuadrangular y base plana usados como herramienta de trabajo29,
vaina de puñal de cobre adornada con líneas paralelas y fragmentos de hierro.
Los ajuares de metal responden a los gustos hispánicos de la segunda mitad del
siglo VII.
El ajuar cerámico es interesante por constituir un conjunto variado y rico
tanto en su tipología como en su decoración. Dentro del barro se diferencian
tres tipos: negro o gris negruzco, donde varía la calidad y la buena cocción es
uniforme; rojo, de peor calidad que el anterior; y amarillo blanquecino, que
aparece escasamente. Todos ellos llevan mezcla de arena debido más a la impureza de la pasta que al empleo de ella como desgrasante. La cocción no es
uniforme, aunque generalmente suele ser imperfecta, y la factura es tosca.
En cuanto a las formas, pocos son los ejemplares de plato que se han encontrado en las necrópolis de época visigoda, el único ejemplar decorado apareció en esta n e c r ó p o l i ~ ~
Los
~ . ejemplares de boca ancha y globular y asa al
borde ofrecen dos variedades al carecer unos de piquera y llevarlas otros colocada verticalmente3'. La forma de cantimplora se caracteriza por tener
P. PALOL-F.W A ~ N B E R Carta
G , arqueológica de Valladolid, p. 117.
J. PÉREZ-A.TOVAR-J.SUPIOT,«Segunda campana de excavaciones. La necrópolis visigoda de Piña de Esguevan, BSAA 2-6, 1933-1934, p. 412.
30 R. IZQUIERDO
BENITO,Ensayo de una sistematización, p. 844, forma 1.
31 Idem, p. 846, forma 4.
28
29
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOSVISIGODOS
259
el cuerpo circular y aplanado, lo que hace que la pieza no tenga mucha cabida;
el cuello es alargado y de una zona arrancan las dos asas simétricas que llegan
hasta la parte superior del cuerpo. Es característico que la parte baja presente
una pequeña crestería saliente, lo que hace que la pieza no se pudiera mantener en pie y hubiera de estar colgada. El ejemplar de esta forma hallado en
la necrópolis estaba i n c o m p l e t ~ ~
También
~.
se encontró un ejemplar de olla
globular de boca ancha sin asas33.
Pieza sujeta a terminología diferente34es aquella que se caracteriza por tener el cuerpo horizontal y ligeramente cilíndrico, estrechándose en los extremos hasta cerrarse por completo en uno de ellos y formarse un pitorro en el
otro; en la parte media del cuerpo, verticalmente, se levanta un cuello ensanchándose para formar la boca, de cuyo borde arranca el asa hasta el extremo cerrado del cuerpo.
Forma cuyo único ejemplar se ha encontrado en Piña de Esgueva es un
cazo o taza semiesférico con asa
Jarra piriforme o ligeramente globular, con cuello cilíndrico y poco desarrollado, boca estrecha formada por un pequeño labio de sección cuadrada y
sin asas, es otro de los e j e m p l a r e ~cuyo
~ ~ tipo experimenta cierta transformación al ser decorado con molduras e incisiones y acoplarse un asa que en ocasiones ha desaparecido.
Los jarros, a veces con molduras y con asas unidas al cuello alargado, ofrecen dos variantes, una de ellas, con forma cilíndrica o piriforme, presenta una
moldura en la zona media del cuerpo de la cual arrancan las dos asas simétricas; la otra, con forma globular o bitroncocónica, puede o no llevar moldura,
y la decoración - c u a n d o la lleva- está formada por incisiones en la panza o
se realiza a base de pintura38.
La forma de jarro piriforme, imitación de los jarritos de bronce litúrgicos,
podría considerarse como la más típicamente visigoda. La forma predominante en estos jarritos es la piriforme, con un asa esbelta que arranca del borde
Idem, p. 847, forma 6/13.
Idem, p. 845, forma 3.
34 J. P~REZ-A.
TOVAR-J.
SUPIOT,
Segunda campaña de excavación. La necrópolis
de Piña de Esgueva, 410. A esta forma se la denomina «vaso naviforme*, siendo su
«LOSfondos visigodos del Museo Arqueológico
uso el de aceitera; G. NIETOGALLO,
BEde Valladolid», MMAP 3, 1942, p. 218: emplea el mismo término; R. IZQUIERDO
NITO,Ensayo de una sistematización, pp. 847-848, forma 7/15: la denomina ~cantim32
33
plora».
35 R. IZQUIERDO
BENITO,
Ensayo de una sistematización, p. 848, forma 8.
36 Idem, p. 848-849, forma 10.
37 Idem, p. 849-850, forma 11.
38 Idem, p. 850-851, forma 12.
260
ÁNGELES ALONSO ÁVILA
hasta la mitad de la panza y la característica de llevar unos pequeños salientes
en la parte alta y baja del asa. Los tres ejemplares de la necrópolis conservan
los apéndices y el asa; uno de ellos, con línea muy esbelta y con pie, es el
más semejante a los ejemplares de bronce39.
También se encontraron piezas de forma trebolada, asa al borde y gollete4, y jarras de forma bitroncocónica sin asas, panza ensanchada sin cuello
y pequeño pie al fondo4'.
La decoración de la cerámica es de tres tipos: incisa, de molduras y pintada; Dentro de la primera, siempre con dibujo g e ~ m é t r i c ose
~ ~presentan
,
las
variedades de incisiones a peine rectilíneas y horizontales, finas y poco profundas. Se muestran en grupos de cuatro o cinco, paralelas y muy juntas, desarrollándose generalmente en la parte media de la panza y en el cuello; incisiones a peine onduladas y quebradas, no muy profundas y en grupos de
tres o cuatro. Se sitúan en la parte alta de la panza y del cuello; alternancia
de incisiones a peine rectilíneas y onduladas, dispuestas en grupos de cuatro
o cinco y decorando la parte alta de la panza; incisiones verticales en la parte
baja del cuello y de la panza; bandas formadas por dos incisiones paralelas
cuyo interior se decora con puntos o bien con pequeñas incisiones paralelas
distanciadas uniformemente. Se desarrollan en toda la superficie de la pieza.
En esta necrópolis apareció una pieza de barro amarillento con decoración
pintada en negro. El geométrico motivo decorativo está formado por una serie de líneas verticales que, arrancando del cuello, llegan hasta el fondo de
la pieza, y están cortadas por otras h o r i ~ o n t a l e s ~ ~ .
39
40
41
Idern, p. 852-853, forma 14.
Idern, p. 854-855, forma 15.
Zdem, p. 858, forma 18.
42 Todos los motivos decorativos incisos son geométricos, salvo un ejemplar de
esta necrópolis que presenta una decoración que pudiera ser un intento de motivo
vegetal representando unas posibles hojas con sus nervios. La técnica es de incisión
ancha y superficial, y pudiera estar ejecutada con los dedos.
43 J. PBREZ-A.TOVAR-J.
SUPIOT,«Avance de estudio sobre la necrópolis visigoda de Piña de Esgueva», BSAA 1 3, 1932-1933; Idern, Segunda campaíia de exLos fondos visigocavación. La Necrópolis de Pifia de Esgueva; G. NIETOGALLO,
VALLS,Nuevas necrópolis altomedievales, p. 253; P .
dos, pp. 216-219; R. MART~N
PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueolágica de Valladolid, pp. 117-122; R. IZQUIERDO BENITO,
Ensayo de una sistematización, pp. 844-858.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
POLLOS
En 1931 se halló en esta localidad un capitel de caliza blanca del que no se
puede dar una notificación precisa sobre su procedencia, ya que parece tratarse de una pieza de acarreo. Es de sección cuadrada y presenta una decoración
sencilla de hojas de acanto carnoso que ocupa la parte inferior de sus ángulos,
entre los que se dispone un bulbo del que salen dos tallos que rematan en vol u t a ~ El
. cimacio es posible que haya sido cortado, habiendo formado, capitel
y cimacio, así como el collarino, una sola pieza aprovechada po~teriormente~~.
QUINTANILLA D E ARRIBA
En el pago denominado «El Valle», situado en el Iímife de Quintanilla de
Arriba y Cogeces del Monte, apareció una pizarra de tipo Lerilla, de forma
cuadrada y escritura de signos numéricos dispuestos en doce líneas y separados
por una raya. Sumados los signos de cada línea dan un total de veinte, salvo
una que sumaba veintiuno. Los signos numéricos, que son bastante regulares,
si se les compara con los de las pizarras de este tipo, presentan frecuencia de
\
1, V y X. En el dorso se aprecian señales que indican haber sido escrito también con signos numéricos posteriormente borrados45.
SAN CEBRIÁN DE MAZOTE
En el cementerio, y situado en la cabecera de la iglesia, existía un fuste de
cbiumna de mármol blanco, muy deshecho, con labor esculpida de imbricaciones y algo parecido a estrías por el remate inferior, que por sus características
parece v i ~ i g o d o ~ ~ .
SAN ROMÁN D E HORNIJA
En la iglesia donde según las fuentes isidorianas fueron enterrados los restos de Chindasvinto y su esposa Reciberga, junto al que fue monasterio fundado por San Fructuoso, se encontraron dos capiteles visigodos, idénticos en
su forma y situados bajo el púlpito. Copian el orden conntio aunque sor? rudos
en cuanto a su técnica, y llevan un collarino angosto. En ellos aparece una cara
lisa y vertical, mutilación que pudo haber acontecido en el siglo X, cuando fueron reutilizados en otro edificio.
G. NIETOGALLO,LOSfondos visigodos, p. 215-216; M. RODR~GUEZ
FERNÁN«El capitel visigodo de nuestro Seminario», BSAA 1, 3, 1932-1933, p. 225; P. PACarta arqueológica de Valladolid, p. 123.
LOL-F.WATTENBERG,
45
F. REPRESA,
«Una pizarra visigótica del tipo Lerillan, BSAA 42, 1976, pp. 452-
DEZ,
453.
46
M. GÓMEZMORENO,
Iglesias mozárabes. Arte espariol de los siglos IX a XI,
Madrid, 1919, pp. 181-182.
262
ANGELES ALONSO AVILA
En un patio posterior también fueron halladas columnas monolíticas con
sus respectivos capiteles, cuya cronología es similar a la de las piezas anteriormente mencionadas4'.
SERRADA
En el término de <<LosCotarros~,se halló un vaso de tipo v i s i g o d ~ ~ ~ .
En 1928 fue descubierto por el Sr. Rivera Manescau una necrópolis que dio
como resultado el hallazgo de 145 enterramientos de los que solamente 52 poseían ajuar, rico, cuando las sepulturas son modestas en cuanto a su construcción y más pobre cuando aquéllas ganan en terreno constructivo. Las primeras
se construyen con escasas piedras, generalmente una de cabezal y otra a los
pies. Las segundas van construidas con murete de piedra realizado a base de
grandes bloques hincados a los que cubren otras grandes losas.
La forma normal de todas estas sepulturas es la rectangular apreciándose
cinco tipos: fosa excavada simplemente en la tierra o en ocasiones cubierta con
travesaños de madera. Ambas modalidades llevan una piedra sin labrar como
apoyo de la cabeza, y otra a los pies limitando la sepultura; sepultura con cubierta de tégulas o ímbrices; sepultura excavada en la tierra y cubierta con losas sin escuadrar; y sepultura en la que se ha construido una verdadera caja a
base de piedras.
La orientación de las tumbas solía hacerse de oeste a este (algún caso se
observó en sentido inverso), y cada una de ellas contenía normalmente una inhumación, aunque a veces se hayan realizado dos o tres enterramientos sucesivos retirando a un lado los restos de los cadáveres anteriores.
El ajuar por lo general es pobre, pero presenta el interés de haber ofrecido
piezas de la importancia del puíial-cuchillo de tipo Simancas.
Las hebillas aparecidas en ocho sepulturas, correspondientes en la primera
publicación del Sr. Rivera Manescau a los números 36-46-49-52-102-104-133141, adoptan una gran variedad de formas, pero responden a dos tipos principales4', uno de formas curvas, la típica de riñón y otro de formas derivadas
47 M. G ~ M EMORENO,
Z
Iglesias mozárabes, p. 190; S . RIVERA
MANESCAU,
NAH
1-3, p. 323; P. PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 140.
P. PALOL-F.WAITENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 143.
49 F. NIETO
GALLO,
LOSfondos visigodos, p. 220: hace una clasificación más am-
plia de las hebillas hablando de tipos cuadrados, rectangulares, de ritión con base de
aguja escutiforme y hebillas de placa.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
263
de aquélla y que responden a los números 102-104-14150y otro de formas rectilíneas, cuadradas o rectangulares, números 4651-52-13352-136.
Otros objetos de cobre de aderezo personal son las sortijas, pulseras y brazaletes, algunos decorados con punteado; botones redondeados y alargados
propios de correaje; chapas punteadas con cincel; pendientes; pasadores de
cinturón y una fíbula anular con aguja diametral que se incluye dentro del grupo que posee una clara tradición hispánica53.
Diferentes piezas de hierro, lanzas, hachas, una barrena, un formón, un
cincel y una punta de flecha, se han hallado en otras sepulturas, pero carecen
de sentido definitivo y su cronología sólo puede establecerse al ponerse en relación con otros conjuntos arqueológicos.
Los objetos cerámicos d o s vasijas con asa, un puchero, un recipiente llamado «puchero de mil», fuentes y platos54- presentan formas derivadas de lo
romanos5, los relieves están desgastados y el barro se aprecia pulimentado
cuando es rojo, mal cocido cuando es negro, y blanco. De este último tipo se
halló un jarro con decoración pintada a base de motivos circulares en el cuello
y líneas cruzadas en la panza56.
50
Muy interesante a juicio de Palo1 es la hebilla de esta sepultura, pues con su
forma ligeramente curvada y su terminación en dos cabezas de animal afrontadas, entra dentro de las normas del llamado Spütantike, todavía previsigodo. Sin embargo
también apunta el hecho de que en esta necrópolis aparecen algunas hebillas circulaCuchillo,
res como los ejemplares más antiguos dentro de la tipología goda, P. PALOL,
p. 83.
5'
Hebilla de cinturón cuadrada dentro de las formas tardorromanas y sin ejemplares semejantes en lo visigodo, P. PALOL,Cuchillo, p. 76.
52
Hebilla semejante a las piezas de San Miguel del Arroyo y Hornillos, correspondiente a la forma tardorromana, no visigoda, como se deduce por una serie de detalles tipológicos entre los que no es de poco interés la forma de sujeción a la correa
mediante botones circulares anchos en la cara posterior de la placa. Sistema nunca
Cuchillo, p. 82.
usado por los visigodos y sí frecuente en todo lo romano, P. PALOL,
P. PALOL,Cuchillo, p. 76.
54
H. ZEISS,Die Grabfunde aus dem Spanischen Westgotenreich, Berlín-Leipzig,
1934, p. 184.
G. NIETOGALLO,LOSfondos visigodos, p. 221.
56
S. RIVERA
MANESCAU,
La necrópolis visigoda de Simancas, p. 14. Esta pieza
es considerada por el autor como la más típicamente visigoda por la similitud con la
cerámica de Pifia de Esgueva y de Vega de Mar, aunque en el caso de Simancas el
ejemplar sea más fino y acabado.
"
264
ANGELES ALONSO AVILA
Igualmente han aparecido recipientes de vidrio con las paredes muy finas
y el tono verdoso de las irisaciones típicas de la desc~mposición~~.
Por lo que hace referencia a la cronología del yacimiento las opiniones son
diversas. Mientras que Rivera Manescau piensa que se trata de una necrópolis
de la época visigoda avanzada, acaso ya ha entrado en el siglo VI15*,Zeiss la
considerada del Bajo Imperio Romanos9, y Palo1 por su parte la engloba dentro del grupo de necrópolis tardorrsmanas del Valle del Duero6", opinión que
es compartida por Gratiniano Nieto al asignarle una cronología del siglo V6'.
TUDELA DE DUERO
En el lugar de «Soto Tovillan se encontró un yacimiento al que no se puede
asignar una cronología precisa - s e duda entre la época tardorromana y altomedieval- aunque quizá apuntarse hacia una época avanzada en función sobre todo de los bordes y de la decoración de los fragmentos cerámicos. Sin embargo, y mientras no se adopte una postura concreta al respecto, cabría la posibilidad de que el yacimiento hallado en Tudela de Duero perteneciera a la
época v i ~ i g o d a ~ ~ .
En la Granja José Antonio, situada en la margen derecha del río Pisuerga,
se efectuaron excavaciones a cargo del Sr. Rivera Manescau y F. Wattenberg
que dieron como resultado el hallazgo, entre otras piezas, de un fragmento de
capitel tallado a bisel en piedra caliza, con hojas de acanto y doble sogueado
entre los junquillos. La cronología de esta pieza parece poder establecerse en
el siglo
En el Museo Arqueológico de Valladolid se conserva una pieza visigoda de
tipo bizantino. Se trata de una pilastra, tenente de altar, con una pequeña cavidad en la parte superior, que serviría contener reliquias.
57
C.NIETO GALLO,LOSfondos visigodos, p. 221: los considera como supervivencia de tipo romano.
58
S. RIVERA
MANESCAU,
La necrópolis visigoda de Simancas, p. 15.
59
H. ZEISS,Die Grabfunde, p. 184.
P . PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 156.
61 G. NIETOGALLO,
LOSfondos visigodos, p. 223.
62 T. MANANES,
Arqueología vallisoletana, p. 119: «podemos clasificar este yacimiento únicamente como asentamiento tardorromano, o mejor, como un yacimiento
ya medieval, quizá visigodo o altomedieval*.
63 AN~NIMO,
«Nuevas necrópolis visigodas~,N A H 3-4, p. 323.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
265
La decoración se realiza a bisel. En la parte superior y por sus cuatro lados,
un doble filo de hojas de acanto, dispuestas al modo corintio, aunque con ausencia de volutas y caulículos, y estilizadas, dan paso a una serie de dibujos
geométricos formados por aspas y separados entre sí por tres rayitas verticales.
Viene después, en sus cuatro lados, una cruz grande de ápices curvos y desiguales, en cuyo centro se aprecian dos círculos concéntricos. En la parte inferior se repite de nuevo el dibujo geométrico con la diferencia de que los trazos
verticales, intercalados entre las aspas, son dos en lugar de tres. Una franja de
rehundido separa las dos franjas de dibujos geométncos.
En cuanto a la técnica, se aprecian diferencias en el tratamiento de las caras. En tanto una, que se supone la principal, es elaborada con mayor esmero,
en las restantes se aprecia un mayor descuido, sobre todo en lo que se refiere
a la superficialidad de la talla a bisel.
No se conserva la mesa de altar, la cual apoyaría horizontalmente sobre
esta pilastra.
La pieza, que según Schlunk es obra importada a España'j4 o labrada por
artistas extranjero^^^, presenta un claro influjo bizantino sobre todo en la disposición de las hojas de acanto, y su cronología es discutida, pues mientras que
Schlunk considera esta pieza del siglo V 6 , González Tejerina6' y Pal01~~,
la
atribuyen al siglo VII, limitándose Nieto Gallo a decir que es un ejemplar vi~igodo~~.
Con respecto a la opinión que de la visión del mapa cabría desprenderse en relación con el poblamiento de la provincia vallisoletana, cabría
decir que posiblemente no responde del todo a la realidad, ya que del elevado número de yacimientos que en ella aparecen, no todos han sido excavados de forma que se les pueda atribuir una cronología precisa; y es
ésta una circunstancia que de forma particular afecta a las necrópolis de
la provincia. Alcazarén, Castillo de Tejeriego, Castrodeza, Castroverde
de Cerrato, Cogeces de fscar y Herrera de Duero son lugares de hallazgo
que, si en ocasiones cayeron bajo la ambigua denominación de altomedievales a causa de la ausencia de resultados que hubieran podido proporcio-
M H. SCHLUNK,
«Relaciones entre la Península Ibéricz y Bizancio durante la época visigoda~,AEArq. 18, 60, 1945, p. 193.
H. SCHLUNK,
«Arte visigodo~,Ars Hispaniae, 11, Madrid, 1947, pp. 242-244.
67
69
H. SCHLUNK,
Relaciones, p. 193; Idem, Arte visigodo, pp. 242-244.
M. GONZALEZ
TEJERINA,
«El tenente del Museo Arqueológico de Valladolid».
P. PALOL-F.WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, pp. 217-218.
G. NIETOGALLO,LOSfondos visigodos, p. 215.
266
ANGELES ALONSO AVILA
nar excavaciones sistemáticas, en ellos han sido hallados objetos cuya cronología se enmarca dentro de la época visigoda.
Quizá esta imprecisión cronológica en algunos casos, unida a hipótesis
tales como la de considerar esta zona incluida dentro del área fronteriza
con el reino suevo, fuera uno de los motivos que ha hecho dudar a Palo1
de incluir la provincia vallisoletana dentro de la zona de asentamientos
masivos visigodos70; Solana por su parte, basándose en la escasez de materiales arqueológicos y de testimonios toponímicos7', se inclina también
en favor de la rareza de dichos asentamientos en esta provincia.
No obstante, no sólo las necrópolis mencionadas, sino también otros
yacimientos de similares características; la pizarra procedente de Quintanilla de Arriba; los restos arquitectónicos y decorativos hallados en San
Román de Hornija, San Cebrián de Mazote, Pollos o Wamba; además de
diferentes hallazgos de otro tipo, reflejan un asentamiento visigodo en
nuestra provincia que, si en ocasiones se presenta como de nueva creación, en otras aparece como continuación de un poblamiento datable ya
en época anterior. Es éste el caso de Simancas, antig~aSeptimanca~~,
o
Piña de Esgueva, donde al parecer hubo un poblamiento hispanorromano
no lejos del lugar donde fue localizada una necrópolis ~ i s i g o d aPollos,
~~;
en cuyo pago de «Clavillos», junto al río, apareció un núcleo de época imperial sucesor de un poblado indígena74; Almenara de Adaja, con una
gran villa de aproximadamente dos Has. de s u p e r f i ~ i e ~Castroverde,
~;
también con una villa romana del siglo IV76; F ~ e n s a l d a ñ ao~la
~ propia
ciudad vallisoletana, en cuya Granja de Prado, llamado así por estar situada a la orilla del arroyo de este nombre en la Granja de José Antonio,
aparecieron restos constructivos de cronología visigoda, en el mismo solar
ocupado antes por una villa romana, que, al igual que otras también localizadas dentro del perímetro de la ciudad, está bajo el área de influencia de Septimanca.
70
p. 27
-
P. PALOL,
Castilla entre el Imperio Romano y el reino visigodo, Valladolid,
SS.
71 J. M. SOLANA,
«Valladolid durante la antigüedad tardía*, Historia de Valladolid, I: Prehistoria y Edad Antigua, Valladolid, 1977, pp. 131-132.
72 It. 453, 2.
73 P. PALOL-F.
WATTENBERG,
Carta arqueológica de Valladolid, p. 117.
74 Idem, pp. 122-123.
75 Idem, pp. 63-65.
76 Idem, p. 80.
77 Idem, p. 89.
VALLADOLID DURANTE LOS TIEMPOS VISIGODOS
267
Cabría decir, por tanto, respecto a la situación de la provincia de Valladolid durante los siglos V al VI11 que, si la incidencia visigoda no fue
todo lo importante que sería de esperar a causa de su situación en la zona
de mayor asentamiento germánico, esto podría estar motivado sobre todo
por la ausencia en la continuidad de las prospecciones arqueológicas dentro de la provincia que, posiblemente, hubieran puesto de manifiesto esta
realidad histórica patente en otras provincias.
Angeles ALONSO ÁVILA
Universidad de Valladolid
LOS INDEFINIDOS EN EL LATÍN MEDIEVAL
CANCILLERESCO LEONÉS Y CASTELLANO
8 1. Si paulatinamente el estudio del latín medieval atrae a más y
más investigadores, también es cierto que, a pesar de todo, el número de
éstos sigue siendo absolutamente insuficiente. Por ello es frecuente y en
cierto modo comprensible la existencia, en el latín medieval, de lagunas
de estudio que más parecen auténticos océanos. Citar ejemplos al respecto resulta tan fácil, que nos abstendríamos de hacerlo si no fuera porque
hay uno, la confección de un léxico o glosario de la latinidad medieval
castellana y leonesa, que precisa acometerse urgentemente. No es la primera vez que nos referimos a esta cuestión1, que tanto debería preocupar
a latinistas y romanistas.
Pero no es menos cierto que hay cuestiones o aspectos del latín medieval relativamente más concretos (y mucho menos ambiciosos) que,
comparados con su situación en el latín arcaico, clásico o tardío, apenas
han llamado la atención de los estudiosos. Así, mientras que el análisis de
los indefinidos en las etapas precedentes (sobre todo en el latín tardío) ha
merecido la atención de numerosos investigadores, son escasas las referencias a su situación en el latín medieval. Por ejemplo, J. Bastardas2 les
dedica dos páginas; J. J. Gavigan3, otras dos; S. Villimer4, menos aún; A.
C . Jennings5, ni siquiera los cita; etc. En tales circunstancias, nosotros
nos hemos sentido obligados a aproximarnos a tan compleja cuestión,
aunque delimitando nuestro campo de estudio al latín medieval de la cancillería leonesa durante el reinado de Fernando 11(1157-1188) y de la cancillería castellana durante la primera mitad del reinado de Alfonso VI116.
l
Cf. nuestro artículo « A propósito de la documentación latina sobre Alfonso IX
en la Catedral de Santiago*, Estudios Humanísticos (Geografía, Historia, Arte) 6,
1983, PP. 37-39.
Particularidades sintácticas del latín medieval. (Cartularios espaiioles de los
s. VIII al XI), Barcelona, 1953, pp. 78-79.
The Syntax of the <Gesta Francorum», Supplement to Language, Journal of
the Linguistic Society of America, Baltimore, 1943, pp. 47-48.
Estudios de latín medieval (Documentos de la cancillería castellana, SS. XIV y
AV), Vitoria, 1976, pp. 110-111.
A linguistic study of the Cartulario de San Vicente de Oviedo, New York, 1940.
"oncretamente
hasta el ano 1188, con el fin de que se puedan confrontar con
las mayores garantías los resultados de nuestro análisis en una y otra cancillería.
270
MAURILIO PÉREZ GONZALEZ
Aún más: puesto que la documentación de la citada cancillería leonesa no
se halla publicada7, hemos circunscrito nuestro trabajo a la documentación
de los archivos de San Isidoro y la Catedral de León, perfectamente transcrita en una reciente Memoria de licenciaturas. En total, los documentos
que hemos estudiado son ciento doce, cincuenta y seis de cada cancillería.
En tan escasos cimientos se va a apoyar nuestro análisis de los indefinidos. Pedimos por ello disculpas a quienes hayan iniciado la lectura de
este trabajo con la esperanza de hallar en él más de lo que en realidad
hay: en un título nunca cabe todo. Pero también hemos de advertir que,
dadas las características de este tipo de latín medieval (plagado de giros
formularios y lingüísticamente monótono), probablemente los resultados
de nuestro análisis no hubieran sido muy diferentes, al menos en lo referente al latín medieval can,cilleresco de la segunda mitad del s. XII, si hubiésemos tenido delante (cosa imposible, hoy por hoy) el más de medio
millar de documentos de que consta la citada cancillería de Fernando 11.
E n l a s páginas que siguen se expondrá suficientemente hasta qué punto
podemos tener razón.
§ 2. Lógicamente, lo primero que hemos hecho ha sido observar el
estado de la cuestión y profundizar en los métodos de análisis hasta ahora
empleados, tratando de ver si sirven, y hasta qué punto sirven, para el objeto de nuestro estudio. Es evidente que el método estadístico empleado
por C. Codoñer9 supera ampliamente los resultados de trabajos y obras
anterioreslo; con él se evitan las generalizaciones, tan plenas de relativismo. F. Fuentes Moreno1' lo alaba, y con razón.
'
La única obra de conjunto al respecto es la de J. GONZALEZ,
Regesta de Fernando II, Madrid, 1943, donde se hace una relación de todos (casi todos) los documentos de la citada cancillería, además de publicarse sesenta y uno (lo que supone
poco más del 12 % del total).
E. PÉREZRODR~GUEZ,
Estudio gráfico-fonético y morfológico de la documentación de Fernando II en los archivos de San Isidoro y la Catedral de León, Valladolid,
1984 (efectuado bajo la dirección del Prof. Dr. D. Millán Bravo Lozano). Gracias a
la amabilidad de su autora, que ha puesto a nuestra disposición la transcripción de los
documentos, ha sido posible este trabajo.
«El sistema de los indefinidos», Emerita 36, 1968, pp. 7-24.
lo
C ' R. METHNER,
«Ueber den Gebrauch von aliquis in negativen und quisquam in affirmativen Satzen», Glotta 4, 1912, p. 280 y SS.; E. LOFSTEDT,
Syntactica.
Studien und Beitrage zur historischen Syntax des Lateins2, Lund, 1956, vol. 11, p. 79
y SS. y 191 y SS.principalemente; E. LOFSTEDT,
Philologischer Kommentar zur 'PereSZANTYR,
Lateinische
grinatio Aetheriae', Uppsala, 1911, passim; J. B. HOFMANN-A.
Grammatik, München, 1965, p. 194 y SS.;M. B ~ s s o ~Sintaxis
s,
latina, Madrid, 1971,
p. 209 y ss.; etc.
" «Estudio del sistema de los indefinidos en Prudencia*, Estudios de Filología
Latina, Granada, 1980, pp. 13-21.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
271
Pero con los datos estadísticos hay que tener sumo cuidado: sólo son
realmente fiables si responden a un volumen considerable de textos y
ejemplos. Así, ¿qué sentido tiene decir, por ejemplo, que en tal o cual
autor quidam tiene entre los indefinidos propios una incidencia del 10 %,
si tal porcentaje corresponde a cinco o seis ejemplos? Esto no es un crítica solapada al citado trabajo de C. Codoñer, puesto que ella ha manejado una respetable cantidad de textos y autores: Plauto, Terencio, Lucrecio, Cicerón y Tácito. Y tampoco a F. Fuentes Moreno, cuyo estudio
no pretende más (y es mucho) que exponer la situación de los indefinidos
propios en Prudencio12 comparándolos con su situación en Cicerón13.
5 3. Mas objeciones metodológicas sugiere el hecho de que se pretenda explicar la situación de los indefinidos en la lengua latina a partir
de su estudio diacrónico en diferentes autores. En otros términos: puesto
que a nuestro parecer lo realmente pertinente es averiguar cómo se comportan los indefinidos (o parte de ellos) en cada época de la historia de
la lengua, en sí mismos y por relación a otra u otras épocas (latín arcaico,
clásico, tardío, etc.), nos parece que analizar la situación de tales indefinidos en un pequeño grupo de autores de cada época es más fiable que
hacerlo a partir de un solo autor, por importante que sea. De lo contrario
se puede llegar a conclusiones quizá engañosas. Y es que un autor literario puede mostrar, debido al contenido de su obra o por su peculiar estilo, unas características tan sumamente personales, que clarifiquen muy
poco, si es que no enturbian, nuestros conocimientos sobre el comportamiento de los indefinidos en la época a la que pertenece dicho autor. La
propia C. Codoñer lo expone claramente en su aludido trabajo: «Lo que
sí es desconcertante es el aumento que sufre quidam en Lucrecio si lo
comparamos con Terencio.. . Quizá no haya que ver una contradicción, si
pensamos que el valor de quidam en Lucrecio es utilizable con vistas al
carácter científico del texto, en el que conviene precisar constantemente,
IZ En el citado artículo F. FUENTES
MORENO
afirma que «el sistema que encontramos en Prudencio no está muy lejos del clásico... Aliquis y quisquam, pese a las
interferencias mutuas, mantienen sus valores básicos» (p. 21). De acuerdo en lo primero. Pero respecto a lo segundo hay algo que a nuestro parecer hubiera sido importante recoger en las propias conclusiones: aliquis penetra claramente en la esfera de
quisquam, mientras que no hay ejemplos de quisquam en oraciones afirmativas.
l 3 Posteriormente F. FUENTES
MORENOha estudiado el comportamiento de los
C ' «Los pronombres indefinidos en la Peregrinatio Egeindefinidos en o t ~ o trabajos.
s
r i ~ e »Estudios
,
de Filología Latina 111, Granada, 1983, pp. 156-168, más otro artículo
sobre los indefinidos en Apuleyo (comunicación al 11 Congreso Andaluz de Estudios
Clásicos, Antequera-Málaga, 1984, - e n prensa-).
y donde, por consiguiente, la oposición aliquislquidarn daría su propio
rendimiento»14. Indudablemente nuestro proceder implica mayores dificultades y complicaciones. Pero no se negará que de este modo los resultados satisfarían más, a la par que contribuirían a un conocimiento más
perfecto de la evolución lingüística.
Y, sin embargo, eludir esta objeción en los términos expuestos es
prácticamente inevitable en el latín medieval literario, debido a la extraordinaria cantidad de obras existentes, de las que además muchas, sin
duda la mayor parte, ni siquiera se hallan publicadasI5. ¿Y en el latín medieval cancilleresco? La pregunta huelga, puesto que aquí propiamente
no se puede hablar, como en el literario, de autores; al menos, no se puede hablar al mismo nivel. Lo cual no implica que no vayamos a usar el
método estadístico, al menos en términos relativos.
Pero, en este caso, mucho más que la respuesta importa conocer bien
las características esenciales de esta modalidad de latín, que personalmente hemos estudiado con alguna amplitud16. A las más arriba señaladas, importantísimas (su carácter extraordinariamente formulario y
lingüísticamente monótono), se pueden añadir otras, en cierto modo
complementarias: el latín medieval cancilleresco participa igualmente de
lo normativo (sobre todo en las partes formularias) y de lo popular (sobre
todo en el «cuerpo del texto»), pero mostrándose globalmente más popular en los SS. IX-XI y más normativo en los SS. XII-XIII; en todo momento influyó sobre éI la lengua vernácula; los amanuenses, aparte de que
apenas encuentran resquicios para la iniciativa propia, suelen tener un nivel cultural medio, muy parecido entre unos y otros, y formar como una
especie de castz social; es un latín hierático y generalmente despersonalizado, como conviene a un lenguaje jurídico y político; etc. En definitiva, y para decirlo en pocas palabras, el latín medieval cancilleresco obedece casi siempre a un mismo patrón, al margen de las lógicas diferencias
espaciales y temporales.
Ante tales características generales del latín medieval cancilleresco, y
sin pretender ser apriorísticos, el estudio de los indefinidos en los documentos que aquí vamos a analizar nos han de deparar datos aparentemente
C . CODONER,o.c., p. 23.
Pero estas razones no son las únicas que hacen inviable el método estadístico,
mejor o peor aplicado; ni siquiera son las más graves. Sin duda, la causa más seria es
la inexistencia de léxicos de autores medievales, frente a lo que se observa para buena
parte de los autores clásicos.
l6
Cf. nuestra obra El latín de la cancillería castellana (1158-1214), SalamancaLeón, 1985.
l4
Is
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
273
contradictorios, consecuencia de la oposición normativolpopular, que
nos sorprenderían enormemente en otro tipo de latín, por ejemplo, en el
arcaico o en el clásico; y sobre todo si se tiene en cuenta que nuestros documentos pertenecen a la segunda mitad del s. XII y a las cancillerías leonesa y castellana (algo más «culta» aquélla que ésta en líneas generales).
De lo contrario, tendríamos que empezar a poner en tela de juicio muchas de las opiniones que hasta el momento hemos sostenido sobre el iatín medieval cancilleresco de la segunda mitad del s. XII y primer tercio
del s. XIII.
§ 4. Y, sin más preámbulos, pasamos a describir la situación de los
indefinidos en el latín de la cancillería de Fernando 11 (documentos de los
archivos de San Isidoro y la Catedral de León), para posteriormente exponer el comportamiento de los indefinidos en la cancillería de Alfonso
VI11 (hasta 1188). A tal fin, efectuaremos nuestro estudio por grupos homogéneos de indefinidos.
4.1. Indefinidos propiamente dichos. Los 142 ejemplos que hemos
registrado se distribuyen de la siguiente manera: quis = 58 (40,8 %); aliquis = 68 (47,s %); quidam = 4; quisquam = 2; y ullm = 10 (7 %). Ya
esta repartición llama nuestra atención por los siguientes hechos: a) El
alto índice de frecuencia de quis, que es superior al del latín clásico. b)
Aliquis muestra más vitalidad que todos los demás indefinidos juntos, lo
que sin duda ha de tener alguna explicación. c) Sorprende la presencia
prácticamente nula de quisquam, muy inferior a ullus. Habrá que observar atentamente a qué otra forma o formas se han transferido sus funciones.
Pero Ia observación del funcionamiento interno de cada uno de los indefinidos nos permite extraer unas conclusiones mucho más concretas y
clarificadoras.
Todos los ejemplos de quis, sin excepción, aparecen en oraciones
condicionales. Aún más: todos e!los se encuentran en la fórmula conminatoria, a excepción de tres, que se hallan en un mismo documento: 7-IX1169/717si quis homicidium fecerit. .. ; 7-IX-116916 si quos extra stratam habuerit casas.. .; y 7-IX-116919 si quis.. . inquietare uoluerit... Así pues, ahora se ve claro que el índice de frecuencia de quis es totalmente ficticio,
pues casi siempre aparece en la fórmula conminatoria. En definitiva, parece que quis ya no desempeña papel activo alguno en el terreno de los
indefinidos propiamente dichos del latín medieval cancilleresco.
" Citaremos los documentos por su fecha, seguida de la línea del documento en
que se halla el término estudiado.
274
MAURILIO PÉREZ GONZALEZ
Los ejemplos de quidam aparecen siempre en oraciones afirmativas.
Por su parte, los dos ejemplos de quisquam se hallan siempre en oraciones negativas. Por último, ullus se encuentra nueve veces en frases negativas, y la restante en una oración condicional (21-111-1186110 si quis
igitur.. . uel aliquis de ipso concilio... u110 modo infringere attemptauerit...). Es decir, todo ocurre de acuerdo con el más puro estilo clásico.
Aunque la verdad es que los ejemplos son tan pocos, sobre todo en el
caso de quidam y quisquam, que por el momento no nos vence la tentación de extraer conclusiones. Ya veremos qué es lo que nos depara la documentación de la cancillería de Alfonso VIII.
Los 68 ejemplos de aliquis se reparten de la siguiente manera: 8 en
oraciones afirmativas1*,13 en oraciones afirmativas con algún pronombre
o adjetivo negativosI9, 26 en oraciones negativas y 21 en condicionales.
Estos datos son más que elocuentes, y con ellos ya se comprende la causa
del bajísimo índice de frecuencia de quisquam: ha sido suplantado en sus
funciones por aliquis y, en último término, por ullus ¿Por qué?
Ante todo, téngase en cuenta que los indefinidos aliquis y quisquam
fundamentalmente tienen el mismo significado: tan sutil debía de ser para
los propios romanos la distinción del binomio aliquis (en oraciones afirmativas) / quisquam (en oraciones negativas), que nunca fue perfecta,
puesto que cada uno invade el terreno del otro, es decir, aliquis aparece
circunstancialmente en oraciones negativas y quisquam en afirmativas, sin
duda a través de su coincidencia en la zona intermedia de las condicionales e interrogativas2'. Aún más: las interferencias aumentaron paulatinamente, sobre todo en el sentido de que aliquis invadió cada vez más el terreno de quisquam, hasta el punto de que en Prudencio aparece un 25 %
en oraciones negativas2'. Pues bien, piénsese hasta qué punto una distinción tan sutil sería difícil para los escribas medievales, tan alejados ya en
el tiempo y con un bagaje de, conocimientos nada extraordinario. La consecuencia fue la eliminación de la distinción en beneficio de aliquis, que
l8
Se distribuyen así: uno en la oración principal de la fórmula conminatoria, otro
en oración subordinada con cum, cinco en oración de relativo dependiente de condicional, y el último en oración concesiva con Iicet (21-XII-118115 licet aliquem in regno
meo incartacionem eueniant permutaciones).
l9
Lógicamente nichil, nemo o nullus. Ej.: 7-IX-116914 nichil pro calumpnia ista
domino uille uel alicui alii pectet; XII-117414 quod nullus de cetero audeat eas intrare
uel aliquid inde extraere uiolenter; etc. Los ejemplos de este tipo podríamos haberlos
sumado a los de las oraciones negativas, pero nos ha parecido conveniente ponerlos
aparte.
'O
Cf.C. CODONER,
o.c., p. 11 y SS.
' Cf.F. FUENTESMORENO,«El sistema...», p. 16.
.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
275
ya anteriormente había penetrado en el terreno de quisquam mucho más
que éste en el de aliquis. No obstante, ullus persiste con cierta vitalidad,
aunque sin llegar a ocupar frente a aliquis el lugar que había desempeñado quisquam.
Aliquis sigue invadiendo el terreno de quis de la misma manera que
en el latín clásico: hay seis ejemplos de aliquis tras la conjunción condicional si (6-X1-115915, 16-IV-1164/7,9-11-117116, 1-IV-117717,9-IX-118519
y 16-111-118615). A éstos hay que añadir al menos otros tres, en los que
sería muy de esperar quis: 15-IV-116416 quod si forte aliqua ...,9-IX-11851
9 si aliquis uel aliqua... (nos referimos a aliqua) y 16-111-118615si uero aliquis... Pero tal invasión no es más que una cuestión formal, en cuanto
que quis y aliquis conceptualmente ya tienen un mismo significado.
¿Se diferencia aliquis de quidam, en el sentido de que quidam implica
un grado de indeterminación menor? Éstos son los cuatro ejemplos de
quidam: IX-118511 catholicorum decet principem Dei ecclesias honorare et
prerogatiua quadam in beneficiis et largitionibus exaltare; IX-118414 sed
quia agente malicia quorumdam hominum nostra in quibusdam impeditur
predictarum donatio ecclesiarum...; y 16-111-118612 incauto uobis... cunctisque successoribus uestris quandam uestram ui1lamz2.Probablemente sí
se diferencian: el último ejemplo parece claro. Pero también es posible
que en algún caso su presencia sólo tenga un carácter culto: cf. el primer
ejemplo, que se halla en una fórmula. De todas formas, lo más importante es que nunca hemos encontrado certus por quidam, fenómeno claramente vulgar. Al menos, a nosotros no nos parece que ocurra tal en ninguno de los dos ejemplos de certus que hemos encontrado: 26-XII-115811
facio textum et scriptum donacionis de illa mea heredi[tate] que habeo in
Alier, loco certo in illa pino, et fuit de Golmaro Zohannis (lo que sigue a
loco certo quita a certo cualquier grado de indeterminación, por pequeño
que se considere); y 14-IV-116416 sicut didici et certum habeo.
Así, pues, puede afirmarse categóricamente que, de los indefinidos citados, el único realmente activo en nuestros documentos es aliquis. Quis,
aunque goza de un elevado índice de frecuencia (40,8 %), se halla constreñido a la oración condicional de la fórmula conminatoria, que los
22 Obsérvese que los cuatro ejemplos se hallan en documentos posteriores a
1175, fecha inicial, en nuestra opinión, de la reacción normativista y escolar que se
observa en el latín medieval cancilleresco castellano y leonés, como ya hemos referido
en otras ocasiones (cf. nuestros artículos «Sobre los demostrativos en el latín medieval
cancilleresco», ZZ Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, Antequera-Málaga, 1984
(en prensa), y «El documento 1064 de la Catedral de León*, Archivos Leoneses 77,
1985 (en colaboración con E. PÉREZRODR~GUEZ).
276
MAURILIO PÉREZ GONZALEZ
escribas medievales copiaban tradicional y metódicamente. Se puede incluso pensar que quis no se consideraría más que una especie de variante
gráfica por aliquis; es decir, se tendía a escribir quis después de si, pero
a sabiendas de que su valor era el mismo de aliquis. Todo sucede como
si realmente fuese cierto aquello que aprendíamos de jóvenes: ealiquis
pierde ali- (!) detrás de si, nisi, ne, etc.».
Al fin y al cabo, aliquis es el único de estos indefinidos que ha dejado
huellas importantes en nuestra lengua: esp. alguien23< lat. nliqüem, esp.
algo < lat. aliquod y esp. alguno < lat. vulgar +alicunus < aliquis +
unus. Por tanto, y a pesar del carácter normativo del latín medieval cancilleresco de la segunda mitad del s. XII y primer tercio del s. XIII, del
que más arriba hemos hablado, en el uso de los indefinidos propiamente
dichos los documentos de la cancillería de Fernando 11 denotan una tendencia claramente vulgar, sólo empañada por la ausencia de certus en lugar de quidam.
4.2. Nemo, nihil y nullus. El análisis de estos indefinidos en
nuestros documentos arroja los siguientes resultados: nemo = 6 ejemplos,
todos como sustantivo; nihil = 4 ejemplos, igualmente todos como sustantivo; y nullus = 20 ejemplos, 11 como adjetivo y 9 como sustantivo en
vez de nemo. Así pues, nemo y nihil se usan con total corrección.
Los ejemplos de nullus por nemo se encuentran en nominativo o dativo
sing., por lo que todos ellos se apartan del uso más clásico, donde nullus
por nemo se usa para suplir la defectividad de éste, que sólo tiene nominativo, acusativo y dativo sing. No obstante, apenas puede hablarse de uso
popular de nullus por nemo en nuestros documentos, puesto que ni siquiera en el latín clásico es imposible tal supletismo en el ~iominativos i t ~ g . ~ ~ .
De todas maneras, lo realmente importante para no poder hablar aquí de
uso popular es que no hemos encontrado ejemplos de nati por nemo, de
(res) nata por nihil ni de nec unus o neque unus por n ~ l l u s ~ ~ .
Otro argumento que confirma el carácter apenas popular de nullus en
nuestros documentos es que no hemos encontrado ningún ejemplo de nulEus por ullus, de uso tan frecuente en la documentación catalana y castellana de los SS. VIII-X126y también presente en el Poema de Mío Cid2'.
23 Todavía no aparece en el Poema de Mio Cid, usándose en su lugar alguno(s).
PIDAL,
Cantar de Mío Cid. Texto, gramática y vocabulario4, MaC ' R. MEN~NDEZ
drid, 1964, vol. 1, p. 337.
24
Cf.M. BASSOLS,
Sintaxis..., vol. 1, p. 214.
25 Cf. V. VAANANEN,
Introducción al latín vulgar, Madrid, 1967, p. 204.
26
Cf. J . BASTARDAS,
o.c., p. 79.
27
Cf.R. MENÉNDEZPIDAL,
o.c., vol. 1, p. 375.
LOS INDEFIN~OOSEN EL LAT~NMEDIEVAL CANCILLERESCO
277
4.3. Indefinidos de distribución. Sólo hemos hallado un ejemplo de
quisque y otro de unusquisque, este último en un giro formulario de valor
temporal: 14-IV-116411summum in regibus bonum esse dignoscitur sancta
loca diligere ac uenerari et suam cuique conseruare iusticiarn; y 7-IX-11691
6 det illi ... in unoquoque anno ad festum Sancti Martini duos solidos tantum currentis monete. No hay ejeinplos de uterque o neuter. Por lo tanto,
no podemos extraer ninguna conclusión sobre los indefinidos de distribución.
Lo único llamativo es que cata está ausente, lo que parece avalar la
idea de que en nuestros documentos predomina la tendencia al uso normativo de los indefinidos. Ya veremos si se sigue cumpliendo.
4.4. Alius, alter, ceteri, unus y análogos. De alius hemos encontrado 63 ejemplos, frente a ninguno de ulter. Esta circunstancia, a priori sorprendente, avala como ninguna otra la reacción normativista de los indefinidos en el latín medieval de la cancillería de Fernando 11.
En efecto, la confusión de alius y alter se observa ya desde el latín arcaico y clásico, no faltando ejemplos de alius por ~ l t e rPero
~ ~ .lo realmente característico del latín vulgar es la ascendente sustitución y eliminación
~ ~ , que también se oFserva a lo largo de
de alius en favor de ~ l t e rhecho
todo el latín tardío3? el final del proceso lo representan las lenguas romances, como ponen de manifiesto fr. autre, it. altro, esp. otro, etc. Sin
embargo, en nuestros documentos falta alter, lo que es prueba de la susodicha vuelta al normativismo, porque al menos en media docena de
casos alius desempeña la función propia de alter («otro» entre dos). Citamos algunos ejemplos: 15-IV-114414 do tibi hereditario iure illum alpindi... et de alia parte alium alpindi cum totos suos poiales; 7-IX-116915 alia
medietas remaneat uxori sue et filiis et propinquis suis; etc.
También hemos hallado hacia una docena de ejemplos en los que alius
se emplea con el valor de ceteri «los restantes, los demás». Ej.: 111-117717
donet et commutet et totam uoluntatem de ea faciat, sicut de aliis hereditatibus quas habet; 2-1-118418 ..et omnes alii supermemorati; etc. Ello no
es óbice para que riuestros escribas usen ceteri, del que hay 22 ejemplos:
.
Cf. Plaut. Capt. arg. 2 y 9, Plin. nat. 11, 19, 59; Curt. 4, 4, 8 y 6, 4, 7; Iuv.
7, 114; etc.
29 Cf. C. H. GRANDGENT,
Introducción al latín vulgar, Madrid, 19704,p. 73; V.
VAANANEN,
o.c., p. 204; R. A. HAADSMA-J.
NUCHELMANS,
Précis de latin vulgaire,
Groningen, 1966, p. 52; etc.
30 Cf. H. GOELZER,
Étude de la latinité de Saint Jérome, París, 1884, pp. 415-417;
A. DUBOIS,
La latinité d'Ennodius, París, 1903, pp. 349-351; J. J. GAV~GAN,
o.c., p.
48; etc.
278
MAURILIO PÉREZ GONZALEZ
siete de la expresión inter cetera y trece de la expresión de cetero, más
otros dos en las que podría haberse sustituido fácilmente por alius (31VII-118313 cum ceteris pertinentiis suis y 31-VII-118318 per ceteros ingressus et egressus).
Alius también aparece otra docena de veces con el valor de alienus,
esp. ajeno. Se trata de un hecho irrefutable, puesto que se comprueba en
una misma fórmula: compárese 31-VII-118317 si quis igitur tam de meo
quam de alio genere con 16-111-1186/7si quis igitur tarn de rneo quam de
alieno genere. Incluso hay un ejemplo en el que no aparece alius ni alienus, sino extraneus: 21-111-1186/9 si quis igitur tarn de rneo genere quam
de extraneo, lo que evidencia contextualmente la posible identidad de
alius, alienus y extraneus. De alienus hay en nuestros documentos 24
ejemplos, todos en la citada fórmula (más bien, «subfórmula» de la fórmula conminatoria) .
Unus presenta 7 ejemplos en nuestros documentos. Pero en ninguno
de ellos tiene valor indefinido3', a pesar de que en la lengua romance ya
aparece con tal valor por esta época32. Esta ausencia del valor indefinido
de unus en nuestra documentación nos parece una prueba más del carácter normativista de este latín en los SS. XJI-XIII.
4.5. Omnis, totus y análogos. Los indefinidos de este grupo que
aparecen en nuestros documentos son: omnis, totus, uniuersus, integer y
cunctus. Sin duda alguna, los más importantes son omnis y totus.
En latín clásico omnis tiene significado de generalización: «todo en
general, toda especie de, cualquiera, no importa cuál». Totus se refiere a
la totalidad de un objeto tomado en su ser, en su masa, abarca el conjunto, la totalidad: «todo entero»; generalmente es incorrecto si se usa para
objetos que se cuentan, pero no si se miden33. Es tan sutil la distinción
entre omnis y totus, que se confundieron desde muy pronto34,pero sobre
todo desde la época postclásica. Así, y en términos generales, el sing. omnis suele equivaler a totus, pero también puede conservar su valor propio,
31 En efecto, la forma unus siempre acompaña a un sustantivo posteriormente especificado: cf. doc. 16-IV-116415 adicio etiam uobis unam ecclesiam in ualle de Mora,
uidelicet, Sanctam Mariam ... et unam senram de Uilla Uella, que senra est iuxta illam
que est de Sancto Martino de Ualle de Populo.
32
Cf. R. MENÉNDEZPIDAL,o.c., p. 335.
33 Cf. A. DUBOIS,
Le latin de Saint Avit, éveque de Vienne (450 ?-S26 ?), París,
1909, pp. 671-672.
34 Sobre omnis y totus, cf. V. BRONDAL,
«Omnis et totus; analyse et étymologie~,
Mélanges Pedersen, Koebenhanvn, 1937, pp. 260-268.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
279
y el pl. omnes suele conservar su valor propio; viceversa, el sing. totus
suele mantener su sentido propio, y el pl. toti suele equivaler a omnes,
pero también puede mantener su sentido propio.
Lo último expuesto sirve para la mayor parte de los ejemplos de omnis
y totus que aparecen en nuestros documentos: cf doc. XI-1162/4 absoluo
illam tuam casam.. . de omni tributo regio (omni por toto) 1 10-X-116816
habeatis potestatem emendi in totis rengalengis de regno meo (totis por omnibus). Nosotros no vamos a citar aquí todos los ejemplos de omnis por
totus, o viceversa. Creemos que es suficiente con señalar el número total
de ejemplos de uno y otro, con lo que se observará que omnis no ha cedido ante totus, frente a lo que sucede en el latín vulgar; y especificaremos a renglón seguido el número de ejemplos en singular y plural, con lo
que se verá que nuestra documentación en términos generales sigue la
confusión (y especialización) observada desde la época postclásica. Es decir, omnis aparece sobre todo en el plural y totus en el singular, lo que,
en definitiva, pone de manifiesto la confusión de ambos. Esquema3?
omnis:
totus:
ej. totales
en singular
en plural
159
46
51 (32,7 %)36
41 (89,l %)
108 (67,92 %)
5 (10,8 %)
El orden de palabras en los sintagmas nominales con totus es el siguiente: precede al sustantivo 33 veces, 10 le sigue y 3 está sustantivado.
Por otra parte, el sintagma nominal con totus incluye un posesivo 24 veces, en las que el orden interno se reparte así: totus + posesivo + sustantivo = 12 veces; totus + sustantivo posesivo = 8 veces; posesivo + sustantivo
totus = 2 veces; sustantivo + posesivo totus = 2 veces. Es
decir, totus precede al posesivo si ambos van delante del sustantivo, orden que persistiría en español; si totus va detrás del sustantivo, el posesivo le precede (vaya éste delante o detrás del sustantivo).
+
+
+
35 Compárense nuestros resultados con los de la Peregrinatio Aetheriae, cf. F.
FUENTES
MORENO,
«LOSpronombres indefinidos...», p. 163 (esquema).
36 En la mayor parte de los casos el sing. omnis va con un sustantivo de sentido
jurídico. Así, en 26 ejemplos acompaña a un sustantivo que tiene acepción tributaria
en sentido abstracto o concreto (cf. tributum, grauamen, debitum, forus, fiscum, fazendaria, etc.); en 5 ejemplos acompaña a ius; etc.
280
MAURILIO PBREZ GONZÁLEZ
El orden de palabras en los sintagmas nominales con omnis es como
sigue: precede 145 veces al sustantivo, 2 le sigue3' y 12 está sustantivado.
Y si el sintagma nominal con omnis incluye un posesivo, sólo encontramos, frente a lo que se observa en totus, ejemplos de omnis antepuesto
al sustantivo en las dos combinaciones siguientes: omnis sustantivo +
posesivo = 36 ejemplos; y omnis + posesivo sustantivo = 15 ejemplos.
+
+
Pero es más importante observar que en los sintagmas nominales con
totus nuestros escribas evitan radicalmente la inclusión de ille, frente a lo
que se observa en español (cf. toda la iglesia, en todos los realengos, etc.):
cf. 10-X-116813 do... totam ecclesiam quam habeo in Valle de Mauro; 10X-116816 in totis rengalengis de regno meo; etc. Es evidente que en esto
nuestros escribas procuran en lo posible apartarse de la lengua popular.
Ya a la misma tendencia apunta la menor frecuencia de totus (22,l %)
que de omnis (77,8 %).
Sin embargo, hemos encontrado un sintagma nominal con omnis en el
que se incluye ille según el orden omnis + ille + sustantivo: doc. 19-X116513 dono insuper omnes illas ecclesias.
El indefinido totus sufrió la competencia de integer, forma relativamente frecuente desde el latín tardío y que pasó a las lenguas romances:
cf. esp. entero, fr. entier, it. intero, etc. En nuestros documentos integer
aparece unas 15 veces. Es interesante observar que tres de los cinco ejemplos de totus en plural van seguidos de la expresión ab integro: 19-X-11651
5 ut ab hac die et deinceps prefatas ecclesias totas ab integro... possideatis;
19-X-116516 (documento distinto al anterior) ut ab hac die et deinceps prefatas ecclesias totas ab integro habeatis; y VII-117612 do ... illas meas ecclesias de Moral totas ab integro. Parece como si la presencia de totus en plural necesitara que le siga ab integro para la preservación de su valor.
Lat. uniuersus propiamente significa «girado todo entero (de un solo
impulso) hacia»; el singular se emplea con colectivos, y el pl. uniuersi
«todo en conjunto» se opone a s i n g ~ l i Por
~ ~ .su parte, cunctus tiene el
sentido primitivo de «juntado, reunido, agrupado», de donde «todos juntos, todos sin excepción», valor que conserva sobre todo en el plural; se
usa mucho en el latín arcaico y clásico, pero es raro en la época imperial,
sobre todo en el latín popular38. Cunctus se hizo pronto sinónimo de
37 DOC.13-VI-116214 cum prestimoniis omnibus; y doc. 14-XI-1168110 adicio...
dominium ecclesiarum omnium.
38 C ' A. ERNOUT-A.
MEILLET,Dictionnaire étymologique de la Eangue latine4,
París, 1967, s.v.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
281
omnis y totus, y el mismo camino siguió uniuersus. De uso nada vulgar,
ni uno ni otro pasaron a las lenguas romances, a pesar de lo cual aparecen
en nuestros documentos. Algo más uniuersus (17 ejemplos) que cunctus
(4 ejemplos).
4.6. Indefinidos de generalización. La mayor parte de ellos pueden
ser relativo-indefinidos o simplemente indefinidos. Nuestros documentos
sólo presentan ejemplos de quisquis, quicumque y quilibet, y casi siempre
con valor relativo-indefinido; faltan qualiscumque, quantuscumque, uterlibet, etc.
Quisquis se usa con cierta frecuencia (15 ejemplos), pero sólo en una
ocasión es indefinido: 6-XI-115911 sed quicquid grato animo et expontanea
uoluntate decreuimus. De quicumque hemos registrado 9 ejemplos, de los
que también sólo uno tiene valor indefinido: IX-118519 si quis igitur istos
exitus uel regressus uel discursus inpedierit et clericis uel hominibus suis aut
ganatis seu quibuscumque eorum rebus malum aliquod intulerit seu pignorauerit. Por último, quilibet no aparece más que dos veces, ambas con valor indefinido: IX-118515 ad remouendum aduersarii cuiuslibet impedimentum hec insuper addo; y 9-IX-118515 uel alio quolibet modo ibidem inquietare.
También hemos encontrado una forma con valor relativo-indefinido
que es creación del escriba correspondiente, puesto que no la hallamos
registrada en parte alguna. Se trata de unuscumque, forma compuesta de
unus + -cumque, que confiere a unus valor de generalización. Citamos
con cierta extensión el contexto del documento en que aparece: VII-11761
7 concedo ut quicumque ex parte Sancta Maria ibi cellerarius siue terciarius
uel collector fructuum fuerit, unuscumque sit siue de ipsa uilla siue de extra
uillam, sit absolutus et liber.
4.7. Talis, quantus, quot. Sólo hemos registrado 6 ejemplos de talis. En dos de ellos talis tiene idea de cualidad a la vez que es fórico (anafórico): XI-116217 y 15-IV-116418 in simili et tali loco. En el documento
15-IV-116415 talis anuncia una oración consecutiva. En otros dos casos
conserva la idea de cualidad y su valor fórico (catafórico), pero prácticamente equivale a hic, valor con el que talis no es infrecuente en el
latín decadente: IX-117114 per tales terminos, scilicet, quomodo incipit a
prato maiori.. . y 7-IX-116912 do tales foros, scilicet, quod nullus morator
de Rauanal det rausum nec nuncium nec fossataria nec manaria. Por
último, hay un ejemplo en el que talis tiene un valor evidentemente fórico
(catafórico), pues se refiere a la oración siguiente, encabezada por
282
MAURILIO PBREZ GONZALEZ
q ~ o d 21-111-118614
~ ~ :
in helemosinam do clericis uniuersis ciuitatis Legionensis libertatem talem quod nullum faciant forum et de cetero sint liberi
et excusati de pecto, petito.. .
Talis nunca se halla en correlación con qualis, que sólo lo hemos encontrado una vez: 7-IX-116917 et habeat dominum qualem uoluerit.
De quantus hay 25 ejemplos, ninguno en correlación con tantus y con
una acepción análoga a un indefinido de cantidad. Prácticamente sólo
aparece en giros formularios: cf. quantum habeo (uel habere debeo) en
cinco ejemplos; quantum (...) inuaserit en once ejemplos; etc. Puede ser
pronombre o adjetivo, pero más lo primero. Y, por último, siempre se
halla en singular, por lo que no hay ejemplos de quanti por quot.
Seis son los ejemplos de quot. Todos ellos están en la data del documento y en las mismas circunstancias: si el año precede a la fecha del
mes. Se trata siempre de la misma fórmula: sub (in) era.. . et quot VIII kalendas Aprilis 1 V.O ydus Septembris, etc.
4.8. Persona y homo. Sabido es que desde el latín tardío los sustantivos person'a y homo se pueden emplear para expresar el sujeto indeterminado. A veces este giro pasó a las lenguas romances: cf. fr. personne
(que desplazó a nemo) y on; y no resulta extraño al italiano antiguo4".
No es que nuestros documentos presenten ejemplos fehacientes de
persona y homo con valor indefinido. Pero sí podemos citar ejemplos en
los que se podía haber prescindido de tales sustantivos por ir acompañados de algún adjetivo indefinido. Ejemplos de persona: IX-118617 ita
quod nullus clericus.. . uel alia aliqua persona (=alius aliquis); 9-IX-118619
et a nulla inquietentur persona (= a nullos); etc. Ejemplos de homo: 6-XI115915 et si aliquis homo ... (homo sólo apoya el valor indefinido de aliquis, que a su vez suple a quis); 16-111-118614 nee maiorinus nec sagio uel
aliquis homo; 16-111-118615 et si aliquis homo calumpniam aliquam fecerit... ; etc.
4.9. Indefinidos compuestos. Lo mismo que en el caso de los demostrativos, el desgaste de algunos indefinidos provocó la creación de
grupos compuestos, de los que algunos pasaron al romance: cf. aliquis
39 j,Consecutiva? ¿Explicativa? ¿Independiente con subjuntivo de mandato, tan
frecuente en los fueros que incluyen el contenido foral? Para el subjuntivo de mandato, también presente en el ejemplo del documento 7-IX-116912, anteriormente citado, cf. M. P ~ R EGONZALEZ,
Z
El latín de la cancillería..., cap. IV.7.4.1.
40
Para esta cuestión, cf. S. KARDE,Quelques manieres d'exprimer l'idée d'un sujet indéterminé ou général en espagnol, Uppsala, 1943.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
+
283
+
unus > aliqu'unus >
alicunus > esp. alguno; nec unus > esp. ninguno; etc. Pues bien, estos documentos ofrecen bastantes ejemplos de
grupos compuestos de dos indefinidos, en los que cada uno de ellos sirve
para reforzar al otro. Pero ninguno de los grupos que aparecen ha pasado
al romance, por lo que probablemente se trate de combinaciones poco
populares.
Característica común a todos los grupos de indefinidos en los documentos estudiados de la cancillería de Fernando 11 es que uno de ellos
siempre es alius. Los 15 ejemplos que hemos encontrado se reparten así:
nullus alius = 2 ejemplos; aliquis alius = 9 ejemplos; alius aliquis = 1
ejemplo; alius quilibet = 1 ejemplo; omnes alius = 2 ejemplos.
También aparecen grupos compuestos de indefinido + demostrativo,
o viceversa. Citamos las combinaciones: omnis ille = 3 ejemplos; totus
ipse, omnis iste, hic totus, hic omnis, ille alius, e idem quisquam = 1 ejemplo de cada grupo.
5 5. Para una evaluación general del comportamiento de los indefinidos en esta documentación creemos que tener en cuenta las formas ausentes es tan pertinente como analizar los indefinidos que aquí aparecen
y su funcionamiento. Sin duda, toda caracterización global puede también
obtenerse a partir de datos negativos, de lo que no es y que podría haber
sido.
Una vez hecha esta consideración, pasamos a recapitular brevemente
las conclusiones emanadas del estudio anteriormente efectuado. Comenzamos por las características que apuntan al aspecto normativo del latín
de nuestros documentos:
No hay ejemplos de certus por quidam.
Plena corrección en el uso de nemo y nihil.
Nunca aparece nullus con el valor de ullus.
Ausencia de nemo, (res) nata y neclneque unus por nemo, nihil y
nullus respectivamente.
Sin ejemplos de cata por (unus)quisque.
Ausencia total de alter.
Unus nunca tiene valor indefinido.
Omnis se usa mucho más que totus. Además, se siguen usando
uniuersus y cunctus.
Los sintagmas nominales con totus procuran evitar la presencia
de ille en el hipotético sintagma totus + ille + sustantivo.
No hay ejemplos de quanti por quot.
Persona y homo no se usan con valor claramente indefinido.
Ausencia de indefinidos compuestos que hayan pasado al
romance.
Las características de nuestros documentos que pueden considerarse
de tendencia más o menos popular son las siguientes:
a) El uso muy activo de aliquis, forma que triunfó en español y
cuya creciente presencia en oraciones negativas provocó la casi
desaparición de quisquam.
b) Nullus por nemo (aunque tal uso apenas puede considerarse popular).
c) Alius es frecuente con el valor de alienus y extraneus.
d) Confusión de omnis y totus.
e) Algún valor de talis es sobre todo propio del latín decadente.
Así pues, y a la vista de estas conclusiones, es evidente que en los
indefinidos de los documentos de la cancillería de Fernando 11 aquí estudiados el carácter normativo y escolar predomina claramente sobre el popular, lo que en definitiva corrobora y reafirma la tendencia general del
latín medieval cancilleresco de la segunda mitad del s. XII y primer tercio
del s. XIII.
§ 6. Procedemos ahora a describir la situación de los indefinidos en el
latín de la cancillería de Alfonso VIII. El número de documentos que hemos estudiado es deliberadamente el mismo que en el caso de la cancillería
de Fernando 11: cincuenta y seis. Y puesto que hay razones suficientes para
pensar que la reacción normativista y escolar del latín medieval cancilleresco y castellano se produjo sobre todo a partir de ca. 117541,también hemos
procurado que los documentos anteriores y posteriores a dicha fecha sean
los mismos en ambas cancillerías: 32 y 24 respectivamente. En concreto,
los 56 documentos de la cancillería de Alfonso VI11 que hemos seleccionado son los ~iguientes~~:
54, 56, 58, 60, 67, 72, 74, 75, 78, 88, 94, 95, 101,
103, 104, 106, 108, 110, 121, 123, 126, 144, 153, 160, 163, 164, 168, 169,
183, 193, 195, 209, 237, 258, 268, 275, 282, 308, 310, 325, 331, 351, 360,
361, 368, 373, 387, 432, 438, 451, 472, 476, 480, 487, 505 y 506.
6.1. Indefinidos propiamente dichos. Hemos registrado 179 ejemplos, que se reparten de la siguiente manera: quis = 63 (35,2 O/O); aliquis
= 100 (55,86 %), quidam = 7, qukquam = 3 y nullus = 6 . El elevado
índice de frecuencia de aliquis se justifica por el hecho de que aparece 25
veces en un mismo giro de la fórmula conminatona (el 14,96 % del total
Cf. supra, nota 22.
El número de los documentos es el que tienen en la obra de J. GONZALEZ,
El
reino de Castílla en la época de Alfonso VZZZ, Madrid, 1960, tres volúmenes (1: estudio, 11 y 111: documentos).
41
42
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ W
MEDIEVAL CANCILLERESCO
285
de indefinidos propiamente dichos). Hecha esta salvedad, las demás formas tienen unos índices de frecuencia muy semejantes a los de la cancillería de Fernando 11. Sólo ullus parece haber descendido ligeramente.
Todos los ejemplos de quis aparecen en oraciones condicionales: 52 en
la fórmula conminatoria y 11 en otros lugares (aunque su contexto generalmente también es conminatorio).
Los 100 ejemplos de aliquis se reparten así: 11en oraciones afirmativas,
13 en oraciones afirmativas con algún pronombre o adjetivo negativo, 31
en oraciones negativas y 45 en condicionales (ya hemos dicho que 25 de
ellos en la misma fórmula). Así pues, como en la documentación de Fernando 11, aliquis también aquí suplanta a quisquam en sus funciones.
Igualmente aliquis invade el terreno de quis, aunque en esta ocasión
sólo son cuatro los ejemplos de aliquis tras la conjunción condicional si:
doc. 160,, 360 y 47643.Hay otro en el que sería muy de esperar quis: doc.
67 si uero aliquis homo.
Nunca hemos encontrado certus, que ni siquiera aparece, por quidam.
Por lo demás, los siete ejemplos de quidam son todos de fecha posterior
a 1175 ( c - doc. 438, 472,, 476, 480, y 487), con lo que adquiere fuerza
la idea expuesta más arriba, nota 22. Haría falta comprobar hasta qué
punto quidam está ausente de la documentación cancilleresca de los SS.
IX-XI.
6.2. Nemo, nihil y nullus. Los resultados de nuestros análisis son
los siguientes: nemo = 6 ejemplos, todos como sustantivo (en uno de ellos
nemo va acompafiado de un adjetivo gentilicio: doc. 56 nemo Burgensis);
nihil = 6 ejemplos, todos como sustantivo; y nullus = 41 ejemplos, 3
como adjetivo y 11 como sustantivo en vez de nemo.
6.3. Zndefinidos de distribución. Son algo más frecuentes que en la
documentación de la cancillería de Fernando 11: quisque = 5 ejemplos,
unusquisque = 4 ejemplos. Además, uterque aparece en dos ocasiones:
doc. 104 cum presis et piscariis et omnibus terminis suis ex utraque parte
fluminis Dorii; y doc. 373 inter ceteros regiam precipue decet maiestatem
et clero et populo discretum regiminis moderamen adhibere, utrique beneficium libertatis impendere. Pero cata sigue ausente.
43 El índice inferior en el número de un documento indica las veces que un fenómeno concreto se produce en tal documento. Así, 160, indica en este caso que aliquk invade dos veces el terreno de quis en el doc. 160.
286
MAURILIO PÉREZGONZALEZ
6.4. Alius, alter, ceteri, unus y análogos. Ejemplos registrados:
alius = 64, altei = 8, ceteri = 31, alienus = 14, extraneus = 8, reliquus
= 3, unus = 23.
Alius desempeña la función propia de alter: cf. doc. 104 insuper regali
perurgente potentia pectabit quingentos solidos, medietatem regi et aliam
medietatem monasterio. Pero los ejemplos son pocos, no más de tres. Sin
embargo, alii con el valor de ceted4, a pesar de que ceteri es el segundo
indefinido de este grupo en f r e c u e n ~ i a aparece
~~,
bastante: en algo más
del 25 % de los ejemplos. Por el contrario, alius aquí no tiene nunca el
valor de alienus o extraneus.
En sólo tres ejemplos tiene alter claramente el significado «otro entre
dos». En otro ejemplo el escriba hubiera podido emplear fácilmente
unus: doc. 95 aldeas illas quarum altera Fons domine uocatur, altera uero
Estremera nuncupatur. Y en los cinco restantes alter se halla en lugar de
alius: cf. doc. 325 Turre de Mormoio de una parte existente, Pozzos ex altera, Villa Remiro ex alia, Papinas ex r e l i q ~ a Pero
~ ~ . la presencia de alter
en esta documentación no contradice las conclusiones más arriba expuestas sobre alter y alius a propósito de la documentación de Fernando 11
(donde alter no aparece), ya que aquí su frecuencia es mínima en comparación con alius. Y tampoco las contradicen los valores de alter, concretamente su uso por alius, que no hace más que corroborar la confusión
existente entre ambos. En la documentación de Alfonso VI11 hay muy
buenos ejemplos de tal confusión: cf. doc. 74 inter duas uias que uadunt
ad Bigueram, una iuxta ipsam aquam que uocatur Hiroga et alia ex altera
parte. Así pues, la relación interna de alius y alter en la documentación
de ~ l f o n s oVI11 sigue avalando su comportamiento normativista en el latín medieval cancilleresco de los SS. XII-XIII.
Los ejemplos de unus se reparten así: en doce ocasiones es claramente
numeral (a veces en correlación con alius o alter): cf. doc. 325 unus.. . alterus. .. alim... reliquus; doc. 74, 110, 169 y 451 unus... alius); en otras
siete es numeral que acompaña a un sustantivo posteriormente especificado (cf. doc. 104, 168 y 487,; en los doc. 331 y 476 le acompaña solus);
y en las restantes tiene un valor que se halla a medio camino entre el
Recuérdese que, por oposición a alii, ceteri designa un conjunto. De aquí que
MEIen el latín clásico ceteri sea frecuente unido a omnes y cuncti. Cf.A. ERNOUT-A.
LLET, O . C., S. V .
45
Pero las expresiones de cetero e inter cetera suponen un 50 % de los ejemplos.
46 En los cuatro ejemplos restantes alter por alius se encuentra en genitivo o dativo sing.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
287
numeral y el indefinido. En efecto, así nos parece que ocurre en los casos
siguientes: doc. 160 concedo ut unum canalem de agua prout antiquitus
habuit ex Carrionensi riuo deinceps habeat im perpetuum; doc. 331 det
unum carnerum de duobus dentibus domino uillarum4'; y doc. 487 confirmo... in Roda unam sernam et quasdam uineas.
6.5. Omnis, totm y análogos. Esquemáticamente los ejemplos de
omnis y totus se reparten de la siguiente manera:
omnis:
totus:
ej. totales
en singular
en plural
256
40
61 (23,82 %)
39 (97,50 %)
195 (76,17 %)
1 (2,50 %)
A la vista de estos datos, es evidente que aquí se confirma, y de manera más contundente que en la documentación de Fernando 11, lo dicho
de
más arriba sobre omnis y totus: persiste la confusión y e~pe&alización~~
ambos, aparte de que omnis no cede ante totus, que era más popular.
En cuanto al orden de palabras en los sintagmas nominales con totus, éste
precede al sustantivo 33 veces, 3 le sigue49y 4 está sustantivado. Y si el sintagma nominal con totus incluye un posesivo, el orden totus + sustantivo +
posesivo (9 veces) predomina claramente sobre el orden totus + posesivo +
sustantivo (2 veces). Pero totus nunca se halla postpuesto al sustantivo, frente
a lo que se observa en la documentación de Fernando 11.
El orden de palabras en los sintagmas nominales con omnis arroja los
siguientes resultados: omnis precede al sustantivo 226 veces, 3 solamente
le sigue50 y el resto se halla sustantivado. Y si el sintagma nominal con
47 ES evidente que en los tres ejemplos unus significa «uno» por oposición a cualquier otro numeral; pero también «uno cualquiera», sobre todo en el ejemplo del doc.
331.
..48
Especialización en el sentido de que omnis aparece sobre todo en plural, y totus en singular. Hemos encontrado ejemplos muy interesantes al respecto: cf. doc. 373
cum tota uilla et omnibus pertinenciis suis. Precisamente el único ejemplo de totus en
plural (cf. doc. 505) va seguido de la expresión ex integro, que probablemente preserve y apoye el valor de totus.
49
Doc. 103 dono ... uobis predictum castrum totum atque integrum; doc. 153 ...uillam que uocatur Mesiela totam ex integro; y doc. 505 prenominatas itaque uillas Nogar ...
et Ulmellos totas ex integro dono. En los tres casos totus va seguido de integer.
Doc. 121 sicut alia palatia omnia que habetis in episcopatu nostro; doc. 331 mando istis supradictis conciliis tributa habere omnia duorum hominum annuatim integra; y
doc. 351 cauto insuper domos canonicorum et sacerdotum et clericorum omnium.
288
MAURILIO PÉREZ GONZALEZ
+
omnis incluye un posesivo, prevalece el orden omnis sustantivo + posesivo (113 ejemplos) sobre el orden omnis + posesivo + sustantivo (16
vecesj. Tampoco en este caso omnis aparece postpuesto al sustantivo.
Si en la documentación de Fernando 11 se evita la inclusión de ille en
los sintagmas nominales con totus, en un hipotético orden totus + ille isustantivo (o equivalente), que era muy frecuente en castellano y, por
tanto, de tendencia vulgar, en los documectos de la cancillería de Alfonso VI11 aquí estudiados hay dos ejemplos: doc. 472 damus.. . totam la planain de Burgis; y doc. 476 quicumque casam de nouo prendiderit in toto
anno illo nullam facenderam faciat5'. También hemos encontrado otros
cuatro ejemplos con omnis: doc. 95 cum salinis et cum omnibus illis que
infia prediclos terminos concluduntur; doc. 258 confirmo omnes illos foros
quos.. . adquisistis; doc. 476 dono etiam uobis pro foro omnes illi qui in
agua.. . peribunt y omnes illi qui filios aut fiiias in aliis uillis habitantes fuerint.. . En tres de los cuatro ejemplos a ille le sigue una oración de relativo
sustantivada, que parece provocar (y exigir) la presencia de ille. No obstante, da la impresión de que la vuelta al normativismo en la documentación castellana de esta época es algo menos acusada que en la leonesa,
donde no hemos hallado ningún ejemplo del orden totus + ille + sustantivo (o equivalente), y sólo uno del orden omnis + ille + sustantivo.
6.6. Indefinidos de generalización. Desde el punto de vista formal
el orden de frecuencia es el siguiente: quicumque = 28 ejemplos, quilibet
= 22 ejemplos, quisquis = 13 ejemplos, quotcumque = 2 ejemplos (doc.
438 y 476) y qualiscumque = 1 ejemplo (doc. 108). Faltan quantuscumque, quiuis, quilibet, etc.
Desde el punto de vista funcional quisquis y quotcumque sólo son relativo-indefinidos. Quicumque es indefinido siete veces: doc. 110, 351,,
360, 368 y 373. Quilibet siempre es adjetivo indefinido, excepto en tres
ocasiones, en las que es pronombre indefinido: doc. 101 ...donandi uel
quidlibet faciendi, doc. 310 siue escarnbiare siue inpignorare uel quidlibet
aliud facere y doc. 387 impignorando uel quidlibet aliud faciendo. Por ú1timo, la única vez que aparece qualiscumque actúa como adjetivo indefinido: doc. 108 ut in qualiczmque ora rigare uoluerit.
6.7. Talis, quantus, quotquot. Hemos registrado 18 ejemplos de talis, de los que 16 se encuentran en la fórmula conminatoria (se exceptúan
los de los doc. 75 y 95). En ellos taiis tiene generalmente idea de cualidad
5 1 En este segundo ejemplo ille aparece postpuesto, lo que puede interpretarse
como un claro intento de evitar un orden de palabras vulgar.
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
289
y valor fórico5*,que es tan pronunciado que en ocasiones talis es sustituido por is: compárense los doc. 95 y 103 in eo uel simili loco persoluere cogatur con los doc. 72 y 74 restiéuat in tali et simili loco.
En una ocasión talis se encuentra en correlación con qualis: doc. 472
et habeant tale forum et cotum cabanne monasterii et domus et grangiarum
eius quale cabanne regis habuerint. Y en otra qualis aparece solo: doc. 476
habeatis dominos quales habere uolueritis.
No hemos registrado más que 10 ejemplos de quantas, frente a los 25
de la documentación de Fernando 11. La mitad de ellos se hallan en correlación con quantus: doc. 67 quanto... tanto; doc. 123, 126, 144 y 153
tantum.. . quantum.
Quot no aparece nunca. Sin embargo, hay un ejemplo de quotquot:
doc. 476 prata et herbas uobis dono quotquot ad Beneuiuere pertinere disnoscuntur.
6.8. Persona y horno. Su situación es la misma que en la documentación de Fernando 11. Así pues, sólo citaremos los ejemplos de cada uno.
Persona = 5 (doc. 78, 88,258,351 y 360). Homo = 9 (doc. 67, 104, 121,
209, 237, 325, 351, y 368).
6.9. Indefinidos compuestos. Uno de los indefinidos es casi siempre
alius: nihil alius = 1 ejemplo; nullus alius = 1 ejemplo; aliquis alius = 6
ejemplos; alius omnis = 1 ejemplo; omnis alius = 14 ejemplos53;quicumque alius = 1 ejemplo; quilibet alius = 3 ejemplos; alius quilibet = 3 ejemplos. Pero también aparecen combinaciones sin alius: doc. 331 nisi uno
solo die; doc. 476 solo uno momento moram non faciatS4;y doc. 476 cum
uno tanto suo uicino.
Grupos compuestos de indefinido + demostrativo (o viceversa) que
hemos encontrado: ille alius = 1 ejemplo; hic omnis = 2 ejemplos; quisquis ille = 2 ejemplos; y omnis ille = 4 ejemplos.
52
En una sola ocasión talis anuncia una oración consecutiva: doc. 103 tali pacto
ut uos fratres ... habeatis. Pero estamos en condiciones de afirmar que talis con valor
consecutivo aparece unas cincuenta veces en la documentación de la cancillería de Alfonso VIII.
53 NO es casualidad que esta combinación sea la más frecuente con mucho, como
tampoco lo es que doce de los catorce ejemplos estén en plural: ambos hechos se explican por el desplazamiento que en nuestra documentación sufre ceteri (tan usual con
ornnes en el latín normativo) en beneficio de alius. C ' A. ERNOUT-A.MEILLET,
o.c.,
S. V. ceterus.
54
Obsérvese que el escriba procura evitar las resonancias romances de la expresión más normal uno solo mediante el cambio de orden de palabras.
290
LOS INDEFINIDOS EN EL L A T ~ NMEDIEVAL CANCILLERESCO
§ 7. Así pues, en el latín de la cancillería de Alfonso VI11 los indefinidos se comportan de manera muy semejante a los de la cancillería de
Fernando 11. Y ello es así tanto en lo que respecta a las características
que ponen de manifiesto la vuelta al normativismo lingüístico, como en
lo tocante a aquellas otras que suponen una tendencia vulgar. No en vano
se trata de dos reinados coetáneos en dos reinos vecinos y sin fronteras
naturales.
Pero quizá haya que admitir que en la cancillería castellana el normativismo es menos acusado que en la leonesa, lo que equivale a decir que
aquélla es menos «culta» que ésta, al menos durante buena parte de la segunda mitad del s. XII. No vamos ahora a discutir todas las posibles causas. Pero, desde luego, algunos aspectos lingüísticos parece que así deben
interpretarse. En efecto, en la cancillería de Alfonso VIII: a) No hay ausencia total de alter; b) unus muestra valores próximos al indefinido; c)
no se evita la secuencia totus + ille + sustantivo. La tendencia vulgar de
estos rasgos, que no aparecen en la cancillería de Fernando 11, es indiscutible.
Maurilio PÉREZ GONZÁLEZ
Universidad de León
MARCOS MUSURO Y EL ARISTOTELISMO:
A PROP~SITODEL ESCORIALENSIS Q> 11 6 (203)
Es opinión generalmente aceptada que, entre otras obras, Marcos
Musurol, el conocido editor de Platón y filólogo cretense afincado en Italia, explicó textos aristotélicos en las lecciones impartidas en Padua (15031509) y en su enseñanza -según señala Geanakoplos2-, dado que las explicaciones filosóficas3 ya habían sido moneda común en la c i ~ d a ddesde
que, en 1497, NiccoIo Leonico Tomeo4 las comenzó bajo la influencia de
Ermolao Barbaros, debió de prestar una mayor atención al Aristóteles no
estrictamente filosófico. No estamos en condiciones de confirmar esta hipótesis; de todas formas, la relación de Musuro con el texto del fundador
del Liceo y sus comentaristas es cosa clara y ya en una carta escrita a
Aldo Manuzio en tomo al ano 15096, habla el cretense de Los Tópicos en
'
Véase, en general, D. J. GEANAKOPLOS,
Byzantium and the Renaissance.
Greek Scholars in Venice. Studies in the Dissemination of Greek Learning from Byzantium to the Western Europe, Hamden, Connecticut, 1973, pp. 111-166. Sobre la biblio«La biblioteca di Marco Musuro»,
teca de este erudito puede consultarse E. MIONI,
Archivio Veneto, ser. V, 93, 1979, pp. 5-28 y M. SICHERL,
«MUSU~OS-Handschriftem
K. NEWMAN(eds.), Serta Turyniana. Studies in Greek Literatur
en J. L. HELLER-J.
and Palaeography in honor of Alexander Turyn, Urbana, Illinois, 1974, pp. 564-608.
HARLFINGER,
RePara su labor como copista, finalmente, véase E. GAMILLSCHEG-D.
pertorium der griechischen Kopisten, 800-1600. 1. Handschriften aus Bibliotheken
Grossbritaniens, Viena, 1981 vol. A, n . O 265.
O . C . ,p. 138.
Sobre el Aristotelismo humanista puede verse, en general, P. O KRISTELLER,
«La tradición aristotélica» en El pensamiento renacentista y sus fuentes, tr. esp., México, 1982, pp. 52-72 y la bibliografía allí recogida (se trata de un trabajo de 1955 con
una puesta al día bibliográfica); de mucho interés es también Ch. B. SCHMITT, Aristotle and the Renaissance, Cambridge, Mass. Londres, 1983.
Biographical and bibliographical Dictionary of the ItaVéase M. E. COSENZA,
lian Humanists and the World of Classical Scholarship in Italy 1300-1800, Boston,
Mass. 1962-1967, vol. IV, pp. 3394-3397 y V, pp. 1749-1751;como traductor de Aris«Le traduzioni umanistiche di Aristotele nel secolo
tóteles puede verse E. GARIN,
XV», Atti e Memorie dell'Accademia Fiorentina di Scienze Morali, La Colombaria, 16,
1947-1950 (1951), pp. 90-91.
Véase, entre otros, Dizionario biografico degli italiani, Roma, 1960 y SS.,vol.
o.c., pp. 87-90.
VI, p. 96-99 y GARIN,
«Les correspondants d'Alde Manuce: Matériaux nouVéase P. de NOLHAC,
veaux d'histoire littéraire (1483-1514)», Studi e documenti di storia e diritto 9 , 1888,
o.c., p. 140.
pp. 229-230 y GEANAKOPLOS,
292
ANTONIO BRAVO GARC~A
un pasaje que no parece referirse sino a sus trabajos sobre esta obra que
culminarían en su edición de los Comentarios a «Los Tópicos» escritos por
Alejandro de Afrodisias, aparecida en Venecia en 1513'. G. Mercati8,
además, identificó su mano en un manuscrito con la traducción latina de
los Comentarios al «Sobre la generación y la corrupción)),obra de Juan Filópono, que debió ser terminada en julio o agosto de 1505 (Vaticanw lat.
3067) y, según F. E. Cranz9, a Musuro se debe también otra traducción
de los Comentarios a aLos Tbpicos» de Alejandro en el Vaticanus lat.
4564. Ya muerto el cretense, por otra parte, se publicó en Venecia, en
octubre de 1520 (para tois peri ton Áldon te kai ton Andreían ton Asoupríncipe de los Comentarios a «Las refutaciones sofísl ~ n ó n )la~ edición
~,
ticas)) de Alejandro en cuya elaboración, sin embargo, no parece que
nuestro humanista tuviese parte alguna. Es cosa sabida también que, en
su biblioteca, Musuro tuvo manuscritos de Aristóteles o de sus comentaristas y que, entre los que llevan sus «iscrizioni dedicatorie»ll, hoy pueden verse en la Biblioteca Marciana de Venecia el Marcianus gr. IV, 8
(coll. 1152 = SS. Zohannis et Pauli VII), que contiene los Comentarios a
«Las refutaciones sofísticas» de ~lejandro-enla primera de las recensiones que M. Wallies di~tingue'~,
y el Marcianus gr. IV, 10 (coll. 833 = SS.
Zohannis et Pauli IX), en que se encuentran las Cuestiones naturales y
Véase GEANAKOPLOS,
o.c., p. 154. Señala M. WALLIES,
Alexandri Aphrodisiensis in Aristotelis Topicorum libros octo commentaria (Conzmentaria in Aristotelem
graeca 11, 2), Berlín, 1891 (hay reirnpresión), p. XIII que el texto de esta obra va con
«MUSU~OS»,
p. 574, el códice en
el Parisinus gr. 1874 pero, en opinión de SICHERL,
cuestión azeigt weder Spuren von Musuros noch solche der Druckerei», de modo que
no parece ser una «Druckvorlage».
Codici latini Pico Grimani e di altra biblioteca ignota del secolo XVI esistenti
nell'Ottoboniana e i codici greci Pio di Modena. Con una digressione per la storia dei
codici di S. Pietro in Vaticano (Studi e Testi 75), Ciudad del Vaticano, 1938 (hay reirno.c., p. 141.
presión), p. 57, n. 3 y GEANAKOPLOS,
En P. O. KRISTELLER
(ed.), Catalogus translationum et commentariorum. Mediaeval and Renaissance Latin Translations and Commentaries 1, Washington, 1960, p.
101; véase SICHERL,
«Musuros», p. 572.
lo A esta edición siguió la juntina de Florencia, agosto de 1521, un ejemplar de
la cual, con notas de Isaac Vossius, se conserva en la biblioteca de Leiden según seAlexandri quod fertur in Aristotelis Sophisticos Elenchos commentañala WALLIES,
rium (Commentaria in Aristotelem graeca 11, 3), Berlín, 1898 (hay reimpresión), p.
XXVIII.
l 1 Véase MIONI,o.c., p. 13 y SS.y 20.
l2 Se trata de los ff. 1-34 de este códice escritos por Aristóbulo Apostolidis según
MIONI,
o.c., p. 13 y SICHERL,
«MUSU~OS»,
p. 583; sobre el copista véase Repertorium
n.O 27 y nuestro «En torno a algunos mss. de Apolonio de Rodas conservados en bibliotecas españolas: notas de paleografía», Emerita 51, 1983, pp. 97-117 con nuevas
identificaciones tanto de él como de algunos de sus colaboradores. El rns. contiene
MARCOS MUSURO Y EL ARISTOTELISMO
293
éticas del mismo Alejandro (ff. 85-111) y su Sobre el destino (ff. l l l v 141)13. Por si esto fuera poco, Mioni ha creído ver en los fondos manuscritos provenientes del convento dominico de San Juan y San Pablo otros
códices que pertenecieron también a Musuro y, entre ellos, cabe destacar
el Marcianus gr. IV, 9 , con los Comentarios a «Los Tópicos* que Alejandro compuso14, e igualmente -según el docto paleógrafo y catalogador
italiano- de Musuro fueron también el Ambrosianus A 64 sup., un códice del s. XIII con obras de Aristóteles y Simplicio, y el Estensis 101 (
= 11 D 2)15 que contiene escritos de José Racendytis, otro tratadista aristotélico de importancia menorl6.
Los copistas que mantuvieron alguna relación con Musuro (Rafael
Regio, César Estratego, Jorge Gregorópulo, Aristóbulo Apostolidis, Zacarías Calliergis y algunos más)17 no dejaron de copiar otros muchos manuscritos aristotélicos que, desde luego, nos es imposible relacionar con
el editor cretense; no obstante, lo más interesante a este respecto es
también otra recensión de la misma obra y una paráfrasis similar a la que aparece en
el Parisinus gr. 1917, ff. 538v-550 como señala WALLIES,Alexandri ... Sophisticos
Elenchos, p. XIII.
l 3 Se trata de una copia de César Estratego según MIONI,o.c., p. 13 y SICHERL,
«Musuros», p. 584; véase sobre el copista MIONI,o.c., p. 9, n. 12 y nuestro «Varia
palaeographica graeca IIID, Homenaje al profesor D. F. Rodriglcez Adrados, Madrid,
en prensa (n. 62).
l4
Códice copiadc también por A. Apostolidis según la opinión de MIONI,o.c.,
p. 22 quien se pregunda, ibidem., p. 28 si no tuvo este ms. un papel importante en
la edición que Musuro llevó a cabo en 1513.
l5
Códice copiado por Jorge Gregorópuio -según MIONI,o.c., p. 12, n. 23- y
Die griechino por el propio Musuro como señalaron M. VOGEL-V.GARDTHAUSEN,
schen Schreiber des Miltelalters und der Renaissance, Leipzig, 1909 (hay reimpresión),
p. 290. Sobre Gregorópulo véase Repertorium, n.O 58 y nuestro «En torno a algunos
mss.».
l6
En general, para la transmisión del texto aristotélico y.sobre sus comentaristas
«Einige Grundzüge der Aristoteles Uberliefening» en Idem
véase D. HARLFINGER,
(ed.), Griechische Kodikologie und Textüberlieferung, Darmstadt, 1980, pp. 447-483
(se trata de una parte de su conocida investigación de 1971 sobre el pseudoaristotélico
Peri atómón grammon) y H . HUNGER,Die hochsprachliche profane Literatur der
Byzantiner 1. Philosophie, Rhetorik, Epistolographie, Geschichtsschreibung, Geographie, Munich, 1978, pp. 25-41. Sobre Racendytis y su obra -una especie de enciclopedia- véase, entre otros, N. G. WILSON,Scholars of Byzantium, Londres, 1983, pp.
243-244.
I7
Sobre Regio véase Repertorium, n.O 356 y nuestro trabajo «Varia palaeographica graeca II», Habis 12, 1981 (1983), p. 78; para Calliergis, Repertorium, n.O 119
así como nuestro «En torno a algunos mss.». Muchos detalles acerca de los mss. aristotélicos copiados por este grupo de escribas pueden verse en P. MORAUX-D.HARLAristoteles Graecm. Die griechischen ManuskripFINGER-D.REINSCH-J.W. WIESNER,
te des Aristoteles 1. Alexandrien- London, Berlín-N. York, 1976, passim.
294
ANTONIO BRAVO G A R C ~ A
señalar que incluso Musuro copió también alguno de ellos. Cierto es que
su producción escriptona no es muy abundante18 pero, por lo menos, el
Laurentianus LX, 10, códice aristotélico bien estudiado, es obra suya.
Otra faceta de interés en su proceder como copista es que, entre las copias que llevó a cabo, podemos encontrar algunas cuyo texto está repetido en su biblioteca aunque realizado por otras manos. Así, por ejemplo,
el Londinensis BM Burneianus 96, ff. 1-206, escrito en Florencia por Musuro, contiene lo mismo (Andócides, Iseo, Dinarco, Antifonte, Licurgo,
etc.) que el Marcianus gr. VIII, 6 (coll. 1101 = SS. Iohannis et Pauli IV),
manuscrito de su propiedad copiado por Aristóbulo Apo~tolidis'~,
e
igualmente el Londinensis BM Harleianus 5577 contiene obras de Dionisio Periégeta y Eustacio de Tesalónica que se encuentran también en el
Marcianus gr. XI, 13 (coll. 1009 = SS. Iohannis et Pauli LXIV), escrito
por César Estrategozo y de su propiedad (obras de Eustacio hay también
en el Marcianus gr. XI, 14 [coll. 1233 = SS. Iohannis et Pauli XXXVIII]
que fue copiado igualmente por Estratego2' y perteneció también a Musuro). No es momento de analizar la historia textual de estas obras para
determinar si las copias de Musuro fueron o no posteriores a aquellas
que, producto de otras manos, ocupaban un lugar en sus estanterías, pero
es lícito pensar que, en algún caso, el cretense debió de copiar obras que
ya tenía en otro manuscrito. Por otro lado, de lo que sí estamos completamente seguros es de que Musuro copió más de una vez la misma obra;
así, el Marcianus gr. IX, 6 (Hesíodo, Cornuto y Paléfato), manuscrito de
su puño y letra, contiene textos que aparecen también en otra de sus
«Poteva destare meraviglian -nos dice MIONI,o . c . , p. 12- «che questo dotto,
pur non avendo mai esercitato il mestiere dello scriba, avesse lasciato solo i pochi
esemplari citati dai Vogel-Gardthausen, contenenti poesie autografe o lettere o glosse, e non avesse rnai avuto la necesita di trascrivere in bella calligrafia qualche codice». Correcciones a la lista que nos ofrecen Vogel-Gardthausen lleva a cabo MIONI,
o.c., p. 12, n. 23 y, por lo que se refiere a la identificación entre el copista que firma
Márkos I6ánnou Krks td génos y el propio Musuro, la cuestión parece ya hoy casi fuera de toda discusión según Repertorium, n.O 265 (véase, no obstante, MIONI,o.c., pp.
pp. 603 y SS. ). La letra del Escorialensis que aquí va11 y SS. y SICHERL,«MUSU~OS»,
mos a estudiar es igual que la del Marcianus gr. VII, 9, f. 143 (lam. VI1 de SICHERL,
«Musuros») y que la del Marcianus gr. IX, 10, f. 90 (lam. XXIV de A. TURYN,The
Byzantine manuscript Tradition of the Tragedies of Euripides, Urbana, Illinois, 1957,
puesta bajo el nombre de Jano Láscaris y corregida la adscripción en Repertorium,
donde se señalan otras láminas publicadas que hemos tomado igualmente en consideración pero de las que no hablaremos aquí).
l9
Véase MIONI,o.c., p. 16 y SICHERL,«MUSU~OS»,
pp. 588-589.
20
Véase MIONI,o.c., p. 18 y SICHERL,«MUSU~OS»,
p. 593.
Véase MIONI,o.c., p. 19 y SICHERL,«MUSU~OS»,
p. 593.
'
MARCOS MUSURO Y EL ARISTOTELISMO
295
copias, el Laurentianus LVI, 20, ff. 2-11122,y junto al Marcianus gr. IX,
22, ff. 98-fin, que contiene un Licofrón y un Apolonio de Rodas de la
mano del cretense, hay que contar con el Licofrón del Parisinus gr. 2840,
copia suya también23.
Las notas que preceden no pretenden sino resaltar el interés de
Musuro por el Aristotelismo, la existencia de un cierto grupo de copistas
-bien conocidos por otra parte- de cuyas obras hizo colección24y algunas líneas generales de su proceder como coleccionista y calígrafo; si a estos tres puntos añadiéramos una breve consideración de su letra - c o s a
no del todo necesaria habida cuenta de las numerosas láminas aue de ella
se han publicado y de las discusiones científicas suscitadas en torno a
ellas-, tendríamos entonces enunciadas y comentadas las bases sobre las
que nos hemos apoyado para identificar, sin lugar a dudas, un nuevo códice escrito por Musuro: el Escorialensis @ 116 (203) que contiene los Comentarios a <<Lasrefutaciones sofísticas» de Alejandro de Afrodisias en la
misma recensión que presenta el Marcianus gr. IV, 8, ff. 1-134 ya mencionado como de su propiedad. Efectivamente, el códice español, escrito
en Venecia en 149525,tanto por su letra como por su contenido y lo que
sabemos de los intereses filosóficos y hábitos de copista del cretense, puede
ser considerado un producto de su mano aunque, desgraciadamente -según ha escrito Geanak~plos~~--,
«Musurus' activities in the two or three
year period following the Musaeus (ca. 1494) are not mentioned in the
22
Véase MIONI,o.c., p. 12 y Repertorium, n." 265.
Ibidem.
24
«Finora» - s e ñ a l a MIONI,o.c., p. 27- «non si era mai parlato di uno scriptorium e di una libreria del Musuro, ne se era sospettata I'esistenza».
25
Véase descripción en G. DE ANDRÉS,Catalogo de los Códices griegos de la
Real Biblioteca de El Escorial 11, Madrid 1965, pp. 32-33; la fecha aparece en latín
en f. 1 y en griego en f. 125". Por lo que toca al papel nos inclinamos a ver en él una
Wasserzeichen aus griechischen
filigrana similar a «balance» 75 de D.-J. HARLFINGER,
Handschriften, Berlín, 1974 (1) y 1980 (11), del a. 1502, que no está muy lejos, a su
vez, de «balance» 76 (del a. 1506), marca que aparece en un ms. copiado por Manuel
Gregorópulo, hermano de Jorge. Otra de las filigranas es similar a la n." 2.456
(Roma, 1508-10) de C. M. BRIQUET,Les filigranes. Dictionnaire historique des marques du papier des leur apparition vers 1282 jusqu'en 1600, 4 vols., N. York, 1966 (es
reimpresión) y la tercera, una balanza como las dos anteriores, parece exactamente
igual que la reproducida por J. M. OLIVIER-M.A. MONÉGIER,Catalogue des manuscrits grecs de Tchécoslovaquie, París, 1983, Iám. XIX. Se trata de una marca que aparece en el ms. PSK, R VI Fe 43, en unos ff. escritos por Manuel Gregorópulo también, y los catalogadores señalan su parecido con Briquet, n." 2.591 (Venecia, 1496)
y con otras filigranas de repertorios que no hemos podido consultar.
26
O . C . , p. 121; «Musurus9 movements during the few years preceding his appointment at Padua [julio de 1503]» -añade o.c., p. 133- «are not entirely clearn.
23
296
MARCOS MUSURO Y EL ARISTOTELISMO
sourcew. Copistas próximos a nuestro humanista copiaron la misma obra
de Alejandro y, por referirnos brevemente, ahora, a códices españoles,
vale la pena recordar otro Escorialensis, el B 1 4 (505)27,copiado en Creta en 1517 por una mano que nos parece la de A. Apostolidis, y el Salmanticensis M 17 (1-1-17)28cuya suscripción nos informa de que fue Jorge
Gregorópulo, colaborador de Marcos, el responsable de su factura. Este
último manuscrito, además, comienza por la frase Ch(ristos) hegeístho
que se encuentra, igualmente, en el Escorialensis 11 6. En definitiva,
Musuro parece haberse interesado bastante, en su fructífera carrera como
profesor, editor y copista, por los comentaristas aristotélicos y, si bien su
actividad no parece destacable en el caso de la príncipe de Aristóteles
(1495-1498)29,en el de Alejandro de Afrodisias, en especial, tiene una
cierta importancia y el Escorialensis que aquí indentificamos es una prueba más de sus relaciones con el texto de este autor30.
Antonio BRAVO GARC~A
Universidad Complutense
27
Véase descripción en DE ANDRÉS,Cathlogo de los Códices griegos de la Real
Biblioteca de El Escorial 111, Madrid 1967, pp. 121-122; hay diferentes tamaños de letra en el códice pero, en general, el parecido con la de A. Apostolidis no se pierde
del todo. El ms., como el 11 6 copiado por Musuro, perteneció a Mateo Dándolo.
28
Véase descripción en A. TOVAR,Catalogus codicum graecorum Universitatis
Salamantinae 1. Collectio Universitatis antigua, Salamanca, 1963, pp. 19-20.
29 Véase, en general, sobre esta edición, M. SICHERL,
Handschriftliche Vorlagen
der Editio princeps des Aristoteles (Ak. der Wiss. und der Literat. Abh. der Geistesund Sozialwiss. K1. Jahrgang 1976, nr. 8), Wiesbaden, 1976; M. E. B O ~ E C C H I A ,
«Fonte dell'Aldina per i MCchaniká di Aristotele*, Atti 1st. Veneto Sc. Lett. e Arti CI.
Sc. mor. lett. e arti 134, 1975-76, pp. 383-94 cree identificar un ms. más como fuente
de parte de la príncipe (véase también su trabajo «Per una nuova edizione dei Mechanica di Aristotele*, Annali Fac. Lett. e Filos. Univ. Padova 2, 1977, pp. 43-53).
'O
Ni que decir tiene que este interés de Musuro por Alejandro -y por otros de
los autores que editó- puede haberse visto reforzado u originado gracias a los mss.
que su maestro, Jano Láscaris, se trajo de Oriente en sus dos viajes; véase, en espeUn ambassadeur de I'heilénirne -Jmos Lascaris- et la tradition grecocial, B. -Os,
byzantine dans I'humanisme francais, Upsala-París, 1945, pp. 34-51. De otro lado, es
cosa bien sabida que en la biblioteca de Alberto Pío, príncipe de Carpi - d e la que
Musuro fue bibliotecario-, hubo varios códices de Alejandro y, en concreto, uno con
o.c., pp. 204, 207,
los Comentarios a «Las refutaciones sofisticar»; véase MERCATI,
212, 215 y 218 entre otros y lo ya dicho sobre los códices con sus «iscrizioni dedicatorie». Es interesante también SCHMITT,
«Alberto Pio and the Aristotelian Studies of
his Time» en Societa, politica e cultura a Carpi ai tempi di Alberto III Pio, Padua 1981,
pp. 43-64 (recogido en su Aristotelian Tradition and the Renaissance Universities, Londres, 1984).
Escorialensis <P 11 6 (2C3), f. 1.
UN DOCUMENTO DIPLOMÁTICO GRIEGO EN CIFRA
DEL ARCHIVO DE SIMANCAS
De las varias secciones en que está dividido el Archivo de Simancas,
es sin duda la Sección de Estado la más interesante. Se conserva en la
misma la documentación diplomática de asuntos de Estado (correspondencia exterior con los embajadores acreditados en diversos países, consultas de Consejo de Estado, minutas de despachos reales, etc.) correspondiente a los períodos del reinado de la Casa de Austria y primeros
Borbones. La abundancia de documentos conservados, su minuciosidad,
y la rapidez con que se despachaban asuntos de política de Estado, nos
da una visión bastante exacta de la complejidad y eficacia con que se desenvolvía la política exterior española de la época.
Tras la caída de Constantinopla, Grecia se halla sometida, casi en su
totalidad, al imperio turco. Es la época en que un nuevo despertar humanístico se extiende por toda Europa, y comienzan a surgir los Estados nacionales de la Edad moderna. En la península balcánica dicho despertar
se ve truncado por la presencia, como avanzadilla en Europa, del imperio
otomano. Sin embargo, no podemos decir que la sumisión de los griegos
sea total ni que estén aislados por completo del mundo exterior. No son
inexistentes sus relaciones con otros países europeos, y en especial con
España. Dichas relaciones se intensifican tras la batalla de Lepanto, y llegan a su punto culminante en las primeras décadas del siglo XVII, para
disminuir posteriormente a la par que decrece la importancia del papel jugado por España en el concierto de la política internacional.
Dada su rareza y el interés que ofrecen para el estudioso de la paleografía griega los documentos cifrados, publicamos aquí una carta de este
tipo hallada entre la documentación simanquina, acerca de la cual no
existe constancia de su publicación anterior. El texto está conservado en
el Legajo n.O 977 de la Sección de Estado, dentro de la subsección llamada «Negociación de Roma». Se trata de un legajo sin foliar que conserva
la documentación del año 1603 concerniente a los asuntos de la embajada
vaticana. El documento en cuestión es una misiva diplomática cifrada, en
griego, enviada en una embajada del arzobispo de Larissa al Papa y posteriormente al rey de España. Los documentos de esta embajada conservados en dicho legajo son:
JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
- Carta del arzobispo de Larissa al Rey, escrita en español y fecha-
da el 28 de junio de 1603, en la que resume las negociaciones e
intentos efectuados hasta el momento.
- Carta del Duque de Sessa, embajador de S.M. en Roma, fechada
el 4 de marzo de 1603, en la que presenta al susodicho arzobispo
al Rey.
- Breve en latín del Papa Clemente VIII, de fecha 28 de enero de
1603, en el que encomienda al arzobispo de Larissa al Rey de España.
- Dos cartas en griego (una de ellas la que ahora publicamos), con
sus respectivas versiones latinas, una de «los obispos de Thesalia
y otras provincias» y la otra «de algunos obispos de la Grecia», según consta en el dorso de cada una de ellas. El contenido de ambas es prácticamente el mismo, no así el texto. Podemos afirmar
sin temor a equivocarnos que sus emisarios son los mismos.
11. TEXTOCIFRADO
El texto, tal como lo podemos encontrar en el legajo, es el siguiente:
UN DOCUMENTO DIPLOMATICO GRIEGO
301
302
JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
111. CLAVEDE LA CIFRA
La equivalencia d e los signos cifrados con el alfabeto griego es la siguiente:
CLAVE DE LA CIFRA
ALFABETO
SIGNO CIFRADO
ALFABETO
SIGNO CIFRADO
t
v
'P
x
W
O
m
ov
EL
xai
Irri
VI.(sobre vocales)
"
/J
C
'4
\I
5" (sobre vocales)
Nótese en los signos cifrados, lo siguiente:
1. No sólo hay un signo para cada letra, sino incluso para grupos
complejos y para el monosílabo xaí.
2. El signo gráfico correspondiente a las consonantes 5 y E es el mismo. Puede observarse con toda claridad en palabras como % (línea 4), xatÉoípaEe (5), xataoípáEop~v(15), y Ehníl;oyav (15) o
'QtGpatoq (14). En la primera línea hemos optado por leer EyvoeíEq (aoristo) en vez de e v o ~ í l ; q(presente).
3. Con alguna frecuencia se produce la confusión de un signo gráfico por otro, sin duda por descuido del escriba. Hemos optado
por corregir estos casos, en vez de complicar inútilmente la correspondencia signo gráfico-alfabeto.
4. La grafía <EL>,reducida por itacismo a una pronunciación [L],
tiene por lo general una notación gráfica compuesta por la suma
UN DOCUMENTO DIPLOMÁTICO GRIEGO
303
de los signos de <E> e <L>. Sin embargo, tras el grupo consonántico <m>, y sólo en las palabras Emeíhap~v(1y 6) y oteihq~
(9) aparece un signo propio para <EL>.
5 . El monosílabo copulativo xai tiene un signo propio. Sólo en un
caso encontramos la forma xÉ, compuesta por los signos correspondientes a cada uno de los fonemas.
IV.
TRANSCRIPCI~N
Salvo los errores del escriba, que hemos subsanado en el texto, mantenemos su peculiar ortografía, relegando al aparato las formas correctas.
I'ahqvótate xaeteeÓtare P a o ~ h ~'Ionavías
ü
N a t O Eyvo~ígq-íl (3ao~híaaou, Ónóaav koteíhap~vt0.U~n ~ É o P E Lx~a i toUs EGÉ I x m q , TÓTE E ~ ~ o t ó t t q p e vn ,ó g Ex~ivovtOv
xe<ó>vov 6Éhqg v a nÉpWqs t&otgateúpatá I oou & a t t v Eheu6eeíav pas, x a i 61a t o ü t o oixovopfioap~vx a i fipijs oteat e ú y a t a I olexetá, x a i t C r d x a p ~ vpo~eaopÉva~ i gE5 tónous
6eÉcpovtas ta pfjvas teeis i í p ~ a u .I tóoov ÓZL t O Eva ~ É Q O SEx~vfi3q x a i xatÉocpa& nohhoiq t ó v 'Ayaeqvóv. xai5 E I
naúoapev t t v Óepív TOWS pE E ~ ZQÓXOV
L
EGuvfi8qp~v.x a i ~ i s
Aiovútoüto Eozeíhapev I tOv p<qr>gonohítqv A a e í o q
o ~ o vn~otOvtijs a$tfjs Pouhij~xai Eveeyías neótov I naeaxahóvt a g tqv fiao~hei<av>oou, a v xai OEv ~ i v Poh~tOv
a ~
pE óha oou
ta otgateú I p a t a v a pás E ~ E W ~ E na~axahoüpev
QÓ~~,
v a pOIs
[Eheu6e~hoq~]
o t ~ í h q spÉgo5 I oteateúpatos peta toü a6zijg
oxfinteou x a i áex~otqatfiyovx a i x a n ~ t a v É o v E' ~I 3~~otqpÓvov
v a Páhouo~vE ~ Stá&v ta EO~x<cí> pas o t e a t ~ ú p a t a x, a i i8o.U
EnÉeaoa I tóoos x a ~ e O sx a i o6bspíav d O a p ~ vPofi8~av.&a
t o ü t o n á h ~ votÉhAopev tOv I Gáoxahov toü auto6 p<qt>eoxoXE n a ~ a x a h o ü p e vt t v I Pao~heí<a>voou
hítou x.Ue 'AQOÉVLOY,
a6tij5, v a ptv pás Vote~íoqgtoü I;~tqpatoq.
neOs -qs TQLÉGo~
x a i EL I níI;op~v~ i 3<eO>v
g
v a x a t a o c p á ~ o p ~Z vO W ~ Evtaü6a
'Ayaeqvoiq navtas, x a i v a yívq fi15 Pa I o ~ h e í < a >oou ~ Ú Q L O S
n a q s 'EhháGo~, ó t ~Exatbv x a i n e e ~ o o ó r e e ox~e ~ m ~ a v oI i
efie~oxópaoteveis Eva T o ü p o v , x a i GEv ~ i ~ e í o x o p eEv~ L T ~ G L Ó navta~Ó6~v
teeov I xa~eOvh o a v t ó e a ónou e i v a ~O TOÜQXO~
6 I TL &v nágq Gúvap~vyívete a i p a t o ~ v o í a
xatanoh&poÚp~vo~,
I y a h ~ v ó t a t eflao~heü,
x a i a<i>xpahooia eis nohú. 6 ~ toYto,
a
ptv pás 6 o t e ~ i o q rt4v
) ~ kh~v6eeíavpas, BZL xoeis z t v Gúvap~v
~ E ~uvÓIpe6a.
~ ~ ~ L
tijgZ0 1 pao~heías 0021 fipijs E ~ E z I ~ E ~ o o6
JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
o ó o o v toívvv habv aixpahwz~opÉvovn a i x a e í q a i ó v ~ a 'Iov.
viov &' axP
Contraportada:
Serenísimo y potentísimo Rey de España
Sepa V.M. que cuando enviamos a nuestros embajadores y Vos los
recibisteis, concebimos entonces la esperanza de que aquel año enviaríais vuestros ejércitos para nuestra liberación, y por ello preparamos también nosotros las tropas necesarias, y las tuvimos regartidas
en seis lugares, manteniéndolas durante tres meses y medio. Hasta
que una de las partes se soliviantó y degolló multitud de Agarenos.
Contuvimos su impulso de la manera que pudimos, y por ello enviamos al metropolitano de Larissa, Don Dionisio, que está en el secreto de este plan y acción, para suplicar en primer lugar a V.M. que,
si no os es factible liberarnos con todo vuestro ejército, nos enviéis
una parte del mismo con su mando supremo, un comandante en jefe
UN DOCUMENTO DIPLOMATICO GRIEGO
305
y algunos capitanes expertos para poner en orden de combate nuestras propias tropas. Y he aquí que ha pasado tanto tiempo y no hemos visto la ayuda y por ello enviamos de nuevo al maestrescuela de
este mismo metropolitano, Don Arsenio, y suplicamos a V.M. por la
mismísima Trinidad que no retrase nuestro negocio. En Dios tenemos puesta nuestra esperanza de que degollaremos a todos los Agarenos de aquí, y de que V.M. llegará a ser señor de toda Grecia, porque por cada turco estamos aquí 100 cristianos, y más, y no encontramos mejor oportunidad que la presente, en la que el turco se halla
atacado por todas partes, ya que si recobra fuerza, se producirá gran
derramamiento de sangre y cautividad. Por ello, serenísima Majestad, no retraséis nuestra liberación, porque sin el poderío de V.M.
nosotros no podemos liberarnos. Salva por tanto a este pueblo cautivo, y nuestro agradecimiento permanecerá por siempre. Junio 17,
1602
Partenio, humilde obispo de Gardicio
Daniel, humilde obispo de Zetunio
Clemente, humilde obispo de Radobisdio
Calisto, monje prior del Salvador
Porfirio monje, viceprior
Serafín monje Romeo
Cristóbal monje Romeo
Juan sacerdote Romeo
Juan Alebás sacerdote
Caritús Malitzás
Demetrio Carbunís
Astario Carbunís
Asterio Alebás
Teodosio Romeo
Demulás Rorneo
Jose Manuel FLORISTÁN
Universidad de León
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS SIMEÓN 1
DE KARTLI A FELIPE 11 Y TEIMURAZ 1
DE KAKHETI A FELIPE IV
§ l. Las relaciones y contactos diplomáticos de España con el
Oriente cristiano y musulmán durante los siglos XVI y XVII, en los
que la monarquía multinacional de la casa de Austria era la primera
potencia del mundo, siguen requiriendo todavía un estudio a fondo.
Por ello revisten el máximo interés los documentos mencionados en
el título que se encuentran en el Archivo General de Simancas, Sección de Estado, negociación de Alemania y negocios extraordinarios
de la parte Norte, en los legajos 703 y 2859, respectivamente. Como
en cierto modo resultan tangenciales al propósito que tenemos en
proyecto de hacer un estudio sistemático de toda la documentación
neogriega existente en dicho archivo1, complementario de los trabajos previos del profesor Hassiotis2, nos decidimos a publicarlos por
separado en el convencimiento de que no son ajenos al ámbito científico de nuestra revista. Para gobierno del lector y el debido encuadramiento del tema, antes de entrar en materia, conviene detenerse
un poco en algunas cuestiones previas. De ahí que se nos deba perdonar si nos dilatamos más de lo debido en considerar la naturaleza
de la documentación, pasar revista a las circunstancias históricas de
Georgia en el momento de cursarse ambas misivas y dar a conocer en
sus rasgos generales la apasionante biografía de quienes la expidieron. El no familiarizado con el tema agradecerá sin duda el prolegómeno.
'
Será el tema de la tesis doctoral de J. M. Floristán, en avanzado estado de elaboración, dirigida por L. Gil.
Y de algunos predecesores suyos como M. TH.LASCARIS,
«'Exxhfioet~ZOV gxtoxóxov Mávqs NeorpVtov xebs to6s 'IonavoGs (1612-1613) 6ta tfiv &neh~veÉ~wT ~ IIehonovvfpov»,
S
'EMqv~xá15, 1957,293-310 y A. TOVAR,
«Una petición de
o~v
socorro de los griegos de Maina a Felipe 11 en 1584-1585», BRAH 142, 1958,343-363.
Entre los trabajos del Prof. Hassrons relativos al tema merecen citarse «Fuentes de
la historia griega moderna en archivos y bibliotecas españoles», Hispania 29, 1969,
133-164, 'Iaxav~xaEyyearpa 4 s Kvxetaxqs iatoeias, Leucosia, 1972, «'H K Q ~ z ~
S
xai oi 'Ionavoi ata xeóvta tfls fkvetoxeatias», IIeneaypÉva toV r' B L E ~ O V Keqtohoy~xoVovvs6qiov 11,342-370, Atenas, 1974, «Sull'organizzazione, incorporazione
S
sociale e ideologia politica dei greci a Napolb, 'Entatqpovtxfi k x e q ~ i sT ~ rprhooorpixq~m o h f l ~toV 'A~~atoreheiov
iiavex~aqpiov@ E O U ~ ~ O V20,
~ %1981,
T ~ S411~ X ~ ~ S TOÜ Kaeóhov E»,
452, «'H IIehonóvvqoo~a b xhatoío tfis M E O O Y E Lxohtttxfis
n~hortovvqu~axá
14, 1984, 187-240.
308
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
9 2. La carta de Simeón3 fue escrita «en el país de Kurdjistan (Kartli), en la ciudad residencial de Tephkhis (Tiflis), el año de los armenios
1045 (= 23 de octubre 1594-22 de octubre de 1595), el 14 de agoston4, en
lengua armenia, que se estimaba de mayor difusión que el georgiano, en
escritura notragir. Fue remitida con una traducción griega (Doc. n." 2)5,
que fue preparada en la corte del rey en la ciudad de Dekhisnel (Tifli~)~,
el 25 de agosto de 1596, lo que nos hace pensar en un error de datación en
el primer documento. Su lengua es la koiné bizantina y ofrece, junto con
rasgos de estilo y léxico tan antiguos como la correspondencia de los reyes
helenísticos, arcaísmos literarios, los lógicos neologismos y los acostumbrados errores en el empleo de formas caídas en desuso como el optativo. La
traducción castellana de este documento corrió a cargo de Nicolao de la
Torre (Doc. n.O 3), figura bien conocida gracias a la monografía de Gregorio de Andrés7. No figura, en cambio, el nombre del traductor del texto
armenio (Doc. n.O 1). Los cuatro documentos fueron publicados en 1922
por F. Maglerg, a quien no le fue remitido, sin embargo, por su corresponsal español, don Juan Montero, director entonces del Archivo General de
Simancas, el sumario de la carta en cuyo margen figuran las diligencias que
el monarca español ordenó tomar en su respecto. Dado el difícil acceso de
la citada publicación para el lector español, pese a no ser inéditos, reproduciremos el texto griego y su versión castellana.
9 3. La carta de Teimuraz 1, con fecha de 29 de noviembre de 1625,
en georgiano, lleva escritura mkhechuli, cuyos orígenes remontan al siglo
XIV y se conoce como letra «militar»9. A manera de credencial, la acomSe encuentra en un papel brillante (270 x 280 mm., algo más estrecho en la parte superior y más alto en la izquiera). La tinta es marrón oscura. Consta de 31 líneas,
la última equivalente a un cuarto de las anteriores. Letra inicial en tinta roja, firma y
sello abajo. Margen izquierdo de 65 mm. aproximadamente y derecho, de 7-10 mm.
Según la traducción de F. MAGLER,cf. O.C. (en nota 8), p. 73.
Escrita en tinta marrón oscura, en papel brillante (235 x 270 mm., algo más
alto en la parte derecha). Consta de 30 líneas más un encabezamiento. Firma en la
parte inferior idéntica a la del documento en armenio y sello.
La forma armenia Tephkhis se pronuncia en algunos dialectos Dephkhis, que
convertido en de Chisneil en la versión esexplica en parte la grecización AEXLOVÉA,
. nota S), p. 74, n. 3.
pañola, según F. MAGLER,o . ~(en
El cretense Nicolás de la Torre, copista griego de Felipe 11. Biografía. Documentos. Facsímiles, Madrid, 1969.
«Notices de manuscrits arméniens. Simancas. Archives de Castille», Revue des
études arméniennes 1, 1920, 67-79.
Dimensiones: 530 x 670 mm. Papel bastante irregular (el borde superior no es
recto y el inferior está bastante dañado en su extremo derecho). La carta consta de
36 renglones (los dos primeros en tinta roja, los demás en tinta marrón oscura).
'
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
309
paña una carta del patriarca de Jerusalén del 18 de septiembre de 1626
(Doc. n." 6)1°, cuyo contenido no se ajusta al del original, como veremos
después. Con ellas se ha conservado un voluminoso expediente que resume las deliberaciones del Consejo de Estado, las providencias que con
respecto a la propuesta del georgiano tomó Felipe IV, la traducción al
castellano del documento original (Doc. n.O 5) y un resumen de la carta
del patriarca. El traductor, Constantino Sofía, no sólo cumplió con su
menester de truchimán, sino que añadió por su cuenta una amplia carta
de presentación de la persona e intenciones del embajador de Teimuraz
(Doc. n." 4), el monje de la orden de San Basilio, Nicéforo Hirbaquise,
una «Relación de la Iberia y de los iberos y jorgianos, de sus términos y
de su conversión, ritos, fuercas, intentos, etc.» y un patético alegato que
podría muy bien intitularse «De la sancta empresa de Grecia contra turcos». Todo ello un material de primerísimo orden para el conocimiento
de los anhelos de los griegos y de las esperanzas que tanto ellos como los
cristianos orientales sometidos al dominio turco tenían depositadas por
aquel entonces en el rey de España. La figura, un tanto evanescente de
Constantino Sofía, de quien sólo teníamos una breve referencia", cobra
así una consistencia y un fuste mucho mayor. De ahí que nos decidamos,
con el fin de no dispersar las noticias, a publicar en este número de la Revista lo más sustancial de esta interesante documentación.
8 4. Presentados nuestros materiales, digamos ahora dos palabras sobre la trágica historia del pueblo georgiano12 en el siglo XVI
y en los comienzos del XVII. La caída del imperio bizantino en 1453
y la del imperio de Trebizonda en 1461 habían dejado a Georgia aislada de Occidente, enfrentándola, por añadidura como Estado tapón
a la Turquía osmanlí y al Irán sawáfida, las dos grandes potencias
Encerrado en un círculo, el encabezamiento; en la parte inferior, el sello real. El texto, en el centro, deja amplio espacio por arriba. Margen izquierdo algo más ancho que
el derecho (155 mm. frente a 105). Papel brillante, de mejor calidad que los anteriores
documentos. Entre líneas se observan gotas doradas, y también en una estrecha franja
por todos los bordes, que luego desaparecen en los amplios márgenes. Parece como
si se hubiera salpicado el texto con dichas gotas ex professo.
lo
Dimensiones 210 x 305 mm. Papel de inferior calidad. Consta de 25 líneas,
encabezamiento y monocondilio. Margen izquierdo: 25 mm., derecho: 20 mm. Tinta
marrón de tonos claros. El papel es doble. La primera cara contiene el texto, la cuarta
el destinatario. Se plegaba en sentido longitudinal y hacia dentro dos veces, otra en
sentido transversal, para que la dirección quedara visible en uno de los lados externos.
l 1 C ' Gregorio de Andrés, El helenismo en España en el siglo XVII, Madrid,
Fund. Univ. Esp., 1976, p. 20. Lamentamos no poder publicar aquí por razones dp
espacio estos interesantísimos documentos debidos a la pluma de Constantino Sofía.
l2 El interesado puede ampliar su información en K. Salia, Histoire de la nation
géorgienne, París, 1980, sobre todo en las pp. 278-321.
LUIS GIL Y J O S MANUEL
~
FLORISTÁN
rivales del Oriente musulmán. A los riesgos dimanantes de la situación geoestratégica se sumaban los derivados de la fragmentación política y de las rivalidades entre los reyes y los señores feudales que
impedían la unión frente al enemigo común. A diferencia de lo que
por entonces ocurría en la Europa occidental que'contemplaba el nacimiento de los Estados nacionales, la Georgia, que todavía en el siglo XV era un Estado unitario, desde comienzos del siglo XVI había
quedado dividida en tres reinos, un atabagado y tres principados
prácticamente independientes. Eran estas minúsculas unidades políticas, de Oriente a Occidente, los reinos Kakheti, fronterizo con
Persia; Kartli, en la parte central de Georgia (la denominada Iberia
en la Antigüedad) con la importante ciudad de Tiflis; Imereti al Occidente, con los principados de Abkhazeti, Megrelia y Guria, que de
Norte a Sur se extendían por la zona costera del Mar Negro, ocupando aproximadamente el territorio de la antigua Cólquide; y al Sureste
el Samtskhé-Saatabago.
9 5. La larga contienda sostenida entre el Irán (chiita) y el imperio otomano (sunita) a lo largo de setenta años en el siglo XVI
tuvo13 como uno de sus campos principales de operaciones Georgia
y, lógicamente, la proximidad geográfica determinó las respectivas
esferas de influencia. Desde comienzos del siglo XVI Kakheti reconoció la soberanía persa y esto le permitió vivir con relativa paz y ser
el Estado más próspero de Georgia. En el otro extremo los atabags
del Samtskhé, fronterizos al Oeste con Turquía y al Sur y Sureste con
Persia, recelosos de los reyes de Kartli y de Imereti, pese a aliarse alternativamente con los persas o los turcos para conservar una precaria independencia, terminaron por aceptar el vasallaje a los turcos. El
tratado de 1555 que puso fin a las hostilidades entre Persia y Turquía
reservaba a la primera la parte oriental del territorio georgiano y la
parte occidental a la Sublime Puerta. Pero, infringido repetidas veces
por ambas partes, a partir del 1578 la totalidad de Georgia cayó de
hecho bajo dominio turco. Los atabags conservan cierta independencia y son cristianos hasta Manutchar 111 (1614-1625), tras el cual comienza el proceso de islamización de la zona. El reino de Imereti se
debate a lo largo de la centuria con el problema de imponer su autoridad sobre los príncipes rebeldes de Megrelia y Guria y con el más peliagudo de hacer frente a la amenaza turca. El rey Bagrat (1510-65),
que hasta cierto punto logró salir airoso en el primer empeño, cornetió el error de atacar el Samtské y hacer prisionero al atabag (1535),
lo que provocó la intervención del turco y su definitiva victoria, tras
diversas vicisitudes, en 1545. Los príncipes de Megrelia y Guria y,
l3
Una buena visión de conjunto del conflicto otomano-iraní en W. J. PARRY,
«The Ottoman Empire 1566-1617», en The New Cambridge Modern History, Cambndge,
1968, 111, pp. 347-376.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
311
posteriormente, el rey de Imereti se vieron obligados a acatar la soberanía del sultán. El reino de Kartli, el núcleo de la resistencia del
pueblo georgiano a la dominación extranjera, desde el reinado de
Luarsab 1 (1534-58) tuvo, por el contrario, como enemigo principal
a Persia, bajo cuyo dominio le había dejado la paz otomano-iraní de
1555. La ruptura de hostilidades por parte de los turcos en 1578,
aprovechando las disensiones internas del Irán, condujo, sin embargo, a que, en virtud de la paz de 1590 firmada entre las dos potenias,
el Kartli quedara bajo dominio turco.
5 6. Desde finales del siglo XVI, pues, hasta 1605 todos los reinos y principados de Georgia fueron vasallos del imperio otomano.
Con todo, el indomable espíritu de los georgianos tampoco aceptaría
resignadamente este estado de cosas. Pronto estallaría la insurrección y en ella el rey Simeón 1 de Kartli desempeñaría un papel fundamental. Hijo de Luarsab, este monarca había destacado ya por su
valeroso comportamiento en la batalla de Garissi contra los persas en
la que su padre halló una muerte heroica. Una vez en el trono, el
shah Tahmasp (1524-1576) levantó contra él a su hermano David que
había abrazado el islamismo. Dos intentos de invasión iraní para imponerle a la fuerza fueron rechazados valerosamente por s m e ó n y
los suyos, pero, derrotado en una nueva intervención militar, cayó
prisionero en Partskhisi en 1569. Trasladado al Irán, como desoyera
las propuestas de Tahmasp de convertirse al islamismo, fue encarcelado y en cautiverio permaneció hasta 1578 en que la gravedad de las
circunstancias aconsejó su puesta en libertad.
5 7. En efecto, muerto Tahmasp, le había sucedido en el trono
su hijo Haidar Mirza, cuya inclinación hacia los caucasianos (con menosprecio de los turcomanos hasta entonces preponderantes en el Estado) trajo por consecuencia su casi inmediato asesinato (1576). Sino
parecido le estuvo reservado a su hermano Ismail, su sucesor, apoyado por los turcomanos, de quien se sospechaban tendencias sunitas
(1577). A su muerte ocupó el trono Mohamed Khudabanda (157787), hombre débil y medio ciego, que no reunía las cualificaciones
necesarias para el ejercicio del poder. Los dignatarios turcos Mustafá
Pachá y Sinán Pachá captaron inmediatamente la oportunidad que se
le ofrecía al imperio stomano y le propusieron al sultán Murad 111
lanzarse sobre los persas, divididos en banderías y desorganizados.
Aceptado el plan y rotas las hostilidades14, el peligro inminente le
l4
Sobre las vicisitudes del conflicto se pueden encontrar numerosas noticias en
el Archivo de Simancas, transmitidas en cartas enviadas desde Corfú y Constantinopla, bien directamente a la Corte española, bien a los virreyes de Nápoles y Sicilia,
bien a los embajadores de Venecia y Francia. Pueden rastrearse las secciones intituladas «Costas de Afnca y Levante» y «Expediciones marítimas a Levante y preven-
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
obligó al shah a poner en libertad a Simeón y a despacharlo a Kartli,
para que al frente de sus súbditos contuviera el avance otomano. Durante años Simeónls luchó desesperadamente en defensa de su patria, pero las continuas derrotas iraníes provocaron la abdicación de
Mohamed Khudabanda en su hermano Abbas (1587-1629). Era éste
un estadista pragmático e inteligente que con el tiempo se convertiría
en el más grande soberano del Irán. Enfrentado a una crisis de autoridad y a una desastrosa contienda, Abbas 1 no vaciló en hacer la
paz con los turcos en 1590. Las pérdidas territoriales que ésta supuso
para su reino (entre ellas la totalidad de la Georgia) fueron considerables, pero esta momentánea renuncia a su dominio no suponía el
desistimiento de recuperar en su momento lo perdido. El nuevo shah
sabía esperar y era terco en sus propósitos. Durante quince años se
dedicó a imponer disciplina en sus dominios y a atraerse el favor de
los georgianos. Como guerreros mercenarios, sin vínculos tribales,
muchos de ellos reforzaron su ejército. Los cabecillas turcomanos
fueron sometidos a su autoridad.
§ 8. La gravedad d e la situación e n el último afio del reinado de
Mohamed Khudabanda (1587) le movió a Simeón de Kartli a enviar una
embajada al papa y al rey d e España, e n un intento desesperado d e recabar ayuda. El desconocimiento de las circunstancias europeas y la mala
fortuna le condenaron al fracaso. El georgiano, e n la creencia d e que el
rey de España y el papa residían ambos en Roma y «gobernaban el uno
lo temporal y el otro lo espiritual», les despachó dos emisarios, uno d e
noble alcurnia e n hábito de peregrino p o i vía d e Jerusalén y otro, un armenio llamado Alejandro, quien a guisa de mercader se embarcó e n
Constantinopla con destino a Venecia. El primero cayó e n manos del general turco Pahrad Bajá en la ciudad d e Argenore, con las cartas y regalos
que portaba; el otro pudo llegar a su destino con «seys cargas de seda d e
ciones de guerra». A algunos éxitos iniciales alcanzados por los georgianos y persas
se refiere el «capítulo de una carta de D. Juan de Idiáquez a Sa Excelencia de Venecia, a 6 de diciembre de 1579» (Estado, Neg. de Nápoles, leg. 1077, fol. 184). Son
de interés los informes de Juan de Margliani a Antonio Pérez del 21, 23 y 24 de abril
de 1579 (ibid., leg. 1080, fol. 29) y con amplia referencia a Georgia (ibid., fol. 39).
Pueden verse además: Est., Neg. de Francia, leg. K 1672, fols. 21,26,28, 35,36,46,
47, 51, 56, 81,84, 119, 140 (también de 1579). Para el aiio 1582 hay noticias ibid., leg.
1673, fols. 35, 82, 85.
l5
Una mención a «Simón sobrino del Rey de Achiebaxn que tenía cercada a «Tiflisa», cuya entrega con otras exigencias reclamaba el persa para hacer las paces, aparece en una carta de Juan de Idiáquez, sin fecha ni destinatario (pero que puede datarse del 1580), Estado, Costas de Africa y Levante, leg. 491. Alusiones a la paz turco-iraní de 1590 hay en Estado, Neg. de Francia, leg. K 1674, fols. 132,145,167,172.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
313
la mas fina de Georgia»I6 como presente para Su Majestad Católica. El
embajador español en Roma, conde de Olivares, se entrevistó con el armenio y por medio de un intérprete logró informarse de los propósitos de
Simeón, en ausencia de cartas, credenciales y presentes regios.
5 9. Simeón exponía la situación de Persia y de Georgia. Las continuas derrotas les habían hecho perder a los persas gran parte de su territorio. El monarca iraní, por su ceguera física y mental, era incapaz de
enfrentarse con decisión a los acontecimientos. Los otros príncipes georgianos se desentendían de la guerra contra el turco, como si con ellos no
fuera la cosa, cuando él llevaba once años luchando sin reposo, para lograr a duras penas defenderse y salvar sus Estados y religión. Por eso se
veía forzado a pedir la ayuda de Su Santidad y de Felipe 11 contra el turco
y les advertía de que era ése el mejor momento para destruir su poderío,
si los príncipes cristianos se decidían a atacarle simultáneamente por Occidente. Una vez derrotado, se recuperarían para la cristiandad los Santos
Lugares y se reinstauraría en Constantinopla el imperio de la cruz. Rogaba que le enviasen misioneros para instruir a su pueblo en la santa fe
cristiana, para recabar también información sobre su reino y negociar una
alianza con los otros dos príncipes georgianos más importantes, Alejandro de Kakheti y Bassagiu. Mostraba su disposición a aceptar el vasallaje
con el papa y el rey de España y prometía mantenerse fiel a la alianza con
el persa. Por su parte, el embajador excusaba, una vez enterado de la distancia que la separaba de Roma, el rendir viaje a España por la urgencia
de regresar a su país, no fuera que, viéndole tardar, se desanimase su señor y se sometiera al turco.
§ 10. Don Enrique de Guzmán, conde de Olivares, padre del famoso
Conde Duque y. Embajador en Roma durante los papados de Gregorio
XIII, Sixto V y Gregorio XIV, como buen diplomático, captó enseguida
la excelente ocasión que se presentaba de contar con un nuevo aliado en
el Oriente, dadas las nuevas fronteras de la monarquía española (cf. 5
16), acordándose de «la plática que por la India» tenía Felipe 11 «con el
persiano* ya desde 1583. Por ello, a pesar de las reticencias del papa frente a persona tan exótica, se decidió a apoyar la gestión del armenio. Así
que, tomando la iniciativa, escribía de esta suerte a su rey el 5 de febrero
de 1583:
«Yo pienso procurar que el Papa le despache lo mejor que fuere
posible, representandole el desseo que tiene y offresciendole hazer
officios con los Principes christianos para que se junten contra el
l6
AGS, Sección de Estado, Neg. de Roma, leg. 950, fols. 11 y 73.
LUIS GIL Y J O S ~MANUEL
FLORISTAN
Turco por estas partes de poniente. Que entretanto prosiga vnido
con el Persiano como hasta aqui lo ha hecho, y que para que mejor
lo pueda hazer, embiara persona juntamente con el o despues, que
trate de vnir al Simon con el Alexandro y Pasagiu Georgianos a daño
del Turco, y que tambien exortara a V. Md. a embiar persona a estos
mismos effectos y aun a que procure que el Rey de Polonia su sobrino, y el Moscouita se junten con ellos, de manera que por aquella
parte se junte vna gran potencia a daño del Turco, y assi mismo embiara persona como le piden para la erudicion en la fee de aquella
gente» (AGS, Secc. Estado, neg. de Roma, leg. 950, fol. 11).
Añadía que, discutiendo con el cardenal Sancta Severina sobre este
asunto, ambos llegaron a la conclusión de que lo más conveniente era enviar dos embajadores, uno por la vía de Constantinopla y otro por la de
Polonia y Moscovia que, de camino, tratase del asunto con los respectivos
príncipes de estas naciones.
§ 11. De esta manera se iniciaban unas gestiones diplomáticas tendentes a alejar del Mediterráneo occidental al turco por tenerle ocupado
en afrontar la agresión combinada de sus vecinos de Oriente. A la larga
esta política maquiavélica, que habría de continuar después con Felipe 111
y Felipe IV, revertiría en perjuicio de la monarquía austríaca, cuando el
persa se dio cuenta de que las promesas de amistad y de cooperación militar se quedaban en meras palabras. Pero esto es otra historia. Volviendo
a lo nuestro: para quedar bien con el embajador georgiano y despedirle
con los presentes acostumbrados, como el papa no estaba dispuesto a hacerle regalo alguno, el conde de Olivares proponía vender la seda que estaba detenida en el lazareto de Venecia y destinar su producto, aumentado en cierta cantidad, para despachar al armenio a su destino. Si con los
presentes de Simeón venía alguna cosa «a propósito para el Escuriab, la
remitiría a España. Recibido en audiencia por Su Santidad, Olivares logró vencer su renuencia inicial y avenirle a que aprobase la propuesta
suya que apoyaba también el cardenal Sancta Severina. Y tras exponer
todos estos particulares en sendas misivas de la misma fecha', las remitía
a la Corte, juntamente con el informe que el intérprete Marco Antonio
Abagno había redactado para el cardenal Sancta
na del embajador del rey Simeón y el propósito
Estado, neg. de Roma, leg. 950, fols. 73-76) y
la nación georgiana y su reciente historia. De
Consejo de Estado un resumen (AGS, ibid. fols. 158-160).
§ 12. La última década del siglo XVI, a raíz de la paz entre el impeno otomano y el iraní, fue un período de relativo buen entendimiento
y confianza mutua entre Georgia y Persia. El deseo de sacudirse el yugo
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
315
turco de los georgianos y el de recuperar los territorios perdidos del shah
Abbas les unían frente al enemigo común. El reino de Kakheti mantiene
contactos con el Gran Sofí y con el zar de Rusia a la espera del momento
oportuno de alzarse contra la Sublime Puerta. Estos últimos, estimados
como traición por Abbas, le serían después fatales al rey Alejandro
(1574-1605), que pagaría con la vida este intento de hacer una política exterior independiente. E n Kartli, donde en el declive de la década la autoridad del sultán era más bien nominal, se produce en el verano de 1598
el levantamiento de Simeón, alentado por las buenas palabras que fue recibiendo de los príncipes de Occidente. Sofocada la rebelión, a despecho
de los iniciales éxitos, por el beglar-beg de Tabriz y de Van, Djafar Pachá, Simeón fue enviado en cautiverio en 1601 a Constantinopla. Poco
después murió en prisión. El turco permitió que sus restos mortales fueran trasladados a Kartli, donde recibieron sepultura junto con los de su
padre Luarsab.
5 13. Simeón erró en sus cálculos, al no ser respaldado ni por
Alejandro de Kakheti ni por el shah Abbas. Pero no puede decirse
que pecara por exceso de pyxipitación. El monarca iraní estaba ya
al acecho para lanzarse contra el turco y, como Simeón, trataba de
encontrar apoyos en el Occidente cristiano para desencadenar un ataque coordinado. Del último año de1 siglo data su primera embajada
a los reyes de Europa que encabezara el aventurero inglés Robert
Sherley y ese intercambio diplomático continuaría en las dos primeras décadas de la centuria siguiente a través de Antonio Sherley, hermano menor de dicho personaje. Lo que hubo más bien fue una falta
de coordinación. Tampoco se pecó esta vez de ignorancia. Frente a
su desconocimiento de la situación política europea de 1587, en 1596,
fecha de su carta a Felipe 11, Simeón estaba ahora lo suficientemente
informado de la balanza internacional de fuerzas y de la situación interna de Turquía. Así lo prueba el que esta vez su misiva llegara a
su destino y el propio contenido de la misma. Y todo ello se hacía
un acicate irresistible para lanzarse a la acción. Las cosas en Turquía,
efectivamente, distaban de ir bien. Las continuas guerras con Persia
y con Hungría habían arruinado el erario público hasta el punto que
fue preciso rebajar en 1584 la aleación de plata en la moneda, con los
consiguientes efectos inflacionarios. En 1589 conoció una sublevaciónde los jenízaros y sipahis que exigían su paga en la moneda antigua17. En 1592 les tocó de nuevo el turno de rebelarse a los sipahis,
l7
Un aviso de Levante remitido por el conde de Miranda desde Nápoles el 25
de mayo de 1589 decía: «e receuido ottras cartas de Costantinopla de 6 y 12 del passado con confirmación del motin que huvo el dia de pasqua de resurecion de los Janicaros y spais, avisan también que a los 8 de abril1 se puso fuego en vna casa de vn
316
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN
la caballería del sultán de régimen feudal. Con el relajamiento de la
disciplina militar habían aparecido también los primeros síntomas de
los males que habrían de hacerse endémicos más adelante en el imperio otomano: la ineptitud y corrupción de los funcionarios, la molicie de los sultanes, el creciente influjo de las favoritas en la política.
Para colmo de males, en 1593 estalló la guerra con el emperador de
romanos Rodolfo 1118, la cual se prolongaría con diversas vicisitudes
hasta 1606. Los primeros años de la contienda, al rebelarse Moldavia, Valaquia y Transilvania contra el sultán, no fueron favorables
para la Sublime Puerta. Un año crítico fue el de 1595, cuando cayó
Giurgin, el gran baluarte otomano del bajo Danubio, y murió el sultán Murad 111. Su sucesor Mohamed 111 (1595-1603) se vio obligado
a ponerse al frente de las tropas, sin que pudiera restablecer la situación hasta bien entrado el 1596, con la toma de la fortaleza húngara
de Erlau (12 de octubre) y la desesperada victoria sobre el ejército
cristiano en Mezo-Keresztes (26 de octubre).
§ 14. La carta d e Simeón a Felipe 11 corresponde al verano d e este
mismo año y es un excelente modelo de misiva diplomática. Brevemente
describe la situación d e Georgia: e l déspota d e los 'orientales' (Alejandro
d e Kakheti), el shah Abbas de Persia y él están de acuerdo e n enfrentarse
al turco con las armas. No s e olvida de advertir, dada la situación de vasallaje d e Kartli, que controla efectivamente su territorio19, ni de hacer
profesión de fe cristiana, ni de afiadir que una victoria contra el turco podría suponer la recuperación para el cristianismo de los Santos Lugares.
Pone e n conocimiento de su Católica Majestad que ha establecido contactos epistolares con el Papa, con el emperador y el «transilvan~»*~.
Y en
Judio y se prendio de manera que se quemo no solo el quartel de los judios sino mucha ottra parte de la Ciudad. Creese que fue este fuego hechadizo de los spais por saquear la Juderia como en efecto lo hizieron~(Neg. de Nápoles, leg. 1090, fol. 52).
l8
El no especialista puede hacerse una idea de las vicisitudes del Imperio en G.
D. RAMSAY,
«The Austrian Habsburgs and the Empire*, en The New Cambridge Modern History, Cambndge, 1968, 111, pp. 319-346.
La expresión del texto armenio (que traduce F. MAGLER
q u i suis régnant sur
mon pays») y la del griego (Doc. n.O 2, 5-6) 6 xai xeazOv toG Epo6 fiaa~heiovcreemos que así debe entenderse. Dicho autor, en cambio, ve en ella una referencia a una
antigua tradición, según la cual el verdadero rey e Georgia es Cristo y el rey terrestre
sólo su lugartenie-nte (cf. O.C. [en nota 81, p. 73).
20 Según se deduce del contenido del legajo 703 (cartas del transilvano en latín,
recomendaciones del archiduque Fernando, de Rodolfo 11, del papa Clemente VIII,
etc.), se trata del príncipe Segismundo de Transilvania. Dado el lugar donde aparece
la carta de Simeón, la embajada de los georgianos debió de seguir la vía de Moscovia.
Desconcierta, sin embargo, que no se haya conservado ninguna misiva de Guillén de
San Clemente, embajador en Praga, relativa al asunto.
''
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
317
efecto, M. Tamarati2', pudo leer una carta de Simeón al Sumo Pontífice
(que fechaba en 1578 cuando fue puesto en libertad por el persa) en la
que contaba l.as desventuras de su pueblo y hacía constar su firme decisión de derramar hasta la última gota de su sangre en defensa de la fe de
Cristo. La carta a Rodolfo 11 no ha aparecido, ni la respuesta del emperador, pero parece deducirse que en ella le animaba a levantarse contra
el turco. Le pide a Felipe 11, conocido como le es su afecto a la cesárea
majestad, que le ayude al emperador en su lucha, o que al menos le desanime a hacer las paces con los otomanos. Al propio tiempo le ruega que
interceda ante el shah de Persia en su favor, para conseguir (lo que
desgraciadamente no pudo producirse) una acción coordinada contra el
turco.
3 15. Y se ha de reconocer que Simeón no andaba desorientado. Por
ejemplo, cuando alude a los lazos de afecto entre Felipe 11 y Rodolfo II
que, aparte de ser reales, se cimentaban en las más estrechas relaciones
familiares. El padre de Rodolfo, Maximiliano 11, era primo hermano y a
la vez suegro del monarca español y abuelo materno del príncipe heredero que poco después ocuparía el trono de España como Felipe 111. La
proclividad del imperio austríaco a librarse de la amenaza turca mediante
acuerdos que, en cierto modo, le ponían en situación de vasallaje con respecto a la Sublime Puerta era conocida. Fernando 1 había hecho la paz
con los turcos en 1562, obligándose al pago de un tributo anual, y este
tratado lo había renovado en 1568 el propio Rodolfo 11. No era, pues,
descaminado creer que un nuevo acuerdo en Europa dejase al turco las
manos libres para intervenir enérgicamente en Georgia.
5 16. Tampoco era descabellado llamar la atención del monarca español sobre el peligro otomado en Oriente. Si la victoria de Lepanto en
1571, más efectista que efectiva22,no había logrado eliminar su amenaza
en el Mediterráneo occidental, una vez reunidas las coronas de los reinos
peninsulares en la persona de Felipe 11, esa amenaza se cernía también
sobre los establecimientos portugueses en el Africa oriental y sobre
21
L'église géorgienne.. . , Roma, 1910, p. 470 (citado por F. MAGLER,o.c., p. 70).
Creemos, por el contrario, que la carta al papa debe de ser contemporánea de las dirigidas a Rodolfo 11 y a Felipe 11. Si Simeón hubiera escrito al papa en 1578, no habría
incurrido en el error de creer que el papa y el rey de España residían en el mismo
país. Tampoco puede corresponder a esta última fecha, ya que los turcos apresaron,
con las misivas, al verdadero embajador y el armenio Alejandro tuvo que transmitir
oralmente el mensaje (cf. 00 8-10).
22 Sobre las repercusiones de esta batalla, cf. F. BRAUDEL,
El Mediterráneo y el
mundo mediterráneo en la época d e Felipe 11, México, Fondo del Cult. Económ.,
19805, 11, pp. 583-604.
318
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
Hormuz. Las fuerzas navales del Estado da India eran insuficientes para
expulsar las galeras turcas del Mar Rojo y del Golfo Pérsico y las guarniciones portuguesas allí donde eran más numerosas, como en Mozambique, Hormuz, Diu y Malaca, apenas llegaban a unos centenares de hombres. De hecho en 1580, 1585 y 1588, Mir Alí Bey, partiendo del Yemen
y aprovechándose del descontento de los árabes con el control portugués
de la zona, hizo incursiones sobre los establecimientos portugueses del
Africa oriental que pudieron rechazar escuadras que zarparon de Goa.
Igualmente Hormuz tuvo que repeler en varias ocasiones ataques turcos.
Si a esto se añaden las incitaciones de los embajadores ingleses William
H a r b ~ r n e(1583-8)
~~
y Edward Barton (1588-98) al sultán para que emprendiera una ofensiva naval contra España, se comprende que el Ilamamiento de Simeón a Felipe 11 para que se sumara a la ofensiva antiturca
tenía a su favor muy poderosas razones. Una nota al margen del sumario
de la carta que se encuentra en el mismo expediente dicez4:
«Que se responda animandolos para que perseveren y que vaya la
carta en griego, deziéndoseles lo que esta hecho con el Persa.
Que se embien copias desto a Don GuillenZ5para que los ayude
con el Empor, y que se auise de lo mismo al Duque de S e ~ a » ~ ~ .
Por desgracia, no se ha conservado la minuta de la respuesta en lengua griega a Simeón.
23 De estas intrigas tenía buen conocimiento el Rey Católico gracias a sus excelentes servicios de información. Unos ejemplos. Paulo Mariani avisaba desde Constantinopla de los eoffici che ha fatto GuglimO
Arbron (scil. Harborne) imbassadore per
la Regina da Inglaterra appresso quella Porta ... como circa altre offese contra la
S.C.R.M. del Rey N. Sg.» (Neg. Sicilia, leg. 1156, fol. 38, sin fecha). El 6 de mayo
de 1588 el Conde de Alba escribía: «Llegó antier a mis manos una carta del Cardenal
Duque de Florencia y copia de dos hechas en Pera a 4 de marzo, afirma el que las
scnve como a instancia del embaxador de la Reyna de Inglaterra embiara el Turco a
Fez a Hybraim Bassa con 200 galeras» (Neg. Sicilia, leg. 1156, fol. 50). Con fecha de
5 de enero de 1591 llegaba de Constantinopla el siguiente aviso: «Que ingleses continuando la instancia que siempre han hecho de que el Turco embie armada a daño
de los reyoSy estados de su Md ultimamtele avian procurado comober con una relacion
que le dieron del suceso del ext0con que el duque de Parma entro en Francia diciendo
que si su Md se apoderava de aquel rey0 como lo procurara, quedavan en gran peligro
todas sus cossas, y que saliendo armada le seria facil hacer mucho daño por tener su
Md en Francia sus fuerzas y haver quedado los presidios desguarnecidos de NapSy Sicilia» (Neg. de Nápoles, leg. 1092, fol. 95).
24
En el reverso del informe se dice: «escnbio su Majestad al Georgiano en lengua griega en julio de 1598 (Felipe 11 murió en septiembre) y escribiose sobre esto al
duque de Sesa».
25
Don Guillén de San Clemente, embajador en Praga.
26
Don Antonio Folch Cardona, cuarto titular del ducado, embajador en Roma.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
319
5 17. Muy diferente en su tono es la carta de Teimuraz a Felipe
IV. Las circunstancias han cambiado, pero no son menos dramáticas
para Georgia. Si en el siglo XVI fue Kartli el abanderado de la independencia nacional, ahora le va a tocar el turno a Kakheti en la figura patética del rey Teimuraz. De nuevo vendrá del Irán el mayor
peligro para los georgianos. Aprovechandose de la guerra sostenida
contra Austria por Mohamed 111, el shah Abbas 1 rompe el tratado
de paz con Turquía en 1602 y obliga a los reyes de Kartli Ghiorghi
X (1601-1606), el sucesor de Simeón, y al rey Alejandro de Kakheti
a tomar las armas contra el turco. Una rebelión de los sipahis en
1603, que tuvo que ser sofocada por los jenízaros, el descontento de
los levendat o campesinos desclasados que acudieron a las ciudades
en busca de sustento y la oleada de revoluciones que azotaron el Asia
Menor entre 1596 y 1610 le impidieron al imperio otomano dar la debida respuesta a la agresión iraní. Pronto las fulminantes victorias le
conferirían a Abbas el dominio de la mitad oriental de Georgia, bajo
la apariencia de la alianza y la amistad. Como premio al apoyo prestado les hace a los reyes georgianos algunas concesiones territoriales,
pero sus verdaderos propósitos se dejan ver en la ocupación militar
de lugares estratégicos2' en sus propios reinos y en el asesinato en
1605 del rey de Kakheti Alejandro por su propio hijo Constantino.
El instigador del parricidio era Abbas 1, ya que el príncipe, educado
en Persia, había abrazado el islamismo y podría convertirse en un cómodo instrumento de la política del shah. La mayor parte de los señores feudales de Kakheti no aceptó, sin embargo, la autoridad del
usurpador y con el beneplácito de todos fue proclamado rey Teimuraz, nieto de Alejandro. Como buen pragmático Abbas aceptó la designación, relegando para mejor momento su venganza.
27
Sobre el particular informa un aviso de Constantinopla del 21 de noviembre de
1607: «Que de Persia avisaron que el Rey havia mandado poner muchos prisidios en
las puertas de yerro para estorvar las entradas de los Tartaros en sus tierras y que havia tomado el fuerte de Teflis y dado una Rota a los Turcos aunque de poca importancia y que los Turcos procedian lentamente esperando las ayudas del General del
Turco que les havia escripto que se las ynviarian con mucha brevedad, y que el Rey
de Persia estava en una provincia de un principe de Georgia cuñado y feudatario suyo
que le pedia ayuda contra los Turcos para cobrar algunos estados que le an tomado,
y que el Persiano no solamente le prometia ayuda, pero yr en persona a ello» (Neg.
de Francia, leg. K 1678, fol. 4). En ese mismo legajo (fol. 5 ) , en carta de don Alonso
de la Cueva de 26 de enero de 1608, hay otro aviso de Constantinopla del 6 de diciembre de 1607 que comunica su retirada de Georgia para trasladarse a la frontera
con la India y atajar un peligro de invasión y un levantamiento de los turcomanos: «y
asi partio luego para alla dejando conveniente presidio en las Puertas de hierro y haviendo mandado deshacer el fuerte de Teflis porque los turcos no se baliesen del».
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN
O 18. La paz con Turquía de 1612 que restituía al Irán las fronteras de 1555 le dejaba al monarca las manos libres para actuar enérgicamente en Georgia. Decidido a imponer su autoridad en Kakheti,
le pide a Teimuraz garantías de fidelidad. Éste le envía a su propia
madre, a sus dos hijos y a numerosos jóvenes de la nobleza como
rehenes. No contento con esta muestra de sumisión, Abbas exige la
comparecencia del georgiano ante su persona. Percatado del peligro,
Teimuraz se refugia en Kartli. Como había sucedido en Kakheti, la
nobleza de Kartli se niega a ofrecer resistencia armada al iraní que
penetra con sus fuerzas en el territorio. El rey Luarsab 11, sucesor de
Ghiorghi X, se ve obligado a huir con Teimuraz a Imereti. Abbas reclama al rey de Imereti la entrega de los reyes de Kartli y de Kakheti,
pero éste, alegando deberes de hospitalidad, se niega a su pretensión. Entre los reyes georgianos surge así un sentimiento de solidaridad que se vería confirmado con el matrimonio de Teimuraz, viudo
por entonces, con la hermana de Luarsab, quien decide a la postre,
para desgracia suya, entregarse al soberano iraní. Teimuraz, visto el
sesgo de los acontecimientos, decide quedarse en Imereti. En 1614 el
persa había reanudado la guerra contra Turquía, lo que le permitió
a Teimuraz ponerse de acuerdo con el sultán y regresar a Kakheti,
sublevada contra los excesos iraníes. Tras algunos éxitos de los rebeldes, Abbas invade Kakheti en 1616, llevando la campaña a sangre y
fuego con tal ensañamiento que perdió el reino en su transcurso los
dos tercios de su población. El genocidio se completa con deportaciones masivas y el reparto de Kakheti entre el khan de Gandja (la
parte oriental) y el de Kartli, Bagrat, un gobernante marioneta colocado en el trono por Abbas en lugar del legítimo soberano Luarsab
11 a quien tenía en su poder. Rebasado por las circunstancias, Teimuraz tiene que refugiarse de nuevo en Imereti, desde donde despliega
una gran actividad diplomática. En 1616 envía una embajada a Moscú en nombre de los reinos y principados de Georgia. En 1618 de
nuevo le pide ayuda al zar. Envía emisarios a Polonia con el mismo
objeto y se traslada a Estambul a recabar el apoyo del sultán.
Por desgracia, el imperio otomano atravesaba una de sus repetidas crisis internas. Muerto Ahmed 1 en 1617, le había sucedido
Mustafá 1, un débil mental que a los tres meses de ocupar el trono
fue depuesto y reemplazado por su sobrino Osmán 11. En 1618 una
poderosa fuerza turca invade Persia y a ella se une Teimuraz. Pero
la incompetencia de los mandos militares obligó a firmar la paz. Una
sublevación de los jenízaros, turbulenta e indisciplinada milicia que
Osmán 11 pretendía suprimir, acaba con su vida y repone en el trono
a Mustafá 1. Los graves desórdenes que a continuación se produjeron
en Turquía le quitaron a Teimuraz toda esperanza de una ayuda inmediata por parte de la Sublime Puerta y le forzaron de nuevo a enviar una embajada al zar en 1623.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
321
3 19. Entre tanto estaban ocurriendo en Persia y en Georgia hechos gravísimos que pondrían al descubierto la catadura moral y los
propósitos del shah Abbas. En venganza contra Teimuraz hizo castrar en 1620 a sus dos hijos que tenía como rehenes. En 1622 ordenó
estrangular a Luarsab 11. La trasmisión de la legitimidad dinástica se
interrumpía así en Kartli y en Kakheti y el iraní tenía carta blanca
para entregar el trono de ambos reinos a quien mejor le pareciese.
Pero en 1623 se produce la insurrección de Kartli a cuyo frente se
puso Ghiorghi Saakadzé, un gran guerrero que hasta entonces había
estado al servicio del shah. Una matanza de kakhetianos que horrorizó a los de Kartli y la noticia de que Abbas había ordenado asesinarle le hicieron percatarse del peligro de genocidio que se cernía
sobre la nación georgiana y abrazar decididamente la causa de la independencia. Tras la derrota de los persas en Martkopi, el pueblo
llama a Teimuraz que es aclamado como rey de Kartli y de Kakheti.
Pero la euforia del triunfo iba a durar poco tiempo. En 1624 Abbas
envía un gran ejército que desbarata las fuerzas georgianas en Marabda. Teimuraz busca una vez más refugio en Imereti y Saakadzé en
el Samtskhé. Al no poder hacerse con sus enemigos, de nuevo el shah
se venga en seres inocentes: en 1624 tortura y mata a Ketevan, la madre de Teimuraz, y decapita al hijo de Saakadzé, cuya cabeza remitió
a su padre. Indomables, Teimuraz y Saakadzé regresan en la primavera de 1625 a Kartli para acaudillar una nueva insurrección. Pero,
por desgracia, había prendido en ellos el germen de la discordia que
a la postre traería consecuencias trágicas. Frente a las pretensiones
de Teimuraz al trono de Kartli y de Kakheti, Saakadzé, que de hecho
dominaba en Kartli, apoyaba al legítimo heredero. Había entrado
además por propia cuenta en contacto con el turco, quien le consideraba como el verdadero soberano de Kakheti. Como buen diplomático, Abbas supo sacar buen provecho de las desavenencias mutuas,
prometiéndole a Teimuraz la restitución a sus hogares de los kakhetianos deportados a Persia entre 1614-16 y su ayuda para levantar al
país de la ruina, a cambio de que rompiera con Turquía. Retirado a
Kakheti. el enfrentamiento entre Teimuraz v Saakadzé se ventilaría
por la fuerza de las armas en un combate librado en las proximidades
del lago Bazaleti en 1626. Derrotado, Saakadzé buscó refugio en
Turquía y, con el visto bueno iraní, pudo recuperar Teimuraz el poder simultáneamente en Kartli y en Kakheti. Por poco tiempo, sin
embargo. A entrambos les estaría reservado el trágico sino de morir
a manos de sus enemigos natos y aliados coyunturales. Saakadzé, con
cuarenta de los suyos, fue decapitado en 1629 en Turquía. Teimuraz sería asesinado en 1663 por orden del shah de turno, prisionero en Persia, tras una azarosa vida de guerras continuas y alternativas alianzas
con turcos y persas. Luchador incansable, perdió el trono otras dos veces en 1632 y 1648 y otras tantas volvió a recuperarlo.
322
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN
§ 20. La carta de Teimuraz a Felipe IV, con fecha de 25 de noviembre de 1625, le fue entregada (junto con otra para el papa) a un monje
basilio de origen noble, Nicéforo Hirbaquise, al objeto de evitar sospechas en su trayecto por territorios ocupados por el turco. Nicéforo, rehuyendo atravesar la Anatolia, se encaminó a Jerusalén por el camino más
corto hacia el Mediterráneo. Allí probablemente se alojó en el monasterio de la Santa Cruz, administrado por monjes georgianos, que era por
entonces el lugar de encuentro de todos los connacionales que iban al extranjero. Aprovechó su estancia para entrevistarse con el patriarca ortodoxo y, ocultándole el verdadero objeto de su misión, le hizo creer que
le enviaba Teimuraz en busca de protección diplomática o militar contra
el shah Abbas. El pretexto, visto el historial de Teimuraz, era especioso
y asimismo lo era desde el punto de vista de los intereses del rey de España, dado que en 1622 la estratégica isleta de Hormuz, situada a la entrada del Golfo Pérsico, les había sido arrebatada a los portugueses por
una escuadra inglesa que se la había entregado al persa. Abbas destruyó
sus instalaciones y trasladó el centro del comercio entre la India y Persia
a Bender Abbas en el continente. Una intervención militar del rey de España para recuperar lo perdido entraba, pues, dentro de lo verosímil.
Convencido de la veracidad del monje, Teófanes le escribió una carta de
presentación (fechada el 16 de septiembre de 1626) donde se exponían al
monarca español esas razones y le hizo acompañar por el arcediano Atanasio. De este modo el astuto Hirbaquise aseguraba el éxito de su empresa, ya que si caían en manos de los turcos, éstos no pondrían obstáculos
a que la falsa misiva llegase a su destino. Nicéforo hizo escala en Nápoles,
donde tuvo la ocasión de conocer a dos teatinos (jesuitas) que se disponían a marchar en misión a tierras georgianas y a quienes dio cartas de
recomendación para el rey Teimuraz.
§ 21. Parece oportuno ahora decir dos palabras sobre la epístola secreta que el embajador georgiano llevaba a España. A diferencia del sobrio pragmatismo de la carta de Simeón, la de Teimuraz ostenta un tono
triunfalista que plantea serías dudas sobre las verdaderas intenciones de
su autor. Si Simeón se limitaba a constatar que ocupaba efectivamente el
poder en su reino, Teimuraz, en cambio, se presenta como dueño de todo
el territorio comprendido entre el Mar Negro y el Caspio, en su calidad
de rey de Iberia (Kartli y Kakheti, lo que a la sazón era más bien una titularidad nominal), de Albania (nombre dado en la Antigüedad al Azerbaijan soviético, de Mengrelia, Gurelia, MereIia (Imereti) y Circasia
(zona del norte de Georgia), lo que a todas luces era falso. Si Simeón solicitaba apoyo militar al Imperio o una gestión diplomática ante Rodolfo
11 para desaconsejarle la paz y una mediación ante el persa para ponerle
de su parte, Teimuraz, por el contrario, dando por conjurada definitiva-
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
323
mente la amenaza iraní y atribuyéndose unos efectivos militares (100.000
hombres) que seguramente estaba lejos de tener, le propone a Felipe IV
emprender una ofensiva combinada contra el turco. Más aún: le asegura
la victoria y le promete instalarle en el trono de Constantinopla haciendo
de él un nuevo emperador de Bizancio. El avance triunfal de los georgianos a través de Capadocia y Bitinia hasta Scutari estaba garantizado, ya
que serían muchos los pueblos cristianos sometidos que se levantarían
contra la tiranía otomana. Las «muchas disensiones entre sí y confussiones grandísimas» de los turcos les impedirían oponer una eficaz resistencia. El rey de España sólo tendría que prestar apoyo naval a la operación,
para transportar al ejército invasor desde Scutari hasta Constantinopla,
sin darle al enemigo tiempo «ni de mirar por sí>>.Una vez instalado el rey
de España (a quien -ironía de la historia- se le aplica el calificativo,
con resonancias caideronianas, de 'árbitro de este gran theatro del mundo') en la 'silla imperial de Constantinopla', los iberos se retirarían a sus
tierras, sin otro deseo que el de vivir en paz y con la satisfacción de haber
prestado tan gran servicio a la cristiandad.
§ 22. Conocida la experiencia personal de Teimuraz, el lector de esta
misiva se queda perplejo. ¿Creía realmente en lo que estaba diciendo? La
'presteza' y el sigilo con que debía llevarse a efecto la operación ¿era posible? Por grandes que fueran las disensiones internas de los turcos es evidente que la hipotética marcha del ejército invasor hasta Scutari distaría
de ser un paseo militar. Y aunque así fuera, ¿cómo hacer atravesar el
Egeo, los Dardanelos y el Bósforo a una escuadra capaz de transportar
un ejército de 100.000 hombres? ¿Tenía, por lo demás, las suficientes garantías de que Abbas (cuya forma de ser conocía por propia experiencia)
no se precipitaría sobre Georgia, cuando ésta se encontrase desguarnecida? Aunque de un hombre del temple de Teimuraz cupiera esperarlo
todo, no se logra disipar la sombra de la duda.
§ 23. En el momento en que escribió esta carta sus relaciones con
Saakadzé se estaban deteriorando, según hemos visto, y poco faltaba ya
para que sus diferencias mutuas se dirimieran en el campo de la batalla. Las
presiones y las promesas del shah Abbas para separarlo de los turcos, que
hasta ese momento le habían apoyado, irían en aumento. Pero ¿podía
fiarse de semejante aliado? Tal vez -y esto lo adelantamos a título de hipótesis- realizara esta gestión diplomática cerca del monarca español
con el mero ánimo de congraciarse con el persa, a quien le informaría debidamente de ella. Las posibilidades de que la empresa se llevara a efecto
eran muy remotas, así como las de que Felipe IV enviara delegados para
informarse sobre el terreno de los efectivos reales de los georgianos. Las
precauciones tomadas para mantener en secreto la misión garantizaban
324
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN
que el turco permaneciera ignorante de lo que en ella se brindaba. Y de
esta manera, sin contraer peligrosos compromisos ni embarcarse en una
muy dudosa empresa se le ofrecía al shah Abbas una muestra de buena
voluntad. Aunque también se hace difícil imaginar que éste se dejara engañar, sabiendo como sabía que después de la toma de Hormuz se había
convertido en enemigo natural de la monarquía española. ¿Habría quizá
un fondo de verdad en la propuesta?
Estas mismas o semejantes dudas se le plantearon al Consejo de Estado cuando recibió la embajada de Teimuraz. Entregada su carta en
audiencia a Felipe IV, el monarca se la pasa el 27 de junio de 1627, juntamente con la del patriarca de Jerusalén, a don Juan de Villela, para que
las mande traducir y las remita al Consejo. Días después (10 de julio),
Constantino Sofía, monje griego que desde el año 1603 residía en España
y hacía servicios de traductor de lenguas orientales, le presenta a Villela
un memorial sobre los iberos, un discurso sobre la empresa de Grecia, y
una relación de la propuesta del embajador, en la que se precisan algunos
puntos importantes que no se especificaban suficientemente en la carta
del georgiano. Por ejemplo, su enemistad con el rey de Persia, su no intervención en el asunto de Hormuz y la promesa de su ayuda «contra los
persianas» (doc. n.O 4 111, 1-2). Constantino Sofía, que había venido a
España por orden del papa Clemente VI11 acompañando al obispo de Larissa para solicitar la ayuda de Felipe 111 a los griegos frente a los turcos,
vio en la embajada del rey de Georgia una excelente ocasión para ver realizado el propósito que le había traído a la corte española, convirtiéndose
desde el momento en que entró en contacto con Nicéforo Hirbaquise en
su más firme valedor. Advertido de los escrúpulos religiosos de la monarquía y previendo que le remitirían a la nunciatura, antes de entregar la
documentación citada a Villela, aconsejó al embajador georgiano que visitara al nuncio para informarle de su misión. Éste, como así se lo comunicó Sofía con toda franqueza al secretario del Consejo, «no lo recibió
bien, ni mostró mucho gusto con las propuestas que había venido a hacer». Con esta observación Villela remite el 12 de julio el expediente al
Consejo para su estudio. El 29 de dicho mes se examina y se discute, entablándose un vivo debate, del que tenemos detallada noticia. La mayoría
de los consejeros se muestra escéptica sobre la propuesta de Teimuraz,
duda de la sinceridad del monarca y desaconseja cualquier intervención
militar. Los más tajantes son el cardenal Zapata28,quien afirma que «en
28
Don Antonio de Zapata, elevado al cardenalato por Clemente VIII, quien,
como ex-virrey de Nápoles, hablaba con conocimiento de causa.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
325
Roma y en Nápoles ha visto a muchos que vienen con papeles deste género y a los más tienen por espías del Gran Turco»29;el marqués de Montesclaros, que parecidamente considera que «este género de embajadas
suelen tomar por ocasión muchos para tramar enredos y encubrir sus intenciones»; don Fernando Girón30 que aconseja no meterse en Levante,
ni ayudar allí a nadie, porque podrían unirse todos en contra del incauto
entrometido y el conde de Monterrey31, el cual abunda en lo mismo, tanto por razones económicas como militares. Los más moderados, aunque
declaran su incertidumbre, opinan que debería recabarse mayor información del embajador, para lo cual, siguiendo el parecer de don Agustín
Messía, proponen que se nombre una comisión para interrogarle e informar después al Consejo. Hay quien estima que en semejante negocio
debiera oírse el dictamen de los virreyes de Nápoles y de Sicilia, más impuestos en virtud de su cargo en los asuntos de Levante. Todos, en cambio, están de acuerdo en que el rey de Georgia, antes de recibir ayuda,
debería prestar acatamiento al papa. Deciden el debate las intervenciones
del conde duque de Sanlúcar3* y la del confesor del rey, que le apoya
incondicionalmente. El conde duque sostiene que, aunque no se pueda
«hacer juicio determinado de la certeza desta embajada*, «no tendría disculpa este consejo de calificalla por incierta absolutamente»; que, si por
razón de estado la empresa no es aconsejable, sí lo es por razón de religión. Se acuerda a la postre proponer a Su Majestad la entrevista del
embajador con una delegación del Consejo, para que éste pueda emitir su
parecer oído el dictamen de ésta.
3 24. Felipe IV, ateniéndose a esta propuesta, el 29 de julio ordena
que vean al embajador en casa de don Agustín Messía, el conde de Lem ~ s el~duque
~ , de Feria34y don Juan Villela. Con la inasistencia de este
29
NO era infrecuente el caso. En una carta fechada en Turín el 13 de marzo de
1603 don Mendo Rodríguez de Ledesma decía: «Aquí ha llegado un Arcobispo armenio haziendose embaxador del Rey de Persia y ha ydo engañando a todos estos
Principes diziendo va a V.M., advierto dello por si llegare que es todo burla» (Neg.
de Milán, leg. 1292, fol. 84).
'O
El célebre defensor de Cádiz que hizo fracasar en 1625 la intentona de Wimblendon y el conde de Essex contra la plaza.
31 Don Manuel de Acevedo y Zúñiga, sexto portador del título.
32 Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, Ribera y Velasco de Tovar, conde de Olivares y duque de Sanlúcar la Mayor por concesión real, más conocido como conde duque de Olivares.
33
Don Francisco Ruiz de Castro, octavo conde de Lemos, ex-embajador en
Roma y ex-virrey de Sicilia.
Don Suárez de Figueroa, tercer titular del ducado. Había sido embajador en
Roma y virrey de Valencia.
"
326
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL F'LORISTAN
último que se hallaba enfermo, los comisionados se reúnen el 20 de septiembre y, una vez repasados los documentos, le formulan unas cuantas
preguntas al monje georgiano y le expresan sus reservas. Los 100.000
hombres con los que Teimuraz pretende llegar hasta Scutari son pocos y
el turco puede oponerle un ejército muy superior. En el avance sería forzoso dejar algunas plazas enemigas sin tomar. El persa podía aprovechar
la ausencia de dicha fuerza para penetrar por Armenia u otras partes en
Georgia. Desean saber cuáles eran los reinos que Teimuraz afirmaba haber recuperado y cuándo se libraron las dos batallas decisivas contra el
iraní. Advierten que el rey de España para emprender una guerra contra
rey de otra religión recaba siempre el beneplácito del papa. Tantean las
intenciones de rendirle acatamiento por parte del georgiano. Preguntan si
su embajador estaría dispuesto a entrevistarse con los virreyes de Nápoles
y Sicilia y si su soberano aceptaría recibir los observadores que su católica
majestad enviase a Georgia para informarse sobre el terreno de sus recursos militares.
O 25. A todo ello don Nicéforo contestó debidamente a través de
Constapino Sofía, su traductor. El rey de Iberia estaba resuelto a rendir
vasallaje al monarca español. La forma de pelear de los iberos era diferente de la de los occidentales. Allí no se sitiaban plazas y las que no se
tomasen se entregarían por conveniencia, al haber muchos cristianos en
ellas y sublevarse las provincias sometidas al turco. El georgiano tenía
fuerzas suficientes para no dejar desguarnecido su reino y pensaba además concertarse con el soberano iraní para que éste atacase simultáneamente otras provincias, como Siria, Alepo y Damasco de mayor interés
para él que Georgia. Las victorias sobre el persiano habían tenido lugar
dos años antes y gracias a ellas se recuperaron los reinos en donde le había permitido entrar un rebelde (LSaakadzé?). Traía también cartas de su
soberano para el papa, las cuales estaba dispuesto a mostrar. Si había
acudido primero al rey de España era por querer seguir sus instrucciones
estrictamente. Por eso mismo no tenía inconveniente en ir a Nápoles o
adonde le enviase Su Majestad. En Georgia serían bien recibidos los observadores que quisiera enviar el rey de España, como lo habían sido, según sus noticias, los dos teatinos que había recomendado a Teimuraz.
§ 26. La junta quedó muy bien impresionada de su entrevista con el
embajador y emitió dictamen de que convenía aprovechar la ocasión para
establecer relaciones de amistad con el rey de Georgia. Proponía que se
enviase con el monje <<unapersona de mucho garbo, experiencia y cordura» que pudiese reunir la información sobre las cosas de Levante de que
tan falto estaba el Consejo. Aconsejaba, de acuerdo con el parecer de
Hirbaquise, que no se comunicase el negocio a los virreyes de Sicilia y
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
327
Nápoles, «por las muchas espías que hay en ambas partes». Para esa misión sugería a Juan Vicenzo de San Felice, conde de Bagnolo, y a dos
acompañantes, también italianos. Insinúan que estas personas y el embajador podían ir con los teatinos que van de Roma a Iberia a predicar el
santo Evangelio y «por disimulación» en el mismo hábito que ellos. El
Consejo emite informe favorable a la propuesta de la comisión el 1 de octubre de 1627 y el rey ordena que se le consulten a San Felice las personas
que le han de acompañar y se discuta en el Consejo el viático que se le
ha de conceder. El 22 de octubre se le comunica a San Felice su nombramiento y se le pide memoria de su séquito. El 11 de noviembre el Consejo
delibera sobre las dietas adecuadas al desplazamiento. Una mayoría las
estima en una cadena de dos mil ducados, que pretenden reducir a mil el
padre confesor y don Juan Villela. El 4 de enero de 1628 el Consejo le
comunica al rey su acuerdo con la última y definitiva propuesta de la comisión. Que se despida honrosamente a Nicéforo Hirbaquise, diciéndole
que Su Majestad Católica enviará embajadores a Iberia por vía de Moscovia y que se le darán cartas para el conde de Oñate, embajador en
Roma, al objeto de que lo presente ante Su Santidad, y otras para los virreyes de Nápoles y Sicilia, ordenándoles que le faciliten cuanto le fuera
menester para su viaje a Iberia. El 8 de enero se le comunica al monje
esta resolución. El 10 responde Nicéforo a Juan de Villela agradeciéndole
la gestión y rogándole que se le den las cartas a la mayor brevedad. Pide
también que a la carta al embajador ep Roma añada el monarca español
otra de presentación de su persona al Santo Padre. El 22 de enero el rey
ordena que se le entreguen al embajador georgiano 2.000 ducados para el
regreso, junto con la respuesta en latín al rey de Iberia (Docs. n.OS7 y 8)
y sendas cartas para el papa (Doc. n." 9), el conde de Oñate (Doc. n." 10)
y los virreyes de Sicilia y Nápoles (Doc. n." 11). En el mismo legajo se
encuentra también el encabezamiento de una carta de! rey de España al
shah de Persia, pero el resto de la misiva no se conserva y, como no sabemos si llegó a escribirse, huelga toda su conjetura sobre su contenido.
DOC. n." 1
(AGS, Sec. Estado, neg. de Alemania, leg. 703)
5
(Carpeta) Traducion de la carta en lengua Armenia I de Simeon Can
Rey de Jorgianos
Dize q ha 14 años q I pasa gran trabajo con I el Turco y5 I
que para librarse del y I derribarle, y ganar a I Hier.'" han
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL
FLORISTAN
hecho liga el I y Alexandro su primo Rey I de Jorgianos y
Gachahabaslo 1 Rey de Persia. I
que Su M.d les ayude para esto I haziendo liga con Su S.* y
el Emp.Or I y el Transiluano de man." 1 q vnos por vna pfe y otros
por15 I otra quebranten la fuerca I deste Enemigo.
que tambien han escrito sobre I esto mismo a Su S.d, Empor
y 1 Transiluano y han tenidoz0 1 resp.'= destos prine" ayu 1 daran
á este intento I
q dessean saber el de Su M.d 1 y respuesta de sus cartas
(Dentro) En el no(m)bre de Jesuch(ris)to dios poderoso. Escribo dos
papeles destos vno griego y otro armenio I con mucha vmildad y suspiros a vuesa mag(esta)d rrey de los rreyes y caueca de todos los rreyes I cristianos catolicos rrey elippe despaña que dios guarde y
aumente en uida y estado l. rreciua vuesa mag(esta)d este papel de
un vmilde esclauo de uesa mag(esta)d que con aquella vmildad 1 y
rreuerencia que puedo pongo mi caueca sobre los pies de tan catolico
rrey y abrire mi boca ablas I con mucha vmildad como vn criado del
seruicio de vue I sa mag(esta)d dandome licencia para ello vuesa
mag(esta)d a dar cuenta como con el gran turco a catorce años que paso
con el mucho trauaxo l. yo simeon can rrey de gorgianos no e tenido
lugar astagora descriuir a vuesa mag(esta)d me diese fauor y so I corro contra el turco yagora yo y alegandro rrey de gorgianos mi primo
xuntamente con el rrey de per 1 sia gachaabas emos echo liga todos tres
contra el turco. agora suplico vmildemente a vuesa"' I mag(esta)d que
tanbien aga liga con su santidad y con el enperador, que tanbien el trasilbano me tiene 1 ofrecido que por su tierra le ara guerra, y ansi el por
vna parte y vuesa mag(esta)d por otra y nosotros por 1 otra podemos
quebrantar la fuerca que tiene el turco. otro suplico vmildemente a
vuesa mag(esta)d I que no dege acer paces al enperador y al trasilbano
con el turco, queste es tiempo que se puede sa I car la casa santa del
poder del enemigo de la santa fe Jesuch(rist)o. nosotros tres rreyes,
dos de gorgia15 I nos y uno de persia gachaabas, emos prometido de morir en esta liga defendiendo la I fe de Jesuch(rist)o y uer con nuestros
ojos la casa santa, por amor de dios, por amor de dios, que no lo o1 Ibide
vuesa mag(esta)d, pues sienpre vuesa mag(esta)d ayudado al enperador
trasilbano wmo tan catolico rrey. sepa vuesa mag(esta)d que1 enperador
trasilbano nos a escrito su carta y prometido que si er 1 (sic) nos fauorecera dandole gerra por vna parte y nosotros por otra. las cartas
quescriui a vue20 I sa mage(esta)d era sobre esta liga que tenemos echa
entre nosotros para sauer la boluntad de vuesa 1 mag(esta)d. la boluntad del enperador de trasilbarios ya la sauemos y estamos muy confiados que I que nos fauorecera, como tiene dicho. sobre la misma rracon emos escrito otra carta a Su 1 Santidad y otra al enperador de alemania. por amor de dios que no nos olbide vuesa mag(esta)d a nosotros 1 con sus cartas y con su fauor, por uentura sera dios seruido
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
25
30
329
que uayan cartas y bengan en que25I sepamos la boluntad d e los rreyes
cristianos. el rrey persiano tiene gran boluntad d e seruir I los rreyes
cristianos con mucha boluntad y amor. la rrespuesta desta carta se dara
a quien I lleba esta. escriua vuesa mag(esta)d vna carta al enperador y
saura vuesa mag(esta)d si es berdad lo que I tratamos. escriuirme a
vuesa mag(esta)d vna carta en lengua armenia y a t r a en griego a tan
rrey I catolico sobre todos los rreyes cristianos en fama y poder y mucha
onrra. dios guarde mu30 I chos años los principes que no sauemos sus
nonbres
DOC.n.O 2
(AGS, Sec. Estado, neg. d e Alemania, leg. 703)
'Ev i>voyat'i TOU xvgiov q y ó v 'Iqo06 Xeioto6
5
reácpw t b t q &
~ y a n í p e w ~eieqv'ixov yeáyya, neo5 oi: tov pao'ihta t ó v
paoikeuóvtwv, x a i n a v t b ~TOG ~ ~ L o t i a v ' i ~ pI oxúo p ( p a i o y & ~ x f i vt e
x a i y É ~ a 5t ó v Ev Xeiot@ n ~ o t ó vpaothÉov, 6 &váxtwv 8 e ~ Ó t a t e
~
I hov oov y ~ a y p a .
QiXircne. ~ É E t ~o ~Ly a e o ú vt b naeóv pov T O 806
x a i newtov pEv ~ a n ~ 6~n ovt i 8óe i~~pov tqv xecpahrJv toig nooi oow,
EqxEfj5 &voiEo pov t b a t ó y a , x a i I h a h i p o Ev t a n t ~ v ó t q t i0 5 E805
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nae' aUtoú y e á y y a t a neoaeentix&, eieqvixá t e x a i napq'iha, En?
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LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
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to6 a6toxeátoeog, to6 Eyeíeavtog f i p á ~6 n E ~to6 ~@tot~aviopoÜ
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tijg Baoiheíag oov xaxeiov I a6toC ovhhapóv. A1b 6Éopal n ~ b 6(eb)v
t a & ó o a i p~ t ó v oóv paoihinóv ovhhapóv TE xai olyyehiov I xai pq E-
DOC. n.O 3
(AGS, Sec. Estado, neg. d e Alemania, leg. 703)
E n nombre de Nro. Sr. Jesuchristo
1
Escribo la de la alegria pacifica letra a vos Rey de los Reyes, cabeza
todo el Christia I nismo, principio y honrra de los en Chfo fieles, o
los principes diuinissimo Philippo. I Admitta pues la presente letra
V ~ O
siervo. Y ciertamente primero pondre humildemente mi I cabeza
vfos pies, despues abrire mi boca y hablare con humildad como
de
de
de
en
es
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
331
costumbre I al sieruo con el Señor, y si me otorga como a sieruo hablar
a Vfa suprema5 I y Gloriosissima real Mag.d Yo Simeon señor y principe
de los Georgianos, el I teniente de mi Reyno, aduierto a Vfa vigilante
y de muchos ojos prouidencia I y prudencia, que siendo nosotros tributarios del Turco en este tiempo determina 1 mos, si la fortuna ayuda,
leuantarnos los principes Christianos contra este ty 1 rano. Agora alabado y glorificado sea el eterno y omnipotente nro. S.' Jesuchri~to,'~
1
quien dio potencia y fortaleza a Vfa Serenidad, juntamente con el amable I cesar honrra y hermosura de la Imperial y Caesaria potencia, el
qual Emperador I reputo por dignos a nosotros y todos los christianos
recibir letras exhortatorias, 1 pacificas y de toda amistad, para la vnion
y juntamiento de todos nosotros I para que podamos expeler afuera
y destruir el inimicissimo y ageno de huI5 1 manidad genero de los Turcos. Nos el principe de los Georgianos Symeon, 1 y Alexandro el principe de los Orientales, también Schiabes el de Persia, I los tres juntamente en vna voluntad y parecer vnidos, aquella contienda dispu 1 tando, determinamos de aqui adelante resistir peleando al Turco, y destruyr el I cuerno del en libertad de la Sancta Ciudad de Hierusalem y de los
pueblos chrisZ0I tianos de las inimicissimas manos del destruydor. Por
tanto supplicando occur I rimos a la Vfa real potencia, para que quiera
confederarse con Cesar, y no le permita I hazer paz con el Turco, a fin
que con la paz no venga con impetu el impio contra 1 nosotros y nfa nacion, y totalmente contra los Christianos el Calumniador.1
Yo ciertamente con todos mis grandes y principes promptamente y
ligeramente25I determinamos de passar tormentos, y morir por la fee de
Christo Dios Nuestro, 1 para .que en estos nuestros tiempos la Sancta
Ciudad de Hierusalem con el I sepulcro del Señor torne [atras] en manos de los Reyes Christianos. Y si teneys 1 por bien preguntar por mi
sieruo vfo Principe de los Georgianos, por la voluntad de 1 Dios y infinita misericordia, bien dispuesto firmemente y constantemente en la
fee de los I Christianos, determinado de padezer hasta la muerte por Jesuchristo, y por la real I Magestad vuestra, y por la Caesarea potestad
del emperador, quien nos leuanto5 para el Christianismo por sus propias letras. Por tanto ruego por Dios a V. Mag.d 1 reputarme por digno
de vuestras letras y mensages, y no me oluide, ni me haga I indigno de
su obediencia. La respuesta pues desta letra tenga por bien de darla 1
al presente portador, por quien sin falta podra venir en nosotros en
gozo, alegria, 1 y placer nuestro, y de mi reyno. Item ruego a V. Mag.d
confederarme por vfas1° I letras al Rey de los Persas, para que vniformemente mucho mejor podamos acabar I nuestra obra y buen proposito
por los Christianos. No oluide manifestarme I por mensages y letras los
negocios. Ten salud en Christo elegido Rey de los 1 Reyes. Basta entretanto a Vfa. vigilante y diligente prudencia y prouidencia. Dada la
presente letra en la Ciudad de de Chisneil en el Reyno de los Georgia
I nos, año de 1596 en el mes de Agosto 25
Traducida por Nicolao de la Torre,
Scriptor regio de Griego en Romance.
332
LUIS GIL Y J O S MANUEL
~
FLORISTAN
DOC.n.O 4
(AGS, Sec. Estado, neg. extr. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 160)
Seiior
i
Don Niceforo Hirbaquise Ibero Jorgiano monje de la or I den de san
Basilio dice, que el uiene con una secreta em I bajada del Rey de la Iberia, que por otro nombre se I llama Rey de los Jorgianos; el qual tiene
sus Reynos I y estados entre Persianos y Turcos, que se tienden desde
el5 I mar Caspio hasta el mar Negro cerca del monte Cau I caso, y que
por ser el dicho Don Niceforo religioso de mu I cha confyanca, y su
Confessor lo embia a V. mag.d con I sus Cartas Reales para comunicar
a V. mg.d antes, que a I ningun otro potentado principe, o Rey el
secreto de su1O I pecho, por la fama que tiene del gran celo de V. mg.d
y ! de la piedad y ualor de la nacion españuola, y como l Rey Cath."
~~,
y muy poderoso unica columna y amparo I de la s.ta fee ~ a t h .jusgo
que solo V. mg.d puede ser el sa I grario y depositario deste secreto, y
aun el dueño15. I
El Rey de Iberia o de Jorgianos, llamado Theimuras, I Christiano
Cath." y Rey antiquissimo decendiente del li I naje de Dauid, ha dos
años que cobro tres Reynos que le I tenia usurpado el Rey de Persia, y
que en un año I lo rompio tres ueces y le mato mas de cien milz0I hombres, como es notorio a todo el mundo, y que en este I tiempo hallandose el Persiano trabajado deste Rey I no ha podido dar socorro a los
de Hormus contra las armas de V. mag.d I
Tambien ha cobrado un Reyno, que le tenian usurpado los turcos I muchos años hauia, y el Dia de oy, por la gracia y miseri I cordia de Dios
N.S. possee seys Reynos todos de sus Iberos I o Jorgianos, nacion Antigua y Belicosa, como consta por I los Historiadores Antiguos y
modernos; y al presente se5 I halla entre dos inimigos del Turco y del
Persiano y e I Sta con las Armas en la mano teniendo effectiuamente I
cien mil hombre en la Campaña. I
Tiene determinado de hacer aquella empresa que el dicho I embajador
significo a V. magd a boca con las circunstancia^^^ I que apunta del
tiempo y modo; que por ser secreto de tanta I importancia en el qual se
auenturan las uidas de mu I chos christianos, y la destruicion s reparacion de muchas I prouincias y Reynos el dicho embaxador no tiene
licen I cia de su Rey de comunicarlo a otro, que a la Real persona" I
de V. mag.d y de quien V. mag.d tiene muy grande confyanza y satisfacion; por quanto el dicho Rey ya tien he I cha determinacion de poner
todc el resto de sus fuercas I por la fee Cath." y destrucion de tan gran
tirano y inimigo de la S.'" fee Cath.ca y nombre christianoZ0.I
Por tanto en primer lugar el dicho Rey de los Jorgia I nos Theimuras,
quere y pide para siempre, la pax, I amistad, union y correspondencia
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
111
5
10
15
20
25
333
con V. mag.d offreci 1 endo al Real seruicio de V. mag.d sus Reynos, sus
armas, I su hacienda y todo su poder contra qualquer inimi I go de V.
mag.d, y en particular contra los persianos I en las impresas que actualmente V. mag.d tiene en las par I tes de las Indias Orientales.
Segundariamente dice que si V. mag.d manda y quere por5 I seruicio de
Dios N.S., exaltacion de la s.'" fee Cath.'" y I comun beneficio de la
christiandad, entrar a esta impresa I preueniendo parte de las fuercas
maritirnas de sus Reynos 1 de 1talia
aplicarlas en él tiempo y sacon
que dicho em I baxador expuso a V. mag.d, fomentar y ayudar a los
ñatural0 I les para que en la &asion concurran ellos tambien por su parte I a la dicha empresa, dice este Rey que el no pretiende otra I cosa que
el seruicio de Dios N.S. y beneficio publico y que lo demas I V. mag.d
dispondra a su uoluntad. Por quanto el se ha1 I la contentissimo con sus
estados de Iberia; pues tiene muchas15 I prouincias y tierras fertilissimas, muchas minas de plata y I oro, que oy por las ocupaciones y trabajos de la guerra ni se la I bran, ni las queren manifestar por justos respectos; mas I hechado el comun inimigo de aquel puesto, tendran la I
comunicacion y trato que V. mag.* fuera seruido y una perpetuaz0 I
amistad v Dax en honra de Dios N.S. v exaltacion de la S.taI fee Cath.'"
Finalmente el dicho embajador pide y sup.'" a V. mag.d se sirua I mandar que se le de respuesta con breuedad ansi de las Cartas I Reales que
presenta a V. mag.d como de su propuesta para poder I uoluerse luego,
y hacer a tiempo su jornada que es tan larga25I y de mucha importancia
llegar a tiempo conueniente. Y I lo recibiria a mucha mr.d
-
A
Señor
Don Niceforo Hirbaquise Embajador del Rey de los Jorgianos
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2858, fol. 156)
Carta del Rey de Iberia Transladada dela Lengua Iberica
en la Castellana
por el D."' Const."" Sofia
Muy poderoso y Cath.'" Rey de España:
1
En nombre dela ~antiss."'~Trinidad padre, hijo yespiritu I s.'" tres personas y un Dios todo poderoso ysin principio, Cria I dor del Cielo y de
la Tierra yde todas las demas co I sas uisibles yinuisibles, cuya ley
professamos y por I su misericordia conseruamos pura y entera, ansi
334
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
como5 I se nos fue enseñada yentregada delos Apostoles de I N.S. Jesu
Christo, yen su defensa offrecemos la uida, I y la sangre, yo Theimuras
Rey de Iberia, Alba I nia, Mengrelia, Gurelia, Merelia y Circasia y
todos I mis subditos"'. I
Escriuo La presente a V. mag.d Cath.'" q es el mayor Rey I y monarca
del mundo, defensor y ensalcador de la s.'" fee I de N.S. Jesu Christo,
del qual la dignidad ygrandeca re I splandesce del occidente al oriente,
ypor tal riconocemos I yueneramos aV. mag.d todos los Reyes Christianos; pues estai5 I como Arbitro en este gran theatro del mundo; la
fama I y <ce>lebracion de su nombre hasta los mudos pesces ylos pajaros I del cielo significan con sus alas. Las celestes uirtudes y hierar I
quias lo conseruan, los querubines y serafines lo amparan I en proteccion y confirmacion dela s.ta fee cath.'" de N.S. Jesu Christo I con la
dextra del qual se hace inexpugnable yinuencible5. I ha lo leuantado
hasta las estrellas paraq pormedio de su Cath.=OI nombre alumbre atodo
el orbe la lux dela s.'" fee y se predi I que atodas las naciones en todo
el uniuerso. tiene la man 1 sedumbre de Dauid La sabiduria desalomon,
lamonarquia I de Alex. magno yla piedad del gran Constantino yansi
huelo I le como flor del parayso, yresplandece como lucero del Cie I lo:
finalmte adornado detantas uirtudes y dotes del Cielo, es Rey I de Reyes, yen lajusticia y equidad delas leyes, spejo de sus Vassallos.l
Hago saber aV. mag.d como yo ymis Iberos nos hallamos aquiI5 I entre
dos enemigos de nombre christiano, los mayores q ti I ene toda la christiandad, q son Los turcos y los persianos. I y no tenemos otro remedio
despues de Dios sino el refugio delas I armas, las quales tenemos siempre en las manos yestamos I continuam.'" peleando con los infieles. y
por Virtud delazoI santiss."" crux del Nuestro redemptor y intercession
dela 1 siempre uirgen Maria madre de Dios auogada yseñora I nuestra
uencimos y ahuyentamos nuestros enemigos. Pues 1 estos dias passados
los persianos j ~ n t a m . 'con
~ su Rey nos I acometieron con toda su fuerca,
ycon el fabor deDios losz5I hauemos uencidos dos ueces en dos batallas,
ycon la huyda I escapo el Rey la uida, con gran confusion yperdida delos
suyos. I Como todo esta notorio. nos cobramos lo q nos tenian usur I
pado los persianos, con q nos hallamos en possession de todos I "'estos
Reynos y prouincias, ¿jsestienden de mar a mar y 1 tenemos nuestras
fuercas siempre aperceuidas y nuestros I exercitos en buena orden reducidos a cien mil hombres I de pelea: I
Por otra parte uemos los turcos otros enemigos nu5 I estros ydetodos
Los chnstianos, tienen oy muy pocas I y flacas fuercas, muchas dissensiones entre si yconfusio I nes grandissimas, de maneraq si los principes
' ~ podiamos echar fuera de a- I quella
christianos I serisoluieran f a ~ i l m .lo
y10 I lo podiamos totalm.'"
silla imperial q tiene usurpada tiranni~am.'~
destruyr y librartoda lachnstiandad I de un tan grande yprejudicial enemigo. Nos lo¿j toca I a nEa parte estamos preuenidos yprornptos a emplear I todas buestras fuercas aesta s.ta empresa, ydetermina I mos (si
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
335
parece también aV. mag.d) de bajar destas nuestrasI5 I tierras ycorrer
por Cappadocia y Bithinia hastallegar I a Scutari q es frontero de Costantinopla. ysi V.mg.d I quere ymanda ayudarnos y dar nos la mano por
la I mar, para poder luegopassar el estrecho yentrar I en Costantinopla,
con q t ~ t a l m sedestruira
.~~
el nernigo20 I sin dar les tiempo ni demirar
porssi. porq sobre todo I importa La presteca. Esto seria el mayor seruicio I q pudiera un Rey christiano y cath."O hacer aDios N.S.' I Demas
q se hallan muchos christianos enel estado del Tur I co q desean esta
empresa yse offrecen q en tiempo delaZ5I ocasion ayudaran con toda
sufuerca por loq les importa I IVdeuerse libres dela tirania del Turco.
Yparaq V. mag.d uea q nopor interes proprio yparticular I ni por mayor
grandeca delos Iberos ya~gm.~O
de estado I emprendo esta empresa,
sino por puro seruicio de I Dios N.S. ycomun beneficio dela christiandad, Digo I yprometo aV. mag.d q si Dios nos da Victoria ysalimos I con
nuestro intento, nos otros pondremos todo nue I stro estudio yfuercas,
paraq. V. mag.d se assiente I en aquella silla imperial de Costantinopla,
como I le conuiene ytoca mas q aningun otro. Conqlo I nos recogeremos
anuestras tierras contentos, solo de I tener en aquella silla un emperador tan Christiano I y Cath.co como es V. mag.d ysiempre nos tendra
muy a I migos ypromptos asu seruicio: Pongo a conside I racion aV. mag.d
loq dice N. S.' q si tu hermano tieneI5 I menester de ti yua apedirte enprestado, no permi I tas q se uolua con rostro Confuso. yo soy su mi I
smo hermano y todo este christianismo, ytenemos I necesLd de su ayuda
de V. mag.d Dios Le hadado poder I y adonde lo puede emplear mejor q
asu seruicio? Digo20 I su hermano porq todos tenemos una fee un Bapti
I smo y una misma esperanca dela herencia del Rey i no delos Cielos.
Con esta confianca escriuo la presente I aV. mag.d ydigo q le conuiene
ser el dueño desta I s.'" empresa y yo mele offresco de ser su soldadoz5I
y uenir aseruir aV. mag.d Con toda mi gente I Vafinq se libren dela tirannia delos infyeles tantas almas I tantas Iglesias tantos m ~ n a s t . ~ ~ l u gares s.t0" oy ocupan I aquellos infyeles en deshonra delos christianos
yconfusion I denos otros. de todo esto me holgare tener de V. mag.d
I Respuesta con breuedad, claridad, yllaneca. yq sepamos5 I su altisima
uoluntad yresolucion de V. mag.d I
Para este effecto embiamos aV. mag.d el R.doDon Nice I foro Hirbagues
persona Religiosa yde mucha uirtud1° I yconfianca, el que1 demas de su
n a ~ i m . ~q "es de pa I dres nobles yprincipales de mis Vassallos, la uirtud
I y celo con q trata el seruicio de Dios y desta corona lo ha I Gen mas insigne, y la gran fidelidad con ¿jhan I seruido el y sus antepassados en semejantes negocia I ciones, me lohacen muy confyado, por estas y otras
sus I partes 10 tengo por mi Confessor ypadre del alma. el sal5 I be lo intimo de mi coracon y demis intentos y10 puede I referir a V. mag.d con
toda la uerdad Cj profesa. por loqual I V. mag.d le puede dar credito en
todo loq demi parte I le dixese. Quena embiar aV. mag.d por embajador un I seglar delos principales de mis Vassallos, para q fosse con2"
336
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
mas solenidad, empero hauiendo de passar por medio de tan 1 tos enemigos, paraq no semanifieste yse pierda el riego 1 hauemos escogido
este Religioso, Confessor yconfyado nfo 1 para q enc~biertame.'~
pueda
passar por medio delos enemigos 1 y pueda mas facilm.'" llegar aV.
VI 25 magd. ycomunicarle nuestro25I "'intento con la secreteca q le hauemos
encomendado. I
Y en caso q V.mag.d sequisiesse enterar dela uerdad y informarse I de
nuestras cosas puede embiar aqui una omuchas psonas I de confyanca
para aueriguar las cosas, yq bean consus 1 ojos nuestras fuercas y
entiendan nuestras hacañas y5 1 obras, y ellos sabran decir aV. mag.d yalos q no lo saben, si I tienen los Iberos brios yualor de pelear con sus
ene I migos. y si podemos cumplir lo q prometemos. 1
Con esto nos hauemos hecho lo q de nl-a parte nos toca I de auisar
aV.niag.d como acath." Rey yrnonarca unico1° 1 delos christianos, dandole cuenia de todo nuestro intento. y I finalm.te rogamos yprotestarnos
delante de N.S.' Jesu Chri I sto, q no falte de ayudar ydar mano, para
esa s.'" I empresa pues le toca tanto. yen caso q V.mag.d no la I quisiesse
abracar; nos estaremos escudados delante deDios15, I del qual esperamos el uerdaders fabor y socorro, ni V.mag.d I despues tendra racon de
culparnos de no hauerselo comuni I cado, rogado y exortado. Sobre
todo encomenda- I mos aV.mag.d el secreto ¿jlo tenga encubierto hasta
¿j Dios 1 ponga el fin desu s.'" Voluntadz0. I
Hauemos offrecido a V. mag.d nuestrapsona, nuestras Armas, I nuestros Vassallos de Cien mil hombres de pelea, promptos I aemplearse
aesta empresa, obra s.ta ydigna q todo principe I christiano y en particular V. mag.d abrace mas ¿jotra nin I guna, ysi no quisiere ser con nos
otros, seralo dios25, I e1 guarde La persona de V.rnag.d para mayor
honra y I gloria desu santo nombre, para sempre jamas, Amen. I
Escrita en Cartli el 29 de Nonembre 1625
Theimuras Rey de Iberia, etc.
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 157)
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
337
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338
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTÁN
DOC. n.O 7
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)
Al Rey de Iberia
Por la carta de V. Ser.d en I creencia de don Niceforo Urba 1 quise y los
papeles que el me dio I y lo que dixo de palabra, he en I tendido los
buenos intentos de5 I V. Ser.d y lo que para conseguillos I dessea, y
como el dho Don Nize I foro dira me han sido a mi de I particular satisfacion y contento I y he hecho dellos y de lo demaslo I que V. Ser.d me
significa a este proposito I y de su amistad y voluntad, la I estimacion
que tan justamente I es debida a tan loable y staI intencion y propuesta,
la qual15 I confio en Nro. S.' que la hemos I de veer conseguida mediante I el valor y perseuerancia I de V. Ser.d a que yo de mi parte I ayudare
y acudire en la20I forma que dira la persona I que con breuedad embiare
ahi I y en tanto me ha parecido I que se buelba el dho Don Ni I zeforo
que referira lo demas que sez5I ofrece y la voluntad con que I fue recibido de mi por I criado de V. Ser.d.
DOC. n.O 8
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 166)
Cum ex literis v(est)rae Serenitatis, quibus I D. Nicephorus vrbaquiseo
fidem aserue I ritis, tum ex illis scriptis, quae nobis I ipsemet traditit,
atque ex his, quae praesens I ore suo retulit, eximium Serenitas I tis vestrae propositum, quaeque, ut illud I consequatur exoportet, facile in I telleximus. Ac rursus ut ipse D. I Nicephorus asseret, postquam nobis I
mirum in modum satis fecerant, prae1° I cipuam laetitiae voluptatem attulerint I caeterum illa et reliqua, quae v(est)ra I Serenitas ad rem istam
spectantia I deducit, vestram adhuc amicitiam et I candidam benevolentiam tanti fecisseI5 I quanti fieri debuit tam sanctus, atque I laudabilis
animi sat agentis impulsus I quem Deo duce confidimus, atque de I vestra Serenitatis virtute, ac perseverantia I speramus suo designato fine
contentum20 l nos esse visuros; quibus omnibus I ipsi ea forma et modo,
quem qui a I nobis est huc brevi destinabitur referet I aderemus, et
officium praestabimus. I Interea visum est nobis, ut dictus D.2s I Nicephorus revertatur, qui caetera I quae occurrunt edisserat et eum ani I mi
affectum quo a nobis tanquam I unus e vestrae Serenitatis famulitio
fuerit I exceptus explicabit.
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
DOC. n.O 9
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)
Al Papa del Pardo a 31 de Enero 1628
Embaxor de Iberia
Don Nizeforo Urbaquíse vino I aqui los dias pasados a darme I quenta
de los intentos del I Rey de Iberia y de los Jo~giaI nos su amo, que se
encaminan5 I segun su relacion al aumento de nfa I sagrada Religion I
y daño del gran Turco I nl-o Enemigo Comun,l0 I y auiendosele I respondido que por la via de I Moscouia embiare conbeniente I persona que
lleuara mi res I puesta al dho Rey ha dho que le es for15 I zoso antes de
bolberse dar vna I carta que tambien trae suya I para V. santd sobre lo
mis I mo y besar sus santos pies. I Y con esta occasion escriuo alz0I Conde de Oñate mi Embaxaor I para que introduzca con V.B.d al I dho Don
Nicefaro y le ayude I en lo que se le offreciere en or I den a su brebe
I le oyga gratamente25I como lo medespacho I y buelta. Suplico a
reze la proposi I cion que hara y la sancta I yntencion della, y lo con I fio
del paternal amor con I que V.B.d oye y am30 I para las cosas deste genero I y que miran a la mayor esten I sion de nfa S.fafee
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 177)
Al Conde de Oñate
5
10
15
Don Nizeforo Urbaquise Georgiano ha I venido aqui de parte del Rey
de Iberia su I amo a proponer algunas empressas en daño I del Gran
Turco. Y para enterarme del I estado de las cossas del dho Rey y de
lo5 1 demas que combeliga, se trata de embiarle I persona que partiria
con breuedad a esto por la I via de Moscouia, y porque ha dado a entender I el dho Don Nizeforo que trae Carta del Rey I para Su Santd,
con ocasion de auer de passar1° I por essa corte, he querido encargaros
como lo hago I que queriendo hablar a su Santdy besar I sus sanctos pies
le introduzgais y en I camineis que lo haga faboreciendole enI5 I lo demas que se le offreciere en esa corte que yo I sere en ello muy seruido
de Vos
340
r.uIs GIL Y JOSÉMANUEL FLORISTÁN
Doc.
n.O 11
(AGS, Sec. Estado, neg. extraord. de la parte Norte, leg. 2859, fol. 165)
A los Virreyes de Napoles y Sicilia
5
10
15
E1 Rey de Iberia embio aqui a Don I Nizefaro Urbaquise, que os dara
esta a represen I tarme de su parte (como lo hizo), lo que dessea I mi
amistad y a proponer demas de lo dho al I gunas empresas en daño
del Turco. Y bol5 I uiendo agora con la respuesta que le ha man I dado
dar, he querido encargaros mucho I como lo hago, que si al passar por
ahi I se le offreciere y tubiere necessd para su em I barcacion y jornada
de Vfa ayuda yl0 I fabor se la deys ordenando que se le haga I toda comodidad y buen passaje dondequiera I que llegare (como es razon y lo
mereze por sus I buenas partes y el azierto y cordura con que I por aca
ha procedido) que en ello sere muy bien seruido15 I de Vos
Luis GIL
Universidad Complutense
José Manuel FLORISTÁN
Universidad de León
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
LUIS GIL Y JOSÉ MANUEL FLORISTAN
LÁM. 2.
Traducción griega de la carta de Simeón de Kartli
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
-.
LÁM. 3. Carta en georgiano de Teimuraz
344
LUIS GIL Y JOSÉMANUEL FLORISTÁN
C
LAM.4 . Carta de Teófanes
CARTAS DE LOS REYES GEORGIANOS
LAM.4 bis. Carta de Teófanes, patriarca de Constantinopla
SOBRE EL TRASFONDO D E LA EMBAJADA DEL SHAH
ABBAS 1 A LOS PRINCIPES CRISTIANOS:
CONTRAPUNTO DE LAS RELACIONES
DE DON JUAN DE PERSIA
3 1. En 1604 vieron la luz en Valladolid las Relaciones de don Juan
de Persia', divididas en tres libros, los dos primeros consagrados a la historia antigua y moderna de Persia y el tercero al relato de la embajada enviada a principios del verano de 1599 por Abbas 1 a los soberanos de Occidente, que llegó a la corte de España, a la sazón en Valladolid, el 13 de
agosto de 1601. Es esta última parte la más importante de la obra, por haber sido su autor testigo presencial de cuanto refiere, ya que fue miembro
de dicha embajada y viajó con el encargo regio de apuntar las cosas notables observadas en el itinerario. De las anotaciones en persa que fue haciendo Umch Bec -pues así se llamaba nuestro personaje antes de recibir el nombre de Juan de Persia con las aguas bautismales- nacerían las
actuales Relaciones, en cuya redacción castellana intervino fray Alonso
Remón, con las lógicas correcciones lingüísticas y cierta dosis de impertinente erudición tomada de obras como la Monarchia ecclesiástica de
fray Juan de Pineda, las Relaciones de Juan Botero Benes, y la Historia
de la guerra entre turcos y persianos de Juan Minadoi2. Libro de gran rareza, fue traducido al inglés en 1926 por G. Le Strange3, quien logró
identificar, con los debidos asesoramientos, los distintos lugares geográficos que en él figuran con las más pintorescas transcripciones. En 1946
fue reeditado por Narciso Alonso Cortés4 con un valioso prólogo, donde
se hacen, mediante la utilización de datos extraídos de Luis Cabrera de
Cói;doba5 y del Archivo General de Simancas, algunas puntualizaciones
'
Relaciones de Don Ivan de Persia. Dirigidas a la Magestad Catholica de Don
Philippe III. Rey de las Espurias, y señor nuestro. Divididas en tres libros, donde se tratan las cosas notables de Persia, la genealogía de sus Reyes, guerras de Persianos, Turcos y Tartaros, y las que vido en el viaje que hizo a España: y su conuersion, y la de
otros dos Caualleros Persianos. A ñ o 1604. Con privilegio. En Valladolid, por h a n de
Bostillo: en la calle de Samano.
Cf. N. ALONSO
CORTES
(o.c. en nota 4, p. 13).
Don Juan of Persia. A Shi'Ah Catholic. 1560-1604. Translated and Edited with
Londres, 1926.
an Introduction by G. LE STRANGE,
Relaciones de don Juan de Persia. Prólogo y notas de NARCISOALONSO
CORSS,
Madrid, Real Academia Española. Biblioteca selecta de Clásicos españoles, 1946
(citada Rel.).
S
Cf. notas 69, 70, 72, 75 y 77.
348
LUIS GIL
de importancia en lo referente a la cronología de la embajada en su etapa
española. No obstante, falta un estudio a fondo de tan curiosa obra, y a
suplir en algo esta carencia va encaminado este trabajo.
O 2. Gracias a don José Manuel Floristán, que me ha facilitado la
xerocopia de un considerable acervo documental del Archivo de Simancas, me ha sido posible reconstruir en buena parte el trasfondo diplomático de dicha embajada, sobre el que lógicamente don Juan de Persia se
calla, bien por natural discreción, bien por simple ignorancia. Un joven
acompañante de un embajador, por abiertos que tenga los ojos y atentos
los oídos, no penetra fácilmente en los arcanos de la política internacianal, incluso en los negocios donde cree intervenir como protagonista de
un modo directo. Y tampoco el más avezado diplomático logra enterarse
de todo lo que se cuece en la trastienda de las cancillerías a escala mundial. No ocurre así en los grandes centros de poder de donde emanan las
decisiones que marcan la historia. Los servicios de información de la monarquía universal austríaca funcionaban con asombrosa eficacia. Las conexiones de los virreyes de Nápoles y Sicilia, de los embajadores en
Roma, Venecia y Praga, entre sí y con la corte, se ponían en marcha en
su momento, como podrá ver el lector, con la precisión de un mecanismo
de relojería. Quien relee los papeles donde aquellos tejemanejes quedaron registrados adquiere un conocimiento global de los hechos muy superior al necesariamente parcial de los mismos que tuvieron sus protagonistas. La certeza de haber ascendido a una cima desde la cual era posible
vislumbrar un horizonte más vasto que el entrevisto por el joven Uruch
Bec en su largo viaje es lo que me movió a elaborar este trabajo. En él,
con la 'substancia' de aquella embajada, se pasa revista a sus vicisitudes
desde la nueva perspectiva ganada con el conocimiento de las acciones
que, paralelamente o entrecruzándose con ella, se emprendieron. Para el
relato circunstanciado ha sido preciso, aquí y allá, recurrir a una técnica
parecida a la del flash back. He de reconocer que, ya metido en faena,
más de una vez me figuré estar escribiendo una novela de intriga y de
aventuras. Aunque no sé si mi torpe prosa acertará a transmitir la misma
sensación a quien tenga la paciencia de leer estas líneas, me atrevo a ofrecerlas a la curiosidad erudita a la manera de un complemento o contrapunto de lo escrito en su día por don Juan de Persia.
§ 3. En 1598 dos frailes portugueses, Alfonso Cordero, !ego de la orden del seráfico padre San Francisco, y Nicolás de Melo, agustino, se dirigían a Ormuz desde Goa para emprender por tierra el-viaje a Roma, en
ausencia de naos que les llevaran con más comodidad a Lisboa. Fray Alfonso Cordero hhbía sido despachado por el padre custodio de la India,
fray Simón de San Francisco, para tratar cosas tocantes a la orden y
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
349
fray Nicolás de Melo había sido elegido para asistir al capítulo general de
los agustinos6. Ambos emprendieron el viaje juntos por consejo del padre
custodio, quien había entregado al agustino sendas cartas para Su Santidad, Su Majestad Católica y el padre general de la orden. Yendo en cornpañía, si a uno de ellos le ocurría algún percance, siempre podría el otro
entregar las cartas a sus destinatarios.
5 4. Fray Alfonso Cordero llevaba casi dieciséis años en la India
oriental, adonde se había trasladado en 1584 en el séquito de don Duarte
de Meneses como compañero del custodio y comisario general, fray Gaspar de Meneses. Su vida había transcurrido en el convento de Coachin y
en otros monasterios de Chaubaisain, Damaun, etc., en relativa tranquilidad7. La de fray Nicolás de Melo (por otro nombre Moral) fue hasta entonces la de un aventurero a lo divino. Criado de un mercader en Sevilla
en 1564, en 1576 estaba en México donde tomó el hábito, y en 1584 pasó
a Filipinas en compañía de fray Juan de Valderrama, todo según el testimonio de fray Tomás Márquez, procurador de las islas Filipinas y definidor del capítulo general de los franciscanos (cf. Q 13). Virtuoso y buen
religioso, era, no obstante, «hombre de poco assiento y sustancia, i que
no ahonda mucho las cosas*, aunque «discreto i de buen trato y conversación*, siempre a juicio del citado fray Tomás8. Y esta pincelada psicológica puede tener su importancia para lo que se verá después.
5 5. Ambos religiosos partieron de Ormuz en compañía de un fraile
armenio de la orden de San Gregorio (5 22) y, una vez en territorio persa,
tuvieron noticia de que una embajada del rey de España estaba a punto
de emprender el camino de regreso, lo que les hizo apresurar'el paso para
poderse unir a la comitiva9. Llegados a Ispahán, salieron de su error. Los
supuestos embajadores resultaron ser dos caballeros ingleses, Antonio, el
mayor, y Roberto Shirley, los cuales habían sido llamados a la corte desde Casbín por el shah Abbas. Su presencia en dicha ciudad obedecía, según creyeron los frailes, a que portaban un mensaje de la reina de Inglaterra para el monarca iraní. Pero más bien parece tener razón don Juan
de Persia, cuando afirma que don Antonio
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706; neg. de Roma, leg. 972. Advierto
que, por no estar debidamente foliados, no siempre me ha sido posible dar la numeración exacta de cada documento en el correspondiente legajo.
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706.
AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 972. Respetamos la ortografía de los documentos, aunque en beneficio del lector, se altere la puntuación y se pongan acentos.
Ibid.
LUIS GIL
«dijo ser primo del rey de Escocia, y que, tan conocido de todos los
reyes cristianos, era enviado dellos para que, como embajador suyo,
tratase con el rey de Persia que se confederase con ellos, para hacer
la guerra al turco, como a enemigo común del lo^»^^
Si no es verosímil que Isabel, en buenas relaciones con el turco por
entonces, buscase una alianza en contra de sus intereses, tampoco lo es
que ningún soberano de Occidente le diese a Shirley comisión alguna. La
realidad era, como lo demuestra su ulterior comportamiento, que ambos
hermanos, con un séquito de «hasta treinta y dos personas»", habían ido
a parar a aquellas latitudes como caballeros de fortuna en busca de su medro personal. Hombre de pelo en pecho, el tal don Antonio12 tenía en su
haber un pasado de aventuras en las Antillas, en Italia, en Flandes, en
Francia y como corsario por los mares de la India al servicio de la soberana inglesa, con la que se había enemistado después de la prisión y
muerte del conde de Essex del que decía ser muy deudo13.
9 6 . El sliah, que en 1590 se había visto obligado a firmar la paz con
Turquía a costa de importantes pérdidas territoriales, tras haber puesto
en orden la situación interna de su reino, restaurando la disciplina en el
ejército y sometiendo a su autoridad las levantiscas tribus turcomanas, esperaba impacientemente el momento del desquite. Desde hacía tiempo le
rondaba por la cabeza la idea de «enviar él mismo embajada por las Indias de Portugal, para sólo el rey de España»I4 con vistas a organizar una
acción conjunta que cogiese al turco entre dos fuegos. La caótica situación interna del imperio otomano y su guerra con Hungría, que ya duraba
algunos años, deparaban una oportunidad excelente para un ataque simultáneo. Poco antes el rey Simeón de Kartli en Georgia se le había anticipado al persa, movido por las mismas consideraciones, a buscar una
alianza militar con Occidente. Shirley captó enseguida los deseos del soberano y las posibilidades de montar una operación diplomática de altura
que diera lustre a su nombre y dinero a su bolsillo. Y así
«dijo al rey que otros muchos reyes había en Europa, en el poniente,
también cristianos y poderosos que querían juntarse con su Majestad
para contra el turco, y ansí convenía que fuesen para los reyes que
lo
"
l2
Rel. 111 1, p. 98.
Ibid.
Sobre ambos hermanos, cf. la bibliografía citada por N. ALONSOCORTÉS,
en
Rel., p. 20, nota 1.
l3
l4
AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630, fol. 89.
Rel. 111 1, p. 198.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
351
él señalase embajada, carta y presente, lo cual supo proponer tan
bien que satisfizo al rey»15.
Abbas le nombró su embajador para los soberanos de Occidente. Se
determinó que don Antonio, con quince ingleses, quedase como rehén en
Persia. Se activaron los preparativos del viaje. Y en ese momento aparecieron en la corte del Sofí los frailes portugueses.
5 7. Al ceñir en 1580 Felipe 11 la corona de Portugal, la dinastía austríaca española no sólo se enfrentaba a la amenaza turca en el Mediterráneo, sino también en el Mar Rojo y Sino Pérsico, donde desde mediados
del siglo las naves portuguesas habían medido sus fuerzas en repetidas
ocasiones con las galeras turcas. Por la estratégica posesión del islote de
Ormuz, ganada en 1510 para la corona de Portugal por Alfonso de Alburquerque, el imperio español quedaba además en vecindad mediata con
Persia (O 40). La política de los reyes portugueses había sido la de mantener amistosas relaciones con la Persia sawáfida (chiita) y fomentar las
continuas guerras que a lo largo del siglo XVI sostuvo con el imperio otomato (sunita), para apartar l u más lejos posible de sus posesiones de
Oriente la amenaza turca y la iraní (O 40). Felipe 11prosiguió en la misma
línea y en 1581 dio orden a don Francisco de Mascareñas, virrey de la
India, de enviar embajador al shah Tahmasp al objeto de reanudar los
anteriores lazos de amistad. Para esta misión fue elegido fray Simón de
Morais, provincial de los agustinos en la India, quien, recibido muy amistosamente, fue despachado con otro embajador del persa para capitular
el tratado de paz y ayuda mutua. Por desgracia, ambos murieron en el
naufragio de la nave 'Buen viaje' que les portaba. Enterado de esto, Felipe 11 envió en 1585 al shah Khutabanda con la misma embajada a Miguel Abreo de Lima, caballero portugués morador en la India, «el qual
se reportó tan mal que se salió de la Persia como huyendo, con lo qual
se quebró el hilo desta amistad con España»16.El shah Abbas, conocedor
de estos contactos, estaba deseoso de reanudarlos, aunque después de lo
ocurrido con el último embajador, no sabía cómo.
O 8. Antonio Shirley vio como caída del cielo la llegada de los frailes, súbditos ambos del poderoso rey de España. Así que jugó sus cartas
con (O 22) maestría. Uno de ellos, fray Nicolás de Melo, se avendría perfectamente por su manera de ser a convertirse en instrumento de sus planes. Ingenuo y megalómano, fue pronto convencido por el astuto inglés
l5
l6
Ibid.
AGS, Estado, Costas de África y Levante, leg. 495.
352
LUIS GIL
de que podría hacerse artífice de una gran empresa, si estaba dispuesto
a representar ante el soberano persa los intereses de Su Santidad y de Su
Majestad Católica. Y así, asombrado, podía comentar ante don Guillén
de San Clemente, embajador español en Praga (O 15), su más discreto
acompañante fray Alfonso Cordero <<queel dicho Nicolás de Melo, desde
Urmuz hasta Persia se ha nombrado embajador de Su Santidad y de Su
Majestad Católica y trató con el rey de Persia, diciéndole que haría que
se coaligasen con él»17. Que el rey de España le entregaría galeras y artillería y una fortaleza que se llama Vanguere, «que es de la otra parte
de la Persia en frente de Urmuz». Le aseguró también «que, si le quería
escuchar, le metería debaxo de sus pies la cristiandad». El shah Abbas,
por su parte, se ganaba la confianza del clérigo, extremando las deferencias y muestras de amistad a los cristianos. «El rey los regaló mucho
- d i c e Juan de Persia-l8 y los llamaba a los frailes, padres, y los trataba
con mucha cortesía».
§ 9. Incorporados de esta manera los dos frailes a la embajada, «porque don Antonio había hecho su viaje por la Grecia en hábito de turco,
como hombre práctico en la lengua, y por allí no era posible volver, y el.
camino de la India también pareció de mucha navegación, se determinó
en que la jornada se hiciese por Tartaria y Mosc~via»'~.
Al frente de la
legación iban un noble persa, Cusem Alibey (así llamado en los documentos, en tanto que en las Relaciones figura como Uzén Alí Bec) y Antonio Shirley, que era el cerebro de la empresa. El persa portaba sendas
cartas del shah para el gran duque de Moscovia, el rey de Polonia, el emperador de Alemania, Ia reina de Inglaterra, el rey de Escocia, el rey de
Francia, la señoría de Venecia, el rey de España y el papa. Una mezcolanza de intereses políticos tan encontrados y divergentes que abonaba la
opinión de fray Alfonso Cordero de que el shah en realidad no sabía «qué
sea Inglaterra, ni Flandes, ni tiene más noticia que los títulos»20.
«Los que salimos del palacio -afirma don Juan de PersiaZ1- a costa
de Su Majestad y grandes de la corte, en orden y hábito de camino,
eran el embajador, que se llamaba Uzén Alí Bec, y cuatro caballeros
y quince criados, y los dos frailes y don Antonio y cinco intérpretes,
y quince ingleses, y treinta y dos camellos cargados de los presentes,
y los demás caballos de camino y bestias de cargas necesarias para el
número dicho».
l7
Is
l9
20
2'
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 705.
Rel. 111 1, p. 199.
Ibid.
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706.
Rel. 111 1 , p. 200.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
353
Los cuatro caballeros persas eran Azán Alí Bec, Uruch Bec, el futuro
autor de las Relaciones, Alí Guli Bec, sobrino del embajador y Boniat
Bec. De ellos, salvo el primero, ninguno regresaría a Persia (O§ 42,43).
Iba también en la comitiva, a modo de capellán, el alfaquí Amir que
tendría un trágico fin (O 42). Entre los intérpretes cuatro, al menos, eran
cristianos, dos armenios y dos griegosz2.
3 10. La partida se efectuó, según las Relaciones, el «año de la Encarnación de Cristo de mil y quinientos y noventa y nueve, jueves por la
tarde a nueve de junio»23. Sin embargo, el dato es inexacto. Antonio
Shirley con los ingleses, los frailes (y quizá los intérpretes armenios y griegos) partió por lo menos con un mes de antelación y esperaron a los persas en la ciudad de Casbín. Así se deduce de los documentos. La cornitiva, según los cálculos de fray Alonso Cordero, constaba de veinte o
veinticinco personas, lo que sólo puede convenir a la primera parte de la
misma. Francisco de Acosta, que llegó a Ispahán el 9 de julio de 1599,
afirmaba que los frailes portugueses habían abandonado la corte persa
dos meses antes (§ 22). El propio Antonio Shirley aseguró en Roma haber salido primero (§ 34). Lo confirman los hechos que vamos a considerar a continuación. El 24 de mayo de 1599, fray Nicolás de Melo y Antonio Shirley escriben dos breves misivas al rey de España en la ciudad
de Gueilán para ponerle sobre aviso de la llegada en su día de la embajada24. Decía el inglés que el poderoso Sofí de Persia le enviaba a su corte
y a la de los sobredichos príncipes para «tratar y concertar los medios
convenientes de poder coger con buen seso al enemigo común entre el
yunque y el martillo» y ponía como testigo de cuanto tenía hecho y negociado en aquella corte al reverendísimo padre fray Nicolás de Melo, «el
qual ha sido presente a parte dello, y a su poder me ha ayudado, el qual
trae tambien algun recaudo del Sofí para V. Magestad». Poniéndose así
bajo el resguardo de un religioso, pretendía disipar las dudas que sobre
sus creencias suscitase su nacionalidad.
§ 11. Con cierto candor el portugués aseguraba que el rey de Persia
le había «hecho su Comisario» para con la Majestad Catjlica y Su Santidad. Auguraba grandes bienes para la cristiandad como resultado de la
embajada y, para encandilar el interés del monarca español, añadía refiriéndose al Sofí:
22
23
24
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706.
111 1, p. 200.
AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 972.
LUIS GIL
«Diome en prendas de su palabra un relicario de oro con un Chnsto
esmaltado y cortó un pedaco de la toca que traia en la cabeca y me
lo dio diziendo que io lo guardasse hasta que bolviesse ... Mostróme
una cruz que trae a raíz de las carnes de un palmo de grande y tocándome la manga de mi hábito halló unas disciplinas, las quales
guardó procurando primero de lo que simían, y lo mismo hizo de las
cuentas que yo traia al cuello las quales besó muchas vezes, dando
muestras de que sabía lo que aquello erapZ5.
El fraile insinuaba de este modo las simpatías procristianas del shah
Abbas.
12. Días después, estando ya en la ciudad de Casbín, fray Nicolás
de Melo entregó ambas cartas el 12 de Junio de 1599 a un armenio, Ángel~
de nombre, que había sido criado del duque de Mantua y que estaba
a punto de emprender viaje a Italia, juntamente con otra para el embajador español en Romaz6. En ella le ponía en autos de su gestión y le indicaba que sobre la persona de Antonio Shirley podía informarse del
«cardenal Alebrandinon (O 34) que era su agente en Roma. La vanidad
del portugués asomaba en su afirmación de que el gran Sofí «me ha mi
hecho tantas honras que es espanto, particularmente dándome siempre el
primer lugar». En la mencionada ciudad de Casbín, donde ambas comitivas se reunieron, se demoró la marcha durante ocho días por haber
mandado el rey de Persia que de esta ciudad se Sacase algún presente
para los reyes cristianosz7.Y esto le sirvió de coartada a Antonio Shirley
para lo que después se verá (O 34).
13. El armenio desde Casbín se encaminó a Trebisonda; tomó allí
embarcación a Constantinopla, y desde esta ciudad prosiguió el viaje hasta Venecia, Mantua y Roma. En Mantua informó a su antiguo amo de lo
sucedido y éste, a su vez, escribió al papa. El 31 de diciembre de 1599
Ángelo entregó al embajador español las cartas que traía para Su Majestad Católica, así como otras para don Cristóbal de Moura, don Álvaro
Cardona y el Secretario Juan de Ibarra. De viva voz le aseguró que el
Sofí era «moco de valor i inclinado a los cristianos, i trae un crucifixo escondido, sino que no osa declararse temiendo la alteración d e su reino»28.
Como excelente diplomático, el embajador, duque de Sesa, aprovechó la
estancia en Roma de fray Tomás Márquez para informarse de la personaIbid.
Ibid.
"
Rel. 111 1, p. 201.
28 AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 972. El embajador habla aquí erróneamente
de «un cierto Surianon al referirse al armenio.
25
26
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
355
lidad de fray Nicolás de Melo, recibiendo las noticias apuntadas arriba
( 5 4). Asimismo, logró enterarse de que el armenio había entregado cartas de Antonio Shirley a los embajadores del emperador y del rey de
Francia, los cuales se habían mostrado bastante escépticos sobre su contenido, y de todo ello dio cumplida cuenta a la corte de España. Su informe con la documentación adjunta, despachado el 31 de enero de 1600,
fue recibido en el Consejo de Estado el 22 de febrero de 1600, con unos
cuantos meses de antelación a la llegada de la embajada a Praga que tuvo
lugar el 20 de octubre de dicho año.
§ 14. Sigamos ahora los pasos de ésta. Desde Gueilán, tras azarosa navegación por el mar Caspio, llegó a Astracán, donde se encontró con otra
embajada del Sofí al moscovita. Todos unidos remontaron el Volga en barcazas, hasta que, al helarse sus aguas, les fue preciso proseguir el camino
hacia Moscú en trineos. Al vívido relato de la jornada hecho por Uruch
Bec, fray Alonso Remón añadió algunas anotaciones tomadas de Botero
que pueden verse en las Relaciones 1 y 11 del libro 111. Llegados a Moscú en
noviembre, la doble embajada fue espléndidamente recibida y agasajada por
el gran duque. Cusém Alibey y Antonio Shirley, sin embargo, se vieron
obligados a permanecer en aquella corte cinco meses «detenidos por las
grandes lluvias y nieve», al decir de Juan de P e r ~ i aLa
~ ~verdad
.
es que a las
inclemencias climáticas se unió el empeño del moscovita de no franquear el
paso a Polonia a la legación del persa y su insistencia en que debía poner
proa a Inglaterra en el puerto de San Nicolás (Arkángel). Evidentemente le
interesaba aprovechar la ocasión para abrir la vía de Moscovia a las 'mercadurías' que llegaban al Mediterráneo por territorios dominados por el turco. Hasta entonces sólo acudían al citado puerto dos mercaderes que tratan
en las partes septentrionales del Asia*, como se apunta en las relacione^^^,
procedentes de Francia, Inglaterra y Alemania. Y a dicho puerto efectivamente tuvo que encaminarse la embajada de Abbas, que abandonó Moscú
por Pascua de Resurrección.
De la etapa rusa del viaje hay que destacar dos hechos. En primer lugar la defección de fray Nicolás de Melo, que se quedó en Moscovia y se
negó a entregar las cartas que portaba, ya que, como le aseguró a fray Alfonso Cordero, se proponía tomar otro camino. Los motivos de esta decisión, que no supo, o no quiso explicar al embajador español en Praga
su acompañante, los deja, sin embargo, en claro Uruch Bec. En Moscovia
se quedaron cuatro criados, que se volvieron a Persia, y el fraile, al que
«hicieron diligencia de buscarle» sin poder dar con él.
356
LUIS GIL
«Sospechamos -comenta-"
que don Antonio Sherley le despareció, porque cuando veníamos navegando en las galeras por el río
Eder (Volga), lo tenía para matar en lo bajo de la galera, en un camarote, de donde lo sacamos los persianos. Decía el fraile que había
emprestado al dicho don Antonio mil escudos y noventa diamantes
pequeños, y que porque le pedía que le pagase, le quiso matar».
En el puerto de San Nicolás, don Antonio Shirley, bajo el pretexto de
que era mucho embarazo transportar los cofres con los presentes del shah
en la nave flamenca donde se disponían a embarcar, «por ser vieja para
llevar demasiado peso», y «que él tenía allí un grande amigo inglés, que
traía un navío muy fuerte y ligero, y aquél se los daría puestos en
Roma»32,consiguió que Cusem Alibey se los entregase, ya que traía instrucciones de obedecerle siempre por ser más práctico. Y en qué paró
este asunto se verá después ( O 29).
§ 15. Bordeando Suecia, en accidentada navegación en la cual no
faltaron ni las tempestades, ni un ataque de corsarios ingleses, los enviados del Sofí llegaron a Holanda, donde se tuvo que disfrazar de persa fray
Alfonso Cordero por indicación de Antonio Shirley, por ser aquél «lugar
de luteranos» que «harían pedazos al fraile, porque era p a p i s t a ~ Y
~ ~aquí
.
se modificó el plan del viaje. Desistiendo de zarpar rumbo a Inglaterra,
en una nueva embarcación se dirigieron al puerto de Endem en Alemania. Los particulares del recorrido y la admiración que produjeron en
Uruch Bec la riqueza del país y la pulcritud de sus ciudades, los puede ver
el lector en las Relaciones IV y V. El 20 de octubre de 1600 hizo su entrada solemne en Praga la legación del Sofí34.Salió a su encuentro Cristofal Popul, mayordomo mayor del reino a «un quarto de legua fuera de
la ciudad en nombre de Su Majestad Cesárean con toda la corte. A los
embajadores se les hizo subir a la carroza del emperador y al séquito en
otras nueve carrozas. Les escoltaron cuatrocientos hombres de a caballo.
Así al menos decía el informe del embajador don Guillén de San Clemenmientras que para los atónitos ojos de Uruch Bec fueron «más de
diez mil personas de ac~mpañamiento»~~.
3'
nico.
32
Rel. 111 3, p. 219, Uruch Bec menciona equivocadamente al fraile como domi-
Rel. 111 3 , p. 222. El retrato que hace aquí don Juan de Persia del inglés, como
«hombre de gran ingenio, aunque pequeño de cuerpo, amigo de grandes ostentaciones, a costa de las rentas que no le dio propias la fortuna»,concuerda con lo que de
él diría don Guillén de San Clemente (8 16).
33
Rel. 111 4 , p. 225.
34
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706 (carta de don Guillén de San Clemente del 21 de octubre).
35
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 707, fol. 25.
36 Rel. 111 5, p. 233.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
357
Si ese informe, con encomiable diligencia, lo envió don Guillén a la
corte de España al día siguiente de ocurrir los hechos, poco después (el
13 de noviembre) remitía una detallada relación del interrogatorio al que
había sometido a fray Alfonso Cordero, quien le puso debidamente en
autos de los fines de la embajada y de sus circunstancias ( O 8), le informó
de lo acontecido en Moscú con fray Nicolás de Melo ( 5 14) y le significó
las dudas que le producían las propuestas del gran Sofí37.Ofrecía libertad
de comercio a todos los príncipes cristianos a cambio de una liga contra
el turco. Pero esa oferta representaba un potencial peligro para la monarquía española, ya que a través del mar Caspio se podría dar paso a ingleses, flamencos rebeldes y a otras naciones al corazón de Persia, abriéndose así otra vía de acceso a las «mercadurías» de la China. Prometía
también la libertad de culto a la iglesia católica en su reino, pero en él no
había católico alguno. El nuevo informe de San Clemente que fue recibido en la corte el 2 de enero de 1601 venía a confirmar las noticias de
la embajada que, procedentes de Roma, obraban en poder del Consejo
de Estado con casi un año de antelación.
§ 16. Las instrucciones que en consecuencia recibirían tanto el
duque de Sesa en Roma, como don Guillén de San Clemente en Praga,
fueron las de especificar las proposiciones del rey de Persia y dar cuenta
detallada del protocolo seguido con sus embajadores en ambas cortes, ya
que la actitud del rey de España dependería de la adoptada por el emperador y el papa. Al duque de Sesa se le comunicaba que, si en Roma era
desestimada la embajada del Sofí, se procurase cortéstemente excusar su
venida a España38. Don Guillén de San Clemente escribe el 10 de marzo
de 1601 lamentando que la cancillería imperial demore informarle sobre
la respuesta dada a la legación del Sofí con la escusa de que se encargaría
de ese menester el embajador imperial K e ~ e n h i l e r ~
Pero,
~ . como excelente diplomático, hace constar que la «sustancia» de la misma era el
asentimiento del soberano a lo propuesto. Aprovechaba la ocasión para
incluir algunos datos de cierta relevancia. Los embajadores del persiano
estaban descontentos por las dudas surgidas en la corte imperial sobre si
era el persa o el inglés la 'cabeza' de la misión, cosa que, a su parecer,
carecía de importancia, al estar ambos de acuerdo en el mensaje transmitido. Insinuaba la contrariedad del inglés por los regalos recibidos, que no
alcanzaron sus expectativas, ni a cubrir lo que había derrochado con compatriotas suyos que habían acudido a verle de toda Alemania. Por lo
37
38
39
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 706.
AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 1856.
AGS, Estado, neg. de Alemania, leg. 707, fol. 23.
358
LUIS GIL
demás, aunque públicamente hacía profesión de hereje, le constaba que
se había confesado secretamente con el P. Buyza. Este ir siguiendo los
pasos de don Antonio le permitió a don Guillén concertar con él una entrevista y recabar su opinión sobre la situación interna de Inglaterra. De
gran secreto, don Antonio le confió que «Roberto Cicel, el secretario de
la reina, es el que sólo puede con ella». Hombre avaro y sensible al dinero, era el causante de su destierro. La guerra con Irlanda y Holanda,
el temor a Escocia y Francia, tenían «confundidíssimo aquel Reyno y a
todos muy cansados»40.
§ 17. El embajador español informó también que su colega francés
había tratado de apartarle a Shirley de su comisión, significándole la pobreza del emperador, lo que había sentado muy mal en la corte imperial.
Añadía que el duque de Sesa le había escrito dándole cuenta de que el
papa estaba al tanto de toda la negociación y con la mayor objetividad
significaba: «yo ni la apruebo ni la condeno, sólo escribo a V.M. lo que
ha pasado en esta corte». A mayor abundamiento, enviaba un dibujo del
sello del persiano que figuraba en la carta destinada al rey de Espaiia4'
y remitía una traducción al italiano de la credencial del inglés, en la que
claramente el shah manifestaba quién era su verdadero embajador. Tras
la presentación de «il Sr"Antonio Cerli, il quale dopoi la residenza, et servitii sua fatta alla Regia Corte nía, et acquistato da noi gran stima, et licenciato per tornar'alla sua istessa patria», el monarca hacía constar:
«habiamo espedito di queste parte per Arnbre.il nío stimatissimo et
considerato personagio Cusimali Bei, incompagnia del sopradetto Sr
Antonio et mandato in quelle parti per palesare et far sapere I'amicitia nía apresso la gran M'"
Para que en la corte española se tuviera noticia del protocolo seguido,
don Guillén, no sólo refería el recibimiento dispensado a los emisarios
del iraní, sino otras menudencias relativas a su alojamiento, manutención
y viático. A ambos embajadores se les asignaron aposentos separados
«con tapicerias, camas y otras cosas necessarias de su M.d». A1 inglés se
le dio «mesa franca con 48 platos de seruicio en dos uezes, y después
otras 24 tazas de postre». Cuando les recibía en audiencia el emperador,
les iban a buscar tres carrozas con sus lacayos. A su partida que tuvo lugar el 5 de febrero de 1601 les entregó dos mil quinientos «talleres por
ayuda de costa del camino y 13 carrozas pagadas hasta Noremberg».
Aparte de esto, «su M.d les hizo presentar a todos dos, dos aparadores de
40
41
42.
Ibid.,fol. 26.
Ibid., fol. 27.
Ibid., fol. 24.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
359
plata dorada. Al Inglés dos fuentes con sus jarros, siete copas grandes y
doze tazas, y a cada uno de sus officiales una copa de plata, y al Persiano
otras dos fuentes con sus jarros, doze tazas, seis candeleros y seis saleros,
y assimesmo se presentó a todos sus criados>>43.
§ 18. Con fecha del 4 de agosto d e 1601 don Guillén de San Clemente pudo enviar información pormenorizada de lo tratado por los embajadores del persiano en Praga, cuando ya estaba a punto de llegar Cusém
Alibey a la corte vallisoletana de Felipe II14. El gran Sofí hacía una serie
de propuestas, ofrecimientos y recomendaciones que se puede resumir en
los siguientes puntos:
- su amistad a todos los príncipes cristianos por el odio común al
turco.
- ponerse en pie de guerra, siempre que el peso de la misma no recayese por entero en sus espaldas.
- la supresión de todo comercio que reforzase las finanzas y recursos militares de la Sublime Puerta.
- la coalición, dinmiendo las mutuas diferencias, de los príncipes
cristianos frente al enemigo común.
- un plazo fijo para la iniciación de las operaciones.
- la movilización para la campaña de sesenta mil mosqueteros y
otros tantos jinetes, o más si era preciso, por su parte.
- rechazo de la guerra defensiva por ser «una perdita del tempo,
ruina delli huomini, delle facolta, et della riputazione».
- la ofensiva desde distintos lugares, no sólo desde Hungría.
- el envío de embajadores plenipotenciarios por parte del emperador y de los príncipes confederados.
- pacto de no tomar resolución alguna, sin el consentimiento
general o de la mayoría de los confederados.
- establecimiento en Persia de embajadas permanentes de los soberanos de Occidente.
- compromiso de no retirarse de la guerra sin el consentimiento de
los demás confederados.
- hacer la paz o pactar treguas conjuntamente.
A cambio d e la aceptación de estas condiciones el shah ofrecía:
- libertad a los cristianos de circulación y estancia en sus reinos,
con privilegios amplísimos para sus bienes, tráficos y negocios.
- garantías para el ejercicio público y privado de su religión.
- la imposición por parte suya a todos los cristianos de sus reinos
del acatamiento de la autoridad del papa.
- la observancia del pacto por sus sucesores.
43
"
Ibid., fol. 25.
Ibid., fol. 28.
360
LUIS GIL
Frente a todo ello urgía el pronto envío de embajadores acreditados
para conocer las intenciones de los príncipes cristianos.
O 19. Don Guillén de San Clemente envió, asimismo, copia de tres
cartas latinas, fechadas a 12 de diciembre de 1600, con las que contestaba
Rodolfo 11 a la embajada del Sofí45. Para asegurar la rapidez de la respuesta, enviaba una de ella a Roberto Shirley, a fin de que de su propia
mano la recibiera el shah. El emperador agradecía las buenas intenciones
del soberano persa, le comunicaba que ya se hallaba en guerra con el turco, asegurándole que pondría de su parte todo lo posible para comunicarse con los príncipes cristianos procul a se inuicem dissitos, et partim intestinis bellis, partim aliis impedimentis distentos, a fin de impulsarlos a la
empresa común. De momento, sólo podía prometerle que impediría en
sus reinos todo comercio con el turco y que, aunque fuera a costa de aumentar la presión tributaria de sus súbditos, continuaría la guerra, desestimando las proposiciones de paz que le venían haciendo Ibrahím Bajá y
el Khan de los tártaros. Le instaba a su vez al shah a unir sus fuerzas con
las del georgiano y las del gran duque de Moscovia, a quien escribiría en
este mismo sentido. Le manifestaba su esperanza de que, aun sin la ayuda
de otros príncipes, entre los dos podrían quebrantar el poderío otomano.
Por lo demás, le agradecía las facilidades prometidas a los cristianos y encomiaba el celo puesto en el cumplimiento de su misión por Antonio Shirley y Cusém Alibey. En la tercera de las misivas, a las consideraciones
anteriores añadía que rompería las hostilidades con el turco en la primavera próxima y que estaba aprestando los preparativos bélicos.
§ 20. Cuando todavía no habían hecho acto de presencia en Praga
los emisarios del persa, llegó a Roma el jesuita portugués Francisco de
Acosta, que había salido de la India en compañía de un compatriota,
Diego de Miranda, antiguo capitán que anteriormente había estado en
Ormuz. En el camino se separaron. El militar tomó la vía de Babilonia
y el religioso la de Persia, adonde llegó poco después de partir la embajada ( 5 22) y pudo, por tanto, recibir informes frescos sobre algunos particulares de la misma. Obligado a desplazarse a Venecia para cobrar cierto dinero que le habían remitido desde la India, Acosta se encontró allí
con don Diego de Miranda y con el armenio Ángelo que había llevado a
Roma las misivas de Melo y de Shirley ($9 12,13). Por entonces se hallaba
en dicha ciudad un noble persa, Assán de Bech, quien, bajo la apariencia
45
Zbid., fols. 50, 51, 52.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS I
361
de mercader, ocultaba la misión de reunirse con la embajada que le había
encomendado el ~ h a h ~ ~ .
5 21. Reconocido por Diego de Miranda, que había coincidido con
él en Ormuz, en ocasión de haberle enviado al prócer persa el shah como
emisario suyo al reino de Laor, pronto se entabló entre ambos una corriente de mutua simpatía que condujo a que el fzlso mercader le abriera
su corazón. Don Diego de Miranda le presentó al obispo de Pistoya y en
su presencia el persa reveló su secreto cometido. Preocupado por la tardanza de la embajada y desesperando de que pudiera ya arribar a su destino, Assán de Bech no tuvo empacho en confiar que su objetivo era el
de lograr la coalición de persas y cristianos contra el turco. Y llevando
aún más lejos las confidencias, les expuso las simpatías procristianas del
shah, basadas en la pertenencia a esta religión de su madre y esposa, y
su deseo de que el papa enviase a sus reinos sacerdotes de rito latino.
Dejó, asimismo, entrever una posible apetencia en su rey de conversión
y les confesó, en lo tocante a su persona, su íntimo afán de bautizarse que
reprimía el temor del escándalo que entre los suyos produciría semejante
ejemplo4'. Tan patéticas y conmovedoras fueron sus palabrás que el propio obispo y don Diego de Miranda no pudieron contener las lágrimas al
escucharlas. Se pensó en un primer momento que Assán de Bech fuera
a Roma a entrevistarse con el papa, pero, habida cuenta de los peligros
del desplazamiento, se decidió su regreso a Persia. No pudo, empero,
llegar, pues murió en el camino en tierra de turcos. El obispo envió una
detallada relación de los hechos al pontífice por medio de su hermano,
Antonio Abioso, a quien acompañaron Francisco de Acosta y Diego de
Miranda para dar cuanta información complementaria fuera menester.
§ 22. La del jesuita48 aportó algunos detalles de importancia, que
fueron omitidos ex profeso por Antonio Shirley y fray Nicolás de Melo
en el aviso de la embajada enviado desde Casbín. Francisco de Acosta
coincidió en Ispahán, adonde llegó el 12 de julio de 1599, con el hermano
del inglés, Roberto Shirley, y su séquito, con un mercader veneciano y
con el padre armenio que había hecho el viaje desde Ormuz hasta Ispahán
en compañía de fray Nicolás de Melo y fray Alfonso Cordero (§ 5). Nada
más llegar -decía- fueron a su encuentro «tres ou quatro mancebos Ingleses a caualo» a pedirle que se alojara en casa de su patrono «como
tinháo feito os frades que vieráo pr.O», pero, con la lógica desconfianza
46
AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630, fol. 121.
47
Zbid., fol. 68.
48
Ibid., fol. 69.
362
LUIS GIL
frente a herejes, rechazó cortésmente la invitación. Aceptó, en cambio,
la del armenio y esto le permitió enterarse de ciertos secretos, cuando entre ambos hubo la necesaria confianza para sincerarse. Su testimonio confirma la opinión sobre el «poco assiento y sustancia» del bueno de fray
Nicolás de Melo que tenía fray Tomás Márquez ( O 4). Yendo de camino
por tierras del persa, afirmaba el armenio, «fez taes cousas que me temi
que os mouros o matassem». Y no mayor seso denotó tener en Ispahán.
Alojado y agasajado por el astuto Antonio Shirley, quedó convencido de
las protestas de catolicismo de su huésped y se avino precipitadamente a
secundar sus planes. El inglés vio pintiparada la ocasión de acrecentar su
prestigio ante el monarca, si comparecía frente a él acompañado del fraile
agustino y si éste, silenciando en beneficio de la cristiandad las enemistades existentes entre Inglaterra, el Papado y España, se presentaba
como «procurador do Sumo Pontifice o do Rei de Hespanha» en viaje de
regreso para dar cuenta de su gestión. Más aún, le entregó al fraile «duas
boas espingardas e alguas pecas da India» para que se las ofreciese al iraní como obsequio de sus soberanos. Recibido el clérigo en audiencia junto con el inglés, que, por supuesto, abonaba sus aseveraciones, el shah
quedó convencido de la armonía existente entre los príncipes cnstianos y
de la «obediencia e o respeito que os Reis christiáos tem a o padre grande
de Roma», como así llamaba al Sumo Pontífice. De ahí esas sus grandes
muestras de deferencia al agustino, entre ellas el regalo de su cruz de oro
con diamantes y rubíes ( O 11) y las grandes esperanzas que concibiera en
el buen éxito de la embajada. Vista su manera de ser, tampoco extraña
que, a partir de ese momento, el bueno de fray Nicolás de Melo creyera
sinceramente representar los intereses del rey de España y de la Santa
Sede, como atónito comprobara fray Alfonso Cordero.
§ 23. También fue substanciosa la información que pudo obtener el
jesuita Acosta del mercader veneciano. Invitado éste a comer con Roberto Shirley por el shah en día de precepto, como se percatase el monarca
de que no probaba la carne, en tanto que el inglés daba buena cuenta de
ella, le preguntó el motivo de su abstinencia. Vino de esta manera a enterarse Abbas de las diferencias existentes entre católicos y protestantes
y en posterior audiencia le manifestó al veneciano su indignación por el
engaño de que había sido objeto por parte de Antonio Shirley y Nicolás
de Melo. Conocida la realidad, comenzaba a dudar del buen éxito de la
embajada. En posteriores entrevistas le comunicó que había enviado a
dos armenios con un nuevo mensaje al Sumo Pontífice y le confió su deseo de recibir sacerdotes católicos, pero no de la ralea del agustino, para
que predicasen y fundasen iglesias en sus reinos. Le demostró también
cómo, en gran parte, sus servidores eran cnstianos. Y todo ello lo pudo
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS I
363
compulsar Francisco de Acosta con el testimonio concordante de dos
mercaderes portugueses y del sacerdote armenio.
§ 24. No podían, pues, ser más halagüeñas las perspectivas de una
eficaz labor de evangelización y de una acción bélica que aligerase la presión otomana sobre Europa. Todos los informes llegados a la Santa Sede
coincidían en resaltar la buena disposición del shah Abbas para recibir el
mensaje cristiano. De ahí que, sin pérdida de tiempo, Clemente VI11 despachase a Francisco de Acosta y a Diego de Miranda a Persia con sendos
breves suyos (con fecha ambos del 24 de febrero de 1601) para el monarca iraní49y su esposa50, así como con unas instrucciones sobre el modus
operandi redactadas por el cardenal de San Giorgio el 28 del mismo
mes51.
Notificábale el papa al persa que, pese a no haber llegado a Roma todavía su embajada, tenía noticia cierta de su propósito por la conversación sostenida entre Diego de Miranda y Assán de Bech. Se congratulaba
grandemente de la buena disposición del monarca hacia sus súbditos cristianos y, de acuerdo con su deseo, estaba dispuesto a enviarle jesuitas
desde la India a predicar en Persia el Evangelio. Si con la ayuda de Dios
se convertía a la verdadera religión, sin duda alguna superaría en fama a
su antepasado Ciro y sojuzgaría a todos sus enemigos. Le notificaba la
llegada de sus emisarios Francisco Acosta y Diego de Miranda, buenos
conocedores de Persia y muy adictos a su soberano, esperando que los
acogiera con el mismo amor y honores con los que él recibiría a los suyos.
De la estrecha amistad entre la Iglesia de Roma, madre de todas las iglesias, y la corona de Persia dimanarían múltiples beneficios para ambas
partes, no siendo el menor la victoria sobre el enemigo común, qui intolerabili superbia, et insatiabili cupiditate dominandi omnia regna, omnes
prouincias sua tyrannide opprimere et durissimo servitutis iugo subjicere
auidissime desiderat. A tal efecto, el papa prometía no sólo seguir prestando ayuda al emperador Rodolfo, sino poner de su parte todo lo posible para persuadir a todos los príncipes cristianos a entrar en guerra con
la Sublime Puerta. Si el rey de Persia, con la fuerza de su ánimo, se resolvía a vengar las injurias recibidas, profecto fera illa et immanis bellua
undique vulneribus confecta prosternetur.
§ 25. El mismo tono, pastoral y diplomático, tenía la misiva dirigida
a la reina. No sine magna divini numinis providentia el potentísimo rey de
49
51
Ibid., fol. 65.
Ibid., fol. 66.
Ibid.. fol. 67.
364
LUIS GIL
Persia, nacido de madre cristiana, se había desposado con una cristiana.
Con la ayuda de Dios podrían cumplirse las palabras del apóstol Pablo:
sanctijicetur vir infidelis per mulierem fidelem. Y jcuántos beneficios para
el rey y para sus súbditos aparejaría esa posible conversión, aparte, claro
está, de la salvación del alma, inalcanzable fuera de la santa fe de Cristo!
Por ello la exhortaba a comprometer su autoridad de esposa en tan santo
menester: Dabis operam ut negocium sanctae religiorzis et perfectae amicitiae inter nos et Regem feliciter conficiatur et Rex iste magnus summo cum
nostro et totius Populi Christiani gaudio se ipsum Christo dedat. El padre
Acosta la podría consolar y, si fuera menester, instruir en todo lo pertinente a la doctrina católica, ut Deo perjfecte seruias eique sis quam gratissima.
O 26. Las instrucciones que Cinthio, cardenal San Giorgio, dio por
escrito a los emisarios de Clemente VI11 desarrollaban el doble aspecto
evangélico y político de una misión que se les encomendaba precisamente
a ellos por ser depositarios del secreto de Assán de Bech. Debían ocultar
el objeto de su viaje «con qualche pretesto colorato d'affari mercantili o
simile», salvo a las personas de las que pudieran esperar ayuda o consejo.
Una vez en Persia, se preveían las diversas contingencias con que podían
tropezarse. Si el shah estaba realmente dispuesto a convertirse, se le haría ver que para la culminación de su gloria sólo le faltaba salir «da gli herrori che tengono il mondo miseramente diviso», de los cuales era autor
«un vile Arabo Apostata, che s'arrogo nome di Profetta*. El monarca era
hijo de madre cristiana y, por afiadidura, príncipe de una nobilísima
nación que nada tenía que ver con turcos ni con árabes. En caso de encontrarlo irresoluto, se debía acudir a los buenos oficios de la reina, «movendola con l'interese della salute dell'anima, et della sicurezza, e's ampliatione delli stati, et con ogni altro incitamento opportuno», procurando, si pertenecía al rito griego, apartarla de su error. En caso de no tener,
como era presumible, el sacerdote acceso a la real fémina, debía procurar
al menos ponerse bajo su protección. Supuesto que el shah, «per mancamento di una perfetta illuminatione, o per timore di non alterare li Populi, et subditi», rehusase cambiar de religión, se debía conseguir que
permitiera, como el Gran Turco, la predicación del Evangelio en sus reinos, el libre ejercicio de la religión católica y la edificación de iglesias y
conventos, tanto más cuanto que así lo había prometido.
9 27. El cometido político de los embajadores se centraría en persuadir al soberano persa a romper inmediatamente las hostilidades contra
el turco. Que exaltasen la fama de su valor; que excitasen su deseo de
vengar las afrentas recibidas de la casa otomana «et quelle ancor che vengono fatte a lui medesimo nelle persone di Principi Georgiani congionti
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS I
365
seco con legami cosi stretti d'affinita, et d'amore»; que describiesen con
negras tintas la desolación de los territorios ocupados e hicieran hincapié
en la oportunidad del momento para declarar la guerra, señalando las debilidades internas de Turquía, gobernada por un qrincipe o Tiranno senza consiglio, et un gouerno pieno di debolezza». En cuanto a la situación
del Occidente, se les recomendaba minimizar los éxitos militares turcos,
encarecer la gran autoridad moral del papa y resaltar el poderío del
emperador y los recursos militares del Rey Católico, continuador de la
política de los monarcas portugueses, cuyas naves tantas veces habían derrotado las galeras turcas en el mar Rojo y sino Pérsico, impidiendo así
la expansión de la Sublime Puerta por toda el Asia. IJna vez tomada la
decisión, el soberano persa debía comunicarla a Roma cuanto antes con
un enviado «senza strepito o pompa». A don Diego de Miranda, como
entendido en la materia, se le daba el encargo de informar urgentemente,
en lo relativo al persa, de «tutti i particolari della sua potenza, dell'aderenze, de i disegni, et d'ogn' altro simile particolare».
28. El Sumo Pontífice dio cumplida cuenta de todo este negocio al
embajador de España en la Santa Sede, el cual escribió, a petición suya,
a don Luis de Gama, gobernador de Ormuz5', y a don Arias Saldaña, virrey de la India53, sendas cartas de presentación para el padre Francisco
Acosta, quien, una vez cumplida su misión con el shah, debía rendir viaje
a la India para informar de su resultado y recabar, en su caso, el envío
desde allí de padres misioneros a Persia. A ese mismo efecto, el padre general de los jesuitas escribió al provincial. Los dos portugueses, entre los
que surgieron al parecer algunas diferencias, decidieron tomar para su
jornada la vía de Moscovia. Fueron primero a Venecia, y allí les pudo ver
el embajador español, Francisco Vera, cuando estaban a punto de dirigirse a Praga.
O 29. Antes de su partida, se tuvo noticia en Roma de la llegada a
dicha ciudad de Antonio Shirley y de Cusém Alibey. Toca ahora seguir
los pasos de la embajada del persiano a la que dejamos ( O 17) en el momento de su despedida por el emperador. Desde Alemania prosiguió su
ruta por el itinerario descrito por Juan de Persia en su Relación VI. Una
vez en Italia, pasó de Mantua, donde fue bien acogida por el duque, a
Verona. Allí aguardó a que la Señoría de Venecia les concediese el permiso de entrada en la ciudad. Pero, hallándose en ella un embajador del
turco, no se atrevieron las autoridades a recibirla «porque no resultase
52
"
Ibid., fol. 74.
Ibid., fol. 75.
366
LUIS GIL
alguna novedad en daño de la cristiandad»54.En vista de ello, y con grandísimo enojo de Cusém Alibey, continuó la legación su camino hasta Ferrara, desde donde se le envió aviso al gran duque de Florencia de su inminente llegada. Acogidos y aposentados persas e ingleses con espléndida
hospitalidad en esta ciudad, se trasladaron después a Pisa donde se hallaba a la sazón el gran duque. De nuevo magníficamente agasajados, pasaron a Siena y allí esperaron la licencia de Su Santidad.
«Aquí en la ciudad de Siena -cuenta don Juans5- riñó el embajador de Persia con don Antonio Shirley, y llegaran las cosas a mal, si
el cardenal que había enviado Su Santidad no se hallara presente».
El motivo del altercado fue que Cusem Alibey le reclamó al inglés los
cofres con los presentes que había prometido poner en Roma.
«Y a lo que pareció, todo fue engaño, pues tales cofres no habían
venido a Roma, y el don Antonio debió de vender o cambiar en el
mar Báltico o Océano Septentrional a aquellos mercaderes ingleses el
valor de los siete presentes; y pareció después ser ansí, porque tuvimos aviso cómo se habían vendido las piezas de brocado y telas en
Moscovia».
§ 30. A partir de este momento la convivencia entre ambos embajadores se hizo imposible. El día 3 de abril de 1601, cuando se hallaban en
Viterbo a sólo cuarenta millas de Roma, «vinieron a las manos i el Ingles
dexó mal herido a uno de los Persianos que trae consigo el otro»56.Cusém Alibey no estaba en modo alguno dispuesto a consentir lo que le había sucedido en Praga, tanto más cuanto que había descubierto la calaña
de su colega. De ahí que las disputas sobre la precedencia arreciasen al
pretender «cada uno de ellos ser el embajador principal». Las cosas Ilegaron al extremo de que el papa tuviera que enviarles unos camareros suyos para ponerlos en paz, cuando todavía estaban en la huerta del marqués Arriano fuera de la Puerta del Pópulo. Allí salió a recibirles el prior
de Roma con la nobleza seglar, ya que, al ser emisarios de un rey infiel,
no quiso el papa que fuera a su encuentro eclesiástico alguno. A la entrada en la ciudad «volvieron a la misma competencia, i no fue menester
poco trabajo para aquietarlos». Resuelto el problema del protocolo como
buenamente se pudo y alojados en el Burgo en estancias separadas con
sus respectivos séquitos, ambos embajadores presentaron por separado
papeles a Su Santidad «alegando sus razones y acusando al compañero»,
54
56
Rel. 111 6 , p. 239.
Rel. 111 6 , p. 240.
AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630, fol. 88.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS I
367
hasta el punto de que se planteó el problema de encontrar «personas
desapassionadas que supieran la lengua persiana para interpretar las cartas, ya que cada uno traía su propio intérprete». Así era cómo una mirada imparcial, como la del duque de Sesa, veía los hechos. Pero, por
suerte, contamos con la versión al menos de una de las partes.
§ 31. Lógicamente, don Juan de Persia es en este punto más explícito y conviene cederle la palabra. A los tres días de estancia en Roma,
el papa envió a llamar al embajador persiano y éste
«envió a responder a Su Santidad que no podía ir aquel día a besarle
el pie porque faltaba el presente; que don Antonio le había engañado; y Su Santidad volvió a responder que fuésemos, que él se informaría de lo que era y mandaría remediarlo^^'.
Con este tira y afloja pasó algún tiempo, hasta que al fin, recibido en
audiencia, Cusém Alibey entregó la carta del rey de Persia a Su Santidad,
no sin aprovechar la ocasión para insistir una vez más en «el engaño y
cautela de don Antonio con los presentes». A lo que Clemente VIII,
como buen diplomático, replicó:
«Yo no castigo a los que vienen a mí, y más enviándolo de paz el rey
de Persia; llévenlo al rey de España, que él lo castigará».
De las cosas que aducía el inglés en su descargo alguna noticia tenemos (§ 34), pero ignorarnos en qué momento fue recibido. Lo cierto es
que la proximidad de la Semana Santa demoró las audiencias y que el
compás de espera sirvió para el mejor conocimiento de las personalidades
respectivas de ambos emisarios.
9 32. Merced a esta dilación, el duque de Sesa tuvo la oportunidad
de cumplimentarlos y de tomar más estrecho contacto con el inglés. Así
pudo comprobar la sinceridad de su conversión al c a t o l i ~ i s m osu
~ ~temor
,
a regresar a Inglaterra, precisamente por haber servido al rey de Persia
cuando la reina era amiga del turco, y su deseo de dar informaciones de
utilidad sobre la India. La recomendación por el duque de Sesa de su persona, como buen conocedor de los asuntos de Persia y del Oriente, habría
de pesar más adelante en la aceptación de ese ofrecimiento. Las noticias
del embajador en Roma sobre el inglés venían a coincidir con las que había enviado desde Praga don Guillén de San Clemente (§ 16).
El persiano, por su parte, intimó con Antonio Abioso por el trato que
éste tuvo con Assán de Bech. Pero la demora no calmó los ánimos de los
57
58
Rel. 111 6, pp. 241-242.
AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630, fol. 121.
368
LUIS GIL
recién llegados; antes bien, parecía encresparlos. El persa insistía en su
rango de embajador, puesto que era el portador de las cartas regias, a lo
que reargüía el inglés que las traía precisamente por su calidad de secretario. La disputa llegó al dominio público y la gente tomaba acaloradamente partido por uno u otro:
«a sido cosa graciosa -comentaba el duque de Sesa a Felipe 111-59
que, como si les importara algo, se a dividido toda esta Corte, desde
los ombres graves hasta los capateros i los mismos criados del Papa,
unos en favor del Inglés, i otros del Moro, i este parece que al fin a
quedado por más verdadero, porque siempre a hablado de una misma manera. El Inglés sin duda es ombre de invenciones i inconstante, aunque mui plático i bien entendidos.
Q 33. El papa, que prudentemente los había recibido por separado,
pudo percatarse en dos o tres audencias de que el mensaje portado por
ambos era el mismo y coincidía en lo fundamental con las noticias que le
habían llegado de Assán de Bech. Con una diferencia, sin embargo, de
matiz en lo referente a los ocultos deseos de conversión al cristianismo
por parte del shah. De ahí que redactara un nuevo breve6", cargando el
tono en lo político, en el que instaba al persa a atacar inmediatamente al
turco, prometiéndole la zyuda de los príncipes cristianos. La parte pastoral se limitaba a solicitar permiso para el envío a sus reinos de sacerdotes
católicos. La carta del shah, cuyos términos nos son desconocidos, no debía de diferir mucho en su tenor de la enviada al emperador Rodolfo.
Como urgía la pronta llegada de la respuesta a su destino, Clemente
VI11 decidió que Antonio Shirley la portara «secretamente i desconocido
y que a
con sólo una lengua i pocos criados por la via de Ale~andria»~'
España sólo fuera Cusém Alibey con los «moros» de su séquito. Era ésta
la forma más expeditiva y diplomática de acabar con tantos «dares y tomares». Aunque la catadura moral del don Antonio no fuera recomendable, su desenvoltura y su experiencia de las cosas de Oriente y Occidente
le hacía más adecuado para llevar con éxito el mensaje a su destino. El
papa le pidió al embajador español que escribiera sendas cartas de recomendación para Shirley y Cusém Alibey (por si el shah se decidía a enviarlo de nuevo a Occidente por esa vía) al gobernador de Ormuz, don
Luis de Gama62,y al virrey de la India oriental, don Arias de Saldaña63,
59
60
Ibid.. fol. 119.
Con kecha de 2 de mayo de 1601 (AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630,
fol. 102).
ÁGS, Estado, neg. de Roma, kg. 1630, fol. 117.
62 Ibid., fol. 113.
63 Ibid., fol. 112.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS I
369
cosa que éste hizo con fecha del 27 de mayo de 1601, advirtiendo a los
destinatarios que, si bien el inglés había sido hereje y enemigo de España,
ahora que se había convertido estaba dispuesto a servir al Rey Católico
y sus avisos podrían ser de suma utilidad por ser hombre muy 'plático' en
lo relativo a las Indias Orientales.
3 34. El carácter irascible y la codicia del inglés se pusieron una vez
más de manifiesto cuando tenía ya puesto el pie en el estribo para marcharse. Los mil ducados que le diera para el viaje el Santo Padre le yarecieron insuficientes y el cardenal Aldobrandino tuvo que añadir otros
cuatrocientos de su bolsillo para contentarle. Por si el escándalo había
sido pequeño, Cusém Alibey vino a poner el broche de oro a la embajada
al exigirle a don Antonio la lista de los presentes para los príncipes cristianos que le había entregado de parte del shah, «porque el dicho don
Antonio partió más de un mes antes i esperó al moro en un lugar de la
De todos
ribera del mar Caspio i aí le entregó el dicho presente» (4
ellos no quedaba el menor rastro. Shirley justificaba su ausencia afirmando que, por considerarlos de poca monta e indignos del soberano persa,
se los devolvió al rey secretamente, haciéndole creer a Cusém que se los
había enviado a la reina de Inglaterra. Su compañero de embajada argüía
«que la verdad es que assí del dicho presente como de otras cosas de valor que en Moscovia i otras partes le an presentado.. . todas se las a tomado el Inglés i aun el dinero, i todo a gastado a su voluntad»65.Lo cual,
por desgracia, era muy cierto, y explica lo que de la prodigalidadde Antonio Shirley en Praga contaba a Su Majestad Católica don Guillén de
San Clemente ( O 16).
§ 35. Antonio Shirley debió de abandonar Roma a últimos de mayo
de 1601. La ironía del caso es que los persas no se enteraron en absoluto
de la resolución tomada por Su Santidad; tan grande fue el sigilo con que
la diplomacia vaticana y el embajador español llevaron el negocio. Y así
podía escribir ingenuamente don Juan de Persia: «Y cuando quisimos
partir de Roma y miramos por don Antonio, no pareció él ni los ingleses,
porque se habían
El persa, por su parte, la dejaba el 6 de junio
de 1601 con un menguado séquito de «diez o doce moros», ya que tres de
los suyos se quedaron recogidos por el Romano Pontífice con el ánimo de
hacerse cristiano^^^. Clemente VI11 le dio a Cusim dos mí1 ducados como
64
65
66
Ibid., fol. 121.
Ibid.
Rel. 111 6 , p. 243.
Uruch Bec es más explícito. Como al partir advirtiese Cusém Alibey la ausencia de tres persas, volvió a Roma y acudió a Su Santidad, «y Su Santidad respondió
67
370
LUIS GIL
dietas de viaje hasta Barcelona y pasaportes para que pudiera atravesar
seguro con los suyos la Provenza y el <<Lenguadoc».Les hizo acompañar
de un intérprete, Tomás Armeno, que había servido años antes en la Biblioteca Vaticana, y de un canónigo de Barcelona, Francisco Guasch, en
calidad de «guía y mayordomo». Como la intención de Cusém Alibey,
quien en un primer momento parecía quererse ir por Ancona a Ragusa,
era la de ponerse en manos del rey de España y regresar por Lisboa en
las naos de las Indias, para demostrar la verdad de su misión, el embajador español tomó las medidas oportunas. Escribió al duque de Feria, virrey de Cataluña, y al duque de Alburquerque, virrey de Aragón, para
que atendieran debidamente al embajador y a su séquito, advirtiéndoles
que, fuera de los dos mil ducados que les había dado el papa, no llevaban
«más blanca» y sugiriéndoles que alguien les acompañase hasta Valladolid. El día 8 de junio enviaba a Felipe 111 una relación global de la embajada6*, de cuyos pormenores había ido informando tan puntualmente,
no olvidándose incluso de añadir que «el dicho embax."' Persiano sabe la
lengua Turquesca i assí no faltará en España quien también le entienda».
Que si de cautivos españoles abundaba la Sublime Puerta, tampoco andaba escasa por entonces de cautivos turcos la Católica Majestad.
8 36. Cusém con los suyos llegó a Génova el 21 de junio, prosiguió
el viaje por mar hasta Saona, y de allí por tierra hasta Perpiñán, donde
el alcaide les dio una escolta de treinta soldados para protegerles de los
bandoleros de Cataluña. ~ s ~ l é n d i d a m e nrecibido
te
por el duque de Feria
en Barcelona el 18 de julio69,como también lo fuera después en Zaragoza
por el de Alburquerque, ambos ya debidamente informados e instruidos,
hizo su entrada en Valladolid el 13 de agosto70. De los festejos y agasajos
de que fue objeto, así como del recibimiento del embajador por parte de
Su Majestad Católica da una vívida descripción don Juan de Persia en sus
Relaciones. Nada dice, como es lógico, del contenido de la embajada. Cusém Alibey entregó a Felipe 111 una carta que contenía muchas alabanzas
que la ley de Dios era muy suave y que a nadie llamaba por fuerza; que libres eran,
que hiciesen lo que quisiesen, que su voluntad estaba en sus manos». El embajador
«los habló aparte, y viéndolos tan constantes y firmes en ser cristianos, los dejó» (Rel.
111 6, p. 243).
68 «Relacion de la embax.*" que el Rei de Persia envio con Don Antonio Sirlei
Ingles i Cussain Alibech Persiano* (AGS, Estado, neg. de Francia, leg. K 1630, fol.
121).
69 Consigna la fecha Luis CABRERA
DE C ~ R D O B Relaciones
A,
de las cosas sucedidas en la Corte de Esparía, desde 1599 a 1614, p. 109 (citado por N. ALONSOCORTÉS,
Rel., p. 23, nota 1).
Luis CABRERA
DE C ~ R D O B A
o.c.,
, p. 111 (cf. N. ALONSOCORTGS,Rel., p. 23,
nota 2 ) .
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
37 1
de su grandeza y la expresión del «deseo vehemente de estrecha amistad
y confederación» con el rey de España del soberano persa. Con ella entregó un memorial e n el que se pedían cosas muy concretas: la inmediata
respuesta por medio de un embajador que acompañase al suyo en su
regreso y la corrección de ciertos abusos que se daban e n Ormuz e n lo
tocante al comercio con Persia. Examinados ambos documentos, el Consejo de Estado emitió dictamen de que
«tiene por de mucha consideración e importancia la amistad y confederación con el Rey de Persia, assí por su grandeca, como por ser
enemigo capital del turco y tan vezino a Ormuz que se podrá esperar
mucho prouecho de su buena correspondencia; y assí será muy bien
acetar su offerta y responder a sus cartas con mucha demostración de
buena voluntad, y que para assentar esta amistad y confederación vayan de acá dos personas, una seglar que sima de embaxador, y otra
ecclesiástica que le assista y procure introduzir allá el culto divino,
pues este embaxador a dicho que se permitiría al que fuere de acá
que tenga iglesia y sacerdotes, y podría ser que por este camino
abriese nuestro señor puerta a la conuersión de aquellas gentes, mayormente siendo la Reyna, como se entiende que es, christiana~~'.
§ 37. Sobre la respuesta, el despacho y las dietas de viaje de Cusém
Alibey, hubo pronto acuerdo72y con fecha de 8 de octubre ya estaba preparada la carte de Felipe 111 al shah Abbas y la contestación al memorial.
Era el tenor de la ~ r i m e r a ' ~ :
«Don Phelipe por la gracia de dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Hieru(sal)em, de Portugal, de Nauarra y
de las Indias, etc." Ser(eníssi)mo y Potentíssimo Príncipe Sah Abbas,
Rey de Persia, n(ues)tro muy charo y muy amado amigo.
AGS, Estado, Costas de África y Levante, leg. 493.
El Consejo informó el 7 de septiembre de 1601 proponiendo que se le entregasen 2.000 ducados para el viaje a Lisboa. Que allí se le diera de comer y otros 8.000
ducados «y si pudiesen ser diez, sería mejor, y que demás desto se le dé matalotaje
para la navegación*. El rey aprobó la propuesta, con la salvedad de que se le descontaran de dicha suma los gastos de manutención (AGS, Secretaría de Estado, leg.
2636, fol. 44). Narciso ALONSO
CORTCS,
que cita este documento, añade (Rel., p. 251
DE C ~ R D O B
(o.c.,
A p. 122) en el que se precisa
notas 1 y 2) un pasaje de CABRERA
que, a los 2.000 escudos y a los 8.000 que se le habrían de entregar en Lisboa, el rey
añadió el regalo de una «cadena de 600 y cuatro de 200 a los que con él venían». Allí
mismo se afirma, lo que no es cierto, que al embajador no se le dio «carta porque no
la trajo de su Rey, sino solamente de creencia, y lleva respuesta a boca»; cf. nota 75.
73 AGS, Estado, Costas de Africa y Levante, leg. 492. Se conserva copia en el
Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, fondo Santa Sede, leg. 15, fol. 257.
71
72
LUIS GIL
Hauiendo llegado a esta Corte Cusem Alibei embax(ad)or de V.
Ser(enida)d fue acogido con mucho amor y Voluntad, como cosa
suya, y yo rescibí part(icu1a)r contentami(ent)o con dos cartas que
me dio de V. Ser(enida)d y todo lo que me ha d(ic)ho de su parte,
con lo qual y la buena fama que ay por el mundo de las obras de V.
S(erenida)d muestra bien lo que se precia de corresponder al antiguo
Valor de sus antecesores, y aunque por esto he hecho yo mucha
estimación de su persona, será de aquí adelante mayor, por Ver el
generosso ánimo con que me offresce su amistad y lo que muestra
dessear la mía, de que quedo muy agradecido. Y para que V.
Ser(enida)d esté mas cierta della he resuelto de embiar persona,
como lo pide, para que le Vissite de mi parte y trate de lo que conviniere, dándome nueuas de su salud y de todo lo que fuere gusto
suyo, a que acudiré yo con la Voluntad que es justo y siempre esperaré de parte de V. Ser(enida)d muy buena correspondencia en todo.
Y holgaré mucho que nos comuniquemos n(uest)ros intentos y lo que
se huviere de hazer contra el enemigo común, según el tiempo y las
occasiones. Y acepto la ayuda y confederación que me offreze con la
buena Voluntad y ánimo que del embax(ad)or n(uest)ro que allá yrá
se entenderá más particularmente y también de lo que se ha respondido por escrito al d(ic)ho embax(ad)or Cusem Alibei, el qual se ha
gouernado por acá tan cuerdamente que muestra bien la prudencia
de quien le ha embiado y por esso se ha tenido con su persona, regalo y comodidad, la quenta que él dirá, con lo demás que V. Serenidad quisiera saber. Dios g(uar)de a V. Ser(enida)d y le dé mucha
felicidad en lo espiritual y temporal de su persona e Intentos.
§ 38. También se dio respuesta por escrito a lo representado por
Cusém Alibey de parte del ~ h a h ' ~Que
.
Su Majestad se había holgado
mucho con la venida del embajador y que la confederación q u e ofrecía el
rey de Persia era digna de príncipe tan valeroso y habría de ser muy provechosa para ambos. Que estaba de acuerdo también con lo propuesto
acerca del repartimiento de tierras que se conquistasen al turco mediante
dicha confederación. Que por despacho firmado de su real mano se
ordenaba al capitán y gobernador de la fortaleza de Ormuz (y al virrey
de la India que vigilase su cumplimiento) que a los vasallos del rey d e
Persia .se les hiciera «buen tratamiento y acogimiento en Ormuz», sin
imponerles más
74
«LOque Su M.d del Rey Catt.Mnfo seiior es seruido que se responda de su
parte a lo que Cusem Alibey embax.Or del Ser.moRey de Persia le ha representado
dela de su Ser.d»(AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 1856). Copia en el AMAE, SS,
leg. 15, fols. 254-256.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
373
«tributos y derechos que los que ordenaren los regimientos y provissiones, conforme a lo que de tiempos antiguos hasta agora se ha acostumbrado y a los que acudieren allí con cauallos y otras mercadurías
las dexen vender por los precios y estado de la tierra y que no lo impidan, ni dilaten la venta dellas, ni se las tomen contra su voluntad
ni por menos de lo que valieren y que las mercadurías que les dieren
vendidas o en pago de otras no sean por mayores precios de los que
valieren comúnmente en la tierran.
Que desde Lisboa se enviaría persona que fuese con el embajador
para estrechar la amistad, ya que se había decidido su regreso desde dicha
ciudad por la «facilidad de embarcación que allí ay cada año para Ormuz». Que encargaba al marqués de Castel Rodrigo, su virrey, que en la
primera flota de naos «que saliere de allí para la India le haga acomodar
y auiar dandole el matalotaje necessario y que mientras allí estuuiere esperando embarcación le haga la comodidad y regalo que es justo». Por ú1timo, atendiendo a la queja del shah, se ordenaba que las barras de hierro
que se exportaban de Portugal a Ormuz para hacer espadas se hicieran
«quatro dedos más largas*, por ser las enviadas hasta el momento cortas
«y no tener allá industria para añadirlas».
39. Aprobadas las dietas que se debían dar al embajador y a su sédecidido que le acompañase hasta Lisboa el canónigo catalán
Francisco Guasch, que no se había separado de la comitiva en ningún momento, y puesto a su disposición (probablemente porque el armenio cedido por el papa había regresado a Roma, una vez cumplida su misión)
como intérprete a Diego de Urrea76,criado de Su Majestad, Cusém Alibey salió de Valladolid el 11 de octubre77para dirigirse a su destino, con
la calma que le daba el saber que las naos de las Indias orientales no zarparían hasta marzo de 1602. Con muy distinta rapidez, el 14 de octubre
Felipe 111 enviaba una carta a don Cristóbal de Moura, marqués de Castel
Rodrigo, su virrey en Lisboa, consultándole sobre el despacho y la per§
Las cuentas de Uruch Bec no cuadran exactamente con las de CABRERA
DE
CORDOBA(cf. nota 72). Según el persa, «su Majestad mandó enviar una cadena de
oro al embajador, que pesaba quinientos escudos, y a cada uno de los tres caballeros
que habíamos quedado, una cadena de 3.000 reales de valor, y otras de menor peso
para los criados, y una carta para el rey de Persia, y diez mil ducados de ayuda de
costa, y mil ducados para hasta Portugal y ayuda de costa al canónigo que vino con
fiosotros, y orden para que se nos diese embarcación en Lisboa a costa de su Majestad, ansí el flete como los mantenimientos, sin que nos costase blanca hasta ponernos
dentro del reino de Ormuz y de Persia» (Rel. 111 7, pp. 248-249).
76
77
Rel. 111 7, p. 249.
Señala la fecha CABRERA
DE CORDOBA.
374
LUIS GIL
sona que había de «ir al Rey de Persia en compañía de su embajador»,
así como sobre el importe de sus dietas78. El Consejo había propuesto
para este cometido a Antonio de Escobar. A vuelta de correo, Cristóbal
de Moura contesta el 27 de octubre79, estimando acertada la elección de
la persona, por «las buenas partes, Amor y cuydado, con que siempre ha
tratado los negocios que se le han cometido», aunque advierte que, si había «de llevar nombre de embaxadom, convendría «que fuesse persona
de más qualidad», conforme lo habían sido los anteriores legados, porque
«los Moros son vanos, y este es gran Rey como V. Mag.d saue, y su embaxador lleuará bien entendida la qualidad del embiado, pues le ha conoscido acá». Si no llevaba ese nombre, le parecía bien la designación.
En cuanto a las dietas, calculaba que «se le podrían dar mil1 ducados, y
en la India dos para salir de allí y otros tantos cada año de los que se detubiesse allá».
§ 40. En lo tocante al despacho con el rey de Persia del eventual
embajador, don Cristóbal de Moura advertía:
«para esta Corona no tenemos que pedir al Rey de Persia, porque el
está lexos del castillo de Ormuz, que es lo mas cercano que V. magd
tiene hazia aquel Reyno, y métense en medio otros Reynos menores
como son el de Ormuz, y el de Lara, que son súbditos del Persiano,
aunque el de Ormuz paga parias y Vasallaje a V. M.d; y assí para
estas partes, como queda dicho, no ay que aduertir al que fuere, mas,
si en algun tiempo fuesse necessario hazer pessar al Mogor, que es el
mayor Rey que tenemos en la India Vezino y Amigo a ora, le podría
el Persiano hazer guerra por el Reyno de Sinde, que es del Mogor,
y confina con el de Persia, mas no se le puede tratar desta plática, si
no fuesse en secreto, por no ofender al Mogor, que, como queda dicho, es el que más se puede temer en las partes de la India, por lo
que de poco acá ha acrescentado a su Imperio, metiendo en él los
Reynos de Bengala, y de Camboya, que todos son Vezinos
n(uest)ros. Y assí las Vezes que el Rey que aya gloria le escriuió,
nunca trató de otra cosa, que de ariimalle contra el Turco, y offrescelle que por acá sería gallardamente ayudado, para que todos en vn
mismo tiempo hiziessen daño al enemigo commún*.
8 41. El virrey de Portugal insinuaba que el embajador «también pudiera ser persona plática de las cosas de la India», recalcando que «así las
mas Veces se ha commetido a los Vireyes que de allá los embien». Y el
tiempo habría de darle la razón. Comunicado a Antonio de Escobar el
78
AGS, Estado, Costas de Africa y Levante, leg. 493.
"
Ibid.
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
375
nombramiento de Su Majestad, agradeció la merced que se le hacía, pero
se excusó «por hallarse con edad, poca salud y quebrado de ambos lados
y no poder por esto andar a cauallo ni acudir como conuiene a las obligaciones de aquel puesto»80. Visto el escrito de don Cristóbal de Moura
y la justa disculpa de Escobar, el Consejo de Estado el 6 de noviembre
de 1601 entendió que «se podría ordenar al d(ic)ho marqués proponga
personas de la calidad y partes que entiende debe tener la que huuiere de
yr con nombre de Embax(ad)or, que sean de las que acá ay, por que se
tiene por más conueniente el embialle de acá que no que vaya de la India>>81.
A finales de mes todavía no se tenía dilucidada la cuestión, según
lo indica el informe enviado por el rey a sus embajadores en Praga y en
Roma, con fecha del 24 del mismo, sobre «lo que se hizo con el embajador de Persia».
«Todo se ha hecho --decía Felipe 111 al duque de S e ~ a ~ con
~ - el
fin de prendar más al Rey de Persia en su buen propósito y de no dexar perder por mi parte la occasión que allí assoma de tanto servi(ci)o de Dios y bien común de la chnstiandad a que van enderecados mis desseos, y por dar más calor a esto, se trata agora de embiar
persona de mi parte, como lo ha pedido el dicho Rey. He querido
auisaros de todo esto, para que lo tengays entendido y lo digais a
quien os paresciere que conuiene, supuesto que Vna de las causas
mas principales que me mueuen a procurar conseruar esta amistad es
aliuiar al emperador, mi tío, con la diuersión que por aquella parte
se le puede hazer al Turco, que es de tanta consideración como ha
mostrado la experiencia».
§ 42. Cusém Alibey abandonó Valladolid con el buen recuerdo de
los miramientos que con él y los suyos se habían tenido, pero con la enorme amargura de ver la defección de su propio sobrino Alí Guli Bec, que
allí se quedó, entregado a los padres jesuitas «para que lo instruyesen en
la fe, y lo hiciesen catecú me no^^^. Sorpresas mayores le aguardaban en
su camino a Portugal y en su estancia en Lisboa. Con su ya harto menguado séquito de moros, eligió un itinerario, por decirlo así, «turístico»,
para encaminarse pausadamente a su destino. Segovia, Balsaín, El Escorial, La Zarzuela, la Casa de Campo, Madrid, Aranjuez, Toledo, Trujillo
fueron algunas de sus etapas. Pero un trágico percance vino a enturbiar
en Mérida la placidez y el gozo del camino. Como se arremolinase un
Ibid.
Ibid.
s2 AGS, Estado, neg. de Roma, leg. 1856. El original de la carta puede leerse en
el AMAE, fondo SS, leg. 15, fol. 254.
83 Rel. 111 7, p. 248.
si
LUIS GIL
gran gentío a la puerta del aposento de los persas, movido por la curiosidad de contemplar tan exóticos personajes, y les impidiese la entrada el
alfaquí Amir, «un hombre descomedido y de malas entrañas* le mató de
una puñalada, sin que fuera posible, dada la oscuridad de la noche y el
consiguiente revuelo, encontrar al asesino. Al dolor de la pérdida del
compañero, a la amargura de no hallar la satisfacción debida al crimen,
se vino a sumar la vergüenza del escarnio. El cadáver fue enterrado «a la
usanza de Persia, con las ceremonias de allá, en el campo» por los siiyos.
«Cosa -comenta don Juan de PersiaS4- que salió toda la ciudad a verla
y causó mucha risa». Así que, con esta macabra despedida, los persas
prosiguieron su camino hasta Badajoz y desde allí rindiercn viaje en
Lisboa.
§ 43. Recibidos con gran pompa por el virrey, don Cristóbal dc
Moura, y regalados con la proverbial hospitalidad portuguesa, pasado algún tiempo Cusdm Alibey despachó, junto con el canónigo Guasch, a
Uruch Bec a Valladolid para que diera cuenta a Su Majestad de lo sucedido. Con las visitas que en esta ciudad hizo a su compañero Guli Bec y
a los padres de la Compañía, el persa sintió la comezón de la fe y, adoctrinado por don Álvaro de Carvajal, capellán mayor y limosnero mayor
del rey, recibió el bautismo, junto con el sobrino del embajador, en brillante ceremonia, en la que actuaron de padrinos los propios reyes. Tomaron, respectivamente, los nombres de Juan y Felipe de Persia. Disimulando su conversión, con sus ropas de persiano, don Juan regresó a Lisboa con el intento de volver a su país para traerse de allí a su mujer y a
su hijo. Su nueva condición le hacía rehuir el trato de sus compañeros,
con excepción de Boniat Bec, su íntimo amigo, que también acabaría
convirtiéndose al cristianismo y habría de llamarse don Diego de Persia.
Y así anduvo fingiendo, hasta que, descubierto su secreto por el embajador, la situación se hizo insostenible. Tras un violento altercado entre
ambos en el que salieron a relucir las espadas, tras librarse de un intento
de asesinato, don Juan y Boniat Bec se pusieron bajo la protección directa del virrey, quien a escondidas de Cusém Alibey les envió a Valladolid.
Desde ese mismo momento ambos amigos sabían que el regreso a la patria les estaría vedado para siempre.
§ 44. Y así, según se mire, con un éxito o un fracaso, terniin6 la embajada. Cusem Alibey regresó a Persia con una exigua parte de su séquito, sin que le acompañase el embajador del rey dE España solicitado por
su soberano. Felipe 111 finalmente siguió el consejo que le diera don
LA EMBAJADA DEL SHAH ABBAS 1
377
Cristóbal de Moura y ordenó al virrey de la India, Arias de Saldaña, y al
arzobispo, Alejo de Meneses, que enviaran a Persia religiosos agustinos
para que «fuessen continuando con la persuasión de guerra contra el Turco» y prometiendo de parte de Su Majestad «que haría continuar la guerra contra el Turco por Alemania». Para este menester fueron elegidos
fray Jerónimo de la Cruz, fray Antonio de Gouvea y fray Cristóbal del
Espíritu Santo, quienes, a fuer de leales vasallcs, cumplieron lo mejor
que pudieron ese poco cristiano cometidos5. De esta manera se iniciaron
unas relaciones diplomáticas que durarían varios años, hasta que Abbas
1, harto de engaños y de falsas promesas, decidió en 1622 recabar la ayuda de naves inglesas para tomar el islote de Ormuz. Pero, esto, así como
el destino ulterior en Espaiia de los tres caballeros, don Juan, don Felipe
y don Diego de Persia, es otra historia.
Luis GIL
Universidad 'Complutense
AGS, Estado, Costas de África y Levante, leg. 495.
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
EN EL ISIDRO DE LOPE DE VEGA
Es el Moretum de la Appendix Vergiliana un poema singular e insólito, que no sin vacilaciones se podría encuadrar en alguno de los géneros
literarios de la Antigüedad clásica. Curiosamente, después de siglos de
casi total desatención - q u e en igual medida afectaba a toda la Appendix- por parte de nuestros filólogos, ha brotado hacia esta pieza un súbito interés, avivado sin duda por las conmemoraciones del bimilenario
de la muerte de Virgilio. Tres traducciones han aparecido de ella en los
cuatro últimos años, acompañadas de sendas exégesis las dos primeras e
integrada la última en un compendio de poesía bucólica grecolatina: son
las de A. García Calvo1, J. de Echave-Sustaeta2 y M. Fernández Galiano3. Con alguna anterioridad M. Rodríguez-Pantoja se había hecho cuestión de la métrica4, de la lengua y del estilo de la obra5 en un par de artículos; recientemente F. Moya del Baño6 la hacía objeto de una revisión
y valoración global junto con las restantes de la colección en que se integra. Y M. Dolc, finalmente, en el último número de esta revista vuelve
a pronunciarse sobre la cuestión literaria e histórica del poema7.
A la bibliografía sobre el tema se añaden así novedosos atisbss y tomas de postura frente a la vieja y controvertida polémica sobre la autoría
virgiliana. García Calvo pone el Moretum como ejemplo de cómo en la
Antigüedad lo poético se define sobre todo por relación a la forma, al ritmo y a la construcción, más que a la semántica, en contra de lo que
'
«A los dos mil años de muerte de Virgilio. O sobre las técnicas de la poesía en
torno a una versión del Moretum virgiliano», Investigación y ciencia, Madrid, 1981.
«El Moretum, poema juvenil virgiliano», Anuario de Filología 8, 1982,
pp. 43-56.
Títiro y Melibeo. La poesía pastoril grecolatina, Cuadernos de la Fundación
Pastor, núm. 32, Madrid, 1984, pp. 313-316.
«La métrica del Moretum pseudovirgiliano», Habis 7, 1976, pp. 125-158.
«El Moretum, estudio lingüístico y literario», Habis 8, 1977, pp. 117-148.
~Virgilioy la Appendix Vergiliana*, doblemente publicado en Helmantica 33,
1982, pp. 407-447 y en las actas del Simposio virgiliano conmemorativo del bimilenario
de la muerte de Virgilio, Univ. de Murcia, 1984, pp. 59-99.
«Paradojas del Moretumn, EC 88, 1984, pp. 253-262. Del mismo autor ha aparecido ya un primer volumen de la traducción catalana de la Appendix (Barcelona, col.
Bernat Metge, 1982), pero entre las obras traducidas en él no se cuenta el Moretum.
'
380
VICENTE CRIST~BAL
parece suceder actualmente. Y es que, efectivamente, para el concepto
contemporáneo de lo poético, que por herencia romántica tiende a circunscribirse a lo lírico (expresión anímica, amores, melancolías, ternuras,
evocación de paraísos perdidos y pocas cosas más), resulta verdaderamente extraño un poema como éste que tenga por objeto retratar los ademanes mañaneros de un labrador preparándose el almuerzo antes de salir
al campo. Echave-Sustaeta destaca las coincidencias y divergencias entre
el estilo del Moretum y el virgiliano, pero a la postre se inclina por la paternidad del (antuano con respecto a la obra, como deja bien reflejado
en el título e su artículo. podríguez-Pantoja, en cambio, se opone a la
autoría virgiltana basándose en argumentos métricos y lingüísticos, sefiala
la dependencia de Ovidio y se inclina por fecharlo, tardíamente, a mediados del siglo ;II. F. Moya esgrime sus argumentos en apoyo de la paternidad virgiliana, insiste en la muy probable imitación que en esta obra se
haría de otra de Partenio con igual título y tema, e incluso explica el apelativo Parthenias, con que en Nápoles tildaban a Virgilio sus compañeros,
como significando nu «virginal» sino más bien (<seguidorde Partenio».
Por último, M. Dolc se fija en las diferencias de estilo y temperamento
que con respecto a la obra de Virgilio se translucen en el poema; lo fecha,
sin embargo, contemporáneamente al poeta «en el crepiúsculo de la República o en los primeros años del Imperio».
4
A mí se me ocurren algunas observaciones - c o m o reflexión previa al
acerca del género poético en
asunto que a estas líneas me ha llamad*
el que se encuadra dicho poema. Esa extrañeza con la que -según puntualiza García Calvo- un lector de hoy, marginado de las letras grecolatinas, leería el Morettlm es, en efecto, mayormente fmto del estrecho
campo temático en el que nuestra costumbre ha encerrado lo poético;
pero aun así, mirada la obra en el contexto de la literatura antigua, no
deja de aparecérsenos como singular e insólita, según arriba decíamos.
Pues ni es de argumento mítico como solían serlo los epilios, ni tiene
conflicto propiamente dicho como para incluirlo, siquiera sea excepcionalmente, dentro de este género, a pesar de su asunto realista-cotidiano;
ni lo consideraríamos tampoco poema bucólico en sentido estricto, habida cuenta de que no aparece pastor alguno, a no ser que se entienda,
como se entiende a menudo, por pastoril todo lo literario que ofrezca temática campestre: ésta es precisamente la razón por la que M. Fernández
Galiano lo incluye, en su libro; ni tampoco cuadra bajo el rótulo de «poema didáctico» por cuanto que no hay enseñanza ninguna ni sintagmas impresivos - c o m o sí que los hay, por ejemplo, en las Geórgicas-. Lo que
sí parece evidente es su vinculación con los ideales estéticos alejandrinos,
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
381
en aquella su oposición al gran poema épico al estilo de Homero y aquella
su preferencia por los poemas breves y de asunto no altisonante. En esta
línea se situaban los Zdilios de Teócrito, y de ello ya es claro indicio el diminutivo con que se titulan, obra ésta que, a pesar de haber puesto los
cimientos para el género bucólico, no es, como bien se sabe, únicamente
bucólica; muchos de los «cuadritos» son escenas en las que intervienen
personajes ajenos a la pastoría: mujeres de ciudad, hechiceras, pescadores o segadores; aunque predomina la forma dramática, se agrupan asimismo bajo tal título poemas narrativos de tema mitológico, que son claro exponente de lo que denominaríamos «epilio», de modo que el concepto de «idilio» es extraordinariamente amplio. Y ahí también tendría
cabida el Moretum, aunque, eso sí, tendríamos que precisar la contaminación que se da en dicha obra de forma narrativa, propia del epilio, y
tema realista-campestre (ya sea bucólico, piscatorio, agrícola o urbano),
propio del idilio dramático. La escena, por ejemplo, que se nos ofrece en
el idilio 11 teocriteo, la hechicera que, ayudada de una sirvienta, se dedica
a operaciones mágicas, poniendo buen cuidado en que no falte ingrediente alguno, presenta cierta similitud de planteamiento con las acciones de
Símilo, ayudado por su criada Escíbale, argumento del poema que nos
ocupa. Sobre este realismo del Moretum volveremos luego.
Pero el objetivo primordial que me ha movido a escribir las presentes
páginas ha sido el de resaltar la presencia de este poemilla en la obra de
uno de nuestros más esclarecidos escritores. Pues de pieza tan marginal
en su contexto y tan marginada hasta los últimos años en nuestros estudios, se encuentra en el Isidro de Lope de Vega una preciosa reminiscencia digna de ser alumbrada y comentada. Años más tarde de la publicación del Isidro, en la silva V de la Gatomaquia, se referirá nuestro Fénix
al Moretum y, haciéndose eco de la común opinión de su época, lo mencionará como obra de Virgilio; dicha referencia se inserta en una nutrida
lista de obras y autores, casi todos ellos antiguos, que trataron en verso
temas humildes, y la trae a colación el poeta para justificar el argumento
de su epopeya burlesca. Hela aquí:
Mira si de Virgilio fueron tersos,
cuya princesa pluma fue divina
cuando escribió el Moreto, que en la lengua
de Castilla decimos almodrote,
sin que por él le resultase mengua,
ni por pintar el picador mosquito.
Y ¿quién habrá que note,
aunque fuese satírico Aristarco,
de Ulises el diálogo a Plutarco?
VICENTE CRISTÓBAL
La calva en versos alabó Sinesio;
gran defecto tartesio:
quiere decir que hay calvos en España
en grande cantidad, que es cosa extraña,
o porque nacen de celebro ardiente.
Y también escribió del transparente
camaleón Demócrito,
y las cabañas rústicas Teócrito,
y tanta filosófica fatiga
Diocles puso en alabar el nabo,
materia apenas para un vil esclavo,
el rábano Marción, Fanias la ortiga,
y la pulga don Diego de Mendoza,
que tanta fama justamente goza.
Y si el divino Homero
cantó con plectro a nadie lisonjero
la Batracomiomaquia,
¿por qué no cantaré la Gatomaquia?
Fuera de que Virgilio conocía
que a cada cual su genio le movía.
Dejándonos llevar por las convincentes conclusiones de Vosters8, que
descubre cómo dicha enumeración sigue puntualmente la que se hace en
un capítulo de la Officina de Ravisio Téxtor (V: Q u i de modicis rebus
scripserunt), podríamos pensar que Lope sólo conocía de nombre el Moretum, y que ésta era una muestra más de que su cultura clásica provenía
mayormente de fuentes indirectas y mediatas. Sin embargo, la susodicha
reminiscencia en el Isidro prueba que treinta y cinco años antes de citarlo
en esta enumeración copiada de Ravisio Téxtor, Lope de Vega ya había
leído el poema atribuido a Virgilio.
Examinemos las circunstancias concomitantes. El Isidro, como la Gatomaquia, es ejemplo de la vena épica de su autor; ambos poemas, sin
embargo, pertenecen a un subgrupo especial, dentro del género épico,
puesto que su temática se aparta en alguna medida de la que era canónica
y mayoritaria: la Gatomaquia sigue la pauta, ya desviada con respecto a
la Zlíada y la Odisea, de la Batracomiomaquia, primer ejemplo de épica
Lope de Vega y la Tradición Occidental, Valencia, 1977, t. 11, pp. 192-194. E1
texto de la enumeración de Ravisio Téxtor es como sigue:
~SYnesiusCyrensis scripsit de laudib. Caluitij... II Thersiten et quartanam febrem,
Fauorinus.. . Muscam et Parasiticam, Lucianus.. . Marcion Graecus de Raphano.. . Democntus ... de Cameleonte animali alius uolumen conscripsit... Diocles magnis laudibus rapam extulit ... Phanias physicus condidit laudes urticae... II Maro Culicem &
Moretum...».
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
383
burlesca; el Isidro, como casi todos los especímenes de epopeya religiosa
que nos legó e1 Renacimiento -y que tienen como más remoto antecedente los Evangeliorum libri quattuor de Juvenco-, supone una ampliación de la que era materia argumental propia del género en sus orígenes:
las guerras y los viajes9. Pues bien, dentro de este encuadre religioso de
la obra, su protagonista, Isidro, aunque merced a su santidad se nos aparezca más o menos asimilable a los héroes bélicos y viajeros típicos de la
epopeya, por su condición de rústico no deja de ser al mismo tiempo un
personaje inusual para un género de tan altos vuelos, y semejante en todo
por su catadura al Símilo de la composición atribuida a Virgilio, también
labrador (cf. v. 3: exigui cultor.. . rusticus agri). El propio autor lo avisa
ya desde la primera quintilla (pues una nota estridente más del poema
con respecto a las normas del género es el estar escrito en quintillas), con
evidente recuerdo del comienzo de la Eneida:
Canto el varón celebrado,
sin armas, letras, ni amor,
que ha de ser un labrador
de mano de Dios labrado,
sujeto de mi laborlo.
El poema, muy lejos de aquella distante apatía con la que el autor de
la Ilíada hablaba de sus héroes, refleja bien la simpatía de Lope para con
el santo de Madrid, y muchos de sus pasajes mueven también hoy la sensibilidad del lector moderno, desacostumbrado ya a la epopeya y a la hagiografía en verso. Azorín lo consideraba «uno de los más bellos libros
que existen en lengua castellana»", y apoyaba su afirmación con el siguiente comentario: «En el Isidro se alían maravillosamente el genio
El Montserrate de Virués tiene, no obstante, como hilo argumental un viaje,
y en ello sigue sujeto a la normativa del género, a pesar de su implicación religiosa.
'O
La formulación negativa del argumento, dentro de la inicial declaración de
canto, típica de la epopeya, constaba ya asimismo en la Araucana:
No las damas, amor, no gentilezas
de caballeros canto enamorados;
ni las muestras, regalos y ternezas
de amorosos efectos y cuidados;
mas el valor, los hechos, las proezas
de aquellos esparioles esforzados
en donde Erciíla quiere poner de relieve el contraste entre el tema de su obra y el de
la epopeya de Ariosto, a cuyos versos primeros hacen eco éstos, de igual modo que
los de Lope, en la estrofa preambular del Isidro, hacen eco al comienzo de la Eneida.
" «En el centenario de San Isidro», ABC, Madrid, 14 de mayo de 1922 (recogido
en el libro Lope en siluetu, Buenos Aires, ed. Losada, 1960, pp. 71-75; la cita mencionada en p. 72).
384
VICENTE C R I S T ~ B A L
épico, romántico de Lope, y su propensión instintiva, nativa hacia lo popular. En el teatro, Peribañez es el equivalente, en esta dichosa alianza,
del Isidro. Al realismo detallista, familiar, vernáculo, se junta en el poema de Lope un idealismo que a veces hace presentir la estética romántica.
Recuérdese, en el canto V, la escena de la madrugada, por el invierno,
en la casa del labrador. A tientas, entre las tinieblas, Isidro va buscando
el hogar. Remueve las cenizas y halla un tizón.
En fin, un tizón halló
y algunas pajas juntó
sobre el extremo quemado,
y el soplo de viento hinchado
soplando resplandeció.
Los pasajes de vivo color, idéntico a éste, abundan en el libro»12. Y
es en torno a estos versos y a sus aledaños donde queremos detenernos;
porque su realismo, aunque desde luego podría muy bien calificarse de
«detallista y familiar», no es precisamente «vernáculo», sino culto y derivado, como más adelante precisaremos; y Azorín habría podido puntualizar su comentario, si hubiera tenido más en cuenta las anotaciones de
Lope a su propia obra, y no las hubiera menospreciado («lo absurdo, lo
enormemente absurdo y grotesco son las citas de autores sagrados y profanos con que Lope pretende autorizar el texto», dice líneas más abajo).
Por el mismo camino, J. L. Alborg13 considera el pasaje en el que se inserta la quintilla citada por Azorín como ejemplo de esas «bellezas de insuperable poesía» que suele conseguir Lope de Vega, siempre que «desciende a la sencilla vulgaridad de cada día, al mundo de las cosas familiares y cotidianas», confundiendo de nuevo lo culto con lo imitado de la
vida real; con ampliación de cuatro quintillas por delante, dicen así los
cuestionados versos:
Pues cuando todo está en calma,
siendo lagunas las eras,
carámbanos las riberas,
y el que navega despalma
en el puerto las galeras,
mandó a nuestro Isidro Zván
que a 1 ~ molinos
s
que están
cerca de su tierra lleve
un costal de trigo en breve,
por falta de harina y pan.
l2
l3
Art. cit., p. 72.
Historia de la Literatura Esparlola, Madrid, 1977, t . 11, p. 237.
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
Isidro, con el cuidado,
aunque era la noche fría,
deja su hermosa Maria,
deja su cama, avisado
del anunciador del día.
No con perezosa frente,
porque de entrambos se siente
cuán poco de esto sintieron,
que en teniendo el hijo hicieron
vida casta y continente.
La tiniebla que le ofiisca
va tentando como ciego,
llega al frío hogar y luego
entre la ceniza busca
si ailn hay reliquias del fuego.
En fin, un tizón halló,
y algunas pajas juntó
sobre el extremo quemado,
y, el rostro de viento hinchado,
soplando, resplandeció.
Enciende Isidro, y de pronto
huye la sombra y se extiende;
él con la mano defiende
la luz que afirma en el puesto,
donde vestirse pretende.
Cúbrese un capote viejo,
sin cuidado y sin espejo,
y anda a vueltas la oración,
que orar en toda ocasión
es del apóstol consejo.
Pasa de un blanco cestillo
al alforja el pan y el puerro,
relincha la yegua en cerro,
roma el rudo jumentillo,
canta el gallo y ladra el perro.
Y a en el corral bala el manso,
deja el pastor el descanso,
que ha dado envidia a algún rey,
gruiie el lechón, muge el buey,
bate las alas el ganso.
VICENTE CRISTOBAL
Ya Isidro al jumento aplaca
la sed, y él se ensancha e hincha,
ya le apareja la cincha,
y ya, de ver que le saca,
la yegua sola relincha.
Cárgale, y la boca abierta
de la pereza despierta,
y luego al campo le guía,
saliendo a cerrar María,
o a verle desde la puerta.
Sin embargo, volvemos a insistir, el fragmento contiene una reminiscencia del Moretum. De modo que esa asencilla vulgaridad de cada día»
es la misma sencilla y vulgar cotidianidad progatonizada por un labrador
italiano de allá por el siglo 1 antes, o quizá después, de nuestra era. En
consecuencia, para ser exactos en la valoración de dicho pasaje, no se le
puede llamar sin más «realista» - c o m o hacen los mencionados críticos-,
si no se precisa que ese realismo es heredado y muestra de algo que, en
relación con nuestra Literatura Española, tradicionalmente se ha venido
oponiendo al realismo, a saber, el cultismo y la inspiración en los modelos
clásicos. Porque el contenido de la Literatura Clásica, habrá que recordarlo, no es sólo idealismo bucólico y mitología, como puedan creer algunos - s i bien el mito inunda una gran parte de sus géneros poéticos-,
sino que a veces era también captación profundamente «realista» del entorno, tal y como se ofrecía a los ojos de los poetas: así sucedía, por
ejemplo, a grandes dosis, en la comedia y en el idilio teocriteo, que, estilizado posteriormente por Virgilio, dará origen, paradójicamente, a uno
de los tipos literarios más apartados de la realidad, el bucolismo renacentista14. Y así sucedía también en el Moretunz. Y teniendo en cuenta que
la realidad costumbrista a veces no ha cambiado sustancialmente de la
época antigua a la moderna -y menos aún en los grados ínfimos del escalafón social, a los que pertenecían el Símilo virgiliano y el Isidro de
Lope-, un autor que se inspire en una obra clásica «realista» puede ser
asimismo realista en el sentido pleno y corriente de la palabra: el amanecer de un labrador poco podía variar de la época de Augusto a los siglos
de la modernidad; en efecto, el pasaje del Isidro concuerda a la vez con
su fuente antigua y con las costumbres de su época.
l4
Aunque en las mismas Bucólicas virgilianas hay cierta copia de elementos realistas, como mostró J. HUBAUX
en su libro Le réalisme dans les Bucoliques de Virgile,
Lieja-París, 1927.
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
387
La constatación de la dependencia no supone, sin embargo, novedad
alguna (aunque el autor de estas líneas haya llegado a ella por vía de una
lectura más o menos simultánea del Moretum y del pasaje del Isidro y, en
un primer momento, la haya tomado por novedosa) desde el momento en
que Lope mismo, en un alarde de erudición fácil pero no desdeñable, había anotado dos de sus poemas épicos: la Jerusalén conquistada y el Zsidro, indicando las fuentes, y había comentado el pasaje en cuestión con
el escolio: Virgilius in Moreto15. Pero, puesto que a Menéndez Pelayo,
nuestro más eximio indagador de la tradición clásica o, al menos, el de
más vastas pretensiones, le ha pasado inadvertida la pervivencia del pasaje del Moretum; y puesto que tanto Azorín como Alborg enjuician el
pasaje sin atender a su origen clásico, me ha parecido oportuno resaltar
la fuente de la que el mismo Lope confiesa haber bebido, comentar el
grado de dependencia y corregir las opiniones de aquéllos, no bien fundadas. A continuación cito los catorce primeros hexámetros del Moretum,
objeto de la reminiscencia, traducidos con pretendida literalidad:
«Ya la noche había dejado transcurrir sus dos veces cinco horas invernales
y el ave centinela con su canto había presagiado ya el día,
cuando Símilo, rústico labrador de una finca pequeña,
temiendo los fastidiosos ayunos de la luz venidera,
levanta con parsimonia sus miembros del tosco camastro en el que se hundían
y con mano inquieta registra las sosegadas tinieblas
buscando la lumbre, que ha encontrado por fin al quemarse.
Menguado rescoldo quedaba del' tronco ya consumido
y la ceniza ocultaba el centelleo de la encubierta brasa.
Agachando su frente, arrima hacia aqui el candil inclinado,
alarga con un punzón las estopas libres de humedad
y reaviva con porfiados soplos el fuego languideciente.
Por último, ya que ha prendido, aunque débil, la luz en la mecha, retírase
y al resguardo de su mano defiende la llama del aire...».
Efectivamente, una misma sucesión de acciones y un mismo vocabulario emparentan ambos textos. La noche invernal ya transcurrida; el canto del gallo, aludido por ambas partes con perífrasis («ave centinela»,
A. K. JAMESON,
aprovechando las propias notas de Lope para estas obras e indagando acerca de las fuentes clásicas de algunos más de sus poemas épicos, ha podido
establecer un panorama de los autores antiguos más frecuentados por el Fénix («Lope
de Vega's knowledge of Classical Literature», Bulletin Hispanique 38, 1936, pp. 444501); en p. 457 se refiere escuetamente a la reminiscencia del Moretum en Isidro, v. 109115. Cf. del mismo autor «The sources of Lope de Vega's erudition*, Hispanic Review
5, 1937, pp. 124-134, donde hace una más detenida consideración de los datos que en
el anterior artículo presentaba, señalando también las fuentes indirectas de su conocimiento de los clásicos; no alude ya en concreto a la cuestión que aqui nos ocupa.
388
VICENTE C R I S T ~ B A L
«anunciador del día»); el abandono de. la cama; la mención de la frente;
la búsqueda del fogón en las tinieblas; el modo como enciende la lumbre
y como protege del aire el candil encendido: son elementos comunes que
testifican la dependencia. Más en concreto, las estrofas 5, 6 y 7 constituyen prácticamente una traducción del texto latino. Que, como era esperable, Lope leyó la obra en la edición de Escalígero (Lyon, 1573) - q u e
fue el compilador y el que dio a la colección el título con que la conocemos de Appendix Vergiliana- parece desprenderse precisamente del texto de estas estrofas, en las que quedan huellas de sus correcciones al texto
de los manuscritos: el verso «En fin un tizón halló» remite a la conjetura
fomes (v. 8) de Escalígero, que cambió así la lectura fumus de los códices, razón por la que he traducido yo también siguiendo dicha lectura
que, en realidad, puesto que la que dan los manuscritos es inteligible,
debe desecharse y así se hace en casi todas las ediciones modernas. Pero
además, los versos del poema latino no sólo han proporcionado tema al
pasaje del Isidro, sino que ese tono de minuciosidad y morosidad narrativa que en ellos estaba presente, lo han transmitido al contexto de la
obra de Lope en el que se inserta la reminiscencia. Por otra parte, allí
donde se dice «la luz que afirma en el puesto, / donde vestirse pretende»,
se están evocando versos ulteriores del Moretum (19-22) en los que se
pinta igual acción:
« . . . y en una estrecha repisa
que colgada de sí la pared tenía para aquellos usos,
coloca la luz que le acompaña; sus dos brazos entonces
desnuda de ropa y, ciñéndose la piel de una cabra peluda.. .»
Se cuenta en los versos finales del poema de la Appendix cómo el labrador, antes de salir a su faena, se coloca las polainas y la gorra:
«...enfunda en polainas iguales sus piernas y, con gorra de piel
[cubriéndose,
fuerza a los dóciles bueyes a entrar bajo el yugo, que amarran correas,
y los lleva al barbecho, y a la tierra le clava el arado..,
pasaje análogo en su primera parte a ese verso del Isidro «cúbrese un capote viejo*, y en sus dos últimos versos a la salida de Isidro al campo. Es
Escíbale, la criada del rústico, quien saca el pan del hogar y se lo ofrece
a su amo, según consta en w. 117-118
«...saca mientras tanto Escíbale, también laboriosa, el pan
que él, contento, recibe en sus manos...»
versos que son sin duda sugeridores de los de Lope: «Pasa de un blanco
cestillo 1 al alforja el pan y el puerro.. .S;y en la mención del puerro coincide también con el v. 73 del Moretum, en que se alude a la misma verdura como una de las que en el huerto de Símilo se criaban. En fin, Lope
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
389
de Vega encontró en el poema de la Appendix un molde oportuno con el
que forjar la amanecida de su santo patr6n en un día de molienda.
Cabe destacar, no obstante, una importante diferencia estilística -y
en esto se ve cómo Lope no se deja arrastrar por el modelo y mantiene,
aun imitando, su propia manera-: el lenguaje del Moretum, voluntariamente solemne, que pretende lograr sin duda un vivo contraste entre el
tema aparentemente banal y su expresión docta, cede en el Isidro ante una
más sobria austeridad de expresión; la parodia del lenguaje épico, que es
común detectar en la pieza de la ílppendixI6, no tiene nada que ver con la
querida por Lope adecuación de tema sencillo y expresión sencilla.
Constituye esta patente reminiscencia virgiliana (como virgiliana al
menos la entendía Lope) una muestra más del favor que gozó el de Mantua en la obra de nuestro polígrafo autor. Cito a continuación dos pasajes
más del Isidro que siguen la huella de la Eneida, aprovechando que Lope
no los declara en nota ninguna (pues parece que sólo confiesa las deudas
más literales y, a veces erróneamente)17, ni me consta que hayan sido reseñados en ninguna otra parte. Aparte del ya citado comienzo que imita
l6 Sin que el objeto de la parodia sea, entiendo yo, el labrador, al que probablemente Virgilio o quienquiera fuese el que lo pintó, consideraba en verdad equiparable
a los héroes épicos: quizá parte no poca del mensaje de este poema estribe precisamente en ese descubrimiento de lo heroico entre la hojarasca de lo cotidiano (a ello
apunta García Calvo al final de su artículo); si los que llaman paródico al poema entienden que se hace burla de Símilo, entonces tiene razón F. Moya al negarle tal característica (art. cit., p. 72); la parodia épica resultaría quizá de una asociación tan extraña e insólita como es la de lenguaje grandilocuente, propio de la Musa gravis, y
tema menudo, propio de la Musa tenuis.
l7
Por ejemplo, al comienzo del libro 111 se celebra una asamblea en el cielo, a
la que acuden ángeles y santos bajo la presidencia de Dios Padre y en la que se discute
acerca del destino del santo. Allí intervienen en el uso de la palabra la Virgen (nombrada perifrásticamente en su calidad de «Divina Esposan para una mayor equiparación, sin duda, al papel de la diosa Juno), San Isidoro y San Andrés, de igual modo
que en el concilio de los dioses de la Eneida de comienzos del libro X toman parte
Juno y Venus, además de Júpiter, en la discusión s o b ~ eel destino de Eneas y su pueblo. Pues bien, Lope de Vega anota a propósito de Isidro 111, 1: Virgil. lib. 9 Aeneid.,
y sin emba~go,los dos versos de ese canto:
Abrese entre tanto el cielo
questo en la tierra pasaba.. .
serían, en todo caso, una reminiscencia de Aen. X, 1:
Panditur interea domus omnipotentis Olympi,
en contaminación, eso sí, con Aen. IX, 1:
Atque ea diuersa penitus dum parte geruntur;
pero sin que se descubra nada de la similitud de situaciones entre las intervenciones
de los santos y las de los dioses virgilianos.
390
UNA REMINISCENCIA DEL MORETUM
la declaración de canto en los primeros versos de la Eneida18 hay, en ocasiones, una adecuación de la leyenda del santo a los clichés de la epopeya
virgiliana: así cuando el Amor Lascivo sale del Infierno, enviado por Luzbel, a sembrar su fuego por la orilla del Manzanares (canto VI), evocando
la salida de la Furia Alecto, dispuesta a encender la guerra entre latinos
y troyanos (Aen. VII, 323 SS.);y cuando el río Manzanares profetiza sobre la gloria venidera del santo labrador (canto IX), recordando la profecía del Tíber en la Eneida (VIII, 31 s ~ . ) ' ~ .
Vicente CRIST~BAL
Universidad Complutense
la Tópico que aparece regularmente en los primeros versos de sus poemas épicos,
casi siempre con la fórmula virgiliana: «Canto las armas y el león famoso 1 que al atrevido inglés detuvo el paso ...» (La Dragontea); «Yo canto el celo y las hazañas canto
/ de aquel varón, soldado y peregrino, / que a ser del Asia universal espanto / desde
la selva Calidonia vino» (La Jerusalén conquistada). Incluso en la Gatomaquia se evocan los versos aquellos, tenidos por espurios Zlle ego, qui quondam gracili modulatus
auena..., que se anteponen al comienzo de la Eneida: «Yo, aquel que en los pasados
/ tiempos canté las selvas y los prados, / éstos vestidos de árboles mayores 1 y aquéllas
de ganados y de flores, / las armas y las leyes, / que conservan los reinos y los reyes,
1 ahora, en instrumento menos grave, / canto de amor suave I las iras y desdenes...».
l9
Aunque el tema de la profecía fluvial gozaba ya de gran difusión en todos los
géneros literarios, y apenas hay río hispánico al que nuestros escritores no le hagan
adivino.
LA R E T ~ R I C Ah?ODERNA AL TRASLUZ
DE LA RETÓRICA LATINA
Sabido es el nuevo impulso que los estudios de Retórica han alcanzado en estos últimos años. Los trabajos de R. Barthes, Tz. Todorov,
J. Dubois, T. Edeline, K.Varga, G. Genette, R. Barilli, A. Michel, etc.,
son un testimonio evidente de cuánto hemos adelantado. Precisamente el
artículo de R. Valenti Pagnini «La Retorica di Cicerone nella moderna
problematica culturale» (Bolletino di Studi Latini, 1977) nos ofrece una
panorámica general sobre esta fenomenología científica.
Así, pues, frente a la opinión heredada del Romanticismo que «consideraba a la Retórica como el arte del discurso lineal y lógico, incapaz
de expresar los sentimientos y las pasiones románticas»' -recordemos a
este respecto el famoso manifiesto romántico de V. Hugo publicado como
prólogo a su Cromwell- nuestra época parece postular de nuevo una Retórica. Y así nos dice K. Varga: «la parte precisamente más moderna de
los estudios literarios se sitúa bajo el signo de la Retórica»2.
Ahora bien, esta Nueva Retórica ya no limita su actividad al campo
del discurso como pieza oratoria, sino que trasciende a toda la literatura.
Concretamente, los autores de la Rhétorique Général nos dicen «La Retórica es el conocimiento de los procedimientos del lenguaje característicos de la literatura». Tal definición es superponible a cualquier otra ofrecida por los actuales tratadistas de esta especialidad. De ahí que para K.
Varga «constituya la base de toda literatura». No es extraño, por lo tanto,
que desde esta óptica la Retórica se solape con la Poética y con la Estilística3.
El objeto material de la Retórica consiste, pues, en opinión de estos
tratadistas, en el estudio de la producción literaria, objeto éste que comparte con la Lingüística en cuanto esta ciencia es el estudio de la lengua
en general y, consiguientemente, de la lengua literaria en particular. No
es, por lo tanto, extraño que fueran los propios lingüistas quienes se
'
CH. PERELMAN,
Logique et Rhétorique, p. 20.
Rhétorique et Littérature, París, 1970, p. 125.
F. LAZAROCARRETER,
Estudios de Poética, Madrid, 1976. En la Introducción
presenta un interesante bosquejo sobre tales denominaciones y su actual aplicación.
392
ANTONIO ALBERTE GONZALEZ
interesaran por delimitar o especificar su «objeto formal*. A tal propósito
contribuyó poderosamente el famoso artículo de R. Jakobson «Lingüística y Poética», en el que señala como una de las funciones de la lengua
la «poética» y reclama para tal estudio la presencia del lingüista. Consiguientemente, estos estudios de Retórica partirán de «un planteamiento
de tipo teórico práctico análogo al de la lingüística y al de la semiolog í a ~ cuyo
~ , objeto formal sea el carácter literario de la obra, esto es, la
Literaturnost (Literaturidad o Literariedad). Concretamente nos dice uno
de los formalistas rusos: «el objetivo de la ciencia literaria no es la Literatura sino la literaturidad (Literaturnost), es decir, lo que hace de una
obra dada una obra literaria»5.
Así, pues, una vez que la lingiiística ha delimitado claramente el objeto formal, ella misma se ocupará de su estudio evitando con ello que los
estudios literarios caigan en meras abstracciones o especulaciones del gusto idealista irreductibles a formulaciones lingüísticas. Recordemos a tal
propósito la famosa sentencia de R. Jakobson: lingüista sum. Linguistici
nihil a me alienum
En este mismo orden de cosas nos dirán los autores de la Rhétorique Général que la Retórica «es el estudio de un conjunto de desviaciones cuya finalidad es el efecto estético^^. Opinión semejante es la de G. Genette para quien la Retórica «es el estudio de las
figuras en cuanto que éstas suponen un desvío con relación al uso»s. En
definitiva, para todos estos estudiosos de la lengua en su vertiente poética
o, como prefieren decir, retórica, la Retórica sería «el estudio de las variantes de la norma».
Consiguientemente, desde &a óptica estructural se nos hablará de
«unidades retóricas», de «grado cero», de «desviaciones a la norma», de
«modificaciones», de «marcas de convención o invariantew, etc. Más
aún, siguiendo el método de analisis estructuralista G . Genette nos dice:
«el formalista Propp reencuentra el sistema bi-axial familiar a la lingüística saussureana de relaciones sintagmáticas y paradigmáticas~~.
Tal vía
de análisis es el seguido tanto por los autores de la Rhétorique Général
como por R. Jakobson entre otros. Concretamente señala este último:
K. VALENTINI
PAGNINI,
«La Retorica di Cicerone nella moderna probiematica
culturalen, B. Stud. Lat. 1-2, 1977, pp. 327-342.
B. EICHEBAUM,
«La teoría del método formal», Teoría de la Literatura de los
formalistas rusos, Madrid, 1970, p. 20.
«Lingüística y Poética», Ensayos de Lingüística General, Barcelona, 1975.
Rhétorique Général, París, 1970, p. 35.
V i g u r e s , 1, París, 1966, p. 209. '
O.C.,p. 154.
'
RETORICA MODERNA Y RETORICA LATINA
393
«La función poética proyecta el principio de la equivalencia del eje de la
selección al eje de la c~mbinación»'~.
En consecuencia, las desviaciones
o alteraciones a la norma serán reveladas al trasluz de estos dos ejes --el
sitagmático y el paradigmático-, como signos positivos o marcados, indicadores de esa función poética o retórica. En este sentido nos dice J.
Cohen: «... aunque la metáfora sea una figura, no pertenece a la misma
clase que las demás, tales como la rima, la elipsis, el epíteto de naturaleza
o la inversión. Efectivamente, todas estas figuras son desviaciones sintagmáticas, mientras la metáfora es una desviación paradigmática»ll.
En resumen, «unidades retóricas» - d e s d e la unidad superior o estructura de la obra hasta la inferior o fonema- y «ejes de selección y combinación* constituyen grosso modo las vías actuales por las que se orienta
la Retórica moderna para desve!ar esa función poética de la lengua, es
decir, el carácter literario.
¿En qué medida esta Nueva Retórica supone una ruptura frente a la
Antigua o Clásica?
Si nos fijamos en el campo de proyección de la Retórica Clásica observamos que a partir de Cicerón comenzará aquélla a dejar de ser un ars
suadendi para convertirse en un ars bene dicendi, esto es, ampliará su
campo de acción sobre toda la literatura. Las distintas formulaciones expresadas por el Arpinate dan fe de ello: ratio dicendi (De orat. 1, 4 ; 1, 7;
1, 12), stzldium eloquentiae (De orat. 1 , l3), dicendi studium (De orat, 1,
141, professio bene dicendi (De orat. 1, 21), ars dicendi (De orat, 2, 160),
artificium dicendi (1,93). En el 1 2, 15,29 de la Inst. Orat. de Quintiliano,
está registrado un amplio catálogo de definiciones retóricas en el que se
puede constatar este proceso de apertura de los estudios retóricos asumido por Cicerón. El propio Quintiliano ferviente admirador y seguidor del
Arpinate -a Cicerone uix audeo dissentire (Inst. Orat. VII, 3 , 8)- fija
definitivamente el concepto de Retórica al sentenciarlo como ars bene dicendi (Inst. 11, 15, 34). Tal concepción de la Retórica como arte de la belleza formal sería asumida por los rétores posteriores latinos, como se
puede comprobar en la obra de C. Halm, Rhetores Latini Minores, e incluso, por los humanistas. Concretamente nos dice el Brocense en su De
arte dicendi: Rhetorice est bene dicendi scientia.
Esto significa que la Retórica en Roma va a extender su campo de acción no sólo sobre la oratoria sino sobre toda actividad literaria incluida
'O
"
O.C., p. 39.
Estructura del lenguaje poético, Madrid, 1973, p. 114.
394
ANTONIO ALBERTE
GONZALEZ
la poética, como muy bien señala R. Barthes: «La Retórica deja de oponerse a la poética en provecho de una noción trascendente que hoy llamamos Literatura»12.Precisamente, para R. Curtius, «tal acontecimiento
es el de mayor importancia ocurrido en la historia de la antigua Retórica»13. Recordemos a este respecto el comentario que Antonio, uno de los
interlocutores más destacados del tratado De oratore, nos proporciona
(De orat. 2, 55): Nemo enim studet eloquentiae nostrorum hominum nisi
ut in causis atque in foro eluceat; apud Graecos autem eloquentissimi homines, remoti a causis forensibus, cum ad ceteras res inlustris tum ad historiam scribendam maxime se applicauerunb>.Consiguientemente, la expresión utilizada por este interlocutor de scribere rhetorico more ( 2 , 56)
deberá ser traducida por escribir literariamente.
En conclusión, vemos cómo la proyección que los estudios actuales de
Retórica dan a su campo de trabajo es la misma que la prestada por los
clásicos, especialmente los latinos.
Por otra parte, en relación con la delimitación del objeto formal
vemos cómo esta singularidad preocupó también a los clásicos: en Cicerón encontramos el deseo de establecer nítidamente tal objeto formal que
no es otro sino el ornatus. Consciente Cicerón de la dificultad de establecer criterios literarios o una ciencia literaria sin determinar claramente su
objeto formal, insistirá en delimitar las fronteras formales entre el nivel
propiamente gramatical y el retórico o literario y, de ahí, las oposiciones
entre latine loqui / ornate dicere, entre sermo / oratio, etc. (De orat. 3,37;
3, 48, etc.). Es clara, pues, la concurrencia entre los teóricos modernos
y los clásicos sobre la necesidad de determinar el objeto formal de la Retórica, al que Cicerón denominará ornatus y los formalistas rusos Literaturnost.
Una vez reconocido el idéntico propósito por delimitar dicho objeto
formal es necesario señalar cuáles han sido las grandes líneas seguidas por
la Retórica clásica y, concretamente, por Cicerón, el representante más
cualificado de tales estudios.
Conviene señalar, en primer lugar, el concepto de unidad superior de
la obra de arte como un postulado incuestionable entre los autores clásicos; éstos sienten la obra literaria como un conjunto unitario o cuerpo total frente a los disiecta membra tal como nos lo hace sentir Quintiliano
cuando dice (Znst. VII, 10, 16): Corpus sit non membra. Este concepto de
l2
Investigaciones Retóricas, 1. La Antigua Retórica, Ed. Buenos Aires, 1982,
p. 3.
l3
Literatura Europea y Edad Media Latina, México, 19762, p. 70.
RETORICA MODERNA Y RETORICA LATINA
395
unidad superior o unidad corpórea lo expresa reiteradas veces el Arpinate
en sus tratados de retórica ( D e orat. 3,96: in toto spectantur haec corpore;
3, 325: Conexum autem principium ita sit consequenti orationi, ut non...
sed cohaerens cum omni corpore membrum esse uideatur. Orat. 126: toto
corpore orationis.. .), y aparece magistralmente poetizado por Horacio en
su Ars poetica. En relación con este concepto de unidad superior de la
obra literaria no se puede ignorar la influencia filosófica de ascendencia
platónica como seiiala E. Panofsky: «la species o forma de la obra viene
a ser un producto híbrido del aristotélico Evsov E%OSy de la idea platónica, representación de la perfección absoluta»I4.
Así, pues, esta unidad superior requerida por el análisis estructural es
lo que los clásicos consideraban «organismo poético», en expresión de G.
Genette. Este organismo poético estaba compuesto con arreglo a una estructura en la que cada elemento ocupaba su lugar apropiado (Quint.
Znst. VI11 6, 63; VI11 5, 27). En este sentido nos dice A. Fontán: «La
composición artística de una obra recibe el nombre latino de structura
desde Quintiliano, con quien se crea realmente una tradición»15.En efecto, el concepto de struere y de structura era fundamental para los clásicos
en cuanto concebían la obra de arte como una imago de la species o forma platónica o bien como una reproducción de la armonía ofrecida por
la naturaleza: recordemos que en Cicerón aparecen realzadas estas dos 1íneas de orientación creadora, la una comprehensible sólo a los ojos del
alma, la otra reconocible físicamente.
Pero además de esta unidad superior los clásicos latinos tenían clara
conciencia del carácter funcional de otras unidades inferiores tales como
el período, el miembro, el inciso, la palabra y los fonernas. Y, precisamente, el método seguido por aquéllos para detectar el carácter literario
de dichas unidades sería el paradigmático y el sintagmático: Cicerón se
esforzará por reconocer dicho ornatus mediante la aplicación de este doble parámetro a tales unidades lingüísticas:
De orat. 3 , 149: ...est quidam ornatus orationis, qui ex singulis uerbis
est, alius qui ex continuatis coniunctisque constat.
Orat. 80: ...ornatus autem uerborum duplex: unus simplicium alter
collocatorum.
l4 R. degl' INNOCENTI
PIERINI,~Ciceronedemiurgo dell'oratore idealen, SZFC
51-52, 1979-80, PP. 85-102.
F. SOLMSEN,
«Aristotle and Cicero on the Orator's playing upon the feelingw,
CPh 33, 1938, pp. 390-404.
l5 Humanismo Romano, Barcelona, 1974, p. 246.
396
ANTONIO ALBERTE GONZALEZ
Según el Arpinate las dos vías productoras del carácter literario (ornatus) son la selección y la combinación de dichas unidades. Así en relación con la selección de unidades simples nos dice:
Orat. 80: Simplex probatur in propriis usitatisque uerbis, quod aut
optime sonat azlt rem maxime explanat; in alienis autem aut translatum et tractum aliunde ut mutuo aut factum ab ipso et nouum aut
priscum et inusitatum.
De orat. 3, 152: Tria sunt igitur in uerbo simplici, quae orator adferat
ad illustrandam atque exornandam orationem, aut inusitarum
uerbum aut nouum aut tralatum.
Cicerón se sirve, pues, del criterio de oposición paradigmática para
detectar las unidades léxicas literarias señalando como signos literariamente marcados aquellos que alternan con los signos de uso normal, esto
es, del usus cotidiani sermonis ( D e ovat 3, 153): tal es el caso de tempestas
frente a tempus o de effari frente a loqui, como nos advierte en el capítulo
antes citado, o el de rape en lugar de pete o cape, como señala poco después (3, 162). Más aún, el propio Cicerón considera que no es necesario
disponer de un arte especial para detectar los signos literariamente marcados puesto que el sentido natural así lo advierte ( D e orat. 3, 151): Itaque hoc, quad uolgo de oratoribus a b imperitis dici solet: bonis hic uerbis
aut aliquis n o n bonis utitur, n o n arte alique perpenditur sed quodam quasi
naturali sensu iudicatur. Dentro de este parámetro estarían incluidos
como signos marcados todas las formas aludidas por Cicerón y Quintiliano tales como los arcaísmos, los neologismos y todo recurso metafórico
al que Quintiliano denominará tropo (Inst. VIII, 5 , 6): Tropos est uerbi
uel sermonis a propria significatione i n aliam cum uirtute mutatio.
Además de este criterio paradigmático Cicerón utiliza también el sintagmático para reconocer el carácter literario de una obra:
De orat. 3 , 107: Sequitur continuatio uerborum, quae duas res maxime, conlocationem primum, deinde modum quendam formamque desiderat.
Orat. 201: Est enim in utroque et materia et tractatio: materia in
uerbis, tractatio in collocatione uerborum. Ternae autem sunt
utriusque partis: uerborum tralatum, nouum, priscum -nam de
propriis nihil hoc loco dicimus-; collocationis autem eae, quas diximus, compositio, concinnitas, numerus.
Comparando ambos textos se observa una clara evolución en Cicerón
que afecta a la distinta terminología utilizada en una y otra obra; concretamente, la introducción del término concinnitas y su fijación semántica
es una notable novedad, si bien ya en el De oratore dicho concepto
R E T ~ R I C AMODERNA Y RETORICA LATINA
397
aparece recogido por el término forma (3, 199). Y así como el término
marcado en el nivel paradigmático se revelaba por la oposición al sermo
cotidianus, así también el término marcado en el nivel sintagmático vendrá determinado por la oposición al ordo cotidiani sermonis. En este sentido nos dice E. Cosseriu: «El orden de palabras en latín era mucho menos arbitrario y facultativo de lo que dicen nuestros manuales>>'6.Es curioso que el orden de palabras no fuera objeto de especial atención por
parte de los grarnáticos latinos, como nos dicen L. Rubio y J. Luque",
y sí, en cambio, resultara necesario para los rétores como referente no
marcado o norma sobre la que se pueda reconocer la desviación o recurso
literario. Recordemos a este respecto la oposición que Quintiliano señala
entre oratio recta y figura declinata (Inst. I X , 5 , 8): sua breuitati gratia,
sua copiae, alia translatis uirtus, alia propriis, hoc oratio recta, illud figura
declinata conmendat. Con tal criterio explicará, entre otras, las figuras de
lengua como la anástrofe o el hipérbaton:
Inst. 1, 5 , 39: ... transmutatione, qua ordo turbatur, «quoque ego»,
«enim hoc uoluit», «autem non habuitx ...
Inst. IX, 1 , 6: In hyperbaton conmutatio est ordinis.. .
Incluso el carácter rítmico del período se obtiene, según este autor,
gracias a la alteración del ordo rectus:
Inst. VIII, 6 , 65: Nec aliud potest sermonem facere numerosum quam
opportuna ordinis permutatio.. .
Tal parámetro sintagmático es aplicado por el propio Quintiliano a la
poesía y así señalará como hecho estilístico la utilización del monosílabo
en final de hexámetro por su carácter inusitado frente al orden usual de
trisílabo más bisílabo o bisílabo más trisílabo:
Inst. VIII, 3, 20: ... et clausula ipsa unius syllabae non usitata addidit
gratiam. Zmitatus est itaque utrumque Horatius: mascetur ridiculus musu.
Más aún, hechos como la variatio syntactica o la variatio sermonis encuentran su explicación por esta vía. No es, por tanto, extraño que los estudios estilísticos desarrollados por J. Marouzeau hagan hincapié en el
concepto del ordo uerborum latino.
E. COSSERIU,
Teoría del Lenguaje y Lingüística General, Madrid, 1978, p. 84.
L. RUBIO,«El orden de palabras en latín clásico», Homenaje a Tovar, Madrid,
1972. J . LUQUE,«El orden de palabras en la doctrina de los gramáticos y rétores latinos*, Actas del V Congreso Español de Estudios Clásicos, 1978, pp. 385-391.
l6
l7
398
ANTONIO ALBERTE GONZALEZ
Está claro, pues, que el principio sintagmático o composicional señalado por los formalistas rusos y seguido por la Nueva Retórica ya había
sido tenido en cuenta por los tratadistas de la Retórica Clásica. De ahí
que ciertos análisis de aparente originalidad no sean más que reproducciones de las categorías retóricas establecidas por los clásicos; éste es el
caso del siguiente comentario realizado por R. Jakobson en el artículo
antes citado: «En poesía y formas poéticas, las secuencias delimitadas por
fronteras de palabras llegan a ser mensurables, ya sean isócronas o graduales: Juanz y Margarita nos mostraron el principio poético de la gradación silábica». Este texto no es más que una particularización del principio literario señalado por Cicerón y Quintiliano sobre la colometría de la
frase18.
De orat. 3 , 186: Quod si continuatio uerborum haec soluta multo est
aptior ac iucundior, si est articulis membrisque distincta, quam si
continuata ac producta, membra illa modificata esse debebunt;
quae si in extremo breuiora sunt, infringitur ille quasi uerborum
ambitus... Quare aut paria esse debent posteriora superioribus et
extrema primis, aut quod est etiam melius et iucundius, longiora.
Znst. I X , 4 , 12: ... augeri enim debent sententiae et insurgere et optime
Cicero, «tu, inquit, istis faucibus, istis lateribus, ista gladiatoria totius corporis firmitatea.
Desde este parámetro sintagmático se reconocen como marcas
diferenciadas todos estos hechos de estilo señalados por Cicerón y Quintiliano: esto es, frente a una indiferencia fónica se busca como término
marcado una compositio eufónica o una iunctura; frente a una indiferencia simétrica se busca como término marcado tanto la simetría (concinnitus) como la variatio syntactica; frente a una oratio soluta se busca la
fórmula literaria de la oratio numerosa; frente a un ordo rectus se puede
observar el cúmulo de desviaciones catalogadas entre las figuras de lengua a las que Cicerón llama todavía orationis lumina siendo Quintiliano
quien consagre el término de figurae uerborum.
El reconocimiento de las variantes observadas tanto a nivel sintagmático como paradigmático nos permitirá reconocer las características literarias de cada autor así como también las de un género específico.
En definitiva vemos cómo los criterios utilizados por la Nueva Retórica son los mismos que había empleado ya la Retórica latina. Tal vez la
razón de esta continuidad de planteamientos semejantes estribe en el hecho de que ambas. retóricas sean de naturaleza puramente lingüística
l8
J. MAROUZEAU,
Traité de Stylistique Lame, París, 19706, p. 295.
RETORICA MODERNA Y RETORICA LATINA
399
puesto que la formulación de ambas está concebida en términos lingüísticos y no intuitivos. Por otra parte, frente a la opinión de G. Genette de
que la «Retórica Antigua pone el acento especialmente sobre la inuentio
y la d i s p o s i t i o ~ ' ~ya, nos advierte Quintiliano del hecho de los amplios estudios dedicados a las figuras retóricas con carácter monográfico:
Znst. I X , 8 , 89: Haec omnia copiosius sunt exsecuti, qui non ut partem
operis transcurrerunt, sed proprie libros huic operi dedicauerunt,
sicut Caecilius, Dionysius, Rutilius, Cornificius Visellius, aliique
non pauci, sed non minor erit eorum, qui uiuunt, gloria.
Precisamente Cicerón ya había anticipado que el carácter diferenciador de la Retórica radicaba no en la inuentio o dispositio sino en la elocutio (Orat. 61).
Creemos, por lo tanto, que la definición que P. Guiraud nos ofrece
sobre la Retórica al decir que es la «Estilística del pasado» deberá ser
ampliada y señalar que es la «Estilística del pasado y del presentes20, porque, en expresión de A. Tovar, «la Retórica es el único intento racional,
lógico, para analizar la obra de arte»21.
Antonio ALBERTE GONZÁLEZ
Universidad de Valladolid
l9
lo
21
Introd. a la obra de P. FONTANIER,
Les Figures du discours, París, 1968, p. 7.
P. GUIRAUD,La Stylistique, París, 1966, p. 29.
Lingüística y Filología Clásica. Su situación actual, Madrid, 1944, p. 19.
LA TERMINOLOGIA MÉDICA
Y EL GRIEGO.
ESPANOLA
ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LOS SUFIJOS Y SU APLICACIÓN
A LA TERMINOLOGIA MÉDICA ESPANOLA
5 1. No es mi intención hacer un estudio completo de los sufijos griegos y sü aplicación a la Medicina española: me contentaré, eso sí, con hacer un bosquejo general y sintetizar al máximo aquellos aspectos más importantes de sufijos que han aportado un caudal no pequeño de términos
a la lexicografía médica, como pueden ser los en -ia, -la, -ma (-ma, -ema,
-oma), -smo, -itis, -sis (-sis, -osis), -icol-tic0 y -0ide.s.
Antes de entrar en materia propiamente dicha, creo conveniente hacer mención de algunos de los principales médicos españoles sobre cuyas
obras se ha llevado a cabo el estudio. De entre ellos destacaremos los
nombres de Caulíacol, López de Villalobos, Chirino, Laredo, Lobera,
Montaña de Monserrate, Laguna, Monardes, Valverde de Hamusco, Fragoso y Daza Chacón, autores todos ellos de textos médicos castellanos de
los siglos XV y XVI. Y dejando de lado los autores médicos del s. XVII,
citaremos como médicos más representativos del s. XVIII a Martín Martínez, Vidal, Bonells y Lacaba entre los que han escrito obras sobre te-mas
de medicina, para acabar nuestras citas con los nombres de Boscasa, Argumosa, Criado, Giné y Partagás, Ramón y Caja1 y Rubio Galí para el
s. XIX. Como puede verse por esta breve exposición de nombres, está
representada una variopinta gama de especialidades médicas como anatomía, cirugía, farmacología, fisiología, dermatología, epidemiología, obstetricia, e t ~ . ~ .
§ 2. Y sin más preámbulos, comienzo con el tema del subtítulo del
trabajo: origen y significado de los antedichos sufijos y su aplicación a la
terminología médica española. Debo hacer constar que aquí no sigo la división de los especialistas lingüísticos de sufijos primarios y secundarios3,
'
Es la forma castellanizada del gran cirujano francés del s. XIV Guy de Chauliac, cuya obra fue traducida al castellano por Juan Lorenzo Carnicer y Juan Calvo
y tuvo enorme influencia entre los cirujanos españoles de los siglos XV y XVI.
Los demás nombres citados son médicos españoles de gran renombre e influencia y todos ellos escriben su obra en castellano.
La forPueden consultarse entre otras las siguientes obras: P. CHANTRAINE,
mation des noms en grec ancien, París, 1968; E . BENVENISTE,
Origines de la formation
des noms en indo-européen, París, 1962 y Noms d'agent et noms d'action en indo-européen, París, 1975; A. MEILLET,
Introduction a i'étude comparative des langues indo-
402
JOSB
M . ~MARCOS PÉREZ
sino una división más a tono con el punto de vista de la formación española y su entronque en el griego4. Ni que decir tiene que la importancia
de los sufijos es inmensa y la razón de ello estriba en que, normalmente,
una lengua se considera más rica o más pobre en razón de la abundancia
o carencia de sufijos en ella; o, como dice García de Diego, «la derivación es el procedimiento más fecundo de enriquecimiento de la lengua»5,
y, como corrobora Menéndez Pidal, «el sufijo es el recurso más abundante de formación de palabras nuevaw6.
Otro aspecto que conviene resaltar es que aquí estudiamos solamente
los términos de la Medicina española que aparecen en griego y no las
formaciones modo graeco que hay en las obras médicas españolas y no se
encuentran en la Medicina griega que ha llegado hasta nosotros. En efecto, el bagaje de términos médicos formados al estilo griego es enorme y
prueba de ello la tenemos en el hecho de que cualquier texto de una asignatura cualquiera de la carrera de Medicina nos suministra material más
que abundante para emborronar un buen número de páginas; o también
cualquier revista científica de la materia, o incluso el habla de cualquier
especialista en Medicina.
3 3. El sufijo -ia. Das son los tipos de este sufijo del que podemos
traer ejemplos en abundancia. Los dos son de origen indoeuropeo y con
significaciones muy diversas entre sí: los en -ia (-ía) y los en -ena (del
griego -alva). El primer tipo está representado en griego copiosamente
y su significación primigenia es la de «abstractos cualitativo^»^, o nombres
de «acción» especialmente8. Con el tiempo aparecen también términos
significando «concretos de cualidad* y en época tardía se encuentran ya
términos con significación concreta de «nombres de enfermedades».
européennes, Alabama, 1969; E . SCHWYZER,
Griechische Grammatik, Munich, 1959;
L. R. PALMER,The Greek Language, Londres, 1980; E . FRAENKEL,
Griechische Denominativa, Gotinga, 1906 y Geschichte der griechischen Nomina agentis, Estrasburgo, 1912. Otras obras y autores menos generales serán citados en su momento.
NO todo sufijo en la lengua originaria se considera como tal en otra lengua que
de aquélla lo ha tomado, por perderse en ésta el carácter del sufijo hasta el punto de
que se han entendido como sufijos terminaciones que no lo eran en la lengua primiO.C.
tiva. Para una explicación más amplia y ejemplificada pueden verse CHANTRAINE,
p. XIV y MENGNDEZ
PIDAL,Manual de Gramática Histórica Española, Madrid, 1968,
pp. 225-7.
Gramática Histórica Española, Madrid, 1951, p. 223.
O.C.,p. 225.
J. GAGNEPAIN,
Les noms grecs en -oc et en -a, París, 1959, pp. 28 SS.; CHANO . C . , pp. 251 SS.; MEILLET,
O . C . , pp. 282 SS.;
TRAINE, O . C . , pp. 78 SS.; L. R. PALMER,
SCHMZER,o.c., pp. 468 SS.
R. L. PALMER,
o.c., p. 253.
'
LA TERMINOLOGfA MÉDICAESPAROLA Y EL GRIEGO
403
Tengamos presente que ya e n griego clásico este tipo de sustantivos expresan acciones individuales frente y en oposición al masculino que refleja una semántica más d e carácter general, como explica Gagnepain (pp.
71 SS.) con abundantes ejemplos aunque éstos se refieran primordialmente a la oposición semántica -OS / -a9.Pero es que además el sufijo ha sido
empleado muy libremente en griego (Chantraine, o.c., p. 81).
Naturalmente, el sentido d e «nombres de enfermedades» se da con
gran profusión en el Corpus Hippocraticum y más cuantiosamente en la
medicina posterior: Dioscórides, Galeno, Aecio, Oribasio, etc. E n cierto
modo se puede decir que la antigua significación cualitativa ha mantenido
su significado primitivo y ha servido de lazo de unión y común denominador a la transformación semántica del léxico que integra este grupo.
Grupo que, si dejamos aparte el elenco de nombres de plantas medicinales, es realmente exiguo en los tratados médicos españoles: alopecia, mirmecia, flegmasialO, elefancía, oftalmía, pneumoníalpulmonía son algunos
vocablos que integran este tipo:
Alopecia: «Alopecia... acerca de los griegos es caymiento de los
cabellos.. .» (Caulíaco, G. de, 1493)".
«Alopicia es caymiento de los cabellos» (Gordonio, B., 1495).
«La tercera especie [de lepra] es de sangre muchas veces infecida
por la malenconia y es llamada raposina o alopecia...» (Burgos, V.
de, 1529).
«Alopecia es una peladura de cabeca.. .» (Vigo, J. de, 1537).
«[el aceyte de pez] mezclado con harina de cevada y untado haze
a , de,
renacer los~cabelloscaydos a causa del alopecia.. .» ( ~ a ~ u nA.
1555y2.
Elefan~ía'~:
«Si la lepra fuere de sangre, llamarse ha alopicia.. . Si de
melanconía elefancía» (Gordonio, 1495).
«Berengenas... engendran melanconía y morfea y cancer y elefancía» (Aviñón, J . de, 1545).
o.c., p. 253.
GAGNEPAIN,
Recuérdese que muchos de estos sustantivos han venido a suplir nombres en
-01s. Cf. CHANTRAINE,
o.c., p. 85 y PALMER,
o.c., p. 253. Es de notar también el
acento en hiato de algunos de estos términos.
" Me abstengo de dar títulos de obras de médicos por no ser demasiado importante para el artículo que nos ocupa. Me limito a dejar constancia del año de la edición revisada y a poner sólo algunos ejemplos que crea representativos de algunas de
las palabras en algunos apartados.
l2 Nótese la forma masculina del artículo, muy corriente en la obra de este médico, ante a- de la palabra siguiente sea tónica o no.
l3
Los médicos griegos utilizan Eherpav-cíaa~qcomo nombre de la enfermedad.
Cf.Cels. 111 25. Diosc. 11 70, 3.
lo
~ o s ÉM." MARCOS PÉREZ
«Con esto le pusieron [a las Bubas] varios y diversos nombres:
llamandolos unos lepra.. . otros menthagra.. . otros elephancia.. .»
(Monardes, N . , 1574).
«De la elefancia...Aecio nota que se llama elefantasis o elephantía ...» (Fragoso, J., 1581).
«Elephantia o elephantiasis, suerte de lepra.. .» (Ruyces, A.,
1606).
Flegmasía: Sóio recogido por médicos españoles del s. XIX: Argumosa, 1856; Giné, 1880, etc., cuando en otras lenguas aparece ya
atestiguado en el s. XIV (francés) o a comienzos del s. XVIII
(inglés, 1706).
Mirmecia: «mucho más yerra [Guido] en hacer diferencia entre el
herpes y formica de Avicena, confundiendo la formica con las berrugas (que los griegos llaman myrmecias y acrochordonas.. .).
Tagaulcio declara por papulas, lo que Hipócrates llama ecthymata, y Galeno exanthemata~(Fragoso, 1581).
Oftalmía: «Porque en la obtalmia ay apostema en la conjuntiva»
(Caulíaco, 1493).
«Obtalmia es apostema encima del blanco de los ojos» (Anónimo,
14%).
«De las enfermedades de los ojos y de la ophthalmia* (Lobera,
L., 1542).
«Ophthalmia es apostema sanguíneo de la túnica blanca de los
ojos» (Laguna, 1555).
«Lo mismo se puede decir de la optalmia» (Calvo, J., 1580).
«La color de este polvo ofende con la vista al enfermo de oftalmia» (Fragoso, 1581) 14.
«Son comunes a todas las especies de optalmia» (Daza, D.,
1595)15.
«Ay médicos especiales que curan esta enfermedad, a los quales
llama el griego ophtálmicos.. . y esta enfermedad ophtalmia* (Covarrubias, S. de, 1611).
«...y colocarlos para las nieblas de los ojos, y las ophtalmias ...»
(Hidalgo, B., 1624).
En todos los ejemplos citados puede verse que los términos empleados
tienen el sentido expresado más arriba: todos obedecen a nombres de enfermedades de síntomas externos, algunas de ellas de carácter descriptivo.
E n otras ocasiones se trata de nombres de plantas con propiedades
medicinales: artemisia, brionia, peonia. Basten los ejemplos siguientes:
l4
l5
En páginas siguientes encontramos grafías como optalmia y opthalmia.
Tres folios después escribe opthalmia.
LA TERMINOLOG~AMÉDICAESPANOLA Y EL GRIEGO
405
Artemisia: «Tomen salvia, cantuesso, artemisa, mejorana, romero.. .»
(Lobera, 1542)16.
«Llámase aquesta planta Artemisia.. .porque como aquella Diosa
socorría a las mugeres de parto ...» (Laguna, 1555).
«De la artemisia ay mayor y menor» (Fragoso, 1581)
«R.[eceta]. Canela, ...flor y semilla de eneldo y artemisia» (Hidalgo, 1624).
Brionia: «...cueze en el agua la rayz del cogombro salvaje, o de la
brionia.. .» (Caulíaco, 1493).
«Brionia.. . tiene virtud de mundificar.. .» (Vigo, 1537).
«La nueza (que tambien se dize bryonia, o vid blanca) ...» (Fragoso, 1581).
«y p m o de pentaphilon media onca, p m o de.. . brionia y de llanten.. .» (Hidalgo, 1624).
«También se celebra el cocimiento de la raíz de brionia en
vino.. .» (Martínez, M., 1722).
«...se procurará ayudar con los cocimientos de raíz de malvabisco, hojas de brionia, etc.» (Vidal, D., 1785).
Peonia: <<Tomasimiente de peonia, cominos rústicos.. .» (Lobera,
1542).
«La Peonia.. .cozida con vino, y bevida, restnñe el vientre.. .»
(Laguna, 1555).
«...y beua el agua cozida con peonia.. .» (Hidalgo, 1624).
El segundo tipo es el de las formaciones en -ena, derivados del griego
- a ~ v a " . E n su origen la significación de este sufijo sirve para formar
vocablos que designan animales de mala catadura, en general, como la
hiena y otros de los que no existen transcripciones en español. D e este
concepto pasó pronto a significar nombres de enfermedades repugnantes:
gangrena, flictena, fagedena, ozena. Pero conservamos un término que se
aparta de los significados reseñados: aritena, cuya significación es «cuchara», y que, como término médico, lo refiere Valverde de Hamusco a «La
tercera ternilla del garguero». Es, sin duda, el cartílago aritenoides, empleado ya con dicho nombre por Hipócrates. Cabe destacar también que
el utilizado molibdena es un mineral de plomo al que se da la grafía de
molibdeno en el diccionario de la Real Academia (edición de 1970).
Aritena: «Aritena es la tercera ternilla del garguero* (Valverde, J.
de, 1556)18.
l6
En otro lugar leemos artemiza.
C ' PALMER,
o.c., p. 249; CHANTRAINE,
o.c., pp. 107 SS.
l8 Es el único ejemplo que hemos encontrado. La forma ya aparece con el sentido indicado más amba en Theophr., Char. 9, 8.
l7
JOSÉ M? MARCOS PÉREZ
Fagedena: «quando el humor va consumiendo y gastando del
miembro haze la llaga corrosiva, que llaman los ~ r i e ~ Phageos
dena» (Fragoso, 1581).
~Phagedena,llaga que roe las partes circunvecinas» (Ruyces,
1606).
«haze llaga corrosiva que llaman por otro nombre Phagedenm
(Hidalgo, 1624).
Flictena: «Aquí entran las ampollas o Phlictenae de los Griegos ...»
(Fragoso, 1581).
«Las flictenas no son tan dificiles de contener como las pustulas»
(Vidal, 1785).
«Ni las flictenas ni las escaras grangenosas del balano contraindican jamás reduccion.. .»(Argumosa, D., 1856).
Gangrena: «Quando la inflamación y adustion es tan maligna que
sufoca el calor natural de las partes, haze gangrena» (Caulíaco,
1493).
«...formiga miliar, formiga andante, cancrena, fístula, e cAncer»
(Gordonio, 1495)19.
«Grangrem es carne no totalmente muerta.. .» (Vigo, 1537).
«Maxcadas las nuezes viejas y puestas, sanan súbito las gangrenas» (Laguna, 1555).
«Gangrena se dizo de greno o escio, que en Griego quiere dezir
comer» (Fragoso, 1581).
«Gangrena, viene facilmente en grandes contusiones» (Daza,
15%).
«La Gangrena.. . es una principiada corrupción de la parte» (Martínez, 1722).
«Las uñas se separan de la piel ... por la acción del fuego ... la putrefacción, y la gangrena» (Bonells, J. y Lacaba, I., 1796).
«La expresión gangrena se reserva para calificar las necrosis con
putrefacción» (Ramón y Cajal, S., 1890).
Molibdena: «La perfectissima Molibdena se parece mucho a la
Almartaga» (Laguna, 1555).
Ozena: «y siendo su asiento más frecuente el peñasco y el etmóides,
que se da a conocer al principio por una otitis ú ozenas (Criado,
F., 1883).
l9
La grafía es un tanto chocante; pero si tenemos en cuenta que en francés aparece cancr6ne a finales del s. XV, la forma no nos resultará tan sorprendente. Por otra
parte, el habla popular utiliza expresiones como cangreaa y otras similares.
LA TERMINOLOG~AMÉDICAESPANOLA Y EL GRIEGO
407
§ 4. El sufijo -ico, -ticz0.Incluimos en el mismo apartado estos sufijos
por el parentesco formal y sernántico que hay entre ellos, dejando al margen la cuestión de si son sufijos primarios o secundarios en su origen, porque en español ambos tienen unas aplicaciones muy semejantes cuando
no iguales. En su origen connotan una idea de «relación pertinentiva»,
pasando a indicar simultáneamente «cualidad» y referidos casi siempre a
~Éxvqen el ámbito del léxico científico y técnico. En la Primera Sofística,
s. V a.c., se amplía su campo de acción al sentido de «aptitud personal
o general». En Medicina se identifica, a veces, su sentido con el de
-óSqq En otras ocasiones parten del sentido del nombre o verbo del que
se derivan y por ello los encontramos significando también «estado». Pertenencia, aptitud, origen, relación y estado son, en consecuencia, los
distintos contenidos semánticos de estas palabras, casi siempre adjetivos.
Algunas de ellas pasan a la categoría de sustantivos por la exclusión del
vocablo zÉxvq, citado anteriormente.
Ante esta rica gama semántica los términos médicos no han tenido
más remedio que apropiarse de algunas de ellas, añadiendo en algunos
casos un sentido efactitivo-causativo», como ocurre con péptico, eméticoZ1,urético, etc. Veánse los siguientes a modo de ejemplos:
Artética: «Artética... es especie de gota» (Anónimo, 1495).
~Arteticaque es dolor en las junturas» (Chirino, A., 1505).
«Los hermodatiles... es medicina contra artetica y podagra* (Laredo, 1522).
«La artetica passion.. . es una insensibilidad estraña de junturas.. .» (Vigo, 1537).
«...guarece la gota artética y ciatica y driragra y podagra» (Aviñón, 1545).
«De Gota artetica* (Farfán, 1579)22.
Cólico: Son muchos los ejemplos en que se emplea como sustantivo:
en Fragoso (1581), Martínez (1716 y 1722), Argumosa (1856),
Criado (1883), etc.
Y como adjetivo, principalmente en Bonells-Lacaba (1796-1800)
acompañando a arteria y vena.
Cf.CHANTRAINE,
Formation..., pp. 384 SS.;SCHWYZER,
GrsGr., pp. 497 SS.
MEILLET,Zntroduction..., p. 270; PALMER,
The Greek Lang., p. 256, con significado
vacilante entre «pasivo-intransitivoy activo-causativo».
21 Usado por A. de Laguna, y desde el s. XVIII, con el sentido de «vomitivo».
En griego no es un término exclusivamente médico y de ello da idea el hecho de que
el primer autor en utilizarlo es Aristóteles. Véase la referencia que se hace en el
Greek-English Lexicon de Liddell-Scott, Oxford, 1966.
22 Este vocablo no vuelve a aparecer en las obras médicas porque desde el s.
XVII ha sido sustituido por artritis.
20
~ o s É
M." MARCOS PÉREZ
Ffsico: Como adjetivo son innumerables los ejemplos que aparecen
en los tratados médicos; como sustantivo y en el sentido de «médico» se puede encontrar en Caulíaco (1493), Anónimo (1495),
Burgos (1529)23, Hidalgo (1624) y pocos más.
Hécticolhético: En el sentido de enfermo de tisis:
«y aprovechan los caracoles a los éticos y flacos...» (Lobera,
1542)z4.
«Los compañeros del galio nuevo. .. conviene mucho a los hecticos» (Laguna, 1555).
«porque vemos que el vino humedesce a los hecticos» (Porcell, J.
T., 1565).
«un gentil hombre ... se vino a hazer Ethico» (Monardes, 1574).
«eran tan seca y traspasada como los hécnicos ...» (Ruyces, 1606).
Como adjetivo acompaña a fiebre (pocas veces se encuentra
solo). Desde Gordonio hasta Criado (1495-1883) los ejemplos se suceden casi sin interrupción y con las grafías más diversas: éticaz5
(Gordonio, Burgos, Hidalgo), hética (Chirino), ethica (Anónimo),
hécticaZ6(Martínez, Criado), etc.
Hidrópico: Quien padece hidropesía. Es también un término muy
utilizado y con las siguientes grafías:
ydropico (Carbón, D., 1541), hydropico (Laguna, Monardes,
Fragoso, Hidalgo, Martínez), hidropico (Fragoso, Bonells-Lacaba),
tropico (Aviñón, en vanas ocasiones), hidrópico (es la grafía normal
en el s. XIX).
Tísico: El que está enfermo de tisis. Es, como los anteriores, un
vocablo muy en boga en el léxico de los patólogos; por eso en lugar de dar ejemplos vamos a recoger grafías, algunas de las cuales
son bastante curiosas:
tísico (Caulíaco, Chirino, Herrena-1513, Aviñón, Ruyces, y en
general todos los médicos desde el s. XVIII); tísigo (Laguna); ptísico
(Monardes); pthisico (Monardes, Martínez); phthisico (Martínez).
No se pierda de vista que la forma griega de donde viene es cp6io~~.
u La obra de este autor es la traducción del famosísimo libro de Bartolomé
Angiico, De propietutibus rerum.
24
En otros lugares la grafía que se encuentra es éthico.
En francés la forma étique está documentada ya en el s. XV. Desde el año 1500
aproximadamente empieza a documentarse la forma hectique. Además el término está
recogido por primera vez en el Lilio de medicina del médico francés B. Gordonio y
traducido al español por autor desconocido.
26 Ponemos entre paréntesis el año de la edición de la obra vaciada que incluye
por pimera vez en castellano dicho término.
LA TERMINOLOGfA MÉDICA ESPANOLA Y EL GRIEGO
409
I
Ni que decir tiene que el número de vocablos que aparecen en este
apartado es numerosísimo y no vamos a citar más que algunos en los que
el sentido «pertinentivo y cualitativo» es bien notorio: cefálico, entérico,
esplénico, hemático, hepático, psórico, ótico, tópico, torácico, traumático,
espermático, dietético, crítico, cáustico, etc., etc. Sólo quiero llamar la
atención sobre unos términos que han pasado a la categoría de sustantivos: artética, como «dolor articular>>(1495), dietética (1556), semiótica
(1871), terapéutica (1555), cólica, como «dolor de ijada» (1522), clínica,
como «parte práctica de la enseñanza de la medicinan (1856), física
(1498), óptica (1716), que, como he dicho anteriormente, han perdido el
sustantivo zÉxq con quien iban concertando y al perderse éste han mantenido la forma femenina, y otros que se utilizan como adjetivos o sustantivos, según vayan o no acompañando a sustantivos: cólico (casi siempre
utilizado como sustantivo al perderse dolor), tóxico (escrito tóssigo en el
s. XVI por la mayor parte de los médicos), hidrópico, artrítico, asmático,
tísico, etc. Cuando se utilizan como adjetivos tienen un significado genérico de «propio de», «relativo a», «perteneciente a»; cuando se emplean
como sustantivos siempre se refieren a la persona que está afectada por
tal clase de enfermedad.
9 5. El sufijo -sisZ7.Este sufijo en su triple vertiente -sis, -osis, -íasis
nos ofrece un plantel abundoso y variado de términos en nuestro estudio.
Vowles" recoge nada menos que 5.073 nombres en -01,sen griego, de los
cuales 630, al menos, se encuentran en las obras de Medicina. Sus significados son varios y bien diferenciados en su origen29:«abstractos verbales», «nombres de sentido concreto» y «nombres de resultado de la acc i ó n ~Pero
~ ~ .a medida que avanza el tiempo su semántica se va haciendo
más amplia y abarca campos que, en su origen, son territorio propio de
los nombres en -ia o -ma. En una palabra, su sentido se va concretizando
para representar nombres concreto^^^. También puede verse cómo el
sufijo -osis va adquiriendo predominio formal sobre los nombres en -sis
y -esis, aunque aquéllos no procedan de verbos en -óo.
27 Cfi J . HOLT,
Les noms d'action en -a$, ( - t i c ) , Aarhus, 1940, E . BENVENISTE,
Noms d'agent..., pp. 75 SS.;PALMER,
The Greek Lang., pp. 252-3; FRAENKEL,
Gr.
Introduction..., pp. 373-4; SCHWYZER,
Gr. Gr., pp.
Denom., pp. 232 SS.;MEILLET,
504 SS.;CHANTRAINE,
Formation..., pp. 275 SS.
28 CPh 23. 1928.
29 ~s~ecialmente
«la noción abstracta del proceso concebido como realización
o.c., p. 80. También CARSTEN,
Acta linguistica 11, pp. 196 SS.)
objetiva» (BENVENISTE,
30 C ' BENVENISTE,
O.C. especialmente p. 112, desde el plano teórico. En cuanto
a «parole», realizaciones, véase lo que dice el citado autor en las pp. 83-4.
31 Cf. CHANTRAINE,
Formation..., p. 288.
410
JOSÉ M . MARCOS
~
PÉREZ
Unos, la mayor parte, son deverbativos: dosis, crisis, taraxis, ancilosis
o anquilosis, esclerosis, cirrosis, etc., y en general todos los en -osis, por
más que algunos de ellos tengan una derivación mediata de adjetivos temáticos; otros tienen una derivación clara de adjetivos: cianosis, cnidosis,
fimosis, milfosis, etc. Encontramos «nombres de acción» entre sustantivos como crisis, quilosis, sarcosis, dosis, gonfosis, esclerosis, necrosis, etc.
Otros conviene interpretarlos como «nombres con sentido resultativo»,
como tisis, taraxis, quemosis, y quizá peliosis. De todas formas cabe
también darles una significación de «nombres de acción en desarrollo
resultativon, como ocurre con condilosis muy cercano en sentido médico
a condiloma, o con sarcosis y sarcoma, usados indistintamente por los
médicos. A partir del Corpus Hippocraticum el sentido primigenio del sufijo se va difuminando viéndose su terreno invadido por los sustantivos en
-sia. Para corroborar lo dicho veamos los siguientes ejemplos:
Artrosis: «Es lo que constituye la articulación de los huesos llamada
arthon o arthrosis en griego» (Bonells-Lacaba, 1796).
Cirrosis: «La ascitis... se presenta en enfermedades diversas, tales
son: la cirrosis ... la nefritis, etc.» (Criado, 1883).
Crisis: «Crisis es fuerte e presuroso movimiento del morbo.. .»
(Caulíaco, 1493).
Dosis: «Pues es el dosis la cantidad que se deve dar de alguna medicina» (Laredo, 1522).
«Señale tambien las dosis y cantidades» (Fragoso, 1581).
«Veamos... en qué dosis... se han de mezclar» (Bonells-Lacaba,
1796).
Escoliosis: «Estas desviaciones son determinadas por un escoliosis...»
(Criado, 1883).
«El tronco se deforma, determinándose, unas veces, encorvamientos del espinazo hacia los lados (scoliosis),otras hacia atras (kyfosis), y otras hacia adelante (lordosis)» (Ramón y Cajal, 1890).
Flogosis: «La primera [manera del flegmon] por flogosis se haze.. .»
(Hidalgo, 1624).
«A este encendimiento llaman los Griegos phlogosis, para distinguirle.. . del phlegmon» (Piquer, A., 1750).
«En el principio de ella, ó en el estado de phlogose la nombraron
taraxis» (Vidal, 1785).
Glaucosis: «El glaucoma, glaucedo ó glaucosis es. .. una alteración
del cristalino» (Vidal, 1785).
Gonfosis: «Gomphosis es quando ... se mete un huesso por otro»
(Fragoso, 1581).
«Y la tercer Gomphosis [es] quando un huesso está como clavado
en otro» (Martínez, 1716).
LA TERMINOLOG~AMÉDICAESPANOLA Y EL GRIEGO
411
Tilosis: «Tylosis, enfermedad de las partes internas de las pilpebras
de los ojos» (Ruyces, 1606).
El tipo, aquí subtipo, de los nombres en -iasis nos muestran «nombres
de estado resultante» o «nombres de proceso generativo», y como tales
referidos a «enfermedades»: psoriasis, ofiasis, ptiriasis, etc. En algunas
ocasiones la concomitancia con vocablos en -oma, -ia,los hace similares
a éstos: escleríasis (1606) es definido como escleroderma; elefantiasis,
como elefancía; leontíasis, como «especie de lepra que comunica a la fisionomía un aspecto feroz»32. Otras palabras en -iasis se mantienen, en
cambio, con su primitivo valor de «acción»33.
Debo añadir como apéndice a este apartado que a lo largo de la historia de la terminología médica espaiiola se ven casos en que se duda sobre el género femenino de dichos términos, incluso en médicos del siglo
XTX: así ocurre con tilosis, sicosis, peliosis, narcosis, fimosis, dosis (cf.
más arriba en un ejemplo), anquilosis, cnidosis, escoliosis. Esta misma
dualidad genérica aparece en algunos nombres en -ma.
O 6. El sufijo -ma34. Este sufijo, de origen indoeuropeo como los
anteriores, suministra al griego un elevado número de términos de muy
diverso sentido. Porque, al lado de «nombres de partes del cuerpo y de
objetos de protección humana», se designan con él en su origen «manifestaciones externas de la fuerza» y «nociones religiosas y mágicas». Algunos de estos significados han quedado en el contexto de la Medicina
como sustantivos simples o en composición: estomalestomat-, reuma,
coma, somat-, hem-lhemat-. Pero el sentido más frecuente hay que buscarlo en los «nombres de resultado» y, como tales, opuestos al sentido
que tiene el sufijo 4,ya estudiado, a pesar de que quedan algunos sustantivos de nombres de «objetos de protección», e~pecialmente~~.
En español el grupo más numeroso lo integran los nombres en -oma,
cuya significación obedece a «nombres de estado», que indican tumor,
32
R. BARCIA,
Primer diccionario etimológico de la lengua española, 5 vols., Ma-
drid, 1880-3.
33 B. Gordonio define la satiriasis como «continuoarrechamiento de la verga con
deseo e apetito para el coytun (Lilio de la medicina, Sevilla, 1495, p. 164).
CHANTRAINE,
Formation..., pp. 173 SS.;PALMER,
The Greek Lang, p. 252;
Gr. Denom., p. 125; SCHWYZER,
Gr. G r . , pp. 522 SS.,MEILLET;ZniroducFRAENKEL,
tion.. ., pp. 275-6; STRAITON,History of greek Noun-Formation. l. Stems with y , Chicago, 1899.
35 PORZIG
ha hecho un estudio exhaustivo e interesante del significado de estos
temas en IF 42, 1924. En algunas ocasiones, empero, ciertos aspectos pueden ser explicados como realizaciones.
JOSÉ
M.=MARCOS PÉREZ
afección o tumefacción: ateroma, eritema, finaa, terioma, coma, esclerema, trauma, zigoma, leucoma, esteatoma, glaucoma, fisema, melasma,
asma, etc., etc. Como puede verse por los ejemplos citados, al lado de
nombres con sufijo -oma tenemos nombres con sufijo -ema, -sma y -ma,
a secas, sin que por ello varíen mínimamente los sentidos aducidos un
poco más arriba. Quizá puedan sospecharse para flema y reuma sentidos
«factitivos» en cierto modo, por conservar su antigua significación, así
como para el más moderno miasma. Sirvan de modelo de lo expuesto los
ejemplos siguientes:
Asma: «del asma e dela dificultad del resuello» (Caulíaco, 1493).
«El asma es mal peligroso. ..» (Farfán, Fr. A. de, 1579).
«Asma, dificultad de alentar, que los griegos llaman dispnea ...»
(Soriano, J., 1600).
Coma: «Coma, sueño estúpido, pesado» (Ruyces, 1606).
«y 2 esta especie de sueño llamaron los Griegos coma» (Piquer,
1750).
Edema: «Apostema acuoso en qué difiere del edema* (Fragoso,
1581).
«La misma limpha.. . causa el tumor que se llama edema» (Martínez, 1722).
Esperma: «Quando la esperma sale mucho.. .» (Chirino, 1505).
«La esperma.. . es la sangre mas digesta y sotil» ( C a r F n , 1541).
«...abracando al rededor toda la esperma» (Vaiverde, J. de,
Como masculino pueden encontrarse ejemplos en Gordonio
(1495), Anónimo (1495) y algún otro médico del s. XVI; pero se hace
normal y hasta obligatorio desde el s. XVIII.
Fima: «Tres diferencias de tumores hallamos... que son fima, phygetlon y thermitos* (Fragoso, 1581).
Flema: «es húmido el flema ...» (Caulíaco, 1493; Villalobos, F.L.,
1498).
«Medicinas que purgan la flema gruessa» (Laredo, 1522).
«acaecio de morir por afogamiento de agua o de flema» (Aviñón,
1545).
«La flema natural es un humor frío.. .N (Fragoso, 1581).
Reuma: «La reuma o catarro es un fluxo de humor ...» (Villalobos,
1498).
«Es assi mesmo causa de la tos la reuma» (Lobera, 1542).
«Es también útil el vino.. . a las reumas...» (Laguna, 1555).
«El reuma y la gota.. . dan lugar.. . 3 la litiasis y parálisis» (Olavide, J. E., 1871).
LA TERMINOLOG~AMÉDICA ESPANOLA Y EL GRIEGO
413
Ya se ha aludido anteriormente a la dualidad genérica de algunos de
estos términos, dualidad que se conserva en el lenguaje popular en buena
medida y que ha hecho que un vocablo como flema haya mantenida su
género femenino, incluso en la lengua culta. Estos hechos son perfectamente explicables si tenemos en cuenta 'que la tendencia del español es
hacer masculinos los nombres terminados en -o y femeninos los terminados en -a36.
5 7. El sufijo -smo3'. No ha tenido este sufijo en griego la misma vitalidad y, sobre todo, extensión que tuvieron sus compañeros anteriores
en este estudio, al menos en una primera etapa. Pero la influencia del lenguaje filosófico ha hecho que el sufijo proliferara cuantiosamente en las
lenguas modernas. Dos son los sentidos principales que vemos en él: el
de crear «nombres de acción, de actividad bajo el ángulo de la cualidad»38, con una significación muy cercana a la de los sustantivos en -sis,
y el de «nombres de resultados» colindantes en semántica con los sustantivos en - m ~ ' ~Entre
.
los primeros cabe citar espasmo (los médicos del s.
XVI prefieren la forma pasmo), estrabismo, gargarismo, priapismo, traumatismo, ptialismo, etc. y entre los segundos tenesmo, tal vez reumatismo,
cuando es sinónimo de reuma (enfermedad), marasmo, si entendemos por
él, con C. Dubler, «el enflaquecimiento y extenuación del cuerpo humano>>,pero como agotamiento, y sinapismo, cuando se trata del emplasto de
mostaza y no de la aplicación y fuerza curativa del mismo.
He aquí unos cuantos ejemplos sacados al azar de entre los usados por
los médicos españoles:
Espasmo-pasmo: «Pasmo es enfermedad de los nervios...» (Gordonio, 1495).
«Espasmo es enfermedad de los nervios.. .» (Gordonio, 14%).
«Suele venir a los niños spasmo.. .» (Carbón, 1541).
«Dizen que de comer codornizes se haze el spasmo y tétano» (Lobera, 1542).
«si este dolor sube al celebro causa pasmo universal» (Farfán,
1579).
36
Para una explicación más amplia, cf. MENÉNDEZ
PIDAL,Manual..., p. 214;
GARC~A
DE DIEGO,
Gramática..., p. 166.
37 MEILLET,
Zntroduction..., pp. 265-5; CHANTRAINE,
Formation..., pp. 132 SS.,
en especial pp. 138-147; SCHWYZER:,
Gr. Gr., p. 493.
38 GAGNEPAIN,
Noms..., pp. 38 y 84; CHANTRAINE,
o.c., p. 135.
39 Para contactos entre formas originarias sufijales en -mo y en -ma véase e1 denso estudio de F. BADER,Suffixes grecs en -m-:recherches comparatives sur I'hétéro-
clisie nominale, Geneve, 1974.
JOSÉ M.a MARCOS PÉREZ
«Desideratio, el espasmo en general» (Ruyces, 1606).
«De la conuulsion, o pasmo» (Hidalgo, 1624).
Gargarismo: «Conviene que se hagan tambien gargarismos».
«El cumo de las carcamoras.. . es util para gargarismos» (Laguna,
1555).
«Gargarismo. El ruido que se haze en el garguero ...» (Covarrubias, 1611).
Marasmo: «y la tercera [especie de héctica] se dice marasmo»
(Martínez, 1722).
«El animal enflaquece hasta el marasmo y suele desarrollarse.. . la
hidropesía ascitisn (Llorente, L., 1859).
«Y lo mismo cuando teminan por la hidrocmia ó leucocitemia,
que cuando acaban por la consunción y el marasmo» (Olavide, 1873).
Priapismo: «...de la qual se sigue erection de la verga, dicha priapismo...» (Vigo, 1537).
«...causa una enfermedad que se llama priapismo» (Farfán,
1579).
Sinapismo: «y le aplicaron por todo el cuerpo a vezes drogapismos
y sinapismos» (Laguna, 1555).
«Lo mismo sucece con las grandes denudaciones de los sinapismos» (Olavide, 1871).
O 8. E l sufijo -itism. E s éste un sufijo con plena vigencia desde los inicios documentales de la lengua griega. H a servido para formar originariamente adjetivos d e «agentes femeninos»41, correspondientes al masculino
- i z q ~jónico-ático, que suele dar e n español -ita: antracita, selenita, rnalaquita, calamita, etc. Pero pronto estos adjetivos pasaron a tener categoría
de sustantivos y como tales tienen plena vigencia en la Medicina griega.
E n gran parte atestiguan una antigua forma adjetiva unida a YÓOOS uen«medula», etc.; pero algunos, que no
fermedad», rpA.61) <<vena»,pv~uehó~
tienen el sentido de «inflamación» que se ha generalizado e n la terminología médica moderna, proceden de masculinos e n -itqs4*, con el yotacismo en la q43 y provocan significaciones muy diversas. Hay términos de
J. HOLT,Gloffa 27, 1939; G. REDARD,
Les noms grecs en - q s , -TLSet principalement en -itq~,-it~s.Étude philologique et linguiste, París, 1949.
4'
CHANTRAINE.
Formation..., p. 340; PALMER,
The Greek Lang., p. 249.
42 Para REDARD
es un sufijo «categonzante, clasificador... el sufijo de las especies del mismo género, las variedades de una misma clase*, como el nombre de enfermedades, etc. (p. 229 de la citada obra). En otro lugar, nos dice que este sufijo en
su origen tenía el significado de «próximo, aliado, amigo» (p. 7).
43 Cf. REDARD,
o.c., p. 50 et passim. «Es preciso también tener en cuenta las numerosas confusiones debidas al yotacismo» (p. 67).
LA TERMINOLOG~AMBDICA ESPANOLA Y EL GRIEGO
415
mineralogía, botánica, zoología, etc., los hay con sentido anfibológico
como amigdalitis, que puede ser tanto planta EUPHORBIA PEPLUS (Dsc.
4.164) como «inflamación de las amígdalas» y en este sentido recoge por
primera vez Llorente en 1859; calcitis, que es a la vez una especie de «crisantemo» (Dsc. IV 58), «mineral de cobre» (Gal. XIII 375) e incluso «una
especie de inflamación ocular», más corrientemente nombrada calquitis,
etc. Mas éstos son términos que han quedado bastante marginados en mi
tesis, por lo que prefiero no ahondar más en el problema.
Entre los ejemplos claros de yotacismo se pueden citar: asfalitis (última vértebra: Pol. 11 179), nefritis (primera vértebra del sacro: lbid., y
pleuritis (vértebra costal: Pol. 11 178), relacionados con orpóv6uAo~wértebra», masculino en griego. Tanto nefritis como pleuritis están empleadas
por los médicos en el sentido de «inflamación del tejido renal» y «pleuresía», respectivamente. Buena parte de estos términos aparecen ya en la
medicina de la época de Hipócrates: artritis, blefaritis, frenitis, hepatitis,
queratitis o ceratitis, etc., con el sentido de «inflamación» del miembro al
que hace referencia la parte radical del vocablo. He aquí algun-as muestras del presente sufijo:
Artritis: «El cocimiento [de la Bardana] se da a beber veinte o
treinta dias contínuos, por único remedio contra el artritis escorbútica» (Laguna, 1555).
«Arthritis es [gota] en todas las coyunturas» (Fragoso, 1581).
«Artritis. Inflamación de los tejidos que componen las articulaciones» (Llorente, 1859).
Frenitis: «Las inflamaciones... de las telas (quales son la phrenitis...)». «...quien defendió que el Phrenitis no era causado por inflamación» (Martínez, 1722).
«á esta suerte de delirio llamamos frenetico ..., que los Griegos
llamaron Phrenitis y en nuestro idioma frenesí» (Piquer, 1750).
Pleuritis: «Pleuritis, o pleurisis, inflamación de la tela que ciñe las
entrañas...a (Ruyces, 1606).
«Denominase pleuresia ó pleuritis, á la inflamación de la pleura»
(Criado, 1883).
Sideritis: «Otros dizen, que es p m o de SyderitP, yerua muy pequeña.. .» (Monardes, 1574).
" MONARDESha hecho una transcripción por el nominativo griego cuando el uso
transcriptivo con nombres de plantas es el acusativo latino. En cambino, LAGUNA
da
la transcripción esperada en la siguiente cita: «La Sideritide... es una yerva que produce las hojas como las del Marrubio» (Pedacio Dioscórides Anazarbeo acerca de la
materia médica, y de los venenos mortqeros, Amberes, 1555, IV 35).
416
JOSÉ M." MARCOS PÉREZ
~ ~ . decirse de él que más que un sufijo es
3 9. El sufijo - o i d e ~ Puede
un auténtico lexema, y por eso autores como Chantraine, Hirt, Debrunner, etc., 1s excluyen de la categoría sufijal. El hecho de que lo incluyamos en este pequeño estudio entre los sufijos no quiere decir que tengamos una opinión diferente a la de los autores anteriormente citados, sino
más bien como reflejo de la opinión médica general de ver en los términos en -oides vocablos parecidos a los reseñados en los parágrafos anteriores. Además debemos dejar bien sentado que si se puede mantener en
VVXgriego el concepto de compuesto para expresiones como @EOEL&~S,
T O E L ~&
T ~VS@
, Q~~OE
~ ~
L X~ Q
I ~OSE, L X~ L~ A
S O
, E LXUXAOELG~S..
~~~S,
. etc., etc.,
que, por otro lado, sería una composición un tanto dudosa y no muy lejana conceptualmente de sufijos antes estudiados, en español se ha de
descartar para este tipo de términos la idea de composición, porque,
como dice Menéndez Pidal, para que haya auténtica composición es necesario que «dos o más palabras que conservan en la lengua su significado
aparte se unen formando una sola» (Manual.. ., p. 237). Y en español el
segundo elemento -oides no tiene vigencia por sí mismo.
Hecha, pues, esta salvedad aclaratoria y necesaria, paso a considerar
en bloque el abundante grupo de palabras con sufijo -oides. Todos estos
términos han tenido en su origen un sentido de «semejanza»46y se relacionan en la terminología médica estudiada con membranas (alantoides,
aracnoides, ceratoides, eritroides, hialoides, etc.); con huesos (cuboides,
escafoides, etmoides, hioides, trapezoides, etc.); con apófosis (coracoides,
estiloides, mastoides, odontoides, pterigoides, sigmoides, etc.); con cartílagos (xifoides, tiroides, también como glándula, aritenoides, cricoides,
etc.); con ligamentos: conoides, lambdoides; y con músculos como deltoides, romboides, etc.; hasta cavidades (anciroides, sigmatoides), humores
acuosos (hidatoides) y tumores (keloides, sic) tienen asiento en este amplio sufijo4'.
Como puede comprobarse, su sentido es esencialmente descriptivo,
puesto que en todos ellos se procura dar una cierta semejanza o parecido
entre el elemento anatómico descrito y un algo extraño y externo a é! con
lo que tiene esa antedicha semejanza. Y así podemos verificar que el estiloides es una apófosis «semejante a un punzón» por su forma; que el
45
CHANTRAINE,
Formation..., pp. 429 SS. ; HIRT,Handbuch der griechischen
Laut- urrd Formenlehre, 1912; A. DEBRUNNER,
Griechische Wortbildungslehre, 1917,
p. 195.
46
CHANTRAINE,
o.c., p. 430, y más tarde «cualidad».
47
LOSejemplos mostrados darán una idea suficiente, al menos. Por ese motivo
no abundo en citas de médicos españoles.
LA TERMINOLOG~AMÉDICAESPANOLA Y EL GRIEGO
417
etmoides es un hueso «parecido a una criba»; que el hioides nos dice su
semejanza con la «hípsilon»; que el pterigoides se parece al «ala del ave»;
que ellla tiroides tiene la apariencia de «escudo»; que el escafoides se ve
externamente como «una artesas, etc. Podríamos así seguir hasta concluir
una muy larga relación innecesaria. Sin embargo, creo conveniente descartar el nombre de eritroideslelitroides, confundidos para un solo concepto ya en Galeno (IV 280), en los que el primero se ha formado atendiendo a la apariencia de color, como ocurre con muchos nombres de
plantas.
Me resta, por último, citar ciertos términos que o son «hápax» o están
hoy en desuso en la terminología médica, pero que en la época gloriosa
de la Medicina española tuvieron plena y gran vigencia: crimnodes, crocodes, escolicoides, helcodes, ragoides, facoides y, tal vez, alguno más.
Tanto las formas en -odes como las en -oides son intercambiables entre sí
hasta el punto de que mientras Dioscórides utiliza indistintamente x ~ i xoei64g y XQLXÓG~S,
Teofrasto usa @ayó6qgdonde Galeno emplea @ayoe~64~
en; fin, Hipócrates escribe rpaxó6q~donde Aecio cpaxoe~64~.
Por cierto que la mayor parte de estas citas las hemos tomado de Ruyces
de Fontecha, en una especie de léxico médico de comienzos del s. XVII
que lleva por título: Diez privilegios para mugeres preñadas.. . con un diccionario Medico (Alcalá de Henares, Luys Martínez, 1606), libro, por
otra parte, en el que aparecen las erratas y las transcripciones más inverosímiles. Se conoce, volviendo al tema de los vocablos hoy en desuso,
que perdieron vigencia durante el s. XVII, tenebroso siglo para la Medicina española, y desaparecieron o por innecesarios, o porque al caer en
el olvido fueron reemplazados por otros más adecuados o porque se importaron términos de otras lenguas con más entidad médica que la española de entonces. Pero esto último pertenece a otro capítulo distinto del
que ahora nos ocupa.
José M.a MARCOS PÉREZ
Universidad de Valladolid
SIKELIAN~S:DOS POEMAS
Hace unos meses se cumplieron los cien años del nacimiento del poeta
griego Ányelos Sikelianós en Léucade, la más cercana entre las islas jónicas a la costa del Epiro.
Hombre de gran belleza física, del que un erudito dijo que tenía los
rasgos apolíneos de los efebos eternizados en los bajorrelieves áticos, en
torno al 1900 se trasladó a Atenas y se matriculó en derecho. En los años
de universidad se lanzó a las tablas con la gente de Escena Nueva, un grupo que renovó el teatro ateniense bajo la dirección de Jristómanos.
En esta etapa conoció a Eva Palmer, una americana millonaria apasionada de la belleza griega y, como tal, ansiosa de adjudicársela. Se casó,
pues, con Sikelianós, le dio un hijo llamado Glauco, y colaboró con él en
el sueño de la Idea Délfica, en el que invirtió su enorme fortuna.
Para estas fechas Grecia moderna ya había tenido en Kalvos su poeta
lunático. En Sikelianós encontró su poeta solar. Se necesitaba un pecho
de Titán para dar acogida al ritmo cósmico y al latido ancestral del helenismo y allí estaba él, un clásico por los cinco costados de su temperamento, con la potente inspiración de un hechicero, para inocular chorros
de magia en sus poemas, febrilmente empapados de mística y de la más
alta pasión intelectual.
En 1909 publica el Alafroiskiotos, literalmente El de la sombra leve,
o sea el Vidente, un grupo de poemas de exaltación pánica de la naturaleza, en el que se oyen los ecos de la dannunziana Laus Vitae.
En los cuatro años siguientes se ejercita en unos Cantos de guerra,
para glorificar la lucha de liberación contra Turquía, y debuta como vate
nacional.
Como ocurre tan a menudo entre los poetas, hacia los treinta, produce
sus primeros logros de plena madurez. Anadiomene, John Keats, La madre de Dante (que es el poema más bello que se haya escrito nunca sobre
420
RAMÓN IRIGOYEN
el parto de una mujer y el más recomendable para aficionados a la poesía
en general y particularmente para lectoras y lectores feministas) son algunos de los logros más geniales de toda la poesía griega moderna.
En Europa irrumpen las vanguardias, cargadas de trilita, y al profeta
Sikelianós le da por la levitación y se empeña en traspasar el umbral de
la ordinaria apariencia de las cosas. Se abre en su vida un largo paréntesis
de religiosidad mística y el poeta se dedica a escuchar las voces de cinco
conciencias -La conciencia de mi tierra, La conciencia de la estirpe, La
conciencia de la mujer, La conciencia de la fe, La conciencia de la creación
personal- y naturalmente tan concienzuda terapia ocupacional logra acallar el alud de sus remordimientos.
Tras siete años de noche oscura, ya en torno al 1927, está maduro
para propiciar la fuga de la fortuna de su mujer y se organizan los festivales de Delfos, donde se explayan sus teorías sobre la Idea Délfica. Conciliadas la Grecia pagana y la Grecia cristiana, Delfos será la sede de encuentro de todas las gentes del mundo, reunidas en el culto aristocrático
de la belleza y de todas las virtudes morales exaltadas por el helenismo.
Las fiestas délficas se abrieron con la representación del Prometeo y de
Las suplicantes de Esquilo. Para estas fiestas escribe Sikelianós su Ditirambo de la rosa, representado, sólo una vez, en la ateniense colina de
Filopapos, en la primavera del 33.
Inspirado en el orfismo, Sikelianós ve en la rosa el símbolo de la unidad esencial de todos los seres. Y, naturalmente, como corresponde a
una etapa de iniciación mistérica, de captación y aleccionamiento de
adeptos, por ahí cruza Orfeo en las vísperas de su bajada al infierno.
Tras este paréntesis de misticismo exaltado, el poeta volvió a pisar tierra y en su vida se abrió una segunda etapa de poemas espléndidos. En
los días aciagos de la segunda guerra mundial, durante la ocupación alemana, dio voz en sus versos a los sufrimientos y esperanzas del pueblo
griego. El Juramento de la Estigia y, sobre todo, En la muerte de Palamás, un poema impresionante sobre otro de los corifeos de la lírica griega
moderna, expresan una firme voluntad de liberación y de fe en la perduración del, en aquellas fechas, humillado pueblo griego.
Hacia el final de la guerra volvió otra vez al teatro y escribió una tragedia titulada Sibila, Dédalo en Creta, Cristo en Roma y la Muerte de Digenís.
Esta última tragedia, publicada en 1950, sobre el héroe más popular
del helenismo bizantino se puede leer hoy también como un pregón de su
propia muerte, que le sobrevino en las vísperas del verano del 51.
SIKELIAN~S:DOS POEMAS
421
Pero a un poeta órfico es más justo despedirlo con el recuerdo de su
segunda boda, dos años antes de la guerra, en la colina sagrada de Eleusis, al aire libre, en una atmósfera de misticismo pánico, cuando todavía
no habían infectado el recinto las actuales refinerías de petróleo. Oigamos ahora su voz Ev ~ucpqpiq,como merece un genio, en dos de sus composiciones más representativas.
Ramón IRIGOYEN
Colegio Universitario de Logroño
RAMÓN IRIGOYEN
H MANA TOY NTANTE
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Gacpvóxovxa yeyáto,
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Eva t ó ' ~ ~ L Q VXLE h n b tbv xh&vo t ó 'QLXVE
yoeyb m b x ó y a x a t o ...
Tfiv xevtqyÉvq t q n~o 6 ~ a vEo+-tooev h6Éhqta
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x a i vá. oi: híyo Epáea~vavh' ta oyovea Gacpvóxovita
p s c ~ o o t átqg CQoQtoyÉvq
SIKELIAN~S:
DOS POEMAS
LA MADRE DE DANTE
«Como vacía, en su sueño le pareció Florencia,
cuando despunta el alba,
y que, lejos de sus amigas, en soledad
erraba por las calles.
Y tras ponerse su vestido nupcial de seda,
y los velos de lis,
vagaba por las encrucijadas, y en el sueño
le parecía nueva cada calle.
Y en los cerros que bañaba un aura matinal de primavera,
como enjambres lejanos,
lentos y hondos doblaban los agonizantes campanarios
de las ermitas.
Y de pronto, como si se encontrara dentro de un jardín,
en el aire más blanco,
de un jardín vestido de novio, y lleno de naranjos y manzanos,
de una punta a la otra ...
y mientras la arrastraban las fragancias, le pareció acercarse
a un alto laurel,
en el que un pavo, saltando de peldaño en peldaño,
subía hasta su cima.
Y alargaba su cuello a una y otra rama
rebosante de bayas,
y se comia una, cogía otra y la tiraba al punto
desde la rama al suelo.
Su delantal bordado, alzó involuntariamente
en la sombra, hechizada,
y he aquí que al instante se le hizo pesado, cargado
de rizadas bayas».
Del esfuerzo del alba, reposó así un momento,
en una nube frescay sus amigas, alrededor de la cama, estaban esperando
para acoger al niño.
RAM6N IRIGOYEN
'Hxqae, oi aáhx~yyq..
. Kapnávq PgovtegÉs,
Gsvijote oúyxoepq tij xóga, d g a W g xÉga ...
Boyxijaa, t.úpnava xohépov.. . Oi cpopeeks
oqpaiq, ~eGinhw6eitembv &Éga!
2' a6to t b cpÉgetgo & x o v p á fi 'EhháGa! "Eva povvb
pE G ~ ( P V E S&v 61)Óoovpe O5 t b IIrjh~ox~ 8 5 t i p *Oooa,
X L &v t b xvgyóaovpe W S tbv EPGopo o U Q ~ V Ó ,
norov xhei, t i X L &V t b m i fi G L X Lpov
~ yhóooa;
'Hxijae, oi oáhx~yye~..
. Kapxávsg Pgovzegés,
Govijme oúyxogpq tij xóga, nÉga $5 xéga ...
Boyxqote, Poúxiva xohépv!. .. Oi iegE5
oqpaiq, ~ & ~ i x h ~ otbv
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L' aBtb cpégetgo &lcovp¿i fi 'EhháGa! "Eva5 h a ó ~ ,
oqxóvovta~t a p á t ~ atov, mj PLÉxEL.
x~ &xÉg~ogcphéyetat. óope t' &Guto 6 Naós,
X L bxb ~ q h vecpéhq
a
AóEas Tove O X É X E L .
SIKELIANÓS:DOS POEMAS
Sonad, trompetas.. . Campanas retumbantes,
sacudid el país de punta a punta ...
Tambores de guerra, redoblad.. . Desplegaos
al viento, banderas de amenaza.. .
¡En este féretro va tendida Grecia! Si alzamos
una montaña de laureles como el Pelión y el Ossa
y lo elevamos hasta el séptimo cielo,
ja quién hará llorar si es mi voz quien lo cuenta?
Pero Tú, Pueblo, porque a Tu pobre habla él, el Héroe,
la tomó y la elevó hasta las estrellas,
participa ahora en el divino fulgor
de Su perfecta Gloria, levántalo en tus manos
como estandarte gigantesco, y por encima de nosotros
que lo ensalzamos, con el corazón enardecido,
di con un solo aliento: qPalamás!»
y que la Tierra entera repita su nombre sollozando.
Sonad, trompetas.. . Campanas retumbantes,
sacudid el país de punta a punta. ..
Tronad, oh trompetas de guerra.. . ¡Santas
banderas, desplegaos al viento!
¡En este féretro va tendida Grecia! Un pueblo,
elevando sus ojos, la está viendo,
y se inflama íntegro como un Templo, cuando arde en su penetral,
y desde lo alto una nube de Gloria Lo ha cubierto ...
Sobre nosotros, allí donde fulgura
el latido inefable de la eternidad, en esta hora
Orfeo, Heráclito, Esquilo, Solomós
la santa alma victoriosa acogen,
que, pues su Obra cimentó hondamente
en esta tierra, con Pensamiento idéntico al de un dios,
ahora allá arriba va a bailar con el divino Iaco
y junto con los dioses inmortales...
Sonad, trompetas.. . Campanas retumbantes,
sacudid el país de punta a punta.. .
Zumba, Peán ... iAl viento de la Libertad
desplegados, banderas de amenaza!
DISCUSIONES Y RESENAS D E LIBROS
MIRALLES,Carles - PORTULAS,Jaume, Archilochus and the Zambic Poetry,
Roma, Edizioni dell'Ateneo, s.p.a., 1983, 160 p.
El libro reúne una serie de trabajos emprendidos a raíz de dos seminarios
mantenidos en la Universidad de Barcelona durante los cursos 1979-80 y 198081. Consta de un Prólogo (pp. 7-8) y cinco capítulos, dos de los cuales (1 y IV)
corresponden a J. Pbrtulas y el resto a C. Miralles; no obstante, dada la asunción de responsabilidad común por parte de ambos (p. 7), nos referiremos a
los autores de forma unitaria (en adelante M.-P.).
El primer capítulo lleva el título de «El poeta yámbico como 'trickster'
(«The Iambic Poet as a Trickster*, pp. 9-50), lo que puede indicar ya la orientación del libro en conjunto, en cuanto que la tradicional visión filológica en
sentido estricto se ha tratado de enriquecer con una perspectiva antropológica.
La tesis defendida, con palabras de los autores, es que «existe un proceso mimético (...) entre el yambógrafo y el «tnckster» mítico; y Hermes es el dios
que preside este juego de interferencias rituales entre la época de génesis y el
mundo del festival» (p. 14). Dicho de otro modo: partiendo de la consideración de Hermes como dios-«trickster», se supone una identificación del poeta
con dicho ideal de conducta, pero trasladado al plano del mundo real en que
aquél desarrolla su actividad. Las obras utilizadas como apoyo bibliográfico
son las de M. Bachtin (La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento.
El contexto de Francois Rabelais, Barcelona, 1974), en el aspecto de la cultura
popular y de los motivos y ocasiones Iúdico-religiosas que permiten esa conducta; las de P. Radin-C. Kerényi-C. G. Jung (The Trickster, London, 1956),
en cuanto a la consideración de la figura del «trickster»; y la de N. O. Brown
(Hermes the Thief, New York, 1947), para la representación de Hermes como
divinidad con la que se identifica el poeta yambico. Los topoi que se aducen
como apoyo documental de esta tesis, y que afectan tanto a la figura del
«trickster» en sí como al ámbito de su actuación, son: la mención del asno,
símbolo a la vez de la regeneración y de la degeneración (cf. Arch. fr. 43 W),
con paralelos en la festa asinorum medieval; la utilización de motivos, nombres
y términos no griegos (especialmente notable en Hiponacte), en la idea de que
la ruptura de los límites de la oposición griegolbárbaro, como constante del
pensamiento griego, supone una transgresión del orden habitual equiparable a
la que, en otros niveles y circunstancias, se efectuaría con la alteración de los
«roles» habituales en esa sociedad. A ello deben unirse aspectos no necesariamente documentables en los fragmentos. Así, por ejemplo, el paralelo entre
Hermes y Arquíloco se observa en el afán de superación por ambos de un
«original handicap», que en el caso del dios se plasmaría en su equiparación
428
CARLES MIRALLES Y JAUME P ~ R T U L A S
a Apolo, y en el del poeta radicaría en su propio origen social. La hipótesis
de M.-P. es que, dado que en algún lugar de su obra Arquíloco tuvo que expresar que era «hijo de Enipo» (independientemente de la realidad de tal persona), este dato se ha interpretado en términos biográficos, junto con algunas
otras posibles expresiones sobre una situación social originaria «intermedia entre el paria y el proscrito* (p. 21). También desde el punto de vista biográfico
la historia de las Licámbides sería un caso de «inversión agresiva» (p. 22), haciendo recaer la infamia en otros individuos; con ello se provoca un rechazo
a la propia existencia social de las Licámbides. A este respecto se hace observar que, por una parte, la mención de «ahorcamientos» en los fragmentos de
Arquíloco (e Hiponacte) ha sido a veces producto de falsas interpretaciones;
y, por otra, que existen paralelos rituales precisamente en festivales con base
agraria y con un sentido de reparación.
El motivo de Hermes «patrono de ladrones* es considerado también en
este contexto, ya que patrocina algo muy cercano a la «permisividad camavalesca». La frecuente aparición del término phUt?tés en el Himno a Hermes, con
el motivo del robo de las vacas, encuentra su paralelo o eco en fragmentos
como el 36, 37 ó 49 W de Arquíloco, así como el 3 y 3a de Hiponacte.
Otro topos paralelo es el que se denominaría de la «mántica menor». En
efecto, la adivinación, aunque en tono burlesco, es un motivo que reaparece
en Arquíloco e Hiponacte (cf. fr. 25 W de Arquíloco y los referentes a Cicón
de Hiponacte). Hermes representa una mántica «no Apolínea*, en la que destaca la adivinación por las sortes, las aves y en la que tienen su importancia las
abejas.
El motivo de la glotonería forma parte de este conjunto. M.-P. consideran
que su fundamento no es un afán de realismo, sino que es puramente ritual.
Paralelos griegos (Arch. frs. 168-171 W = Erisícton de Calímaco) y no griegos
(Arch. fr. 124 W = «trickster» sioux Wadjunkaga) apoyarían en este caso la
idea de que el efecto de estas enumeraciones es introducir cla reminiscencia de
una antigua figura del ritual y del folklore cuya memoria está medio borrada
en la mente del auditorio* (p. 37).
El tema de la escatología es también considerado, con especial referencia
a Hiponacte (frs. 79 y 92 W).
Las últimas páginas del capítulo se centran en los motivos sexuales, la
transgresión de cuyos tabúes y límites es esencial en el «trickster», figura a la
vez fálica y hermafrodita. Destacan los autores el «falismo» de algunos fragmentos y, sobre todo, la frecuente referencia a fracasos sexuales y a la impotencia, o bien a actos sexuales per vias non rectas, tanto en Arquíloco como
en Hiponacte. Diversas consideraciones y paralelos llevan a M.-P. a establecer
la hipótesis de que una buena parte de la poesía de Hiponacte y, en menor medida, de Arquíloco, se organiza sobre el esquema que luego encontramos en
el episodio de Circe del Satiricón de Yetronio. Arquíloco explotará asimismo
el motivo de la unión de jóvenes con mujeres viejas, así como el del gamos
(con especial referencia al Epodo de Colonia).
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
429
El paralelismo morfológico entre los pasajes de Arquíloco e Hiponacte y
el Satiricón permiten precisar aspectos de la «performance», del ámbito en el
que se encuadra ésta y de los imperativos socio-antropológicos que la condicionan. Los cultos de divinidades femeninas de la fecundidad y, sobre todo, de
Hermes, son fundamentales. El episodio homénco de Circe en Od. 10 demostraría que Hermes y Circe son a la vez paralelos y opuestos, puesto que las
mujeres le deben su arsenal seductor, pero él poseb a la vez el antídoto. Algunas coincidencias deben destacarse: así, la mención de los feacios y de Calipso en el fr. 77 W de Arquíloco; el hecho de que la «devoradora de hombres»
del Satiricón se llame Circe o de que la curación de Encolpio se atribuya a
Mercurio.
El capítulo 11 lleva el título de «El poeta yámbico como lobo» («The Iambic Poet as a Wolfs, pp. 51-60). Tal consideración del poeta yámbico se basa
en buena medida en el carácter de diversos personajes míticos que o bien son
portadores del nombre del lobo (cf. Autólico) o bien poseen rasgos de conducta que, en última instancia, se atribuían a este animal y que podrían definirse,
al igual que la poesía yámbica, con los términos psogos y dolos. Arquíloco habría actuado frente a Licambes (nombre también «parlante»), como «el lobo
ante el lobo» (p. 55). La conducta del lobo podría definirse, en opinión de M.P., con las palabras de Arquíloco en el fr. 23 W (y también las del fr. 126 W)
referentes a la respuesta al amigo y al enemigo. Entre los personajes míticos
especialmente adecuados para ilustrar este aspecto del poeta destaca Diomedes, cuyos mitos son analizados. Por último, a propósito de las observaciones
de Mano Victorino al verso 211 de la tragedia Reso, que establece un paralelo
entre los kola del yambo y los kola del cuerpo humano, se concluye una relación entre la forma de andar del lobo tras su presa y el ritmo yámbico.
El capítulo 111 se titula «La inscripción de Mnesíepes y la iniciación poética
de Arquíloco» («The Inscnption of Mnesiepes and Archilochus' Poetic Initiation», pp. 61-80) y viene a recoger el trabajo que con el título «L'iscrizione di
Mnesiepes (Arch. Test. 4 Tarditi)» publicó C. Miralles en QUCC 9 (38), 1981,
pp. 29-46. La idea fundamental es que estamos ante una escena de iniciación
poética que, si bien ha sido adecuada en su conjunto para situarla en la esfera
apolínea canónica, numerosos detalles nos ponen en contacto con una poética
más primitiva, más próxima a la esfera de Hermes, incluso de carácter ctónico
y con unas Musas que probablemente tampoco son las del ámbito apolíneo. Las
precisiones topográficas son reveladoras, si entendemos el nombre de Lissides
como equivalente a Lissades, es decir, algún tipo de rocas o piedras que, como
los hérmaioi lophoi y otras rocas de la mitología y de la religión indican un 1ímite o punto decisivo en el camino e incluso nos ponen en relación con divinidades ctónicas. Igualmente el nombre Leimones, de larga tradición en relación
con la configuración escénica de determinados mitos de trasfondo religioso ctónico, incluso órfico, y con evocaciones del mundo de los bienaventurados.
Por otra parte, a diferencia de lo ocurrido con Támiris, el tono rudo del
poeta con las Musas no está fuera de lugar y éstas no le castigan, sino que le
430
CARLES MIRALLES Y JAUME PORTULAS
premian. Debe considerarse una relación ritual en paralelo con los misterios
de Eleusis; algunos paralelos con el Himno a Deméter llevan a establecer, en
última instancia, una similitud entre la familia de Arquíloco (los Télidas) y los
Eumólpidas, no sólo en cuanto a la ecuación poeta-sacerdote, sino también
por el carácter pastoril de algunos de sus miembros. En cuanto a las Musas
que aquí aparecen, probablemente en un principio eran las «más antiguas* de
que hablaba Mimnermo, ligadas a Deméter y Hermes y en número de tres
(como las Horas o las Gracias).
Los autores se preguntan hasta qué punto la obra de Arquíloco justificaba
el tenor e incluso la literalidad de la descripción de la escena y si no estaremos
ante un «pastiche» de época helenística. Su respuesta es que podría existir una
base en los versos de Arquíloco, pero que luego han existido interferencias
propias de la época en que se escribe la inscripción. La «delfización» apreciable en el conjunto pertenecería a una época intermedia influenciada por la
propaganda délfica.
La tercera columna de la inscripción nos pone en contacto con el ditirambo
y con Dioniso y da la impresión de que el poeta instruye a sus conciudadanos
para una representación de carácter mimético (aunque M.-P. se muestran escépticos acerca del valor del término schedias [-). Por tanto, continuaríamos
dentro de la atmósfera ritual y festiva.
En cuanto a las menciones del oráculo de Delfos y de una krisis sobre sula interpretación sería la siguiente: durante el fespuestas dikais ~[nornois?],
tival se habría celebrado un certamen poético en el que una parte del público
se habría constituido en jurado, que habría negado el premio a Arquíloco por
tener sus composiciones un carácter iambikoferon, entendido como pdemasiado obsceno». En contraste con la reacción de las Musas ante los skornrnata de
Arquíloco, sus conciudadanos le niegan el premio, lo que atrae el castigo de
Dioniso (impotencia). El oráculo de Delfos, con su sanción a la actitud de las
Musas, da un paso decisivo en la asunción de usos poéticos que en principio
eran ajenos a Apolo.
El capítulo IV aborda «La lucha de Herrnes y Apolo por la lira» («The
Fight of Herrnes and Apollo for the Lyre», pp. 81-126). En estrecha relación
con la tesis de capítulos precedentes se sostiene aquí que el conflicto entre
Hermes y Apolo nos permite vislumbrar la prehistoria de la función social de
la poesía en Grecia antes de la delfización antes señalada y, en concreto, previa a la codificación apolínea ya presente en la Teogonía. Destaca el análisis
de diversos mitos protagonizados por personajes que, de forma negativa o positiva, tienen alguna relación tanto con Hermes como con Apolo, especialmente los que se refieren a heroínas como Filónide, Quione o Corónide. Pero el
principal ámbito de confrontación entre ambas divinidades es sin duda el de la
palabra, el «discurso mágico, poético o profético» (p. 91). M.-P. reivindican
los derechos antiguos de Hermes en el terreno profético, pues la invención de
la lira por Apolo es parte de la propaganda délfica. La poesía yámbica es un
reducto de las primitivas características no apolíneas. El Himno a Herrnes
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
431
sería un testimonio casi elaborado ad hoc del fenómeno de evolución de la
poesía hacia lo apolíneo. M.-P. opinan que un cotejo entre el proemio de Teogonía, Himno a Herrnes, VV.450 y SS.y 478-9 y el fr. 1 W de Arquíloco nos
revelaría tres momentos del desarrollo de la tradición oral. Ya la Teogonía nos
presenta un uso «revolucionano» del término therapon que antes sólo conoce
contextos bélicos. Por su parte, en Arquíloco destaca la aparición del participio epistárnenos, cuyo valor, así como el de la expresión Mouséon therapon
son analizados con detalle vor los autores. El término eoistárnenos vendría a
representar la «cristalización, tras un proceso repetitivo, de la habilidad compositora del poeta, así como de la conciencia de la misma». En la evolución
de la consideración del poeta en su sociedad es evidente el nuevo espacio poético que supone salirse del oikos; el poeta es, en el festival del que es protagonista, algo así como «el héroe rudo de los orígenes» (p. 108), pero con conciencia de su capacidad. No obstante, la reflexión poética no es todavía patente, pues el papel semidramático que el poeta asume no le permite llegar a
aquélla plenamente. M.-P. destacan la importancia del componente dramático
y mimético en Arquíloco e Hiponacte: «los lazos entre el yambo jónico y la comedia ática pueden adquirir una nueva dimensión si se analizan desde esta
perspectiva* (p. 111).
M.-P. repasan en la última parte del capítulo algunas relaciones entre el
rito y la poesía yámbica, como son el paralelo de las imprecaciones desde el
carro en las fiestas de Dioniso y el recitado de composiciones yámbicas ex hamáxés; la ceremonia de las aiora, en el tercer día de las Antestenas, con las
alusiones a «ahorcamientos» o a «colgar» en la obra y en la biografía de los
poetas; o bien las relaciones con el culto de Dioniso (divinidad que para los
griegos poseía una tradición poética prehomérica), a propósito de lo cual M.P. se fijan en la polémica sobre el vino como fuente de inspiración, que revelaría «un ámbito poético antiguo, en el que Apolo no era más que un intruso».
Esta «intromisión» es difícil de precisar cronológicamente, pero pueden apreciarse diversos cambios en la función poética, entre los que destaca la polarización del épainos frente al psogos, cuyo punto culminante se refleja en la
Pítica 2 de Píndaro. La propia biografía de Arquíloco está manipulada en un
solo sentido, utilizando incluso sus propias palabras. En resumen, para M.-P.
los yambógrafos se mueven en una esfera ajena a Apolo y están en una situación clave en el conflicto entre ambas deidades.
El capítulo V, «Arquíloco y la joven de Paro» («Archilochus and the
Young Girl from Paros», pp. 127-157), se centra, como es de suponer, en el
texto del Pap. Col. inv. 7511, por cuya autoría arquiloquea se inclinan M.-P.
Tras resumir el modo en que M.-P. entienden la configuración de la escena
aquí descrita, analizan la evolución del motivo del 'encuentro' en la Antigüedad (destacando la importancia de la entronización del diálogo). El peso S n cipal del capítulo, en lo referente al fragmento en sí, recae en la discusión de
las expresiones epeígeai y thyrnos ithjei y, desde un punto de vista comparativo, en el cotejo con tradiciones medievales trovadorescas consideradas paralelas, especialmente en cuanto a la «función social». Los autores plantean la
hipótesis
432
CARLES MIRALLES Y JAUME P ~ R T U L A S
de una edición alejandrina de Arquíloco del tipo de las de F. Villon o del Arcipreste, mientras que la de Hiponacte se aproximaría más a la del Satiricón
de Petronio. Se suman a las líneas interpretativas contrarias a la admisión indiscriminada de topoi. En cuanto al problema de la «individualidad», defienden una consideración literaria estricta de la misma. Las experiencias que la
obra poética recoge son reales, pero no deben entenderse en sentido biográfico o histórico preciso. El prestigio en el auditorio del modo de transmisión
sería el fundamento de su confianza en la veracidad de la composición, pero
debemos tener en cuenta, en todo caso, que el «yo poético» no es aquínn «yo
biográfico», sino meramente representativo. La trama narrativa tradicional
transmite, sobre un esquema y unas estructuras aceptadas por el auditorio, experiencias asimismo compartidas.
Quizá sorprenda al lector habituado al tratamiento filológico tradicional
encontrarse con que en una monografía bajo el nombre de Arquíloco no Ilegan a veinte los fragmentos del poeta citados en el conjunto (y en algunos casos sin recurrir a una simple referencia cruzada, como ocurre con el fr. 43 W,
que aparece en la p. 16 y de nuevo en la 39, dentro del mismo capítulo, con
el texto completo en ambos casos). En cierto modo esto es justificable, si tenemos en cuenta que el capítulo 111 se centra en la inscripción de Mnesíepes,
que el IV se basa fundamentalmente en el Himno a Hermes y que el V sólo
trata el nuevo papiro de Colonia. Pero, al mismo tiempo, denota una característica general que puede no ser plenamente aceptable, a saber, el dar por
sobreentendidos una serie de presupuestos cuyo recordatorio parece considerarse superfluo. Esto mismo es trasladable a las referencias bibliográficas, que
son por lo general escuetas.
Un ejemplo concreto: en las primeras páginas del capítulo 1 se establece la
hipótesis de que la mención del asno en el ya citado fr. 43 W de Arquíloco ha
de ser comparada con la festa asinorum medieval, teniendo en cuenta que el
asno es un símbolo de la degeneración y la regeneración. Muchos se resistirán
a ver algo más que un símil, efectivo, entre otras cosas, por la precisión («asno
garaiión de Priene ...»,etc.). Pero, además, merecería alguna observación el
problema textual, que afecta especialmente al comienzo del fragmento; y,
puestos a hablar de burros, también podría haberse traído a colación el fr. 21
W, donde una isla es comparada con el «espinazo de un burro». Por otra parte, no creemos que el símil del pollino contribuya especialmente a la configuración del poeta como «trickster». Si una de las características de esta clase de
personaje es su protagonismo en la ruptura del orden establecido, no parece
lo más adecuado el recurso a la comparación basada en experiencias tan comunes.
Lo mismo cabría decir, por ejemplo, de la valoración que M.-P. hacen del
uso en los yambógrafos, especialmente en Hiponacte, de términos, personajes,
etc., no griegos. En primer lugar, no parecen en este sentido comparables
DISCUSIONES Y RESENAS D E LIBROS
433
Arquíloco e Hiponacte. La proximidad geográfica de este último al entorno no
griego es ya una posible base real para justificar esa presencia y no compartimos el rechazo de este fundamento por M.-P. La «transgresión» del nomos
de la oposición griegobárbaro como actuación propia del «trickster» nos parece una simplificación excesiva. La aparición, por ejemplo, de un término no
griego en Hiponacte puede que no deba explicarse siempre igual: no es lo mismo la aparición de un término como pálmys, que ya parece integrado y que
podría ser considerado préstamo, que la introducción consciente de la modalidad de habla extranjera (lydistí, méionistí). El caso de mCionistí Kandaúle,
aportado para defender la tesis de una consciente traslación a una «no man's
land», puede ser perfectamente reversible, ya que la clara divisón del verso
'EgM nvváyxa, p p o v ~ a z iKavGaCAa
con coincidencia de la división métrica (cesura) y sintáctica acentúa la contraposición (justo lo contrario de lo que aquí se defiende).
Algunas veces la argumentación debería ser más generosa. Así, por ejemplo, se defiende una explicación de la mención de alimentos en la obra de los
yambógrafos como una evocación de la glotonería del «trickster» y se rechaza
que esto tenga que ver «con el problema del hambre». Para ello se aducen el
fr. 124 W de Arquíloco y el 26 W de Hiponacte y se prefiere la explicación ya
citada sobre la reminiscencia de una antigua figura ritual que se despertaría en
el auditorio. En efecto, en ambos ejemplos los poetas critican la conducta desmesurada de un individuo, que en un caso le lleva a participar en un banquete
sin estar invitado y en el otro a minar su hacienda por glotonería. Ahora bien,
el efecto en el auditorio, salvo que recurramos al nivel del subconsciente y a
esferas subliminales, no parece verosímil que sea la rememoración propuesta.
Alguna probabilidad puede tener el primer fragmento, pues el -individuo se
salta un nomos social perenne en Grecia acerca del convite. Pero ambos se basan sin duda en el contraste abundancia!escasez, riqueza/psbreza. El fragmento hiponacteo, digno de una comedia ática, descansa en el contraste riqueza1
pobreza (idel atún a los higos, y cavando piedras, como en el comienzo del
Díscolo!); antes que esa supuesta reminiscencia, el propio poeta explicita los
dos términos de referencia: un eunuco de Lámpsaco, frente a la comida propia
de un esclavo. A mayor abundamiento, debe repararse en el contexto en que
se nos ha transmitido el fragmento arquiloqueo, ya que Ateneo (Epítome, 7)
afirma claramente que en el fr. 124 W Arquíloco criticaba una costumbre de
Pericles, a quien comparaba con los miconios, quienes «por su pobreza y por
habitar una isla mísera son criticados a causa de su tacañería y de su codicia».
En resumen, que no podemos afirmar tajantemente que «el problema del
hambre no tiene nada que ver con la poesía yámbica» (jahí está además el fr.
116 W, mandando a paseo a Paro, sus higos y la vida marinera!). La función
crítica de la poesía arquiloquea tiene efecto inmediato por referirse a seres que
forman parte de esa comunidad y por utilizar términos de referencia compartidos por la misma. Todos los fragmentos utilizados hasta ahora se sirven de
la comparación: el asno de Priene, la conducta de los miconios, el eunuco de
Lámpsaco. Referencias concretas y próximas. No hace falta recurrir al paralelo
de los sioux Wadjunkaga para comprender la función social del procedimiento
434
CARLES MIRALLES Y JAUME PORTULAS
Hemos dicho que los autores utilizan escaso apoyo textual de los poetas
yámbicos para sustentar sus tesis. Pues bien, tampoco la utilización que se
hace de esos pocos fragmentos nos parece la más adecuada. La ausencia de referencia al contexto de su transmisión la hemos criticado ya. Añadimos ahora
dos observaciones:
a) Se utilizan composiciones en troqueos para ejemplificar el yambo.
b)
Se omiten las referencias del resto del fragmento que contradicen la tesis expuesta.
Una muestra de ello nos la da el capítulo 11. En apoyo de la tesis del poeta
como lobo, aparte de algunos nombrespropios <cparlantes»,sólo se aducen los
frs. 23 y 126 W de Arquíloco, que contienen la expresión de un comportamiento «de lobo» (amar-al amigo, responder con daño al enemigo, etc.). Pues
bien, el hecho de que ambos ejemplos sean de versificación trocaica plantea
una grave contradicción con la tesis que remata el capítulo, a saber, el paralelo
del ritmo yámbico con la forma de caminar del lobo tras su presa. Es notable
que, precisamente cuando, según M.-P., el poeta describe la «reacción lobuna», no utilice el yambo, el metro supuestamente «lobuno». A no ser que aquí
el lobo ande para atrás. Pero, además, en el propio fr. 23 suele admitirse para
el v. 16 la lectura mjrmex. Es decir (y remito a S. R. Slings, ZPE 45, 1982,
pp. 69-70, para la defensa de esta lectura), el poeta asimila esa conducta a la
de la hormiga (para lo que hay algún paralelo). Si M.-P. prefieren, con Peek
y otros, la presencia de un nombre propio Myrmex, al menos deberían haberlo
defendido (y, en todo caso, explicar que aq& no hubiera un nombre parlante
también). En cuanto a los mitos en relación con Diomedes, pueden tener alguna relación con la tesis defendida, pero se da el caso de
que nosotros
recordemos, no hay datos de que en la obra de Arquíloco se mencionara a tal
personaje mítico. En resumen, que los paralelos extraarquiloqueos no pueden
tenerse en cuenta y los fragmentos aducidos no son pertinentes por las razones
indicadas.
El capítulo 111 es, quizá, uno de los más sugerentes en su planteamiento y
mejor construidos en su desarrollo. Cabe, una vez más, la objeción de la ausencia de apoyo en la propia obra del poeta pario, ya que hemos de conformarnos con aceptar la suposición de que la experiencia del encuentro con las
Musas se retrotraería a la propia obra de Arquíloco. La verdad es que no hay
motivos ni para dudar de ello ni para creerlo. Sí hay motivos, sin embargo,
para objetar cierta obsesión por llevarlo todo al terreno de Hermes, divinidad
que, por cierto, no aparece mencionada en Arquíloco más que una vez (fr. 95
W), siempre que se acepte la reconstrucción de Zielinski (basada en un cotejo
con Hor. C. 11 7, 13). Por el contrario, el resto del panteón olímpico está perfectamente representado: Afrodita (lx), Ares (4+1 Enialio), Atenea (3x), Deméter (2x), Dionisio (lx), Hefesto (2x), Posidón (2x) y, sobre todo, Zeus
(lOx), a los que podrían añadirse Core (lx), Hades (lx) y las propias Musas
(lx) (cf. H. D. Rankin, Archilochus of Paros, Park Ridge, New Jersey, 1977,
p. 112, n. 82, una de las obras no citadas por los autores). Muy distinto es el
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
435
caso de Hiponacte; pero, desgraciadamente, ninguna inscripción nos habla del
origen de su estro poético.
Más graves, sin embargo, son algunas objeciones de otra naturaleza que
pueden hacerse. Cierto descuido bibliográfico puede hacer olvidar que la relación entre la inscripción de Mnesíepes y el Himno a Hermes se remonta al
propio editor de aquélla, N. M. Kondoleon, quien, en su artículo de presentación de la inscripción (en AE, 1952, pp. 32-95, que citan los autores, pero
sin referencia a este punto) se contienen ya interesantes observaciones, no sólo
sobre esta relación, sino también sobre la contraposición Hermes-Sirenas frente a Apolo-Musas, la existencia de aspectos funerarios de las Musas no compartidos por Apolo, etc. (cf. pp. 64 y SS.), que deberían haberse destacado.
Más aún, en un libro aparecido en 1981, el de A. Aloni, Le Muse di Archiloco.
Ricerche su110 stile archilocheo, Copenhagen (al que quizá no pudieron acceder
a tiempo los autores) se discute la relación entre el Himno a Hermes y el fr.
1 W de Arquíloco, pero, lo que es más inquietante, para demostrar que estamos ante fenómenos de naturaleza distinta (cf. pp. 37 y SS.).
Dentro de un interés general evidente, el capítulo dedicado a la pugna entre Apolo y Hermes por el dominio de la poesía adolece a nuestro juicio de
un defecto fundamental, a saber, cierta ausencia de rigor en el planteamiento
cronológico, motivada una vez más por el afán de utilizar el Himno a Hermes
como plantilla o catálogo que configura la actuación de los poetas yámbicos.
Hasta el punto de que, salvo en un momento en que M.-P. observan que el
Himno es el último eslabón en la serie épica-Hesiodo-Arquíloco-Himno (cf. p.
101 «the most recent of the passages in question~),en general hay cierta
confusión cronológica, que podría hacer pensar en que el Himno a Hermes
precede a la obra de Arquíloco. Otra cosa es que (como creemos debe entenderse) se proponga que el autor del Himno a Hermes plasma de forma muy expresiva un conflicto preexistente; pero el problema es que, una vez más, nos
vemos obligados a admitir la hipótesis de una concepción poética por parte de
un poeta (Arquíloco) en cuya obra no hay rastros suficientes para admitirla sin
más. Incluso a veces podría haberse recurrido a algún dato de apoyo en más
directa relación con Arquíloco. Por ejemplo, cuando se habla de los rituales
que coinciden con motivos de la poesía arquiloquea, se comenta la ceremonia
de los ai&a en el tercer día de las Antesterias (pp. 114-5) en rememoración, se
decía, del mito de Erígone y de su padre Icario. Los autores indican, con razón,
la frecuencia del motivo de «colgar» o «ahorcar» en Arquíloco e Hiponacte.
Pues bien, no sólo eso. Podemos añadir este otro dato: el autor del tratado De
lo sublime, en una relación de autores de primera fila comparados con sus émulos menos afortunados, coteja con Arquíloco la Erígone de Eratóstenes (cf. 33,
5). Muy significativo, tanto si es que Ps.-Longino se refería a alguna composición de Arquíloco sobre el tema (con probable relación con el asunto de las hijas
de Licambes), como si se trata de alguna relación más general.
Hacemos estas observaciones conscientes de que, en todo caso, deben tenerse en cuenta la relación entre la poesía yámbica y los aspectos que M.-P.
436
CARLES MIRALLES Y JAUME PORTULAS
han destacado en el Himno a Hermes y porque la consideración rigurosa de la
cronología provoca numerosos interrogantei en cuanto a la tradición poética
y, paralelamente, las concepciones religiosas del mundo jónico. Por ello también nos habría gustado ver más apoyo bibliográfico en el terreno religioso,
que queda prácticamente copado por el Herme,s tke Tkief de Brown y los paralelos de remotas tribus.
Debemos insistir además en la existencia de argumentos contrarios a la tesis de. M.-P. y a su interpretación del fr. 1 W de Arquíloco en la citada obra
de Aloni (pp. 31 y SS., especialmente 38-9), quien analiza desde otros puntos
de vista la expresión eratdn dóron epistámenos, por lo que no repetiremos aquí
la argumentación.
La idea de la existencia de estadios diversos desde la fase oral absoluta hasta la poesía lírica, pero con cruces sincrónicos, merecía más datos concretos.
No puede hablarse de la «alteración de la oralidad» en Arquíloco sin un solo
ejemplo. Ni es lo mismo defender el distinto concepto que tiene el poeta de
su propia personalidad desde la Odisea a Arquíloco, combinándolo con la
cuestión de la «alteración de la oralidad* con afirmaciones generales, que pasar a una demostración puntual del fenómeno citado.
Otras veces la propia vehemencia argumentativa lleva a los autores a expresarse de forma que consideramos algo exagerada. Tal nos parece cuando en
la página 120, a propósito de la pe~ivenciadel tema de la inspiración por el
vino, se afirma que poetas tardíos como Nicerato (así citado, pero cf. errata)
y Antípatro de Tesalónira «echaban de menos la antigua función de la poesía». Demasiada conclusión para extraer de lo que ya era un topos sin fuerza.
En cuanto al capítulo final, dedicado al Epodo de Colonia, no entraremos
en consideraciones sobre aspectos parciales, referentes a la interpretación detallada del fragmento, sino en la crítica de la tesis resultante, la del carácter
«representativo» del yo poético en este caso y de algunos apoyos que se dan
a la misma. La novedad del capítulo es, sin duda, la riqueza de paralelos medievales que se aportan, fundamentalmente de poesía trovadoresca, y que son
de gran interés. Ahora bien, remitiéndonos al conjunto del libro que ahora
juzgamos, existe, en nuestra opinión, una contradicción, al menos aparente,
entre las diferentes valoraciones de la figura del poeta. Dicho de otro modo
jse puede asumir el papel social del «trickster» y componer con la técnica poética y la intencionadlidad de un «troubadour»? No estamos muy seguros de
que la respuesta pueda ser afirmativa. Incluso admitiendo que no ha de hacerse una «lectura» biográfica y factual en sentido estricto de las experiencias que
el poeta narra, es evidente que la funcionalidad de un mismo motivo, por idéntico que éste sea, no es la misma en boca de un trovador que en boca de Arquíloco ante sus conciudadanos, utilizada para destruir la reputación, de forma
directa o indirecta, de un personaje al que se le puede dañar hasta su misma
imagen pública (en un sentido también «político») y no ya sólo la paz hogareña. De modo que, por muy impersonal o colectivo que resulte el topos, el
contexto lo individualiza, lo polariza ipso facto. Por otra parte, tampoco
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
437
es claro que deba negarse todo valor biográfico a las descripciones de
experiencias personales por parte del poeta. No debe confundirse la dradicionalidad~del mero vehículo narrativo (estructura, topoi, metáforas, etc.) con
la artificialidad del conjunto, aunque con ello no defendamos un realismo a ultranza por parte del poeta ni tampoco un biografismo absurdo. Pero, si se defiende abiertamente la ficción, se han de aportar argumentos más sólidos y un
análisis detenido, tanto desde el punto de vista intra- como intertextual (cf.
Aloni, pp. 73 y SS.,con conclusiones en buena medida similares a las de M.-P.,
que tampoco compartimos plenamente en su formulación, pers sobre una base
más sólida).
Hemos'elogiado los paralelos medievales, aunque hemos criticado el hecho
de que dejan de ser «paralelos» cuando se considera el contexto y la finalidad.
Debemos añadir ahora que los autores disponían de algunos ejemplos más
cercanos y que la bibliografía sobre los mismos es abundante. Por ejemplo,
cuando se habla como novedad del dransfer of epic language to an erotic language», podría haberse tenido en cuenta no sólo a Guillem de Peitieu o Peire
Vidal, sino también a fbico o a Safo, valga el caso, y lo que sobre ello se ha
dicho. Además estaba el resto de la propia obra arquiloquea y, sobre todo, se
echa de menos una demostración completa de fenómeno sobre la base del texto de Colonia entero, con todas sus implicaciones.
No quisiéramos que el conjunto de observaciones precedente arrojara un
balance excesivamente negativo sobre esta obra de M.-P. El interés que las
numerosas sugerencias e ideas del libro encierran es el único móvil de las puntualizaciones efectuadas. Lo positivo de la contribución en conjunto nos ha parecido simplemente que merecía una argumentación más sólida en determinados puntos. Algunas de las precisiones, por otra parte, sólo parten de ideas
arraigadas en el autor de la reseña. Así, por ejemplo, nuestra creencia en que
la poesía de Arquíloco e Hiponacte no son absolutamente equiparables. Se
comprenderá también nuestra sorpresa al encontramos con escasísimos textos
y los menos de naturaleza yámbica pura (verdaderamente de Arquíloco sólo
dos o tres; el que motiva varias páginas en el capítulo IV es una elegía; el del
capítulo V, un epodo). Por último, algunas de las contradicciones señaladas
afectan en general al estado actual de la investigación arquiloquea: de un
biografismo a ultranza hemos pasado a una concepción de «poesía pura» que
parece igualmente fuera de lugar; pero quienes así juzgan a un Arquíloco se
resisten a dejar de ver (difícil sería) la función del poeta como «revulsivo
social*. Más grave aún: aunque se defienda una concepción de la poesía «yámbita» demasiado alejada de la realidad, en la que importa más el medio que
el mensaje, no se puede renunciar a admitir de alguna forma el papel de testigo histórico del poeta, casi de cronista, fundamental en el desarrollo del pensamiento histórico griego. Arquíloco es un buen ejemplo de ello y así se lo reconoce la inscripción de Sóstenes. De ahí el riesgo de inclinarse excesivamente
en cualquier dirección.
438
CARLES MIRALLES Y JAUME P ~ R T U L A S
Debe elogiarse en la obra de M.P. la buena combinación del material tradicional con teorías de tipo sociológico-antropológico, que abren perspectivas prometedoras en el análisis de la poesía yámbica. Por otra parte, son también
numerosos los aspectos en que concordamos con los autores (valor de los testimonios míticos, aspectos como el de los motivos odiseicos y oraculares en la
obra arquiloquea, importancia de la tradición yámbica para la comedia, etc.),
aunque el papel de crítico haga aparentar un espíritu más adverso de lo real en
quien suscribe estas líneas, escritas con el máximo interés por la obra juzgada.
4. ERRATA
Dice
Debe decir
Lugar
p. 17,l. 7
monkey
donkey
apanchesthai ve1 -xasthai
p. 23, n. 25,l. 3
apánchasthai
Hipponaux
Hipponax
p. 26, n. 37,l. 3
ULaxip
ULa4v
p. 27,l. 13
imO nvwv.. .oiov~i
Unó t~vwv...oiov&i
p. 33, n. 5.5
~ikov
~ipov
p. 36,l. 19
p. 53, n. 3,l. 4
Cirene
Cyrene
p. 58, n. 13
Mimmermus
Mimnermus
Archilocheon
Archilocheion
p. 63,l. 3
nee~~~atjj
p. 66, n. 7
xee~&az.ri
pureia
pyreia (cf. Hymn)
p. 96,l. 17
uoeber
ueber (über?)
p. 97, n. 38,l. 2
oiov
o'iov
p. 99,l. 26
Enyalios
p. 101,I. 12 y n. 45, 1. 2 Enialios
crystalizes
crystallizes
p. 103,l. 13,29
crystalization
crystallization
p. 106,l. 14
Lyric
Lyrik
p. 106, n. 56, 1. 1
p. 112, n. 65
Aussluss
Auschluss
p. 136,l. 4
temenss
temenos
«yearning»).
(eliminar coma ante
p. 141,l. 4
p. 145, n. 28,l. 8
De La Torre
de la Torre
p. 145, n. 28,l. 9
Quad.
Cuad.
p. 148,l. 20
Alenxandrians
Alexandrian
Por otra parte debe observarse: El título exacto de la obra de G. Nagy es
The Best of the Achaeans (no of Achaeans; p. 101, n. 46); el de la de O. Tsagarakis es Self-Expression in Early Greek Lyric, Elegiac and Iambic Poetry
(aparece incompleto en p. 138). Por último, en p. 120 se habla de Nicerato,
designándolo como Nicaeratos (por Niceratos) y, a propósito del mismo punto,
en n. 84 se remite a n. 82. de p. 118, donde sin embargo se menciona al poeta
como Nicaenaetus (por Nicaenetus); se trata de la admisión simultánea de los
dos nombres del mismo poeta, de los cuales el de Nicerato es una variante de
la Planudea que hoy día no suele admitirse.
Emilio SUAREZde la TORRE
Universidad de Valladolid
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
439
SOFOCLES:
AS Traquinias. Introducáo, versáo do grego e notas de MARIA(do)
CÉU ZAMBUJO
FIALHO.Instituto Nacional de Investigaqáo Científica; Centro de Estudos Clássicos e Humanísticos da Universidade de Coimbra,
Coimbra, 1984. 104 pp.
La serie de textos clásicos de la Universidad de Coimbra, que incluía ya
versiones de las piezas sofocleas «Edipo rey» y «Filoctetes», añade en 1984 las
traducciones de «Antígona» y «Las Traquinias*.
El texto de «Las Traquiniaw se presenta acompañado de una Introducción
sucinta, pero bien documentada, que incluye: tratamiento del mito, cronología, carácter de los personajes y sentido de la pieza. La autora apoya con
nuevos argumentos teorías conocidas, o bien se aventura con opiniones de su
propia cosecha. Son bellas las palabras que dedica a la comprensión de los
personajes: la soledad y muerte de Heracles se dibujan frente a la soledad y
muerte de Deyanira; por su parte, el Coro está marcado por una profunda dependencia respecto a la heroína.
La versión se mantiene fiel al original, y es concienzuda y minuciosa, sin
ser literal. Consigue una prosa actual, en la que se consigue reproducir de
cuando en cuando efectos estilísticos del original. Valgan como ejemplos los
VV.1.023 SS.,en los que Heracles, con expresiones reiterativas, se dirige a su
hijo y a los dioses, abatido por el dolor: «Meu filho, onde estás, onde estás tu?
Por aqui, por aqui, pega-me e levanta-me! Ai! Ai! Oh, destino meu! Ataca-me
de novo, ataca-me este mal abominável, funesto, terrível, violento! Oh, oh,
Palas, de novo ele me abate!».
El texto empleado es básicamente el de Pearson; la autora ha acudido ocasionalmente a las ediciones de Dawe (1979) y Easterling (1982). A mi modo
de ver, la traducción peca un poco de prosaica en los estásimos, a los que no
se imprime un tono suficientemente elevado.
Virtud de esta versión es añadir indicaciones escénicas precisas, referentes
tanto a las entradas y salidas de personajes como a gestos o movimientos de
los actores. También las unidades estructurales mayores -episodio, estásimo,
párodo, éxodo- aparecen señaladas.
Un centenar de notas ilustra la traducción, aclarando contenidos, señalando las dificultades de ciertos pasajes de difícil interpretación, e identificando
lugares o personajes.
Añadiré alguna observación que en modo alguno resta valor al trabajo reseñado.
Para la fijación cronológica se refiere la autora (pp. 15 s.) a la anterioridad
de Tr. respecto a O. T., haciendo hincapié en las características que aproximan
las dos piezas. Por ello señala que su fecha es anterior y próxima al 427-426.
Creo que, después del trabajo de Reinhardt (1933), avalado por el estudio
.
440
ELSA G A R C ~ ANOVO
minucioso de Schwinge (19621, no cabe otra datación relativa que su situación
entre Aj. y Ant.: Schwinge fija como término ante quem el 438 (fecha de E.
Alc.).
Es posible que la traducción se hubiera beneficiado en algún pasaje de las
sugerencias de Dawe en Studies on the Text of Sophocles (vol. 111, Leiden,
1978), trabajo que Fialho no maneja.
En la asignación de personajes se evita la distinción entre Coro y Corifeo,
postura que es bastante común. Sin embargo, creo que se hace ya imprescindible señalar que, en el recitado de un episodio, es el Corifeo el que habla
como portavoz del grupo, aunque en otras secuencias resulte dudoso si se trata
del individuo o del conjunto. A este respecto añadiré que los w. 863-870, que
Fialho, siguiendo a Mazon, distribuye entre dos semicoros (863-64, 865-67), a
los que sigue una intervención del Coro completo (868-70), componen, en mi
opinión, una resis del Corifeo, seme-¡ante en cierta media a las resis O. T. 147177 (Edipo) y O.C. 310-23 (Antígona). En los tres pasajes se produce una vacilación en el ánimo del hablante, que duda de la identidad de un personaje
al que oye sin ver (Tr., O. T.), o divisa a lo lejos (O.C.): su emoción se traduce
en expresiones extra metrum que salpican los trímetros (obsérvese que t í rpqpi;
es recurrente en las tres secuencias).
Por último, señalaré que en la nota 41 de la Introducción (p. 24), se adscribe a Kamerbeek la designación de los VV. 205-24 como «peán», pero ya
Masqueray recoge esta consideración (1895, pp. 124 y 309). Mientras que
Kraus (1957, p. 133: eszenisches Chorikon*), Pohlsander (1964, p. 134: «episodic strophe~)o Aichele (1971, p. 50) no consideran este canto como separador de episodios, Rode (1971, pp. 86 y 94) llega a ver en él un estásimo en
ástrofa.
En suma, a la vista de esta versión portuguesa cabe elogiar tanto la iniciativa de la serie como la realización individual de su autora.
NOVO
Elsa GARC~A
Universidad Complutense
V.
BERS, Greek Poetic Syntax in the Classical Age, New Haven and London,
Yale University Press, 1984, XIX+218 pp.
Este libro que, como su autor advierte en el Prefacio, «aims at finding the
precise limits and rationale, whether aesthetic or semantic, of certain syntactical phenomena in classical Greek poetrp, cumple sobradamente tales propósitos, pues no se limita a hacer un estudio de usos sintácticos poéticos en la
poesía sino que lo extiende a un numeroso grupo de autores en prosa de los
siglos V y IV a . c . como base y contraste en su análisis.
DISCUSIONES Y RESEÑAS DE LIBROS
441
En la Introducción el autor manifiesta sus puntos de partida para abordar
el tema. Partiendo de una distinción entre poesía, prosa y verso procede al
análisis de algunos prosistas en el apartado «Problem» Authors: Some Specifics
para poder discutir lo que él llama differeetiae, tras una toma de posición sobre
autenticidad, dialecto y relación con el lenguaje poético. Tales differentiae no
son sino «deviations from a specific form in everyday language» y encuentran
su traducción en 10 que llama «the Pedestrian Gloss», esto es, lo que entendía
el oyente griego como «its functional equivalent in his everyday language»
(P. 13).
Sobre estos dos conceptos aborda el autor sólo un número limitado de temas de la sintaxis poética, el número, el acusativo de dirección sin preposición,
el dativo locativo sin preposición, que prefiere llamar Local Dative, la voz,
subjuntivo y optativo sin partícula, infinitivos de mandato, deseo y exclamativos. Estos temas, seguidos en algunos casos de apéndices, se ordenan en los
siguientes capítulos:
1. Number (acompañado de cuatro apéndices)
la. Some Modern Contributions
lb. The Poetic Plural in Prose
lc. Some Poetic Plurals in Aristophanes
in Tragedy
Id. xqoiv and no¿¡oiv
2.
The Terminal Accusative
3. The Local Dative (acompañado de un apéndice)
3a. The Ablatival Genitive
4. Voice
5. Subjunctive, Optative, and &v
6. Jussive, Optatival and Exclamatory Infinitives.
Tras una última parte de conclusiones todavía se nos ofrecen tres nuevos
apéndices, dedicados a
A) Nominal Constructions
B) The Differentiae in Satyr Drama
C) The Differentiae in Fourth-Century Tragedy
En todos ellos ha partido el autor de la revisión de teorías sintácticas tradicionales o recientes can las que contrasta un amplísimo número de textos.
Aunque en líneas generales todos los capítulos son de parecido interés y utilidad para el estudioso de la sintaxis, el 5 nos parece especialmente original y
rico por su tratamiento de la partícula Qv, así como el 4 el menos personal.
En «Some Conclusions» se formulan una serie de precisiones como resultado de la anterior exposición. Son de destacar entre ellas la de que algunas
differeetiae propias de la «serious poetry», tales como algunos plurales poéticos o el infinitivo yusivo con sujeto en nominativo-vocativo, aparezcan también en el lenguaje coloquial pero no en la «Kunstprosa» de los siglos V y IV,
442
ROSA M A R ~ AAGUILAR
o la de que, en general, las differentiae no separen tan radicalmente como se
suele pensar, las partes líricas de las dialogadas en la tragedia. En los apartados siguientes, Condensation and Precision y Abstraction and Defamiliarisation, llega a la conclusión de que la virtualidad de las differentiae radicaba en
su carácter, menos explícito y más breve, que el de su correspondiente «Pedestrian Glossv (así, por ejemplo, en los casos de «Terminal Accusative» frente a acusativo con preposición, o subjuntivo u optativo con &v). Asimismo en
su carácter abstracto y concentrado dotado de un poder adicional, el de hacer
importante la poesía en tanto que lenguaje dotado de desvío. Y esto también
porque es rasgo propio suyo el aparecer de forma esporádica y no sistemática
(como metro o dialecto), lo que previene su incurrir en familiaridad y caer en
monotonía.
Los tres últimos apéndices analizan temas no incluidos anteriormente. Especialmente de notar es el A que se ocupa de las oraciones nominales. El B
v el C son breves como lo son también los materiales tratados. fndices de autores y textos, de pasajes y un índice general cierran la obra. Sólo nos resta
aiiadir que viene a llenar una función importante en el campo de la sintaxis por
el tratamiento en profundidad y amplitud de la poesía -y la prosa- de los siglos V y IV a.c.
Rosa M.a AGUILAR
Universidad Complutense
J. ALSINA,Tucídides: Historia, ética y política, Ed. Rialp, Madrid, 1981,
359 pp.
De forma concisa, concentrada, amena y desde diferentes ópticas presenta
el Profesor Alsina en este libro la vida y obra del historiador Tucídides, sus
preocupaciones como historiador, como político, como testigo presencial de
los hechos que narra y sus reflexiones filosóficas sobre el imperio, la guerra,
el poder, el dolor, en definitiva, sobre el hombre y la interacción de fuerzas
que actúan sobre él.
En una breve introducción señala el autor que Tucídides, por primera vez
en la historia de Occidente, se plantea los problemas básicos del hecho político: las relaciones existentes entre poder y ética, fuerza y derecho, y se centra
para ello no tanto en la guerra en sí, como en el análisis de sus causas y consecuencias. Traza en el primer capítulo un perfil biográfico de Tucídides, situándolo en su contexto social y cultural y haciendo notar cómo este contexto
moldeó su personalidad. Tucídides, afirma el Profesor Alsina, tomó parte muy
activa en la guerra del Peloponeso y se propuso encontrar una razón al grave
descalabro sufrido por Atenas. Así. pues, motivos de índole personal e ideo-
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
443
lógica le impulsaron a concebir su obra en la que trató de dar una explicación
inmanente al curso del acaecer histórico. Alsina da a continuación las pautas
para comprender el método del historiador: composición anular, en la que al
principio de la obra se expone la tesis por la que estalló este conflicto bélico,
los argumentos básicos y la constatación de la veracidad de la tesis. Mediante
los discursos se objetivan las ideas directrices de los estadistas. Hace notar el
Profesor Alsina cómo los personajes de Tucídides presentan la grandeza de los
héroes trágicos: la ineludible necesidad de elección, el descubrimiento de sí
mismos y la confirmación de su valor precisamente en su caída. Otros factores
trágicos como la hpqxavia de los héroes o la fuerza del destino se halla siempre presente en la obra de Tucídides, pero, presidiendo todo ello, por encima
incluso de la decadencia social descrita, emerge la fe de Tucídides en la razón
humana y su firme creencia en la superioridad de la justicia frente a la villanía.
En un segundo capítulo, titulado «Ética y Política: Ayer y hoy» el autor nos
presenta en primer lugar la actitud de Tucídides como historiador, filósofo de
la historia o político. Presenta después diversos enfoques que autores de nuestro siglo han dado a la obra de Tucídides y a la evolución de su pensamiento.
Finalmente, se plantea la cuestión de la parcialidad tucididea. Aquí el Profesor Alsina opta por superar la concepción positivista de la historia y de la objetividad del historiador, y como fino filólogo afirma que en el análisis de una
obra deben buscarse las leyes propias de la actividad creadora de su autor. Se
alinea, así, Alsina con autores como Wallace, para quien el secreto de Tucídides es la subliminal persuasion en el hábil manejo de la palabra escrita, o
como Hunter, quien ve la estructura de la obra de Tucídides como reflejo de
los esquemas mentales de su autor. El Profesor Alsina termina este capítulo
con la afirmación de que en Tucídides «la actividad racional del estadista le
permite penetrar en el meollo más profundo de la realidad política», aun
cuando no siempre la razón salga vencedora en su enfrentamiento con los
hechos. Este capítulo ofrece interesantes sugerencias desde un punto de vista
epistemológico. En el siguiente «Sobre la Modernidad de Tucídides*, entresaca Alsina una serie de rasgos de la obra del historiador de plena vigencia. Así,
el análisis de las concepciones políticas de los estados y sus posibilidades, de
las condiciones psicológicas de una época, del hecho de considerar la guerra
como un epifenómeno, cuya verdadera causa está en el conflicto por el poder
de dos grandes potencias. Señala Alsina cómo Tucídides destacó que las cuestiones económicas son fundamentales en todo desarrollo social y cultural; empleó el método, hoy tan utilizado en etnología y antropología, de constmir por
indicios todo un género de vida anterior. Se dio cuenta de la inversión de valores que sufre el comportamiento humano en situaciones límite, del divorcio
existente entre ética y política, de las consecuencias de una política de corte
utilitarista. En el capítulo IV se ofrece un detallado análisis de la Revolución
de los Cuatrocientos descrita en el libro VI11 y señala cómo la desmoralización
y el fracaso del régimen democrático fue el punto de arranque para la acción
oligárquica. Presenta el Profesor Alsina en el capítulo V en una precisa, fiel
y estilísticamente cuidada versión castellana del original griego, una selección
444
MERCEDES LÓPEz SALVÁ
de textos de la obra de Tucídides, representativos de las preocupaciones ideológicas del historiador. El capítulo VI «Los críticos tienen la palabra» consiste
en una granada selección de dieciocho textos de autores modernosque exponen sus puntos de vista, discrepantes a veces, sobre algunas de las cuestiones
cruciales tratadas por Tucídides. Termina el libro con dos apéndices: El primero es una puesta al día sobre la cuestión tucididea desde los trabajos de
Roscher y Ullrich de mediados del S. XIX hasta los más recientes de Westlake
y Finley. Alsina razona por qué la filología tras cien años de estudio vuelve a
la tesis inicial de Roscher, quien en 1842 ya sostuvo que Tucídides redactó la
totalidad de su historia, una vez terminada la guerra del Peloponeso. El segundo apéndice es una selección por temas de la bibliografía tucididea del S. XX.
Con este libro queda Tucídides situado en el puesto que le pertenece como
iniciador de toda la filosofía política occidental. Para todo aquei que intente
comprender las leyes que originan el fenómeno del poder esta obra le será de
indudable interés, al lego en la materia por su diáfana claridad, al especialista
por las múltiples sugerencias que se ofrecen en cada capítulo, por el interés de
los temas abordados, por las múltiples perspectivas desde las que se contemplan, por la selección bibliográfica, así como por el desbrozamiento de nuevos
caminos que abren campos de investigación.
Lástima que una editorial como Rialp, de tan merecido prestigio humanístico, no haya puesto un poco más de cuidado a la hora de imprimir las pocas
palabras citadas en griego.
Mercedes LOPEZ SALVA
Universidad Complutense
Carro1 MOULTON,
Aristophanic Poetry, Gottingen, Vandenhoeck & Ruprecht,
1981 (Hypomnemata 68)
En 1981 sale a la luz un libro de C. Moulton con el título, tan general como
ambicioso, de Aristophanic Poetry, cuyo primer capítulo es un artículo, revisado, que publicó en 1979 en MH. A pesar del título y del objetivo enunciado
en la introducción, que hacen esperar un estudio general de la poesía aristofánica que englobe los trabajos parciales realizados hasta la fecha de la publicación, se trata, simplemente, del análisis y posterior interpretación, con mayor o menor acierto, de algunos pasajes de comedias y de dos de ellas, Pax y
Thesmophoriazusae, en su conjunto. No parece adecuado, en consecuencia, el
título del trabajo, o, al menos, esperaríamos una restricción con un subtítulo
en la línea de «Observaciones sobre el arte poético de Aristófanesw o «Algunos aspectos del quehacer poético de Aristófanes-.
Ya al comienzo mismo de la breve introducción encontramos una deficiencia metodológíca que tendrá graves consecuencias: el autor acepta, sin discusión,
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
445
«the observation that the plays contain a unique mixture of sweetness and
ribaldry», p. 11. Si bien es verdad que, como él mismo indica en el preludio,
no tuvo oportunidad de leer el sugerente artículo de Silk en Aristophanes: Essays in Znterpretation, ed. por Henderson (en Yale Classical Studies, 26, 1980),
en el que este autor rompe con la concepción tradicional de Aristófanes, no
es esto excusa, sin embargo, para que un crítico literario emprenda un estudio
con ideas preconcebidas. Asimismo, si, como pretende, va a realizar un estudio de los mecanismos poéticos de Aristófanes, debió prestar más atención
desde el principio a los estudios parciales realizados sobre el estilo de Aristófanes, a los que dedica únicamente unas escasas líneas. En general, pero sobre
todo en sus tres últimos capítulos, la lectura se vuelve pesada debido a la cita
de pasajes extensos incluyendo siempre la traducción de Rogers. Este interés
por traducir los versos hace que el estudio sea reiterativo, dado que a ella sigue en gran número de ocasiones un comentario argumental, con el que hubiese bastado, siendo necesario que indicase la traducción únicamente donde
hubiese problemas de interpretación.
En lo que se refiere al cap. 1, «'The Lyric of Insult and Abuse», nos parece,
en general, aceptable, tanto su análisis, en el que tiene en cuenta diversos procedimientos estilísticos, incluyendo los fónicos (en concreto en las pp. 21 y 4344), como el intento de integrar los pasajes estudiados en el contexto en el que
aparecen. Asimismo es interesante su explicación de la interrelación existente
entre los elementos de la vida cotidiana de una mujer y de la política en la imagen del tratamiento de la lana, VV.567-586 de Lysistrata, en el cap. 11. Desarrolla en su análisis indicaciones aparecidas en comentarios del pasaje, como
el de Wilamowitz (Lysistrate, Berlín, 1927, pp. 157 s.). También retoma y desarrolla las ideas expresadas por este autor al enjuiciar la parábasis de Lys.
(Wilamovitz, o.c., pp. 57 y 159), a la que considera un segundo agón entre los
coros de mujeres y hombres. Nos parece, en efecto, acertado, como también
el análisis de las escenas finales de la comedia, si bien puede observarse que
se centra en demasía en un único aspecto de la obra, el político.
En el cap. 111 se propone analizar las técnicas con las que Aristófanes
enlaza fantasía y sátira con elementos propios del género pastoril y del aromancen en la Pax, así como demostrar que toda la comedia gira en torno al
elemento festivo. Con respecto a lo primero, se observa, en principio, otro
error metodológico, puesto que prácticamente no define los dos géneros a los
que se refiere, si exceptuamos una brevísima nota al final del apartado (n. 59,
en la p. 100), en cuanto al género pastoril, y referencias muy vagas al argumento
del «romance», siguiendo la descripción que de él hace N. Frye (p. 101 c.). A
ello hay que unir el hecho de que no ofrezca pasajes típicos de estos géneros,
cuando, sin embargo, se muestra tan generoso en la cita y traducción de versos
de Aristófanes. Del mismo modo, consideramos negativo el que Moulton no
cite pasajes de otras obras de Aristófanes en las que aparecen los mismos rasgos que califica de propios del género pastoril y del «romance», que, a nuestro
entender, debió tener en cuenta con la finalidad de establecer diferencias con
respecto a los de la Pax. Así, por ejemplo, se puede observar el recuerdo del
446
CARMEN MORENILLA TALENS
campo y la alabanza de los placeres sencillos en Ach. ; el hecho de que el protagonista se exponga a un riesgo aparece, entre otras comedias, en Ach.,
Vesp., o Lys., como el que su acción reporte un bien para la sociedad en Ecc.
o Lys.
Lo mismo cabe decir con respecto a la afirmación de que la fiesta es el
elemento esencial de Pax, que se encardina en torno a una fiesta negativa,
preparada por Pólemos, en la primera parte, y otra positiva, por Trigeo, en la
segunda. Pero el análisis de la primera fiesta y su entorno nos parece, en ocasiones, demasiado subjetivo; la segunda fiesta es normal en comedia, como
puede observarse en Ecc., Ach., o en las invitaciones de Lys., lo que no es tenido en cuenta.
No convence tampoco la interpretación de Thesm., cap. IV, como fusión
de farsa y parodia, en la que la imitación es la celebración del arte poético, con
vistas a lo cual usa Aristófanes la parodia a modo de medio de transformación
de caracteres y lugares. Cree que Agatón y Eurípides son escogidos para esta
comedia por ser representantes del dominio y la experimentación en la tragedia contemporánea, no siendo, salvo en escasa medida, el propósito de la obra
su crítica, cuando sabemos, por otras comedias, que Aristófanes censura constantemente las innovaciones de Eurípides. La elección de las parodias que
Moulton interpreta en el sentido indicado, creemos, sin embargo, que encuentra plena justificación en el desarrollo mismo de la acción dramática, sin ser
necesario ver en ella la celebración del arte poético.
Sobre el papel central que confiere a la oposición hombrelmujer y a las
«impersonations», pp. 120 SS.,o cambio de sexo de los personajes, en este caso
masculinos que se hacen pasar por femeninos, a pesar de reconocer la importancia de este aspecto en Thesm., llama la atención el hecho de que Moulton
no haga referencia a otra comedia de Aristófanes en la que se produce un cambio masivo de sexo con la finalidad de apropiarse de un papel reservado al
sexo contrario, extensamente preparado ante el público y cuyas consecuencias
se extienden a la obra entera. Se trata de Ecc., en que las mujeres se disfrazan
de hombres, e incluso, una vez dejados los disfraces, se comportan como tales,
ya que ellas dan las órdenes. En cambio, sí se refiere Moulton, de pasada, a
la asunción por Lisístrata del papel de hombre, al ser ella la que organiza la
política.
A pesar de ello, es interesante el intento de Moulton de unificar todos los
elementos de la comedia, dándole un sentido de conjunto. Parece, sin embargo, haber olvidado por completo, salvo en una cita de Max Beerbohm al final
de la comedia, p. 145, que la función primordial de un autor cómico es hacer
reír. Si lo hubiese tenido en cuenta, quizá hubiera encontrado sentido a aparentes contradicciones que se esfuerza en comprender forzando el texto.
Por último, quisiéramos hacer una breve referencia a la bibliografía que ofrece. En primer lugar, se hubiese agradecido una clasificación previa a la alfabética.
Al menos consideramos imprescindible la distinción entre ediciones, comentarios,
traducciones y escolios de las comedias y la bibliografía secundaria.
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
447
En segundo lugar, encontramos ausencias graves, como, por ejemplo, los
estudios de A. M. Komornicka sobre figuras estilísticas y parodias; sobre este
último tema, los trabajos de Kleinknecht y de Pucci; Dithyramb, Tragedy and
Comedy (Oxford, 1962), de Pickard-Cambridge, obra clásica en lo que se refiere a comedia, y, en particular, a su estructura; el estudio de M. Vilardo sobre la comicidad de la Pax, etc.
Es, pues, este trabajo de Moulton una aportación interesante en aspectos
particulares del estilo de Aristófanes, pero que, entre otras deficiencias ya señaladas, no cumple en absoluto lo que el título y los objetivos previos indican.
Carmen MORENILLA
TALENS
Universidad de Valencia
MANUELde OLIVEIRAPULQUÉRIO,Platho. Apologia d< Sócrates. Críton.
Introducho, versho do grego e notas de M. de O. P. Coimbra, Instituto Nacional de InvestigacfidCientífica. Centro de Estudos Clássicos e Humanísticos da Universidade de Coimbra, 1984. Un vol. en 4." de 93 pp.
En este nuevo volumen (el número 20) de la colección «Textos Clássicos~,
del Instituto Nacional de Investigacfio Científica, aparecen las traducciones al
portugués de la Apología y del Critón precedidas de unas breves introducciones, y seguidas de unas notas y bibliografía también breves.
En ambas introducciones el autor describe las líneas esenciales de los dos
diálogos, con aclaraciones de tipo histórico o judicial que pretenden hacer accesible su lectura a un público mayoritario. En lo concerniente a la Apología,
la divide en tres partes: l.a «O acusado defende-se»; 2." «Declarado culpado,
Sócrates sugere a própia pena»; y 3.a «Condenado a morte, Sócrates julga os
seus juizess. La primera, a su vez, la subdivide en tres apartados: «resposta As
antigas acusac$es»; «resposta As acusac6es de Meleto~;y ejustificao da actividade do filósofo, A luz de una ordem divina». En el primero, Manuel de Oliveira trata de armonizar las dos afirmaciones contradictorias que Sócrates hace
en la Apología (19 c) y e1 Fedón (96 a y SS.) respecto de la investigación de
los fenómenos subterráneos y celestes. En el segundo, analiza la respuesta a
Meleto, contraponiendo la argumentación platónica al enfoque que Jenofonte
da a esta cuestión. En el tercero, presenta la mención del Oráculo de Apolo
y la obediencia al mismo por parte de Sócrates como la gran demostración de
la piedad del filósofo, y como punto esencial de su defensa.
En la segunda parte, se ocupa el autor de la contrapropuesta de socráticos,
una vez condenado, a la tímesis solicitada por sus acusadores.
En la tercera, de las palabras dirigidas por Sócrates a los Jueces, una vez
condenado a muerte.
448
CONSTANTINO F A L C ~ N
En la introducción al Critón, es de destacar la contraposición que el autor
establece entre la postura de Sócrates en este diálogo, respecto de las Leyes,
y la que adopta én la Apología (32C-d), frente a una orden de los Treinta. Partiendo de este último pasaje, consigue Manuel de Oliveira poner de manifiesto
que no hay más que aparente contradicción entre las posturas de Sócrates, en
el Critón, y Antígona, en la tragedia sofoclea.
La traducción, a nuestro juicio, constituye un acierto, al conseguir, especialmente en el Critón, trasladar a un portugués vivo y coloquial -pero no
p r o s a i c e la estudiada frescura y espontaneidad de ambos diálogos.
Las notas, por el contrario, nos parecen insuficientes y, en ocasiones, poco
exactas'. Igualmente nos ha parecido muy escasa la bibliografía, que sólo incluye las ediciones de Croiset y Burnet. Y, por lo que respecta a los estudios
d o c e se citan únicamente-, es de lamentar la total ausencia de bibliografía
en espafiol, italiano o alemán.
En resumen, una buena versión portuguesa de la Apología y el Critón con
unas introducciones, notas y bibliografía dirigidas a un público muy amplio.
Constantino F A L C ~ N
Universidad Complutonse
The Cambridge History of Classical Literature, Volume 11: Latin Literature,
Edited by E. J. KENNEYand W. V. CLAUSEN,
Cambridge, Cambridge Uni974 4 láminas. 40 £
versity Press, 1982. Pp. XVIII
+
+
Para quienes pensamos que los manuales de literatura no deben limitarse
a una fría enumeración de datos, sino que también deben ofrecer valoraciones
literarias basadas en una lectura crítica de las grandes obras, la aparición de
un nuevo manual de literatura latina constituye una agradable noticia. L L no
es una historia literaria similar a las tradicionales de Cchanz, Teuffel, Duff o
Bickel; su aproximación a los autores latinos es más crítica que descriptiva y,
aunque los editores han sacrificado la coherencia de los manuales tradicionales
a la apreciación de un equipo, el resultado final es positivo en líneas generales.
Porque, ¿qué se desea encontrar en un buen manual de literatura latina? Me
' Se echan en falta en la Apología -por poner sólo dos ejemplos- sendas notas
a Eveno de Paros (sofista y poeta al que se hace referencia en otros dos diálogos platónicos: el Fedón 60 D y el Fedro 267 A) y a Apolodoro (presente también en otros
dos diálogos: el Fedón 59 A y el Banquete 172 B). Por otra parte, en la nota 2 al Critón se afirma equívocamente: «O envio anual desta nau a Delos... commemorava a
proeza de Teseu que libertara Atenas dos sacríficios humanos quz lhe impunha o Minotauro~.No era precisamente el Minotauro, sino Minos, quien imponía el tributo.
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
449
figuro que el profano buscará una información básica sobre los escritores latinos, mientras que el especialista pretenderá encontrar, además, una síntesis
de los problemas literarios que plantean sus obras, tales como tradición y originalidad, forma y contenido, marco histórico y resultados de la reciente investigación filológica. LL responde adecuadamente a tales exigencias.
Los editores han distribuido el libro en las siguientes partes1: 1 Readers and
Critics, que viene a ser una introducción general de cultura literaria antigua;
11 Early Republic, hasta las sátiras de Lucilio; 111Late Republic, hasta Virgilio;
IV The Age of Augustus; V Early Principate, desde Persio a A. Gelio; VI
Later Principate o literatura tardía, con la inclusión al final de Apuleyo por
decisión «estética» de E. J. Kenney; VI1 Epílogo. Cierran el libro dos apéndices, uno, extenso, de autores y obras con bibliografía incluida, y otro, breve,
métrico. Se añade también una lista de obras citadas en el texto y un índice
fundamentalmente de nombres propios. Falta, sin embargo, un índice de materias, indispensable en un manual tan voluminoso. La redacción ha sido confiada a un equipo de especialistas que gozan de merecida fama en filología
clásica: E. J. Kenney (libros y lectores en el mundo romano; breves introducciones a las partes 111 y IV; Ovidio), M. Winterbottom (crítica literaria en la
introducción general), G. Williams (la génesis de la poesía en Roma), A. S.
Gratwick (literatura de época arcaica), W. V. Clausen (neotéricos; Teócrito y
Virgílio), A. Dalzell (Lucrecio), L. P. Wilkinson (Cicerón; Geórgicas), F. R.
D . Goodyear (Salustio; poesía menor del s. 1 d.C.; prosa desde Petronio hasta
A. Gelio), R. M. Ogilvie (César; Livio), N. Horsfall (prosa y mimo), R. D.
Williams (Eneida), N. Rudd (Horacio; Persio), G. Luck (elegía), J. C. Bramble (figuras menores de época augústea; Lucano; Marcial y Juvenal), D. W.
T. C. Vessey (introducción al s. 1 d.C.; épica flavia), C. J. Herington (Séneca
el Filósofo), R. Browning (literatura tardía), P. G. Walsh (Apuleyo y el epílogo sobre tradición clásica) y M. Drury (apéndices e índices).
La objeción principal que se podría hacer a EL es el desequilibrio que presenta no sólo en el tratamiento de autores y géneros, sino también en los enfoques dados a los mismos por los diferentes especialistas. Tal vez eso misino
redunde en beneficio de la interpretación literaria, si aceptamos que en literatura es difícil llegar a respuestas sencillas y definitivas2. Así debió pensar el
editor, cuando en el prefacio nos recuerda que se dejó libertad de acción a
cada miembro del equipo redactor. Todo ello implica que se estará de acuerdo
con unas contribuciones y no tanto con otras. He aquí mis impresiones.
' En 1983 ha sido reeditado el presente manual en cinco volúmenes de bolsillo:
Part 1: The Early Republic, VI1 223 pp.; Part 2: The Late Republic, VI 153 pp.; Part
3: The Age of Augustus, VI 239 pp.; Part 4: The Early Principate, VI1 240 pp.; Part
5: The Later Principate, VI 154 pp.
Para diferentes métodos de aproximación a la obra literaria, léase ahora a J.
ALSINA,
Problemas y métodos de la Literatura, Madrid, Esyasa-Calpe, 1984, pp. 81102.
450
ANTONIO RAM~REZDE VERGER
Las páginas introductorias vienen a ser el fundamento de todo el volumen.
Kenney repasa cuestiones que no por sabidas carecen de importancia literaria,
como que el libro antiguo se escribía para ser leído en voz alta (recitatio), que
el formato del libro antiguo era diferente (volumen) y que el triunfo del codex
sobre el papiro y el pergamino fue decisivo para la transmisión de los textos
antiguos, tal como en nuestros días el microfilm o la microficha serán factores
determinantes en la preservación de nuestros clásicos. Las características materiales del libro antiguo y su lectura explican algunas de las diferencias de la
literatura antigua respecto de la moderna: tradicionalismo y, sobre todo, oralidad3. Winterbottom, en una magnífica lección de crítica literaria, nos introduce en el significado que tenía la literatura para los mismos romanos, ya fueran críticos académicos, como Quintiliano o Macrobio, o ya fueran críticos de
sus propias obras, como Cicerón y Horacio. Faltan, sin embargo, algunas páginas sobre historia de los textos al modo, por ejemplo, de E. Bicke14.
G. Williams defiende en unas breves pero ajustadas páginas la influencia
griega tanto en el versus quadratus como en el saturnio, tesis defendida en el
último caso por Th. Cole en 1969, no en 1972, como se asegura en pp. 57 y
943. De la pluma de Gratwick salen unas inmejorables páginas sobre literatura
arcaica. Se recrea en Ennio, poeta fundamental para la poesía latina posterior,
ofreciendo una sugestiva interpretación de un mismo pasaje tratado por Homero (11. XXIII 118-120), Ennio (187-191 Vahlen) y Virgilio (Aen. VI 179-182
y XI 135-138), que no por leída en otros lugares resulta reiterativa. Acertado
me parece también el apartado «Plauto y sus modelos» (pp. 96-103); en él
incorpora el reciente descubrimiento papirológico del Dis Exapaton de
Menandro5, que ha resultado ser el original de Plauto, Bacchides, 494-562. En
ocasiones deshace con razón fáciles generalizaciones, como la de considerar a
Catón el Censor «an Italian chauvinist~(p. 150); se puede demostrar que Catón se valió de fuentes griegas para la composición de los Origenes y que conoció la retórica griega, como se refleja desde el mismo exordio de su discurso
más famoso, el Pro Rhodiensibus6.
Si los romanos compusieron sus obras dependiendo conscientemente de los
griegos, no debe sorprendernos que Clausen se extienda en Calímaco (pp. 181
SS.)para explicar a los neotéricos y, sobre todo, a Catulo, y en Teócrito (pp.
301 SS.) para entender mejor las Bucólicas de Virgilio. Su método de presen-
«El estudio de la liCaracterísticas explicadas extensamente por J. CLASSEN,
teratura latina», Emerita 45, 1977, pp. 128-142.
Historia de la literatura romana, Madrid, Gredos, 1982, pp. 15-66. Merece la
pena resetiar la aparición de una obra que viene a llenar el hueco dejado por LL:
Texts and Transmission, ed. by L. D. REYNOLDS,
Oxford, 1983.
Menander and Plautus. A Study in
La editio princeps en E . W . HANDLEY,
Comparison, London, 1968.
El asunto es tratado por A. E. ASTIN,Cato the Censor, Oxford, 1978, pp. 157181 («Cato and the Greeks*), obra no recogida en la bibliografía de LL.
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
45 1
tación se basa en la continua ilustración textual de sus afirmaciones. De Catulo
selecciona las poesías 64, 1, 51, 58, 36, 31, 85, 109 y 50; de Virgilio, las Bucólicas 1, 4 y 6. Dos reparos, empero, debo hacer. En primer lugar, el foedus
amtcitiae de la poesía 109 de Catulo representa el inicio de una metáfora amorosa más íntima, el foedus amoris de los poetas elegíacos posteriores (p.e. Tib.
1 9; Prop. 1 15 o 111 20; Ov. Am. 11 3). No se trata de que los eelegíacos augústeos la olvidaran* (p. 204), sino que más bien la potenciaron (un caso de
simple foedus amicitiae es Ov. Trist. 1 8), y no es que «Lesbia propone amor
y Catulo opone amicitia- (ibid.), sino que Catulo desea que el amor de Lesbia
hacia él sea tan fuerte y duradero como la relación de amistad que se establecía en la Roma de su tiempo entre dos ciudadanos o dos pueblos7. En segundo
lugar, echo de menos en su análisis de las Bucólicas de Virgilio lo que el Profesor Kenney ha dado en llamar recientemente la «sensibilidad elegíaca~de
Virgilio8. Me hubiera gustado leer algo sobre los amores de Condón por Alexis (Buc. 2) o sobre el suicidio de amor de Damón (Buc. VI11 17-60).
A. Dalzell intenta acabar con algunas ideas preconcebidas y no suficientemente demostradas sobre Lucrecio, que no fue un ateo ni un poeta pesimista
ni simplemente epicúreo; incluso su poema pertenece a la tradición presocrática, especialmente, por la influencia de Empédocles. Respecto a la forma,
tampoco acepta la doctrina de los dos estilos, defendida por Kenney9, uno
para las partes narrativas y otro para las más <patéticas». Es mejor pensar en
diferencias de tono que en diferencias de estilo (p. 221). De otra parte, es
agradable leer una interpretación optimista del controvertido himno a Venus,
con el que se abre el De rerum natura; con él Lucrecio ha querido señalar la
belleza y majestad del mundo y la dificultad de su tarea al iniciar un poema
de altos vuelos, para lo que necesita la belleza de las palabras y el poder persuasivo del discurso; de ahí su invocación a Venus.
Los prosistas reciben un tratamiento peor que los poetas. Como dice P.
Grimal, es «una tendencia de la erudición británica»'O. No obstante, no falta
lo fundamental, como el estilo periódico de Cicerón (pp. 238,248-9), o el conciso y abrupto de Salustio (pp. 278-9), o el simple de César (pp. 284-5). Ahora
bien, no encuentro justificación suficiente a que no se cite ningún pasaje como
ilustración de los estilos de Salustio y César, ni que este último sea despachado
en cinco páginas.
Algunos capítulos eran ya conocidos. Así, las páginas que Wilkinson dedica a
las Geórgicas proceden de su excelente libro The Georgics of Virgil (Cambridge,
1969), decisivo para entender la obra virgiliana como «el primer poema en el que
el elemento descriptivo es la fuente principal de placer* (p. 323). R. D. Williams,
en cambio, ha ampliado y mejorado su Virgil (Oxford, 1967, pp. 22-24).
' Cf.J . HELLEGOUARC'H,Le vocabulaire latin des relations et des partis politiques sous la République, París, 19722, pp. 23-90.
En «Virgil and the Elegiac Sensibility*, ICS 8, 1983, pp. 44-59.
En Lucretius. De rerum natura, Book 111, Cambridge, 1971, pp. 14-17.
'O
REL 60, 1982, p. 393.
452
ANTONIO RAM~REZDE VERGER
De la misma forma que Dalzell, N. Rudd critica la simplificación a que se
ve sometida la figura de Horacio: poeta cortesano, de vida feliz y sencilla. Horacio no debe ser reducido a cómodos contrastes: poesía pública y privada, urbana y rural, estoica y epicúrea, elevada y simple. En el poeta venusino no es
raro detectar tonos y calidades diferentes en un mismo tema; puede componer
una oda memorable sobre su logro poético (111 30) u otra pobre sobre lo mismo (11 20), una gran oda romana (111 4) o una inferior (111 2), un fuerte ataque
a la belleza ajada (1 25) u otro más débil contra Lice (IV 13), un impresionante
tributo a Druso (IV 4) u otro menos atractivo a Tiberio (IV 14). Para el crítico
la oda que resume la esencia del espíritu horaciano es Tyrrhena regum (111 29),
donde el pasado griego vive en el presente romano y donde surge la fusión inimitable de la grandeza e intimidad, y de la solemnidad y el humor (p. 404).
Yo, por mi parte, no sabría decir qué oda me gusta más, si la 1 12, la 11 14,
la 111 25 o la IV 4.
El capítulo dedicado a la elegía amorosa latina es decepcionante. Sólo la
introducción y las características generales de la elegía mantienen el nivel esperado del Prof. G. LuckH. En ocho escasas páginas da cuenta de C. Galo,
Tibulo, Propercio y las elegías de Ovidio, cuando se dedican 70 a Virgilio, 40
a Cicerón, 38 a Ovidio, 35 a Horacio, 28 a Catulo y los neotéricos, 26 a Marcial y Juvenal, 25 a Lucano, 24 a la épica flavia, 22 a Séneca el Joven, 16 a Ennio, 13 respectivamente a Lucrecio, Salustio y Tácito, 12 a Apuleyo, 9 a Livio
y 5 a César. Sólo me cabe pensar que el citado profesor se limita a insinuar
lo que ya expuso en su conocido libro antes citado. Nada leemos sobre el reciente descubrimiento de unas poesías atribuidas a C. Galo12, ninguna mención sobre los tradicionales temas o motivos elegíacosI3, y ni siquiera se apoyan las valoraciones de los poetas con algun pasaje ilustrativo. Y lo que es
peor, ¿quién podrá deducir de sus páginas la finura desesperada de Tibu!o, el
tersus atque elegans soiiador de amores imposibles, o el apasionamiento de
Propercio o la burla de tiernos amores por parte de Ovidio?
Ovidio, sin embargo, es otro de los autores que sale revitalizado del análisis de Kenney. Me han gustado especialmente las páginas dedicadas a las Heroidas. Las figuras de Fedra, Dido y la pareja Hero y Leandro (pp. 423 SS.)
son analizadas de forma magistral.
Tanto el trato dado a Livio por Ogilvie como a Tácito por Goodyear resultan muy inferiores a las sinopsis ya conocidas de Walsh para Livio14y la del
mismo Goodyear para Tácito15. En Livio, por ejemplo, no se insiste en una de
"
Es ya clásico su libro, The Latin Love Elegy, London, 1969.
Cf. R. D. ANDERSON,
P. J. PARSONS
and R. G. M. NISBET,«Efegiacs by
Gallus form QASR IBRIM»,JRS 69,1979, pp. 125-155, con el texto en pp. 138 y 140.
l3 Se podrían citar, entre otros: erotodidaxis, komos, renuntiatio amoris, militia
amoris, rixae in amore, servitium amoris, o el ya citado foedus amoris.
l4
Livy, Oxford, 1974.
l5
Tacitus, Oxford, 1970.
l2
DISCUSIONES Y RESENAS DE LIBROS
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las características principales de la presentación de su historia: la dramatización16; tampoco se alude al período liviano en un escritor eminentemente estilista". Sobre Tácito, es obligado ahora reseñar el reciente descubrimiento
epigráfico, la Tabula Siarensis, encontrada en 1982 a unos 16 Kms. de Utrera
(Se~illa)'~
tal; vez ya no sea aventurado hablar también de «dishonesty» (p.
650) en el tratamiento parcial de Tiberio en los Anales.
El capítulo de «Figuras menores» (pp. 467-494) destaca por 10s análisis de
la Appendix Vergiliana y de un gran poeta, poco estudiado, Manilio, cuya historia sobre Perseo y Andrómeda (Astr. V 538-630), deudora pero diferente de
Ovidio (Met. IV 663-739), merecería figurar en las mejores páginas de la poesía latina.
Las páginas destinadas al s. 1 d.C. pretenden acabar con la idea estereotipada de la llamada edad de Plata considerada como «decadente, retórica
o barroca*. Vessey pone !as cosas en su sitio, cuando interpreta el estilo de la
época como diferente o nuevo mejor que retórico en el sentido despectivo del
término. Las obras de Séneca, Lucano, Estacio o MarciaI deben ser comprendidas por lo que son en sí, no por lo que se diferencian de las obras de época
de Augusto.
Dos muestras de lo anteriormente expuesto son los estudios de Séneca el
Joven y de la épica flavia. Herington analiza las tragedias de Séneca en sí mismas, no a partir de Eurípides; elige al Tiestes para ejemplificar el método senecano en sus tragedias: usar un estilo basado en la brillantez verbal y el gusto
por las sententiae para representar las tentaciones del poder político y los efectos de la cólera en el alma de un tirano. Vessey se esfuerza por destruir la Imagen de Estacio como poeta vulgar o vil. Si su libro anterior sobre la Tebaida19
marcó un hito en la revalorización de la épica estaciana, sus páginas dedicadas
a las silvas (pp. 564-572) nos ayudan a entenderlas en su justa medida. No ocurre lo mismo con el Lucan de J. C. Bramble, para quien la Farsalia no responde a una estructura clara ni tiene un héroe concreto ni un tema evidente; su
ritmo es prosaico, el léxico impropio de la épica y las convenciones literarias
brillan por su ausencia. Tal juicio crítico lo hubiera firmado Quintiliano (1.0.
X 1, 90) o el mismo Petronio (Sat. 119-129). El error de Bramble estriba en
hacer justamente 10 contrario de lo aconsejado por Vessey: valorar a Lucano
a partir de Virgilio, siendo así que el gran poeta cordobés compuso una épica
diferente, como distinta fue de la prosa ciceroniana la prosa de los tratados
l6
Léase el valioso artículo de A. H. MACDONALD,
«The Style of Livy», J R S 47,
1957, pp. 168-170.
l7
Cf. J. DANGEL,
La phrase oratoire chez Tite-Live, París, 1982, y un resumen
en REL 54, 1976, pp. 221-239.
l8 Datos, edición, traducción y comentario por J. GONZALEZ
y Fernando FERNANDEZ,
«Tabula Siarensis», Iura 32, 1981 (= 1964), p. 1-36 y J. GONZALEZ
en ZPE
55, 1.984, pp. 55-82.
l9
Statius and the Thebaid, Cambridge, 1973.
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ANTONIO RAM~REZDE VERGER
senecanos. El genio poético de Lucano es indudable; recuérdese, como muestra, la descripción de una poetica tempestas, la tormenta de César (IV 476520).
Desfasado me parece el capítulo titulado «Retórica y Filología» (pp. 674680). De Quintiliano sabemos más por las páginas de M. Winterbottom en la
introducción general (pp. 39-43) que por las rutinarias impresiones de Goodyear. Los apartados Fronto y Aulus Gellius saben a anticuados. No es sostenible ya20 el empecinamiento de no relacionar el movimiento arcaizante latino
del s. 11 d.C. con el aticismo griego de la época, un mismo reflejo de la Segunda So
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